DOI: http://dx.doi.org/10.19137/qs1134
ARTÍCULOS
Between traditions, regionalism and mutual aid. The Spanish associations in the Gulf San Jorge (1910-1959)
Edda Lía Crespo2
Resumen: Desde las primeras décadas del siglo XX, la creación del “hospital de comunidad” formó parte de los proyectos de la dirigencia de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Comodoro Rivadavia que, retomado en 1947, culminó con la inauguración del sanatorio propio en 1959. En este artículo se analizó cómo las comisiones directivas de las agrupaciones étnicas de la zona en estudio encontraron, en el terreno de las demandas de atención médica, un escenario apto para expandir el asociacionismo voluntario. A comienzos de los años cuarenta hubo un marcado interés del Estado central por regular la vida asociativa, situación que, en principio, fue recibida con beneplácito por las leaderships locales; sin embargo, la creación de la Dirección de Mutualidades y el intento de la Secretaría de Trabajo y Previsión de que las mencionadas entidades dieran cuenta de las condiciones de su funcionamiento interno culminó con el rechazo de la dirigencia del Centro Gallego de Comodoro Rivadavia y de la Asociación Española. Las asociaciones españolas estudiadas cuentan con un considerable patrimonio documental que, sumado a la prensa local consultada, nos permitieron acercarnos a las particularidades del asociacionismo en la zona. Nuestro trabajo se enmarca dentro de un renovado interés de los académicos locales y, sobre todo, del balance colectivo realizado a uno y otro lado del Océano Atlántico.
Palabras clave: Mutualismo étnico; Liderazgos; Hospitales; Golfo San Jorge.
Abstract: From the first decades of the 20th century, the creation of the “community hospital” was part of the projects of the leadership of the Asociación Española de Socorros Mutuos based in Comodoro Rivadavia. Resumed en 1947, it culminated with the inauguration of the clinic of their own in 1959. This article analyzes how managerial commissions of the ethnic groups of the study area found, in the field of health care demands, a land fit to expand voluntary associations. In the early 1940s there was a keen interest on the part of the central State in regulating the associational life, a situation which, in principle, was received with appreciation by local leaderships. However, the creation of the Directorate of mutuals and the attempt by the Secretariat of Labour and Welfare that the mentioned entities accounted for the conditions of its inner workings culminated with the rejection of the leadership of the Galician Centre of Comodoro Rivadavia and the Spanish Association. The studied Spanish associations have a significant documentary heritage, which, coupled with the local press consulted, will enable us to bring us closer to the particularities of the associations in the area. Our work is part of a renewed interest of local academics, and, above all, balance collective performed on one side of the Atlantic Ocean.
Key words: Ethnic mutualism; Leadership; Hospitals; San Jorge Gulf.
Entre tradiciones, regionalismos y socorros mutuos. El asociacionismo español en la zona del Golfo San Jorge (1910-1959)
A principios de octubre de 1945, los integrantes de la comisión organizadora de
los actos del “Día del Mutualismo” dedicaron a Juan Domingo Perón un tomo
donde se compendiaban aspectos legislativos de las asociaciones para la ayuda mutua,
una de las tradiciones más importantes entre las prácticas de la sociedad civil en la Argentina. La edición incluyó un prolijo detalle de las actividades desarrolladas
por los integrantes de la comisión directiva, la transcripción de las sesiones del
Congreso y la mención de las mutualidades que, dispersas por la extensa geografía
argentina, habían contribuido a su organización con todo tipo de subvenciones.3
No fueron ajenas a este movimiento las entidades étnicas ubicadas en los
territorios nacionales, cinco de las cuales se localizaban en el que había sido, hasta
mayo de 1944, jurisdicción del Territorio Nacional del Chubut. Gaiman, Rawson y
Comodoro Rivadavia aportaron $125 como contribución. En el caso de las instituciones
asentadas en este último pueblo, la Asociación Portuguesa de Beneficencia
y Socorros Mutuos aportó $20, su homónima italiana $15, y la entidad más antigua
de la zona, la Asociación Española de Socorros Mutuos, contribuyó con $50, aunque
finalmente no designó ni delegados ni asesores en su representación. Tiempo
después, Ramón Suárez y Bernardo Cores, presidente y secretario del Centro Gallego
de Comodoro Rivadavia respectivamente, remitieron una nota a los integrantes
de la Comisión Pro Derogación Decreto N° 24.499, con sede en Capital Federal,
adhiriendo por unanimidad a su conformación y, en forma paralela, elevaron otra
carta donde manifestaban su preocupación por un decreto que lesionaba sus intereses.4 Las tendencias centrífugas terminaron por consolidarse tras la decisión de la
comisión directiva de la Asociación Española –en noviembre de 1947– de suscribir
un empréstito interno para la construcción del sanatorio social, y se afianzaron
mucho más cuando el 9 de mayo de 1954 se colocó la piedra fundamental. Finalmente,
siguiendo esa tradición, las instalaciones fueron inauguradas el 19 de abril
de 1959.5
La Asociación Española de Comodoro Rivadavia retomó así una importante
tradición del mutualismo étnico en la Argentina, por la cual el manejo de un sector
de la atención médica quedaba en manos de asociaciones voluntarias que controlaban
hospitales de comunidades (Belmartino, 2005; Otero, 2012, p. 237). Esta
tendencia parece contrariar un amplio consenso existente entre los especialistas
en el campo de los estudios migratorios y del asociacionismo, quienes sostienen el
retroceso de las dirigencias étnicas y del mutualismo en el área a partir de mediados
del siglo XX (Devoto y Fernández, 1990, pp. 129-152). Más precisamente, hace casi una década se revitalizaron los estudios sobre dirigencias y liderazgos (Bernasconi
y Frid, 2006), aunque tomaron una dirección diferente a la aquí planteada. Sin embargo,
dentro de esos estudios se destacan los aportes de Pilar González Bernaldo
(2006, pp. 47-65) acerca del papel jugado por las leaderships comunitarias de la
ciudad de Buenos Aires durante el período 1882-1917. Este aspecto ha recibido
escasa atención de parte de una amplia literatura dedicada al abordaje de las migraciones
en la zona (Marquez y Palma Godoy, 1993, pp. 28-49; Ciselli, 2005, pp. 29-79; Baeza, 2007, pp. 391-423; Cabral Marques, 2012, pp. 21-50; Dos Santos y
Torres, 2014, pp. 9-24).
