RESEÑAS

Omar Acha. Los muchachos peronistas. Orígenes olvidados de la Juventud Peronista (1945-1955). Buenos Aires: Planeta, 2011, 252 páginas.

Rocío Guadalupe Sánchez
CONICET/UNICen/UNLPam

En los últimos años se ha conformado un campo específico de estudios sobre el peronismo muy rico en producciones escritas, en el que se proponen nuevas miradas, escalas de análisis y perspectivas teóricas. Como sostiene Juan M. Palacio (2010), desde la historia cultural, la nueva historia política y la historia urbana, surgieron trabajos que, alejándose de posturas patologizantes y acercándose a análisis más críticos, arrojan luz sobre aspectos escasamente estudiados. En este sentido, el libro Los muchachos peronistas. Orígenes olvidados de la Juventud Peronista (1945-1955) se inserta dentro de las nuevas investigaciones que toman al primer peronismo o “peronismo clásico” como objeto de estudio y lo colocan en el centro del debate historiográfico. La lectura de esta publicación da la sensación de haber desempolvado un viejo baúl, oculto y olvidado en el fondo del altillo pero con un contenido por demás valioso y que, una vez recuperado y dado a conocer, se constituye en un antes y un después. Omar Acha revisa un supuesto que parecía a todas luces incuestionable y realiza un cruce de fuentes orales y escritas para discutir que la “gloriosa” Juventud Peronista (JP) posee una genealogía anterior a la conocida.
El autor es historiador, ensayista, docente en la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Cuenta con una prolífica producción académica en libros, artículos en revistas y presentaciones en congresos. En esta obra “pugna por perforar una muralla de convicciones imperturbadas durante largas décadas”. Acha historiza a la JP y la piensa como la construcción de una estrategia juvenil organizada, orientada a la acumulación de poder y acción política. Tras postular que a la JP se le desconocieron sus orígenes, la polémica tesis del autor busca repensar críticamente el peronismo y abre la discusión. Sin lugar a dudas, aunque el investigador advierta que su trabajo tiene un carácter de ensayo, es original, sugestivo y cautivante, no sólo por el propio planteo sino por los interrogantes que libera. Es relevante destacar que la motivación principal del autor provino de su propio presente: la nueva emergencia y participación de los jóvenes en el escenario político.
El libro se estructura en seis capítulos. En el primero se presenta la discusión sobre la que versa el trabajo, el denominado “mito” de la “gloriosa JP” que cristalizó en un saber incuestionable tanto para varias generaciones de peronistas y no peronistas como también en el ámbito académico. En el segundo, el autor se adentra en la búsqueda de esos “orígenes olvidados” e indaga sobre una nueva categoría social: “la juventud”, quiénes eran aquellos jóvenes y cómo Perón llegó a concebirlos como una organización asociativa.
El tercer capítulo profundiza acerca de los orígenes y lazos ideológicos de la primera juventud, aquí el lector podrá advertir sus características iniciales, las agrupaciones que nucleaba, cuyos integrantes tenían en parte antecedentes militantes de muy variadas procedencias -nacionalistas extremos, radicales yrigoyenistas, católicos laicales, laboristas- y otros que se iniciaban en la militancia sin trayectorias previas. Al mismo tiempo, se plantean los obstáculos que cercenaron su consolidación dentro del partido. Para ello se realiza una periodización al interior de esta primigenia JP y se mencionan dos fases del movimiento juvenil peronista: la primera en diciembre de 1951 y la segunda en octubre de 1954.
El cuarto apartado es el más extenso, se amplía la escala de análisis con el objetivo de captar los diferentes ritmos y secuencias de las militancias peronistas juveniles en algunas ciudades capitales del interior del país, tales como Salta, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Santiago del Estero, Jujuy, San Juan, Mendoza, Corrientes, Córdoba, los distritos de Formosa, San Luis, La Pampa y Misiones y el núcleo bonaerense, La Plata y Bahía Blanca.
El capítulo quinto se concentra en el final de esta primera juventud peronista, en el replanteo y el comienzo de lo que será su lugar desde la Resistencia. El sexto, es verdaderamente rico en cuanto a las reflexiones que se plantean sobre el lugar y la definición política de la juventud en el peronismo, las características del proceso formativo y cómo se desarrolló al interior de la institucionalidad partidaria. El libro concluye con un epílogo en el que se mencionan las conclusiones del trabajo. En cuanto al tipo de fuentes utilizadas, las memorias de los antiguos jóvenes peronistas se complementan con documentación primaria, discursos de Perón, diarios, revistas de la época y fotografías.
