http://dx.doi.org/10.19137/qs.v26i3.6906
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Sección Debates, Ensayos y Comunicaciones
El cumpleaños de Quinto Sol. Un análisis de su trayectoria desde los artículos publicados
Daniel Santilli
Instituto Ravignani. Universidad de Buenos Aires/Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Argentina
Correo electrónico: dvsantilli@gmail.com
La revista Quinto Sol cumple veinticinco años. En ese lapso se abrió paso para colocarse entre las revistas más prestigiosas de nuestro mundo académico. Desde su fundación, sus responsables se propusieron atraer a autores y autoras de distintos espacios de Argentina y con la mayor diversidad temática. Es así como aparecieron, en los primeros números, trabajos referidos a Santiago del Estero, la campaña de Buenos Aires, los pueblos indígenas de pampa-Patagonia e incluso sobre la mano de obra femenina.
Acerca de esta amplitud versará mi trabajo; revisaré cuantitativamente temáticas, épocas, regiones, adscripción de autores, entre otros aspectos, durante los años de existencia de Quinto Sol.
La característica esencial de la revista es su casi exclusiva dedicación a la Argentina en su conjunto. En sus artículos están representadas prácticamente todas las provincias, o regiones si se quiere, en mayor o menor medida. No hay casos de estudios sobre y desde el exterior que no estén relacionados con nuestro país: la inmigración europea, las inversiones de grupos extranjeros o la reflexión acerca de correlaciones temporales con la historia de países vecinos como Uruguay, Chile, Brasil.
A su vez, toda clasificación es harto problemática. La revista se hace eco de lo que hoy en día denominamos historia social, con lo que involucra utilizar este epíteto, que incluye muchas de las variables más importantes de nuestra materia.[1] Además, implica una concepción de la historia que la aleja de la preponderancia de personajes únicos para acercar el sujeto de la historia al primer plano, las sociedades en su conjunto, la innominada muchedumbre, insertos en el proceso histórico, tendencia que es predominante en nuestra historiografía en la actualidad y se condice con la concepción dominante en el modo de hacer historia a nivel mundial. Muy pocos artículos en su ya larga trayectoria hacen referencia a sujetos individuales y, cuando lo hacen, es para explicar el desarrollo de un proceso del cual son partícipes necesarios, pero no excluyentes, además de emergentes. En ese sentido, parece seguir la ruta abierta por la revista Historia Social editada por el Instituto de Historia Social de la Universidad Nacional de Educación a Distancia –UNED– de Valencia, que ha revalorizado el concepto y que han seguido otras revistas.[2] Es ya una cuestión fuera de discusión que la historia social, tal como se la concibe en la actualidad, es la más inclusiva de todas las variables de nuestro métier, aquella en la cual se resumen muchas de las miradas que la parcializan.
Desde ese punto de vista, analizaré los 228 artículos[3] que se publicaron durante estos veinticinco años de Quinto Sol, trataré de segmentar lo menos posible y manejaré clasificaciones que hicieron los mismos autores, sobre todo en el uso de palabras clave. Utilizaré las grandes divisiones con que se suele catalogar la producción histórica: historia política, historia social, historia económica e historia cultural. A su vez, analizaré las regiones de las que se ocupan, la pertenencia de sus autores y los períodos de los que tratan los textos publicados, guiándome por los títulos y las palabras clave utilizadas.
Una revisión rápida arroja un 22% de preponderancia de la historia social, tal como la nominan las y los autores. Pero una reclasificación que incluiría en ella la historia de género, de los afrodescendientes, de la salud, la indígena, entre otras con menos casos, lleva ese porcentaje al 48%, harto representativo de la definición que adoptamos al inicio de esta presentación. En esa clasificación en cuatro aspectos que hemos adoptado, le sigue a considerable distancia la historia política con un 21% de presencia. Un escalón más abajo, encontramos a la historia económica con el 17% y luego a la historia cultural casi con un 13%. Quedan fuera de esta clasificación los artículos que se ocupan de la historiografía, que solo suman algo más del 1% (ver Cuadro).
