DOI: http://dx.doi.org/10.19137/pys-2020-270205

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ARTÍCULOS

 

Enfrentar a los brujos del Estado plurinacional. La dimensión oculta del conflicto entre Potosí y el gobierno de Morales (2015-2019)

Fighting the witches of the plurinational State. The occult dimension of the conflict between Potosi and Morales government (2015-2019)

 

Pascale Absi
Institut de Recherche pour le Développement, Université de Paris Diderot, Francia.
pascale.absi@ird.fr
Orcid: 0000-0001-5426-7198 

 

Resumen: En 2015, mientras la ciudad de Potosí iniciaba el bloqueo más largo de su historia para denunciar la falta de inversión pública, corrió la voz que el gobierno había mandado unos brujos para acallar el descontento. Un grupo de curanderas decidió entonces organizar el contrataque. Volvieron a la lucha durante las controvertidas elecciones presidenciales de octubre 2019. Este artículo propone analizar las prácticas brujas atribuidas al ex-gobierno boliviano y las respuestas rituales que suscitaron como un discurso político y moral sobre el Estado, en un contexto de debilitamiento de la popularidad de Evo Morales.

Palabras clave: Bolivia; Brujería; Rituales; Evo Morales; Estado

Abstract: In 2015, while the town of Potosi was beginning its longest blockade in history to denounce lack of public investment, rumor spread that the government was sending witches to stem the discontent. Therefore, a group of healing women decided to organize a counter attack. In October 2019, during the controversial presidential elections, they got back into action. The purpose of this article is to analyze Bolivia’s former government  witchcraft allegations and the responses they brought forward as a political and moral discourse about the State in the context of Evo Morales's  declining popularity..

Keywords: Bolivia; Witchcraft; Rituals; Evo Morales; State

 

Introducción[1]

En julio del 2015, la ciudad de Potosí encabezada por su Comité Cívico, inició el bloqueo más largo de su historia para denunciar la falta recurrente de inversión pública. Mientras las negociaciones con el gobierno se estancaban, un rumor anunció la llegada a la ciudad de brujos a sueldo del poder que buscaban neutralizar el descontento. Se decía que ya habían inmolado las fotografías de los principales líderes regionales en el cementerio. Un pequeño grupo de curanderas decidió entonces entablar otra batalla, desde la cumbre de los cerros y desde el cementerio, para contrarrestar la guerra sucia iniciada por los brujos del gobierno de Morales. Cuatro años después, los eventos que desembocaron en la caída de este último arrojan nuevas luces sobre el episodio del 2015. Actualizan, también, la propuesta de este artículo de analizar la atribución de prácticas de brujería al expresidente boliviano y las respuestas rituales suscitadas por esta acusación, como un discurso político y moral sobre la figura del Estado, en un contexto de debilitamiento de la popularidad y de la legitimidad de Evo Morales.

A través de los gestos rituales y sus interpretaciones, este articulo invita a explorar expresiones del pensamiento y de la acción política que se encuentran al margen de aquellas, más convencionales, que suelen ser objeto de la sociología política. Intentaré mostrar que, más allá de las críticas concretas dirigidas al gobierno de Morales, las prácticas analizadas pueden entenderse como un discurso sobe la naturaleza del Estado. Si la acusación del uso de la brujería por parte de las elites políticas no es novedad en América latina,[2] la figura de un Estado que apela a la brujería es más inusual. Esta constatación invita a futuros diálogos con el importante corpus de trabajos africanistas que interrogan las relaciones de la brujería con los imaginarios del Estado y del poder político (Geshiere, 1996; Bernault, 2005; Fancello & Bonhomme, 2018, entre otros).

Consumada en 2015, la ruptura de Potosí con el gobierno de Evo Morales fue la antecámara de la masiva movilización de sus habitantes a raíz del controvertido anuncio de la reelección de Morales en octubre 2019. En febrero de 2016, algunos meses después de los bloqueos de 2015, Evo Morales había perdido el referendo popular que pudo haber amparado su tercera candidatura, contraria a la Constitución. Desde entonces, Potosí no había dejado de movilizarse y no es un azar que las curanderas que enfrentaron en 2015 a los brujos del Estado volvieran a la acción durante el conflicto post electoral de 2019. Hoy, la percepción del ex gobierno como maestro de un Estado brujo resuena también en la cruzada –con rasgos de exorcismo– desarrollada por las mujeres y los hombres políticos de las tierras bajas del oriente boliviano contra la herencia del expresidente Morales, invocando el regreso de la Biblia en las esferas del Estado.

 

Los nuevos rituales del Estado plurinacional

La atribución de supuestas prácticas ocultas a las y los políticos, utilizadas para consolidar su poder, no es novedad en Bolivia. Se cuenta que Hugo Banzer, Gonzalo Sánchez de Lozada y Jaime Paz Zamora recurrieron a oficiantes indígenas (Burman, 2011) y mucha gente en Potosí dice lo mismo de Paz Estenssoro. Ya en 1993, la elección del aymara Víctor Hugo Cárdenas a la vicepresidencia suscitó practicas rituales indígenas públicas. Sin embargo, a lo largo de los tres gobiernos del MAS (Movimiento al Socialismo), el ceremonial estatal de inspiración indígena que se institucionalizó tomó una magnitud inédita (Alvizuri, 2017), a punto de confundirse con el origen mismo del poder. En efecto, una de las primeras medidas espectaculares del gobierno Morales fue el incluir ritos propiciatorios del altiplano en el protocolo de Estado. Aun antes de su primer mandato, dos semanas antes de las elecciones presidenciales de 2005 (Burman, 2011), Evo Morales ya había viajado al sitio prehispánico de Tiwanaku para pedir permiso y bendición a los ancestros y a las montañas.

Desde entonces, Tiwanaku ha sido el escenario de imponentes ceremonias de entronización en cada nuevo mandato de Evo Morales y de su vicepresidente García Linera (en 2006, 2010 y 2015) con el fin, según comunicados oficiales, de agradecer a la Pachamama, pedir sabiduría y la unión del país a los espíritus ancestrales (Burman, 2011; Torrez & Arce, 2014). Así, durante los tres mandatos, los ritos propiciatorios inauguraron y clausuraron gran parte de los actos oficiales, tanto al interior del país como en el extranjero. Ampliamente mediatizadas por la prensa, la multiplicación de estas ceremonias pudo dar la impresión de que una de las principales actividades del gobierno era producir nubes de humo (aquellas de la cremación ritual), según la expresión de algunos habitantes de Potosí. Todos esos ritos han sido organizados por orácules y curanderes ­–renombrades amautas en referencia a los sabios del Imperio inca– dependientes del ministerio de Relaciones Exteriores. Existía entonces un cuerpo oficial de especialistas rituales, esos mismos que la vox populi calificara como los brujos del Evo.

Esta nueva escenografía ritual se inscribe en la empresa de simbolización que acompañó la reforma política e ideológica del Estado boliviano. Es contemporánea a la adopción oficial de la wiphala como emblema nacional y a la promoción de la pareja Tupac Katari y Bartolina Sisa –lideres aymara de las rebeliones indígenas de 1781-1782 que antecedieron las guerras de independencia– al rango de Padre y Madre de la Nación (Nicolas & Quisbert, 2014). Desde entonces, sus retratos se codean con los del General Bolívar y el Mariscal Sucre en los edificios oficiales. La ruptura con el antiguo régimen asociado con el colonialismo y el neoliberalismo fue conceptualizada como pachacuti (vuelco cósmico, Nicolas & Quisbert, 2014), y expresada en la elaboración de una nueva Constitución que marcó el paso de la Republica al Estado Plurinacional. El protocolo ritual del Estado apuntaba entonces a visibilizar un nuevo pacto social con categorías sociales otrora excluidas del poder y de la representación política, principalmente con los y las indígenas. Se trataba también de afirmar que la legitimidad del Estado se supeditaba a los auspicios de deidades indígenas como garantes de intereses que exceden a los particulares. Sin embargo, los ritos gubernamentales pudieron ser interpretados en forma opuesta,como el testimonio de una voluntad de sustraer del juego democrático a la fuente del Poder, aliándose con fuerzas no humanas y, por ende, de cooptar uno de los pocos contrapoderes que escapaban al MAS que dominaba el ejecutivo, el legislativo, el judicial y el poder electoral. De esta manera, el salto interpretativo de la ritualidad benevolente a la brujería cristaliza la percepción de una deriva autoritaria, hegemónica y predadora del Estado. Se plasma en el imaginario de un Estado brujo, una expresión que utilizo por extensión del cualitativo brujos del Evo empleado por sus detractores para referirse a los oficiantes rituales ligados al expresidente.

