DOI: http://dx.doi.org/10.19137/pys-2022-290204
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DOSSIER
Memorias de las crisis en la experiencia transnacional: el caso de las migraciones de retorno de España a Argentina
Memories of the crisis in the transnational experience: the case of return migration from Spain to ArgentinaLaura Cassain
Syracuse University, España.
lcassain@gmail.com
Resumen: Este artículo analiza las migraciones de retorno a Argentina en el contexto de la Gran Recesión ocurrida en España entre 2008 y 2014. Argumentamos que las crisis forman parte de la experiencia transnacional, conectan los lugares de partida/destino y articulan sentidos prácticos. Los hallazgos se basan en una investigación cualitativa. Analizamos en los discursos los significados de las crisis, pues estas son relevantes tanto por su impacto sobre las condiciones de vida como por su sentido sociohistórico, a partir del cual se articulan marcos interpretativos que guían las trayectorias migratorias.
Palabras clave: Argentina-España; Retorno; Transnacionalismo; Crisis
Abstract: This article analyzes the transnational dimension of return migrations to Argentina within the context of Spain’s Great Recession (2008-2014). We argue that crises are part of the transnational experience, that they connect departure and destination points, and that they articulate practical meanings. These findings are based on qualitative research: through discourse, we analyze the meanings of crises since they are relevant not only because of their impact on living conditions but also because of their socio-historical meaning, from which interpretative frameworks shape migratory trajectories.
Keywords: Argentina-Spain; Return migration; Transnationalism; Crisis
Recibido: 10/05/2022 - Aceptado: 06/09/2022
Introducción1
Dentro de los estudios migratorios los movimientos de retorno han constituido una dimensión específica de indagación. La producción académica sobre el tema en las ciencias sociales, aunque minoritaria, ganó impulso desde mediados del siglo XX. A nivel internacional, el estudio de las migraciones de retorno emergió como respuesta al evidente cambio de direccionalidad de los flujos migratorios, a la relevancia de los convulsos contextos sociohistóricos que rodearon estos procesos y, específicamente, a la preocupación de los Estados receptores (King, 1986). Momentos de crisis económica y financiera como la Gran Depresión de 1929 o la Crisis del Petróleo de 1973 alentaron algunos estudios clásicos sobre las migraciones de retorno en el marco del sistema migratorio transatlántico y europeo, respectivamente (Saloutos, 1956; Rhoades, 1976, 1977, 1978, Cardelús y Pascual de Sans, 1979; Pascual de Sans, 1983). Para el caso argentino, las migraciones de retorno se analizaron en relación con distintos flujos de emigración y los contextos que en cada caso los enmarcaron. A continuación, repasamos brevemente los antecedentes de este campo de indagación.
Los primeros saldos migratorios negativos de argentinos/as se registraron durante la década de los cincuenta. Las salidas estaban asociadas al golpe de Estado de 1955 que interrumpió el segundo gobierno peronista e implementó una política económica liberal y antiestatista (Novick, 1992). La nueva emigración revirtió la historia del país como lugar fundamentalmente receptor (Lattes, 1986). Sin embargo, los flujos de aquellos años fueron casi imperceptibles (Mira Delli-Zotti y Esteban, 2003) y escasamente explorados (Jensen, 2011). La investigación sobre el tema será más sistemática a partir de la década del sesenta y setenta. Estos trabajos analizaron la movilidad de migrantes cualificados (científicos, profesionales y técnicos) (Oteiza, 1969; Bertoncello, 1986) y su relación con los distintos acontecimientos políticos, económicos y sociales de una época caracterizada por golpes de Estado, restablecimientos democráticos inestables y un aumento de la conflictividad social (Calvelo, 2011).
Entre estos trabajos destacamos la investigación de Sara Pallma (1974), pionera en el estudio del retorno de las migraciones cualificadas. Entre sus hallazgos, Pallma identifica algunos factores de influencia para futuras reemigraciones como la diferencia entre sistemas científicos, la carencia de infraestructuras y recursos o la inestabilidad de la carrera académica. Asimismo, considera que la inestabilidad y la crisis del contexto político y económico pueden determinar esta decisión. Con ello pone de relieve la dimensión dinámica y procesual de las trayectorias migratorias y considera a los profesionales retornantes como potenciales emigrantes.
La emigración desde Argentina se incrementó en años previos a la última dictadura militar y se acentuó con el exilio político producto del terrorismo de Estado a partir de 1976. En estos años España cobrará protagonismo como país de destino. Además de los motivos lingüísticos y culturales, las relaciones establecidas por la emigración masiva de españoles a Argentina hasta 1930 y el exilio republicano durante los años cuarenta y cincuenta orientaron los flujos de salida (Jensen, 2011; Mira Delli-Zotti y Esteban, 2003). El regreso del sistema democrático a Argentina se vio acompañado del retorno de los exiliados. A partir de 1983 y 1984 se evidenció un incremento y aceleración de estos flujos y las investigaciones de aquel entonces abordaron algunos aspectos problemáticos de estas experiencias, ya fueran de índole administrativa, como también de ajuste psicológico y social a la realidad que en aquel entonces atravesaba el país. Aquellos trabajos demostraron que las dificultades económicas no disuadieron a los/las emigrantes de regresar al país pero sí afectaron sus procesos de reinserción (Cazaux y Lépore, 1985; Maletta y Szwarcberg, 1985). Asimismo, identificaron no solamente que el retorno era un fenómeno minoritario, sino que también se producían reemigraciones (Colectivo IOÉ, 1987). El saldo migratorio durante 1983 y 1984 se mantuvo negativo y al inicio del período democrático coexistieron desplazamientos en ambas direcciones (Bertoncello y Lattes, 1986; Actis y Esteban, 2007). A finales de los ochenta se registra un nuevo incremento en las salidas producto de los efectos del episodio inflacionario de aquellos años. Esta tendencia en la emigración de argentinos/as se sostendrá, con variaciones, durante la siguiente década y ganará peso a finales de los noventa (Calvelo, 2010, 2012). Desde entonces la emigración de argentinos/as estará asociada a fenómenos eminentemente económicos. La evolución general de estas movilidades indica que la emigración argentina que se inició a mediados del siglo XX no hizo más que reforzarse hacia finales de este.
La crisis económica, política y social del 2001 en Argentina enmarcó uno de los últimos flujos migratorios de salida y la vertiginosidad con la cual se incrementaron fue algo inédito en la historia del país (Esteban, 2003). España se convirtió en el nuevo destino preferido y en 2009 el stock de argentinos/as en España superaba en un 80% al de Estados Unidos, otro destino clásico (Cerrutti, Maguid y Díaz Gil, 2011). La magnitud de las llegadas a España fue especialmente importante a partir del año 2000 y “en el plazo de tres años llegaron más personas desde Argentina que las que se habían establecido a lo largo de más de dos décadas” (Actis y Esteban, 2007, p. 229). En resumen, en el período 2000-2010 la población empadronada de personas nacidas en Argentina se incrementó un 265,3% (Esteban, 2015). La producción científica sobre este fenómeno fue especialmente prolífica y se analizó un amplio abanico de temas: la dimensión demográfica, la migración familiar, la inserción y trayectorias laborales, y los procesos de movilidad social, entre otros (Actis y Esteban, 2007; Cerruti y Maguid, 2010; Jiménez, 2011; Gandini, 2014; Esteban, 2015).
A la luz de este breve recorrido, durante la segunda mitad del siglo XX, observamos cómo las migraciones internacionales de los/las argentinos/as han estado atravesadas por múltiples coyunturas políticas y socioeconómicas. Kessler (2015) resume que durante este período:
Argentina fue afectada en forma sucesiva o conjunta por casi todos los factores que profundizan la desigualdad: crisis macroeconómicas severas, hiperinflación, ajustes estructurales, aumento del desempleo, dictaduras, liberalización comercial, rápida acumulación de capital, modernización tecnológica supletoria de mano de obra y períodos de debilidad de actores laborales (p. 29).
