ARTÍCULOS ORIGINALES
La dinámica urbana y laboral de la ciudad de El Alto (Bolivia): entre el mercado y la producción social del hábitat
Urban and Labour Dynamics in El Alto city (Bolivia): between the market and social production of habitat
Mariela Paula Diaz*
* Socióloga (Universidad de Buenos Aires), Doctora en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, becaria postdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas con sede de trabajo en el Instituto Multidisciplinario de Historia y Ciencias Humanas (unidad ejecutora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) (Argentina). Es profesora del Ciclo Básico Común y posgrado de la Universidad de Buenos Aires. Sus investigaciones abordan los siguientes temas: sociología urbana, hábitat popular, mercado laboral, migración aymara, procesos de urbanización latinoamericano. Correo electrónico: madidip@gmail.com
RECIBIDO:13/10/2015
ACEPTADO: 23/03/2016
RESUMEN
Este trabajo se propone estudiar la producción y apropiación del territorio urbano por parte de los migrantes aymaras de origen rural residentes en dos barrios de la ciudad de El Alto (Bolivia), en el barrio periférico El Porvenir I y en el barrio céntrico 16 de Julio. Se presentan diversos actores y estrategias en la dinámica de la construcción barrial: el mercado, la población informal de origen campesina (indígena) y el Estado durante el periodo 1985-2012. Para llevar a cabo este estudio, se realizaron entrevistas semi-estructuradas en profundidad a informantes-clave y a los residentes migrantes. Además, se aplicó una encuesta a miembros de 50 hogares en cada uno de los barrios.
Palabras clave: Ciudad de El Alto; Migración aymara; Informalidad laboral; Producción social del hábitat; Loteamiento informal; Apropiación urbana
ABSTRACT
This work aims to study the production and appropriation of urban territory by Aymara migrants of rural origin residing in two neighbourhoods: “El Porvenir I” and “16 de Julio” in the city of El Alto (Bolivia). The former is a peripheral neighbourhood whereas the latter is located downtown. The study identifies multiple actors and strategies in the dynamics of neighbourhood construction in the period 1985-2012: market, rural informal population (indigenous people) and the State. For this study, we carried out in-depth, semi-structured interviews with key informants and migrant residents and also a survey of members of 50 households in each neighbourhood.
Keywords: El Alto city; Aymara migration; Labour informality; Social production of hábitat; Informal land; Urban appropriation
Introducción
Para mediados del siglo XX, en el contexto de la Revolución de 1952, El Alto se consolidó como una zona suburbana o barrio periférico de la ciudad de La Paz. Esta cumplía la función de dormitorio obrero, mientras La Paz se organizaba como la fuente laboral de sus habitantes. Luego, se convirtió en la capital de la cuarta sección de la Provincia de Murillo del departamento de La Paz1, es decir en municipio autónomo, a partir de la aplicación de la Ley N°728, el seis de marzo de 1985. Finalmente, el veintiséis de septiembre de 1988 (mediante la Ley N°1014) fue reconocida, por el Congreso Nacional, su estatus de ciudad. Actualmente, según el Censo 2012, El Alto (con 843.934 habitantes) es considerada la segunda ciudad más poblada del país, luego de Santa Cruz (con 1.453.549 habitantes). Esta cuestión, en parte, se liga con el impulso del proceso de urbanización que vivió Bolivia durante el periodo de la globalización neoliberal.
En este artículo, se abordan los orígenes y la conformación de dos barrios alteños: uno céntrico y antiguo, 16 de Julio (tercera sección), y el otro periférico de reciente formación, El Porvenir I.2 Estos poseen distintos niveles de consolidación urbana, en relación a: la cobertura de equipamientos comunitarios (de salud, de educación, culturales), a la presencia de ferias/mercados, y al acceso al servicio de transporte público, en el periodo 1985-2012. Estos dos barrios alteños, con sus características particulares expresan el proceso de urbanización del país y las distintas etapas del crecimiento de El Alto, que fueron parte de la formación metropolitana de la ciudad de La Paz.
Se intentará poner de manifiesto las estrategias de acceso al hábitat y de (re)apropiación del territorio urbano por parte de los migrantes aymaras, así como las lógicas de funcionamiento de los diversos actores sociales que construyen/producen ciudad: el Gobierno Municipal, la población residente en los barrios y los loteadores informales. Al mismo tiempo, se indaga sobre el tipo de inserción en el mercado de trabajo de los residentes en ambos barrios y la relación actual con sus comunidades rurales de origen con el fin de entender la dinámica urbana y laboral de la ciudad de El Alto.
A partir del estudio de esta ciudad latinoamericana, referente de la cultura aymara, se pretende profundizar el abordaje de los rasgos específicos de la urbanización de los países periféricos, analizados por diversos investigadores de la región, especialmente por Jaramillo & Cuervo (1993) en el marco de las transformaciones sociales, políticas, culturales, económicas y urbanas que trajo consigo la
globalización, en el periodo neoliberal y en el llamado postneoliberal.3
Simultáneamente, permite reflexionar sobre las características propias de los países andinos, particularmente Bolivia, Perú y Ecuador, que muestran importantes diferencias con respecto a otras áreas del continente por el peso del pasado colonial, la importancia de las culturas indígenas, sus particulares relaciones entre ciudad y campo, los altos niveles de informalidad laboral y pobreza (Adad Torrico, 2004). Generalmente, éstas son examinadas en una escala de análisis macro y se centran en la dimensión del hábitat de todo espacio urbano.
En cambio, aquí serán abordadas a un nivel multiescalar (urbano y barrial) con el fin de indagar las posibles diferenciaciones según la localización centro y periferia definida, presentando las vinculaciones entre la dinámica urbana y laboral. Solamente, se han relevado investigaciones que analizan fragmentariamente la cuestión de la vivienda/hábitat y el mercado de trabajo en la ciudad, siendo escasos los estudios que indagan esta relación desde un anclaje socio-territorial. Igualmente, se propone considerar la dimensión del habitar y de apropiación de la ciudad, haciendo énfasis en el concepto de Producción social del hábitat.
Por su parte, El Alto está compuesto por catorce distritos, de los cuales diezon urbanos y cuatro son rurales.4 El barrio El Porvenir se fundó el 2 de febrero de 1999 y se encuentra en el sector noroeste de la periferia de la ciudad. Se localiza en el Distrito 7 que es considerado el segundo más extenso de El Alto y el que menos población posee, constituyéndose así en un área periférica, de baja consolidación urbana, en expansión. El barrio 16 de Julio es antiguo, la fecha de su fundación se remonta hacia mediados de los años cuarenta, considerándose uno de los primeros barrios que surgió luego de la Guerra del Chaco (1932-1935), y se encuentra en el Distrito 6 al norte de la ciudad. En contraste, se halla en proceso de densificación y cuenta con una relativa consolidación.5 Un indicador de ello es el grado diferencial en cuanto a la cobertura de diversos equipamientos comunitarios y servicios públicos entre los barrios céntricos y los de la periferia. En la figura 1 se consigna la localización de los barrios bajo estudio.
Figura 1. Las principales carreteras de la ciudad de El Alto
Fuente: Elaboración propia.
Además, es una ciudad importante no sólo para el mapa político de Bolivia, ya que fue el centro de los levantamientos aymaras de octubre de 2003 y de mayo/junio de 2005 (Mamani Ramírez, 2004) que dieron lugar al quiebre del ciclo neoliberal en este país, sino desde la perspectiva socio-económica. La misma se ha transformado en la urbe más poblada del país con una dinámica laboral propia. Actualmente es llamada ciudad industrial/manufacturera y ciudad mercado. Se debe tener en cuenta que el 12% de las exportaciones bolivianas tienen su origen en dicha urbe. No obstante, la producción en pequeña escala de bienes y servicios de primera necesidad destinados al mercado interno son los principales generadores de empleo e ingresos de los hogares alteños (Wanderley, 2009). Por lo tanto, dejó de ser meramente un lugar de residencia.
Pese a esto, como señaló Hubert Mazurek (2009), la sociología boliviana se ocupó muy poco de estudiar las transformaciones socio-territoriales en el marco del proceso de urbanización, y específicamente El Alto es una de las ciudades con menos estudios sobre su realidad (Durán et al., 2007). Por consiguiente, esta presentación tiene como objetivo aportar información que permita ser un insumo para futuros abordajes en el estudio de las ciudades andinas.
