Frantz Fanon y la Nueva Escuela Mexicana: reflexiones desde la antropología y la pedagogía intercultural. Artículo de Saúl Alejandro García. Praxis educativa, Vol. 29, N°3 septiembre - diciembre 2025. E-ISSN 2313-934X. pp.1-12. https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2025-290305
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DOSSIER
Frantz Fanon y la Nueva Escuela Mexicana: reflexiones desde la antropología y la pedagogía intercultural
Frantz Fanon and the New Mexican School: Reflections from Anthropology and Intercultural Pedagogy
Frantz Fanon e a Nova Escola Mexicana: Reflexões da Antropologia e da Pedagogia Intercultural
Saúl Alejandro García
Universidad Rosario Castellanos
saul.alejandro@rcastellanos.cdmx.gob.mx
ORCID 0000-0002-5707-3601
Recibido: 2025-04- 29 | Revisado: 2025-08-07 | Aceptado: 2025-08-12
Resumen
A 100 años del nacimiento de Frantz Fanon, su legado ha permeado en los estudios decoloniales al criticar al colonialismo y sus formas de establecerse en los sistemas sociales y culturales de los pueblos oprimidos. Sus obras exponen los mecanismos de colonización y al mismo tiempo establecen rutas alternativas para sacudirse de este proceso y establecer naciones libres. A partir de estos postulados, el presente escrito es un ensayo de cómo se ha establecido el proceso de dominación y reproducción ideológica colonial en México a través de los sistemas educativos. Pero, al mismo tiempo, se plantea la posibilidad de establecer los postulados de Fanon en la llamada Nueva Escuela Mexicana. Se presenta una serie de reflexiones a partir de aspectos antropológicos y educativos que México ha pasado en su historia de colonialismo y de posibilidades decoloniales para la construcción de nuevos proyectos civilizatorios del siglo XXI.
Palabras clave: colonialismo, decolonialidad, educación, pueblos indígenas, Nueva Escuela Mexicana.
Abstract
One hundred years after the birth of Frantz Fanon, his legacy continues to resonate within decolonial studies, particularly through his critique of colonialism and its capacity to permeate the social and cultural systems of oppressed peoples. His works reveal the mechanisms of colonization while simultaneously outlining alternative pathways to dismantle colonial structures and establish free nations.
Building on these premises, this essay examines how processes of domination and the ideological reproduction of colonialism have been embedded in Mexico through its educational systems. At the same time, it considers the potential for incorporating Fanon’s principles into the framework of the so-called New Mexican School (Nueva Escuela Mexicana). The discussion presents a series of reflections grounded in anthropological and educational perspectives, exploring Mexico’s historical experience with colonialism and envisioning decolonial possibilities for the construction of new civilizational projects in the 21st century.
Keywords: Colonialism, Decoloniality, Education, Indigenous peoples, New Mexican School.
Resumo
Cem anos após o nascimento de Frantz Fanon, seu legado permeia os estudos decoloniais, criticando o colonialismo e sua consolidação nos sistemas sociais e culturais dos povos oprimidos. Suas obras expõem os mecanismos da colonização e, ao mesmo tempo, estabelecem caminhos alternativos para escapar desse processo e estabelecer nações livres. Com base nesses postulados, este ensaio examina como o processo de dominação colonial e reprodução ideológica se estabeleceu no México por meio dos sistemas educacionais. Ao mesmo tempo, levanta a possibilidade de estabelecer os postulados de Fanon na chamada Escola Novo-Mexicana. Uma série de reflexões é apresentada com base em aspectos antropológicos e educacionais que o México vivenciou em sua história de colonialismo e nas possibilidades decoloniais para a construção de novos projetos civilizatórios no século XXI.
Palavras-chave: colonialismo, decolonialidade, educação, povos indígenas, Escola Novo-Mexicana.
Introducción
La presencia de Frantz Fanon en los diferentes campos de las ciencias sociales y humanísticas ha permeado en la profundidad del pensamiento decolonial. En fechas recientes, ha cobrado fuerza para explicar las violencias sistemáticas que se generan en los contextos culturales de cualquier orbe del mundo.
