RESEÑAS
Fernanda Rebelo
IHAC/Universidade Federal da Bahia, Brasil
El libro Patologías de la patria. Enfermedades, enfermos y nación en América
Latina reúne cuestiones pertinentes a la construcción de la nación,
tomando como base diferentes formas de comprender la experiencia con la
enfermedad en las sociedades. Los argumentos se desenvuelven en una trama
que, en todo momento, considera la relación entre historia, salud, enfermedad
y nación. Esta publicación nació a partir de encuentros entre investigadores
de diferentes países, posibilitando una perspectiva histórica comparada entre
naciones como Argentina, Brasil, Perú, Colombia, Cuba, Costa Rica y México.
Los diez artículos presentados poseen interés porque discuten en común
el proceso de enfermedad e identidad nacional. Ese objetivo conjunto no es
gratuito: la preocupación doble por analizar la construcción nacional y racial
estaba presente en el pensamiento social de las élites de esos países, sea por
cuestiones relacionadas con la población esclava negra, la población indígena
o los procesos inmigratorios. La necesidad de marcar y jerarquizar racialmente
poblaciones fue una constante en los textos, tanto para incluir como para excluir
etnias en la formación de la sociedad o en políticas sociales.
En Argentina, Diego Armus muestra que desde el final del siglo XIX
hasta las tres décadas del siglo XX, la predisposición racial fue seriamente considerada
como causa de tuberculosis. La discusión sobre mayor o menor predisposición
de ciertos grupos de inmigrantes en contraer la enfermedad tenía
como fundamento los debates sobre raza y construcción de la nacionalidad.
Los inmigrantes gallegos, por ejemplo, tenían menos resistencia orgánica que
los vascos por el tipo de trabajo que frecuentemente ejercían como porteros de
propiedades, sirvientes o empleados domésticos, además vivían en ambientes
insalubres y poco ventilados, por lo que generaban más predisposición a contraer
la enfermedad. En la selección de inmigrantes para modelar la nación, la
tuberculosis aparece como un peligro degeneracionista.
En el mismo país, a partir de tres endemias –tracoma, viruela y tifus-,
María Silvia Di Liscia aborda las estrategias de inclusión y exclusión de individuos
en la primera mitad del siglo XX. La conexión de estas dolencias con
la inmigración daba la impresión de que la patología era más externa que
interna al territorio, y las élites confiaban así que su resolución se lograría con
la selección de la corriente inmigratoria. En este caso, la enfermedad también
constituyó un pretexto para debatir sobre la construcción de la identidad nacional
argentina.
Nísia Trinidade Lima aborda la misma cuestión respecto a la construcción
de la identidad nacional, pero en este caso, en el contexto brasileño. La
autora traza la relación entre el universo de la medicina tropical y las ideas
sobre nación, aproximando la historia de la ciencia y del pensamiento social
por medio del reconocimiento de las dimensiones sociocognitivas de los hechos
científicos. Lima revela, con la importancia de las expediciones científicas
realizadas al inicio del siglo XX en el interior (sertoes), las construcciones e
interpretaciones ideológicas sobre el país. El retrato de Brasil producido por
los médicos mostraba la enfermedad y el aislamiento –y no el clima o la razacomo
los principales obstáculos de la región para alcanzar el progreso y la
civilización.
Otra cuestión común a la mayor parte de los artículos es la conexión
entre teorías científicas y raciales en la explicación de la ocurrencia o predisposición
de ciertos grupos a adquirir enfermedades. Mónica García analiza
la relación hecha por médicos colombianos entre clima, enfermedad y raza
en las primeras décadas de la República. La transición entre el pensamiento
neo-hipocrático para el ideario de la geografía médica otorgó al clima un rol
más relevante para las explicaciones sobre el origen y las causas de las patologías.
Los médicos colombianos justificaron la docilidad e inferioridad de
los indígenas y, consecuentemente, a su dominación con los argumentos del
determinismo biológico. En este caso, la influencia de elementos hipocráticos
en la medicina del siglo XIX no fue útil para la deconstrucción del determinismo
biológico y racial como en el caso de Brasil. Tal y como se discute en los
artículos de Lima y Hochman, la enfermedad –en detrimento de la raza- tomó
lugar en las explicaciones para el “atraso” nacional.