En nuestro artículo se analiza el protagonismo alcanzado por el asociacionismo
español en la zona litoral del Golfo San Jorge durante el período comprendido
entre 1910 (cuando se fundó la Asociación Española de Socorros Mutuos)
y la inauguración del Sanatorio Social (1959). En primer lugar, se examinan las
características del proceso de urbanización y las particularidades de la región en
estudio; luego concentramos nuestra atención en el ejido municipal de Comodoro
Rivadavia, destacando el asociacionismo español y la forma en que las comisiones
directivas constituyeron su capital social. Asimismo, reciben particular atención los
proyectos relacionados con la atención médica de los asociados y del resto de la
población y se rastrean los contactos mantenidos con otras sociedades de socorros
mutuos de la zona. Durante el período analizado, los líderes étnicos debieron
interactuar con funcionarios de diversas jurisdicciones, aunque nos interesan en
particular los contactos con los funcionarios municipales o del Estado central. Para
llevar adelante nuestro trabajo hemos consultado una amplia variedad de repositorios,
tanto de carácter público como privado. Destacamos en especial los libros de
actas, copiadores de cartas, estatutos y bibliografía, conservados en las sedes de las
asociaciones, sobre todo, de las españolas estudiadas. La prensa local y los anuarios
conmemorativos editados durante el siglo XX se encuentran en las bibliotecas
municipales o universitarias de la zona.
Durante la primera mitad del siglo pasado, el desarrollo de las actividades extractivas –eje principal de la economía en la zona litoral del Golfo San Jorge– dio lugar a un proceso de urbanización caracterizado por una fuerte heterogeneidad y fragmentación en la ocupación del espacio, como puede observarse en el siguiente mapa.
Ubicación de las compañías petrolíferas
Fuente: Dirección de Catastro del Municipio Comodoro Rivadavia (Departamento Escalante, provincia de Chubut).
Si bien la fundación de Comodoro Rivadavia se produjo en 1901 tras el hallazgo
de petróleo, fue en 1907 cuando el Estado argentino y empresas de capitales
de distinto origen promovieron la conformación de varios asentamientos, en su mayoría
ubicados al norte del poblado originario. En dicho año, con financiamiento de
recursos públicos se descubrió petróleo en un área ubicada a unos tres kilómetros
hacia el norte de la localidad. Posteriormente, en las cercanías varias compañías de
capitales privados establecieron sus jurisdicciones: en 1916 Astra, considerada la
primera empresa privada argentina, accedió a una concesión de 1500 hectáreas, e
inició de inmediato las actividades de producción. Hacia 1919 los ferrocarriles del
Sud, Pacífico y Oeste conformaron la Compañía Ferrocarrilera del Petróleo (Com.
Fer.Pet), que arrendó una concesión de 1500 hectáreas a unos ocho kilómetros del
poblado; luego, en 1950 el Estado argentino la nacionalizó con el nombre de Petroquímica.
Otra de las empresas, en este caso extranjera, fue la Royal Dutch Shell,
que había iniciado actividades de exploración a unos veintisiete kilómetros al norte
del ejido municipal y que dio origen en 1922 a la Compañía Diadema Argentina,
conformada por capitales holandeses, ingleses y nacionales.
En 1917 se redefinió el ejido municipal tras una serie de conflictos entre las autoridades de la petrolera estatal y sus trabajadores. Así, se procedió a mantener
fuera de esa jurisdicción tanto a los campamentos dependientes de la petrolera
estatal como a los de las compañías restantes. Tal decisión trajo aparejada la exclusión
de la ciudadanía política, a nivel de la jurisdicción municipal, para sus
habitantes, ya fueran varones argentinos o extranjeros.
Por aquellos años, el Estado en su carácter empresarial llevó adelante un
conjunto de acciones sistemáticas, entre las cuales se distinguieron una serie de
emprendimientos asociados al desarrollo de una amplia infraestructura de servicios
sanitarios. Por ejemplo, entre ellos se destacaban la construcción de hospitales
propios y la puesta en marcha de servicios gratuitos de farmacia (Cabral Marques y
Crespo, 2005, pp. 301-347). La atención médica de la población residente en las
jurisdicciones dependientes de las restantes compañías fue ampliada, ya que las
empresas se abocaron a construir hospitales propios: Astra inauguró uno en 1920;
en 1931 lo hizo la Compañía Ferrocarrilera del Petróleo y finalmente, la Compañía
Diadema Argentina culminó en 1934 el proceso de transformación de la pequeña
sala de primeros auxilios en un hospital.
A diferencia de lo ocurrido en la zona bajo influencia de las petroleras,
la Corporación Municipal de Comodoro Rivadavia se organizó políticamente en
1911, aunque las elecciones se anularon poco tiempo después. En 1914 se realizó
una nueva convocatoria, a la que se presentaron dos candidatos: el médico Julio
Ladvocat y el hacendado Máximo Abásolo, quien resultó ganador. Abásolo había
sido uno de los fundadores de la Asociación Española de Socorros Mutuos de Comodoro
Rivadavia en 1910 y, hasta su fallecimiento en 1925, fue la figura política
central del período. Entre 1914 y 1923, la Unión Vecinal controló la mayoría de los
cargos en el Concejo y él ocupó la presidencia. Durante aquellos años los concejales
abordaron cuestiones referidas a la atención de la salud pública de la localidad,
entre las que se destacó en 1920 el proyecto de construcción de un hospital municipal
(Crespo, 2007, p. 102).