Aspectos metodológicos
Para poder llevar a cabo este análisis se adoptó una estrategia multimétodo que combina procedimientos cualitativos y cuantitativos, incorporando datos de fuentes primarias y secundarias. Los datos cualitativos provienen de la observación no participante y de las entrevistas semi-estructuradas en profundidad a informantes-clave y a los residentes migrantes de ambos barrios. Los entrevistados se encuentran a lo largo de este trabajo con sus nombres ficticios para resguardar su anonimato.
Para la realización de las entrevistas en los barrios bajo estudio se eligieron a hombres y mujeres de dieciocho años y más, y en total se entrevistaron a veinticuatro personas en total (doce personas en cada barrio) en base a los hogares integrados en la muestra estratégica (no probabilística) y esto fue combinado en algunos casos con la técnica bola de nieve a partir de las referencias aportadas por los sujetos a los que ya se había accedido. Previamente, en forma exploratoria, entre los años 2010 y 2011, se realizaron entrevistas a migrantes del barrio periférico, a investigadores sobre El Alto y a miembros de la Federación de Juntas Vecinales (FEJUVE) de esta ciudad, para elaborar un prediagnóstico sobre la población bajo estudio.
Los datos cuantitativos primarios son resultado de una encuesta a miembros de cincuenta hogares (en total cien hogares) en cada uno de los barrios que definen situaciones diferentes en la relación centro-periferia de la ciudad. La misma relevó las características socio-demográficas y laborales de los miembros del hogar; las características de la vivienda y del vecindario respecto a la dotación de servicios públicos domiciliarios y de mantenimiento urbano, de infraestructura urbana y de equipamientos comunitarios; la relación que mantienen con sus comunidades de origen y las opiniones sobre los problemas principales del barrio.
Para la implementación de la encuesta se utilizó un muestreo estratégico (no probabilístico) donde el procedimiento de selección muestral concluye cuando se llega a la saturación teórica. Si bien la muestra no es representativa de la ciudad de El Alto y de los espacios habitados, cada lugar en el que se aplicó la encuesta representa un tipo de hábitat característico de dicha ciudad (Di Virgilio, 2008).
El barrio céntrico 16 de julio se encuentra dividido en tres secciones. Se eligió la tercera sección ya que según la bibliografía consultada era el lugar donde antiguamente se habían radicado, en mayor medida, los migrantes del campo.
Es importante señalar que el acceso a la información es desigual según barrio. En primer lugar, en el barrio 16 de Julio se pudieron encontrar más investigaciones sobre su origen y conformación, aunque la dimensión respecto a la producción social del hábitat no se encuentra abordada. Por el contrario, respecto a El Porvenir sólo se hallaron exiguas publicaciones sobre el Distrito 7 donde se asienta. Por lo tanto, la utilización de una encuesta no es suficiente para saldar este problema. En el barrio antiguo 16 de Julio, las entrevistas llevadas a cabo a los informantes-clave (como fueron los presidentes de la Junta Vecinal del barrio, y el subalcalde del Distrito 6 del que forma parte), permitieron actualizar la información disponible. En cambio, en El Porvenir, las entrevistas realizadas a los vecinos, a los presidentes de la Junta Vecinal, a los funcionarios de la Subalcaldía, entre otros, fueron cruciales para reconstruir la historia de su origen y de su expansión.
Por último, el recorte temporal adoptado responde a que en 1985 se aplicaron las medidas neoliberales que tuvieron su impacto a nivel socio-territorial, y simultáneamente fue el momento en que El Alto se convirtió en Municipio autónomo; en tanto que 2012 fue el año del Censo Nacional de Población y Vivienda que puede aportar información sobre la temática.
A continuación se realizará un esbozo acerca de la conformación de los barrios alteños bajo estudio y de las características demográficas y socioeconómicas principales. Luego, se abordará en cada uno de los mismos la problemática que hace referencia a la producción social del hábitat, así como las formas de apropiación urbana distintivas en contextos urbanos de desarrollo desigual. Finalmente, se destacan las reflexiones finales.
La conformación de los barrios 16 de Julio y El Porvenir en el marco del proceso de urbanización El Alto-La Paz: el predominio del loteamiento informal
La conformación de El Alto fue parte del proceso de metropolización y consolidación urbana de La Paz. Por ende, se configuró como un apéndice del proceso de urbanización de la ciudad de La Paz y se le asignó funciones de acuerdo a las necesidades urbanas de ésta. Es decir, hacia principios del siglo XX, la infraestructura y los equipamientos urbanos se construyeron cerca de la red interregional y ferroviaria existente en la zona de la Ceja de El Alto, actualmente considerada su centro cívico y comercial.
Las transformaciones socioterritoriales de ambas ciudades se enmarcan en un análisis mayor que comprende la Región Metropolitana de La Paz (que alcanza a cuarenta y cuatro municipios del departamento de La Paz) donde se desarrolla una red de interdependencia social y económica. Según el Gobierno Autónomo Municipal de El Alto (Gobierno Autónomo Municipal de El Alto, 2008), 180.000 personas se trasladan semanalmente entre las provincias y las ciudades principales de la región, y 200.000 personas al día entre las ciudades de La Paz y El Alto. De este modo, se comprende la intensidad de los movimientos pendulares cotidianos entre ambas.
Entonces, la formación de El Alto se vincula con el crecimiento de la ciudad de La Paz y los limitantes del terreno que posee el valle donde se asienta. Esta última, convertida en la sede de gobierno post guerra civil entre liberales y conservadores (en 1899), al estar ubicada en un valle cerrado y accidentado tiene limitadas posibilidades de expansión, que le impide construir (literalmente) en cualquier zona.6 En cambio, El Alto presenta un relieve plano sin accidentes geográficos relevantes solamente posee dos límites, uno físico (la cordillera), y otro político-administrativo (los Municipios vecinos: Pucarani, Laja, Viacha, Achocalla y La Paz).
En un primer momento, El Alto por la altitud, el clima7 y la carencia de los componentes colectivos básicos del hábitat se estructuraba como un foco secundario o alternativo de recepción de migrantes. Luego, a partir de los años ochenta, recibió el desborde poblacional de las laderas de la hoyada de La Paz, y se convirtió en el primer polo de atracción de las nuevas migraciones que se produjeron en el país producto de la aplicación de las medidas neoliberales. El crecimiento de la población urbana en El Alto es necesario enmarcarlo en el ritmo del proceso de urbanización de Bolivia que, según la Comisión Económica para América Latina y El Caribe (Adad Torrico, 2004), junto con Ecuador, Paraguay y Nicaragua se caracterizaron por una transición urbana moderada. Por ejemplo, Bolivia hasta principios de la década del ‘50 del siglo XX se caracterizaba por un predominio rural e indio campesino (el 73,8% de la población era rural) cuyo peso, aunque menor, continúa hasta la actualidad (según Censo 2012, el 32,7% de la población es rural).
En el periodo de la globalización neoliberal, se desarrolló un proceso de migración interna en el país de las consideradas víctimas del sistema8: los relocalizados mineros y fabriles9, y los pobladores rurales del Altiplano Norte. Estos últimos producto de las sequías en tierras bajas e inundaciones en zonas montañosas por efecto del Niño en los años 1982-83, y la crisis agraria del año 1985 debido a la apertura económica y el problema estructural del minifundio.10
Por consiguiente, el costo social de estas medidas se tradujo en el incremento del desempleo y de los niveles de pobreza, lo que obligó a los campesinos empobrecidos y a los relocalizados a migrar a las ciudades para dedicarse a otras actividades dentro de una economía informal y precarizada (Klein, 2002). Por tal motivo, el crecimiento más fuerte de El Alto (y el mayor de Sudamérica) se registró en el período intercensal 1976-1992 (la tasa de crecimiento anual llegó al 9.2%).11 En consecuencia, en la década de 1990, fue declarada ciudad en emergencia por este elevado crecimiento demográfico y las deficiencias en materia de servicios básicos.
