RESEÑAS
Derrota y reconstrucción: el radicalismo tucumano frente al peronismo, 1943-1955, Leandro Lichtmajer, EDUNTREF, Sáenz Peña, 2016, pp. 272.
El libro, fruto de la tesis
doctoral del autor, constituye un análisis agudo y minucioso de las
transformaciones del radicalismo tucumano entre fines de la década de 1930 y el
derrocamiento del peronismo. Desde una perspectiva ecléctica, que reúne
enfoques neoinstitucionalistas, estasiológicos, microhistóricos y socio políticos, con fuerte
sustento empírico y haciendo gala de una narrativa muy cuidada, Lichtmajer traspasa el mero estudio de la organización y la
vida partidaria en un distrito. Su trabajo restituye complejidad a los cambios
experimentados por la Unión Cívica Radical (UCR) en una provincia “modelada por
el azúcar”, en relación permanente con la sociedad, la conducción partidaria
nacional y vis a vis el surgimiento, la consolidación y la caída de su
principal adversario político. En un estudio que combina el análisis de la
trama organizativa, el fraccionamiento partidario, los discursos de los
dirigentes, las representaciones, las prácticas políticas, el análisis de
campañas y resultados electorales el texto cubre un vacío relativo en la
historia política argentina: el de los partidos de oposición durante el
peronismo clásico en escenarios provinciales y en relación con el contexto
nacional.
La obra fue organizada en cinco capítulos. El primero recupera el esplendor del
radicalismo concurrencista en la segunda mitad de los
años treinta, ligado a los empresarios azucareros, que como correlato comenzó a
vaciarse del apoyo de sus bases, los trabajadores rurales e industriales.
Muestra el fraccionamiento derivado del descontento que acarreó esta situación
que sumió al partido en una crisis interna de la cual derivó su intervención,
con el consiguiente impacto negativo sobre el electorado afín, como también la
emergencia de un sector intransigente. El segundo capítulo remite al período de
gobierno militar (1943-1946) y los efectos de la intervención nacional a la
provincia que deslegitimó a la UCR al denunciar casos de corrupción -nunca
probados- de los gobiernos provinciales de ese signo. Las acusaciones
desencadenaron un nuevo clivaje interno que acompañó al del conjunto del
radicalismo nacional, entre unionistas, proclives a la formación de coaliciones
frente al adversario nacionalista, e intransigentes, favorables a continuar la
línea partidaria e incorporara medidas de justicia social. Pese a la búsqueda
de anclajes sociales, en especial en la prensa y la universidad, poco obtuvo el
partido en comparación con las adhesiones alcanzadas por el gobierno nacional
en virtud de las medidas favorables a los trabajadores adoptadas por la
Secretaría de Trabajo y Previsión. El tercer capítulo muestra la gran
desarticulación partidaria entre 1946 y 1948, luego de que el laborismo
arrasara en las elecciones iniciales hasta convertir a Tucumán en “la llave del
Norte” del peronismo. En ese contexto, la UCR, debilitada, quedó territorialmente
reducida a la capital, experimentó la emergencia de liderazgos incipientes
-como el del intransigente Celestino Gelsi- y asumió
distintas estrategias que suponían cierto acompañamiento al peronismo en la
legislatura, un discurso agresivo contra el mismo adversario en tiempos de
campaña y estrategias de financiamiento novedosas respecto del período en que
los empresarios azucareros sostenían materialmente a la organización. La
recuperación de la iniciativa partidaria producida luego de la inflexión de
1949 es abordada en el cuarto capítulo. La intransigencia controló el partido y
provocó un triple proceso: lo disciplinó, centralizó el control al disolver
ligas vecinales y reemplazarlas por juntas dependientes del comité capital,
ensayó con poco éxito una aproximación al sindicato del azúcar, organizó
comités juveniles, incorporó mujeres a la militancia -no a las listas. Los
resultados de la recuperación de la organización se hacen evidentes en el
último capítulo, relativo al accionar de la UCR durante el declive del
peronismo (1953-1955) y a la consolidación de la intransigencia radical frondizista. Ante el derrocamiento de Perón, se señala que
el radicalismo tucumano no participó en los comandos civiles y después de 1955
asumió un posicionamiento optimista dentro del arco antiperonista por cuanto,
al defender algunas banderas semejantes a las del movimiento proscripto, evaluó
que los votantes del peronismo los acompañarían. El libro cierra con
conclusiones que sintetizan el modo en que la crisis interna heredada del
período previo al golpe de 1943 tiñó las acciones del partido en los años
siguientes, en los que un interlocutor potente, el peronismo, condicionó su
reconfiguración y sus respuestas, de las que resultaron una organización
partidaria más centralizada, una dirigencia emergente fraguada en la oposición
y un nuevo discurso.