En 1914, la Asociación Española de Socorros Mutuos obtuvo la personería
jurídica, se renovaron sus autoridades, se inauguró su edificio social y se comenzó con la recaudación de fondos para la construcción de un hospital de la comunidad.
Muchos de los integrantes de la comisión directiva de la entidad étnica ocupaban
una buena parte de los cargos del Concejo Municipal elegido en 1914. La
consulta de las Actas del Concejo Municipal de Comodoro Rivadavia del período comprendido entre 1914 –cuando volvió a sesionar– y 1924 –cuando se produjo
la segunda intervención– sugiere que la provisión de infraestructura asistencial fue
un tema prioritario en las sesiones. Si bien en la documentación conservada por la
Asociación no se mencionan las razones por las cuales el proyecto de construcción
de un hospital para la comunidad no llegaría a materializarse en las primeras décadas
del siglo XX, entendemos que los conflictos internos de la dirigencia de dicha
entidad derivaron en su ulterior traspaso a la esfera municipal.
Mientras se estrechaban los lazos entre las dirigencias de la asociación voluntaria
más antigua de la zona y los partidos locales, otras entidades del mutualismo
del mismo tenor se fueron conformando entre 1914-1924.6 En 1923, se produjo
un fraccionamiento regional del colectivo español que perduró en el tiempo: se
conformaron la Sociedad Vasca (Euskal Echea) y el Centro Gallego. Estas redes de
protección cercana demoraron casi una década en constituirse, quizá porque en
el contexto de relativa normalidad de la vida política municipal se augurara que
la atención de la salud de la población en el ejido se resolvería rápidamente. El
proyecto del hospital fue retomado en 1926 bajo el estímulo del gobierno nacional
y recibió el apoyo de las otras entidades mutualistas, que comenzaron a realizar
festivales con el objeto de donar lo recaudado para su construcción.7
Quienes habían sido convocados como profesionales por las dirigencias étnicas,
particularmente los médicos Pastor Schneider y Pedro Ciarlotti, terminaron
apropiándose del control de los partidos políticos. Tal situación afectó a los líderes
directamente, ya que a partir de entonces pasaron a ocupar un lugar subordinado
en las nóminas de las parcialidades lideradas por los profesionales mencionados.
Una vez que retornó la normalidad institucional, entre fines de 1932 y comienzos
de 1937 se fue evidenciando una tendencia que también predominó en otras áreas
en que los saberes profesionales avanzaron sobre el control del Estado (González
Leandri, 1997, pp. 31-54; González Bernaldo, 2006, pp. 47-65; Di Liscia, 2008,
pp. 49-69). Durante aquel período, la comuna quedó bajo el control de ambos
partidos que, paradójicamente, acabaron otorgando al conjunto del mutualismo un
espacio más relevante en la gestión de los problemas de higiene de la localidad.
La Asociación Española era la única que, dado su carácter mutualista, contaba
con exenciones impositivas desde la década precedente. En 1933, el Centro
Gallego elevó pedidos similares ante el Concejo Municipal durante la gestión del doctor Pastor Schneider, para lo cual debieron modificar los estatutos, en los cuales
las entidades de socorros mutuos fueron incorporadas a la promoción de la
sociabilidad y la cultura. Las gestiones realizadas ante las autoridades dieron los
frutos esperados: el Centro Gallego y la Asociación Portuguesa de Socorros Mutuos
fueron eximidos de la contribución, aun cuando la medida generó la oposición de
la minoría del Concejo. Schneider hizo extensiva la excepción a Euskal Echea y a
la Asociación Italiana, sin considerar que la mayoría de las asociaciones carecía de
personería jurídica. Durante el período en el que el partido de Schneider (Unión Popular)
permaneció en el poder se produjo un hecho de relevancia para la salud pública
de la localidad: los sucesores de José Menéndez decidieron donar parte de su
patrimonio para la construcción del hospital vecinal (Crespo, 2011, pp. 100-124).
El legado de Menéndez atrajo la atención de la comisión directiva de la Asociación
Española durante la gestión de Jesús Jaureguibeitía –a principios de los años
veinte– ya que el comerciante de origen asturiano y propietario de la Sociedad Anónima
Importadora y Exportadora de la Patagonia había decidido destinar una parte
de su patrimonio a la constitución de un centro español, práctica común de la élite
española en Argentina (Moya, 2004, pp. 290-398). Tras su fallecimiento en 1918 y
de acuerdo con las actas de la Asociación, los integrantes de la comisión directiva
realizaron infructuosas gestiones con los sucesores de Menéndez para la obtención
de la mencionada donación. Las escasas referencias de la prensa local y el relevamiento
de las actas del Concejo municipal, permiten afirmar que finalmente se logró
dicha propuesta en 1934, tendencia detectada también en el Territorio Nacional de
La Pampa entre los años treinta y cuarenta. En ese espacio, también se observa el
interés empresario en intervenir en estas cuestiones y el progresivo y lento avance de
un proceso de centralización de la salud por parte del Estado nacional (Di Liscia y
Rodríguez, 2008, pp. 523-543).
La donación del legado de Menéndez coincidió en 1934 con la conformación
de la Comisión Vecinal Pro Hospital de Comodoro Rivadavia.8 Sus integrantes solicitaron
al Concejo la sanción de una ordenanza que les otorgara facultades autónomas
para proseguir las obras del nosocomio, pretendiendo asimismo la administración y
explotación posteriores tras su habilitación. Figuraban en la nómina de integrantes el
médico Adolfo Phillippeaux, llegado a la zona en 1930 para conducir la Asistencia
Pública, quien fue nombrado presidente. El cargo de vicepresidente primero fue ocupado
por el delegado del Club Social, el odontólogo Juan Perelli, el ingeniero Enrique Ducós lo hacía como vicepresidente segundo. El director de la Escuela Nacional
ubicada en el ejido municipal, Emiliano Moyano, se desempeñaba como secretario.
José Moirón, delegado del Centro Gallego, fue nombrado prosecretario; mientras que
Otto Hinsch, gerente de la Sociedad Anónima Importadora y Exportadora de la Patagonia,
y Enrique Marx, Gerente de la Casa Lahusen, asumieron como protesoreros.
