http://dx.doi.org/10.19137/qs.v26i3.6904
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
Sección Debates, Ensayos y Comunicaciones
Una lectura de Quinto Sol y sus itinerarios historiográficos
Mirta Zaida Lobato
Universidad de Buenos Aires
Argentina
Correo electrónico: mzlobato@googlemail.com
A partir de 1983, luego de la larga noche de la última dictadura militar, se abrió un proceso de transformación en las universidades públicas que implicó cambios en los planes de estudios de las carreras, realización de concursos que derivaron en la renovación del cuerpo de profesores, incremento notable de las investigaciones y de las publicaciones. En cada región del país, el ritmo y los rasgos de ese proceso puede ser estudiado en profundidad, pero el punto común es que las universidades se fueron transformando en la enseñanza, la investigación y en el número y calidad de sus publicaciones.
En ese contexto se multiplicaron las revistas académicas en todas las disciplinas. En historia y ciencias sociales surgieron algunas nuevas como el Anuario IEHS (1986) publicado por un grupo de profesores de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires con la dirección de Juan Carlos Garavaglia; Estudios Sociales (1991) de la Universidad Nacional del Litoral dirigida por Darío Macor; la segunda época del Anuario (1994) de la Escuela de Historia de la Universidad Nacional de Rosario bajo la dirección de Alberto J. Pla y Avances del Cesor (1998) de esa misma universidad; Mora (1995) la revista del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; Prismas (1997) editada bajo el influjo del grupo de historia intelectual coordinado por Oscar Terán en la Universidad Nacional de Quilmes; Quinto Sol (1997) editada por la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa; y Prólogos. Revista de historia, política y derecho (2008) del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Luján dirigida por Carlos Cansanello. Con la formación de redes y grupos de trabajo se organizaron publicaciones conjuntas entre diferentes universidades, como Clío & Asociados (1996), La Aljaba. Revista de Estudios de la Mujer (1996), Delito y Sociedad (2003). Todas ellas y algunas otras que no menciono, más la edición de diferentes libros se multiplicaron y crecieron con el apoyo institucional y financiero de las universidades nacionales. Una excepción fue la revista Entrepasados (1991), que por más de 20 años ocupó el espacio académico al margen de esos soportes institucionales.
Las revistas servían para dar a conocer las investigaciones desarrolladas en las universidades o el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas –CONICET–. Además fueron útiles para el canje de publicaciones, sobre todo para alimentar las bibliotecas que contaban con un catálogo siempre desactualizado. Sin embargo, lo más importante fue que en ellas se expresaban los diferentes modos de hacer historia, con sus temas, sus perspectivas teóricas y metodológicas. Fueron también arena de disputa por liderazgos y espacios de poder.[1]
Convertirse en historiadores fue para las primeras generaciones postdictadura una enorme variedad de cosas, como consolidar instituciones que incluían sus publicaciones, multiplicar las experiencias de investigación, optimizar el acceso a los recursos, mejorar los manuales escolares y difundir el pasado en los medios de comunicación; al mismo tiempo que se compaginaban las propias historias personales en el ámbito profesional. Ensanchar los horizontes de la historia como disciplina es un desafío y reconstruir los fragmentos dispersos de las historias institucionales en cada una de las universidades constituye un campo abierto a investigaciones futuras.
La revista Quinto Sol fue posible por la acción común de un grupo de profesores y profesoras en la Universidad Nacional de La Pampa y en sus páginas se incorporaron temas muy diversos de historia argentina, con la suma de algunos ensayos enviados desde Chile o España. Un estudio somero de los artículos publicados en sus 26 volúmenes da cuenta de la importancia de la historia social en el conjunto de los textos publicados, seguida por la historia política y económica en ese orden (ver Gráfico). De acuerdo con este análisis, se puede sostener que la historia social acogió a un conjunto bastante heterogéneo de investigadores descontentos con los modos de hacer historia hasta ese momento en nuestro país, y que en ella se cobijaban temas que más tarde fueron adquiriendo densidad propia. Quinto Sol es una publicación abierta a las problemáticas locales y, tal vez por eso, la cuestión indígena tiene un peso relevante si se la desagrega del campo de la historia social (Salomón Tarquini, 2013). Podría señalar también que el jardín de la historia social parece haber sido lo suficientemente vasto para albergar cuestiones relacionadas con la vida familiar y doméstica, que en otras publicaciones se incluían dentro de la historia de las mujeres o de los estudios de género.