Estos factores se anudaron a cada nueva fase emigratoria consolidando el fenómeno y permearon la evolución de los procesos de retorno. En este artículo analizamos un nuevo estadio en este recorrido, las migraciones de retorno de España a Argentina en el marco de la Gran Recesión. La crisis económica, política y social ocurrida en España a partir del 2008 cambió las dinámicas migratorias y afectó también a los flujos de argentinos/as. La Gran Recesión marcó un cambio de ciclo en el desarrollo económico de España y permite distinguir dos fases: expansión hasta 2007 y crisis desde 2008 (Cachón, 2012). Si durante la fase de crecimiento (1995-2008) España creó el 29% de los puestos de trabajo en Europa (UE-15), durante la recesión (2008-2013) el 82% de los empleos destruidos correspondieron a la economía española (de Castro y Pedreño, 2015). La tasa de desempleo aumentó del 10,6 al 25,9 entre 2008 y 2014 y alcanzó el 37,7 en el caso de la población extranjera (Cachón, 2015). La crisis afectó especialmente el empleo en la construcción, la industria y los servicios, nichos donde los/las migrantes (incluidos los/las argentinos/as) se habían insertado en el mercado laboral (Esteban, 2015). El cambio de coyuntura se reflejó en los flujos migratorios. Por un lado, disminuyó el volumen de llegadas. Por otro, se incrementó el número de salidas de población extranjera y española (Mahía, 2016). Estas tendencias se replicaron también en el caso argentino.2
Junto con otras investigaciones recientes que, a la luz de este contexto de crisis en el país de destino, estudiaron los procesos de retorno y no retorno desde una perspectiva transnacional (Schmidt, 2014; Cassain, 2018; Rivero, 2019; Herrera, 2022) en este artículo analizamos los puntos de conexión entre las experiencias de las crisis en Argentina y en España. Sostenemos que la relación entre los contextos y los procesos de retorno merecen mayor atención ya que, a menudo, cuando se analizan estas movilidades en tiempos de crisis se obvian los sentidos heterogéneos que estos escenarios adversos adquieren en las trayectorias migratorias. Las migraciones de retorno se desarrollan en un espacio transnacional que articula experiencias colectivas y marcos interpretativos conformados no sólo por la coyuntura específica del lugar de destino, sino también por aquello que ha acontecido y acontece en los lugares de partida. El objetivo de este artículo es analizar la dimensión transnacional de estas experiencias aproximándonos a su carácter sociohistórico. Para ello, más allá de los argumentos economicistas, ponemos el foco en los sentidos sociales que las crisis tienen en las movilidades de ida y vuelta. De acuerdo con Koselleck (2012, p. 19), desde esta perspectiva el análisis de cualquier acontecimiento –en este caso, las crisis como tales– debe abordarse desde una doble dimensión: sincrónica y diacrónica. Mientras la aproximación sincrónica hace referencia al “presente del acontecimiento”, la aproximación diacrónica pone el énfasis en “la profundidad temporal” que forma parte de todo suceso actual. Las siguientes páginas se dedican a rastrear en los discursos los sentidos de las crisis asociados a estas dos dimensiones. En otras palabras, analizamos cómo los relatos sobre las trayectorias migratorias y los procesos de retorno están atravesados por las experiencias de las crisis pasadas y presentes, de aquí y de allí y qué sentidos prácticos se articulan a partir de la elaboración de memorias compartidas y de los procesos de resignificación de los pasados, presentes y futuros, tanto en Argentina como en España.
Antes de presentar los resultados dedicamos unas páginas a comentar brevemente la metodología de la investigación. En la sección siguiente abordamos algunos aspectos teóricos que refieren a dimensiones relevantes para el análisis (crisis, migraciones, transnacionalismo y memorias). A continuación, presentamos los principales hallazgos y, por último, compartimos algunas conclusiones a modo de cierre.
Metodología
El contenido de este artículo forma parte de una tesis doctoral cuyo objetivo general es estudiar las migraciones de retorno de España a Argentina en el contexto de la Gran Recesión. Estas movilidades se enmarcan en trayectorias migratorias que en los lugares de partida y destino han estado atravesadas por crisis económicas, sociales y políticas. Así pues, se trata de comprender cómo, en general, las migraciones de retorno se articulan en las trayectorias migratorias, y cómo, en particular, lo hacen a la luz de los contextos sociohistóricos de Argentina y España en el cambio de siglo.
Este trabajo sostiene que las migraciones de retorno forman parte de un proceso que se teje a lo largo de trayectorias que implican un continuo entre emigración, inmigración y retorno. Asimismo, las trayectorias se (re)producen imbricadas en un espacio social transnacional, conformado por un conjunto de experiencias y relaciones desplegadas en múltiples coordenadas espacio-temporales. A su vez, dichas coordenadas conectan las condiciones de (re)producción de la movilidad entre los contextos sociohistóricos de partida/destino. Esta aproximación al estudio de las migraciones de retorno como proceso, y no como evento (Olsson, 2004), implicó seleccionar algunas herramientas teórico-metodológicas específicas: 1) Enfocar el estudio en las trayectorias para comprender los fenómenos migratorios, dejar atrás las divisiones establecidas entre emigración, inmigración y retorno, y entender que estas dimensiones conforman una misma realidad social. 2) Realizar una aproximación etnográfica multilocal, siguiendo la trama de los retornos a través de narrativas que yuxtaponen contextos y experiencias para rastrear objetos de estudio móviles y multilocales (Marcus, 2001). 3) Emplear un enfoque biográfico e incorporar los relatos de vida, no sólo como técnica, sino también como práctica de observación y reflexión que permite cuestionar marcos conceptuales y epistemológicos y construir paulatinamente nuevos enfoques en el proceso de investigación (Bertaux, 1999).
El trabajo de campo se realizó entre los años 2012 y 2014. En total se realizaron 66 entrevistas semi-estructuradas, correspondientes a 53 trayectorias migratorias.3 Se registraron 146 horas de grabación. Todo el material fue transcrito y procesado para su análisis con la ayuda del software RQDA. La muestra se compone de 23 hombres y 30 mujeres que emigraron a España entre los años 1998 y 2008 (61% entre 2001-2003, 22% entre 2004-2008, 17% entre 1999-2000). La mayoría retornó a Argentina entre 2009-2013 (66%), un 25% entre 2006-2008 y el 8% restante en el período 2002-2005. En los discursos de quienes regresaron antes del 2008, la Gran Recesión no aparece como motivo directo del proceso de retorno. Sin embargo, para quienes volvieron alrededor de ese año la crisis económica ya resuena en el contexto español, y de forma indirecta se relaciona con la decisión de volver, en tanto las expectativas dejaron de ser prometedoras. En los discursos de quienes regresaron a partir del año 2009 el contexto económico recesivo de España adquiere peso entre los motivos para el retorno, aunque esto no clausura su combinación con otros factores (motivos familiares-afectivos y profesionales). No hay que perder de vista que los discursos se recogieron una vez que se produce el retorno, cuando la crisis en España ya ha cristalizado y, por tanto, tienen una función estratégica a la hora de aportar coherencia y solidez a las trayectorias y decisiones tomadas por los/las informantes. Sin embargo, ello no impide rastrear en los relatos las tensiones, contradicciones y ambivalencias que los atraviesan.
A nivel general, la investigación se construyó como una práctica de rastreo de los retornos (en plural) y sus mutaciones en distintas fases de las trayectorias; persigue su despliegue a través de las experiencias y percepciones que los/las migrantes tienen sobre el retorno como idea, mito o imaginario, pero también como práctica material. En este artículo en particular, el análisis del material empírico se enfoca en cómo las migraciones de retorno se articulan sincrónica y diacrónicamente en un espacio transnacional que involucra múltiples ensamblajes espacio-temporales y delimita no solo las condiciones materiales de (re)producción de la movilidad, sino también los sentidos sociales de las crisis que la enmarcan.
Crisis, migraciones y memorias: la articulación de marcos interpretativos en la experiencia transnacional
Analizar las migraciones de retorno de España a Argentina supone una interesante ocasión para pensar cómo las crisis forman parte de la experiencia transnacional y se convierten en un elemento de conexión entre distintos contextos sociohistóricos, cuyos sentidos prácticos pueden articular modos de actuar o imaginar/interpretar cada uno de esos escenarios y a partir del cual se tejen las trayectorias migratorias. Para llevar a cabo este análisis comenzamos por definir algunos conceptos que nos ayuden a pensar cómo los marcos interpretativos a partir de los cuales se atribuye sentido a las crisis se articulan en la experiencia transnacional. Para ello, revisamos algunas relaciones entre crisis económicas, migración y el rol de las memorias colectivas.