José Sánchez, representante del comercio La Tehuelche, fue designado como revisor
de cuentas. Los delegados que representaban a las asociaciones étnicas integraron
la comisión como vocales. Casimiro Pella, Juan Gorchs, Jack Ballester y Basilio Santillán
fueron convocados en carácter de “vecinos destacados”.9 Adolfo Phillipeaux,
en nombre de la comisión, remitió las actas al gobierno municipal pero no obtuvo
respuesta alguna.
Casi un año después de la conformación de aquella primera convocatoria y
tras haberse realizado nuevas elecciones, la presidencia del Concejo quedó a cargo
del médico Pedro Ciarlotti, luego de lo cual se constituyó la Comisión de Fomento
y Fiscalización de las Obras del Hospital Municipal. Esta vez, en la nómina de “vecinos” se priorizó el papel de las compañías y comerciantes destacados de la
localidad: volvieron a figurar los gerentes de Lahusen y La Anónima, Enrique Marx
y Otto Hinsch, y se sumaron Roque González, Armando Gosio, Casimiro Pella, Miguel
San Martín, Agustín Ibarguren, Julio Cabeza, Pedro A. Barros; mientras que la
presidencia quedó en manos de quien dirigía el Concejo. Menor jerarquía se les
otorgó a los presidentes de la Asociación Española, la Sociedad Italiana, la Sociedad
Portuguesa, la Sociedad Alemana local y del Centro de Propietarios de Bienes Raíces,
los que fueron incorporados como colaboradores. El Centro Gallego no figuró entre
los convocados.10
En los días subsiguientes, la comisión adoptó el nombre de Junta Vecinal de
Previsión Social y Salud Pública y sus objetivos se ampliaron, ya que el proyecto
de ordenanza remitido al Concejo preveía que, en los diez días posteriores a su
sanción, la junta debía presentar un reglamento para el funcionamiento del hospital
que quedaría bajo su jurisdicción. Para el normal desenvolvimiento de sus actividades
y el mantenimiento del nosocomio, la municipalidad traspasaría a la Junta la
administración y explotación de los servicios públicos de gas y agua, que manejaría
de acuerdo con las “las prácticas más eficientes de administración y técnica”.11 La materialización de sus aspiraciones se concretó parcialmente, ya que el 1° de agosto
de 1936 se procedió a habilitar el dispensario de salubridad y el consultorio para los
enfermos pobres de solemnidad en el nuevo edificio destinado a Hospital Municipal,
y éste finalmente fue inaugurado en 1937, aunque su control quedó bajo la órbita de
un conjunto de profesionales contratados por el municipio.
La finalización de las obras del nosocomio coincidió con una nueva intervención
a la comuna, que comenzó en 1937 y se extendió hasta 1943. Un exinterventor,
el comisario César Stafforini, fue designado al frente del gobierno y permaneció en su cargo hasta septiembre de 1943. Como en el caso del Territorio
Nacional de Río Negro (Ruffini, 2008, p. 116), el municipio de Comodoro Rivadavia
permaneció intervenido durante los años que coincidieron con los gobiernos
del primer peronismo y los comisionados fueron designados por el Poder Ejecutivo
Nacional. En el caso que nos ocupa, tras el golpe militar de junio de 1943, el
comisario Stafforini fue reemplazado por el coronel Ángel Solari. Meses después,
el 31 de mayo de 1944, Solari se transformó en el primer gobernador de la zona
militar de Comodoro Rivadavia. La creación de la Gobernación Militar supuso una
reorganización territorial, ya que se modificaron las antiguas jurisdicciones de los
territorios nacionales de Chubut y Santa Cruz, los que pasaron a integrar una nueva
unidad administrativa. Esta nueva jurisdicción fue el escenario construido para
llevar adelante nuevas políticas de salud, que se orientaron hacia la regionalización
y la “unidad de comando” con epicentro en Comodoro Rivadavia (Belmartino,
2005, pp. 109-153). En la capital, en 1947 comenzó a construirse un monumental
hospital regional como parte de la expansión de la infraestructura asistencial de la
gobernación.12
El período comprendido entre la intervención a la comuna en 1937 y la
disolución de la Gobernación Militar en 1955 coincidió con el fracaso por parte de
los líderes étnicos, las compañías de la zona y los partidos políticos en hacerse del
control del hospital vecinal. Sin embargo, quienes dirigían las entidades intentaron
garantizar que sus asociados pudieran ser atendidos. Así, el 1° de septiembre de
1937, el presidente de la Asociación Española Teodoro Cereceda elevó una carta
al entonces comisionado Stafforini en la que solicitaba se autorizara la atención de
sus asociados en el Hospital Municipal recientemente inaugurado. Más específicamente,
Cereceda subrayó que se le concediera a la Asociación tal “derecho”. El
comisionado elevó el pedido al director del hospital, quien sostuvo que el nosocomio
era patrimonio del “enfermo de reconocida pobreza”.13 El comisionado Stafforini priorizó, como en anteriores intervenciones, la atención de enfermos carentes
de recursos (Crespo, 2014, pp. 84-103). La escasa capacidad del hospital fue otro
de los argumentos esgrimidos por el interventor, quien decidió que “debía posponerse”
la internación de los enfermos de sociedades de socorros mutuos y demás
entidades de beneficencia local. El comisionado municipal elaboró una resolución
y notas de contenido similar que fueron remitidas al presidente de la Asociación
Española y a otras sociedades étnicas ubicadas en el ejido municipal, como así también
a las comisiones de fomento de Sarmiento y Las Heras, localidades ubicadas
en los territorios nacionales de Chubut y Santa Cruz respectivamente.14 En las décadas
siguientes, el Centro Gallego y la Asociación Portuguesa de Socorros Mutuos
elevaron peticiones similares, que también fueron rechazadas.15
En 1950, las asociaciones anteriormente mencionadas –en forma conjunta
con la Asociación Española– y su homónima italiana organizaron un baile-kermesse,
cuyo producto líquido fue destinado a la campaña iniciada por la comuna a
favor de los internados en el Hospital Municipal. Hasta ese momento, las entidades
parecían conservar la esperanza de asistir a sus asociados en el hospital vecinal. Es
comprensible que, al conmemorarse el quincuagésimo aniversario de la fundación
del poblado en 1951, la prensa local destacara que aquel hospital “era la obra del
pueblo de Comodoro Rivadavia para el pueblo de Comodoro Rivadavia” y subrayara
que habían contribuido a tan noble fin “las entidades mutualistas, centros
recreativos y clubes deportivos” (Brohman, 1951, pp. 163-164).