Fanon ha sido descrito con elegancia por diversas plumas del pensamiento crítico, principalmente por ideólogos marxistas y retomado con fuerza inspiradora por líderes políticos que ven, en su legado, la lucha frontal por derrocar de raíz las fuerzas colonizadoras que oprimen, como las sociedades occidentales a las sociedades sometidas, con violencias sistémicas y estructuradas. Desde los posicionamientos ideológicos de la lucha negra en estados unidos (por Luther King) hasta los movimientos de racialidad afroamericana en diversos pueblos latinoamericanos y de inspiración para los pueblos africanos. Y, desde la dimensión de la pedagogía critica, la obra de Fanon reboza en los postulados de Paulo Freire (1976), Walter Mignolo (2007), otros y otras, por mencionar. El presente escrito es un ensayo desde la pedagogía crítica para determinar la influencia de Fanon en los nuevos enfoques educativos de América Latina, de manera particular en México.
Como punto de partida, habremos de comentar el legado de Fanon a partir de su contexto histórico y de su influencia ideológica para los movimientos libertadores de algunos países africanos y latinoamericanos. En este contexto, habremos de recuperar algunos aspectos teóricos-históricos de la antropología mexicana para entender la complejidad cultural y las formas de dominación aún persistentes en países latinoamericanos. Principalmente en México.
De manera paralela, se explora, como parte de esa dominación y reproducción ideológica (o como diría el propio Fanon, alienación ideológica), el papel que ha jugado la educación en el contexto mexicano para entender las violencias sistemáticas que prevalecen en la sociedad mexicana y muy seguramente latinoamericanas. No obstante, el escrito apunta a considerar, desde la reflexión pedagógica, la manera en que Fanon puede ser un pilar fundamental para la influencia del nuevo modelo de educación en México, llamada “nueva escuela mexicana”. Recuperar la esencia de estos pensadores decoloniales implica la oportunidad de construir un camino distinto de la sociedad mexicana en el contexto de ideologías de izquierda y progresistas.
El legado de Fanon en diferentes direcciones
Como es conocido, las obras de Fanon: Piel negra, máscaras blancas (1952), Los condenados de la tierra (1961) y Sociología de una revolución (1976) contribuyen al pensamiento decolonial al plantear y poner en evidencia las formas y maneras en que los sistemas coloniales se desarrollan, organizan y reorganizan para establecer la perpetuidad sobre los colonizados.
Los textos Los condenados de la tierra (1961) y Sociología de una revolución (1976) son dos obras que exponen y desnudan la violencia racial impuesta por los colonizadores en los países africanos (Argelia) y latinoamericanos, donde el opresor impone una estructura de dominación territorial, ideológica y cultural. En estas obras, Fanon explora dos aspectos trascendentales. Los traumas psicológicos causados por la opresión y la alternativa lucha revolucionaria como un medio para sanar y recuperar las identidades de los pueblos africanos. Hay claridad, cuyas tesis son un llamado a descolonizar la mente y romper con las estructuras psíquicas, sociales y políticas impuestas por el poder colonial.
Estos trabajos se caracterizan por citar ejemplos claros sobre los procesos colonizadores, pero también movimientos de subversión revolucionaria, que, a través de las armas, se establecen movimientos de liberación como el único medio para extraer de raíz el colonialismo interiorizado. Pero también hay una clara advertencia para no caer en el surgimiento de élites corruptas o en la imitación de modelos occidentales. Esto constituye la creación de estados nación con una bandera política de lucha anticolonial para construir una identidad nacional auténtica, mediante la búsqueda de una conciencia étnica-tribal sin caer en atavismos de expresiones culturales folclóricas.
Lamentablemente, en algunos países de África y América Latina (México, para ser más precisos), los proyectos nacionalistas han venido cargando discursos de identidad y respeto a las culturas, pero, en su acción gubernamental, se demuestra todo lo contrario. Siguen alineándose a los sistemas dominantes mediante acciones coercitivas, como los acuerdos comerciales y facilidades en políticas industriales territoriales que favorecen la economía local. Ya lo advertía Galeano (2004), las nuevas formas neocoloniales que actualmente prevalecen no son necesariamente de injerencia directa, pero sí indirecta, a través de una dependencia económica, financiera, tecnológica, influencia política, cultural, mediática —por los sistemas digitales— y de explotación ambiental.
Es en la obra Piel negra, máscaras blancas (1952), donde Fanon nos da la clave para sacudirse de la violencia estructural impuesta por el sistema colonial. Si bien es cierto, hay un sometimiento sistémico, la forma más sutil de control es a través de la alienación como un mecanismo del sistema colonial que se interioriza en la psique de los individuos. El ejemplo que el autor recurre de este proceso es la aspiración del negro a ser como es el “hombre blanco”. Esta es sin duda el mayor trauma psíquico cultural del que habla Fanon. Por ello, el autodesprecio como un mecanismo de inferioridad racializado. De aquí, la necesidad de “disfrazarse” de “hombre blanco”.