El concepto crisis, según Koselleck (2012), puede aplicarse a todos los ámbitos de la vida y hace referencia a la inseguridad, el sufrimiento, la incertidumbre de un futuro. En su dimensión histórico-conceptual -que deriva del griego krino- guarda relación con la acción de elegir, de separar, en definitiva, con la toma de una decisión que implica alternativas extremas. Así, abarca ámbitos internos y externos de la vida, decisivos para los individuos y para su comunidad. El término “crisis” incluye además una “teoría del tiempo” (Koselleck, 2012, p. 133): tanto del “momento adecuado” para llevar a cabo una acción eficaz, como de la “falta de tiempo”, entendida como incertidumbre y a la vez necesidad de una predicción. La crisis implica entonces tomar una decisión, realizar una apuesta y, consecuentemente, asumir algún riesgo. Por último, otro sentido del término que apunta Koselleck, y que aquí nos interesa, es el que refiere directamente a la definición de “crisis económica” y su carácter iterativo. Estas crisis, de temporalidad periódica, marcan un umbral de época y un proceso de transformación caracterizado por la aceleración, los conflictos y resquebrajamientos (Koselleck 2012, p. 135). Las migraciones objeto de este análisis, atravesadas por tiempos de crisis en general, y económicas, en particular, bien pueden enmarcarse en estas definiciones: la migración afecta ámbitos decisivos de la vida, tanto de los individuos que participan de estos procesos como de sus comunidades. Quedarse o partir, de allí o de aquí, son las alternativas entre las que elegir en cualquier fase de la trayectoria migratoria (emigración, inmigración, retorno). Todas ellas suponen una apuesta, asumir riesgos, afrontar la incertidumbre del futuro y aferrarse a las expectativas.
Acerca de las crisis económicas Sayad apunta que para los/las migrantes implican una crisis total porque sus repercusiones se manifiestan en todos los ámbitos de la vida. Cuando en situaciones de crisis económica la población se enfrenta al hecho material de la pérdida del empleo o se instala la disputa simbólica por las posiciones en el mercado de trabajo, la legitimidad (precaria) de la presencia inmigrante queda puesta en cuestión, de allí la amplitud de su repercusión. Las condiciones objetivas y los principios que definen la (e/in)migración pueden obviarse durante los períodos de fuerte crecimiento económico, en tanto es necesario recurrir masivamente a la fuerza de trabajo, pero se mantienen latentes y se evidencian en este tipo de coyuntura. En términos de Sayad:
La crisis del empleo es evidentemente para el inmigrante una crisis de sus condiciones materiales de vida, aunque es también, y de modo más fundamental, una crisis interna, una crisis de toda su personalidad, una crisis de todas sus condiciones sociales, morales y culturales de vida, una crisis de legitimidad (Sayad, 1989, cit. en Gil Araujo, 2010, p. 256).
Además de la experiencia de crisis total, hay que considerar los sentidos que las personas migrantes atribuyen a las crisis en función de su capital de origen. Según Sayad (2010), se trata de un capital heredado de la historia social y tradición cultural a partir del cual las personas migrantes otorgan al trabajo una significación específica, relacionada a las condiciones sociales de producción de la emigración y que informa sus percepciones y posiciones en el marco de la sociedad de destino.
Esta idea nos invita a pensar, para el caso argentino, qué percepciones y posiciones informa esa herencia social en relación con los significados de la crisis. Para ello, seguimos a Grimson (2004) y su análisis de la relación entre crisis y procesos de identificación nacional. El autor propone una concepción experiencialista enfocada en “los sedimentos culturales y políticos de la historia vivida” (Grimson, 2011, p. 163). Su análisis se centra en la experiencia compartida y argumenta que “ese conjunto de personas socialmente desiguales y culturalmente diferentes que se consideran miembros de una nación comparten experiencias históricas marcantes que son constitutivas de modos de imaginación, cognición y acción” (Grimson, 2011, p. 180). Entre algunos hitos, Grimson destaca la experiencia de un genocidio, de la inestabilidad institucional, de la hiperinflación, de la convertibilidad y del corralito, entre otras.
Al indagar la relación entre migraciones y crisis desde esta perspectiva nos interesa comprender cómo las trayectorias migratorias y los procesos de retorno se tejen a partir de estas lógicas de identificación, ahora, transnacionales. La perspectiva transnacional, que emerge en los años noventa, nos ha permitido estudiar las relaciones sociales, políticas, económicas y culturales que los/las migrantes sostienen entre los países de origen y destino (Vertovec, 2004) y comprender cómo conforman un campo social transnacional que enmarca sus experiencias, la toma de decisiones y los procesos de identificación conectando simultáneamente dos o más localidades (Glick Schiller, Basch y Blanc-Szanton, 1992). Los/las migrantes (re)construyen sus vidas simultáneamente imbricadas en más de una sociedad (Caglar, 2001) y el mantenimiento de conexiones transnacionales constituyen prácticas alternativas de adaptación (Portes, 2003; Vertovec, 2004). Cabe pensar que, así como estas prácticas son estratégicas en la inmigración, también lo serán en los procesos de retorno, en tanto una vez que este se produce las relaciones, vínculos, lealtades, identificaciones y prácticas articuladas en el marco de los campos sociales transnacionales no tienen por qué desaparecer.
El análisis de las migraciones recientes entre España y Argentina requiere ser contextualizado en esta miríada de espacios y tiempos. Se trata, pues, de un “vivir transnacional” (Guarnizo, 2003, p. 670), entendido como un activo y dinámico campo de intercambio social, que depende tanto de los recursos y la posición sociocultural de los/las migrantes, como de los contextos históricos de las localidades en las cuales enraízan sus vidas. Resulta significativo que, en algo menos de una década, las movilidades en cuestión se sitúen –a ambos lados del Atlántico– en contextos caracterizados por ciclos de crecimiento económico, posteriores recesiones y crisis económicas, sociales y políticas. Es decir, se trata de pensar cómo estas experiencias históricas compartidas permiten conectar distintos contextos y articular sentidos prácticos, es decir, modos de imaginar, interpretar y actuar en cada uno de esos escenarios.
Para rastrear estas conexiones analizamos los discursos considerando que todo relato está atravesado por “trabajos de memoria”, en tanto implica a individuos “activos en los procesos de transformación simbólica y de elaboración de sentidos del pasado” (Jelin, 2002, p. 14). Esta elaboración de sentidos se basa tanto en memorias autobiográficas –experiencias vividas “en carne propia” e “hitos centrales de la vida de quien recuerda” (Jelin, 2002, p. 33)–, como en la elaboración de memorias colectivas, sobre las que cada memoria individual constituye un punto de vista (Halbawchs, 2004). Así, los relatos sobre el pasado se (re)construyen a partir de recuerdos personales que participan de un proceso dialógico porque “la sucesión de recuerdos, incluso los más personales, se explica siempre por los cambios que se producen en nuestras relaciones con los distintos medios colectivos” (Halbawchs, 2004, p. 51). En otras palabras, los recuerdos se evocan mediante la articulación de memorias individuales y sociales, autobiográficas e históricas y no pueden aislarse completamente de los marcos sociales donde se localizan.
Por todo ello, resaltamos la relevancia de los marcos colectivos de la memoria a la hora de analizar los discursos. Por un lado, porque de acuerdo con Halbwachs (2004), estos marcos “no se reducen a fechas, nombres y fórmulas” en tanto “representan corrientes de pensamiento y experiencia en las que sólo encontramos nuestro pasado porque ha sido atravesado por ellas” (p. 66). Por otro, porque dichos marcos interpretativos están sujetos a procesos de resignificación a la luz de nuevos procesos históricos, coyunturas y escenarios sociales y políticos que modifican tanto la comprensión de las experiencias del pasado, como las interpretaciones del presente y la construcción de las expectativas a futuro (Jelin, 2002). De esto se desprende que además de las referencias espaciales de la experiencia transnacional también tenemos que considerar las múltiples referencias temporales. En tanto en el análisis de los discursos los sentidos de la temporalidad se establecen de manera que el presente contiene y construye tanto las experiencias del pasado como las expectativas a futuro (Jelin, 2002).