 
2015. El conflicto entre Potosí y el Estado plurinacional

La llamada movilización de los 27 días tuvo como origen las promesas incumplidas del gobierno que siguieron a las movilizaciones del 2010 que, en Potosí, antecedieron a las del 2015: 19 días de bloqueos, manifestaciones multitudinarias, huelgas de hambre… Hoy, como ayer, los reclamos de Potosí se centran en la construcción de un complejo hidroeléctrico, de hospitales, de fábricas de cemento, de cal, de vidrio, así como el mejoramiento de la red vial y la ampliación del aeropuerto. Se alimentan del sentimiento de la población de Potosí de haber sido permanentemente relegada por los gobiernos sucesivos. Profundizado por el cierre de la mina estatal en los años 1990, este abandono es percibido como aún más injusto ya que Potosí no es cualquier departamento. Para sus habitantes, todo el país está en deuda con el sacrificio de sus mineros y la contribución secular de sus minas a la riqueza y la construcción de la Nación. Sin su justa compensación, este aporte se asemeja a un constante saqueo en el que el periodo colonial se confunde con los principios de la República y con la actualidad. El sentimiento de despojo se extiende a los sufragios de les electores del departamento quienes, en un porcentaje mayor del 80%, habían votado por el MAS en las elecciones presidenciales del 2014.

El regionalismo de Potosí muestra ciertas semejanzas con el del departamento de Santa Cruz en la frontera brasileña. Ambos fueron exacerbados por la promesa no cumplida de una profundización de las autonomías departamentales –y de un acceso privilegiado a los beneficios de las regalías locales– que el gobierno del MAS no llevó a cabo. Por el contrario, la hegemonía del Estado central se consolidó durante sus mandatos (Cruz, 2017). Esta frustración compartida ha alimentado el resentimiento de las dos regiones y su alianza a la cabeza de las contestaciones post electorales del 2019. De manera parecida a la del 2015 en Potosí, las movilizaciones del 2008 en Santa Cruz contra el centralismo del Estado prepararon el terreno contestatario. Sin embargo, a diferencia de los deseos separatistas de la región de Santa Cruz, los eslóganes federalistas que se escuchan regularmente en Potosí (Cruz, 2017) suenan más a chantaje político y a expresión de despecho que a verdadero proyecto político. No se trata tanto de proclamar la particularidad esencial de Potosí frente a los otros departamentos y en particular a La Paz, como de exigir el justo reconocimiento de su contribución a la Nación.

Más que por sus victorias (muy parciales), la movilización de 2015 se caracterizó por su amplitud y el formidable unisón de la población en torno a la “potosinidad” y a una dignidad reencontrada (V. Nicolas, entrevistado por Alemán, 2013). Más allá de los diversos orígenes y posiciones de sus habitantes, Potosí se levantó como una sola mujer para reclamar lo adeudado y contrarrestar la humillación de su relegación por el Estado. El gobierno reveló crudamente su desdén cuando, en el clímax de la movilización, calificó el levantamiento de maniobra electoral y –ya por entonces– de golpe de Estado.[3] El mismo expresidente Morales se atrevió a afirmar que se reía de las demandas de Potosí.[4] Más recientemente, la tendencia del gobierno del MAS a subestimar a las personas que se movilizaban al margen de su base electoral y su incapacidad de considerarles sus detractores como movimientos populares legítimos, se tradujo en declaraciones despectivas de Morales sobre aquellas personas de clase acomodada quienes, después de las controvertidas elecciones de 2019, bloqueaban las calles con cuerdas: “ahora dos, tres personas amarrando ´pititas´, poniendo ´llantitas´, qué paro es ese [...] soy capaz de dar talleres, seminario de cómo se hacen las marcha, a ellos para que aprendan”.[5]

Algunos días antes del conflicto electoral, Potosí estaba otra vez bloqueada en oposición a las condiciones –sobre todo a la redistribución de los réditos– del acuerdo firmado por el gobierno con una empresa alemana para explotar el litio de la región de Uyuni, en su departamento. Marco Antonio Pumari, todavía a la cabeza del Comité Cívico de Potosí desde las movilizaciones del 2015, había viajado a La Paz donde realizaba una huelga de hambre. Algunas semanas más tarde, se puso a la cabeza de las movilizaciones para la obtención de una segunda vuelta electoral y luego, de la anulación de las elecciones presidenciales.

En la ciudad de Potosí, en 2015 como luego en 2019, el deseo de hacer cuerpo contra el gobierno llegó incluso a personas que nunca se habían movilizado en su vida y cuya frecuentación de las urnas había estado motivada principalmente por la obtención del certificado de sufragio necesario para sus operaciones bancarias en los meses que siguen las elecciones. Ese fue el caso de Eliana y Leo, las principales protagonistas de este artículo.

 
Las justicieras ocultas a favor de Potosí

Eliana y Leo tienen unos 45 años. La una es dueña de un café internet frecuentado por turistas nacionales y extranjeros, la otra es carnicera en el mercado central. La primera es hija de mineros, la segunda ha pasado su juventud en Samasa, una comunidad campesina cercana a Potosí. Ambas han heredado la autorización espiritual de ejercer como curanderas. Leo estaba en la barriga de su madre cuando esta fue golpeada por el rayo (modo tradicional de elección chamánica) y un chamán había identificado en la madre de Eliana un don que esta no quiso desarrollar. Luego, esta herencia fue confirmada por los sueños y las premoniciones de las dos mujeres antes de ser consolidada por su entronización, hace unos quince años atrás, en el santuario de Santiago de Chaqui bajo el matrocinio de una curandera local quien las inició en los gestos rituales. En ocasión de las elecciones presidenciales del 2014, Eliana se mantuvo fiel al sufragio histórico de las familias mineras por el MNR[6] y Leo votó por Evo Morales. Ambas usan el quechua en sus interacciones cotidianas.

Varias veces a la semana, Eliana y Leo se encuentran en casa de Nicolasa, una curandera de unos ochenta años oriunda de una comunidad campesina de la región de Potosí, que atiende con una de sus hijas. Allí, Eliana y Leo realizan ritos propiciatorios para el éxito de sus negocios, colaboran con las terapias realizadas por Nicolasa y su hija e intercambian saberes, informaciones y opiniones con todos los y las presentes. Además, atienden a sus pacientes desde las cumbres y los santuarios de las cercanías de Potosí. Su campo de acción es principalmente la lectura de los oráculos de las hojas de coca y la realización de ritos para la prosperidad de los negocios, el empleo, los amores, las relaciones familiares, los estudios, los robos y la neutralización de los hechizos. Participan también en las terapias más tradicionales (reincorporación de los espíritus humanos extraviados, susto, posesión, etc.) realizadas por Nicolasa.

Sus prácticas asocian, entonces, gestos oraculares y terapéuticos según patrones compartidos con el mundo rural andino (lectura de las hojas de coca, purificaciones, cremación de ofrendas, etc.). Sin embargo, el poder adquisitivo de sus pacientes es muy superior al de las personas oriundas del campo, lo que desemboca en un incremento exponencial del tamaño y la cantidad de ofrendas, así como una aceleración del calendario de los rituales más allá de los tradicionales martes y viernes. Sus intercesores también son compartidos con el mundo rural (montañas tutelares, Pachamama, santos y vírgenes) con dos matices: la invocación al diablo (Tío) como fuente de riqueza que, por la presencia de la cultura minera, pierde en Potosí su carácter transgresivo, y la frecuentación del cementerio como ventana de las almas del purgatorio. Por otra parte, Eliana y Leo suelen incorporar y retraducir en sus lógicas operatorias –de alguna manera andinizar– nuevos gestos y elementos rituales en ocasión de encuentros con diferentes oficiantes, en su frecuentación de las redes sociales o a la llegada a Potosí de productos mágicos originario de Perú (velas, perfumes, amuletos, etc.). Así, la Pumpagira de la Ubanda brasileña y la Virgen de Lourdes de Francia residen actualmente en el altar de Nicolasa según una lógica acumulativa que hace eco del universo heterogéneo de la magia.