Destaco dos aportes del texto que contribuyen a una comprensión de la dinámica
de lo político en sentido amplio. El primero refiere a los costos de la
política, en cuyo tratamiento el autor es uno de los pioneros en nuestra
historiografía. Queda claro que los partidos diseñan estrategias diferentes a
medida que cambian la estructura de la organización y las relaciones
establecidas con la sociedad. En este caso, el cambio de la dirigencia lleva a
transitar de los aportes realizados por los empresarios azucareros a fines de
los años treinta, a las suscripciones, los porcentajes de las dietas de los
legisladores o aun la ocupación de candidaturas una vez que aquellos abandonan el
partido, resultan elocuentes.
El segundo remite a las renovaciones internas de los partidos. Hijas de
derrotas electorales y protagonizadas por dirigentes jóvenes que se autorrepresentan como progresistas, enfrentan a dos
adversarios: el interno, identificado con la conducción de la derrota, y el
externo, el oficialismo provincial. Frente al primero se manifiestan próximas a
las bases y confían en ellas para desplazar a los viejos conductores; apelan
así al voto directo y lo presentan como un paso hacia la renovación interna,
ocultando su costado instrumental. Ante el segundo, ensayan distintas maneras
de vincularse, acompañándolo o reforzando la oposición según convenga. Esto se
refleja en la trayectoria del joven Celestino Gelsi,
conductor de la intransigencia radical tucumana.
En suma, este excelente análisis construido alrededor de una configuración
político-partidaria provincial e interrelacionando escalas
-local/departamental, provincial y nacional- saca a la luz procesos de la
historia política nacional de mediados del siglo XX que, de otro modo,
permanecerían invisibilizados.
Marcela Ferrari
Centro
de Estudios Históricos – UNMdP – CONICET
Rural development and the construction of new markets, Paul Hebinck, Sergio Schneider y Jan Douwe Van Der Ploeg, Routledge, Londres, 2015, pp. 228.
Este libro, publicado
originalmente en inglés, rescata interesantes experiencias relacionadas a la
construcción de mercados de alimentos con lógicas diferentes al capitalismo. El
propósito es reflexionar sobre su aporte a un modelo de desarrollo rural que
permita mejorar la calidad de vida de los agricultores familiares.
Una de las respuestas de los campesinos a la presión generada por el avance de
la globalización fue buscar formas de comercialización alternativas que
diversifiquen sus ingresos. Para dar cuenta de estos procesos, los autores
acuñan el término de mercado anidado, concepto inspirado en la economía
institucional. En esta dirección, el libro señala que estos mercados encarnan
distinción en múltiples aspectos (como ser las formas de distribución del valor
añadido, los precios y las relaciones entre productores y consumidores). En
efecto, su comprensión requiere un abordaje teórico que tiene, al menos, cinco
dimensiones.
En primer término, en lugar de ver a los mercados como un sistema abstracto que
se regula a sí mismo (como lo describe la economía neoclásica), los mercados
necesitan ser conceptualizados en términos de lugares específicos de
interacción social, donde ocurren las transacciones particulares. Esto nos
permite entender el mercado como institucionalmente regulado con particularidades
culturales e históricas.
En segundo término, la noción de mercado debe ser despojado de cualquier
encuadre axiológico apriorístico. El mercado no es intrínsecamente bueno (como
reclama el discurso neoliberal), ni intrínsecamente malo. Todo depende de los
resultados, los grados de libertad exigida y los efectos distributivos.
En tercer lugar, los mercados son considerados no sólo como el foco, sino
también como el lugar de las luchas sociales. Según las opiniones de los
marxistas ortodoxos, las luchas sociales se producen principalmente en los
lugares de producción (más que en los lugares de distribución). Por el
contrario, los autores del libro consideran que los cambios en la esfera de la
circulación pueden producir cambios en el lugar de producción.
En cuarto lugar, necesitamos ir más allá de la tesis que sostiene que la
producción y comercialización de alimentos inevitablemente serán subsumidas por
las grandes industrias procesadoras. Esto implica una oposición a la concepción
del mercado como un sistema monolítico que no puede ser golpeado. Esto es
central para identificar espacios oportunidades y/o necesidades que los grandes
mercados no pueden acaparar.
En quinto lugar, es necesario reconsiderar la vasta literatura sobre circuitos
cortos. Dichos análisis a menudo descuidan el hecho de que los circuitos están
asociados a luchas de poder más amplia. Una pregunta clave en el libro es ¿Qué
influencia tienen las políticas públicas, los movimientos sociales y demás
actores en la construcción de los nuevos mercados anidados? Esta pregunta
plantea las interfaces entre las políticas de desarrollo rural, “sociedad
civil” y movimientos sociales y considera que los encuentros en estas
interfaces son a menudo decisivos para determinar el éxito (o fracaso) de estos
mercados emergentes.
Es muy interesante el enfoque utilizado por los autores respecto de las
políticas de desarrollo rural. En primer lugar, el desarrollo rural no es
entendido como una meta-narrativa que se traduce linealmente en políticas y
luego éstas en prácticas. Tampoco es un dominio exclusivo de las agencias
estatales o de los expertos. Más bien, se concibe al desarrollo rural como una
pluralidad de prácticas surgidas como respuesta a las fallas del mercado. La
formulación de políticas es una de estas prácticas y cuanto más entrelazada
está con las prácticas de los actores locales más eficaz se convierte.