Durante los años treinta aumentaron las demandas de atención médica, de
modo que correspondió a la entidad más antigua de la localidad impulsar la inauguración
del consultorio, habilitado en octubre de 1939 en los altos del edificio
social y construido originariamente con fines recreativos. La comisión directiva designó al facultativo Eduardo Podestá como su responsable y determinó la compra
de un equipo de rayos X marca Westinghouse. La inauguración del consultorio
generó competencia entre los servicios prestados por otras entidades mutualistas,
como lo certifica la reunión de la comisión directiva del Centro Gallego efectuada
en noviembre del mismo año, donde se abordó el nombramiento de Serafín González
como médico de la Asociación, a la par que se establecían sus honorarios. La
cobertura de rayos X era una primordial medida de propaganda de los logros de la dirigencia, ya que la “tuberculosis de los españoles” se asociaba a los migrantes de
esa procedencia, y en especial a los de origen gallego (Armus, 2007, pp. 149-158).16
Casi al mismo tiempo, la Inspección General de Justicia comenzó a exigir la
modificación de los estatutos sociales de las entidades mutualistas con el objetivo
de otorgarles personería jurídica. En el caso del Centro Gallego, que la obtuvo el
24 de enero de 1939, los trámites comenzaron durante la presidencia de José Moirón
y finalizaron en la gestión de Bernardo Cores. Actividades similares realizaron
la Asociación Portuguesa y la Sociedad Damas de Beneficencia, que obtuvieron la
personería durante esos años. Cabe aclarar que el interés del Estado nacional por
regular las actividades de las asociaciones voluntarias se profundizó a partir del
golpe militar de junio del 1943. En octubre, en el marco de la creación de la Dirección
Nacional de Salud Pública y Asistencia Social dependiente del Ministerio
del Interior, correspondió al coronel Ángel Solari (nombrado como comisionado
municipal) recabar información completa de las sociedades de beneficencia y de
socorros mutuos sobre la forma en que prestaban servicios médicos y asistencia
social. Con el objeto de solucionar los problemas vinculados a esas cuestiones, el
Departamento Nacional de Higiene remitió un cuestionario.
La Asociación Española –a través de Lázaro Campos– y la Euskal Echea fueron las únicas que respondieron a la convocatoria efectuada y aportaron los
datos solicitados. Entre la información requerida, las entidades debían dar cuenta
del número de socios en dos fechas precisas: 31 de agosto de 1942 y 31 de
agosto de 1943. En el caso de la española los datos fueron los siguientes: de 984
asociados que había en 1942, la cifra ascendió a 1048 un año después. En cuanto
a Euskal Echea la suma no varió: 41 socios.17 Con respecto al Centro Gallego, las
actas de reunión de la comisión directiva dan cuenta de la solicitud por parte de
la comisaría de la localidad de brindar información de corte similar (cantidad de
asociados, copia de estatutos). De acuerdo con las actas consultadas, las razones
por las cuales el Centro permaneció al margen de la anterior convocatoria estuvieron
relacionadas con nuevas confrontaciones entre los candidatos de las dos listas
presentadas, además de serias irregularidades en el recuento de votos informadas
al Ministerio de Justicia. Los conflictos derivaron en la solicitud de la elaboración
de un fichero de socios; asimismo, se resolvió realizar una campaña de “conscripción”
de asociados. Los enfrentamientos continuaron durante 1944 y finalizaron en noviembre de 1945.18
Mientras tanto, en agosto de 1944, la Secretaría de Trabajo y Previsión absorbió
las funciones de asistencia social y creó la Dirección de Mutualidades, a
través del decreto N° 22.499/45, aunque no se generó un acompañamiento del
mutualismo al proyecto político de la Secretaría (Belmartino, 2005, p. 111). La
información relativa a la actitud que tomaron las entidades mutualistas en la zona
permite observar que tanto la Asociación Portuguesa de Beneficencia y Socorros
Mutuos como su homónima italiana y la Asociación Española de Socorros Mutuos
habían aportado sumas para la realización del Congreso de Mutualidades, que sirvió
de base para la elaboración del posterior decreto. Precisamente, la última de
las mencionadas fue la única que, habiendo adherido al congreso, no designó ni
delegados ni asesores en su representación.
En el caso del Centro Gallego, una vez normalizado el funcionamiento de la
comisión directiva, correspondió al nuevo presidente Ramón Suárez y al secretario
Bernardo Cores remitir una nota a los integrantes de la Comisión Pro Derogación
Decreto N° 22.499, que funcionaba en Capital Federal, en adhesión por unanimidad
a su conformación, de acuerdo con lo que atestigua el libro copiador de cartas
de la entidad de enero de 1946. En forma paralela, elevaron al Director de Mutualidades
otra carta en la cual subrayaban que el decreto “lesionaba grandemente las
actividades mutualistas en su doble faz moral y material”.19 El rechazo por parte del
Centro se vinculaba con la presión económica que deberían ejercer las entidades
mutualistas sobre los asociados. Entre las nuevas disposiciones, los socios, además
de la cuota mensual correspondiente a su categoría, debían aportar dos cuotas
adicionales de 50 centavos cada una en los meses de junio y diciembre, importe
que sería ingresado en la cuenta del fondo para viudas. Igualmente, debía abonarse
una contribución obligatoria de 10 centavos mensuales para ser depositados en el
Banco Central a la orden de la Dirección de Mutualidades.