Los estudios pueden separarse por las zonas a las que se dedican los artículos, ofreciéndonos, de ese modo, un panorama sobre qué tipo de investigadores/as atrae. El espacio más citado es Argentina en su conjunto, sin ocuparse de una provincia o región en particular, sin perjuicio de que en esos textos se citen algunas específicamente; el 30% de los artículos caben en esta categorización. Le sigue Buenos Aires, con amplia preponderancia de la provincia sobre la ciudad, con el 26%; el tercer espacio es la Patagonia en su conjunto, que acumula un 11.5%. La actual provincia de La Pampa y su antecesor, el Territorio Nacional, ocupa el 4.4% de los trabajos.[4] Esa misma proporción mantienen los aportes relacionados con América Latina, que hacen referencia, sobre todo, a la historia comparativa o a aspectos temporariamente en común con países limítrofes. Estos datos confirman, en primer lugar, el carácter nacional de la revista, con cierta incidencia en América Latina. En segundo lugar, la relevancia de Buenos Aires, aunque también muestra la escasa aparición de estudios de su propia provincia, La Pampa. Vamos a revisar luego la procedencia de los colaboradores, para dilucidar la presencia de la provincia y más específicamente la de la Universidad Nacional de La Pampa.
En cuanto a los períodos que podemos ver reflejados en los textos, encontramos una leve superioridad de la etapa de la organización nacional, 1850-1880 (18%) seguida muy de cerca por los años ’20 del siglo XX hasta la llegada del peronismo (16%). Precisamente, el tercer lugar lo ocupa el peronismo denominado clásico, 1945-1955 (11%). El resto se reparte entre las épocas tardocolonial, la independencia, el rosismo, el lapso 1880-1918. Las etapas del antiperonismo y el desarrollismo están menos representadas, como el retorno de la democracia o la dictadura. La ausencia más notoria es el período posterior a 1990, la denominada historia reciente, convertibilidad, crisis y crecimiento, y reconocimiento de derechos de los 2000 en adelante, con un 3% solamente. Parece que no nos podemos hacer cargo aun, como historiadores, de esta etapa. Volveré sobre este tópico al final.
En concordancia con la distribución regional de los estudios, puede verse la procedencia institucional de las y los colegas que publican en este medio. La preponderancia del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) es rotunda; 2/3 partes de los artículos están firmados por investigadores formados y en formación, y becarios del organismo, dato que incluye a aquellos que, sin ser personalmente integrantes de su plantel, tienen lugar de trabajo en un organismo dependiente del CONICET. No obstante, como es costumbre, no solo se menciona como pertenencia la entidad nacional, sino también la universidad de la que forman parte como docentes o investigadores. Esta pertenencia está mucho más repartida, encabezando la serie la Universidad de Buenos Aires con el 19% de participación, con 12% la Universidad Nacional de La Plata; la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires tiene un 9%, la Universidad de General Sarmiento el 6.6% y con seis décimas menos aparece la Universidad de la Pampa. Una veintena de universidades nacionales se reparten el resto de los artículos. Entre los institutos, centros y otros organismos, se destaca el Instituto Ravignani, con el 10% de las menciones, muchas veces como única referencia, y otras acompañada por el CONICET o por una universidad nacional. Ninguna otra institución de ese tipo supera las tres citas a lo largo de los veinticinco años de existencia de Quinto Sol. Notable ausencia es la de las universidades privadas; solamente hay cinco citas. Asimismo, en veinte oportunidades se alude como pertenencia a instituciones no nacionales. Encabeza la nómina organismos de Chile, seguida por España y a mayor distancia Uruguay, Francia, Brasil, entre otras.