El artículo de Adrián Lopes Denis revela por qué, para la élite cubana
en las dos primeras décadas del siglo XIX, era necesario mantener un equilibrio
de fuerzas entre descendientes europeos y africanos. No lo haría la idea de que
los africanos eran inmunes a la fiebre amarilla, pero vulnerables a la viruela,
o que los soldados españoles, después de la adaptación, quedaban inmunes
a la fiebre amarilla. Ahora bien, la supervivencia de esclavos y soldados era
un elemento clave para el desarrollo económico y la estabilidad política de la
Colonia, en vista de las revoluciones esclavas de Haití, país vecino. De esa forma,
la inmigración blanca era el mejor antídoto contra la reciente conciencia
política adquirida por los esclavos en Cuba.
Tanto en el artículo de Lopes Denis como en el de García, las teorías
científicas se transforman en meros epifenómenos de origen de las patologías.
En Denis, la comunidad médica utilizaba los elementos contagionista y/o anticontagionista
combinado con factores morales, climáticos y locales para explicar
cualquier irregularidad y relacionarla con la presencia de la fiebre amarilla
en la población. Las diferentes explicaciones de la etiología de las dolencias
posibilitaban el libre comercio y el control moral de la sociedad.
Juan Pablo Murillo Peña, Oswaldo Salaverry García y Gustavo Franco
Paredes analizan la preocupación de los higienistas en Perú durante la primera
mitad del siglo XX, para conocer si la población indígena estaba en condiciones
de incorporarse a un proceso de civilización. Un conjunto de justificaciones
biologicistas y positivistas fueron utilizadas para consolidar una estructura
social jerárquica, donde las diferencias se naturalizaron y la enfermedad fue
comprehendida como el atraso del “otro”, en este caso, el indígena.
Juan Pablo Zabala presenta varios factores (políticos, simbólicos, institucionales
y científicos) para el reconocimiento del Mal de Chagas o Mal de
Chagas-Mazza, como es definido en Argentina, como un problema social y
nacional en la segunda mitad de la década de 1940.
Alexandra Mirna Stern identifica un proceso eugénico dentro del movimiento
ambientalista californiano en el inicio del siglo XX. Al explicar la teoría
de la biología superior e inferior, los ambientalistas glorificaron las especies
nativas y condenaron a las no autóctonas, creando una lógica de deseablesindeseables.
Este concepto reprodujo el racismo y celebró la gloria de la masculinidad
dominante en una sutil relación entre eugenesia y ecología, impresa
en una visión moral de lucha biológica y conquista física.
Gilberto Hochman analiza el programa de salud de la campaña del médico
y aspirante a presidente de Brasil en 1955, Juscelino Kubistschek. Mientras
fue candidato, buscó en su campaña la explicación para la relación entre enfermedad
y nación en la misma clave interpretativa de los médicos que actuaron
en el movimiento por la higiene de los sertoes cuarenta años antes. Los facultativos
que fundaron la Liga Pro Saneamiento de Brasil, en 1918, rechazaron
el determinismo racial y climático y consideraron la solución a la enfermedad
como forma de redención nacional. De tal manera, la explicación del atraso
del interior estaba unida a la ausencia del poder público. Lo que se puede apreciar
en común entre estos dos movimientos, a principios y a mediados de siglo,
fue el activismo estatal. Aunque la realidad sanitaria de Brasil debería haberse
modificado en el recorrido de estos cuarenta años, la marca de enfermedad, de
miseria y de analfabetismo asociada al hombre del interior permaneció en el
discurso de la élite médica, intelectual y política.
Steven Palmer analiza la epidemia de cólera en Costa Rica en 1990.
Lo que parecía ser un discurso excluyente con un “otro” amenazante, en este
caso el nicaragüense portador de enfermedad, generó la producción de nuevas
ciudadanías y así el inmigrante del país vecino se transformó en un miembro de
la nueva comunidad nacional. La nacionalización del nicaragüense, definido
por su papel clave en el Plan Nacional contra el cólera, se transformó en la
estrategia de prevención contra la enfermedad.
Patologías de la patria. Enfermedades, enfermos y nación en América
Latina acrecienta los insumos para la discusión de la cuestión del contagio
y anticontagio en la comprensión de la etiología de las enfermedades en la
construcción de los estados nacionales y la conexión entre teorías científicas
y raciales. Las contribuciones de diferentes experiencias latinoamericanas y
caribeñas, en un largo período temporal, hacen que esta obra sea de interés
no sólo para estudiantes e investigadores que se dedican a estudiar la salud y
la enfermedad en las sociedades, sino también para todo lector que tiene el
placer de leer buenas narrativas históricas.
Referencias bibliográficas
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