Así pues, la articulación de los marcos interpretativos en la experiencia transnacional debe analizarse considerando estas múltiples referencias espacio-temporales. Por un lado, las experiencias pasadas de la(s) crisis en Argentina están contenidas en los relatos de la e/inmigración y las expectativas propias de esa fase de la trayectoria. Por otro, los discursos sobre la inmigración y la crisis en España también formarán parte de un tiempo pasado conforme se relata la experiencia del retorno y emergen nuevamente los discursos acerca de las expectativas. A analizar estas cuestiones estarán dedicadas las siguientes páginas.
Memorias de los tiempos de crisis (y los tiempos de bonanza): más que motivos para ir o volver
Para Halbwachs (2004) no es tanto el pasado aprendido de la historia, sino los tiempos históricos y colectivos atravesando las experiencias de los grupos los que articulan los marcos sociales de la memoria colectiva y permiten fijar ciertos recuerdos y evocar pasados. Con el paso del tiempo se aprende a situar la propia trayectoria en la historia de una época que la marca y que se distingue de otras. Pero los sentidos de este carácter situado adquieren relevancia en el tiempo presente. Como explica Jelin (2002, p. 24), hay acontecimientos aparentemente “nuevos” para los actores que “activan” recuerdos del pasado. Estos recuerdos son significativos para determinadas coyunturas actuales porque se insertan en “estructuras de sentido preexistentes”, en marcos culturales que sirven como herramientas para interpretar dichas circunstancias.
Partiendo de esta idea, analizamos cómo las memorias de los tiempos de crisis y las experiencias pasadas en el lugar de origen participan en un campo transnacional de sentidos donde se articulan los marcos interpretativos de la experiencia migratoria. A partir del análisis del material empírico identificamos tres construcciones discursivas que conforman estos marcos: en primer lugar, aquellos discursos enfocados en las comparaciones entre los tiempos de crisis y los tiempos de bonanza. En segundo lugar, los relatos centrados en la proyección de esquemas interpretativos de la crisis del 2001 sobre la Gran Recesión y, por último, las construcciones discursivas que analizan las dis/continuidades entre ambas crisis y que tensionan y resignifican los imaginarios de cada contexto.
Tiempos de crisis vs. tiempos de bonanza: entre el escepticismo y el sentido de oportunidad
Las experiencias pasadas en el lugar de partida colaboran en la configuración de los marcos interpretativos en el lugar de destino. Observamos esto en los discursos relativos a la inmigración donde emergen las comparaciones entre las coyunturas de Argentina y España, los contextos de partida/llegada y los tiempos de crisis/bonanza. En este tipo de configuración narrativa se articulan los “marcos de referencia” (Goffman, 2006, p. 11) a partir de los cuales se atribuye sentido a la experiencia migratoria. En las entrevistas se mencionan con frecuencia aspectos cotidianos que contraponen los tiempos de crisis y recesión del momento de la emigración de Argentina con los tiempos de bonanza y prosperidad de los inicios de la inmigración en España: la escasez vs. la abundancia, las restricciones de la vida cotidiana vs. el despliegue de prácticas de consumo, la conflictividad social y política del lugar de origen frente a una aparente concordia y estabilidad del lugar de destino. Así resumía el contexto de llegada uno de los entrevistados:
Veníamos del 2000, todavía no era ‘crisis, crisis’ en Argentina, pero era el final del menemismo […] Ahí estaba el país casi en llamas […] El panorama de Argentina de esa época era ese: desocupación, problemas financieros, todo se complicaba un poco. Y, llegar a Madrid, un 8 de diciembre, la gente comprando para navidad, yo no lo podía creer. […] era una fiesta. Me pareció bajar en otro mundo.4
Más allá de estas interpretaciones más inmediatas, basadas en primeras impresiones, nos interesa comprender cómo estas comparaciones se conectan con y resignifican el propio pasado y las expectativas de futuro. Los cuestionamientos que caracterizan los primeros tiempos de la inmigración se resumen en una pregunta, propia de la perspectiva situacional: “¿Qué es lo que está pasando aquí?” (Goffman, 2006, p. 8). Pero al responderla, otro interrogante interpela a los/las migrantes: qué es lo que está pasando/pasaba allí. Así pues, los/las migrantes recurren a experiencias vividas y esquemas interpretativos originados en el lugar de partida para dar sentido al nuevo contexto. Se trata de una lógica discursiva que puede observarse en la siguiente cita:
Yo decía: ¿cómo es esto? porque yo no lo puedo creer, estar trabajando un par de meses y ya ahorrar plata, que me llame un banco a ofrecerme créditos de 15 mil euros, ¡a mí! ¡Cecilia! ¡22 años! ¡Que no corto ni pincho en ningún lado! [ríe]. Me llamaban ¡bancos! Claro … en Argentina, en la vida había podido acceder a un crédito de 200 pesos. Y yo me acuerdo, la primera vez que me llamaron de un banco, decirle: ‘no, pero vos te estás equivocando, yo hace seis meses que llegué a vivir a España’… Fue muy loco todo eso.5
Estos marcos de referencia, articulados a partir de experiencias vividas en Argentina, ahora trascienden las localidades donde fueron originados –forman parte de un campo transnacional de sentidos– y conducen “haceres guiados” (Goffman, 2006, p. 24) en la experiencia migratoria. Nos detenemos algo más en el caso de Cecilia porque ilustra bien esta cuestión. Su trayectoria estuvo fuertemente marcada por la inestabilidad durante décadas. El declive económico familiar se inició a finales de los ochenta y empeoró a partir de 1992, con el desempleo de su padre. Después de trabajar durante dos décadas como operario en una fábrica del cordón industrial rosarino, tras algunos años de conflictividad laboral, lo despidieron sin pagarle indemnización. Al no poder afrontar los pagos del crédito hipotecario les embargan la vivienda. Las tensiones desencadenaron la separación de sus padres y del grupo familiar. Ella y sus hermanos intentaron resolver cada uno su situación. Cecilia comenzó a trabajar a los 15 años y afrontó su propio desempleo a partir del año 2001. En el 2005 decidió migrar a España con su pareja, donde ya vivían algunos de sus hermanos. Su experiencia, marcada por eventos críticos durante su adolescencia y juventud, condicionó sus formas de entender y vivir en el lugar de destino.
Gracias a dios nunca accedí a un crédito, ni a una hipoteca, creo que porque… yo tenía ahí en mi infancia… había vivido tanta amargura con el tema de las hipotecas y tan mal con el tema de los créditos en los 10 años de Menem, que tenía un rechazo a pedir cualquier tipo de crédito y cuota que… ¡Yo no quería tener ni tarjeta de débito! Que en el trabajo me obligaban. Bueno, me acuerdo que la guardaba en el cajón ¡para no ir gastando plata innecesariamente! Ni en cuotas ni a crédito, le tenía terror a todo eso. 6
A relatos que enfatizan los factores individuales de una trayectoria de época, se suman otros discursos donde aparecen elementos colectivos que apuntan a lógicas de identificación propias de un marco cultural. Nos referimos con esto a una particular concepción del tiempo histórico donde las debacles económicas y los episodios de inestabilidad política ocurren con cierta frecuencia. Se trata de una construcción propia del contexto nacional argentino, articulada a lo largo del siglo XX, donde “los tiempos de prosperidad son siempre algo efímero, transitorio, y los tiempos de malestar algo siempre esperado, siempre próximo, siempre inevitable” (Visacovsky, 2010, p. 2). Así pues, el tiempo transcurre entre períodos de bienestar e incertidumbre en función de los cuales se trazan las expectativas y los planes a futuro. Aunque el nuevo contexto en la inmigración parecía distinto y ofrecía oportunidades casi inmediatas (trabajo y acceso a crédito), estas lógicas que orientan las prácticas en el lugar de origen continúan activas en destino. En la siguiente cita observamos cómo estas estructuras de sentido preexistentes permean las experiencias en la inmigración:
Esto es muy nuestro, de pensar que la situación es así hoy, aquí, y ahora. También sabemos que las cosas cambian, y que un día estás y otro día no tenés nada… Yo pensaba… O sea, cuando los veía ¿no? Que se endeudaban… ¡¿Cómo te fiás de algo tan inestable como un trabajo?!... Por más que llevaras ahí cinco, seis, siete años. No sé, uno lo tiene ahí tan arraigado el tema de: bueno, me endeudo a esto que es lo que puedo pagar, porque va a ser a un año, no a 25 años […]. Me parecía una locura que trabajaras un mes sólo para pagar una hipoteca. No es real, no es sostenible […]. Esto es una bomba que estalla en cualquier momento ¡No podés vivir así!7
La sedimentación de estas vivencias pasadas constituye la base de esquemas interpretativos que alimentan una mirada escéptica y proyectan en el nuevo contexto imágenes propias de otro tiempo y lugar. Una mirada que arrastra presencias espectrales: los “fantasmas de la experiencia argentina” (Grimson, 2004, p. 191) que la inmigración no logra hacer desaparecer, al menos no por completo, tal como se desprende de los discursos analizados.