El libro está dividido en 11 capítulos: tres teóricos, siete capítulos
empíricos y un capítulo final que extrae algunas conclusiones. En cuanto a los
primeros, se plantea que es necesario revisar el concepto mismo de “mercado”
para conceptualizar aquellos anidados, los cuales, a pesar de su diversidad,
comparten características comunes desde donde se pueden extraer dimensiones
analíticas.
El capítulo IV explora dos experiencias (distintas pero interconectadas) de
compras estatales de alimentos en Brasil durante los gobiernos de Lula y Dilma. El programa nacional de alimentación escolar (PNAE)
especifica que al menos el 30% de los alimentos distribuidos a escuelas debe
ser adquirido localmente por agricultores familiares. Por su parte, el Programa
de Adquisiciones de Alimentos (PAA) creado en 2003 agilizó la compra de comida
a asociaciones de agricultores locales ya que no necesita licitaciones.
El Capítulo V explora el caso de la red Ecovida en
Brasil, el cual incluye a un grupo de familias de agricultores agroecológicos,
los cuales sostienen como un elemento esencial el auto-etiquetado para el
acceso y defensa de mercados. En el mismo, los autores examinan los problemas,
ventajas e inconvenientes de tal construcción.
El Capítulo VI se centra en experiencias de mercados anidados en China, donde
muchos campesinos chinos están participando en innovadores circuitos para
atender a las nuevas demandas sociales (campo atractivo, productos alimenticios
de alta calidad) que mejoran sus ingresos. Este capítulo demuestra que estos
mercados se construyen a veces por organismos del estado y a veces por los
propios agricultores, trabajando en estrecha colaboración con los actores
urbanos.
En el capítulo VII se discute la gobernanza de mercados rurales anidados en
Europa. Las lecciones de Suecia, Italia, Alemania, Irlanda y los países bajos
se utilizan para desarrollar una herramienta analítica, el "triángulo de
rendimiento de política rural", que explicaría la eficacia de la política
rural.
El capítulo VIII, IX y X constituyen estudios de caso en África meridional. Se
discute aquella visión generalizada respecto a que los pequeños agricultores
necesitan vincularse a los mercados concentrados, en particular a los
supermercados. Se examina la dinámica de los mercados callejeros teniendo en
cuenta las relaciones entre productores, comerciantes y consumidores, el
control de calidad, mecanismos de ajuste de precio y la distribución de
beneficios.
Finalmente, el capítulo XI une los principales argumentos desarrollados en el
libro. En suma, se trata de un texto de una enorme riqueza empírica y teórica.
Desde donde no solamente se pueden extraer dimensiones heurísticas sumamente
útiles, sino que también se pueden inferir recomendaciones de políticas
públicas que puedan apoyar los procesos de desarrollo rural y alentar la
consolidación y expansión de estos mercados protegidos.
Cristian Emanuel Jara
CONICET-UNSE
Capitalismo
en las selvas. Enclaves industriales en el Chaco y Amazonía indígenas
(1850-1950), Lorena Córdoba, Federico Bossert y Nicolas Richard (editores), Ediciones del Desierto, San
Pedro de Atacama, 2015, pp. 316.
Esta compilación ofrece un
panorama conjunto sobre la relación entre las principales industrias de enclave
y las sociedades indígenas implicadas en el despliegue de los frentes
extractivos de las tierras bajas sudamericanas entre 1850 y 1950. Ese proceso
reestructuró las formas de control territorial, de reproducción social, de
configuración étnica y de relación con la sociedad más amplia que han dejado
profundas huellas en las formaciones nacionales contemporáneas.