En este marco general descripto puede interpretarse la conformación, en dos momentos históricos distintos, de los barrios alteños analizados; peso a esto fue el loteamiento informal la causa principal que dio origen a ambos. Como fue planteado, esto último se vincula con la formación histórica de El Alto que, a su vez, representa lo sucedido en diversas ciudades de la región latinoamericana y muestra ciertas particularidades de los países andinos.
En el terreno donde actualmente se encuentra el barrio 16 de Julio se situaba la hacienda Yunguyo de la Parroquia de San Pedro, la cual se asentaba sobre la comunidad rural Yunguyo. En 1944, el latifundista y loteador de ese entonces, Jorge Rodríguez Balanza, subdividió el latifundio y creó tres barrios sin ninguna dotación de servicios públicos básicos: 16 de Julio, nombre que conmemora la fecha de su fundación, Villa Ballivián y Los Andes. Este loteamiento barato permitió el acceso de los sectores populares.
Hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, gran parte del territorio alteño estaba concentrado en manos de latifundistas. En el altiplano norte, donde se inscribe El Alto, a diferencia de otras regiones de Bolivia, las haciendas se erigieron sobre los territorios de las comunidades indígenas (ayllus)12 donde cada familia cultivaba su tierra y existían lugares de uso común para sembrar, es decir, se presentaba la combinación de una tenencia (posesión) privada o familiar de espacios de tierra cultivable y la propiedad comunal de la tierra (Ballivián, 2009; Choque Quispe, 2009; Quispe Villca, 2004). Las comunidades indígenas originarias que se hallaban en El Alto pertenecían fundamentalmente a la cultura aymara, esta característica como se analizará se mantiene en el presente. Con posterioridad, sobre la base de estas haciendas se conformaron la mayoría de los barrios alteños.
Como se ha expuesto, en la década del cuarenta y cincuenta, El Alto era un barrio periférico de La Paz y se constituyó en un lugar alternativo de residencia para los sectores populares y migrantes pobres del campo, quienes en esa época principalmente se asentaron en las laderas de la hoyada de La Paz. De este modo, incipientemente se fue poblando la Ceja y el área norte del El Alto, donde se encuentra el barrio 16 de Julio. Asimismo, en la década de 1980, el desborde poblacional de las laderas de La Paz, de composición obrera y de origen rural, se dirigió a la zona norte de El Alto (hacia la Ceja y los barrios 16 de Julio y Alto Lima).
Por otra parte, hasta la Revolución de 1952 (momento en que se instauró el llamado Capitalismo de Estado), los terrenos que hoy se denominan El Porvenir, formaban parte de una hacienda que integraba dentro de sí a la comunidad rural San Roque. La Reforma Agraria de 1953 permitió la expropiación de las haciendas y bajo el lema la tierra es de quien la trabaja se entregaron pequeñas parcelas a los campesinos.
A diferencia de lo que ocurrió en el barrio 16 de Julio, fue un ex comunario de San Roque (o pequeño productor medio), el loteador de los terrenos. Durante la década de 1990, se dedicó a comprar parcelas dispersas (aproximadamente de 240 m2) a bajo costo (entre 300 y 500 dólares) y los vendió (informalmente) sin ningún tipo de servicios básicos e infraestructura urbana.
Lo que aconteció en este barrio periférico no fue una excepción, en otros barrios de El Alto fueron los mismos campesinos los loteadores de muchos de los barrios existentes, que constituyeron un submercado de loteamientos informales o se convirtieron en los llamados urbanizadores piratas (Jaramillo, 2012; Abramo, 2012). Como ocurrió en otras zonas de la ciudad, el nombre de este barrio se debe a la propuesta del loteador, y aparentemente no tendría un significado para sus pobladores. Sin embargo, en otros barrios de la ciudad generalmente sus nombres guardan relación con personajes de la historia oficial o en todo caso con fechas históricas o festividades religiosas, como sucedió con el barrio 16 de Julio, llamado así para rememorar la fecha de su fundación.13
La creación del barrio El Porvenir se ubica en este momento de expansión urbana de El Alto que aconteció hacia fines de los años ochenta, cuando se convierte en ciudad. En consecuencia, la mancha urbana creció sin ningún tipo de planificación estatal, alrededor de los siguientes tres ejes de expansión: hacia la carretera a Copacabana, a Vicha y a Oruro. Esto sucedió a pesar de las pocas urbanizaciones creadas por los planes estatales de vivienda durante los gobiernos de facto (1964-1982) y democráticos (1982-1987), focalizados especialmente en los asalariados formales, aportantes del sistema. En la siguiente figura se exponen las principales carreteras alteñas.
Esto dio como resultado una tendencia a la extensión continua que produjo una estructura territorial difusa en la periferia (de baja consolidación urbana) y compacta en las zonas céntricas de consolidación relativa. Esta extensión de las periferias (sin infraestructura ni servicios públicos básicos) expresan las estrategias de los loteadores o la lógica de los fraccionadores informales (o submercado informal del loteo) que será siempre la de minimizar los costos de fraccionamiento con el fin de maximizar las ganancias (Abramo, 2012). En consecuencia, el bajo costo del precio del terreno en comparación a las áreas céntricas permitió el acceso de los sectores populares.
A su vez, esta dinámica urbana provocó la emergencia de las juntas vecinales, organizaciones territoriales de base (a nivel barrial) y de autoorganización de la población para buscar solucionar sus necesidades básicas urbanas. Como señaló Sandoval & Sostres (1989), sintetizan la dinámica barrial, la cuales emergieron por la presión popular de alcanzar condiciones de vida más dignas. Por lo general, el horizonte de las juntas fue la búsqueda de una vida mejor a nivel local. A partir de la Ley de Participación Popular (1994), se integraron a la estructura de la gestión municipal alteña. Pese al debate presente sobre si sus dirigentes representan al conjunto de los vecinos del barrio o, por el contario, ciertos intereses particulares partidarios (García Linera, 2005; Mamani Ramírez, 2004); se destaca el hecho de que las mismas a principios de la década del 2000 articularon exigencias de tipo político-reivindicativo, lo que generó la caída presidencial de Sánchez de Lozada y luego de Carlos Mesa, dando lugar al quiebre del ciclo neoliberal.
Por lo tanto, El Porvenir es un barrio reciente donde se apuntó principalmente la población migrante, proveniente de las provincias del departamento de La Paz, quien desde mediados de los años ochenta se vio empujada a dejar su comunidad de origen. La misma pudo acceder a la vivienda propia en los terrenos periféricos de menor valor en comparación a los que se localizan en las áreas céntricas de la ciudad: la Ceja y 16 de Julio. Del mismo modo tuvo repercusión, en la extensión de la periferia de la ciudad, la dolarización del suelo urbano y del conjunto del mercado inmobiliario que aconteció a partir de mediados de la década de los años ochenta, bajo el periodo de la globalización neoliberal.
En síntesis:
[…] si ayer fueron los terratenientes los propietarios de la tierra, hoy son los loteadores los que tienen el control del suelo urbano. Uno de los problemas por los que atraviesa la ciudad de El Alto, es el de los loteamientos clandestinos (Sandoval & Sostres, 1989: 48).
Es importante señalar que la figura de loteador no es antagónica a la de los terratenientes (o hacendados), en muchos casos estos últimos se convirtieron en loteadores, así como en otros momentos fueron los mismos campesinos (acomodados), a parir de las transformaciones de la Reforma Agraria, los que compraron los lotes de sus paisanos, dando lugar al surgimiento de nuevos barrios.
