Quinto Sol, vol. 29, nº 1, enero-abril 2025, ISSN 1851-2879, pp. 1-24
http://dx.doi.org/10.19137/qs.v29i1.7268
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Artículos
Redes de denuncia y propaganda entre España y Argentina: la cultura en el “frente externo” de la dictadura (1976-1983)
Networks of denunciation and propaganda between Spain and Argentina: culture in the "external front" of the dictatorship (1976-1983)
Redes de denúncia e propaganda entre Espanha e Argentina: a cultura na "frente externa" da ditadura (1976-1983)
Moira Cristiá
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/Universidad de Buenos Aires
Instituto de Investigaciones Gino Germani
Argentina
Correo electrónico: moicristia@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0001-5829-4126
Resumen
En el marco de la transición española a la democracia, los exiliados argentinos que buscaron refugio en España tras la última dictadura cívico militar (1976-1983), sufrieron la vigilancia, la infiltración y el control de representantes de dicho régimen político y agentes de sus servicios de inteligencia. El presente artículo releva esta doble presencia de ciudadanos argentinos en territorio español y sus articulaciones locales, deteniéndose en el estudio de dos experiencias que permiten apreciar la preocupación del régimen militar por difundir una imagen positiva fuera de sus fronteras. Tanto la invitación por parte de la dictadura al escritor y periodista español Fernando Vizcaíno Casas a visitar Argentina, como la participación oficial en el I Congreso de Escritores de Lengua Española, ambas en 1979, revelan ser estrategias para contrarrestar las denuncias internacionales de las que la Junta Militar era blanco. A partir del cruce de ciertas fuentes documentales y testimoniales disponibles, la reconstrucción histórica de los mencionados eventos colabora a reflexionar sobre los modos de funcionamiento de esas redes opuestas de denuncia y propaganda, sus puntos de contacto e interacción. La hipótesis propuesta es que la inscripción local y nacional de la puja política argentina se enlazó con la agenda política española, en un territorio con gran peso simbólico para la historia del país sudamericano.
Palabras clave
dictadura; propaganda; intelectuales; relaciones exteriores
Abstract
In the context of the Spanish transition to democracy, Argentine exiles who sought refuge in Spain after the last civil-military dictatorship (1976-1983) suffered surveillance, infiltration and control by representatives of the political regime and agents of its intelligence services. This article examines this double presence of Argentine citizens in Spanish territory and its local articulations, focusing on the study of two experiences that allow us to appreciate the military regime's concern to spread a positive image outside its borders. Both the invitation by the dictatorship to the Spanish writer and journalist Fernando Vizcaíno Casas to visit Argentina, and the official participation in the First Congress of Spanish-Speaking Writers, both in 1979, reveal themselves to be strategies to counteract the international denunciations of which the Military Junta was the target. Based on the crossing of certain available documentary and testimonial sources, the historical reconstruction of the aforementioned events helps to reflect on the modes of operation of these opposing networks of denunciation and propaganda, their points of contact and interaction. The hypothesis proposed is that the local and national inscription of the Argentine political struggle was linked to the Spanish political agenda, in a territory with great symbolic weight for the history of the South American country.
Keywords
dictatorship; propaganda; intellectuals; foreign relations
Resumo
No contexto da transição espanhola para a democracia, os exilados argentinos que buscaram refúgio na Espanha após a última ditadura civil-militar (1976-1983) sofreram vigilância, infiltração e controle por parte de representantes desse regime político e agentes de seus serviços de inteligência. Este artigo examina essa dupla presença de cidadãos argentinos em território espanhol e suas articulações locais, concentrando-se no estudo de duas experiências que nos permitem avaliar a preocupação do regime militar em disseminar uma imagem positiva além de suas fronteiras. Tanto o convite da ditadura ao escritor e jornalista espanhol Fernando Vizcaíno Casas para visitar a Argentina quanto a participação oficial no Primeiro Congresso de Escritores de Língua Espanhola, ambos em 1979, revelam-se estratégias para neutralizar as acusações internacionais contra a junta militar. Com base na referência cruzada de determinadas fontes documentais e testemunhais disponíveis, a reconstrução histórica desses eventos ajuda a refletir sobre os modos de operação dessas redes opostas de denúncia e propaganda, seus pontos de contato e interação. A hipótese proposta é que a inscrição local e nacional da luta política argentina estava ligada à agenda política espanhola, em um território com grande peso simbólico para a história do país sul-americano.
Palavras-chave
ditadura; propaganda; intelectuais; relações externas
Recepción del original: 13 de enero de 2023.
Aceptado para publicar: 4 de septiembre de 2023.
Introducción
En diciembre de 1979, el escritor y periodista conservador español Fernando Vizcaíno Casas aterrizó en Buenos Aires en un cómodo asiento de primera clase, invitado por el gobierno militar que había tomado el poder de Argentina tres años antes. El motivo del convite no era inocente, sino que apuntaba a que, al regresar, “comentar[a] la auténtica realidad argentina”[1] en algunos periódicos españoles. Esta tampoco era una acción aislada, sino parte de un complejo programa comunicativo que la última dictadura argentina (1976-1983) dirigía a consolidar el consenso social en su ciudadanía y la construcción de una imagen positiva del régimen en el extranjero, en contraposición a las denuncias que se multiplicaban en el ámbito internacional.
En ese marco, durante la transición española a la democracia tras la muerte de Francisco Franco en noviembre de 1975, la presencia de argentinos en España era de dos tipos. Además del arribo progresivo de exiliados, que se vincularon en el nuevo escenario con actores y organizaciones locales a la vez que mantuvieron lazos con su país de origen (Delli-Zotti y Esteban, 2007; Jensen, 2007 y 2013; González Tizón, 2021), existe evidencia contundente de la presencia de otro grupo de connacionales. Con el fin de vigilar, controlar, infiltrar y, en lo posible, incidir en las actividades del primer contingente, se instalaron temporalmente en España agentes de los servicios de inteligencia argentinos, probablemente con anuencia de las autoridades y aparatos locales (Boimvaser, 2000; Fernández Barrio y González Tizón, 2020). La embajada argentina en Madrid colaboró asimismo en el intento de neutralizar las denuncias que se gestionaban desde el extranjero, como parte de la red diplomática que se encargaría de hacer frente a esa supuesta “campaña antiargentina”.[2] Dicho entramado burocrático estaba dirigido y coordinado, desde julio de 1977, por el Centro Piloto de París (Franco, 2008). Si bien existe un cúmulo de trabajos –como los que fueron recién mencionados– que abordan aspectos de este fenómeno de coexistencia de ambos grupos argentinos en territorio español, sus acciones, circulaciones y vinculaciones merecen aún un estudio sistemático e integrador que considere la documentación hallada y puesta a disposición en los últimos años.
El presente artículo apunta a relevar esta doble presencia argentina y sus articulaciones locales a través del cruce de la información que se desprende de fuentes orales y documentales disponibles: elementos conservados en archivos personales, cables diplomáticos desclasificados, artículos de prensa, fichas de inteligencia, memorándums y documentos reservados resguardados en el Archivo BANADE;[3] programas y regulaciones relativas a la comunicación del gobierno militar rescatadas por la Comisión de Relevamiento para la Recuperación de la Memoria Histórica de Cancillería;[4] un conjunto de legajos de periodistas extranjeros invitados por el Estado argentino en esos años, hallados recientemente;[5] así como publicaciones impulsadas por el gobierno militar o por actores opositores. El objetivo del análisis de dichos materiales es el de reflexionar sobre los modos de funcionamiento de esas redes opuestas de denuncia y propaganda, sus puntos de contacto e interacción. ¿De qué manera se articuló la denuncia internacional de la dictadura argentina desde España? ¿Cómo buscó contrarrestarla la burocracia estatal en asociación con periodistas y otros actores locales? ¿Qué acciones y reacciones se fueron generando en ese contexto para imponer interpretaciones en la esfera pública transnacional?