Desde hace unos quince años, las personas que se reúnen regularmente en la casa de Nicolasa, tanto pacientes como curanderas, se han organizado en una cofradía dedicada a Santiago. Con el tiempo, el círculo de devotes se ha ampliado y diversificado. A las y los comerciantes, trabajadores de la mina, y oficinistas subalternes iniciales se les unieron abogades, profesores, personal de grandes empresas y aún un cura católico. En este microcosmo, las jerarquías cotidianas se suspenden para dejar lugar a flujos recíprocos de favores, ayudas y concejos que permiten tanto acceder a un empleo como encontrar mano de obra. Durante el conflicto de 2015, y luego en el de 2019, casi todos les devotes participaron de las movilizaciones y sufrieron las consecuencias de la parálisis de las actividades económicas. Desde la casa de Nicolasa cerraron filas detrás de las curanderas y se pusieron cuotas destinadas a financiar las municiones rituales de la resistencia.

Instalada en Sucre, a unos 100 kilómetros, yo no estuve en Potosí durante los acontecimientos de 2015. Supe por teléfono lo de la batalla llevada adelante por Eliana y Leo con los brujos del Evo, antes de escuchar sus testimonios en persona en octubre 2015. En octubre y noviembre de 2019, nos comunicamos por whatsapp mientras ellas reorganizaban la lucha en el contexto de las elecciones presidenciales. La consulta por internet de la prensa fue verificada en enero de 2020.

 

Fuegos y contrafuegos: crónica de una batalla ritual

El primer episodio de la resistencia oculta al Estado brujo del 2015 se dio mientras 300 representantes de los intereses de Potosí, junto con dirigentes del Comité Cívico, habían marchado hacia La Paz. Llegaron allí el 7 de julio, luego de 11 días de caminata, coincidiendo justo con la visita del Papa Francisco. Algunos días más tarde, la situación se tensionó entre las y los manifestantes y las fuerzas del orden.[7] La población de Potosí temía por la seguridad de sus representantes, ya que se decía que sus personas podían ser arrestadas, desaparecidas, o peor aún, ¡compradas!

Desde el principio del conflicto, el circulo de Eliana y Leo reunido en casa de Nicolasa había velado sin descansar a Santiago. Pero el tono subió cuando el grupo se enteró que el Gobernador del departamento, elegido por el MAS, organizaría ritos en su domicilio para acallar la revuelta y que había fotos de los dirigentes del Comité Cívicos que habían sido inmoladas en el horno de cremación del cementerio. Corría también el rumor que uno de los brujos del presidente había llegado a Potosí para sacrificar a un burro sobre el Chapini  –una cumbre frecuentada por las curanderas en sus rituales– a fin de embrutecer y dividir a los movilizados. La información parecía muy fiable ya que procedía de una de las curanderas del gobernador, que estaba furiosa por haber sido despedida, y fue luego confirmada por la lectura de la coca.

Acto primero: el contrataque. A mediados de julio, Eliana y Leo organizaron la respuesta desde la casa de Nicolasa. La ceremonia apuntó a asegurar la integridad física y moral de los dirigentes del Comité Cívico presentes en La Paz, neutralizando los hechizos de los cuales podrían haber sido víctimas y solicitando los buenos auspicios de los aliados espirituales de las curanderas. A este efecto, las fotografías de los dos principales líderes fueron recortadas del periódico y se preparó una misa negra (yerbas y otros ingredientes mágicos) en un plato de metal, donde se colocaron también pedazos de lana hilados hacia la izquierda (pit’ira) previamente rotos encima de las fotografías. Este gesto y la misa negra estaban destinados a absorber los maleficios (limpia), antes de que los ingredientes sean tirados a lo lejos. Luego, se quemó un feto de chancho en ofrenda para que las fuerzas malignas convocadas por los brujos del presidente dejen tranquilos a los dos dirigentes. Sobre el mapa del departamento de Potosí las curanderas refregaron una y otra vez la misa negra, insistiendoen la ubicación de las comunidades campesinas aliadas del gobierno, para que estas no se opongan al Comité Cívico. Antes de purificar el escudo de Potosí, Eliana y Leo decidieron dibujar cabezas al águila bicéfala decapitada que adorna su heráldica.[8] Eso para “que se abra sus ojos [me explicó Eliana], que [Potosí] mire. Ahora estamos descabezados, degollados. La una cabeza que sea de Llalli y la otra cabeza del Pumari [los dos principales líderes del Comité Cívico]. Como de Estados Unidos, ¿no ve? Tiene sus ojos bien abiertos”.[9] Esta primera etapa durante la cual los hechizos fueron regresados a sus remitentes se concluyó con una cremación de ofrendas destinadas a las almas difuntas. La multiplicación de las solicitudes respondía al desconocimiento que se tenía de los medios e intercesores movilizados por los brujos del Evo. Para terminar, se rogó la bendición de los aliados familiares de las curanderas a través de otra serie de cremaciones: una mesa blanca (gloria) con figuras de santos y de vírgenes, una mesa de color con q’uwa (planta aromática) destinada a la Pachamama, a los espíritus de los cerros y a las almas. Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de las curanderas, la situación no se resolvió. Peor aún, a continuación, el gobierno rechazó todo diálogo con el Comité Cívico. Animadas por demás devotes, Eliana y Leo decidieron entonces de pasar a la ofensiva.

Acto segundo. Eliana, Leo, la hija de Nicolasa y otra amiga decidieron ir directamente a la sede de las almas en el cementerio. Llevaron las fotografías de los miembros del gobierno más implicados en el conflicto, entre ellos, por supuesto, Evo Morales y Álvaro García Linera. Estas se quemaron con coca, q’uwa y pastillas dulces (misterios) con formas de cráneos, junto con un fémur y una tibia humanos recuperados de un lugar cercano al horno de cremación y dispuestos en forma de cruz “para que se callen estos cojudos, que empiece su calvario. Tanto han mentido a Potosí”.[10]

Algunos días más tarde, Leo y Eliana se incorporaron a la multitud que se juntó para recibir a los marchistas de vuelta de La Paz, donde sólo habían logrado mínimas concesiones por parte del Estado. Mientas la ciudad de Potosí, agotada por varias semanas de parálisis, se preparaba para levantar el bloqueo, Eliana y Leo convencieron a algunos líderes del Comité Cívico a someterse a una última purificación. Este tercer acto apuntaba a les enemiges del interior: los partidarios del MAS del gobierno departamental y de la Alcaldía que tomaban el relevo del trabajo brujo del gobierno. La ceremonia fue motivada por el testimonio de dos mujeres que habían descubierto una fotografía del presidente del Comité Cívico ardiendo en el horno del cementerio.

 

El deslizamiento hacia la brujería

Las estrategias de Eliana y sus secuaces destinadas a contrarrestar a los brujos del Evo no difieren mucho de su registro usual. Tampoco sus lógicas rituales son muy distintas de aquellas de los amautas presidenciales, ni de lo que se entiende en Potosí por brujería. El uso actual del término condensa una doble herencia. Por una parte, la descalificación que hicieron los misioneros españoles de las practicas paganas indígenas que parecían irrecuperable para la religión católica; las acusaciones de brujería y la diabolización de los rituales y deidades prehispánicas funcionaban entonces conjuntamente. Por otra parte, se exportaron prácticas mágicas desde España hacia América, que se mezclaron con elementos indígenas y africanos, en particular aquellas diabolizadas por los mismos misioneros (Estenssoro, 2003). Estos dos procesos se cristalizaron en la aparición de figuras brujas andinas, surgidas del encuentro entre el imaginario ibérico y el registro indígena diabolizado. Según mis interlocutoras, en la actualidad las figuras brujas que tienen poder de vida y muerte –como las cabezas voladoras (umapawachi), aquellas que soplan en los huesos de los muertos para dormir a sus víctimas o los y las oficiantes que pactan con el diablo con forma de víbora– están menos presentes que hace algunas décadas. Hoy en día, la intención es la que distingue la terapia de la brujería: una hace el bien, la otra, el mal (ver Martinez, 2015). Por ende, aunque se tildan irónicamente de brujas, Eliana y Leo no se consideran como tales. Sólo usan los hechizos y los poderes malignos de manera moral: para hacer fracasar una relación adúltera, para castigar un empleador injusto o para devolver los sortilegios a sus remitentes como ocurrió durante la movilización de 2015. Son justicieras. A la inversa, los y las amautas del gobierno son claramente identificados como brujos. La malevolencia de sus supuestas intenciones se ha transferido a sus personas mismas, como si no pudieran actuar en otro campo que aquel del daño. De hecho, desde el punto de vista de les devotes de Santiago, al inmolar las fotografías de los líderes del Comité Cívico y al sacrificar burros para embrutecer a las personas movilizadas, es el gobierno quien ha exportado el conflicto al terreno de la brujería, rompiendo el juego y las relaciones de fuerza políticas convencionales.