La hipótesis sobre la que versa la tesis de Acha es que la primera respuesta de las elites peronistas hacia una juventud que estaba surgiendo -como una etapa de la vida propiamente dicha- fue la organización en el marco del asociacionismo “no político”, orientado a las actividades deportivas y culturales, utilizando como herramientas a la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y a la Confederación General Universitaria (CGU). Esta primera juventud no tuvo un proyecto político propio y fue oprimida por la primacía de la “lealtad”. Los ejes centrales del argumento refieren, por un lado, a la discusión en torno al cuestionamiento de la juventud como categoría cultural y política y de los/ as jóvenes como actores culturales y políticos: ¿cuándo nació?, ¿quiénes la conformaban?, ¿cómo se representó a sí misma?, ¿cuándo llega a ser reconocida como un posible agente de cambio social, cultural o político? Por otro lado, al lugar que ocupó la JP en un contexto político en el que, como lo ha apuntado Zanatta (2009), desde el peronismo el objetivo era hacer una “nueva Argentina”, conformar una “comunidad organizada”, orgánica, unida y armónica, donde cada clase social, territorio y actividad desarrollara su función específica.
Acha identifica diferentes “juventudes” peronistas, la primera, es la que pretende dar a conocer a través de su investigación y la segunda, es la que nació en el contexto de la resistencia, un hecho que truncó la consolidación de la primera. En sus propias palabras, el proceso de “peronización” supuso una anacronía entre la definición de los cuerpos organizados del Partido Peronista y la expresión institucional de la JP.
El movimiento peronista tuvo y sigue teniendo un extraordinario éxito; perdura en la memoria de aquellos que lo vivieron en carne propia como un gran momento de ruptura en nuestra historia. Como han advertido varios investigadores, entre ellos Palacio (2010), una parte de la renovación historiográfica busca reinterpretar el peronismo clásico confrontando discurso y práctica, cuánto tuvo de mito y en qué medida se cumplió lo prometido o cuan innovadoras fueron sus políticas públicas y en muchos trabajos, el poder del peronismo aparece desdibujado. En Los muchachos peronistas no ocurre esto último, o por lo menos esa es la sensación que deja su lectura. Se presenta un primer peronismo que pudo contener a la juventud mediante su estructura verticalista.
Algunas de las cuestiones del planteo de Acha que incitan a la discusión refieren a lo que fue o no fue la juventud originaria. Es decir, si el horizonte político de los integrantes de la primera JP era apoyar a lo que ellos consideraban que era un gobierno popular sometido al fuego constante de la oposición y no existía la concepción de una juventud como sujeto político en sí mismo, ¿no se le estaría pidiendo que fuera algo que no podía ser todavía? En este sentido, el análisis de Acha se realiza en clave de “lo que no fue”, ¿por qué no profundizar más en lo que sí fue?, ¿cuál fue el móvil que incentivó a las primeras agrupaciones? Es posible que la primera JP no haya alcanzado una organización propiamente política porque el propio partido político no lo necesitaba, situación que cambió radicalmente luego del ´55. Y uno de los interrogantes más interesantes que surgen de la lectura del libro, es cuánto de autónomas tienen las juventudes en los partidos políticos. Un tema complejo, en el que se pone en juego el carácter idealista intrínseco a toda juventud.
Como sostiene Loris Zanatta (2009), la historia del peronismo es todavía una historia en curso, es la historia de un movimiento que sigue vivo, que ha sorteado infinitas tormentas y cambiado de ropajes. Sin dudas, el ensayo de Acha es una valiosa contribución, brinda claves de análisis y se convierte en un estímulo para aquellos investigadores especializados o que se relacionan de una u otra manera con el tema en cuestión. El autor es el primero en arrojar luz sobre los aspectos de la juventud inaugural del peronismo, coloca las cartas sobre la mesa e incita a revisar de manera crítica un “supuesto mítico”. Otro gran aporte, es el esfuerzo que se realiza por correr el foco del centro bonaerense y dirigirlo hacia el interior del país, una característica de la renovación historiográfica actual. De lectura rápida y clara, es una publicación que, como bien lo señala el autor, puede ser leído por un público que excede al estrictamente académico en virtud de que “(…) no estamos seguros de hasta dónde nuestra construcción se ha sustraído de una fundación mitológica. Quizá lo que aquí concluye no ha sido sino una propuesta contra el olvido” (p. 240).

Referencias bibliográficas

1. MANZANO, V. (2011). Cultura, política y movimiento estudiantil secundario en la Argentina de la segunda mitad del siglo XX. Propuesta educativa, Flacso, N° 35.

2. PALACIO, J. M. (2010). Desarmando el Peronismo. Estudios recientes sobre el período “clásico”. Nuevo Mundo Mundos Nuevos, puesto en línea el 16 janvier 2010. Disponible en: http://nuevomundo.revues.org/index58198.html.

3. ZANATTA, L. (2009). Breve historia del peronismo clásico. Colección nudos de la Historia Argentina. Buenos Aires: Sudamericana.