La hipótesis propuesta es que la inscripción de la puja política argentina en España se apoyó y enlazó con la agenda política doméstica, en un territorio con gran peso simbólico para la historia del país sudamericano. A la vez que desde su ex metrópoli colonial se denunciaban las violaciones de derechos humanos en Argentina, la dictadura instalada en 1976 procuró llevar a cabo operaciones en la península ibérica para refutar las acusaciones y legitimar su poder. Para ello, también convocó a intelectuales nacionales y extranjeros que pudieran avalar el régimen. Esas medidas fueron gestadas en estrecha atención a la operatoria de las redes opositoras, apuntando a prever su accionar, intentar neutralizarlo y promover una imagen positiva tanto dentro del país como en el exterior. Así comprobaremos la centralidad que cobró el país ibérico, en simultáneo a la ya reconocida en Francia.[6]
Para analizar la relación dialógica entre denuncia e intentos de legitimación internacional, este trabajo dedica una parte a cada una de estas dos redes, explorando ciertos episodios paradigmáticos que dan cuenta de articulaciones entre argentinos en España y actores locales –principalmente periodistas– para imponer sentidos de la situación de su país a través de la prensa y de publicaciones. Mientras el primer apartado despeja principalmente las redes opositoras a la dictadura y el segundo las oficialistas, en el tercero se estudian específicamente algunas estrategias culturales de ese “frente externo”. Para ello reconstruimos dos experiencias vinculadas a España que permiten apreciar la preocupación del régimen militar argentino por proyectar una imagen positiva fuera de sus fronteras, que contrarrestara las denuncias internacionales en su contra. Tras el hito que significó el Mundial de Fútbol de 1978, tanto para la propaganda oficial como para otorgarle visibilidad internacional al drama argentino (Franco, 2007 y 2008; Borrelli y Oszust, 2018; Rein, 2019; Gilbert, 2020; Bolchinsky Pinson, 2021, entre otros), en la última sección del artículo se estudian dos eventos de mediados y fines del año siguiente. Entre esas dos fechas, en septiembre de 1979, se produjo otro acontecimiento clave en la historia de la denuncia del terrorismo de Estado en Argentina: la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con el fin de relevar información y redactar un informe al respecto. Se exploran entonces la mencionada invitación a Vizcaíno Casas –intelectual partidario del franquismo y de clara simpatía con la dictadura militar liderada por Jorge R. Videla– a visitar Argentina, y la participación oficial en el I Congreso de Escritores de Lengua Española. Organizado por las autoridades del país ibérico en pos de recuperar su centralidad en las letras de territorios que habían sido parte de sus colonias, este evento continuaba el propósito de la gira realizada en noviembre del año anterior por el rey Juan Carlos I –quien había sido nombrado por Francisco Franco como su sucesor– junto a la reina Sofía. Las actividades a las que habían asistido los monarcas durante esa gira por Argentina, Perú y México apuntaban justamente a reforzar las relaciones culturales, económicas y comerciales de España en Iberoamérica.
1. Redes opositoras a la dictadura: Madrid como foco de denuncia internacional
Aunque comenzado antes del golpe de Estado como consecuencia de la acción de grupos parapoliciales, el flujo exiliar argentino se agudizó tras el 24 de marzo de 1976, dejando como saldo miles de desterrados. La salida del país fue un modo de resguardar la vida y la libertad en un contexto de persecución, encarcelamientos, asesinatos y desapariciones forzadas, tornándose en el mayor exilio argentino de su historia por su magnitud, diversidad de países de refugio e impacto en la denuncia humanitaria contra la dictadura en el ámbito internacional (Jensen, 2007).
Por su cercanía cultural y la potencial inserción laboral, México y España fueron dos de los destinos más elegidos por los exiliados (Yankelevich, 2010; Jensen, 2007 y 2013; Jensen y Lastra, 2014). Si, en general, la estela de amigos, familiares o compañeros de militancia fue abriendo el camino para la llegada de otros semejantes, en el país europeo se sumó la posibilidad de referir a sus ascendientes españoles para gestionar la permanencia legal. Como en otros territorios, las relaciones previas y la sociabilidad allí generada fueron dando lugar a organizaciones con las que sostener la denuncia de las violaciones de derechos humanos en Argentina y articular solidaridad en la comunidad, e impulsar lo que Guillermo Mira Delli-Zotti y Fernando O. Esteban (2007) denominaron un “espacio político transnacional iberoamericano de defensa de los derechos humanos” (p. 57). Ellos, entre otros estudios recientes (González Tizón, 2021), destacan la labor de dos agrupaciones del exilio argentino en Madrid –el Comité de Solidaridad con el Pueblo Argentino y la Comisión Argentina por los Derechos Humanos (CADHU)– constatando que establecieron relaciones fluidas y permanentes con otras asociaciones similares y otros actores que se encontraban en Francia, Argentina, España y México.
Detengámonos en un caso que ejemplifica la coexistencia en España de argentinos tanto opositores como agentes vinculados a la dictadura y sus articulaciones locales. A principios de 1976, el reconocido militante peronista Envar “Cacho” El Kadri se trasladó desde su primer exilio en el Líbano –donde había sido recibido por familiares– a Madrid. Allí pronto se reunió con su pareja Liliana Andreone, abogada y militante del Peronismo de Base, que logró salir del país apenas dos días antes del golpe de Estado. Sin embargo, poco tiempo después de instalarse en Madrid, la pareja fue forzada a abandonar España, tras el allanamiento de su hogar y la privación de la libertad de El Kadri.[7] Liliana recuerda que su compañero notó haber sido identificado por “servicios” argentinos en el bar madrileño del que era propietario el bailarín de flamenco Antonio Gades, al que solía acudir un público progresista. Durante su reclusión, El Kadri fue interrogado, por la sospecha de los servicios de inteligencia locales con amplio conocimiento de su trayectoria militante en su país de origen.[8] Por seguridad, Liliana se alojó temporalmente en la casa del fotógrafo argentino “Pepe” Lamarca[9] e inició la búsqueda de su compañero. Aunque finalmente logró ubicar su paradero –a pesar de la negativa inicial del personal de las comisarías de brindarle información– y gestionó pasajes a través de Amnesty International para la salida de ambos de España, las fuerzas de seguridad locales trasladaron a El Kadri clandestinamente y lo liberaron en la frontera con Francia. Fue gracias al contacto de Lamarca con el periodista español Manuel Revuelta, quien se encontraba en ese momento en París, que este fue a recogerlo a la estación de trenes junto al actor argentino Norman Briski y su esposa francesa Marie-Pascale Chevance Bertin, pareja que los alojó durante sus primeros meses parisinos.[10]
Similar expulsión de España vivenció el poeta y abogado defensor de presos políticos Vicente Zito Lema, por un episodio que protagonizó en la televisión local durante una entrevista realizada a fines de 1978 junto al escritor uruguayo Eduardo Galeano, con quien había colaborado en la revista Crisis a principios de los setenta. Ante la pregunta por la reciente visita del rey Juan Carlos I y la reina Sofía a Argentina, Zito Lema –quien además era miembro de la CADHU– expresó su disgusto sobre el apoyo implícito en ese gesto afirmando que el monarca tendría ahora “la mano manchada de sangre por haber estrechado la de Videla”.[11] Tras esa denuncia pública, el intelectual argentino fue instado a abandonar el país en el que se refugiaba e iniciar un periplo que culminaría con su radicación en Holanda.[12]
Mientras las condenas internacionales se multiplicaban y generaban reiteradas presiones diplomáticas (Catoggio y Feld, 2020), se sistematizó información y testimonios en distintos documentos. Entre otros informes, se destaca la publicación desde Madrid del libro Argentina: Proceso al Genocidio, editado por la CADHU en marzo de 1977. También fue en esa ciudad donde se encontraron los ex secuestrados de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) para preparar el discurso en el que testimoniarían tres mujeres sobrevivientes de ese centro clandestino en la Asamblea Nacional de Francia el 12 de octubre de 1979 (Feld y Franco, 2022), luego publicado en la capital ibérica (CADHU, 1979). Allí mismo se editó en castellano el libro Argentina: cómo matar la cultura (1976-1981), compilado por Envar El Kadri[13] en nombre de la Asociación Internacional de Defensa de Artistas víctimas de la represión en el mundo (AIDA) –y en el que participó Zito Lema–, originalmente lanzado en París con el título Argentine: Une culture interdite. Pièces à conviction (1976-1981). Estos materiales, entre otros, expusieron evidencias de la sistematicidad del terrorismo de Estado en ese país latinoamericano, apelando a la solidaridad de la ciudadanía y autoridades gubernamentales de la comunidad internacional para velar por las víctimas (Cristiá, 2021a).