Las características demográficas y socio-económicas de los barrios alteños
Habitualmente, El Alto es definida como el enclave más pobre de la región metropolitana de La Paz y un espacio racializado (el otro étnico) que posee una baja provisión de infraestructura básica en relación a La Paz (Guaygua, 2011; Arbona, 2008; Adad Torrico, 2004; Gonzálvez, 1996). Por tal motivo, El Alto es considerada una ciudad aymara que es uno de los rasgos que permanece pese al proceso de urbanización y metropolización. Es descripta como una ciudad joven y de migrantes por su reciente conformación y por la composición de su población. A nivel macro, esta descripción tiene asidero ya que, por ejemplo, según las últimas cifras disponibles del Censo Nacional de Población y Vivienda de Bolivia, desde el enfoque de Necesidades Básicas Insatisfechas, la población pobre en la ciudad de El Alto representaba al 66,9% en el año 2001, porcentaje que superaba al que correspondía a la ciudad de La Paz (34,5%), y al del país en su conjunto (58,5%).14
Pero, cuando se combinan diferentes escalas de análisis, a nivel urbano y barrial, se puede demostrar la distribución espacial desigual de la cultura aymara y de la población migrante, así como de la estructura poblacional joven en la ciudad respecto a la situación de localización centro-periferia. En contrapartida, solamente se encuentran afirmaciones incipientes, con escasa evidencia empírica sistematizada, sobre la diferenciación socio-espacial y el desarrollo urbano desigual que la caracteriza (Pereira Morató, 2009; Mazurek, 2009; Durán et al., 2007; Garfias & Mazurek, 2005; Demoraes, 1998).
Mientras el barrio 16 de Julio se constituyó en el primer destino de la población migrante, actualmente en El Porvenir se concentra la población aymara migrante del campo, luego de haber atravesado varias etapas migratorias previas desde su salida de la comunidad de origen. En este último predominan los hogares con adultos nacidos en el campo (94% del total de los hogares) y en el barrio céntrico los hogares con adultos nacidos en las ciudades de La Paz o El Alto (60%).
Igualmente, se puede afirmar que el barrio periférico El Porvenir posee una estructura poblacional más joven que el barrio céntrico (el 55% del total de los miembros del hogar tiene menos de veinte años, mientras en 16 de Julio alcanza al 37,6%).
En este contexto, se comprende por qué el 88,1% de los miembros del hogar de quince años y más en El Porvenir se autoidentifica con el pueblo aymara, que se asemeja al que corresponde a El Alto en su conjunto, según el último Censo (81,8%). Además, dicho porcentaje supera ampliamente al que se encuentra en la zona 16 de Julio (53,5%), donde se presenta un 20% que no se autoidentifica con ningún grupo étnico. Aunque sea probable que mucho de ellos sean hijos o nietos de migrantes. En el cuadro 1 se presenta una síntesis de esta información.
Cuadro 1. Autoidentificación étnica de los miembros del hogar de quince años y más. Total de hogares de los barrios El Porvenir y 16 de Julio. Año 2012. En porcentajes.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de encuesta aplicada en el año 2012.
La información diferencial según barrio con respecto a la autoidentificación de la población se relaciona con su condición migratoria. En el barrio de la periferia, el 76,2% de los miembros del hogar de quince años y más nació en comunidades rurales de las provincias del departamento de La Paz y el 21,7% en las ciudades de El Alto o La Paz. En cambio, en 16 de Julio el 77,4% de su población nació en dichas ciudades y sólo el 16,8% en una comunidad rural. Si se analiza según grupos de edad, en el barrio céntrico, en el grupo poblacional de sesenta y cinco años y más, el 50% de la misma provenía de las comunidades rurales y el otro 50% de las ciudades de La Paz o El Alto, lo que denota que en sus orígenes recibió un contingente de población rural.
Es interesante señalar que los migrantes de origen rural residentes en el barrio periférico regresan en mayor medida a sus comunidades de origen (el 87,2% del total de los hogares con adultos nacidos en el área rural) en comparación con los que habitan en el barrio céntrico (el 50% de los mismos), indicando en la mayoría de los casos una doble (o más) residencia.15 En ambos barrios, aquellos que mantienen relación con su comunidad rural lo hacen en los momentos del año de la cosecha y la siembra.16
Para comprender los distintos grados de intensidad (según barrio) de los migrantes con sus comunidades de orígenes es significativo relacionarlos con las características socioeconómicas distintivas. Esto último tiene la intención de revelar una asociación entre ambas variables que no pretende agotar la explicación de este fenómeno.
En El Porvenir y 16 de Julio preponderan los trabajadores por cuenta propia sin empleados a su cargo y los obreros/empleados, cuestión que destaca la composición socio-económica de El Alto. El cuentapropismo está ligado a la actividad manufacturera que reina en la ciudad alteña, la cual se extendió notablemente a partir de 1985, pero con mayor énfasis en la década de los años noventa. En su mayoría como microemprendimientos17 que suelen utilizar un espacio dentro de la vivienda para el desarrollo de sus actividades (son las llamadas viviendas productivas). Esto se debió, en mayor medida, a la respuesta individual de la población ante las crisis económica que vivió el país en esos años de implementación de la reforma neoliberal, cuando se crearon más de 2.500 nuevos emprendimientos.
Según informe del GAMEA (2004) el 80% de los establecimientos económicos existentes entre El Alto y La Paz se encuentran ubicados en la primera ciudad, cuando hasta los años noventa ocurría a la inversa, por varias cuestiones, entre ellas: la disponibilidad de superficie plana a bajo precio, la mano de obra barata y su proximidad a las carreteras de vinculación nacional e internacional. Por consiguiente, el movimiento pendular entre ambas ciudad se mantiene, pero El Alto dejó de ser meramente el clásico dormitorio obrero. Sin embargo, se presenta una desigual distribución de las industrias según la situación centro-periferia, donde los distritos más alejados (donde se localiza El Porvenir) se caracterizan por ser zonas principalmente dormitorios, es decir predomina el uso del suelo residencial; a diferencia de los distritos céntricos (donde se ubica 16 de Julio) que concentran la mayor aglomeración de establecimientos industriales/manufactureros.
Luego de esta descripción se comprende por qué más del 90% de los jefes de hogar de ambos barrios (el 93,8% del total de jefes de hogar de El Porvenir, y en 16 de Julio el 97,7%) son informales desde la definición legal (según tenencia de aportes jubilatorios). En el cuadro 2 se exhiben los datos respecto al tipo de inserción laboral de los jefes de hogar según barrio. Esto denota un problema estructural de El Alto en forma particular y de Bolivia en general. En este país, hacia el año 2010 aproximadamente el 90% de la población económicamente activa (asalariados y cuentrapropistas no calificados) eran informales desde esta perspectiva (Tornarolli et al., 2012; Tornarolli & Gasparri, 2009; Portes & Haler, 2004).18
Cuadro 2. Tipo de inserción en el mercado laboral de los jefes de hogar (activos). Total de hogares de los barrios El Porvenir y 16 de Julio. Año 2012. En porcentajes.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de encuesta realizada en el año 2012.
Cabe aclarar que la informalidad laboral es un rasgo de las urbes de América Latina; pese a que desde la década del 2000 (bajo los gobiernos denominados postneoliberales) ocurrió un fuerte crecimiento económico y de creación de empleo, la reducción en la incidencia de la informalidad laboral fue moderada. Aunque, es notoria la heterogeneidad de situaciones que presentan los países que componen la región.
Es necesario recordar que aunque pueda darse en forma conjunta, los elementos constitutivos de la informalidad y la precariedad no son idénticos ya que el trabajo precario puede estar presente en actividades económicas informales y formales, y la informalidad en empresas privadas o en las mismas instituciones estatales (Neffa, 2010). En otras palabras, existen distintas modalidades de trabajo precario, el empleo no registrado es sólo una de ellas. En este caso, un indicador de precariedad laboral adicional de las actividades informales puede ser la inestabilidad en el empleo. Diversas investigaciones distinguen actividades informales consolidadas (estables) y no consolidadas (inestables) (Guaygua & Escobar, 2008, Rojas & Rossell, 2006).
En este sentido, la inestabilidad laboral es analizada como un indicador adicional de precariedad y de empobrecimiento de estas categorías ocupacionales, que se vincula con los menores ingresos y disponibilidad de capital (en el caso de los cuentapropistas).
En El Porvenir impera la inestabilidad laboral de los empleos informales (54,2%), mientras en el barrio 16 de Julio, la estabilidad (57,5%). Esta información se detalla en el cuadro 3. En síntesis, en el primero se concentran los hogares de migrantes que constituyen la fracción más empobrecida de los trabajadores y sectores populares.
Cuadro 3. Calidad de la ocupación de los jefes de hogar (activos). Total de hogares de El Porvenir y 16 de Julio. Año 2012. En porcentajes.