En la literatura antropológica, las practicas mágicas han podido ser interpretadas como el arma de los y las débiles, la cristalización de un poder de resistencia, eventualmente de subversión, de les subalternes frente a los poderes instituidos y en particular frente al Estado (Geshiere, 1996). En Bolivia, esta constatación se aplica al culto de las almas del purgatorio quienes redistribuyen el poder y limitan las arbitrariedades del Estado. Así, el cementerio de Potosí funciona como una oficina oculta de la administración pública donde se acude a las almas para, por ejemplo, obtener ayuda frente a la maquina judicial o compensar la falta de contactos para obtener un empleo público. Esta reciprocidad automática contrasta con la experiencia de un Estado que se rehúsa a retribuir el aporte de Potosí y el sufragio de su ciudadanía. Pero de repente llega un gobierno que habla el idioma de la brujería y captura sus poderes alternativos, con más fuerza aún, y que dispone además del poder instituido. ¿Acaso no se dice que Evo Morales empleaba a más de 100 o 120 brujos? ¡O sea, diez veces más que los apóstoles de Jesús! Esos brujos asalariados, mujeres y hombres, privatizaron los lugares sagrados en nombre del Estado e impulsaron una inflación de ofrendas que alteró el mercado de la devoción. Esta cooptación consolidó la percepción de un Estado totalitario que ocupaba todas las esferas –aquella de los tres poderes oficiales y de los tribunales electorales como la de los contrapoderes brujos– sin dejar ningún espacio a sus detractores. De un arma destinada a reequilibrar la relación de fuerza entre el poder hegemónico y los dominados, los ritos se han vuelto el instrumento de los y las dominantes al servicio del poder y de sus ambiciones.

 

La conquista estatal de los territorios y sus recursos

Los y las amautas del gobierno no actuaban únicamente desde el palacio presidencial, sino que infeudaban también a las fuerzas locales. En Potosí, Más allá del círculo de Eliana y Leo, muchos y muchas comentaban su sorpresa al ver cómo oficiantes gubernamentales realizaban sus ceremonias en las principales ciudades del país, incluida la suya el día del aniversario del departamento de Potosí: “¿Qué presidente? [se preguntaba Nicolasa poco después del conflicto], El único Evo hace brujas, a la plaza va, así hace poner, cada año, con hartos curanderos a Potosí, Oruro, Sucre también, Cochabamba, en todas partes hace q’uwar [cremar ofrendas], hasta para 10 de noviembre [día aniversario de Potosí] han venido”.[11]

Al ocupar la plaza principal y los patios de las alcaldías y de los gobiernos departamentales, los ritos estatales espoliaban el espacio de los poderes regionales. Violaban igualmente los procedimientos rituales locales con el riesgo de disgustar las deidades. “¿Crees que la Pachamama va a recibir a desconocidos?”[12] se preguntaba una empleada de la Casa de Moneda, que vivió como una violencia la intrusión de amautas del ministerio de Cultura en su lugar de trabajo en ocasión de una inauguración. A la celebración de una pachamama múltiple, individualizada por su nombre, anclada en un espacio preciso (el museo) y con expectativas definidas por su pacto regular con los empleados que atienden regularmente su alimentación, los brujos del Evo la sustituyeron por una Pachamama oficial, única y genérica, verdadero avatar del centralismo de Estado.

Como se ha visto durante el conflicto de 2015 con las montañas y el cementerio, emporio de las actividades de las curanderas, la empresa estatal de conquista ritual se extendió a territorios no convencionales. Ni siquiera se escapó el famoso santuario de Bombori, en el norte de Potosí, sede del culto a Santiago patrono de les curanderes y chamanes. Eliana se enteró, de boca de un oficiante local, que “el Evo viene [a Bombori]. Él dice que no cree en religiones, pero a media noche hace desocupar a todos, él solito entra”.[13] La privatización del santuario por el expresidente resuena como testigo de un pacto individual, excluyente, con las fuentes no humanas del poder. En 2019, el gobernador de Potosí por el MAS no dudó incluso en llevar a la ciudad la imagen de Santiago de Bombori la cual, hasta la fecha, nunca había salido de su santuario. Si bien se congregó una multitud para recibirla, algunes remarcaron la inversión transgresiva del desplazamiento del santo y del sentido del peregrinaje.

Todas esas cooptaciones han podido ser percibidas como una tentativa de someter las fuerzas y los espíritus que encarnan el territorio de Potosí a la razón de Estado, de la misma manera que los y las amautas del gobierno intentaban avasallar a los vivos con sacrificios de burros y otras prácticas brujas. Este proceso recuerda la subordinación de las wak’as regionales y su inclusión en la cartografía sagrada del imperio durante la expansión territorial Inca. Recuerda, también, a las campañas coloniales de extirpación de idolatría, a la imposición de las vírgenes y de los santos en los lugares de culto precristianos y a los actuales exorcismos de miembros de iglesias evangélicas en los lugares rituales frecuentados por Eliana y sus colegas.[14] “Allí he entendido como se han debido de sentir los primeros cristianos cuando han llegado los misioneros” concluía mi interlocutora de la Casa de Moneda luego de relatar el ritual –para ella inédito– al cual había sido obligada a participar incluso económicamente como sus colegas.

La sensación que se tiene que el gobierno captura las fuerzas espirituales de Potosí, refleja metonímicamente la acusación de la espoliación secular que hizo el Estado de sus recursos mineros y la falta de su justa compensación. En un contexto de crisis de la relación entre el Estado Central y las regiones, esta enfeudación devela un proyecto contrario a los anuncios oficiales plasmados en la nueva Constitución de aumentar la autonomía de los departamentos y, por ende, su acceso a los beneficios de los recursos locales.

La estatización del campo ritual se extiende hacia la persona de los oficiantes. Desde la ley de 2015,[15] los terapeutas tradicionales urbanos deben solicitar la inscripción en el Registro único de Medicina Tradicional Ancestral Boliviana (RUMETRAB) manejado por el Estado. Esa intrusión gubernamental generó reacciones ambivalentes entre el sentimiento de ser reconocido y la pérdida de libertad. Para evitar tener problemas, Eliana se resolvió hacer el trámite. Después de haber juntado cartas de recomendaciones de sus pacientes, seguido algunos cursillos, y pagado su cuota, ¡se volvió una bruja de Estado!

 

La competencia por el sufragio de las almas

Frente al expansionismo del Estado, la respuesta de las curanderas también se territorializó. Eliana y Leo se reapropiaron simbólicamente del departamento de Potosí para proteger a la región de la conducta predatoria gubernamental, purificando su escudo y su mapa, prestando especial atención a las zonas rurales bajo influencia del MAS para neutralizar las divisiones y afirmar el carácter inclusivo de la lucha. La elección de las almas solicitadas responde a la misma lógica de reconquista.

Las curanderas de Potosí han heredado sus invocaciones a los difuntos del culto a las almas de purgatorio promovido por la Iglesia colonial (Estenssoro, 2003). En América, como en Europa (Cuchet, 2014), con el tiempo, la costumbre de ayudar a las almas a purificarse antes del Juicio Final dejó lugar a un pacto recíproco donde los difuntos interceden a favor de los vivos a cambio de misas, rezos y ofrendas (Estenssoro, 2003). Esta distorsión ha conducido a la Iglesia a condenar, sin mucho éxito, el culto que ella misma había instaurado. Sin embargo, incluso en el entorno de las curanderas, el culto a las almas del purgatorio se ha vuelto algo sospechoso, cercano al campo de la brujería. Según Nicolasa, la curandera en jefa, las almas errantes estarían menos cerca de Dios que del diablo a quien piden su intercesión. Más allá de la condena que tiene por parte de la Iglesia, la relación entre brujería y almas del purgatorio quizás se deba también al hecho de que estas últimas trabajan para todas y todos, independientemente de la vida que ellas han llevado y de la moralidad del sufragio de sus devotos. De hecho, el alma de un criminal es teóricamente tan eficaz como aquella de su víctima. Ninguna tiene problema de hacer daño, ni de servir a intereses contradictorios, como lo muestra el hecho que las fotografías de los dirigentes del Comité Cívico y las de miembros del gobierno fueron inmoladas sucesivamente en el horno del cementerio, significativamente llamado alma mundo, o sea el acceso a donde moran todas aquellas almas que han caído en el olvido. Privadas de la solicitud de sus descendientes, estas almas son particularmente receptivas a los rezos y a las ofrendas.