Campos temáticos de los artículos publicados en Quinto Sol desde 1997 hasta el presente, (en número de artículos)
Fuente: elaboración propia según índices y cuadro de temas elaborado por Quinto Sol.
De modo que la historia social se constituyó a lo largo de los 25 años de presencia continua de Quinto Sol en un foco de renovación académica y de debate historiográfico. Como campo temático se puede afirmar que contribuyó a la formación de historiadores, varones y mujeres, a pesar de los cimbronazos que tuvo a partir del desarrollo de la historia cultural y de las ideas que abrieron, sin duda, renovados interrogantes sobre el pasado.
El análisis de los títulos publicados en esta revista académica pone en evidencia el carácter “imperial” de la historia social, porque al fin y al cabo temas tan caros al desarrollo profesional en las universidades de Comahue, La Pampa, Rosario y Jujuy como lo es la “historia regional” queda subsumido en la historia social.[2] Del mismo modo, la historia de las mujeres, los estudios feministas y de género que, desde mi perspectiva, desestabilizaron metodológica y teóricamente la producción historiográfica en general y a la historia social en particular, no aparecen clasificados temáticamente hasta la publicación de los artículos de Carolina Barry y Claudia Alejandra Maldonado Salazar en 2021.
Como he señalado en otros textos, la historia social de la mano de la historia de mujeres y de los estudios de género afianzó el proceso de descentramiento, dislocamiento y desplazamiento de sujetos, espacios, interpretaciones, teorías y metodologías (Lobato, 2008). En ese largo proceso, que continúa en el presente, cada generación privilegió períodos históricos y problemas específicos. La historia de la familia en el cruce de la demografía y de la historia social tiene su lugar en algunos artículos de Quinto Sol, subsumidas en el campo de la historia social. La familia fue un tópico de interés para la historia, la antropología y la sociología, y en esos cruces se produjeron varios pasajes que van desde la familia al parentesco, al hogar, a la domesticidad, a las relaciones familiares, a la legitimidad e ilegitimidad de los hijos y al matrimonio (Bjerg & Boixadós, 2004).
El impacto de los estudios de género favoreció una reconsideración de lo que se entendía por política, aspecto que condujo al análisis de las desigualdades entre varones y mujeres en su seno, a reflexionar sobre el lenguaje del derecho y, en suma, a pensar las desigualdades basadas en la diferencia sexual, en las raíces de la discriminación y en la subordinación de las mujeres a los hombres. Los dos artículos que figuran en el cuadro temático de Quinto Sol bajo la palabra clave género enlazan política y Estado, junto con formación profesional y políticas públicas. La visión retrospectiva que nos ofrece Maldonado Salazar (2021) respecto al trabajo de las cientistas sociales asociadas al centro de Estudios de Estado y Sociedad –CEDES– entre 1983 y 1990 resulta atractiva para reflexionar sobre el enlazamiento entre preocupaciones académicas, cambio en las políticas públicas y creación de organismos públicos y privados que orientan una agenda relacionada con equidad de género en la sociedad.
En cambio, el texto de Carolina Barry (2021) se concentra en examinar lo sucedido en el seno del Partido Peronista y en las elecciones de 1951 y 1954 a partir de la sanción de la ley de sufragio femenino, poniendo particular énfasis en estudiar lo que acontecía en las provincias. Un aspecto destacable de este artículo no es solo el análisis cuantitativo de la presencia de mujeres en el parlamento nacional o en las legislaturas provinciales, incluso en las convenciones constituyentes de las nuevas provincias que se organizaron sobre la base de los territorios nacionales, sino el acento en la interpretación de un proceso histórico desde la perspectiva de género. Como bien señala Barry, las mujeres solo estuvieron presentes en las representaciones de la rama femenina de la organización política del peronismo y no fueron consideradas en la representación gremial, cuestión que no sucedía con los varones que tenían un lugar en la rama masculina y en la gremial al mismo tiempo. Como se destaca en el artículo, las mujeres comenzaron a formar parte de los gobiernos en sus provincias y se incorporaron como dirigentes al Partido Peronista, situación que implicó una participación política real hasta 1955. Luego del golpe militar de ese año los porcentajes de mujeres en las Legislaturas descendieron notablemente.