La primera parte se centra en los ingenios azucareros de Salta y Jujuy. Entre
las principales temáticas, los capítulos abordan las formas de reclutamiento de
los aborígenes kollas y chaqueños, las diversas
instituciones y actores implicados en los procesos de disciplinamiento y sometimiento socio-étnico, los cambios en las formas de reproducción social
indígena, las transformaciones en su praxis cultural, las reconfiguraciones
étnicas y las memorias contemporáneas de esas experiencias. Weinberg & Mercolli exploran las memorias actuales del
proceso de sujeción laboral de los kollas de las
tierras altas de Salta, a través del cual fueron forzados a trabajar en la
zafra del principal ingenio salteño entre 1920 y mediados del siglo XX. Los
trabajos de Montani, Ceriani Cernadas y Dasso & Franceschi ponen el
foco en los aborígenes chaqueños, centrándose respectivamente en la etnografía
histórica de la cultura material wichí, las
transformaciones de la subjetividad social de los aborígenes en relación con la
experiencia en las misiones y los ingenios, y la representación wichí del trabajo y las plantaciones azucareras. A
diferencia de los kollas - que ya estaban
incorporados al orden colonial desde el siglo XVII - en el reclutamiento y disciplinamiento de los aborígenes chaqueños fue central el
papel del ejército y las misiones junto a los contratistas, aunque en ambos
casos los indígenas estuvieron sometidos a regímenes específicos de explotación
laboral y segregación social. Los trabajos de Montani y Ceriani Cernadas muestran la incidencia de las clasificaciones étnicas en las
relaciones laborales, así como el grado en que las relaciones establecidas en
el marco del trabajo y la residencia también hicieron de los ingenios
escenarios de reconfiguración interétnica y cambio cultural. En algunos de los
capítulos subyacen algunas polémicas antropológicas, como la vinculada con el
peso de los sistemas culturales en las formas de inserción en el capitalismo de
poblaciones de tradición cazadora recolectora, aunque sólo Dasso & Franceschi se posicionan en su texto
explícitamente en torno a ella. Para estas autoras la fascinación de los wichís por ciertos bienes, el respeto a los compromisos de
trabajo asumidos por el cacique y la adecuación de la zafra al tiempo de
escasez en el monte explicarían el reclutamiento laboral más que el
“sometimiento y la violencia” a los que se suele dar centralidad. Aunque sin
polemizar explícitamente, los textos de Montani y Ceriani Cernadas indagan sobre el significado de los bienes, del salario y del acceso a
medios de vida en el monte como un resultado histórico en el que interactuaron
procesos y agencias sociales de diverso orden. Montani señala el papel de los
bienes para atraer y retener a los indígenas en los ingenios, pero no
independientemente de “la imbricada red de tecnologías de gran escala que el
capitalismo y el Estado argentino arrojaron con fuerza sobre los indígenas del
Chaco a fines del siglo XIX”. Ceriani Cernadas
examina las transformaciones culturales y de las subjetividades indígenas a
través de la experiencia misional y en las plantaciones azucareras. Los
diversos capítulos señalan el papel central del “tiempo del ingenio” (al que Ceriani Cernadas agrega el de la “llegada del Evangelio”)
en la conformación de las subjetividades colectivas de estos grupos indígenas,
así como el carácter heterogéneo y contradictorio de las memorias actuales.
La segunda parte del libro se centra en la explotación del caucho en la
Amazonía. Se abre con un excelente capítulo comparativo de Bossert & Córdoba sobre el trabajo indígena en las barracas caucheras y los
ingenios azucareros, aunque muchos de sus planteos - como los del prólogo de
Combé y de las Palabras preliminares de los compiladores - tienen un alcance
que excede el de estas dos industrias. Los capítulos consideran las
características y el funcionamiento del extractivismo cauchero, en el que la inclusión de los trabajadores fue mucho más coactiva y
sangrienta que en los ingenios. Los trabajos de Chavarría y Cornejo Chaparro
abordan los discursos y representaciones del extractivismo cauchero y señalan el carácter diverso y contradictorio de sus memorias, que
incluyen tanto la época dorada de la modernidad, el consumo y la riqueza como
la violencia de la explotación y el llamado genocidio del caucho. Cornejo
Chaparro analiza las narrativas y los imaginarios del caucho, deteniéndose en
una novela paradigmática de la literatura amazónica que ha contribuido a
instalar estereotipos sobre la violencia de origen de esta sociedad, la
opresión de la naturaleza, la ley del más fuerte, el salvajismo de los indios y
su reemplazo por los colonos. Por su parte, Chavarría considera diversos
materiales que expresan tanto las memorias dominantes como otras subalternizadas, basadas en la denuncia y la oposición al
genocidio del caucho. Estas últimas, señala, están siendo dinamizadas en
relación con las luchas actuales de los indígenas por territorio y
reconocimiento. El capítulo de Córdoba & Villar expone la forma de
operación del extractivismo cauchero a través del
análisis del asesinato de dos patrones “maltratadores de peones” en las
barracas gomeras. Sobre la base de diversas fuentes, los autores realizan una
reconstrucción densa y fascinante que expone la desmesura y la omnipotencia de
los pequeños “déspotas de frontera”, las formas de enganche, el crédito, el control
laboral y sus terribles abusos. En los casos considerados, estos aspectos se
muestran a través de las disputas por el control de ciertas mujeres, que en el
orden cauchero serían tratadas - según los autores – “como un producto más de
la lógica extractiva”.
La última parte del libro se ocupa de los obrajes, establecimientos tanineros y colonias agro-ganaderas del Chaco boreal.