El análisis pone en evidencia la preponderancia del CONICET como impulsor de la investigación en ciencias sociales en Argentina. Durante estos veinticinco años el apoyo se manifiesta al observar la pertenencia institucional de las y los autores, y de la importancia de las universidades nacionales en el proceso investigativo. En este caso se advierte también el atractivo regional de la revista, ya que mayormente son científicos que se desempeñan en universidades e instituciones de la región pampeana en su conjunto, superando ampliamente el marco local, ya que las colaboraciones de autores con pertenencia institucional en la Universidad Nacional de La Pampa son mínimas. Por último, la escasa repercusión entre las universidades privadas estaría indicando que sus investigadores tienen canales de participación más atractivos por razones que no interesan en este resumen.
Otro ángulo sobre el que se puede vislumbrar la trayectoria de la revista es la evolución en el tiempo de los cuatro compartimentos mencionados. Se puede ver en el cuadro que a continuación se despliega.
Cuadro. Evolución de las categorías principales (períodos quinquenales) |
|||||||
Quinquenio |
|
Historia Social |
Historia Política |
Historia Económica |
Historia Cultural |
Historiografía y otros |
Total |
|
|
||||||
1997/2001 |
cant |
12 |
1 |
9 |
0 |
0 |
22 |
% |
54,5 |
4,5 |
40,9 |
0,0 |
0,0 |
100,0 |
|
2002/2007 |
cant |
13 |
8 |
5 |
|
|
26 |
% |
50,0 |
30,8 |
19,2 |
0,0 |
0,0 |
100,0 |
|
2008/2012 |
cant |
15 |
10 |
6 |
5 |
|
36 |
% |
41,7 |
27,8 |
16,7 |
13,9 |
0,0 |
100,0 |
|
2013/2017 |
cant |
27 |
13 |
7 |
9 |
2 |
58 |
% |
46,6 |
22,4 |
12,1 |
15,5 |
3,4 |
100,0 |
|
2018/2022 (1) |
cant |
43 |
15 |
12 |
15 |
1 |
86 |
% |
50,0 |
17,4 |
14,0 |
17,4 |
1,2 |
100 |
|
Total |
cant |
110 |
47 |
39 |
29 |
3 |
228 |
% |
48,2 |
20,6 |
17,1 |
12,7 |
1,3 |
100,0 |
(1) Solo dos números. Fuente: elaboración propia[5]
Inicialmente, se advierte la evolución positiva en cuanto a cantidad de artículos publicados por la revista. La tendencia al crecimiento es notoria, triplicando la cantidad del período inicial hasta el último 2018/22, que aún no está cerrado, ya que falta un número. En ese sentido también hay que hacer notar que al principio se editaba un volumen anual, desde 2011 cada volumen contenía dos números y en 2016 se elevó a tres. El incremento ha sido notable a partir de tal ampliación e influye poderosamente en los últimos diez años.
A partir de este cuadro se puede seguir además la evolución de cada una de las categorías usuales en nuestra ciencia. La historia social mantiene una cuota cercana al 50%, con algunos altibajos a lo largo de los años. La historia política tuvo un pico muy alto en la etapa en que se publicaba solo un número por año, pero luego comenzó a decaer, mantuvo una cantidad constante de artículos con lo cual pierde participación porcentual y no parece haberse beneficiado con la ampliación. También la historia económica tuvo un punto alto en la época inicial, para luego equilibrarse entre el 15 y 20%, con altibajos. Es la historia cultural la que aprovecha el incremento de artículos publicados a partir de la triplicación de números anuales; aparece con un 14% en 2008/12 y creció desde ese entonces hasta llegar al 17% en el último lapso. Un signo de los tiempos, la bienvenida irrupción de nuevos enfoques sin perder de vista los anteriores.
Dada mi especialidad, haré un recorte y analizaré los artículos que se catalogan generalmente como de historia económica. Como ya mencioné, un 17% de los textos editados en estos veinticinco años son considerados en ese grupo. Contiene subtemas, como los de historia agraria, porque fueron concebidos como tales o porque parte de su temática, aunque no primordialmente, puede ser ubicada en la historia económica. O los dedicados a la demografía y la historia rural. Sobre todo porque su clasificación depende de la importancia que se le da a la economía en la interpretación. Por ejemplo, puede verse desde la demografía el movimiento de la población como una consecuencia de las dificultades o de las generosidades de la producción. Más aún, en la denominada historia agraria, si estudia la producción de una región y sus avatares, y el capital material e inmaterial que se aplica.