Si se deja de lado a los santos, es entre estas almas anónimas que las curanderas de Potosí reclutan a sus principales intercesores. Aunque los difuntos obran teóricamente sin estado de ánimo, sus devotas suponen que los muertos del cementerio de Potosí no pudieron resistir al formidable impulso de la llamada potosinidad. Es a fortiori el caso de las dos principales categorías de almas movilizadas durante el conflicto de 2015: las almas caminos y las almas mineras. Tienen en común el hecho de haber perecido durante un accidente –en la ruta o en la mina­–: una muerte violenta que no les dejó tiempo de arrepentirse ni de confesarse, contrariando su acceso al paraíso. Sobre todo, tanto las unas como las otras tienen su destino ligado al territorio de Potosí. Las primeras porque rondan a lo largo de la red vial que irriga y une el espacio del departamento, articulando la ciudad y las provincias. Las segundas porque son las principales mártires del sacrifico que hizo Potosí para enriquecer a la Nación; y también porque los mineros, hombres y mujeres, han sido particularmente activos durante las movilizaciones del 2015.

Eliana y Leo añadieron a estas almas genéricas algunos personajes de la historia regional como Juan de Villarroel (fundador de Potosí), Tomas Katari (líder local de los levantamientos indígenas de fines del siglo XVIII) y aún Facundo Gómez (un ex dirigente del Comité Cívico quien se destacó en 1992 durante el primer conflicto con el gobierno central en torno a la explotación del litio). En una tentativa de reconciliar mundo rural y urbano, ellas convocaron también a las figuras históricas que dieron su nombre a la mayor parte de las 16 provincias del departamento: Alonso de Ibáñez, Rafael Bustillos, Tomas Frías, Cornelio Saavedra, Modesto Omiste, etc.

El uso de celebridades históricas es una novedad para las curanderas. Es claramente una respuesta a la práctica del gobierno del MAS de ponerse bajo el auspicio de los nuevos héroes de la Nación tales como Túpac Katari, Manual Ascencio Padilla y sus compañeras de armas, Bartolina Sisa y Juana Azurduy. Eliana y Leo no dudaron en convocarlos para sustraerlos a la influencia del Estado. Supusieron que las almas de los madres y padres de la Nación no podían ser insensibles. Atrapadas entre los sufragios del gobierno y aquellos de la región, no tendrían problemas en elegir la causa de Potosí. Ésta parecía mucho más cercana a sus compromisos históricos al servicio de la Nación que a las ambiciones egoístas del actual gobierno: “Habrán estado pues [del lado del gobierno] pero ahora ¿qué van a estar? ¿Qué cosa pide este gobierno? Para el no más, ‘que me vaya bien’, también con la droga, cosas malas, ya no le van a hacer caso” comentaba Leo poco después del conflicto.[16]

La tentativa de sustraer a las heroínas y héroes de la Independencia del clientelismo de Estado se puede entender como la afirmación que el gobierno no es dueño ni del Estado, ni de la Nación. Sus almas encarnan una etapa primigenia del Estado Nación, previa a la contaminación que hicieran los gobiernos históricos. Al negociar directamente con ellas, se trata entonces de recuperar al Estado mismo, más allá de sus representantes ocasionales cuyas fotografías arden en el cementero. Debido a que sus reclamos se identifican con esta primera República, las justicieras por Potosí no invocaron jamás a las fuerzas prehispánicas, ni a los símbolos propios del Estado plurinacional como la wiphala. Todos sus ritos se ubicaron bajo los auspicios de la bandera tricolor de la República.

La innovación que representa el recurso a las almas de la historia nacional se relaciona con otro cambio esencial. Mientras que las y los pacientes usuales de las curanderas suelen ser individuos o familias, a lo largo del conflicto ellas oficiaron de manera benévola en nombre de todo un país. En efecto, Potosí no fue una víctima aislada. ¿Acaso la oficiante del gobernador no les advirtió que los brujos del Evo habían sacrificado “burros enteros” para “sonsear Bolivia entera” y que los ciudadanos vayan a votar “como burros”? para retomar las palabras del entorno de las curanderas. Rápidamente la misión de las justicieras desbordó la lucha por Potosí y la acusación del accionar del gobierno para cuestionar al mismo Estado. Este deslizamiento ha acompañado la reinterpretación del conjunto de los ritos del gobierno para dibujar el retrato de un Estado que no duda en sacrificar los intereses del pueblo en provecho de su poder: un Estado brujo que se confunde con la figura del expresidente como atestigua la expresión losbrujos del Evo, en consonancia con la confusión que había entre la persona de Morales, la función presidencial y el Estado.

 

Desde Tiwanaku: la naturaleza bruja del Estado

Desde los años 1930, el sitio preinca de Tiwanaku fue movilizado por los proyectos de Nación. Estos se anclaron en interpretaciones sucesivas del sitio: huella de una raza indígena superior degenerada por la caída del Estado tiwanakoteca, crisol del mestizaje celebrado por el Movimiento Nacionalista Revolucionario de los años 50, antes de volverse la escena primordial del proyecto indianista del Katarismo de los años 1970 (Quisbert, 2004; Loza, 2008; Nicolas & Quisbert, 2014). Sin embargo, fue con el MAS que el sitio se constituyó en la misma fuente del poder político. Su ausencia de filiación directa con una sociedad contemporánea ha consolidado el rol de Tiwanaku como articulador del conjunto de la población boliviana y de sus diferentes autoctonías. Pero desde un punto de vista ritual el panorama es mucho más preocupante. Al decir del circulo de Eliana y Leo, el sitio es la sede de fuerzas antiguas, precristianas y antropófagas que el antiguo gobierno despertó de manera irresponsable. Solo un propósito extraordinario podía justificar el pactar con ellas y aceptar el precio: el deseo de perpetuarse en el poder independientemente de las reglas de la democracia y de las consecuencias funestas de esta elección. Eso es lo que comentaba Eliana al respeto:

El [Evo Morales] ha abierto no ve ese también de la puerta del sol, eso no estaba abierto. ¿Acaso ha ido a q’uwar por q’uwar? No. Ha ido a abrir esos ojos para quedarse nomas. […] En ahí hace años, antes de la colonización, dice que mataban a la gente. A las vírgenes degollaba el inca, ¿no ve?, ofrendaba en allí. Y él [el expresidente] abrió esa puerta. Por eso que él quería siempre mujeres jóvenes, vírgenes, de 15, 14 años… Entonces ha ido a entregar ¿A cambio de qué? A cambio de que siga. Y se van a dar cuenta clarito: cuando empieza a q’uwar, empiezan a morir gente, se vuelcan, rapidito mueren. Lo que ha abierto esta puerta también estaba mal, no debería abrir, porque ya lo cerraron dice. Todo significado tiene pues, este bandido su ropa todo se ha hecho cambiar, ¿nove? Se ha hecho desvestir, se ha vestido de indígena en la puerta para tener pues ese poder, esa fuerza, pero algo ha fallado. Este no ha debido cumplir en algo, por eso está tambaleando.[17]

Una conclusión que recuerda que, ya en 2015, la popularidad del expresidente se estaba debilitando. La tendencia se confirmó un año más tarde con el fracaso del referéndum que buscaba amparar su tercera candidatura a la elección presidencial, a pesar de sobrepasar el límite fijado por la Constitución.