Incluye un capítulo de Braunstein que, en diálogo con
un manuscrito inédito de Guido Boggiani, expone
diferentes procesos que transformaron el territorio y los pueblos indígenas con
el avance del frente colonizador en el Alto Paraguay. El trabajo de Richard
analiza el grado en que el régimen onomástico y los diferentes “paisajes del
nombre” del Chaco boreal contemporáneo dan cuenta del dispositivo que inscribió
a los indígenas en un régimen de producción económica y reproducción social y
de las huellas de su relación con los frentes industriales y/o los aparatos
misionales. Villagra & Bonifacio analizan en su
texto la forma en que dos emblemáticas empresas tanineras gravitaron en la vida de los pueblos que llegaron a constituirse como maskoy y angaité, a los que
convirtieron por medio de la violencia material y simbólica en una fuerza de
trabajo explotada y sometida social y étnicamente. Señalan que la experiencia
de la desposesión y de la lucha por la tierra han incidido, como en otros casos afines, en su actual reconfiguración étnica.
Finalmente, el capítulo de Canova explora analiza las
relaciones de los ayoreo con las colonias agroganaderas menonitas presentes en el Chaco Paraguayo desde 1930. El despojo territorial y
las durísimas condiciones de trabajo y de vida a que fueron sometidos los
ayoreo desde 1960 han sido elementos determinantes del éxito económico de las
colonias y no las “diferencias culturales y raciales” a las que usualmente se
apela.
La convocatoria de los autores ha resultado en un libro que elude recortes
espaciales arbitrarios para dar cuenta de procesos que trascienden las
fronteras nacionales, potenciado por el diálogo entre investigadores e
instituciones de varios países. La coherencia temática, geopolítica e histórica
de la compilación, los aciertos de su estructura, la originalidad de las
investigaciones y la inclusión de trabajos de síntesis junto a los de casos y
aspectos particulares, hacen de este libro un gran aporte sobre una
problemática clave en la conformación del mundo sudamericano.
Gabriela Alejandra Karasik
CISOR -
CONICET – UNJu
Ayllu Tucma – Comunidades del Tucumán, Bruno Cerimele,
Francisco Méndez, Jorge Yapura, Lorena López, Malena
Díaz, María Inés Corbalán, Pablo Delgado, Pablo Toranzo,
Quilla Quinteros y Silvia Díaz, ANDHES, 2016, pp. 119.
La fotografía se caracteriza
por su inherente ambigüedad. Nosotros, los que incesantemente consumimos fotos
e imágenes, tendemos a entenderlas como pruebas de una realidad vivida,
evidencia de que esto ocurrió. Por otro lado, la foto rompe la continuidad de
la realidad vivida y así abre un espacio temporal (y espacial, si tomamos en
cuenta lo limitado que es el campo visual del marco fotográfico) para
interpretación. ¿Qué pasó antes y después de que la foto fuera sacada? ¿Qué es
lo que la foto no incluye? Sin embargo, en nuestra era de bombardeo y consumo
constante de imágenes de mil tipos diferentes, como lectores visuales nos hemos
vuelto vagos y pretendemos que la imagen no nos exija demasiado tiempo o
concentración. Aceptamos la realidad que la imagen nos ofrece sin contemplarla
o cuestionarla, y, felices por poder compartir instantáneamente lo que captan
las cámaras de nuestros celulares, rechazamos, sin darnos cuenta siquiera, los
lentos procesos de interpretación.
Ayllu Tucma es un extenso ensayo fotográfico producido
por varios autores y fotógrafos que exige al lector tanto tiempo como
interpretación. En 120 páginas, sus fotografías de color nos invitan a visitar
dos comunidades indígenas en los Valles Calchaquíes de la provincia de Tucumán:
Los chuschagasta y Amaicha del Valle. Nos ofrecen fragmentos de su cotidianeidad mientras nos invitan a
imaginar los contextos espacio-temporales en los que aquellos fragmentos de una
realidad viva y vivida han tomado lugar. Las fotos no están acompañadas por
palabras y en lugar de depender de textos explicativos, las fotos actúan como
protagonistas que no concluyen sino sugieren. Contrarrestan el flujo de
imágenes digitales de corta duración que se ha convertido en la normativa en la
actualidad, y nos recuerdan cómo es el proceso de contemplar, ver y aprender un
lenguaje visual. De ese modo, esta publicación se convierte en un ejemplo de
“otra manera de contar” por excelencia.
Entonces, ¿qué encontramos en estas fotos que tanto piden que las
interpretemos? Ayllu Tucma presenta una alternativa a
los imaginarios populares en los que el indígena se entiende como el “otro”
lejano y exótico, o como el miembro inconveniente de una sociedad que
privilegia blancura y europeidad. Las fotografías muestran la resistencia de
las comunidades indígenas –en este caso tucumanas– a su reificación como
sujetos sin historia. La cotidianeidad que las imágenes muestran, desafía la
idea de que los pueblos originarios son, por definición, parte del patrimonio
cultural. Porque ese patrimonio, por más que quisiéramos que no sea así, es un
concepto inherentemente basado en un sistema patriarcal, creado por los que
tienen poder. Y en esas configuraciones de herencia cultural, el subalterno –el
indígena– no goza de la posibilidad de elegir. Por último, las fotografías
visibilizan, sin exotizar, lo que los discursos
institucionales sobre la posición de estas comunidades en el mapa nacional
prefieren no ver. Las fotos se enfocan en la vida cotidiana en que las
prácticas humanas de estudiar, cosechar, cocinar, descansar, o festejar son exactamente tan centrales como en cualquier otra
sociedad.