Sin lugar a dudas, los medios extranjeros fueron un espacio privilegiado de disputas de sentido de los argentinos, tanto opositores como afines al régimen militar, apelando a la colaboración voluntaria o ingenua de periodistas. En el caso de España, por ejemplo, se publicaron tempranamente dos artículos en el diario El País[14] de la pluma del periodista ya mencionado, Manuel Revuelta. Mientras que, en julio de 1976, además de anunciar la muerte del poeta Francisco Urondo, la del cineasta Raymundo Gleyzer y del escritor Haroldo Conti, Revuelta desplegó pruebas de la censura y la imposición de disciplina en distintos ámbitos;[15] al mes siguiente, el periodista ibérico denunció los artilugios de la dictadura para desmentir las acusaciones sobre violaciones a los derechos humanos. Allí mencionaba que esta se encontraba “organizando ya el envío de equipos de periodistas a algunos países europeos”.[16]
Así como la foto tomada a fines de 1977 en el sótano de la ESMA de las monjas Léonie Duquet y Alice Domon delante de la bandera de Montoneros fue rápidamente descreída y tildada de “puesta en escena” por diarios franceses (Feld, 2014), otra operación de prensa frustrada, en este caso lanzada en España, había tenido lugar en abril del mismo año. Tras ese episodio, un periodista del semanario Cambio 16,[17] Francisco Cerecedo, intentó desenmascarar lo que él designó como “un show-conferencia de prensa”.[18] Se trató de la invitación a seis representantes de medios a acudir al hotel Eurobuilding de Madrid para una rueda de preguntas con supuestos “Montoneros disidentes”. En ese acto, en el que los portavoces negaban las torturas y asesinatos como parte de una campaña para desprestigiar al régimen, intervenían cuatro supuestos “guerrilleros”, que eran en realidad Pablo González Langarica, militante montonero secuestrado por la Marina el 10 de enero de 1977, y tres de sus captores. Por un lado, el periodista reconoció el rostro del principal vocero del grupo –presentado como “Ricardo”– la misma persona que lo había conectado en Buenos Aires –en julio del año anterior– con Ana María González, la responsable del atentado al jefe de la policía federal, el general Cardozo.[19] Por el otro, la identidad se confirmó al profundizar sus averiguaciones con el miembro de la CADHU, residente en Madrid, Eduardo Luis Duhalde. Puesto que había ejercido como abogado defensor de González Langarica en 1972, quien “fue detenido cumpliendo funciones externas de apoyo” a la fuga del penal de Rawson, Duhalde aportó datos de su desaparición.[20] Según relató, alegando que fue relevado entre sus familiares, los marinos mantenían como rehenes a la mujer e hijas de González Langarica, por lo que, amenazado, el secuestrado era forzado a participar de esta operación de prensa.[21]
La crónica de Cerecedo sobre el evento en el hotel madrileño remarca que, si bien el discurso de “Ricardo” (identificado como González Langarica) resultaba creíble, la posterior intervención del hombre encapuchado que estaba a su lado desentonaba por sus expresiones típicas del discurso militar. El supuesto jefe montonero habría referido a esa organización como “subversiva”, a sus operaciones como “actos terroristas”, y definido como fracaso su “agresión armada, que ha creado un clima de terror no compatible con la mentalidad de nuestro pueblo”, proclamándola como “un pequeño grupo de fanáticos que ejecutan una política dictada por el marxismo internacional”.[22] En la nota, Cerecedo aseguró que, en privado, le habían ofrecido dinero para publicar aquellas declaraciones. Lejos de aceptarlo, el periodista repudió, en un largo y contundente artículo, la jugada de los agentes de la dictadura describiendo en detalle la rueda de prensa junto a testimonios de los tormentos sufridos, por ejemplo, de la voz del senador uruguayo Enrique Erro. Así, en vez de actuar como difusor de la propaganda del régimen, Cerecedo revirtió su artículo en denuncia pública.
En definitiva, las pistas mencionadas demuestran, en primer lugar, que Madrid fue un foco clave de las redes de denuncia internacional de las violaciones de derechos humanos que cometía la dictadura argentina. En segundo lugar, que desde allí también se vigiló de cerca a los exiliados provenientes de ese país y se procuró contrarrestar su acción, deviniendo una ciudad privilegiada para intentar compensar las acusaciones que se reproducían por distintos medios. En ambas redes se apuntó a instalar un discurso determinado sobre el gobierno militar argentino, apelando a periodistas para su difusión. Si bien aparecen conviviendo, centrémonos, a continuación, en el segundo entramado, es decir, en las redes oficialistas.
2. Redes oficialistas: infiltración, represión y “acción psicológica” en la capital española
Como ha sido estudiado por diversos autores (Franco, 2008; Boimvaser, 2000; Bisquert, 2011; Fernández Barrio y González Tizón, 2020, entre otros), las Fuerzas Armadas emplearon múltiples estrategias para contrarrestar las denuncias difundidas a nivel internacional. Además de intentar amedrentar a los opositores radicados fuera del país, se crearon –de manera consecutiva, pero coexistentes durante años– dos estructuras estatales con sus respectivos planes comunicacionales dirigidos a ese objetivo: por un lado, la Secretaría de Información Pública dependiente del Poder Ejecutivo Nacional que contrató servicios de “relaciones públicas y publicidad” con la agencia estadounidense Burson-Marsteller desde junio de 1976; por otro lado, el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto oficializó el establecimiento de la Dirección General de Prensa y Difusión (DGPD). Creada a través del Decreto N° 1871 de julio de 1977, esta última fue provista de un centro de operaciones en París –el “Centro Piloto” (CP)–[23] cuyo objetivo era coordinar el accionar de las legaciones argentinas en el exterior (Cristiá y Schenquer, 2022).
Con el fin de amedrentar, disuadir y estigmatizar a los exiliados y al movimiento de solidaridad con las víctimas del terrorismo de Estado, la dictadura militar argentina expandió la comunicación desplegada dentro del país e impulsó campañas en la prensa internacional (Bisquert, 2011). También, a través de sus diplomáticos, procuró responder a las denuncias en los foros internacionales, por ejemplo, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra (Lloret, 2019). Existen numerosas evidencias de la prolongación extraterritorial de las actividades de inteligencia e incluso de acciones represivas de la dictadura argentina (Boimvaser, 2000; Franco, 2008; Slatman, 2012; Fernández Barrio y González Tizón, 2020). Jorge Boimvaser (2000) cita un informe recibido por la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) en 1977, en el que identifica un plan de atentados fuera del Cono Sur cuya finalidad era extender la sensación de vulnerabilidad de los opositores fuera de las fronteras nacionales, disuadiéndolos de su accionar.[24] Ese intento de afectar los modos de sentir e interpretar la realidad eran planificados como parte de lo que definían como “acción psicológica” (Risler, 2018; Loredo Rubio y Segado, 2021).
Más allá de los ejemplos hasta aquí abordados, la colaboración o anuencia de los servicios de inteligencia de distintos países ha sido probada en otros acontecimientos paradigmáticos.[25] En lo que respecta a España, el caso del envenenamiento de la militante y madre de desaparecidos Noemí Gianetti de Molfino es recordado por el dramatismo de su desenlace y su utilización política. Habiendo sido secuestrada en la ciudad de Lima el 12 de junio de 1980, Molfino fue trasladada con documentación falsa a Madrid para darle muerte el 19 de julio siguiente en un hotel, lo que fue comunicado como un suicidio. Por la información reunida se deduce que, como parte de una operación encubierta del Batallón de inteligencia 601 (perteneciente al Ejército argentino), había sido primero conducida a Bolivia y Brasil antes de que su cuerpo apareciera en Europa. La noticia fue difundida por la agencia de prensa Saporiti, una pequeña empresa intervenida por la SIDE y utilizada para impulsar operaciones de “acción psicológica”. El embajador argentino en Madrid, Avelino Jorge Washington Ferreira, explicó en una conferencia de prensa que el hallazgo del cadáver era prueba de “la campaña de desprestigio urdida contra las autoridades peruanas y argentinas” y de “la peligrosidad de la subversión internacional en su intento de socavar las bases de nuestra sociedad occidental”.[26]
De los tres momentos del CP que identifican Fernández Barrio y González Tizón (2020), en el último –desde enero de 1979–[27] varias de las figuras del grupo de tareas de la ESMA que actuaban en París fueron trasladadas a Madrid. Dichos autores rastrearon sucesivos pasos y estancias de represores en la capital española. Según la declaración que Jorge Perren realizó en 1983 ante la Justicia federal en la investigación por el asesinato de Elena Holmberg (citado en Basconi, 2012, p. 223), él habría acompañado a Madrid a Emilio Massera en octubre de 1977 como parte de la comitiva oficial. Miguel Ángel Benazzi, miembro del Grupo de Tareas (GT) de la ESMA que se vinculó al ámbito del Ministerio de Relaciones Exteriores, también participó en dos operativos de secuestro de militantes argentinos en Madrid (Fernández Barrio y González Tizón, 2020, p. 113). Massera habría visitado nuevamente la capital española en abril y julio de 1978. En la primera de estas fechas, en su paso previo por París, se entrevistó con Héctor Villalón, secretario del consejo superior del movimiento peronista, quien accedía a abrir el diálogo con un miembro de la junta en miras de exigir una amplia amnistía política y sindical, incluyendo “la liberación de todos los detenidos en Argentina, sin excepción”.[28] También acudieron a ese encuentro unos veinticinco dirigentes y sindicalistas peronistas, exiliados en distintos países.[29] Esta serie de datos no solo demuestra que ambas redes transnacionales coexistían, sino que además podían entrar en contacto e incluso permearse.