La experiencia histórica de la crisis del 2001 es relevante a la hora de configurar los marcos de referencia en el lugar de destino, sin embargo, las conexiones establecidas no son unívocas; por un lado, los sentidos de las crisis se articulan en relación con los tiempos de bonanza, por otro, los vínculos entre los contextos de partida y destino pueden resultar ambivalentes. Entre los hallazgos de este análisis identificamos que las comparaciones entre los lugares de origen y destino, entre el pasado y el presente, se tensionan y debaten entre la familiaridad y la extrañeza. Como explica Lasén (2000) “la relación con el pasado a través de la memoria está marcada por dialécticas contradictorias” (p. 229), así pues, es posible trazar algunas continuidades y discontinuidades. Mientras al analizar la dimensión sincrónica de los discursos observamos claros contrastes entre los contextos de Argentina y España en el momento de la emigración (crisis vs. bonanza), desde un punto de vista diacrónico identificamos ciertas continuidades que tensionan la lectura del contexto de llegada por sus posibles implicaciones a futuro. Nos referimos a los discursos que conectan los tiempos de bonanza y comparan la coyuntura de la década del noventa en Argentina, con la década del 2000 en España. Así expresa esta idea uno de los entrevistados:
En esa época, estaba muy con la cabeza de laburar, porque la veía, digo: no puede ser esto así. Encima ya con los noventa acá, si bien uno era chico, pero por lo que te contaban, por como uno había vivido, era todo inflado, pero después se pagan las consecuencias. Ya estábamos en el 2006 y vos decís: no, el mundo no es así. Ni en Estados Unidos había visto esa facilidad para crédito y para todo. ¡¿A dónde vas?! Entonces no, decía: aprovechá, laburá y juntá guita porque esto acá ¡va a explotar en cualquier momento!8
Las personas entrevistadas establecen diferencias claras entre los contextos de crisis y prosperidad de Argentina y España en el momento de la emigración, pero también identificaban similitudes entre estos espacios que las llevaron a mantenerse en alerta. A partir de esta experiencia transnacional, articulada por las vivencias pasadas y presentes aquí y allí, los/las migrantes definen las coordenadas desde las cuales orientar sus estrategias migratorias. Las decisiones relativas al trabajo, el ahorro, la inversión, o el crédito, y las expectativas de futuro estarán mediadas por estos marcos de referencia. Observamos en los discursos cómo las personas entrevistadas se debatían en la inmigración entre mantener la desconfianza y las precauciones alimentadas por los pasados vividos en el lugar de origen y a su vez aprovechar estratégicamente las nuevas oportunidades que ofrecía el lugar de destino.
Entre las múltiples experiencias históricas que configuran estos marcos interpretativos, en los discursos destaca la referencia a los últimos tiempos de bonanza y crisis en Argentina, identificados con los 90 y el 2001, respectivamente. De acuerdo con los resultados sostenemos que ambas categorías –sedimentadas recientemente en las memorias colectivas– se relacionan entre sí y la segunda se manifiesta como el límite de la primera. Para algunos sectores de clase media, como a los que pertenece la población objeto de este análisis, el carácter ficticio de los años de bonanza –marcados por la convertibilidad peso-dólar, el consumo de bienes importados, el acceso al crédito, etc.– quedará en evidencia a medida que transcurren los años noventa, aumenta el desempleo, la economía entra en recesión y desemboca en la crisis económica, social y política a finales del año 2001. Mediante esta secuencia narrativa de eventos recientes se configura el marco de referencia de las experiencias de la inmigración y a partir del cual los sujetos identifican en el nuevo escenario algunas huellas, algunos rastros de otros tiempos y lugares que, a modo de indicios, sugerían que los tiempos de bonanza que atravesaba España, tarde o temprano, también mostrarían sus propios límites.
Crónicas de una “nueva” crisis en la experiencia transnacional
Mientras en la sección anterior analizamos cómo las experiencias pasadas de las crisis en Argentina se anudan en la inmigración a la hora de otorgar sentido y orientar las prácticas en el lugar de destino, en las siguientes páginas nos enfocamos en cómo estas conexiones adquieren nuevos sentidos en el contexto de la Gran Recesión en España. Como plantea Visacovsky (2004, p. 153), cualquier narrativa se sostiene en una serie de operaciones que implican tanto “clasificaciones de eventos y sujetos (individuales o colectivos)” como el “establecimiento de una secuencia temporal”, no necesariamente lineal o cronológica. Para ello, identificamos a partir de qué acontecimientos, sujetos y secuencias se narran los eventos críticos en el lugar de destino y cómo estos se anudan en el relato con memorias del pasado (de la emigración y la inmigración) y con las expectativas depositadas en la migración de retorno.
Los discursos analizados oscilan entre los relatos que perciben la Gran Recesión en España como el desenlace previsible de un período de prosperidad insostenible o irreal y aquellos otros que manifiestan sorpresa frente a un giro inesperado de los acontecimientos. Ambas versiones, aunque contrapuestas, muestran algunos elementos narrativos en común.
En primer lugar, identificamos en los discursos un momento inicial que refiere a los primeros cambios en la percepción del contexto del lugar de destino. Transcurridos algunos años desde la llegada y tras asentarse las diversas trayectorias en la inmigración (laborales, familiares, residenciales, etc.), los/las migrantes suspenden temporalmente aquella mirada escéptica alimentada por el juego de contrastes que permeaba las primeras impresiones. Durante algunos años predomina la sensación de estar aprovechando las oportunidades que ofrece un entorno próspero donde abundan las ofertas de empleo (aunque a menudo precario), las posibilidades de financiación e inversión en proyectos personales o profesionales (para adquisición de viviendas o emprendimientos), el acceso a ciertos bienes de consumo y formas de ocio (vehículos, tecnología, viajes, etc.), y la cobertura de servicios públicos considerados de calidad (salud, educación o transporte). Esta experiencia de bienestar no desaparece repentinamente, aunque se identifican los años 2008-2009 como el momento en que reemergen las sospechas sobre la estabilidad de aspectos de la vida cotidiana que hasta el momento parecían asegurados. El primero que se pondrá en cuestión será el empleo, especialmente cuando este empieza a mermar. Como explicó un entrevistado, tras algunos años de “prosperidad”, la crisis se comienza a “vislumbrar”:
Cuando nosotros fuimos allá, todos empezaron a prosperar. Hubo unos años, hasta el 2008, que fueron bastante buenos. Yo creo que hasta el 2008, que el sueño se terminó, que ya todo el mundo vislumbraba… […] Al principio teníamos 15 pagas, estábamos recontra bien. Yo me operé la boca, viajamos un poco por ahí. Pero en el 2008, chau. Ahí empezó, que yo perdí el laburo... empezó a ir mal todo. Y bueno, yo pensando que la situación económica iba a mejorar.9
La segunda fase de la narrativa está marcada por un cambio en la percepción de la crisis en España como una coyuntura de corto plazo. Inicialmente los/las migrantes creían que la situación no supondría grandes cambios, que se revertiría pronto y sería algo pasajero. Sin embargo, transcurridos unos años, tanto los datos económicos, como la dirección de las políticas implementadas y las vivencias cotidianas comenzaron a indicar lo contrario. La crisis había llegado para quedarse, las consecuencias serían mayores a las previstas y su alcance se extendería en el tiempo. En esta instancia, la evocación de ciertas memorias de los tiempos de crisis en Argentina recobra protagonismo en los discursos. Las personas entrevistadas mencionan el desempleo y la precariedad en aumento, el riesgo país y la amenaza permanente, las políticas de recorte del gasto público y sus repercusiones, el desánimo generalizado y los padecimientos cotidianos. Algunos repertorios de lucha y formas de resistencia, como los acampes en las plazas, los escraches a políticos o las ollas populares, también resuenan en los relatos y anudan las experiencias de estos años en la inmigración con las vivencias pasadas de las crisis en el país de origen. En el caso de algunas personas entrevistadas, estos ecos atravesaron sus procesos de toma de decisión del retorno.