Fuente: Elaboración propia sobre la base de encuesta realizada en el año 2012.
Esta situación laboral de inestabilidad es, además, uno de los factores más importantes que explican los diferentes grados (según barrio) de interrelación de los migrantes con sus comunidades rurales. A partir de las entrevistas realizadas se deduce que la relación con el campo permite a las familias de El Porvenir reproducirse materialmente en la ciudad. Ante la escasez de recursos económicos, mediante relaciones no mercantiles, se proveen de valores de uso necesarios, que en general son para el consumo familiar. De esta manera, una parte importante de la reproducción social se lleva a cabo por fuera19 del modo de producción capitalista dominante.
En cambio, en el barrio céntrico, entre los migrantes que regresan a sus comunidades, se encuentra una heterogeneidad de situaciones. No obstante, predominan aquellos casos en lo que los viajes al campo sirven para traer los productos agrícolas que les permiten potenciar su situación económica o complementar la economía familiar.
En resumen, los barrios 16 de Julio y El Porvenir son una muestra de que la conformación de El Alto (al igual que en otras urbes latinoamericanas) no fue producto de una planificación estatal previa, sino que informalmente fueron fraccionándose los lotes sin provisión de servicios básicos ni infraestructura urbana. También, presentan las características propias de la región andina en cuanto a la estructura colonial particular de las haciendas (base de los barrios alteños), al peso y a las vinculaciones con las comunidades rurales, ya la alta incidencia de la informalidad laboral ligada a la presencia de formas productivas precapitalistas.
De la misma forma, los datos expuestos ponen en debate la imagen difundida por distintos informes gubernamentales y académicos sobre la presunta homogeneidad social y étnica de la ciudad de El Alto. En principio se destaca una diferenciación socio-espacial en dicha ciudad en relación a su composición socio-demográfica, dinámica migratoria y laboral según localización centro-periferia definida.
Producción social del hábitat y (re) apropiación urbana en los barrios alteños
El espacio urbano está compuesto por dos componentes: la configuración territorial o el hábitat (lo diseñado, lo instituido) y la dinámica social o el conjunto de las relaciones sociales, es decir, el habitar y la apropiación de la ciudad (de manera individual/familiar
o grupal/comunitaria). Dicha apropiación se efectiviza mediante las prácticas cotidianas que permiten satisfacer necesidades sociales y puede poner en evidencia las estrategias políticas, es decir, las relaciones de poder, los conflictos y, más ampliamente, la dimensión espacial de los procesos sociales (Stébé & Hervé, 2011; Veschambre, 2005; Lefebvre, 1978).
Esta lógica subjetiva de los actores, que alude a las apropiaciones/transformaciones que pueden ocurrir en el espacio urbano, se interrelaciona con las condiciones socio- estructurales del hábitat (los determinantes estructurales). Por ende, habitar implica apropiarse del espacio, que no es sinónimo de propiedad, sino de hacer su obra, de modelarla, de formarla, de ponerle el sello propio; por ende, no es meramente un acto de reproducción (Lefebvre, 1978).
Las luchas sociales no son un factor subjetivo externo al proceso de urbanización y a las transformaciones socio-territoriales (Harvey, 2012). Por ejemplo, los levantamientos aymaras de octubre de 2003 y de mayo/junio de 2005, con epicentro en la ciudad de El Alto, fueron importantes en el avance de los servicios públicos en dicha ciudad bajo el gobierno progresista actual. Sin embargo, éstos ingresaron básicamente a las áreas céntricas de la misma, dejando al margen a las zonas periféricas, lo que muestra el desarrollo urbano desigual y combinado que presenta El Alto.
El concepto desarrollo urbano desigual y combinado alude a la incesante acumulación y concentración del capital en espacios reducidos e implica la combinación entre lo más desarrollado de la técnica con lo más tradicional determinado por el proceso anárquico de la acumulación del capital (Smith, 2006; Harvey, 2004; Pradilla Cobos, 1986).
Una muestra de aquello son las condiciones estructurales del hábitat contrastantes entre dos barrios de la misma ciudad e incluso dentro de un mismo barrio. Por ejemplo, El Porvenir es un barrio que se define como un área homogénea en cuanto a las condiciones precarias de la vivienda y de su entorno urbano, en cambio en 16 de Julio se presenta una heterogeneidad de situaciones ya que coexiste en un mismo espacio lo precario y lo no precario en un contexto urbano de mayor consolidación (Diaz, 2015).La concentración en el espacio de los hombres, su infraestructura urbana, y equipamientos comunitarios tiende a aumentar el precio del suelo, y configura los lugares céntricos y consolidados (relativos) de la ciudad. En consecuencia, ciertas zonas (periféricas) que no otorgan al capital las condiciones generales de valorización permanecen inexplotadas o al margen de los beneficios de la economía de aglomeración, generando diversas situaciones de penurias (Topalov, 1979). Este concepto se vincula con un rasgo particular de la urbanización latinoamericana, que es la deficiente provisión de los valores de uso colectivo y la presencia de formas -no mercantiles/pre capitalistas- de producción y de socialización del consumo.
En consonancia, las políticas públicas también se adaptan a los distintos procesos de crecimiento urbano o se vinculan con la dinámica urbana ya que desde una lógica económica de rentabilidad se concentran en las áreas de mayor densidad poblacional y edilicia, dejando al margen a las zonas periféricas. El gobierno municipal alteño desde el periodo de la globalización neoliberal ha llevado a cabo una política de regularización de la situación dominial de los barrios, base sobre la cual la Alcaldía ejerce su derecho de cobro del impuesto al inmueble. Por este motivo, actualmente tanto en la periferia como en las áreas céntricas predomina la formalidad dominial.
Frente a esta política municipal, en el barrio periférico El Porvenir con escasos recursos municipales, el acceso reciente al equipamiento comunitario descansó en el trabajo comunal gratuito organizado por su Junta Vecinal. En este caso, como manifestación de la producción social del hábitat: forma colectiva de socialización del consumo, no mercantil o precapitalista20 que puede articularse o no con los procesos de autoconstrucción (Jaramillo, 2012; Rodríguez et al., 2007; Pradilla Cobos 1982, 2009; Pelli et al., 1994; Topalov, 1979). Esta última, en situaciones concretas, hizo visible la disputa por la apropiación y reapropiación del espacio urbano que expresa una estrategia de acceso al hábitat y de producción/apropiación de la ciudad.
Juntamente, dicho acceso se nutrió del aporte económico de sus habitantes, quienes fueron mano de obra informal de la Alcaldía Municipal para diferentes proyectos urbanos y locales de la zona. En 16 de Julio parte de aquello ocurrió hacia los inicios de su consolidación urbana (en el periodo 1950-1980); actualmente, el gobierno municipal se encarga del mejoramiento de la infraestructura urbana con recursos y mano de obra propios.
Se presentan a continuación la forma particular de apropiación urbana que representan las ferias y los mercados en el marco de accesos diferenciales según barrio al servicio de transporte público. Por último, diversos ejemplos de producción social del hábitat que exponen las relaciones de poder y disputas expresadas a nivel barrial entre diferentes actores sociales: juntas vecinales, Gobierno Municipal e instituciones privadas.
Mercados, ferias y accesibilidad: indicadores indirectos de desarrollo urbano desigual y combinado
En la década de 1960 se fundó, en el barrio céntrico, el primer mercado de la ciudad de El Alto y de La Paz, denominado Santos Mamani que se encuentra sobre la Avenida 16 de Julio. En la actualidad, lo califican más como un depósito ya que prefieren vender en la Avenida. Las mujeres que formaban parte del Directorio del Mercado hacia el año 2011 señalaron que se encontraban cien vendedores de todo tipo (flores, calzado, carnes y verduras, chombas tejidas, comedor popular, etc.), y aproximadamente para esa fecha la compra de un puesto costaba 500 dólares. La figura 2 muestra a las mujeres que formaban parte del Directorio de dicho Mercado en el año 2011.
Figura 2. Mujeres del Directorio del Mercado Santos Mamani
Fuente: Fotografía realizada por la autora en noviembre de 2011.