Nos encontramos con una especialización regional mayor que en el conjunto total de los artículos. El litoral y la pampa acaparan el 54% de los trabajos, y Buenos Aires por sí sola llega al 44%. A su vez, Argentina como unidad tiene un 15% de los trabajos y la Patagonia un 8%. El resto se reparte entre nueve provincias, por lo que su representación es mínima.
En cuanto a la etapa estudiada, 28 de los 39 artículos que figuran en el recorte de la historia económica se ocupan del largo siglo XIX, incluida la denominada época tardocolonial. Cinco más hacen referencia a la primera mitad del XX, y solo tres se ubican entre 1970 y 1990, uno por cada década. Nuevamente se hace notoria la dificultad que encontramos los historiadores para ocuparnos de las etapas más recientes de nuestra historia.
La temática desarrollada por los autores/as es más diversificada: crecimiento económico, organización de la producción y de las empresas, tecnología, ganadería y agricultura, exportaciones, instituciones, mercado, entre otras; aunque ninguna de las temáticas citadas supera la unidad, es decir, un artículo por cada tema. El contenido de mayor presencia –seis textos– es el de la propiedad de la tierra, de los cuales la mitad concierne a Buenos Aires y otros dos a zonas de la pampa santafesina y cordobesa. Esta temática está estrechamente vinculada con la que ocupa el segundo lugar con cinco trabajos: la distribución de la riqueza, la que se compone casi exclusivamente de ganado y tierra. Además, la preponderancia está remarcada por la publicación de dos dosier referidos al tema: en 2012 sobre crecimiento y distribución, en 2019 acerca de la desigualdad. También son de destacar los salarios, precios y el trabajo en general, tópicos que también confluyen con la distribución y la desigualdad. De modo que estas dos temáticas ocupan un lugar predominante entre las preocupaciones de los historiadores económicos, principalmente a lo largo del siglo XIX. Es de esperar que, una vez concluida la etapa que se cierra en 1914, pasen a ocuparse de la primera mitad del XX, territorio aun bastante poco explorado desde la desigualdad y con metodología comparable con el XIX y la segunda mitad del XX.
Reflexiones a modo de cierre
Digresión 1. Considerar la historia reciente en nuestros estudios
Allá lejos y hace tiempo, en el nivel secundario, no se estudiaba historia posterior a 1930 porque no era todavía historia, debía decantarse, disolver las pasiones y aplicarle las pautas de la ciencia. No se podía estudiar la década del ‘30 ni el peronismo. Era como si la cercanía temporal de los acontecimientos no fueran materia de la historia, sino únicamente el pasado. Luego, quienes nos interesamos por la historia leímos a Marc Bloch (1979), y nos enseñó que nuestro acceso a determinado aspecto de la historia se producía por nuestro contacto con la actualidad, con las personas de carne y hueso que nos rodeaban, que eran hijos de su tiempo y no de sus padres. Más tarde, Jim Sharpe (1996) nos decía que la historia no es una cuestión de anticuarios, no es un objeto coleccionable. Una buena parte de la historiografía posterior, en especial a partir de la recuperación democrática, se construyó siguiendo estos parámetros.