Según los autores mencionados, antes de agosto de 1978, la secuestrada Mercedes Carazo y su hija “fueron trasladadas junto a Antonio Pernías a España, donde permanecerían hasta principios del año siguiente bajo régimen de libertad vigilada y clandestina”.[30] Otros ex secuestrados y otros represores de la ESMA, como Jorge Rádice,[31] también se habían instalado en Madrid (Fernández Barrio y González Tizón, 2020, p. 116). Existen testimonios que señalan que Pernías siguió vinculado al CP como un supuesto periodista asesor con la identidad falsa de “Guillermo Morell”, señalando también que viajaba con frecuencia de Madrid a París, al menos hasta febrero de 1979.[32]
Como evidencia de esa presencia, un libro elaborado con trabajo de los secuestrados de la ESMA fue impreso en Madrid, en agosto de 1978, por la editorial española Grupo Tamayo. Argentina-Europa ¿un mismo terrorismo? buscaba influir en la interpretación extranjera sobre la situación del país latinoamericano, vinculándolo a experiencias locales.[33] Su portada, en la que la disposición del título ya establecía un paralelismo entre ambas regiones, se dramatizaba con la imagen elegida, recortada sobre un fondo celeste. La silueta de una mano en gesto de dolor aparece sujetada desde la muñeca por otra, provocando el derrame de sangre que incluso excede por debajo del límite del recuadro (véase Imagen 1). Así, la violencia expresada en esa escena conducía a la pregunta retórica que vinculaba ambos contextos bajo el paraguas de “terrorismo”.[34] Señalando como un problema compartido el enfrentar una oposición armada, el accionar del Estado argentino aparece en ese libro editado en Madrid como reacción forzada a semejante agresión.
El intento de aparentar normalidad se evidenciaba en otras actividades en el exterior, como por ejemplo en la celebración, en 1978, de la “Semana de la moda y el arte argentino” organizada en Madrid por Cancillería junto al propietario de las discotecas Mau Mau, José Lata Liste. Como rastrearon Claudia Feld y Marina Franco (2022, p. 130), en ese evento se proyectó un audiovisual elaborado con trabajo forzado en la ESMA, encargado a Carlos Bartolomé, militante de la Juventud Peronista y productor audiovisual allí secuestrado. Encontrándose aún en cautiverio, Bartolomé fue enviado bajo identidad falsa a asistir a la proyección en la capital española.
Imagen 1. Portada de Argentina-Europa ¿un mismo terrorismo? (1978). Grupo Tamayo |
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Tras la experiencia de exilio en París mencionada en el apartado anterior, Briski y Chevance Bertin se trasladaron a la capital española para mejorar la inserción profesional del actor. El testimonio de la psicoanalista francesa también hace referencia a la presencia de infiltrados en la capital española, recordando especialmente el caso de la militante de Montoneros supuestamente “quebrada”[35] en la ESMA (Miriam Ana Dvatman conocida como “Barbarella”),[36] quien se casó con Jorge Rádice, contador de la ESMA y mano derecha del “Tigre” Acosta[37] (Lewin y Wornat, 2020). Secuestrada el 20 de junio de 1976 cuando se dirigía a una cita del Área Federal de la Organización Montoneros en la zona sur de la provincia de Buenos Aires, Dvatman permaneció privada de libertad dentro de dicho centro clandestino hasta julio de 1978. En esa fecha viajó a Madrid con un pasaje de Aerolíneas Argentinas pagado por la Armada Argentina.[38] El mencionado relato de Chevance Bertin evoca el debate generado dentro de la comunidad de exiliados en Madrid para definir modos de evitar la infiltración de “Barbarella”, convocando finalmente a Manuel Revuelta a volver pública esta situación en la prensa.[39]
Las experiencias, testimonios y trabajos hasta aquí mencionados dan cuenta de la presencia de actores vinculados a la dictadura argentina en España, los cuales intentaron intervenir de algún modo en las redes de denuncia internacional. En los acontecimientos evocados en ambos apartados resalta el rol crucial que cobró el periodismo para difundir sentidos de la puja política argentina en ese ámbito. Si bien la información es incompleta y las fuentes escasas, dispersas e inestables,[40] los datos reunidos permiten relevar distintas estrategias ofensivas del régimen militar argentino para contrarrestar las acusaciones que difundían sus opositores refugiados en España, así como sus aliados locales.
3. Construir una imagen positiva a través de la cultura: la visita de Vizcaíno Casas y el I Congreso de Escritores de Lengua Española
En simultáneo a que se publicaban denuncias en la prensa española –como las mencionadas de Revuelta[41] en El País o las de Cerecedo en Cambio 16–, la dictadura argentina intentó compensar financiando la difusión de materiales e informaciones que legitimaran su accionar al describir un país próspero y en orden. Además de infiltrar las redes de opositores que movilizaban la denuncia, camuflar a sus agentes para generar información falsa en los medios y forzar a los cautivos a producir contenido que resultara fructífero para el régimen, se promovieron las visitas de extranjeros a Argentina que pudieran funcionar como “portavoces no oficiales” (según recomendaba en su informe la empresa Burson-Marsteller).[42] Para ello, los programas comunicacionales mencionados instaban a dirigir invitaciones a quienes pudieran influir desde importantes medios de comunicación (Cristiá y Schenquer, 2022, pp. 98-99). En vez de la organización de visitas colectivas a Argentina impulsadas por la agencia norteamericana,[43] la DGPD propuso y gestionó visitas individuales, brindándoles plena libertad de movimiento a los visitantes.[44] Probablemente esta recomendación se basaba en que la intervención oficial no se volviera evidente, disimular el auspicio del régimen y, de ese modo, sortear los reiterados boicots desde el extranjero de las actividades de ese tipo.[45]
Prueba de la aplicación de este segundo mecanismo son los ocho legajos[46] hallados recientemente de periodistas extranjeros invitados por el Estado argentino para visitar el país y difundir una visión acorde a la oficial. Entre ellos, nos detendremos en el del escritor español Fernando Vizcaíno Casas (1926-2003), quien ya había publicado artículos que manifestaban su aprobación hacia el régimen militar argentino en los diarios conservadores ABC y El Imparcial.[47] Por el reconocimiento público de sus obras “teñidas de nostalgias franquistas”[48] y por colaborar asiduamente en la prensa, parecía ser de potencial utilidad para los objetivos del gobierno de Videla. Habiendo efectuado un primer viaje en octubre de 1979 “para intervenir en un programa extraordinario del Canal 13 de la televisión argentina el Día de la Raza”[49] –fecha en la que el régimen celebraba la colonización española de América– con una agenda acotada a pocos días, fue pactado que volviera al país algunas semanas después.[50] En consecuencia, el autor de “los tres libros de contenido político más leídos”[51] en ese momento en España fue recibido en Buenos Aires entre el 10 y el 17 de diciembre del mismo año, esta vez con una prometida escapada turística a las Cataratas del Iguazú.[52]
Durante su estadía, además de reunirse con el canciller y almorzar con otras figuras militares y civiles en el Jockey Club, concretó una entrevista con Videla en la residencia presidencial de Olivos. Asimismo, fue invitado a los programas televisivos de Mirtha Legrand y de Bernardo Neustadt,[53] ambos de amplia audiencia y de tendencia oficialista. De esta manera, además de expresar su opinión para el público argentino, al regresar a España publicó notas aduladoras de la situación política en el país del sur, como había sido convenido.[54] En su entrevista exclusiva al mandatario militar no se limitó a reproducir sin cuestionar el discurso oficial, legitimando claramente su accionar en las citas seleccionadas para la volanta y el copete (véase Imagen 2), sino que también describió generosamente a la persona detrás del traje civil con el que lo recibió Videla en su residencia. Refutando “una imagen lejana, poco simpática, impopular” del general, y asegurando que “conocido en persona, resulta todo lo contrario”, Vizcaíno Casas resaltó que “no ha tenido el menor inconveniente en ir contestando a mis preguntas”, “resulta de una abierta y comunicativa simpatía” y “es tan amable”. En este caso fue el presidente de facto argentino que vinculó las críticas recibidas al pasado franquista: “se dicen muchas falsedades. Ustedes, los españoles, pueden comprender mejor que nadie el impacto propagandístico de unas campañas perfectamente orquestadas, porque también las sufrieron durante años”.[55]
Imagen 2. Nuestro compañero Vizcaíno Casas entrevista al general Jorge Rafael Videla
Fuente: El Imparcial, 18 de diciembre de 1979, p. 1. Legajo de Vizcaíno Casas.