En la lógica andina de Eliana y Leo, la reciprocidad entre los seres humanos y las deidades es el resultado de un proceso de domesticación de las fuerzas vivas del mundo. Al saciarles con su devoción y sus ofrendas, los humanos transforman a esos predadores en aliados. Si la relación se interrumpe, las fuerzas del mundo vuelven a ser salvajes y voraces; a fortiori cuando la memoria de los sacrificios humanos agudiza su apetito. El desconocimiento que tenían las y los habitantes de Potosí de los procedimientos rituales de la región de la Paz de la cual provienen los y las practicantes oficiales, así como su costumbre de enterrar –en vez de quemar– las ofrendas, profundizaron su percepción de la existencia de una alianza con las fuerzas del inframundo, las más salvajes y demoniacas entre todas. A eso se añade la sospecha levantada por la convocatoria en los ritos gubernamentales de almas antiguas como las de Tupac Katari y de Bartolina Sisa con las cuales la comunicación estaba rota desde hacía más de un siglo. Según Leo, su hambre estaría a la altura de la deuda ritual acumulada por años de latencia:

Mira, si nadie levantaba tu nombre durante años, años, pero de noche a la mañana, te hago despertar, te molesto, te digo ‘te doy esta papa’. Vos comes… Otra papa para que saborees. Este es lo que está pasando. ¿De cuántos años es? Entonces estaban dormido, y él [expresidente Morales] ha empezado a ir a estos monolitos, no ve. Ahora, este es lo peor, al ir a la paz, siempre mueren 18, 20, 15… 8, 7. En uno la gente muere así, siempre hay accidentes. Otros dicen que es la negligencia de los chóferes, se toman, pero otros dicen se ha debido q’uwar a las almas antiguas, por eso pasan estas cosas. ¿Te acuerdas, aquí también cuando han venido a la campaña de los masistas, todo un auto se ha volcado, no ve? A estas almas ha alcanzado, entonces yo supongo, ¿no? que él ha hecho despertar a estas almas. Eso es lo que pasó.[18]

La sensación de que al entorno del expresidente le esperaba un final dramático volvía regularme a la boca de los devotos de Santiago. Como Leo, tomaban como prueba la muerte de militantes del MAS en la ruta de Potosí ocurrida durante la campaña presidencial de 2009, así como las defunciones prematuras de ministros como Carlos Villegas (expresidente de Yacimientos Petroleros Fiscales Bolivianos) y, sobre todo, el linchamiento de Rodolfo Ilanes (viceministro del Interior) realizado por mineros después de haber sido abandonado por el gobierno que le había enviado como mediador en un conflicto en 2016. Sin embargo, la amenaza se extendía mucho más allá del entorno de Evo Morales. La vida de todos y todas aquellas que tomaban el camino entre La Paz y Potosí peligraba por el pacto presidencial realizado con las fuerzas antropófagas.[19] Estas siempre querían más. Después del fracaso del referendo de 2016, corrió la voz que los brujos del Evo empezaron a quemar vivas a las llamas sacrificadas en vez de degollarlas ritualmente. En 2019, las explosiones de violencia y las muertes que siguieron a la huida de Morales a Méjico, abandonando la ciudadanía a su suerte, consolidaron la idea que el mismo Estado se había vuelto caníbal.

La reputación del gobierno de sacrificar a sus sujetos para asegurar su poder se extendió mucho más allá de Potosí. Hasta los servicios de comunicación del gobierno parecían haber estado al tanto de estas acusaciones, tal como lo deja pensar el extraño comunicado del ministerio de Justica después de la muerte de una de sus empleadas durante un acto oficial en Chimoré, en mayo del 2019. Como si quisiera librarse de toda sospecha de sacrificio, el comunicado insistía en el hecho de que esta funcionaria había ido por voluntad propia, sin haber sido obligada por su jerarquía.[20] La imagen del poder inmolando a su pueblo contrasta escandalosamente con la figura ideal del presidente como un padre de familia, protector y magnánimo. Una metáfora a la cual, como lo relata Alemán (2013: 65), los y las habitantes de Potosí recurrían frecuentemente para denunciar el abandono y la ingratitud del Estado: “Todos los gobiernos nos han confundido con sus hijastros o sus entenados. Nos han tratado mal, nos han herido, nos han insultado”. Una actitud que fue vivida de manera aún más dolorosa por el circulo de las curanderas, ya que la mayoría de sus miembros habían confiado en las urnas en Evo Morales.

Como un Cronos que devora a sus hijos, el gobierno usaría a su pueblo y sus sufragios como un recurso, sacrificándoles en su pacto de poder. A diferencia de sus predecesores, de los cuales se decía que recurrían también a curanderos y curanderas para el ejercicio de sus cargos, Evo Morales parecería haber recibido del más allá el mismo poder presidencial. Esa tergiversación inaugural marcó el paso de la ritualidad a la brujería.

Así, lo que vieron las curanderas de Potosí en los ritos oficiales de Tiwanaku fue la proclamación de una jefatura sagrada donde la legitimidad del soberano no procedía de la voluntad del pueblo, sino de la unción de fuerzas espirituales que están al margen del juego democrático y de la naturaleza del poder en las culturas indígenas. Muchos gestos rituales estaban destinados a afirmar la filiación de la figura del expresidente con las autoridades indígenas tradicionales. Sin embargo, y eso no escapó a mis interlocutoras, las autoridades indígenas no son elegidas democráticamente sino nombradas según un sistema de turno donde todas las familias son teóricamente llamadas a ocupar los diferentes cargos, según una progresión que desconoce los mandatos repetidos. Por otra parte, las autoridades indígenas ubican su poder bajo los auspicios de un panteón cristianizado como lo evoca el nombre del bastón de mando, la vara, llamado niño (Jesús) en la región de Potosí y la elección del 6 de enero, día de los reyes magos, para su entronización. Visible en los ritos de entronización, la distancia entre el gobierno de Evo Morales con la religión católica ha sido una fuente de molestia entre muchos bolivianos, como para Nicolasa:

Brujo es pues, no hace curar con santos. Miro en la tele [los ritos oficiales] puro diablo entran, puros animales, víboras, sapos, mariposas, arañas, hormigas, pájaro bobo, no entra vírgenes, no entra pues santos, otros saben q’uwarse con Copacabana, con Guadalupe… Pero el [Evo Morales], al diablo pide pues, a la Pachamama, abajo q’uwan, adentro, no es para arriba. No quiere ver, ni cura no quiere, ni santos… hablan mal al Evo, mueren pues, por eso, brujo es pues.[21]

Es imposible entender esa demonización de los rituales de Estado sin tomar en cuenta el impacto de la crítica recurrente que hizo el gobierno del MAS a la Iglesia Romana entre una población que se identifica muy mayoritariamente como católica.[22] Blanco privilegiado del proyecto descolonizador del Estado plurinacional, la evangelización ha sido frecuentemente denunciada por los gobernantes del MAS como agente de la subordinación de los indígenas americanos y de sus culturas. Desde el primer mandato presidencial, Evo Morales y les altes funcionaries del Estado dejaron la costumbre de jurar sobre la Biblia para levantar el puño izquierdo y poner la mano derecha sobre el pecho. La nueva Constitución impulsada por el MAS separó el Estado de la fe católica,[23] garantizando al mismo tiempo la libertad de culto que favoreció el creciente poder de las Iglesias evangélicas. La medida se acompañó por el reemplazo del catequismo por un curso de historia de las religiones y cosmovisiones locales en los programas escolares.

La omnipresencia de la ritualidad del Estado, la entronización de Morales como “líder político y espiritual” en Tiwanaku (Torrez & Arce, 2014: 101) así como el patrocinio espiritual indígena de la Nación inscrito en la Constitución del Estado plurinacional[24] muestran, sin embargo, que la ruptura con la Iglesia católica no conllevó la secularización del Estado. La tensión con la Iglesia católica fue acompañada por anuncios paroxísticos relatados con deleite por los medios. Burman (2011: 79) cita así un artículo del periódico La Prensa de 2006[25] (con el título provocador de “Conflicto wakas versus iglesias”). Relata el pedido formulado por oficiantes cercanos al poder de demoler las iglesias construidas en sitios sagrados aymara, con el supuesto visto bueno del ministerio de Relaciones exteriores. En contraste, las movilizaciones de Potosí se colocaron bajo el auspicio de la Iglesia local cuyos párrocos tomaron la cabeza de algunas marchas y bendijeron la partida y el regreso de los representantes de Potosí a La Paz.

La decisión de Evo Morales de desafiar los resultados del referéndum del 2016 para volver a postularse para las presidenciales del 2016 marcó un giro en la oposición de Potosí. La crítica del centralismo y del verticalismo del Estado ha dejado lugar al cuestionamiento de la legitimidad y del carácter democrático del gobierno; lo cual había anticipado la interpretación de los rituales estatales por las curanderas. Estas denuncias se cristalizaron en las sospechas de fraude al comienzo del conflicto post-electoral de 2019 en el que  Potosí se levantó con tanta fuerza como en el 2015. El hecho de que la lucha traspasara ampliamente la defensa de intereses regionales particulares volvió posible la alianza de Potosí con Santa Cruz. Una alianza que contradice la idea de que la oposición al gobierno de Evo Morales fue orquestada principalmente desde las tierras bajas fronterizas con Brasil, el mundo de los negocios y del agro-business. Y aunque los motivos de las movilizaciones y la naturaleza del gobierno que cuestionan parecen contraponer la conflagración boliviana de 2019 con la insurrección simultanea de la población chilena, se puede percibir una misma crisis de gobernanza, de representación, y la reivindicación de la recuperación ciudadana del control de lo político. Una dinámica que movilizó también a la ciudadanía de Líbano, de Irak, de Argelia, así como a las y los Gilets jaunes franceses.