Sin embargo, como hemos visto, la historia posterior a 1990 tiene escasa representación en la revista. De todos modos, la historia reciente está creciendo, según la descripción que realizó Marina Franco y Daniel Lvovich (2017), además esto en notorio al ver programas de congresos, reuniones, seminarios, entre otras actividades.[6] Son innumerables los trabajos que analizan la etapa menemista y hasta la kirchnerista, que son encarados mayormente por sociólogos y economistas. Se prioriza en muchos casos el formato libro y es probable que sea una política editorial; es más atractivo un libro referido a historia reciente que uno que se ocupa de hechos ocurridos hace 200 años y que el público no puede ligar fácilmente con la actualidad. De modo que en buena parte de las revistas de historia no aparecen trabajos sobre el tema.[7]
Por supuesto que la revista, o su dirección, no es responsable de seleccionar qué temas y qué épocas se tratan, sin caer en oscurantismos que deben desterrarse. Tal vez puede ser una buena política editorial fomentar dosier específicamente dirigidos a la historia reciente. En general, esas convocatorias dan buenos resultados. Pero intento llamar la atención de los colegas más jóvenes; el presente existe, no se lo puede marginar. Y además la memoria es corta; hechos del pasado reciente no se deben olvidar. Los padres de la historiografía universal, de América Latina y de Argentina nos lo enseñan.
Digresión 2. Economía e historia económica
El recorte sobre historia económica también muestra desajustes que, como dije, no son responsabilidad de la revista, sino del modo de analizar la historia económica. Tal vez una de las puntas para examinar es desde dónde se hace historia económica, qué formación profesional tiene la o el investigador. Me hago eco de una reflexión que presupone la existencia de dos líneas de investigación en la materia. Una de ellas pone el acento en la econometría, es decir, en la precisa medición cuantitativa. La otra se apoya en documentos que pueden no ser cuantitativos, que podrían no tener un modo de medirse exclusivamente numérico (Cortés Conde, Della Paolera y Ortiz Batalla, 2018).[8] La primera tendría como protagonistas principales a economistas, mientras que la segunda está conformada básicamente por historiadoras e historiadores. Si la primera aporta su capacidad de análisis cuantitativo, la segunda hace lo propio con la contextualización de época y con aspectos cualitativos. Esta distinción tiene que ver no solo con una dedicación, sino con una cuestión de formación en la profesión. La economía mantiene como un pilar sustantivo de su análisis, teorías y leyes, las que en muchos casos pasan a formar parte de afirmaciones incontrovertibles para algunos. Muchos historiadores, en cambio, toman las teorías como método antes que como leyes, y no se amilanan si la normativa no se cumple, si la conclusión contradice la teoría (Míguez, 1995; Gelman, 2017). Por cierto, el rigor metodológico es imprescindible en ambas aproximaciones: cliométrica y humanista, respectivamente, según señala Fabio Wasserman (2022). Desde hace unos años, el grupo humanístico está utilizando metodologías que se aplican sobre la actualidad, adaptándolas a las fuentes históricas, con buenos resultados. De todos modos, esta partición se manifiesta en los períodos que se analizan; los economistas están más centrados en etapas recientes, mientras que los historiadores se ocupan con mayor asiduidad del siglo XIX y primera mitad del XX.[9]
Esta partición del campo estaría en la base de la elección de la revista a la hora de publicar. Investigadores de la primera línea eligen medios más allegados a la economía, en formato revista, documento de trabajo o libro, mientras que historiadores publican en revistas de historia, antes que en las que se identifican más con la economía. Los primeros publican con mayor asiduidad en inglés con la intención de ingresar en debates internacionales. Esto último también hizo que los segundos lo intenten, en menor medida, sin dudas. Últimamente medios que se asumen como bilingües, como la Revista de Historia Económica/Journal of Iberian and Latin American Economic History lo permiten. Además, influye poderosamente la participación en los congresos mundiales de historia económica, a la que acceden por igual ambos grupos.
En ese sentido, y compartiendo mucho de lo expresado en esta digresión, el concepto de la desigualdad horizontal, que abarca más de lo que se encierra en lo económico, incorpora obligadamente elementos cualitativos a su análisis, por lo que el trabajo de los historiadores humanísticos estaría en mejores condiciones para hacerlo. Estas temáticas, como la desigualdad de género, la étnica, la generacional, la nacionalidad, entre otras, tienden a estar mejor representadas. En ese sentido, algunas expresiones de la sociología levantan esa inquietud (Kessler, 2014). Esta incorporación está aún en sus inicios en nuestra historiografía, tanto para unos como para otros. Constituye entonces una invitación a ambas parcialidades de la historia económica a la reflexión sobre esta materia.[10] De todos modos, la confluencia entre estos dos andariveles de los y las investigadoras en historia económica está concretándose. La generalización de lo cualitativo y de la utilización de modelos econométricos está en marcha.