Yo me fui en un momento bastante puntual de España. Porque yo veía que se venía negro. […] Y un poco me hizo acordar a todas las medidas que se tomaron antes del 2001 acá. Reajuste, recorte, reajuste, recorte, a la mayoría de la gente, no a la minoría. A la gente laburante… que la matás cuando le sacás 200 euros de un sueldo o cuando no pueden acceder a un hospital de la manera que accedían antes… ¿entendés lo que te digo? A lo cotidiano de la gente… se está haciendo lo mismo que cuando pasó el 2001 acá.10
En un tercer momento, identificamos en los discursos que las referencias a los eventos críticos en España ya no solo se convierten en un elemento que resignifica el escenario del lugar de destino, sino que conecta las experiencias críticas del pasado con las expectativas de futuro en la trayectoria migratoria. En estos relatos las personas entrevistadas ponen el énfasis en la magnitud de la crisis y en las repercusiones que tuvo en sus experiencias en la inmigración. Si bien en algunos casos los/las migrantes consideran haber tomado la decisión de volver en el momento justo, adelantándose al agravamiento de la situación, en otros casos narran como durante algunos años, previos al retorno, experimentaron los efectos de los tiempos de crisis en España. En estos casos se reviven las incertidumbres, miedos y estados emocionales asociados a episodios similares en el pasado. En palabras de Pazos Garciandía (2002), se trata de formulaciones de memoria donde la función expresiva resulta primordial y se manifiesta a través de “evocaciones, de sensaciones o impresiones” (p. 120) como las que describe el siguiente entrevistado:
La cotidianeidad, los últimos tiempos fue… la verdad que bastante mal […] Porque me hacía acordar a lo que fueron… el 2000 acá [en Argentina]. […] Eso de tener el tiempo y no tener guita. Buscar laburo y tener que morfarse una bastardeada, de que te pagan dos monedas. Yo no voy a laburar por dos monedas. Eso lo tenía claro. […] Yo cuando estaba acá tenía 25 años… pero me acuerdo de los noventa, ya había una recesión importante en Argentina. Me acuerdo de no tener nada que hacer. El tiempo… […] O sea, eso, como una desidia, como un desinterés… no hay una cosa que te motive. Ahí llegás… y eso me pasaba, que no tenés ganas de nada. Estás desinflado. Y en este último tiempo [en España] me pasó lo mismo, sí.11
Para concluir, abordamos un último elemento narrativo relativo a las interpretaciones de la crisis y los discursos orientados a evaluar, justificar o rechazar ciertas explicaciones acerca de sus posibles causas o soluciones. Estas interpretaciones tienen, según Visacovsky (2004), una base experiencial sociocultural. En el análisis identificamos discursos que refrendan o rechazan un argumentario recurrente que –ya sea a nivel mediático, político, individual o colectivo– presenta las crisis económicas como producto de “transgresiones morales” (Visacovsky, 2011, p. 37). Las personas entrevistadas internalizan o resisten ciertas categorías clave de la coyuntura que aparecieron recurrentemente en los medios, los discursos políticos o las conversaciones cotidianas, tanto en España como en Argentina. La crisis como efecto del despilfarro, de haber vivido por encima de nuestras posibilidades y el ajuste como solución son expresiones corrientes que participan en esta disputa de sentidos.
Por un lado, identificamos relatos donde las personas validan las interpretaciones de la crisis como producto del exceso y entienden la Gran Recesión como una llamada de atención a la población sobre la insostenibilidad de determinados estilos de vida. Estas posiciones enfatizan el lado positivo de la crisis y creen que su función aleccionadora puede ser beneficiosa. Es una experiencia de la que, tanto a nivel individual como colectivo, pueden extraerse aprendizajes para evitar cometer los mismos errores en el futuro. La siguiente cita hace referencia a esta cuestión:
Yo creo que también hubo como un abuso, de todo. La burbuja inmobiliaria, el endeudarse, yo creo que para la gente debe ser muy difícil […] Es gente que está muy acostumbrada a tener tantas cosas tan resueltas que les cuesta, en ese sentido. En lo económico tendrán que ajustarse el cinturón. Y bueno, esto va a llevar a que cuando se empiece a revertir la gente valore su trabajo, lo cuide, no se endeude como se endeudan, ¿entendés?12
En el lado opuesto se ubican los/las migrantes que cuestionan estas narrativas y denuncian su intencionalidad político-estratégica. Estos discursos disciplinantes presentan la crisis como producto de conductas individuales y reparten desigual e injustamente las responsabilidades. Se trata de una interpretación articulada desde posiciones de poder que debería ser contestada, en tanto las soluciones propuestas siempre pasarán por resolver antes los problemas del mercado que los de la ciudadanía. Sería, por tanto, irresponsable internalizar acríticamente estos supuestos.
En España todavía no saben qué les pasó. No entendieron qué les pasó, no tienen ni idea: ‘no, gastamos mucho’. ¡No!, ¿qué tiene que ver? ¿Vos pensás que se fundió el país porque te compraste un auto nuevo? ‘Gasté mucho’ ¿Porque te fuiste a Mallorca? Hiciste tres viajes, fuiste tres veces de rebajas al Corte Inglés y ¿eso es gastar mucho? ‘Gasté mucho, gastamos más de lo que podíamos’ ... No ¡ese es el discurso para que vos recortes! Para que cuando te recorten: ‘y, claro, estamos gastando mucho. Y sí, hay que recortar’.13
Las experiencias vividas durante la crisis del 2001 y los años subsiguientes llevan a algunas personas entrevistadas a contradecir estos planteamientos hegemónicos que también se repitieron como un mantra en la Gran Recesión en España. Se trata de discursos que desafían la mirada de la “teocracia mercantil” que “impone como única visión verdadera aquella que sostiene el statu quo y relega el bienestar del conjunto social a una posición periférica y subalterna” (Pérez Orozco, 2014, p. 61). Así zanjaba esta cuestión un entrevistado:
Me fio más de mi criterio que de lo que diga un economista ortodoxo, que el ajuste en España es el camino para la solución del problema. Eso me suena a cuento viejo, ya me vinieron con eso antes. Y no funcionó.14
En estos discursos de resistencia el factor de aprendizaje también cobra relevancia, pero en este caso no se trata tanto de que España aprenda de su propia crisis para no cometer los mismos errores en el futuro, sino que aprenda de otras crisis del pasado y no cometa los mismos errores que ya se cometieron en otras latitudes. Estos discursos se articulan no sólo como denuncia de la coyuntura, sino también como advertencia de una deriva que podría resignificar nuevamente las percepciones de ambos contextos, cuestión que abordamos en el siguiente punto.
(Dis)continuidades e imaginarios en tensión: ¿no tan distintos?
Los discursos de la crisis en España atravesados por las memorias colectivas articulan narrativas que en ocasiones privilegian la dimensión sincrónica de los acontecimientos y en otras la diacrónica de los procesos. Por un lado, cuando analizamos los discursos de la crisis como acontecimiento presente, como evento aquí y allí, las comparaciones enfatizan las discontinuidades y diferencias entre lo que supone la experiencia de una crisis en Argentina y en España. Por otro lado, cuando prestamos atención a los discursos de la crisis como proceso los relatos se enfocan más en la evolución y en identificar hipotéticas continuidades y similitudes entre ambos contextos que serán contrastadas a largo plazo. Veamos cómo se despliegan ambos tipos de discursos con algo más de detalle.