Un ejemplo son los llamados Dandi del Congo (Sánchez, 2020), que son personas de clase trabajadora de bajos recursos que invierten o toman préstamos para comprar trajes, zapatos y otras prendas de marca prestigiosa europea. Suelen pagar millones de francos por estas prendas de estas marcas, que hace una aspiración ideologizada de la sociedad europea burguesa o de clase alta. Aun cuando estas personas vivan en condiciones precarias. Este colonialismo interiorizado es una forma permanente de establecer un dominio sobre los otros.
En conclusión, podemos decir que las obras de Fanon cimentan, para los estudios decoloniales, aspectos como los sistemas de dominación colonial que se establecen a través de prácticas culturales e ideológicas. Aunque en pleno siglo XXI hay países donde se ejerce violencia racial, económica, étnica y otras formas de esclavitud que establece el sistema económico neoliberal.
Colonialismo y decolonialidad desde la antropología
Mientras las obras de Fanon cimentaban, en el siglo XX, un posicionamiento en torno al colonialismo, en África y América Latina se gestaban movimientos liberadores y golpes de Estado entre las décadas de los 60 y 70. El marxismo como ideología política resultaba inspirador en aras de sacudirse el yugo neocolonial estadounidense. En este contexto, la antropología mexicana se encontraba en dos vías; por una parte, el tema del indigenismo y sus implicaciones en el México contemporáneo del siglo XX, y, por el otro, temáticas emergentes, como el campesinado, la migración y la pobreza que, en esos momentos, se dibujaban en el México urbano, en la ciudad de México, Guadalajara y Monterrey.
El indigenismo encontró un debate profundo entre el nacionalismo mexicano y la educación desde inicios del siglo XX y hasta la década de los noventa, con el zapatismo. Intelectuales como José Vasconcelos (1925, 1935) mostraban la necesidad de establecer políticas nacionalistas para integrar a los pueblos indígenas de México al unísono de la mexicanidad. Otros, como Manuel Gamio (1916), Aguirre Beltrán (1957, 1967) y Alfonso caso (1958), impulsaron, en sus obras y desde la política pública, la necesidad de dirigir un cambio cultural de los pueblos indígenas en aras de establecer un proyecto nacionalista incluyente y de desarrollo. Recordemos que un tema central del indigenismo de estos pensadores fue “el problema indígena como freno del desarrollo”, por lo cual la mejor estrategia fue la integración del indio a proyectos civilizatorios a través de la educación y la castellanización. Podríamos argumentar que el indigenismo estatal mexicano del siglo XX formó parte de un proceso de colonialismo interno (o incluso de un neocolonialismo cultural) disfrazado en un discurso oficial de integración y progreso.
Este proceso doblega y oprime al indígena a través del despojo de su identidad, a través de políticas públicas como la educativa indígena. El objetivo es realizar un epistemicidio, al borrar las ontologías y cosmovisiones de los pueblos indígenas, sustituyéndolas por un discurso eurocéntrico desarrollista. Este proceso de colonialismo interno impone narrativas en torno a los indígenas que los ubica como una clase social subalterna: pobres, marginados, ignorantes y culturalmente atrasados. El papel de la antropología fue describir al “otro” inferiorizado en su condición de justificar su papel en la jerarquía racial-colonial que estructura la sociedad mexicana desde la llegada de los españoles. Lo interesante del tema, es que en pleno siglo XXI, estas formas aún siguen vigentes. Y que los sistemas de dominación se siguen reproduciendo al interior de las comunidades mediante modelos culturales de alineación como lo plantea Fanon. Es decir, el proceso de colonialismo tiene diversas maneras de imponerse, más allá de las imposiciones violentas. Sino de aquellas que vienen de las mismas comunidades.
Sin embargo, debemos destacar que, a diferencia de las comunidades africanas y afrodescendientes en América Latina, algunas comunidades indígenas lograron establecer movimientos sociales de resistencias que, en el caso de México, fueron propiciados (como una curiosidad) por algunas instituciones gubernamentales, al considerar la riqueza y raíz cultural de los pueblos indígenas. El caso más emblemático fue el primer congreso indigenista en Pátzcuaro Michoacán, en 1940, durante el régimen de Lázaro Cárdenas, y posteriormente, en 1975. Estas reuniones allanaron el camino hacia la organización de los pueblos indígenas.