La comparación entre ambos territorios y tiempos aparece previamente en uno de los artículos motivados por su primer viaje, cuando Vizcaíno Casas elogió el modo en que era festejado el 12 de octubre en Argentina, deslizando críticas a aquel presente de su propio país.[56] En ese marco fue publicada también una nota en el diario Clarín en la que anunciaba el próximo viaje de Vizcaíno Casas retomando sus palabras: “Nuestra ciudad lo entusiasma. Tanto que promete volver dentro de un mes y medio para ‘hacer crónicas sobre vuestro país y corregir cierta visión injusta y desenfocada de la Argentina que circula interesadamente en toda Europa’”.[57] Después de aquella semana como invitado oficial, Vizcaíno Casas publicó una serie de artículos, además de la mencionada entrevista a Videla, apoyando su gobierno y desacreditando las críticas que él mismo parangonaba con las recibidas en el pasado por el franquismo. Según su parecer: “La Argentina es una muestra tremenda de la gran mentira de las propagandas orquestadas”.[58] Allí asimilaba la situación de ese país con la España de los cincuenta y afirmaba que, tras años de “convulsiones”, “hoy tienen paz, tranquilidad y desarrollo”.[59]
En definitiva, tanto en sus declaraciones en la prensa argentina como en los artículos publicados en sus columnas madrileñas, Vizcaíno Casas celebraba la Argentina del gobierno de Videla, enalteciendo virtudes que él añoraba –“su gran paz ciudadana, su admirable orden público”–[60] y que asimilaba con admiración a la experiencia franquista.[61] Del mismo modo, rechazaba las denuncias del que el primero era blanco, como otrora el gobierno español que él extrañaba. El amplio reconocimiento público del intelectual ibérico servía así a la Junta Militar para ver avalado su accionar tanto fuera como dentro del país, identificando su palabra como la de una voz culta y autorizada. Es por lo tanto sorprendente que, a pesar de su claro posicionamiento, el escritor español se definiera como “no político” y mencionara con desprecio la amplia politización en su país (ver Imagen 3).[62]
Imagen 3. “En España todo está politizado. Hasta los toros”, dice Fernando Vizcaíno Casas
Fuente: La Prensa, 12 de octubre de 1979. Legajo de Vizcaíno Casas.
Si esta experiencia responde a una de las recomendaciones en los programas de comunicación de la dictadura ya mencionados, allí también se indicaba la necesidad de emplear personalidades del mundo de la cultura y del deporte nacional con similares fines. En simultáneo a impulsar las visitas de extranjeros que pudieran “influir el pensar”, se sugería seleccionar figuras argentinas destacadas que participaran en eventos internacionales para favorecer esa imagen deseada y así contrarrestar las reiteradas denuncias. En efecto, una serie de trabajos reconstruyen parte de las iniciativas llevadas a cabo con ese objetivo (Franco, 2008; Buch, 2016; Cristiá, 2021a), que iban desde convocar tempranamente a artistas e intelectuales a almuerzos con Videla para difundir una imagen de apertura al diálogo político,[63] hasta solicitarles acompañamiento en su gira a Venezuela en 1977, buscando así mostrar el apoyo civil de personalidades (Schenquer y Dios, 2020).
En relación a España, un evento de resonancia internacional para estudiar las dinámicas opuestas de denuncia y propaganda argentina en ese territorio y su articulación con la agenda doméstica fue el Primer Congreso de Escritores de Lengua Española. Este reunió en la ciudad de Las Palmas –del 3 al 10 de junio de 1979– a 250 escritores de distintas nacionalidades y concluyó en Madrid[64] durante la XXXVIII Feria del Libro celebrada en el Palacio de Cristal de la Casa de Campo.[65] Financiado por el Cabildo de Gran Canaria, la Mancomunidad de Cabildos de Las Palmas, el Ministerio de Cultura, el Centro Iberoamericano de Cooperación y la Universidad Internacional de Canarias Pérez Galdós, el congreso fue impulsado por el rey Juan Carlos I, con miras a recuperar la centralidad de España como faro de cultura en sus ex colonias. Según un memorándum argentino, esta actividad tenía un claro propósito político al basarse en “la convicción de que la literatura e[s] el nexo más vivo entre los países del mundo hispanoamericano”.[66] Sin embargo, la significativa inversión pública fue desaprobada por la mayoría de escritores canarios que la hallaban desmedida cuando “el panorama cultural se enc[ontraba] semiparalizado por falta de medios económicos”.[67]
Asimismo, por la amplia visibilidad internacional que tendría dicho evento, al que acudirían literatos sobresalientes de todo el mundo hispanoparlante, este mereció la reflexión de la burocracia argentina, que en el mencionado documento señalaba: “las presiones políticas serían muy grandes sobre todo por parte de la izquierda revolucionaria y los exiliados”.[68] El modo en el que se desarrollaba la convocatoria permitía cierto juego especulativo: si los organizadores invitaron directamente a un grupo de escritores, señalaron que todos aquellos interesados podían asistir si solventaban su viaje por sus propios medios. Por ello, en el documento mencionado se alertaba sobre esa circunstancia y se indicaba: “se sabe que muchas organizaciones pagarán pasaje y estadía a escritores políticos o a meros agitadores con el fin de utilizar la Asamblea en su favor … con el peligro de desprestigiar al país”. En consecuencia, en el memorándum se afirmaba que, ante
este peligro, convendría reforzar la presencia argentina facilitando el pasaje aéreo a un grupo de escritores independientes que aparte de los invitados originalmente podrán balancear la presión política de parte de los agitadores ya que por su sola presencia voluntaria y sin compromisos con el gobierno argentino serán demostración de nuestro clima de normalidad en lo referido al mundo cultural.[69]
Además de apoyar económicamente a escritores que no hubiesen sido invitados, pero que demostraran ser “afines con el PRN” y que por “su prestigio y energía, est[uvieran] en condiciones de rebatir, en su caso, las agresiones que se puedan evidenciar contra la Argentina ya sea en las deliberaciones como en las conclusiones del congreso”,[70] se sugería enviarles a algunos de los invitados “selectivamente indicados” [subrayado en el original] “información específica sobre los aspectos de la vida argentina más atacados”.[71] Producido por organismos gubernamentales, el expediente debería proveer “información preventiva” en relación a los derechos humanos y a la libertad de expresión, en particular con respecto a las publicaciones, aspectos legales y jurisprudencia vinculada.[72] Con dichas aclaraciones se insinuaba que el efecto que los datos podrían tener dependería de la inclinación ideológica del destinatario.
Sin duda, los temores de la burocracia dictatorial no eran infundados, pero tampoco las medidas adoptadas habrían resultado suficientes. Según un cronista participante, las conclusiones del congreso arrojaron “un tajante pronunciamiento contra la violación de los derechos humanos en España y América Latina”, condenando
la tortura física y psíquica, las detenciones y reclusiones por delito de opinión, los secuestros y desapariciones, los procesos sin las debidas garantías, así como las varias formas de presión, desde la económica hasta la bárbara quema de libros y la amenaza política. (Tascón, 2022, p. 367)
A pesar de las discrepancias ideológicas y del revuelo que generaron las reflexiones del escritor cubano exiliado Carlos Montaner contra el régimen castrista, los participantes acordaron exigir “libertad, excarcelación o permiso de salida del país para los escritores o intelectuales que se ven perseguidos o presos o desaparecidos”. En particular, se decidió interceder por el cubano Heberto Padilla y los argentinos Haroldo Conti y Rodolfo Walsh. Tras la conferencia de clausura, se manifestaron nuevamente nacionalistas canarios impugnando el congreso como “una manipulación del partido del poder de cara a América Latina, para consolidar la ideología llamada Hispanidad”.[73]
En suma, tanto la invitación a Vizcaíno Casas a visitar el país como la participación argentina en el I Congreso de Escritores de Lengua Española evidencian la preocupación del régimen militar por alimentar una imagen positiva fuera de sus fronteras y, a la vez, reforzar el consenso social interno. La atención puesta en ese “frente externo” y la utilidad que podría tener la cultura con ese fin, llevaron a la burocracia dictatorial a estudiar esos escenarios, reflexionar sobre la posible actuación de sus opositores políticos y elaborar estrategias que contribuyeran a contrarrestar las denuncias internacionales. Sin embargo, como identificamos en las conclusiones del Congreso, la denuncia primó en ese ámbito.