La experiencia con que se contaba en la localidad no favorecía la confianza
de las dirigencias del mutualismo étnico hacia las autoridades municipales. El
Centro Gallego donaba sistemáticamente fondos para la construcción del Hospital
Municipal y el último pedido de internación fue rechazado por el comisionado
municipal en 1943. Por lo tanto, no existían garantías de que si cumplían con los
aportes al Policlínico Mutualista los asociados recibirían la atención médica solicitada.
Asimismo, la nueva normativa obligaba a las entidades a mantener un caudal
de afiliación, que en el caso del Centro Gallego pondría en cuestión su misma existencia, dado que hacia 1937 apenas superaba los 100 asociados. Agregado a
esto, la Secretaría de Trabajo y Previsión preveía que las entidades estaban obligadas
a dar cuenta, asiduamente, de las condiciones de su funcionamiento interno.
La opinión fue compartida por otras comisiones directivas de las asociaciones étnicas, entre las cuales figuraban la Asociación Portuguesa y la Asociación Española,
ambas durante ese período intercambiaron copias de los estatutos y de las
modificaciones exigidas por el decreto mencionado. Entre la documentación de la
Asociación Portuguesa se encuentra copia del acta N° 836 de la Asamblea General
Ordinaria de la Asociación Española de Socorros Mutuos y otra de sus estatutos. La
asamblea realizada el 28 de marzo de 1948 contó con la presencia de 53 socios,
y también se mencionaba una asamblea previa realizada en 1947, donde se había
considerado el proyecto de estatutos y reglamentos de acuerdo con las exigencias
establecidas por el decreto ley N° 24.499/45. El mencionado proyecto, elevado a
la Dirección de Mutualidades el 21 de mayo de 1947, tuvo modificaciones que
fueron comunicadas por nota el 3 de febrero de 1948. De acuerdo a los requisitos
solicitados a las entidades, se establecieron los fines que perseguiría la Asociación
Española.20
Las prioridades de dicha asociación voluntaria eran por entonces brindar
asistencia médica, medicamentos, maternidad, profilaxis social, servicio funerario,
sepultura y panteón social, pensiones y subsidios por vejez e invalidez, primeros
lutos, fondo para viudas, subsidios por fallecimiento, establecimiento de servicios
profesionales en general para todos los asociados, sanatorio para áreas de reposo,
reeducación de enfermos y accidentados, farmacia propia, hospital para la internación
reglamentaria, hogar de ancianos, biblioteca social y cualquier otro servicio
complementario cuya finalidad fuera “la ayuda y protección mutua”.21
Los directivos de la entidad, como Lázaro Campos –quien respondió la encuesta
solicitada por el Departamento Nacional de Higiene en 1943–, tenían plena
conciencia de las prestaciones médicas que ofrecía la sociedad, entre las que figuraban:
asistencia médica en consultorio y domicilio e internación en el Hospital
Español de Buenos Aires u otro de la localidad por cuenta de la Asociación. Los
socios tenían derecho a radiografías, radioscopias, ultravioleta, diatermia y análisis.
Se realizaron un total de veintidós operaciones. En el informe de 1943, Campos subrayó que la entidad ocupaba un local propio, adquirido con el producto de las
cuotas y la recaudación obtenida en festivales, y aclaraba que no contaban con
subsidios de ninguna naturaleza.22
Si bien el presidente respondió al requerimiento del Ministerio del Interior,
bajo su mandato comenzó a discutirse la posibilidad de contar con un sanatorio
propio; así se retomaron a nivel de la Asociación los lineamientos llevados adelante
durante su gestión como concejal en la primera mitad de los años treinta. A partir de
la creación de la Gobernación Militar en mayo de 1944, el contexto local comenzó a adquirir un cierto aire de familia con el régimen franquista, al cual Campos y su
sucesor en la presidencia de la Asociación Española, Francisco Gabella, se oponían.
El Centro Gallego compartía esos principios con la dirigencia de la Asociación
Española. Tras la finalización de la Guerra Civil las dos asociaciones contaban
con miembros de sus comisiones directivas que integraban el Centro Democrático
Español, asociación de perfil antifascista (Crespo, 2013, pp. 11-12).23
El 20 de noviembre de 1947, las autoridades de la Gobernación Militar
anunciaron la construcción de un monumental hospital regional. Al día siguiente,
la prensa publicó una pequeña nota en la cual se informaba a la población que la
Asociación Española de Socorros Mutuos iniciaba entre sus asociados la emisión de
bonos correspondientes al empréstito, cuyo objeto era solventar los gastos demandados
por la construcción del sanatorio. La obra estaba programada por la comisión
directiva que presidía Francisco Gabella. Numerosos asociados efectuaron su aporte;
el cronista del diario El Rivadavia subrayó que el proyecto fue acogido por toda
la colonia española con el mayor beneplácito.24
La Asociación adquirió un solar ubicado en la calle Mitre, destinado de
antemano a la construcción del sanatorio. Con el propósito de contactarse con los
propietarios del terreno se formó una comisión integrada por Francisco Gabella,
Juan Gorchs y Eladio Cánova que tuvo a su cargo la función de concertar la operación
de compra, que finalmente fue autorizada. A partir de ese momento se abocaron
completamente a recaudar el dinero necesario para tal fin, a través de bailes de carnaval y la promoción de rifas. En 1950, bajo la presidencia de Teodoro Villalobos,
se realizaron entrevistas con maestros mayores de obra y arquitectos en pos
de confeccionar el proyecto que sirvió de base para el plano definitivo. La comisión
determinó que la edificación del sanatorio se realizaría por etapas.