 

2019. El mesianismo de la alternancia política

En los días que antecedieron las elecciones de 2019, Eliana y Leo ya estaban de vuelta movilizadas en el marco del conflicto que oponía gran parte de los habitantes de Potosí a un proyecto de explotación del litio de su territorio. Para ello habían purificado otra vez el estandarte del Comité Cívico en el santuario del Justo Juez, cercano a Potosí. Los ritos se aceleraron el 21 de octubre cuando una muchedumbre enfadada por las irregularidades en el conteo de los votos incendió el Tribunal electoral departamental de Potosí. Desde entonces hasta la dimisión de Morales, Eliana y Leo organizaron regularmente q’uwas en la casa de Nicolasa. Ampliaron también sus alianzas: en el altar de Nicolasa, un montaje de los retratos de Filemón Escobar, Víctor Paz Estenssoro, Marcelo Quiroga Santa Cruz, y Juan Lechín ocupaba, adelante, el lugar de honor. Cada uno a su manera había defendido en algún momento los intereses de los mineros y la lucha contra los gobiernos autoritarios.[26]

Una semana más tarde, el viernes 8 noviembre, mientras la hipótesis de un fraude se imponía en todos los espíritus, cuando la meta ya no era la realización de una segunda vuelta electoral sino la partida de Morales, las curanderas organizaron un verdadero sufragio de destitución. De nuevo recortaron de los periódicos las fotografías de los principales representantes del gobierno y las quemaron con hojas de coca, de la q’uwa, y pastillas dulces que representan rutas, para ponerlos en el camino de la salida. Al día siguiente, otros ritos apoyaron los motines policiales. Sin embargo, el verdadero momento de gloria llegó 24 horas más tarde, el 10 de noviembre, cuando los líderes de los comités cívicos de Potosí y Santa Cruz, Marco Antonio Pumari y Fernando Camacho, se disponían a ingresar al palacio presidencial con una carta de renuncia para que firme el presidente Morales. Mientras la situación se ponía tensa en Potosí, donde las casas de militantes del MAS fueron atacadas por la muchedumbre, las curanderas asumieron la misión de proteger el domicilio de Marco Antonio Pumari de posibles represalias. Eliana relata la operación:

¡Te imaginas que fuimos a la casa del Pumari! Justo cuando estaban por quemarla, el padrino, la Leo y yo, cargada de mi santa bárbara [para su eficacia en contra de las tormentas], hemos ido porque hemos visto [en la coca] que teníamos que salvarle, para que no molesten a su familia. En pleno granizo hemos ido, «que vengan» nos han dicho. Teníamos que limpiar su ropa, y mucho mejor con su esposa, ella que agarre la foto y su casa más vamos a limpiar diciendo hemos hecho la mesa negra. La pichara he mandado con otra persona, y habían botado donde estaban encendiendo la casa del Copa [Desiderio Copa, concejero municipal por el MAS]. Allí dice que se había quemado [se ríe]. Y nosotros haciendo para bien en su casa. Queríamos que se vaya este Tatisco de mierda, este traficador. Justo cuando el Camacho y el Pumari estaban arrodillados [en el palacio presidencial], nosotros también. En tele hemos visto. Y este día pues el hombre ha renunciado, esta tarde. En allí estábamos cuando ha renunciado.[27]

Era el 10 de noviembre, día del aniversario del departamento de Potosí. La salida precipitada de Evo Morales, que fue seguida por la caída del gobernador y del alcalde (ambos del MAS) de Potosí, confirmó algo sobre lo cual las curanderas nunca habían tenido dudas: los pactos con las fuerzas oscuras son por naturaleza efímeros. Ningún curandero, ninguna ofrenda, lograrán jamás satisfacerlas del todo. Quizás también sus esfuerzos hayan terminado por aplazar a los brujos del Evo. Finalmente, Santiago eligió su bando. En el entorno de Eliana y Leo, se vivió con alivio y alegría el desenlace de la verdadera guerra de religión, y la llegada de nuevos gobernantes que parecían, sin embrago, dispuestos a llevarlas a la hoguera…

Él [Dios] ha permitido que la biblia vuelva a entrar al palacio. ¡Que nos bendiga!”[28] proclama triunfalmente Jeanine Añez mientras estaba por cruzar el umbral del Palacio presidencial alzando un nuevo testamento tres veces más grande que su cabeza. Son algo más de las 19 horas del martes 12 de noviembre de 2019. Rodeada por la muchedumbre, casi empujada por ella, la muy católica exsenadora Añez acaba de atravesar la plaza Murillo luego de la sesión de la Asamblea Legislativa donde se ha declarado presidenta interina del Estado boliviano. Dos días antes, Fernando Camacho y Marco Antonio Pumari habían realizado el mismo exorcismo. Llegados al palacio para hacer firmar a Morales su carta de renuncia se habían arrodillado frente a una Biblia y un rosario colocado en la bandera boliviana. A unos metros, un predicador evangélico declaraba a la prensa “[…] Nunca más volverá la Pachamama. Hoy Cristo está volviendo a Palacio de Gobierno”.[29] Pocas horas más tarde, Morales abandonado por la policía, la Central Obrera y empujado por el ejército, renunciaba. El 13 de noviembre, durante la manifestación convocada por el mismo Camacho,[30] acompañado por Pumari, al pie de la estatua gigante del Cristo de la ciudad de Santa Cruz, un predicador –otro o el mismo– gritaba: “A todos los demonios de la brujería, los atamos y los enviamos al abismo en esta hora. […] Establecemos un nuevo tiempo en los cielos de Bolivia. Satanás, ¡fuera de Bolivia! ¡Ahora!”.[31] Muchos, entre la multitud, levantaron las manos hacia el cielo.

Cuando el milenarismo evangélico se une a la cruzada de políticos católicos, la alianza no solo atestigua su adhesión compartida a una fe cristiana obsesionada por la demonología en su versión más radical. Atrás de la extirpación de la Pachamama y de los ritos paganos, se trata también de derrumbar la construcción simbólica del gobierno de Morales como una nueva era política y espiritual y, con ella, la imagen del expresidente como una figura providencial. Al integrar la ritualidad andina a los protocolos de Estado, el gobierno del MAS había llevado el reformismo político al terreno de la utopía mesiánica. Medida paradigmática de la ruptura con el antiguo régimen, la refundación de la constitución había colocado al Estado plurinacional bajo los auspicios de la descolonización, de la des-evangelización y de las espiritualidades indígenas. Y fue al corazón del proyecto político e ideológico plasmado en la nueva Constitución que apuntó la campaña de extirpación llevada a cabo por les nueves actores del Estado: el reemplazo de las antiguas elites políticas por una nueva clase dirigente y burocrática, la distancia con la Iglesia católica, el regreso a la intervención del Estado en la explotación de las materias primas y la dirección de la economía, así como un cierto autoritarismo destinado a asegurar el éxito del llamado proceso de cambio. Fueron tantas las inflexiones, que la oposición liberal busco presentarlo como un proyecto comunista, y, por ende, de naturaleza satánica…

Hoy en día, el éxito del proyecto de la derecha liberal, conservadora y cristiana, de cooptar las movilizaciones en contra de la reelección de Morales ha dejado en la sombra a otros y otras protagonistas como Potosí y su Comité Cívico cuya dirigencia tiene una extracción social más popular (Pumari es exminero), diferente a la de los hombres y mujeres de negocio que dirigen el de Santa Cruz. Y mientras los predicadores mandaban al infierno a los demonios paganos del gobierno de Morales, en Potosí, un grupo de curanderas convocaba a la Pachamama, a los espíritus de las montañas, y a las almas del purgatorio para el éxito de su empresa.