Al analizar la dimensión sincrónica de los discursos de la crisis, si bien hemos visto que se asocian algunos aspectos de estas coyunturas en Argentina y España, las personas consideran que se trata de dos contextos muy distintos. En el caso de Argentina no sólo la profundidad de la crisis fue mucho mayor, sino que además se partía de una situación más desventajosa que la de España en el año 2008. La comparación de estos estados de crisis aquí y allí es relativamente frecuente cuando se produce el retorno a Argentina. Las personas entrevistadas procuran responder a estas interpelaciones insistiendo en las particularidades que los tiempos de crisis implican en cada sitio, como es el caso del siguiente entrevistado:
Ese es otro tema que me lo dicen mucho: ‘pero bueno, mirá cómo está España ahora’... Y, hoy, intentar trazar un paralelismo entre lo que pasó acá y lo que está pasando ahora allá es imposible. España tiene los deberes hechos, en un montón de sentidos. Yo veo que aquel que no vivió o no conoció a fondo la evolución que tuvo España con respecto a Argentina, es imposible comparar. Hoy España atraviesa una crisis muy grande, pero es de un modelo. O sea, estructuralmente hizo los deberes ¿Qué quiero decir? Los hospitales están, las escuelas están, el transporte público está, las autopistas están. Entonces... es mucho más fácil encontrar en diez años un modelo viable para España, que no para Argentina; en el sentido de que, en Argentina, habiéndose recuperado tan bien como dicen que se recuperó, la deuda social que hay y la desinversión en infraestructura hacen que igualmente estemos peor en un montón de aspectos.15
La principal discontinuidad que aparece en los discursos de la crisis como evento tiene que ver con el rol del Estado y su función de colchón social. Las referencias a factores estructurales se repiten en relatos que, sin negar el empeoramiento de la situación por la Gran Recesión, sostienen que el rol del Estado como garante de una red de servicios e infraestructuras básicas marca la diferencia entre vivir una crisis en España o Argentina. Mientras que en España “las cosas básicas para que el país siga funcionando, están”16 y “sigue habiendo una respuesta estatal, inclusive con los recortes”17, en Argentina, durante la crisis del 2001, las respuestas ofrecidas por un Estado debilitado fueron más precarias e insuficientes.
Sin embargo, ¿cabe la posibilidad de que esa estructura, aparentemente sólida, desaparezca en un futuro? Esta pregunta es central en los discursos que privilegian la dimensión diacrónica y abordan la crisis como proceso. En estos casos las memorias colectivas cobran sentido tanto en términos retrospectivos como prospectivos. Las evocaciones suscitadas en los relatos no sólo se retrotraen en los tiempos históricos de aquí y allí, sino que también sirven para proyectar futuros posibles en ambos contextos. En función de las experiencias vividas en Argentina las personas entrevistadas formulan algunas hipótesis sobre la evolución de la coyuntura en España que serán probadas a largo plazo. Veamos algunos ejemplos:
Ahora veo que hay un giro, un quiebre, esto es una crisis que afecta a todas, a todos, en mayor o menor medida, directa o indirectamente. Y es un proceso de cambio en la sociedad... Es muy parecido a lo que vivimos acá, y esto no se arregla en tres o cuatro años. […] Como latinoamericanos, sabemos perfectamente que esto va en picada y que no llegaron al final ¡que todavía les queda tocar fondo! […] En el mejor de los escenarios, van a pasar 10 años... ¡económicamente hablando! Después, lo social es a larguísimo plazo, esto abre una brecha terrible.18
Las proyecciones a largo plazo de este tipo de discursos sugieren que las diferencias entre un sitio y otro se deben, en parte, a una cuestión de tiempo y que en caso de profundizarse la crisis en España sus efectos podrían reforzar las semejanzas con el contexto argentino en un futuro. Expresiones como “todavía les queda tocar fondo”, “todavía falta”, ponen de manifiesto la percepción de una trayectoria en declive que en España recién se estaría iniciando. En Argentina este proceso histórico de profundización de la desigualdad se encuentra en una fase más avanzada y se desarrolló durante décadas. Así lo explica otro entrevistado:
Acá se tardó 30 años en destruir un país. Y allá se va a tardar otros 30 años, o más, porque están más arriba de lo que estábamos acá cuando se empezó a destruir. […] Pero empiezan ahora, o empezaron hace un par de años, y tienen mucho para recortar, para bajar. Yo creo que la gente se va a ir acostumbrando. […] Y van a estar un poquito peor, durante unos cuantos años... y lo mismo no va a volver. Va a haber más recortes, todavía falta. Más incertidumbre. Y va a quedar un Estado, en vez de primer mundo, de segundo mundo. Incorporado a la Comunidad Europea, con un sector más privilegiado que otro, con más diferencias entre sectores, para arriba y para abajo, bastante más diferencia.19
Las personas entrevistadas identifican similitudes y continuidades entre las crisis de un sitio y otro cuando enfatizan su carácter inacabado, procesual y abierto. A su vez, proyectan sobre ellas un guion preexistente de eventos críticos del pasado que no sólo alumbra sus interpretaciones de la Gran Recesión en España, sino que también prevé posibles coyunturas a futuro.
Más allá de las diferencias entre estos discursos y de las dimensiones de análisis que se privilegie en cada caso, en ambos se expresa una tensión a la hora de sostener los imaginarios asociados al lugar de destino. La Gran Recesión implica una ruptura entre la experiencia de los tiempos de bonanza durante los primeros años de la inmigración y los tiempos de crisis experimentados en los años previos al retorno. La referencia a un antes y un después de la crisis está muy presente en los discursos, pero estos acontecimientos críticos también expresan resquebrajamientos que desbordan y reconfiguran las percepciones de España más allá del orden de lo nacional. En este sentido, la idea de España como parte de Europa, de membresía que garantiza un futuro próspero, quedará en entredicho a la luz de la nueva coyuntura.
A mí, lo que más me sorprende es que cuando yo estaba viviendo allá, en ningún momento me pareció, ni presentí que podía pasarle esto a España, tan pronto. O sea, que nada es previsible, pero como es la Unión Europea, que tenía todo un respaldo, decís: bueno, estos van a tener muchos años de bienestar ¿Qué en algún momento hubiera habido una catástrofe? Bueno. Pero jamás me imaginé que iba a pasar esto.20
En otras palabras, lo que se resquebraja es el imaginario de los/las migrantes acerca de lo que suponen que es el primer mundo y lo que implica estar en él, habitar este espacio geográfico y metafórico desde el cual pensar el progreso y el bienestar. Los efectos de la crisis dejan al descubierto nuevas vulnerabilidades que, impensadas para algunos/as o intuidas por otros/as, suspenden el imaginario de Europa como espacio de estabilidad; un imaginario que comienza a fisurarse conforme transcurren las trayectorias en la inmigración pero que termina por quebrarse con el cambio rotundo de la coyuntura a nivel regional. Así expresa sus inquietudes una de las entrevistadas:
Mirá a lo que llegó Europa, supuestamente tenía un modelo de igualdad de oportunidades, de sanidad universal, de derechos consumados para el trabajador y estamos viendo el retroceso más grande de la historia y la vuelta al neoliberalismo salvaje, que está dejando a los trabajadores que ¡vamos! Que todos los derechos que les costaron sangre, sudor y lágrimas se los están sacando en nada, que hay una crisis y que, bueno, que así no se podía seguir, entonces es como, a ver, ¿perdón? Entonces yo espero que alguna vez en América Latina tengamos una especie de socialdemocracia pero con otro valor económico, y no que los bancos se lleven todo y nos dejen a nosotros siempre pagando los platos rotos.21
A la luz del análisis, los discursos de los/las migrantes pueden constituir una interesante pieza a la hora de articular narrativas que construyan una nueva visión de Europa (de Sousa Santos, 2016) en un contexto de retroceso de la socialdemocracia como régimen político. Esta nueva cartografía –caracterizada por el aumento de la desigualdad, la reducción del rol del Estado como garante de bienes públicos, la mayor precariedad y desprotección de los/las trabajadores/as– donde parece no existir alternativa al avance neoliberal y las políticas de austeridad implementadas por las élites políticas y económicas, marca la diferencia entre posiciones centrales y periféricas en la región. Diferencia que en la experiencia de los/las migrantes se traduce en nuevos matices a la hora de comprender sus propias trayectorias. Así, mientras la movilidad en la emigración podía ser considerada un viaje del sur al norte, conforme se transforma la coyuntura en España, los últimos años en la inmigración quedarán resignificados por la crisis y marcarán la experiencia de habitar el sur del norte: un sur dentro de Europa donde también está presente la pobreza, la precariedad, la desigualdad y la falta de oportunidades.