El 9 de mayo de 1954 se colocó la piedra fundamental del futuro sanatorio
social. Las actividades contaron con la asistencia del gobernador militar de Comodoro
Rivadavia, coronel Atilio Dell Oro, y del comisionado municipal Martínez
Muro. Plácido Pulgar, en su carácter de integrante de la comisión directiva y vicecónsul
de España, abordó en su discurso los hitos de la vida de la Asociación, subrayando
que culminaban en el acto de bendición de la piedra del sanatorio social. En
la síntesis esbozada remarcó especialmente el afán de progreso de las comisiones
que habían regido los destinos de la institución; también se mencionaron años fundamentales
en la vida de la entidad: el surgimiento (1910), la primera sede (1913) y
su incendio (1920), así como declaraciones que distinguían las gestiones de Toribio
Larrea, Bernardo Reviriego y Teodoro Cereceda. Pulgar destacó:
“nos hallamos aquí reunidos, mancomunados en nuestros ideales para poder vislumbrar en un futuro próximo, el moderno sanatorio de la Asociación Española, a nuestros asociados, a la población de Comodoro Rivadavia…a todos aquellos que lleguen a sus puertas buscando alivio a sus sufrimientos”.25
Cinco años más tarde, el 19 de abril de 1959, se inauguró oficialmente el sanatorio social. La ceremonia se realizó esta vez en presencia de Antonio Morán, intendente de Comodoro Rivadavia, quien elogió la capacidad de la comisión directiva. La prensa local dedicó una sección al “poder de la Acción Privada”.26 Por entonces, la Gobernación Militar era un dato del pasado, ya que su jurisdicción fue disuelta en 1955 y sus proyectos en materia de infraestructura sanitaria demoraron más de una década en concretarse. El hospital regional fue inaugurado finalmente en 1968 (Marquez y Palma Godoy, 1993, pp. 111-117). Como contrapartida, los proyectos en esa materia de la Asociación Española se fortalecieron. En 1959, si bien era presidida por Cipriano Alonso, dos impulsores del proyecto del sanatorio, Aser Menéndez y Francisco Gabella, figuraban como protesorero y vocal, respectivamente. Las palabras pronunciadas por el presidente de la Asociación aquel día subrayaron la continuidad de los objetivos de la dirigencia étnica: “Vamos a inaugurar un edificio que fue anhelo de sus fundadores y una preocupación de sus anteriores directivos”. Alonso destacó que para materializar sus proyectos los líderesétnicos “estábamos respaldados por asociados y pueblo de Comodoro Rivadavia”.27
En la última década los estudios sobre la sociabilidad asociativa pusieron
especial énfasis en el protagonismo alcanzado por el mutualismo étnico en la
construcción del Estado social (González Leandri y González Bernaldo, 2013, pp.
11-22). En este sentido, al focalizarse la atención en la creación de “hospital de
comunidad”, proyecto de particular relevancia para la dirigencia de la Asociación
Española de Socorros Mutuos de Comodoro Rivadavia, hemos podido acercarnos a
la cuestión desde un estudio local. Al carecer de hospitales de comunidad propios,
las entidades étnicas en su conjunto estaban interesadas en ofrecer una cobertura
más amplia a sus asociados. La cuestión del “hospital vecinal” se transformó en
un horizonte compartido y, de esta manera, comenzaron un acercamiento que se
profundizó en las décadas analizadas. Determinados empresarios asturianos y sus
descendientes –José Menéndez y Alejandro Menéndez Behety– realizaron donaciones
relevantes para materializar la provisión de infraestructura hospitalaria de
la localidad. Estas prácticas aportan al significado de la noción de “vecino” en la
zona, la que refería a un conjunto de solidaridades y expectativas moralizadoras de
la sociedad, donde el ámbito municipal se concibe como la escuela en la que los
propios “vecinos” ejercen una tutela moral sobre el conjunto de sus habitantes, además
de materializar sus expectativas ciudadanas. Tales eran precisamente algunas
de las escasas atribuciones de los concejos municipales en los territorios nacionales
(Ruffini, 2008, pp. 109-128; Crespo, 2011, pp. 124-126).
Durante los años de la Restauración Conservadora las transformaciones políticas
en España adquirieron un cariz que modificó el panorama asociativo de la
zona, pues coincidieron con la emergencia de una generación de dirigentes cuyos
nombres marcaron el perfil de las entidades estudiadas, ya que sus gestiones fueron
fundamentales para definir la orientación recreativa o mutualista hasta nuestros
días. Merced al incremento de las demandas de atención médica de los asociados,
las comisiones directivas encontraron un terreno apto para expandir el asociacionismo
voluntario, sus aspiraciones de liderazgo e, incluso, para llevar adelante un proyecto que aspiraba ejercer el control del hospital vecinal inaugurado en 1937. A
comienzos de los años cuarenta se produjo un renovado interés de parte del Estado
central en regular la vida asociativa, situación que en principio fue recibida con
beneplácito de parte de la dirigencia de la Asociación Española y del Centro Gallego.
Sin embargo, la creación de la Dirección de Mutualidades y el intento de parte
de la Secretaría de Trabajo y Previsión de que las mencionadas entidades dieran
cuenta de las condiciones de su funcionamiento interno culminó con el rechazo de
la dirigencia del Centro Gallego y de la Asociación Española, y, en el caso de esta
última se retomó un antiguo proyecto que culminó en 1959 con la inauguración
del sanatorio propio.
Desde principios del siglo XX, los españoles habían sido el colectivo más
numeroso entre los migrantes en las jurisdicciones de los territorios de Chubut y
Santa Cruz, de allí que al analizar la composición general de la población, Fernando
Devoto considerara a ambos territorios dentro del área integrada por las
provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Mendoza, la Capital Federal y el Territorio
Nacional de La Pampa (Devoto, 2003, p. 298). El litoral del Golfo San Jorge sigue en
sintonía con los tres grandes ciclos de relación entre Argentina y España propuestos
por Asunción Merino Hernando (2014, pp. 235-241). Si atendemos al liderazgo
ejercido por las comisiones directivas de las entidades étnicas y la dimensión alcanzada
por el mutualismo como fórmula asociativa, nuestro estudio se enmarca
también en la línea propuesta por Alejandro Fernández (2014, pp. 209-233). Para
finalizar, coincidimos con Manoel Núñez Seixas (2014, pp. 35-56) respecto de la
importancia asignada al cambio de escala y de foco, que redunda en beneficio de
nuevas investigaciones como la aquí propuesta.