Los fotógrafos detrás de Ayllu Tucma no han creado un
registro categórico o un rígido testimonio visual. En cambio, han construido un
ensayo fluido que se basa en una relación viva de complicidad entre ellos y los
fotografiados. En esta complicidad encontramos aquello denominado como
“contrato civil de la fotografía”. La participación de las personas
fotografiadas demuestra la contracara de sus identidades performativas que ellos movilizan en sus luchas y discursos políticojurídicos por la tenencia de sus tierras. O, en términos más simbólicos, por su derecho
de existir. Este contrato civil sirve de invitación para el lector a pisar el
territorio fronterizo entre las identidades performativas e informativas –es decir, lo que ocurre en la cotidianeidad– de los actores del
ensayo. Y, según la autora de esta reseña, logra mostrar la porosidad y
maleabilidad de esas fronteras, poniendo así en relieve las diferentes
identidades que todos nos llevamos puestas, todos los días.
Este libro no es un ensayo académico. El texto introductorio del libro nos
ofrece información sobre las comunidades con las que los autores han trabajado,
sus luchas legales y culturales, los motivos y la lógica detrás del proyecto.
Sin embargo, no analiza a fondo los cambios identitarios que las fotografías sutilmente nos invitan a contemplar y tampoco las
implicaciones que tiene en la visibilización de
pueblos originarios, lo que se capta a través del lente fotográfico. Esta es
una lectura recomendada como necesaria para los universitarios que estudian la indigeneidad, los presentes y pasados de los pueblos
originarios. Ayllu Tucma nos recuerda que detrás de
la indigeneidad performativa –visibilizada y movilizada para fines políticos, jurídicos, o económicos– hay
un complejo cosmos de variadas identidades arraigadas en memorias y prácticas
cotidianas. Para entender de dónde y cómo surgen las luchas públicas y
discursivas de los pueblos originarios por su identidad y legitimidad como
ciudadanos, es necesario ver lo que expone Ayullu Tucma: la cara de su cotidianeidad.
Sara Kauko
Emory University
Desigualdades socioambientales en América Latina, Barbara Göbel, Manuel
Góngora-Mera y Astrid Ulloa (editores), Universidad Nacional de Colombia,
Facultad de Ciencias Humanas, Grupo Cultura y Ambiente, Bogotá, pp. 510.
El presente libro es fruto de
los trabajos que viene realizando la Red Internacional de Investigación sobre
Desigualdades Interdependientes en América Latina, desiguALdades.net. La Red
reúne a especialistas latinoamericanos y europeos de diversas disciplinas y
realiza desde hace 8 años investigaciones interdisciplinarias en el campo de
las interdependencias globales de la desigualdad social en América Latina. La
obra refleja la actividad de este colectivo de investigación y ofrece
importantes análisis y reflexiones en el campo de las desigualdades socioambientales. El libro reúne trabajos realizados desde
diversas disciplinas (antropología, historia, sociología, derecho, entre otras)
ofreciendo así un panorama amplio y rico, con abordajes teóricos y estudios de
caso que permiten mejorar nuestra comprensión sobre la multidimensionalidad de las desigualdades y las complejas interdependencias entre lo local, lo
nacional, lo transnacional y lo global en las configuraciones de estas.
El lector encontrará en este libro perspectivas analíticas innovadoras para el
estudio de la desigualdad socioambiental. En primer
lugar, los autores se apartan de los clásicos estudios que se enfocan en la
desigualdad en los ingresos e incorporan otras categorías sociales (como el género,
la etnicidad y la raza). En segundo lugar, hay un énfasis en rescatar las
interdependencias transregionales, es decir,
trascender al Estado nacional como unidad de análisis prioritaria. De esta
manera, en el libro encontramos esta interacción entre temas latinoamericanos y
perspectivas globales, que nos permite entender cómo las desigualdades socioambientales en América Latina son originadas o
influidas por interdependencias transnacionales y procesos globales.
Se parte de la premisa de que el acaparamiento global de la naturaleza de
América Latina está reconfigurando las desigualdades sociales locales, subnacionales y nacionales. El auge del extractivismo está generando profundas transformaciones en las relaciones entre sociedad,
naturaleza y Estado e incrementa las desigualdades y asimetrías sociales. Sin
embargo, llama la atención la ausencia en los países latinoamericanos de un
serio debate político acerca de los impactos ambientales de la economía extractivista.
A nivel académico, por otro lado, se observa que, hasta ahora, las relaciones
entre ambiente, sociedad y desigualdades han recibido poca atención. Y mientras
se advierte la ausencia de la dimensión de las desigualdades sociales en el
análisis de las relaciones entre sociedad y ambiente, también se constata la
exclusión de la dimensión ambiental en las investigaciones sobre desigualdades
sociales. La presente publicación, por lo tanto, desea contribuir a llenar ese
vacío.