Conclusión
Las series de documentos y testimonios analizadas en este artículo, en diálogo con los trabajos evocados, dan cuenta de una doble presencia de argentinos en España que participaban de dos tipos de redes opuestas: aquellas vinculadas a los detractores de la dictadura y otra a agentes o figuras afines a esta. Mientras que las primeras, principalmente abocadas a la solidaridad y a la denuncia de las violaciones de los derechos humanos han sido profusamente investigadas, las segundas constituyen una zona más oscura, de difícil reconstrucción por las escasas y dispersas fuentes disponibles. Los faltantes documentales generan aún múltiples incógnitas, supuestos e hipótesis a menudo difíciles de comprobar. Afortunadamente, diferentes documentos de archivo han salido a la luz en los últimos años, permitiendo avanzar en algunas áreas inexploradas. En este artículo se sistematizaron y analizaron un cúmulo de experiencias que dan cuenta de las interacciones entre actores diversos en el mencionado escenario geográfico y sus vinculaciones transnacionales, y permitieron reconstruir ciertas dinámicas que enlazaron a España y Argentina en ese período. Su estudio demostró que, además de la centralidad que ocupó París en el propósito tanto de reforzar la denuncia internacional de las violaciones de derechos humanos como en la búsqueda de legitimación de la dictadura argentina, Madrid en particular –y España en general– cumplieron un rol también protagónico en ambas empresas.
En los dos conjuntos de actores argentinos presentes en el territorio español, las articulaciones locales se relacionaron con las problemáticas y la agenda política domésticas. Para ello, los periodistas fueron agentes clave tanto para la denuncia como para el intento de propagar una imagen positiva del gobierno militar. En lo relevado, figuras como Manuel Revuelta desde El País o Francisco Cerecedo desde Cambio 16 contribuyeron a desmantelar los esfuerzos propagandísticos de la dictadura argentina. Como hemos identificado en las experiencias, documentos y pistas mencionadas, ambas redes se construyeron y actuaron en parte de manera dialógica. Por un lado, sostuvieron la mirada vigilante en el accionar de su opositor político y, por el otro, evaluaron las posibles interpelaciones y potenciales aliados locales en su puja de poder en el entramado internacional. Este análisis no desatiende, sin embargo, las diferencias de naturaleza y recursos disponibles, reconociendo que las redes oficiales contaban con la fuerza del Estado argentino, aunque asociaran también a actores individuales y colectivos.
En dichos proyectos concurrentes, interpelar a distintos referentes, evaluar la potencialidad política de las coyunturas nacionales o eventos precisos a nivel local o regional y avanzar en un plan de acción, parecen haber sido estrategias compartidas. Por lo tanto, estas redes no fueron impermeables entre sí, sino que funcionaron constantemente examinando las maniobras y previendo las próximas jugadas de sus adversarios. Así lo demuestran, entre otros, los documentos vinculados al Congreso de Escritores de Lengua Española aquí analizados. En definitiva, en paralelo a la infiltración, represión y amedrentamiento de oponentes, la “acción psicológica” fue una pieza fundamental del accionar de la dictadura en su “frente externo”.
Bibliografía
Notas
[1] Cable Secreto 1175/1176 (26 de noviembre de 1979), enviado desde la Embajada Argentina en Madrid a Cancillería. Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Legajo de Vizcaíno Casas de la Dirección General de Prensa y Difusión (DGPD). [En adelante, Legajo de Vizcaíno Casas]. Sobre su ubicación, véase nota 5.
[2] Expresión con la que el régimen denominaba, con el fin de desestimarlas, las denuncias de violaciones de derechos humanos que se desplegaban desde el extranjero.
[3] Así se designó al conjunto de materiales producidos por el Fondo Subsecretaría del Interior de la Nación, hallados en el año 2000 en una bóveda del edificio del ex Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) y luego cedidos al Ministerio del Interior durante los años noventa. https://catalogo.jus.gob.ar/index.php/fondo-subsecretar-a-del-interior-ministerio-del-interior-de-la-naci-n
[4] Desde 2022 se encuentran a disposición en el sitio Archivos en Uso: http://archivosenuso.org/daeci/todo
[5] Fueron recuperados por el periodista Enrique Vázquez, quien difundió en 2022 su hallazgo y análisis en el sitio de Télam (actualmente no disponible) y en un podcast. Vázquez, E. [periodista] (2022, 23 de mayo). El franquista que deslumbró a todos (9) [episodio de podcast]. En Archivo secreto: La mentira planificada. Télam digital, https://admin.radionacional.com.ar/el-franquista-que-deslumbro-a-todos/. Agradecemos la gentileza de Stella Segado (Ministerio Público Fiscal) por ponernos en contacto con Gustavo Cirelli y el equipo de Télam, y a ellos por permitir a Laura Schenquer consultar esos documentos en la sede de la agencia de noticias disuelta por el gobierno de Javier Milei en 2024.
[6] La importancia de la capital francesa en la disputa entre denuncia y legitimación de la dictadura fue abordada ampliamente por los estudios de historia reciente (Franco, 2008; Fernández Barrio y González Tizón, 2020; Cristiá, 2021b). Para mencionar solo dos datos sobresalientes, además de ser allí donde se instaló el “Centro Piloto” en 1977, fue también en París –precisamente en la Asamblea Francesa– donde se llevó a cabo el Coloquio Internacional “La política de desapariciones forzadas de personas” en 1981.
[7] Detenido en la Dirección General de Seguridad, fue declarado “persona no grata”, anunciándose su expulsión. Recorte de diario “Otras noticias del exterior. El Kadre [sic]” (circa mayo 1976). La Nación, s.p. Archivo personal de Liliana Andreone. Nótese que la publicación de esta información en el diario argentino era de utilidad para la dictadura como reafirmación del carácter de “indeseables” de los exiliados.
[8] El Kadri había tenido especial visibilidad y reconocimiento en los sectores sociales combativos por su participación en la creación de las Fuerzas Armadas Peronistas y en la operación fallida en Taco Ralo en 1968. Sobre su trayectoria y reconversión militante durante el exilio, véase Cristiá, 2021b.
[9] Conocido por su trabajo en la revista Cristianismo y Revolución (1966-1971), Lamarca sufrió amenazas y un atentado antes de exiliarse en Madrid.
[10] Entrevista personal a Liliana Andreone, realizada por la autora el 28 de abril de 2016 en la ciudad de París.
[11] En esa ocasión, el 16 de noviembre de 1978, el rey le entregó como reconocimiento el Collar de la Orden de Isabel la Católica.
[12] Entrevista personal con Vicente Zito Lema, realizada por la autora el 29 de julio de 2017 en la ciudad de Buenos Aires.
[13] Allí apareció bajo el seudónimo de Juan José Hernández Arregui, por su seguridad y en honor al intelectual de la izquierda nacional.
[14] Lanzado en mayo de 1976, El País es considerado uno de los principales diarios de la España democrática.
[15] Revuelta, M. (2 de julio de 1976). Muerte del poeta Francisco Urondo. El País, https://elpais.com/diario/1976/07/03/internacional/205192818_850215.html
[16] Revuelta, M. (25 de agosto de 1976). Las ‘campañas orquestadas’, denunciadas por el gobierno argentino. El País, s.p. https://elpais.com/diario/1976/08/26/internacional/209858409_850215.html
[17] Fundada en 1971, Cambio 16 fue una revista emblemática del tardofranquismo que, a mediados de esa década, ofrecía una recurrente cobertura de la situación argentina (Iturralde, 2023).
[18] Cerecedo, F. (10 de abril de 1977). Argentina. Un año de soledad. Cambio 16 (278), pp. 69-73. Agradecemos a Micaela Iturralde por proveernos copia digital de esta fuente.