Ambos ensayos, publicados no hace mucho tiempo, son indicios de un movimiento más amplio sobre el carácter fructífero que tiene la incorporación de nociones de género cuando atraviesa los campos temáticos más tradicionales. Por un lado, las profesiones, como parte de un mundo del trabajo más complejo, con sus saberes y sus prácticas (enfermeras, parteras, asistentes sociales, médicas, abogadas, entre otras)[3] y, como se explica en el texto de Maldonado Salazar (2021), también a la producción de saberes de sociólogas y demógrafas a las que pueden sumarse otras disciplinas, incluidas nosotras las historiadoras. Por otro lado, la política y el complejo universo de las prácticas del Partido Peronista entre 1946 y 1955. El peronismo, convertido en un tópico historiográfico, fue alimentado por una red de investigadores y una prolífica producción, visible en la cantidad de artículos y libros editados.[4] En Quinto Sol los ensayos sobre peronismo se encuentran subsumidos en el campo de la historia social y de la historia política. Género, historia reciente y patrimonio recién aparecen desagregados como preocupaciones historiográficas en los últimos años.[5]
¿Qué nos sugiere este breve análisis? En primer lugar, se destaca la relevancia de la organización y fortalecimiento del campo profesional de la disciplina historia en las universidades públicas a partir de la transición democrática. Un proceso de transformación que fue acompañado por un creciente número de revistas académicas, entre las que incluyo a Quinto Sol. Esas publicaciones daban y dan espacio a las investigaciones propias y, a veces, se abrían a contribuciones procedentes de otros contextos universitarios del país y del extranjero. En segundo término, se hace visible una consolidación de las áreas temáticas tradicionales, renovadas con el planteo de nuevos temas y problemas. La historia social aparece como un gran manto que cobija durante mucho tiempo a otros campos temáticos. No obstante, a lo largo de estos 25 años se verifica también un proceso de fragmentación de intereses en la investigación, con una profesionalización de las subdisciplinas, que tornan más compleja no solo la clasificación –ya que una pesquisa puede estar en varios campos al mismo tiempo–, sino, particularmente, porque evitan un diálogo más amplio sobre el pasado.
Al comenzar a escribir este texto tenía una mirada optimista respecto al cambio conceptual y metodológico que habían tenido la historia de las mujeres, los estudios de género y las historias feministas. Aunque sigo especulando que ese modo de pensar el pasado desplazó a los guardianes de la disciplina para poder reflexionar sobre un mundo del trabajo complejo y generizado, que hurgó en las profesiones que cuidan y protegen a las personas, que ayudó a desarmar la noción de una ciudadanía universal y progresiva para dar cuenta de sus enmarañadas tramas, que impulsó la reflexión de cuestiones culturales como un constructo de discursos sobre diferencias que otorgan significado a las acciones humanas e institucionales. Sin embargo, ahora mi mirada es más mesurada pero, al mismo tiempo, más inquisitiva, no solamente respecto al movimiento de transformación de la disciplina historia en estos cuarenta años de democracia sino también sobre la importancia de revisar atentamente cada una de las experiencias, y a considerar en qué medida la hiperespecialización nos llevó a encerrarnos en la seguridad de nuestros campos para eludir la conversación.
Quinto Sol acogió en sus páginas una nueva historia en el contexto de la democracia. Es posible que el nombre sea un gesto de reconocimiento a la cosmología azteca, aunque sus relatos provienen también de otras culturas mesoamericanas. El Quinto Sol inaugura una nueva era, da lugar al paso incesante del tiempo y pone la creación en movimiento. El grupo de historiadores/as que creó y dio vida a la revista forjó un camino que continúa en el presente.
Referencias bibliográficas
Notas
[1] Para un balance reciente, consultar Sabato (2021).
[2] Véase al respecto los aportes de Bohoslavsky, Bandieri, Fernández, Andújar y Palermo (2018).
[3] Remitimos a la lectura de la compilación realizada por Graciela Queirolo y María Soledad Zárate (2020).
[4] Véase Omar Acha y Nicolás Quiroga (2009), entre otros textos.
[5] El auge de la historia reciente puede seguirse en varios análisis de Marina Franco, Daniel Lvovich y Florencia Levín. Véase el dossier editado por Gabriela Águila y Luciano Alonso (2017).