En el medio ambiente se proyectan significados culturales muy diversos, con
distintas lógicas de representación simbólica. En este sentido, muchos de los
conflictos por el acceso y uso de la naturaleza son también diferencias
epistemológicas y competencias de poder entre distintas lógicas de
significación. En las desigualdades económicas entre actores sociales están
siempre imbricadas asimetrías de conocimientos e imposiciones hegemónicas de
ciertas formas de vinculación con el entorno natural. En este libro se examina
cómo esas asimetrías establecidas históricamente entre diferentes dispositivos
culturales de valorización de la naturaleza se tornan relevantes para la
configuración de las desigualdades entre los actores sociales.
El libro se estructura en tres secciones, introducidas por un capítulo de
apertura a cargo de los editores (Barbara Göbel, Manuel Góngora- Mera y Astrid Ulloa). La primera
sección está dedicada a analizar las Aproximaciones conceptuales a las
desigualdades socioambientales, y consta de cuatro
capítulos a cargo de Kristina Dietz y Ana Maria Isidoro Losada, Imme Scholz, Roberto Guimaraes y
Astrid Ulloa. El objetivo de esta parte es acercarse a la complejidad de la
incorporación de la dimensión ambiental en el análisis de las desigualdades
sociales.
La segunda parte del libro, titulada Geografías de la apropiación de la
naturaleza, se analizan empíricamente las espacialidades generadas en el
proceso de la apropiación global de la naturaleza (especialmente mediante
lógicas extractivistas) y las desigualdades
producidas. Esta sección presenta cinco aportes desarrollados por Claudia Leal
y Shawn Van Ausdal, Carla
Gras y Barbara Göbel, Diana
Ojeda, David Manuel- Navarrete y Michael Redclift y Kristin Wintersteen. Los temas
presentados en los capítulos abordan desde las historias ambientales de las
costas Pacífica y Caribe de Colombia, el Agronegocio y desigualdades socioambientales generadas por la
soja en Argentina, Brasil y Uruguay, la comercialización turística de la
Riviera Maya y el auge global de la harina de pescado y la industrialización de
las pesquerías en el Pacífico Sudoriental.
La tercera y última parte del libro presenta el tema de la Globalización de la
naturaleza y fragmentación del derecho internacional. Se analiza aquí cómo
diferentes actores involucrados en el proceso de apropiación global de la naturaleza
recurren a distintos regímenes del derecho internacional como instrumento de
legitimación de sus concepciones e intereses sobre ella. Se muestra cómo esta
fragmentación puede alterar significativamente las desigualdades entre los
actores y converger en casos concretos de apropiación de la naturaleza. De este
modo, a través de cuatro capítulos los autores Javier Echaide,
Manuel Góngora-Mera, Renata Motta, Jairo Baquero Melo y Deborah Delgado Pugley analizan el derecho de protección de inversiones y el
derecho humano al agua, la mercantilización biohegemónica de la naturaleza (particularmente el caso de la diseminación normativa de la
propiedad intelectual sobre semillas en Colombia y Argentina), el acaparamiento
de tierras, regímenes normativos y la resistencia social en el Bajo Atrato en
Colombia, y la afectación de los derechos de los pueblos indígenas con las
reformas para facilitar la integración económica y la conservación de la
Amazonia.
De este modo, las contribuciones de la tercera sección del libro ofrecen una
mirada crítica a la evolución más reciente del derecho internacional y a su uso
como mecanismo de legitimación y expansión global de diversas formas de
mercantilización de la naturaleza. Este panorama podría confirmar las tesis iusfilosóficas del derecho como instrumento de dominación y
como estructura fundamental para la consolidación de un orden mundial
organizado a favor de viejos y nuevos centros de poder, construido a partir del
lobby de grandes empresas multinacionales.
Julieta Krapovickas
Universidad
de la República
Una
historia de la desigualdad en América Latina: La barbarie de los mercados,
desde el siglo XIX hasta hoy, Juan Pablo Pérez Sáinz,
Siglo Veintiuno Editores, Buenos Aires, 2016, pp. 304.
A lo largo de 304 páginas, el
libro del sociólogo español radicado en Costa Rica Juan Pablo Pérez Sáinz logra trascender en al menos dos sentidos la
insinuación, de por sí sugerente, que encierra su título. Primero, su
“historia” no es simplemente un recuento de hechos desprovistos de sustento
teórico; al contrario, el enfoque diacrónico es un recurso para contrastar con
los últimos 150 años de vida de nuestra región la factibilidad de un engranaje
conceptual bien encastrado y prolijamente expuesto, cuyo poder explicativo
puede ser aplicado a distintos contextos, que es lo que se le pide a toda
teoría en términos de generalidad. Y segundo, el singular “desigualdad” no hace
justicia al eclecticismo del autor, que en verdad da cuenta de la intersección
de diversas desigualdades, distanciándose del reduccionismo economicista para
incorporar en su estudio una importante cantidad de categorías y conceptos
socioculturales y haciendo un uso intensivo de las notas a pie de página, en
las cuales matiza sus propias afirmaciones y dialoga con autores de distintas
adscripciones ideológicas y disciplinares.