En el año 1983 aparecieron los primeros comerciantes de la Feria 16 de Julio, pero su creación se realizó el 6 de marzo de 1985. Con posterioridad, se convirtió en un punto focal primario de la actividad comercial. Actualmente es considerada la más grande de Bolivia y la segunda mayor en Sudamérica, se desarrolla los días jueves y domingos desde las 6 de la mañana hasta las 18 horas. La misma, atrae a 70.000 personas aproximadamente (Albó, 2006), y se realizan transacciones de al menos dos millones de dólares (Peñaloza, 2008). Las ferias y el mercado pertenecen a la misma gremial y tienen una estructura dividida en sindicatos.
En otras palabras, El barrio 16 de Julio se configura como una zona netamente comercial donde subyace una apropiación urbana específica: la calle se convierte en un mercado. En esta actividad se presenta una importante participación de mujeres, lo cual se vincula con la construcción del mercado como un espacio tradicionalmente femenino en la vida de las ciudades andinas.
Al contrario, en El Porvenir no se encuentran ferias o mercados, sólo pequeños almacenes que generalmente se hallan dentro del predio de la vivienda, lo que constituye una estrategia adicional de inserción laboral o de reproducción familiar frente a la inestabilidad laboral predominante. Como es usual en la ciudad de El Alto, las familias de El Porvenir se dirigen a las ferias, a las que se encuentran en los puntos focales primarios como la Feria 16 de Julio y la de la Ceja, y a las que responden a los puntos focales secundarios que se localizan más cerca del barrio. Doña Yolanda, sobre esta cuestión de la vida cotidiana, planteó: “[…] no hay mercaditos, hay que ir a las ferias en movilidad se tarda quince minutos para comprar verduras, para los quehaceres, así señorita”.21 Por ende, hay una diferenciación socio-espacial según localización centro-periferia de la denominada ciudad mercado alteña.
Es importante destacar que la presencia de ferias en los barrios alteños es un símbolo de consolidación y de jerarquía de los mismos (Cárdenas et al., 2010). Esta ausencia en El Porvenir es un indicador más de su baja consolidación urbana. Las ferias son sectores informales (productores mercantiles simples en circuitos no capitalistas) que proveen bienes y servicios en forma mercantilizada y a precios inferiores que una empresa capitalista formal (Jaramillo & Cuervo, 1993). De este modo, constituyen el sostén de la reproducción de la unidad familiar y son funcionales a la acumulación del capital periférico que se sustenta en un régimen de salarios bajos.
En el barrio 16 de Julio, el sistema del transporte público22 funciona las 24 hs. La dificultad que los vecinos señalaron se vincula con la Feria 16 de Julio. Un habitante planteó que había que “cambiar este mercado persa porque cuando hay feria no hay movilidades. Hay lluvia, viento, la gente trabaja igual, cuando hay feria las movilidades no se mueven” (sic.).23 Por el contrario, en El Porvenir, a partir de las 20:00 hs., el transporte comienza a escasear y se torna muy difícil poder salir de las áreas periféricas de El Alto. El transporte público sólo pasa por la carretera Panamericana (con dirección a Copacabana) y no ingresa a las vías principales de la misma.
La figura 3 expone la distribución de la cantidad total de pasajeros (en producciones y atracciones) en la ciudad de El Alto en hora pico de la mañana (7.30 a 8.30). Esta permite, indirectamente, mostrar la escasez del servicio de transporte en la periferia de la ciudad. De este modo, se verifica que los principales destinos (color gris) de los viajes originados en dicha ciudad corresponden a la Ceja alteña y al centro de la ciudad de La Paz. De igual forma, existe una importante demanda en el sector que corresponde al barrio 16 de Julio. En contraste, en las áreas periféricas es muy baja. Estas características descriptas para cada uno de los barrios se integran en una ciudad que presenta un desarrollo urbano desigual y combinado respecto al nivel de infraestructura, equipamientos y servicios.
Figura 3. Distribución de la cantidad total de pasajeros (en producciones y atracciones) en la Ciudad de El Alto (en hora pico AM, 7.30 a 8.30)
Fuente: Estudio de Diagnóstico y definición de estudios de transporte público y de carga
para la ciudad de El Alto. Reingeniería Total SRL. 2007 (para la Alcaldía de la ciudad de
El Alto).
Organización vecinal y disputas frente a las falencias del Estado
Las primeras escuelas que se establecieron en el barrio 16 de Julio fueron la escuela pública Abel Iturralde de 1954 y Santa María de los Ángeles de 1957, en nuestros días institución de convenio entre el Estado y la iglesia católica. Con respecto a esta última, según las entrevistas realizadas, los habitantes organizados en su Junta Vecinal colaboraron mediante el trabajo comunal en la edificación de la Escuela y de la Iglesia Santa María de Los Ángeles. Una práctica que continúa en la actualidad son los aportes por parte de los padres de los alumnos para contratar maestros para algunas materias curriculares ante la falta de presupuesto, como ocurrió en el área de informática.
Seguramente hubo más prácticas de producción social del hábitat en este barrio en sus inicios hacia la década del ‘50. Sin embargo, los materiales consultados no aclaran sobe este punto y de las entrevistas realizadas sólo salió a la luz la anteriormente relatado. La figura siguiente es una imagen actual de la escuela Santa María de los Angeles.
Figura 4. Escuela Santa María de los Ángeles
Fuente: Fotografía realizada por la autora en marzo de 2013.
En El Porvenir, las familias también tuvieron participación en la construcción de la única escuela pública que se encuentra en el barrio, llamada Simón Bolívar fundada en el año 2004 y con nivel secundario desde el año 2011. Su construcción tiene un vínculo estrecho con la edificación de la iglesia24, la que generó importantes problemas a nivel de las autoridades vecinales.
Las autoridades de la Junta Vecinal que ejercieron sus funciones entre los años 2000 y 2002 donaron a las autoridades eclesiásticas un terreno para la construcción de la iglesia a cambio de la edificación de dieciséis aulas para la escuela. Desde ese entonces surgieron conflictos posteriores al no quedar clara la delimitación del territorio donado, y asimismo el proyecto original que consistía en la construcción de dieciséis aulas quedó restringido a una menor cantidad (tres aulas).
De la misma manera, surgieron dudas alrededor de la gestión realizada por la jerarquía eclesiástica y la Junta Vecinal (de ese momento) en cuanto al destino de los terrenos originalmente propuestos para el emplazamiento de la escuela. La iglesia nunca llegó a ejercer su ministerio. La figura 5 es una fotografía de la iglesia tal como se encuentra en el presente. De acuerdo con lo manifestado por una de las vecinas jóvenes de la zona, Teo (veintiséis años), la iglesia “es de adorno, no funciona”.25 Otra vecina del barrio, Ana (treinta y ocho años) agregó:
Hubo problema con la iglesia, no está funcionando. El padre ya no nos molesta, el de la escuela hemos regalado el terreno a la iglesia y quería adueñarse de parte de la escuela. Los vecinos se enojaron, tres aulitas había.26
Figura 5. Iglesia de El Porvenir
Fuente: Fotografía realizada por la autora en noviembre de 2011.
Bajo las nuevas autoridades de la Junta Vecinal que emergieron luego de este conflicto, los vecinos se apropiaron de parte del terreno que estaba dentro de la muralla de la iglesia, y construyeron con el trabajo comunitario y los materiales brindados por la Alcaldía una cancha de football. Esto último no sólo hace referencia a la disputa que existió con las autoridades eclesiásticas, sino que además es un símbolo de re-apropiación del territorio por parte de los sectores populares (en su mayoría migrantes del área rural) que residen en el barrio. Igualmente, manifiesta las luchas políticas presentes al interior de las juntas vecinales.