[19] Siendo corresponsal en Buenos Aires, Cerecedo condujo una entrevista exclusiva con la joven y Horacio Mendizábal. Por el impacto mediático y las amenazas sufridas tras su publicación, el periodista español debió abandonar Argentina (Iturralde, 2023).
[20] Sección “Las pruebas de la infamia” (10 de abril de 1977). Cambio 16 (278), p. 72.
[21] Así lo testimonió la víctima durante los juicios por delitos de lesa humanidad cometidos en Argentina entre 1976 y 1983 denominados “megacausa ESMA”. Él declaró que también había sido obligado a retirar los fondos de una cuenta suiza de Montoneros y a colaborar en desmantelar la red de venta de armas. Dandan, A. (11 de julio de 2013). Grupo de tareas y de ladrones sin fronteras. Página 12, https://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-224223-2013-07-11.html
[22] Cerecedo, F. (10 de abril de 1977). Argentina. Un año de soledad, Cambio 16 (278), p. 70, sección “El timo de la capucha”.
[23] Facundo Fernández Barrio y Rodrigo González Tizón (2020) señalan que desde esta estructura se dirigió una “guerra de información” que contaba con una faceta “visible” (propaganda) y un correlato clandestino (inteligencia, espionaje e infiltración en grupos de exiliados; tráfico de armas e intercambio de información con servicios secretos, etc.) que respondía a lo que Augusto Conte Mc Donell y Emilio F. Mignone (2006) definieron como “paralelismo global”: la existencia simultánea de una estructura legal y de un sistema represivo clandestino.
[24] Ese autor releva el plan de un atentado conjunto y simultáneo a tres personalidades en París (al abogado argentino Rodolfo Matarollo, a la hija del ex presidente chileno de la Unidad Popular, Isabel Allende, y al político uruguayo Enrique Erros). Dicho operativo habría fallado cuando el embajador argentino Tomás de Anchorena se opuso a entregar el paquete con armas enviado por la SIDE al “grupo cóndor” para ejecutar la acción (Boimvaser, 2000).
[25] Entre ellos se destaca la sospechosa muerte de Jorge Cedrón en París.
[26] Arroyo, R. (6 de abril de 2022). Saporiti: la agencia de noticias de la SIDE. Revista Plaza, https://www.agenciapacourondo.com.ar/medios/saporiti-la-agencia-de-noticias-de-la-side; Bertoia, L. y Dandan, A. (14 de junio de 2020). Iluminar los sótanos de la dictadura. El Cohete a la Luna, https://www.elcohetealaluna.com/iluminar-los-sotanos-de-la-dictadura/; Larraquy, M. (17 de julio de 2018). Madrid: el enigma de la operación internacional más sanguinaria del Batallón 601 de Inteligencia. Infobae.
[27] En el primero, desde su creación en julio de 1977 hasta enero de 1978, la estructura estuvo a cargo de la diplomática de carrera Elena Holmberg y del embajador Anchorena; mientras que, en el segundo, los militares vinculados a Massera desplazaron a la funcionaria y constituyeron un “circuito de información” entre Buenos Aires y París que empleó el trabajo de prisioneras de la ESMA. Finalmente, en el tercero, tras el paso a retiro de Massera y el asesinato de Holmberg, el CP volvió a la égida de Anchorena. Dichas etapas del CP coinciden con el perfeccionamiento del proyecto de la ESMA bajo la dirección del capitán de fragata Jorge “Tigre” Acosta, quien hasta julio de 1976 había sido responsable del área de inteligencia del Grupo de Tareas (GT) y pasó entonces al mando de dicha estructura hasta comienzos de 1979. En ese marco se produjo progresivamente cierta “autonomización” respecto del Servicio de Inteligencia Naval (Salvi, 2022, pp. 65-66).
[28] Fidalgo, F. (11 de abril de 1978). Contactos entre la Junta argentina y dirigentes peronistas. El País. https://elpais.com/diario/1978/04/12/internacional/261180005_850215.html
[29] Contacts à Paris entre la junte argentine et des dirigeants péronistes en exil (12 de abril de 1978). L’Humanité. Archives Diplomatiques de France, Ministère des Affaires étrangères. La Courneuve, Francia.
[30] El proyecto de una “conversión ideológica” de los cautivos seleccionados para su “proceso de recuperación” consistió en forzar su trabajo tanto en tareas manuales como intelectuales: traducir artículos de prensa extranjera, producir material audiovisual, realizar informes de coyuntura política o falsificar documentación (Feld y Franco, 2019).
[31] Como contador del GT, Rádice administró y dio “un viso de legalidad” a las actividades de apropiación de bienes y recursos de los secuestrados (Feld y Franco, 2022, p. 74). Perteneció a la Unidad de Tareas 3.3.2 de 1976 a 1979, cuando pasó a retiro. Cf. Testimonio de Rádice en el juicio a las Juntas Militares (1985). https://www.youtube.com/watch?v=X8rcvDRNP3M
[32] González Tizón y Fernández Barrio citan un cable secreto del 22 de enero de 1979, n° 104, que nombra a “Morell”. Su regreso a Argentina coincide con el regreso de Carazo, quien debió seguir colaborando en el proyecto político de Massera hasta que fue autorizada a exiliarse en Perú en abril de 1980.
[33] El libro cuenta con 86 páginas con fotografías en blanco y negro. Posteriormente, el 30 de septiembre de 1979, se publicó el libro El terrorismo en Argentina, editado en francés, inglés y español por el Poder Ejecutivo Nacional, y se distribuyó internacionalmente. Según Stella Segado, en su testimonio para el juicio de la contraofensiva, ese texto fue hallado junto a materiales fílmicos en la embajada de Argentina en Sudáfrica en 2013. Véase: https://www.youtube.com/watch?v=8MpltUTM33c (min. 2:49:35/2:52:55).
[34] Tanto el programa de comunicación de Burson-Marsteller como la Directiva n° 1 de la DGPD emplean ese término. En esta última se indica expresamente evitar la expresión “subversión marxista” que podría confundir en el contexto internacional. Directiva n° 1 (agosto de 1977), parte III, b. 12, p. 5. http://archivosenuso.org/daeci/todo
[35] Así eran denominados en ese contexto aquellos secuestrados que, sometidos a tormentos y bajo amenaza de muerte, accedían a colaborar con los represores. El término implica una estigmatización desde el punto de vista de la ética militante.
[36] Entrevista personal a Marie-Pascale Chevance Bertin realizada por la autora el 5 de mayo de 2016 en la ciudad de París.
[37] Como parte del llamado “proceso de recuperación” de los secuestrados, dentro del complejo sistema represivo establecido en la ESMA, la forzada convivencia con sus captores incluía que cada víctima estuviera bajo la responsabilidad de un integrante del GT. Además de las tareas asignadas, a algunas secuestradas les impusieron una suerte de vínculo estable con su “responsable”, situación necesariamente atravesada por la amenaza y el terror (Feld y Franco, 2022, pp. 88-91).
[38] En su testimonio ante la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas –CONADEP– (Legajo S 2289) alegó que “su caída” sucedió el mismo día que varios otros compañeros en todo el país, jornada conocida como de las “citas federales”. Relevado en la causa nº 14.217/03 "Escuela de Mecánica de la Armada s/ delito de acción pública". Procesamiento del Teniente de fragata Julio Alberto Poch por participar en los "vuelos de la muerte" (9 de junio de 2011). Equipo Nizkor, http://www.derechos.org/nizkor/arg/doc/poch14.html
[39] Entrevista personal a Marie-Pascale Chevance Bertin realizada por la autora el 5 de mayo de 2016 en la ciudad de París. Revuelta, M. (circa junio 1978). Espías de Videla en Europa. La dictadura argentina prepara provocaciones contra sus exiliados políticos. Interviú. Fondo COBA, F delta 1831. La Contemporaine, Nanterre, Francia.
[40] Cuando mencionamos la “inestabilidad” de las fuentes nos referimos, principalmente, a la vulnerabilidad de la memoria, de la cual ha dado cuenta la acumulación de reflexiones del campo de la historia oral.
[41] Reconociéndolo como un periodista sobresaliente “en su esfuerzo por denunciar y difundir” la violación de derechos humanos en Argentina, la CADHU le otorgó el premio Walsh-Demarchi-Iconikoff, compartido con la Federación de periodistas de Francia y entregado el 22 de marzo de 1979 en París. Boletín Informativo del Movimiento Peronista Montonero (1979), (4), p. 11. Fonds Comité pour le boycott de la coupe du monde de football en Argentine, F delta 1831. La Contemporaine.