Es probable que el cúmulo de cuestiones señaladas esté en la base de la escasa representación de los estudios de historia económica reciente en Quinto Sol, que no es por cierto una excepción. Esta representatividad compartimentada se encuentra en varias revistas de historia, con excepciones que van desde cierta especialización que se refleja mejor en los estudios referidos a la actualidad, como Mundo Agrario o Estudios Rurales, o en la economía, que se hace eco de algunas preocupaciones de la historia, como Desarrollo Económico. Pero entiendo que las limitaciones no son de las revistas sino de la conformación fragmentada del campo y de sus actores historiográficos.
Fin de las digresiones
Estas dos reflexiones, aquí denominadas digresiones, fueron usadas como linternas para analizar los artículos de la revista. Este estudio nos permitió llegar a algunas conclusiones que, ante todo, son meditaciones, cuestiones que se alumbran con tal artefacto.
En primer lugar, se debe tener en cuenta que el análisis de una revista no puede ser extendido al resto de las revistas de historia. Es la particularidad de Quinto Sol la que muestro. De modo que para generalizar, cuestión que en parte se hizo en el curso de este ensayo, deberían efectuarse más estudios parecidos de otras publicaciones académicas similares. Como precedente de este tipo de análisis puedo citar un capítulo escrito por Eduardo Míguez (2008), ya citado, donde examina varias revistas con una diversificación menor a la que aquí practico, un artículo de Oscar Aelo (2001) que considero el derrotero del Boletín del Instituto Ravignani y, sobre el mismo medio, el reciente trabajo de Alejandro Cattaruzza ya citado (2021). Si bien el novísimo texto de Martín Wasserman (2022) no es sobre revistas, constituye un ensayo metodológico que puede extenderse a las revistas.
Por lo tanto, reitero que estas especulaciones hacen referencia a la revista Quinto Sol y con motivo de cumplir veinticinco años. En primer lugar, hay que hacer notar que su permanencia es valiosa; no es fácil persistir un lapso tan prolongado para este tipo de medio con las dificultades que son comunes a todas las revistas de ciencias sociales, donde el factor financiero es tal vez el mayor obstáculo. Y además mantener la calidad y los propósitos iniciales, junto con la regularidad en la edición. Su inserción en el mundo académico de nuestra ciencia es remarcable, como he descripto en párrafos anteriores. Es cierto que ha ayudado, y bienvenida sea, la posibilidad de publicación por medios digitales.
¿Qué se rescata de este análisis sobre Quinto Sol? En primer lugar, la relativamente alta representatividad de los compartimentos reconocidos de la historia. Y sobre todo la particularidad de la importancia de aquella sección que denominamos Historia Social. En segundo lugar, una regionalización que prioriza la pampa húmeda y el litoral en cuanto a la temática de los artículos, sin que por ello no se dé cabida a otras regiones. En tercer lugar, las etapas de la historia más representadas son las corresponden a la organización nacional y la que va de 1920 a 1950. Pero se extraña que no haya textos que se refieran a los últimos años, desde 1990 a la actualidad. En ese sentido, no denota responder a la definición temporal que aparece en la página web de la revista: “entre los siglos XVIII y XX de Argentina”.[11] En cuarto lugar, la pertenencia de las y los autores. El CONICET aporta el 66% de los investigadores, lo que demuestra la importancia que tiene la institución en el desarrollo de las ciencias en Argentina, en este caso específico de las ciencias sociales y concretamente la historia. La otra participación relevante es de las universidades nacionales públicas, no así de las privadas. También es escaso el aporte de investigadores pertenecientes a la Universidad de La Pampa, cuyo Instituto de Estudios Socio-Históricos edita la revista (ver nota 4).