En un primer momento, la escuela fue construida con el trabajo comunal de los habitantes del El Porvenir organizados en su Junta Vecinal. Así explicó el posterior presidente de la zona:
En el 2003 nos rebelamos con el padre, en el 2004 le quitamos el área a la iglesia, tumbamos la muralla de la capilla, e hicimos otra muralla y los vecinos aportaron y las primeras aulas las hicieron los vecinos, todos los vecinos.27
Los vecinos además aportaron dinero para poder contratar a los maestros para la escuela ante la falta de ítem (presupuesto) otorgado por el Ministerio de Educación. De esta manera, la Junta Vecinal juntó cinco bolivianos por lote aunque no viviesen en la zona, ya que al ser una zona de engorde se encuentran casos de pobladores que tienen su terreno y pagan sus impuestos pero habitan en las zonas más pobladas. Luego, con el Proyecto Red de Protección Social- Programa Contra la Pobreza y Apoyo a la Inversión Solidaria (PROPAIS)28, que comenzó a funcionar bajo el Gobierno de Carlos Mesa y continúa en el presente, se recibió financiamiento para construir más aulas, dos canchas y una batería de baño para la escuela. La mano de obra estuvo compuesta en su mayoría por los habitantes del barrio, a quienes se les brindó empleo temporal (e informal) y, una minoría fueron albañiles de las empresas locales contratadas para la gestión. Esto ilustra cómo la lógica política del gobierno local se puede amalgamar con la lógica de la rentabilidad generando precariedad laboral.
Conflicto con el Gobierno Municipal y políticas clientelares
En cuanto al acceso a los equipamientos comunitarios, en el barrio 16 de Julio también aparecen relatos que ponen de manifiesto que el espacio social puede ser un ámbito de conflicto, donde subyacen estrategias de apropiación y re apropiación del territorio urbano. En general, éstas pueden abarcar un abanico de prácticas que van desde la confrontación en el mismo barrio y hasta judicial; en algunos casos atravesadas por políticas clientelares.
Por ejemplo, la Junta Vecinal del barrio céntrico no posee sede social, por lo que se reúne en el Centro Cultural de la Biblioteca. Las autoridades vecinales se encontraban en juicio hace aproximadamente siete años con la unidad Honorable Alcaldía de La Paz-Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento29 por un terreno de 874 m2 que le habían prestado y que terminaron apropiándose. Finalmente, la Junta ganó el juicio y sobre ese predio se pretende edificar la ansiada sede social. Además, cuentan con un minicoliseo, un polideportivo y una cancha de césped sintético (que fueron construidos con los recursos y mano de obra municipales), detrás del área de la iglesia de los mormones de 2000 m2.
El ex presidente de la Junta Vecinal sobre los mormones relató que:
[…] había un compromiso que ellos diez años iban a estar y esos predios nos los iban a dejar, eso se iba a quedar o para una posta de salud o para lo que ustedes mejor prefieran. Pero esa situación nunca se ha llegado a cumplir hasta la fecha. Ahora lo peor es que ellos ya lo han sañado, tienen su tarjeta de propiedad. Ese terreno era una chancha grande de football (sic).30
El Porvenir posee su sede social que es el lugar donde realiza sus reuniones la Junta Vecinal. Esta fue construida por los migrantes aymaras residentes en el barrio como expresión en este caso de la producción social del hábitat. Esta producción fue atravesada por la lógica política clientelar para la obtención de los materiales faltantes.
Los vecinos trabajaron comunitariamente recogiendo piedras y fabricando adobe, y la Sub-Alcaldía les brindó con los recursos del Programa Operativo Anual (POA):31 alambre, calamina, ventanas, puertas, clavos, etc., pero carecían del estuco para techar. Entonces, decidieron apoyar la campaña política del hijo del loteador de la zona, quien se postulaba para Alcalde de El Alto en el año 2004. A cambio de esta demostración consiguieron el estuco con el cual pudieron finalizar la obra. En la figura 6 se puede visualizar la sede social construida.
Figura 6. La sede social del barrio El Porvenir
Fuente: Fotografía realizada por la autora en marzo de 2013.
Al mismo tiempo, en el año 2010 con los recursos del POA (se estima una inversión de 200 mil bolivianos/ 28.960 dólares), la Sub-Alcaldía construyó en El Porvenir una plaza, al lado de la sede social, con materiales defectuosos. Esta última se presenta en la figura 7.
Figura 7. Plaza de El Porvenir
Fuente: Fotografía realizada por la autora en marzo de 2013.
Se puede deducir cómo ante la falta de una política que brinde prioridad al mejoramiento de la vivienda y a su contexto urbano en los barrios periféricos de la ciudad, con baja densidad poblacional, se realizan obras de cierto impacto político, pero que resultan deficientes. Aunque, se destaca un avance en el plano legal ya que la Nueva Constitución Política del Estado (2009) define a la vivienda y al hábitat adecuado como un derecho humano, esto último aún no ha impactado en las condiciones concretas del hábitat popular alteño.
Reflexiones finales
La conformación de los barrios 16 de Julio y El Porvenir son un modelo de la dinámica del crecimiento urbano de El Alto, cuestión que se liga con el proceso de urbanización y metropolización de la ciudad de La Paz y de Bolivia en su conjunto.
Los loteamientos que dieron origen a ambos barrios de El Alto se realizaron de manera informal, sin servicios públicos ni criterios urbanísticos, y las parcelas se vendieron a bajo precio, lo que posibilitó el asentamiento de los sectores populares y migrantes pobres del campo. Esto último pone en evidencia un rasgo de las urbes latinoamericanas: el crecimiento veloz de las ciudades por fuera de todo tipo de planificación estatal y al mismo tiempo la estrategia de los loteadores informales de producir en las periferias suelo urbano sin urbanización (Pirez, 2014) con el fin de maximizar su ganancia.
El Porvenir está atravesando, desde fines del siglo XX, las experiencias de producción social del hábitat (o de sus componentes colectivos), las cuales demuestran la capacidad de los sectores populares de construir ciudad, es decir, manifiestan en forma simultánea, la negación como la lucha por el derecho a la ciudad para y por estos sectores sociales. En cambio, en el barrio 16 de Julio sucedieron en los inicios de su consolidación, a partir de la década de 1950. Actualmente, al ser uno de los más consolidados de El Alto y contar con más recursos municipales, es el Gobierno local quien se encarga de realizar el mejoramiento de la infraestructura urbana y de construir los equipamientos comunitarios necesarios. Mientras tanto, las políticas públicas en los barrios periféricos, con muy baja densidad poblacional y reducidos recursos municipales, se asientan sobre el trabajo gratuito de los propios pobladores, quienes a su vez son incluidos como mano de obra informal y temporal en proyectos locales.
Las desiguales situaciones de los barrios -respecto a la cobertura de los equipamientos comunitarios, de infraestructura y del servicio de transporte; en relación a la dinámica urbana, laboral, migratoria; y a las prácticas cotidianas de la población- responden a los distintos momentos de crecimiento urbano alteño que se vinculan con la antigüedad de los mismos. Cabe preguntarse si esta desigualdad es un ejemplo del rol segregador (indirecto) de las políticas públicas que se adaptan a esta dinámica urbana ya que, pese a las mejoras realizadas, las inversiones se siguen concentrando en los barrios de mayor densidad poblacional debido a su mayor rentabilidad.
A pesar de considerar a la vivienda y al hábitat adecuado como un derecho humano en la Nueva Constitución Política del Estado se carece de un Plan Nacional de Vivienda que apunte al déficit cualitativo, especialmente de las áreas periféricas, que es el principal problema de Bolivia. La política de regularización dominial no conllevó una mejora directa del hábitat. Principalmente esto se debe a la informalidad laboral reinante en un país con limitados recursos públicos.
Fundamentalmente, el desarrollo urbano del barrio depende del trabajo de los vecinos, de las luchas sociales y de las disputas por la (re) apropiación del territorio urbano, que hacen a la demanda por el derecho a la ciudad. Este concepto acuñado por Lefebvre, implica no solamente el vivir en un hábitat integrado a los servicios, a la infraestructura urbana y a las oportunidades educativas y laborales (Fernández Wagner et al., 2009) sino como señala Harvey (2012), un mayor control democrático sobre la producción y el uso del excedente.
Por otra parte, se intentó demostrar empíricamente que, lejos de la visión homogeneizante respecto a la ciudad de El Alto, ésta presenta una diferenciación socio-espacial, y un desarrollo urbano desigual y combinado ligado a la baja provisión de valores de uso complejo. Esta cuestión caracteriza a los países periféricos en términos generales y especialmente a los países más pobres de la región. Como se detalló, los sectores populares tampoco son uniformes sino que pueden hallarse capas más empobrecidas unas respecto a las otras que se distribuyen de manera desigual en el territorio urbano según la localización centro-periferia.