Conclusiones
En el marco de las trayectorias migratorias y los procesos de retorno, las crisis significan algo más que motivos para ir o volver. Aquí proponemos un análisis de las crisis que, sin negar la relevancia de su impacto en las condiciones de vida de las personas migrantes, no reduzca su rol a mero factor explicativo de las movilidades y de las migraciones de retorno. Aunque la ecuación parezca simple y la evidencia innegable, a menudo la relación entre tiempos de crisis y migraciones de retorno es más frágil de lo esperado, especialmente en lo relativo al escaso éxito de las políticas migratorias que impulsan los países receptores que, cada vez que sufren una crisis económica, promocionan el retorno. Las migraciones de retorno son un fenómeno multicausal. La decisión de volver no se basa solamente en la evaluación favorable o desfavorable de ciertas coyunturas de allí o aquí en un momento dado, sino que cada decisión se enmarca en una heterogeneidad de trayectorias migratorias, en distintos momentos del ciclo vital, y en función de las cuales cada contexto se resignifica anudando el presente con experiencias pasadas y expectativas futuras (Cassain, 2018).
En este artículo hemos querido contribuir a la discusión sobre los sentidos sociales de las crisis y su relevancia en la articulación de los campos sociales transnacionales donde se enmarcan las experiencias migratorias contemporáneas. Partiendo de un caso de estudio donde las movilidades en sus distintas fases están atravesadas por eventos críticos, argumentamos que estos forman parte del vivir transnacional, se convierten en un elemento de conexión entre distintos contextos sociohistóricos y articulan sentidos prácticos a partir de los cuales se tejen las trayectorias migratorias. Los sentidos de las crisis –como hitos compartidos, como experiencias colectivas configuradas en determinados contextos nacionales (aquí o allí)– desbordan las fronteras y conforman los marcos interpretativos que guían formas de imaginar, comprender y actuar en los lugares de partida/destino en las distintas fases de la trayectoria (emigración, inmigración y retorno).
Los tiempos de bonanza y los tiempos de crisis experimentados en los lugares de partida, antes de la emigración, sirven de marcos de referencia a partir de los cuales se organiza la experiencia práctica de la inmigración y trascienden los escenarios locales donde fueron originados. Por lo tanto, los tiempos de bonanza y los tiempos de crisis experimentados en los lugares de destino no son sólo coyunturas destinadas a ser aprovechadas o temidas por los/las migrantes, sino que adquieren una “profundidad temporal” (Koselleck, 2012, p. 19). No son sólo acontecimientos “nuevos” del presente, sino que “activan” recuerdos del pasado (Jelin ,2002, p. 24) y habilitan interpretaciones alternativas del contexto de la inmigración; como, por ejemplo, mantener la sospecha o sostener cierto escepticismo frente a los tiempos de bonanza, o identificar indicios, huellas, rastros reconocibles y adelantarse a los tiempos de crisis por venir. En este sentido, las memorias colectivas de las crisis encuadran las trayectorias migratorias no sólo en relación con el momento de la partida, sino también con el devenir en la inmigración y las proyecciones y expectativas depositadas en el retorno.
Los eventos críticos, en tanto marcan umbrales de época e implican procesos de transformación y conflicto, suponen una ruptura en las representaciones de los lugares de partida y de destino. Las narrativas de las crisis (de aquí y de allí) que se anudan en las experiencias de la e/inmigración y el retorno a partir de la identificación de similitudes y diferencias, de continuidades y discontinuidades, ponen de manifiesto las fisuras de ciertos imaginarios relacionados a ambos espacios. Al convertirse el lugar de destino en escenario de crisis, en él resuenan experiencias del pasado en el país de origen que se reflejan al revivir formas cotidianas de precariedad, incertidumbre, padecimientos y también resistencias. Estos esquemas preexistentes también atraviesan las representaciones acerca de las causas, las consecuencias y las posibles soluciones de la crisis.
Más allá de las similitudes y diferencias con lo vivido en el país de origen, el cambio de coyuntura, la dislocación que supone entre dos momentos –un antes y un después de la crisis– implica un resquebrajamiento del imaginario del lugar de destino como parte del espacio geográfico y metafórico del primer mundo al dejar al descubierto sus vulnerabilidades. Se fisura el imaginario de Europa como comunidad homogénea de progreso, desarrollo y bienestar y emerge la posición de subalternidad de los países del sur, y concretamente de España, resignificando las trayectorias migratorias. Las migraciones de retorno objeto de esta investigación se imbrican en un contexto de dinámicas propias del capitalismo global que en Europa suponen un retroceso de la socialdemocracia como régimen político, donde la penetración desigual del proyecto neoliberal y la implementación de políticas de austeridad ponen de relieve las diferencias entre las posiciones centrales y periféricas. Si bien se trata de una dualidad histórica, esta remergió con fuerza en el contexto de la Gran Recesión y colaboró a articular una nueva visión de Europa que se refleja en los discursos de los/las migrantes.
Los discursos producidos en el marco de esta investigación se generaron al calor de procesos de retorno que transcurrieron en un contexto de crisis, sin embargo, a través de su análisis hemos procurado demostrar cómo los significados atribuidos por los/las migrantes van más allá de la coyuntura concreta y se conectan con referencias espaciales y temporales propias de otros lugares y momentos. Esperamos que los resultados contribuyan a comprender cómo los marcos interpretativos construidos a partir de las experiencias y memorias colectivas de las crisis conforman la trama de un espacio transnacional donde las resignificaciones del pasado y el presente y la construcción de expectativas en relación a los lugares de partida/destino, dan forma a las trayectorias migratorias y a las movilidades de retorno.
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1 Los contenidos de este artículo forman parte de una tesis doctoral titulada “Volver: trayectorias migratorias y procesos de retorno de España a Argentina”, defendida en la Universidad Complutense de Madrid en junio de 2018. Este trabajo obtuvo la calificación Sobresaliente Cum Laude y recibió el Premio Extraordinario de Doctorado de Sociología y Antropología de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología (Curso 2017-2018).
2 Para un análisis detallado véase Cassain, 2018, p. 115-144.
3 Del total de entrevistas, 26 corresponden a 13 casos que se abordaron de forma longitudinal (fueron entrevistados por segunda vez).
4 Entrevista 18, Andrés, 33 años, 2012.
5 Entrevista 35/I, Cecilia, 29 años, 2012.
6 Entrevista 35/I, Cecilia, 29 años, 2012.
7 Entrevista 33/I, Marina, 35 años, 2012.
8 Entrevista 38/I, Patricio, 33 años, 2012.
9 Entrevista 16, Maxi, 42 años, 2012.
10 Entrevista 35/I, Cecilia, 29 años, 2012.
11 Entrevista 41/I, Marcos, 37 años, 2012.
12 Entrevista 13, Marta, 40 años, 2012.
13 Entrevista 21, Agustín, 42 años, 2012.
14 Entrevista 8/I, Roberto, 36 años, 2012.
15 Entrevista 32, David, 33 años, 2012.
16 Entrevista 13, Marta, 40 años, 2012.
17 Entrevista 18, Andrés, 33 años, 2012.
18 Entrevista 33/I, Marina, 35 años, 2012.
19 Entrevista 21, Agustín, 42 años, 2012.
20 Entrevista 30, Victoria, 45 años, 2012.
21 Entrevista 17/II, Pilar, 43 años, 2013.