En cuanto a la particularidad de la historia económica, ocupa el tercer lugar en la participación temática. En este caso, la prioridad regional y la temporal está muy marcada: el litoral y el largo siglo XIX. Los temas que abordaron los autores son muy diversos; no obstante, la prioridad la lleva los tópicos relacionados con la propiedad y la distribución de la riqueza –como los ligados íntimamente al trabajo, salarios y precios–; aspectos que son los más recurrentes y preocupantes de nuestra realidad. Aquí también se nota una escasa representación de temas actuales.
Asimismo, es de rescatar la performance cuantitativa de la revista. Una publicación que tenía carácter anual en sus inicios modifica su temporalidad para editar tres números por año, con una afluencia permanente de artículos que le permite esa regularidad. Sin duda, influye positivamente la posibilidad de hacerlo solo de modo digital –no impreso– desde hace varios años. En resumen, los aportes de la revista a nuestro oficio han sido muy importantes, y se vislumbra que también lo serán en el futuro. Está en los investigadores más jóvenes utilizar esta herramienta fundamental para hacer conocer y aportar a dilucidar los grandes temas de nuestra historia. No tengo dudas que Quinto Sol mantendrá la apertura, la rigurosidad y la profesionalidad con la que hasta ahora se ha distinguido.
Referencias bibliográficas
Notas
[1] Hace unos años, Eduardo Míguez (2008) reconocía la dificultad de aprehender el concepto tal como había sido redefinido luego de la caída de los grandes paradigmas, ya que para una parte de la historiografía, la historia social era el recipiente en el cual se colocaba todo aquello que no tenía cabida en las categorías de historia política o económica
[2] Ver al respecto: Dos décadas de Historia Social. Historia Social (1991), 10. http://www.historiasocial.es/wordpress/numeros-publicados/historia-social/numeros-001-010/numero-10/
[3] Incluye hasta el número 2 del año 2022.
[4] Nota del equipo editorial: ese porcentaje tan bajo se explica porque el Comité Editor priorizó publicar artículos de investigadoras/es externos a la Universidad Nacional de La Pampa, para evitar que la revista tenga una impronta endogámica, un requisito que se evalúa positivamente al momento de indizarla.
[5] En 2005 no hubo publicación por lo que se agregó un año para evaluar siempre cinco. Agradezco a la dirección de la revista haberme proporcionado el índice de contribuciones a Quinto Sol durante los veinticinco años de historia.
[6] Un reciente artículo de Alejandro Cattaruzza (2021) da cuenta del crecimiento de la historia reciente como de la cultural, aunque reconoce el lento acceso de esta temática al Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” (Boletín).
[7] He revisado los últimos números del Boletín, del Anuario IEHS, de Investigaciones y Ensayos, de Trabajos y Comunicaciones, entre otras, y he encontrado escasos artículos que se ocupen de lapsos posteriores a 1990. Solamente hallé un dossier en el Boletín sobre represión y violencia estatal y otro en el Anuario IEHS sobre federalismo. Generalmente, lo más cercano en el tiempo es la Guerra de Malvinas, los efectos de la dictadura y la restauración democrática. Una excepción son las revistas que se ocupan de economía, que mantienen una relación con la historia reciente más cercana, como Desarrollo Económico, aunque la mayor parte de los artículos están escritos por economistas. En dos clases de historia reciente, convocadas por la Asociación Argentina de Investigadores en Historia, impartidas el 23 y 30 de junio de 2022 –cuando este ensayo– ya estaba escrito, Claudio Belini remarcó estas cuestiones, con las que coincido totalmente, así como la que dictó Marcela Ferrari una semana antes.
[8] Me apoyo en la excelente utilización de la exposición original que hace Martín Wasserman (2022).
[9] Por supuesto que hay excepciones, como Pablo Gerchunoff, Eduardo Basualdo, Mario Rapoport, Carlos Newland y Roberto Cortés Conde, entre otros.
[10] La avanzada en ese sentido es el estudio de afrodescendientes.
[11] Ver en https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/quintosol