[42] Burson-Marsteller (22 de octubre de 1976). Un programa de comunicaciones internacionales para la Argentina. http://archivosenuso.org/daeci/todo
[43] Algunos autores dan cuenta de que ese tipo de visitas se efectuaron entre noviembre y diciembre de 1976 (Feitlowitz, 1999; Gutman, 2015).
[44] Directiva n°1 (agosto de 1977), parte III, p. 4.
[45] Recordemos las múltiples acciones en repudio al Mundial de Fútbol de 1978 (Franco, 2008; Rein, 2019), entre otras actividades como el Congreso de cancerología del mismo año (Franco, 2008), la Semana del Cine Francés y la visita de la Orquesta de París (Buch, 2016; Cristiá, 2021a), ambas en 1980.
[46] Por la numeración de los legajos, Segado considera que deben haber existido al menos 484 carpetas. Véase Segado, S. (31 de marzo de 2022). La mentira impiadosa. Territorios Clínicos de la Memoria, https://tecmered.com/la-mentira-impiadosa. Además del legajo de Vizcaíno Casas, las carpetas rescatadas corresponden a Irène Jarry (Francia), Enrique Fairlie Fuentes (peruano residente en México), Gene Mueller (Estados Unidos), Eduardo Jantus (argentino radicado en Canadá), Jacques Shoonjans (Bélgica), Louis Pauwles (belga nacionalizado francés), y a algunos otros periodistas belgas. Véase nota 5 en este artículo.
[47] Creado en 1903 en Madrid como semanario, ABC se tornó pronto en un importante periódico conservador. Si bien funcionó como uno de los principales órganos de apoyo a Franco, en la Transición se mostró favorable a los nuevos tiempos abogando por la unidad nacional basada en el sostén de la monarquía. Por el contrario, El Imparcial –editado en Madrid entre 1977 y 1980 como una activa tribuna de extrema derecha– se oponía fuertemente al gobierno democrático de Adolfo Suárez (Pérez, 2019).
[48] En una ficha de su legajo con fecha 26 de diciembre de 1979, en el casillero “orientación política” se detalla: “franquista. Profundamente anticomunista”. Legajo de Vizcaíno Casas.
[49] Vizcaíno Casas, F. (21 de octubre de 1979). No lloro por ti, Argentina. El Imparcial. Legajo de Vizcaíno Casas.
[50] Cable Secreto 1175/1176 (26 de noviembre de 1979), enviado desde la Embajada Argentina en Madrid a Cancillería. Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto. Legajo de Vizcaíno Casas.
[51] Así aparece indicado en la ficha que encabeza su legajo. Su novela ...Y al tercer año, resucitó (1978), que hipotetiza sobre el impacto que tendría en la sociedad española posfranquista la resurrección de Franco, fue un éxito de ventas. El escritor y abogado Fernando Vizcaíno Casas fallece en Madrid a los 77 años (2 de noviembre de 2003). El País. https://elpais.com/cultura/2003/11/02/actualidad/1067727602_850215.html
[52] Ficha con la programación de su visita. Legajo de Vizcaíno Casas.
[53] A pesar de criticar más tarde los “excesos”, ese periodista había participado del entramado mediático apologético del régimen durante el Mundial de Fútbol (Borrelli y Oszust, 2018, p. 22).
[54] En el legajo del periodista español se incluyen las notas publicadas: Nuestro compañero Vizcaíno Casas entrevista al general Jorge Rafael Videla (18 de diciembre de 1979). El Imparcial; En corral ajeno: Argentina (3 de enero de 1980). Interviú; Desde Buenos Aires, Iguazú, Especulación, Don Claudio y España (13, 14, 15 y 16 de diciembre de 1979), columnas de Fernando Vizcaíno Casas “El retablo” en El Imparcial.
[55] Vizcaíno Casas, F. (18 de diciembre de 1979). Nuestro compañero Vizcaíno Casas entrevista al general Jorge Rafael Videla. El Imparcial, pp. 16 y 17.
[56] Vizcaíno Casas, F. (21 de octubre de 1979). No lloro por ti, Argentina, El Imparcial.
[57] Mazas, L. (11 de octubre de 1979). Un español con muchas nostalgias, Clarín, p. 13. Legajo de Vizcaíno Casas.
[58] Vizcaíno Casas, F. (3 de enero de 1980). En corral ajeno. Argentina, Interviú.
[59] Vizcaíno Casas, F. (3 de enero de 1980). En corral ajeno. Argentina, Interviú.
[60] Así subraya la impresión que le mereció Argentina en una entrevista realizada por Télam. Landívar, G. (20 de diciembre de 1979). Fernando Vizcaíno Casas: un testigo de su época, Télam. Legajo de Vizcaíno Casas.
[61] Señala en su nota que Buenos Aires “recuerda tiempos mejores de este Madrid, hoy entristecido”. En la capital argentina los “restaurantes [permanecen] abiertos hasta la madrugada y repletos de un público alegre, feliz y sin complejos … desaparecieron la delincuencia y el desorden y la golfería, además de las bombas y los secuestros”. Vizcaíno Casas, F. (16 de enero de 1980). Buenos Aires, una ciudad entrañable, ABC. Legajo de Vizcaíno Casas.
[62] “En España todo está politizado, hasta los toros”, dice Fernando Vizcaíno Casas (12 de octubre de 1979). La Prensa, p. 11.
[63] Si bien algunos de ellos se prestaron con más ductilidad a la apuesta de Videla –como fue el caso de Astor Piazzolla o de Alberto Ginastera (Gilbert, 2020, pp. 192-197, p. 265)– otros, como el cura Leonardo Castellani, aprovecharon la ocasión para gestionar la solicitud por el paradero del recientemente desaparecido escritor y poeta Haroldo Conti. El sacerdote y referente del nacionalismo católico compartió la célebre mesa con Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y Horacio Ratti –el presidente de la Sociedad Argentina de Escritores (SADE)– el 19 de mayo de 1976.
[64] I Congreso Internacional de Escritores de Lengua Española (30 de mayo de 1979). El País, https://elpais.com/diario/1979/05/30/sociedad/296863214_850215.html
[65] Aumentan las firmas de escritores (9 de junio de 1979). El País, https://elpais.com/diario/1979/06/10/cultura/297813603_850215.html. Vizcaíno Casas criticó fuertemente esa edición de la Feria del Libro, la definió como “experimento fracasado” en el artículo en el que halagaba su homónima argentina del año siguiente. Vizcaíno Casas, F. (4 de mayo de 1980). La feria del libro de Buenos Aires, ABC. Legajo de Vizcaíno Casas.
[66] Memorándum sobre la convocatoria para el I Congreso Internacional de Escritores en Lengua Española. Archivo BANADE. Archivo Nacional de la Memoria, Buenos Aires, Argentina. Agradecemos a Ramiro Manduca por compartirnos lo relevado en ese repositorio.
[67] Talavera, D. (31 de mayo de 1979). Ausencias de latinoamericanos en el congreso de escritores de Las Palmas. El País. https://elpais.com/diario/1979/06/01/sociedad/297036010_850215.html
[68] Memorándum sobre la convocatoria para el I Congreso Internacional de Escritores en Lengua Española.
[69] Memorándum sobre la convocatoria para el I Congreso Internacional de Escritores en Lengua Española.
[70] Memorándum sobre la convocatoria para el I Congreso Internacional de Escritores en Lengua Española. Entre la lista de escritores, algunos aparecen marcados con una cruz manuscrita, probablemente indicaría la sospecha ideológica que les merecía: María Elena Walsh, Federico Peltzer, Eduardo Gudiño Kieffer, Aristóbulo Etchegaray (presidente de la SADE), Ulises Petit de Murat y Marta Lynch.
[71] Informe Reservado N° 59 - Dirección General de Publicaciones (16 de mayo de 1979). Documento dirigido al subsecretario del Ministerio del Interior. Archivo BANADE. Allí se señala: “Puede esperarse, por sus antecedentes, intervenciones negativas de los autores señalados con una cruz en el listado de fojas 3 y 4”. Entre otros, algunos de los marcados son: Ariel Dorfman, Mario Vargas Llosas, Carlos M. Rama y David Viñas.
[72] Informe Reservado N° 59 - Dirección General de Publicaciones (16 de mayo de 1979).
[73] Cruz, J. (11 de junio de 1979). Las oportunidades perdidas en el Congreso Internacional de Escritores. El País. https://elpais.com/diario/1979/06/12/cultura/297986402_850215.html