Notas
1 El artículo sintetiza aspectos abordados en la Tesis de Maestría en Historia inédita titulada Comunidades mineras, prácticas asociativas y construcción de ciudadanías en la zona litoral del Golfo San Jorge. Comodoro Rivadavia y Caleta Olivia, 1901-1955, defendida en septiembre de 2011 en la Universidad Nacional de San Martín. Una versión preliminar de este trabajo se expuso como ponencia en “Sociedades, cuerpos y saberes biomédicos. V Taller de Historia Social de la Salud y la Enfermedad”, realizado del 3 al 5 de octubre de 2012 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Agradezco a la Esp. Cristina Massera (UNPSJB) por la elaboración del mapa y muy especialmente a la Dra. María Silvia Di Liscia y a los evaluadores externos de Quinto Sol por sus recomendaciones y sugerencias.
2 Sede Comodoro Rivadavia Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco (Chubut)/Unidad Académica Caleta Olivia Universidad Nacional de la Patagonia Austral (Santa Cruz). Argentina. Correo electrónico: eddaliacrespo@gmail.com.
3 Perón se desempeñó como presidente Honorario del Congreso de la Mutualidad desarrollado en Capital Federal en 1944. Cámara de Diputados de la Nación (1945, pp. 202 y 257). Biblioteca del Centro Gallego de Comodoro Rivadavia, Chubut.
4 Libro Copiador de Cartas, 1946, p. 410. Centro Gallego de Comodoro Rivadavia, Chubut.
5 El Rivadavia, 21 de noviembre de 1947, p. 4. Biblioteca Municipal de Comodoro Rivadavia (BMCR), Chubut. El Chubut, 19 de abril de 1959, p. 4. Biblioteca de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Comodoro Rivadavia, Chubut.
6 Por fuera del colectivo español que estudiamos surgieron la Sociedad Italiana, la Sociedad Polaca, la Unión Germánica y la Sociedad Portuguesa de Beneficencia y Socorros Mutuos.
7 Una nueva intervención municipal en 1927, que perduraría hasta 1932, demoró nuevamente la concreción del proyecto del hospital, aun cuando se prosiguió con las actividades para reunir fondos.
8 El Chubut, 29 de junio de 1934, p. 6. Biblioteca de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Comodoro Rivadavia, Chubut. La práctica instituida por José Menéndez fue continuada por su hijo mayor, Alejandro Menéndez Behety, fallecido en 1949. La municipalidad de Comodoro Rivadavia recibió la donación del legado en 1952. El Rivadavia, 24 de mayo de 1952, p. 1. BMCR, Comodoro Rivadavia, Chubut.
9 Expediente 291, Tomo V-C, 19 de abril de 1934. Archivo Histórico Municipal de Comodoro Rivadavia, Chubut (AHMCR).
10 Resoluciones y Decretos, 1933-1938. AHMCR, Chubut.
11 La copia del Proyecto de Ordenanza se encontraba entre los papeles sueltos correspondientes a la tramitación de la personería jurídica. Asociación Portuguesa de Beneficencia y Socorros Mutuos de Comodoro Rivadavia, Chubut.
12 El Rivadavia, 21 de noviembre de 1947, p. 4. BMCR, Chubut.
13 Expediente 864-A, 1° de septiembre de 1937. AHMCR, Chubut.
14 Expediente 864-A, 1° de septiembre de 1937. AHMCR, Chubut.
15 Expediente 902.A, 23 de marzo de 1950. AHMCR, Chubut.
16 Libro de Actas II, acta 199, folios 166-167. Centro Gallego de Comodoro Rivadavia, Chubut. La tendencia se hizo presente en otras sociedades mutualistas de la zona, como la portuguesa y la italiana, las que encararon actividades similares durante el período.
17 Expediente 2493-M, 6 de noviembre de 1943. AHMCR, Chubut.
18 Libro de Actas II. Centro Gallego de Comodoro Rivadavia, Chubut.
19 Libro Copiador de Cartas, 1946, p. 410. Centro Gallego de Comodoro Rivadavia, Chubut.
20 La copia del acta de la Asamblea General Ordinaria, la de los estatutos de la Asociación Española de Socorros Mutuos y las modificaciones que debían realizárseles a estos se encontraban entre los papeles sueltos conservados en la secretaría de la entidad portuguesa. Asociación Portuguesa de Beneficencia y Socorros Mutuos de Comodoro Rivadavia, Chubut.
21 Copia de Estatutos de la Asociación Española de Socorros Mutuos, 1947. Asociación Portuguesa de Beneficencia y Socorros Mutuos de Comodoro Rivadavia, Chubut.
22 Expediente 2493-M, 6 de noviembre de 1943. AHMCR, Chubut.
23 Lázaro Campos y Francisco Gabella se desempeñaban respectivamente como vicepresidente y vocal titular del Centro Democrático Español en 1940. Esta entidad absorbió las actividades del Centro Republicano Español disuelto por el gobierno argentino y se vinculó a la Federación de Sociedades Democráticas Españolas. El Centro Gallego local adhirió al Centro Republicano Español en abril de 1938 (Crespo, 2011, pp. 106-111).
24 El Rivadavia, 21 de noviembre de 1947, p. 4. BMCR, Chubut.
25 El Rivadavia, 10 de mayo de 1954, p. 2. BMCR, Chubut.
26 El Chubut, 19 de abril de 1959, p. 4. Biblioteca de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Comodoro Rivadavia, Chubut.
27 El Chubut, 19 de abril de 1959, p. 4. Biblioteca de la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco, Comodoro Rivadavia, Chubut.
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Fecha de recepción de originales: 18/05/2014.
Fecha de aceptación para publicación: 19/06/2015.