También, se halló una intensidad desigual respecto a la relación de los migrantes con sus comunidades de origen dependiendo de su localización y principalmente del tipo de inserción laboral. Este hallazgo puede ser el puntapié para analizar el proceso complejo y contradictorio de descampesinización-recampesinización tan propio de la región andina. Finalmente, las áreas céntricas de mayor consolidación y las áreas periféricas no forman parte de una ciudad dual sino que son producto del mismo proceso histórico.
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NOTAS
1 La Provincia de Murillo está dividida en cinco secciones municipales: la sección capital La Paz, la primera sección Palca, la segunda sección Mecapaca, la tercera sección Achocalla, y por último el Municipio de El Alto.
2 Para abreviar se lo denominará El Porvenir.
3 En Bolivia se concibe la etapa neoliberal desde el año 1985 hasta el año 2005, y el periodo postneoliberal desde el 2006 hasta la actualidad.
4 Cada distrito integra a un conjunto de barrios.
5 Su consolidación urbana, aunque mayor, es relativa porque existen falencias estructurales por resolver; característica de las urbanizaciones periféricas que se sustentan en una baja provisión de valores de uso complejo (Jaramillo & Cuervo, 1993).
6 Algunas áreas tienen pendientes hasta 70 grados con un alto riesgo de derrumbe, riesgos de inundación y sísmicos.
7 El Alto se encuentra a una altitud promedio de 4050 metros sobre el nivel del mar. Las condiciones climatológicas propias de la puna la convierten en un lugar desfavorable para la actividad residencial azotada por fuertes vientos (con velocidades de 7 a77 km/h) y con dos climas bien definidos: frío y húmedo durante el verano; frío y seco en el invierno. La ciudad de La Paz posee un clima riguroso pero presenta variaciones internas que muestran al Bajo (zona sur) y a la Cuenca (zona central) como los lugares más favorecidos.
8 Principalmente se dirigieron a la ciudad de El Alto y a las zonas de cultivo de hoja de coca, como en el Chapare, en el norte del departamento de Cochabamba (Do Alto, 2007).
9 La relocalización minera se sucedió por el cierre de las empresas mineras del Estado en el marco de la política de reducción del gasto estatal y de desplome del precio del estaño. Lo mismo ocurrió en el sector fabril que, por la liberalización de la economía, no pudo competir con los productos importados, los cuales también se vieron favorecidos en materia arancelaria.
10 Las parcelas entregadas a los campesinos a partir de la Reforma Agraria de 1953 se vieron constantemente subdividas debido al sistema de herencia de la sociedad aymara (que permite la división de la propiedad entre los hijos), lo que dio lugar al minifundio. Actualmente denominados surcofundios, parcelas más pequeñas aún.
11 Esa tasa fue ampliamente superior a las tasas de crecimiento de las principales ciudades del eje central del país. Para el mismo período (1976-1992), la tasa de crecimiento anual de La Paz fue de 1,8%, de Cochabamba 4,2% y de Santa Cruz 6,4% (Garfías & Mazurek, 2005).
12 Los trabajadores campesinos estaban obligados a prestar servicios gratuitos al hacendado, práctica conocida como pongueaje en el caso de los hombres y mitanaje en el de las mujeres. En síntesis, sucedió una mezcla entre esclavitud y segregación racial (Dunkerley, 2003). Esta práctica formalmente proscripta en 1945, fue eliminada con la Revolución de 1952.
13 Se pueden nombrar también los siguientes ejemplos: el barrio Pedro Domingo Murillo (1978) en homenaje al prócer de la independencia boliviana de 1825; el barrio 1 de Mayo por el día Internacional del Trabajador; Villa Bolívar por el emblemático personaje de la historia latinoamericana y, por último, el barrio Estrellas de Belén (1980) por la festividad navideña.
14 No hay información disponible del Censo 2012 sobre este tema. Los datos presentados son un punto de partida para profundizar el análisis en un futuro.
15 Esto en parte refleja la estrategia andina de cosechar en distintos pisos ecológicos: en clima cálido y húmedo y en otro frío y seco.
16 Existen diversos factores que facilitan u obstaculizan dicho retorno, tales como: poseer tierra y, por ello, obligaciones con su comunidad; familiares que radican allí; la distancia (el tiempo de viaje), la aparición de los surcofundios y los conflictos familiares en torno a la subdivisión de las parcelas.
17 Hacia el año 2003, el Primer Censo a Establecimientos Económicos de la ciudad de El Alto contabilizó 5.045 unidades económicas manufactureras, de las cuales el 90,6% eran microempresas que emplean entre uno y cuatro trabajadores, generalmente familiares. Predomina el trabajo no asalariado (70,3% de las mismas).
18 En el caso de los cuentapropistas se toma el nivel educativo (no calificado) como indicador de informalidad (desde la perspectiva legal) ya que los datos oficiales no registran lo referente a la protección social.
19 El capitalismo domina la sociedad y todas las formas sociales que le son extrañas son integradas a su propia lógica de funcionamiento.
20 Esta forma de socialización es colectiva, pero en este caso no es estatal ya que proviene de organizaciones sociales (como la Juntas Vecinales). Es de consumo ya que apunta a la manera en que una sociedad/ciudad satisface sus necesidades (en este caso de urbanización: de equipamientos, infraestructura y servicios urbanos). No es mercantil y es precapitalista ya que esa satisfacción de las necesidades implica una producción cuyo fin es el suministro de un valor de uso. Igualmente posee valor de cambio, aunque sea potencial, al estar inserto en una sociedad mercantilizada. Al mismo tiempo, si ocurre en forma conjunta la autoproducción y la autoconstrucción (como sucede habitualmente entre los sectores populares) tampoco hay una relación laboral de explotación capitalista moderna.
21 Entrevista realizada a vecinos en marzo de 2011.
22 Incluye los minibuses (de catorce pasajeros), los buses/ micros, y los trufis (similar a un taxi pero con recorridos ya estipulados).
23 Entrevista realizada a vecinos en noviembre de 2011.
24 La autoridad eclesiástica estuvo vinculada con el gobierno democrático del ex dictador de la década de los años sesenta, Hugo Banzer (1997-2001), quien lo nombró representante oficial de El alto y fue responsable de la coordinación de uno de los Programas de ayuda que brindó el Banco Mundial y el FMI a Bolivia desde 1997, denominado Heavily Indebted Poor Countries (HIPC).
25 Entrevista realizada a vecinos en marzo de 2011.
26 Entrevista realizada a vecinos en noviembre de 2011.
27 Entrevista realizada a vecinos en noviembre de 2011.
28 Este proyecto se creó en el año 2004 bajo la presidencia de Carlos Mesa para la ejecución de pequeños proyectos de infraestructura vecinal, comunal y de equipamiento a través de entidades gubernamentales y no gubernamentales. La misma fue financiada con recursos provenientes de los organismos internacionales de cooperación, tanto de carácter bilateral como multilateral. Este programa continúa vigente bajo el gobierno de Evo Morales.
29 Esta unidad se formó como consecuencia de un préstamo del Banco Interamericano de Reconstrucción y Fomento (BIRF) al Gobierno boliviano (dictadura de Hugo Banzer) en noviembre de 1977 bajo el convenio internacional 1489/BO, y comprendía un total de diecisiete millones de dólares, que debía ser restituido. Fueron designadas cuatro instancias ejecutivas: la Honorable Alcaldía de La Paz (HAM), el Consejo Nacional de Vivienda (CONAVI), el Banco Industrial S.A. (BISA) y Banco de la Vivienda (BANVI). El HAM-BIRF se encargaba de proyectos destinados al mejoramiento urbano (HAM 1) y la construcción de mercados (HAM 2). Este programa aplicado en la década de 1980 en el barrio 16 de Julio se apoyó en el trabajo gratuito de los vecinos con el fin de dotarlos de diferentes servicios públicos domiciliarios tales como alcantarillado sanitario, tuberías de agua potable, entre otros.
30 Entrevista realizada a vecinos en marzo de 2013.
31 El POA cuenta con diversos recursos que se destinan a las inversiones públicas concertadas en el Plan de Desarrollo Municipal (PDM).