El texto está estructurado en cuatro capítulos. Me detendré especialmente en el
primero, ya que a pesar de ser el más breve en términos estrictos, es con
seguridad el más importante a nivel teórico-metodológico. En él se presentan
dos miradas sobre las desigualdades en América Latina. La dominante, liberal,
aborda la desigualdad de ingreso entre personas, la cual se mide con el
coeficiente de Gini y usa como fuentes de información
las encuestas de hogares. Según argumenta el autor, este es un enfoque
limitado, ya que al centrarse en el hogar prioriza la redistribución e ignora
la distribución previa. En ese sentido, los ingresos son un resultado y no las
causas de las desigualdades. A su vez, plantea que mirar los hogares como
agregados de individuos es desconocer otros sujetos sociales y que las
encuestas de hogares rara vez logran captar a quienes realmente acaparan la
riqueza, las élites.
La otra mirada es la radical/crítica, y reviste especial importancia porque en
ella se cimienta la propuesta teórica del autor. Ésta se caracteriza por
recuperar el tema del poder para entender las desigualdades como instancias de desempoderamiento, por ello retrocede hasta el origen de la
desigualdad, situado en la primera distribución, en los mercados básicos (de
trabajo, de capitales, de tierra y de conocimiento), y entiende sus asimetrías
como condiciones que posibilitan la generación, circulación y apropiación del
excedente económico.
Si bien hasta aquí ya estamos ante un prisma que rompe con el canon habitual de
la producción académica sobre el tema, la parte más provocativa del modelo
llega a continuación. En la pugna por el excedente Pérez Sáinz considera que no solo es necesario tener en cuenta a los individuos y a las
clases sociales, sino también cómo las diferencias llegan a convertirse en
desigualdades, es decir, en pares asimétricos que oponen a los sujetos sociales
en función de categorías como género, etnia, raza o territorio. Esto se
encuentra en consonancia, en un sentido sociocultural, con la noción de categorical pairs de Charles Tilly. De esa manera, si bien se inscribe explícitamente en
la tradición marxista-crítica, hace de ella una interpretación heterodoxa,
incorporando aportes de la antropología y los estudios culturales que permiten
comprender mejor la complejidad de las desigualdades en las sociedades
contemporáneas y oxigenar la investigación sobre su origen y desarrollo en los
siglos XIX y XX.
Con base en estas premisas, Pérez Sáinz introduce
cuatro hipótesis para explicar el funcionamiento de sendos procesos generadores
de desigualdades que permiten entender la persistencia del fenómeno en
sociedades como las latinoamericanas. Las dos primeras remiten al desempoderamiento entre clases sociales, a las dinámicas de
mercados laborales en los que se tiende a generar trabajo en vez de empleo (lo
cual supone una gran asimetría en favor del capital) y a las dinámicas de
mercados de capitales y seguros, de la tierra y del conocimiento que
experimentan procesos de apertura a unos pocos sujetos sociales y clausura a la
inmensa mayoría. La tercera y la cuarta hipótesis ponen el foco en los procesos
de individualización en relación con el desarrollo de ciudadanía social: cuando
este último es limitado, los primeros devienen frágiles y no logran relativizar
las dinámicas de clase en los mercados básicos, lo cual se agrava si la
sociedad procesa las diferencias no en términos de reconocimiento, sino de inferiorización, favoreciendo la formación de pares
asimétricos que inciden en los mercados básicos y se acoplan con las dinámicas
de clase por medio de mecanismos de segregación y discriminación.
En los capítulos siguientes, el autor analiza pormenorizadamente cómo se
materializaron estos cuatro procesos durante el desarrollo del capitalismo en
América Latina. Así, en el segundo capítulo se explaya sobre el período
oligárquico, que va desde la mitad del siglo XIX hasta la crisis de 1930; en el
tercero, se detiene en el período de modernización nacional, que abarca entre
esa crisis y la de 1980; y en el cuarto, el más extenso, se ocupa del período
actual de modernización globalizada.
El texto finaliza con una conclusión en la que se hace un balance de los
hallazgos del estudio, explicitados en términos de cuatro “claves”, de las
cuales el autor extrae algunos “desafíos” que enfrentan las sociedades
latinoamericanas en términos de “utopía”. En su tramo conclusivo se observa,
como en el resto del texto, una saludable combinación de rigor analítico con
espíritu transgresor: si la desigualdad que hoy afecta a nuestras sociedades
tiene origen en matrices primigenias de exclusión que hallaron modos de
perpetuarse y reinventarse, la propuesta no descarta un ajuste certero de
engranajes que no implique reemplazar el sistema en su totalidad, pero invita a
pensar en un futuro por fuera de los límites del capitalismo.
José Navarro-Conticello
Universidad
de Talca - CONICYT