 

Conclusión: del gesto votivo al voto

Las movilizaciones del 2015 han transformado la cofradía de Santiago en una verdadera célula militante de personas hasta entonces poco comprometida en la política partidaria, aun cuando muches habían visto con buen ojo el acceso al poder del MAS.  Así, el circulo de las curanderas ha sido el marco de la elaboración consensuada de una oposición al gobierno, más allá de la diversidad social de sus miembros. El primer objetivo de los ritos en contra de los brujos del Evo apuntaba a asegurar el éxito de las reivindicaciones del Comité Cívico de Potosí. Luego, el apoyo a estas demandas ha dejado lugar a un cuestionamiento sobre la naturaleza del gobierno y del poder del Estado entre les devotes. A lo largo de mi análisis, una pregunta ha estado dando vuelta en mi cabeza: ¿Lo que pude observar en el campo de los rituales era solo una trasposición de elaboraciones políticas que tuvieron lugar en otro lugar? O, más bien, ¿los rituales han favorecido la emergencia de un discurso sui generis? La respuesta es probablemente una mezcla de ambos.

Al final del sub-capítulo sobre la naturaleza bruja del estado boliviano, he sugerido que las prácticas y los discursos que hubo en torno a los rituales de las curanderas, así como en torno a aquellos atribuidos al Estado, habían anticipado la popularización de la crítica de la distorsión de la democracia que explotó a plena luz durante el conflicto post-electoral del 2019. De algún modo, sus prácticas rituales habían permitido a les devotes ordenar y ensamblar en un discurso coherente, intuiciones fragmentadas e impresiones todavía sin enunciar. Eso, incluso antes de acoger las formulaciones más convencionales de los movimientos de oposición a la reelección del MAS. La estrategia del ex-gobierno de conectar la legitimidad democrática con la expresión ritualizada del poder tradicional se había vuelto en su contra. Autorizó e incitó a una parte de la población a elaborar un análisis político, propio y complejo, al margen de los conceptos tradicionales de la militancia y de la sociología política que no les eran familiares.

La organización de los ritos orquestados por Eliana y Leo ha jugado un papel decisivo en la construcción del consenso. Durante las ceremonias, cada devote repite los gestos y las palabras de las curanderas. Entonces, cuando los ritos se han vuelto políticos, su poder de convicción y la experiencia del unísono se trasladaron tambien hacia el campo militante. Sin embargo, el proselitismo de Eliana y de Leo no difundió un discurso político elaborado de antemano. Sus propias posiciones se fueron aclarando a partir de sus interacciones con su clientela.  La manera con la cual fueron elegidas las almas solicitadas ilustra esta dinámica colectiva. Cada devote había podido sugerir un nombre en función de su imaginario particular de lo que es la potosinidad. El hecho de que todos los miembros de la cofradía tengan que asumir por turno las celebraciones anuales de Santiago favorece cierta horizontalidad en la circulación de la palabra. Es, sin embargo, cierto que algunas voces son más legitimas que otras. Las opiniones de las curanderas poseen un peso particular, pero Eliana y Leo escuchan a su vez atentamente aquellas de los miembros mejor ubicados socialmente. Así, bajo la influencia de un abogado, la mayoría de los miembros de la cofradía decidió votar por Carlos Mesa, el candidato de centro-derecha, en las presidenciales de octubre del 2020. Colocado en el altar de Nicolasa, su retrato fue objeto de todas las solicitudes durante el mes que precedió al sufragio. Su fracaso frente al nuevo candidato del MAS no desanimó demasiado a les devotes. Supusieron que la caída de Morales en la cual participaron habrá hecho entender a los brujos del Evo y a sus patrones que existen límites a la autoridad y al poder del Estado.

La interpretación de los ritos gubernamentales como manifestación de un Estado brujo no se ha limitado a Potosí. El rumor que el gobierno sacrificaba su pueblo a su pacto de poder circulaba también en La Paz. En 2019, los habitantes de Cochabamba sospecharon que los brujos del Evo habían subido en los helicópteros militares que sobrevolaban la ciudad en ebullición, para lanzar hechizos a los manifestantes.[32] Me imagino que el anuncio pudo suscitar un sentimiento de impotencia frente al arbitrario estatal. En cambio, el aprendizaje de la ritualidad de combate consolidó la fe en el poder ciudadano entre los miembros de la cofradía de Santiago. A tal punto que hoy Eliana se imagina a veces, en broma, volverse la primera alcaldesa de Potosí...

Referencias

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14. Torrez, Y. & Arce, C. (2014). Construcción simbólica del Estado Plurinacional de Bolivia. Imaginarios políticos, discursos, rituales y celebraciones. PIEB.

 

Notas

[1] Este artículo es la traducción de su versión en francés por publicar en el número 96 de los Cahiers des Amériques Latines, número especial Bolivia, editado por Françoise Martinez y Franck Poupeau. Agradezco a Raquel Gil Montero, Vincent Nicolas, Gilles Rivière y Pablo Quisbert por sus comentarios. Este articulo ha sido alentado por la mesa redonda de Cristina Bubba y Alison Spedding en el congreso del AEB en Sucre y la invitación de Vincent Hirtzel al seminario del EREA en la universidad de Nanterre.

[2] https://www.elimparcial.es/noticia/93821/america/latinoamerica-en-manos-de-brujos-chamanes-y-astrologos.html.

[3] https://www.eldia.com.bo/index.php/index.php?cat=162&pla=3&id_articulo=176076.

[4] https://www.opinion.com.bo/articulo/el-pais/evo-pide-disculpas-comcipo-decir-demandas-causaron-risa/20150816160400528653.amp.html.

[5] https://www.paginasiete.bo/nacional/2019/10/24/morales-se-ofrece-dar-talleres-sobre-como-bloquear-235407.html.

[6] Movimiento nacional revolucionario, actor de la Revolución nacional de 1952.

[7] https://www.eldia.com.bo/index.php/index.php?cat=162&pla=3&id_articulo=176076.

[8] La decapitación del águila bicéfala del escudo de Carlos Quinto remite probablemente a la separación de los Habsburgo y los Borbones.

[9] Entrevista con Eliana, octubre 2015.

[10] Entrevista con Eliana, octubre 2015.

[11] Entrevista con Nicolasa, 2015.

[12] Entrevista anónima, 2015.

[13] Entrevista Eliana, 2015.

[14] Los relatos de estos encuentros son bastante increíbles: los «hermanos evangélicos» se instalan en la proximidad del lugar donde las curanderas prenden sus braseros y las dos facciones empiezan a librar batalla mediante rezos.

[15] Ley 459, Ley deMedicina Tradicional.

[16] Entrevista con Leo, octubre 2015.

[17] Entrevista con Eliana, octubre 2015.

[18] Entrevista con Leo, octubre 2015.

[19] Rumores de sacrificios de niños han sido igualmente interpretados como la prueba de un aumento del narcotráfico (y de los ritos destinados a proteger sus actores) implicando al gobierno.

[20] http://www.la-razon.com/nacional/Caso-Justicia-muerte-funcionaria-asistencia-concentracion-MAS-Evo_0_3151484821.html.

[21] Entrevista con Nicolasa, octubre 2015.

[22] En 2014, una encuesta de Captura Consulting en las ciudades de La Paz, El Alto, Cochabamba y Santa Cruz establecía que un 70% de sus habitantes se identificaba como católico y un 20% como evangélico.

[23] Art. 4: El Estado es independiente de la religión. La anterior Constitución reafirmaba que el Estado “reconoce y sostiene la religión católica, apostólica y romana”.

[24] Art. 98: El Estado asumirá como fortaleza la existencia de culturas indígena originario campesinas, depositarias de saberes, conocimientos, valores, espiritualidades y cosmovisiones.

[25] La Prensa, La Paz, 03/12/2006.

[26] Filemón Escobar (1934-2017), era un líder sindical de los mineros del norte de Potosí que se había aliado al MAS antes de dar un portazo; Victor Paz (1907-2001), fue un actor central, junto con el sindicalista minero Juan Lechín (1914 – 2001) de la revolución de 1952 y es tomado como ejemplo de un presidente que supo esperar su turno para volver al poder en vez de enlazar los mandatos; Marcelo Quiroga (1931-1980), ex minero de minas y petróleo asesinado durante la dictadura de García Mesa es un alma mártir de la lucha por la democracia.

[27]  Entrevista Eliana, whatsapp 17/11/2019. 

[28] https://www.youtube.com/watch?v=3POyhLPXs9s.

[29] https://jornada.com.mx/2019/11/11/politica/008n2pol.

[30] https://www.pagina12.com.ar/231205-satanas-fuera-de-bolivia-el-ritual-de-camacho-y-sus-seguidores.

[31] https://elpais.com/internacional/2019/11/14/america/1573747078_243891.html.

[32] Vincent Hirtzel, comunicación personal.

Recibido: 10/03/2020
Aceptado: 17/06/2020