La antropología mexicana recupera, a través de Guillermo Bonfil Batalla (México profundo, 1987), Pablo González Casanova (Colonialismo interno, 1965), Rodolfo Stavenhagen (Las clases sociales en las sociedades agrarias, 1969), Arturo Warman (y Venimos a contradecir, 1976), entre otros y otras más, las formas de lucha y resistencia que las comunidades indígenas han establecido como mecanismos para preservar la cultura y las formas identitarias. Si bien es cierto, no ha sido un proceso de descolonización como lo plantera Fanon (arrancar desde la raíz el colonialismo). Las comunidades indígenas luchan de manera permanente por mantener sus raíces a través de la lengua y otras manifestaciones culturales.
Colonialismo y neocolonialismo en el sistema educativo mexicano
Resulta interesante que la historia de la educación en México viene de la mano con la historia del indigenismo en México. Bertely Busquets (1998) recupera, en un ensayo, la historia de la educación indígena, donde menciona los proyectos nacionalistas del siglo XX y las políticas de integración de los pueblos indígenas, como mencionamos anteriormente.
En este contexto, debemos soslayar que la educación en el México posrevolucionario tenía la característica de ser rural, diverso cultural y con un problema de identidad nacional que no existía. Por ello, la necesidad imperante de unificar esos México, y qué mejor manera que la educación. Si bien es cierto, la educación nace como propósito de castellanizar y alfabetizar, nace como un proyecto político de integración estatal para establecer procesos homogéneos ideológicos.
Es así, que se imponen símbolos y una historia nacional sustentada en el devenir histórico de los pueblos indígenas antes de la llegada de los españoles. Se construye un discurso occidental “desarrollista” para erigir directrices económicas sustentadas en las actividades agrícolas y posteriormente industriales. La educación instaura las bases para esos modelos desarrollistas en una población eminentemente mestiza y que niega a los indígenas como los constructores del legado mesoamericano.
Los modelos económicos crean oportunidades para unos cuantos y marginan a la mayor parte de la población. De la década de los ochenta y noventa, se impulsan modelos económicos sustentados en el neoliberalismo que hacen invisibles a las comunidades campesinas e indígenas. A ello, le agregamos las recurrentes crisis económicas que se venían gestando por las malas decisiones presidenciales, el autoritarismo estatal y las férreas luchas por el poder político en manos de un solo partido.
La imposición del neoliberalismo como un modelo económico ideológico establece, de manera maquiavélica, que la fuerza del mercado es la solución a todos los problemas sociales que México vivía en ese momento. La educación sufre un viraje trascendental al establecer planes y programas que tenían como fin único la integración de las personas al sistema económico dominante, que, en esos momentos, se alineaba a agendas globalistas y de la economía mundial a través de los acuerdos comerciales de libre tránsito.
Como apunte, debemos indicar que en México han existido varias reformas educativas tomando como base el artículo tercero de la constitución, que establece la gratuidad de la educación básica en manos del Estado. Las más sobresalientes son: la reforma integral de educación básica (RIEB, 1992), Alianza para la Calidad Educativa (1997), la reforma integral de educación del 2013 y, recientemente, la reforma educativa del 2017, con ajustes para la de 2022, que da origen a la Nueva Escuela Mexicana.
Las consecuencias del modelo económico neoliberal en México y en diversas partes del mundo han originado crisis y tensiones en todas las dimensiones; económicas, sociales, ambientales y, en los últimos años, de despojo territorial. La educación en el contexto de las políticas neoliberales ha contribuido y en mucho a estas formas de dominación neocolonial que imponen los países capitalistas y, en particular, aquellos grupos empresariales a los que solo les interesa mantener su riqueza a costa de lo que fuera necesario hacer.
En el caso de México y de los países latinoamericanos, los sistemas educativos han contribuido a este sistema económico a través de programas educativos, desde la formación básica hasta los sistemas universitarios, mediante el modelo de competencias. Modelo que establece y prioriza las capacidades individuales de los estudiantes, limitando aspectos importantes, como valores humanos, comunitarios, solidarios entre otros. Lo que interesa es la capacidad productiva que desarrollan los individuos en un sistema económico rapaz sin importar las condiciones sociales, de salud y de bienestar que las personas aspiren tener.
La consecuencia de estos modelos neoliberales en el sistema laboral ha sido un proceso de deshumanización que se refleja en la desigualdad, precarización laboral y debilitamiento de los sistemas de protección social. Si bien es cierto que en los últimos años se ha generado crecimiento económico, este no refleja mejoras en las condiciones de calidad de vida para la mayor parte de los ciudadanos. En el caso del sistema mexicano, los modelos de educación van de la mano con las reformas laborales porque, finalmente, es el camino para afianzar al sistema dominante.
Lo expuesto hasta ahora demuestra que existen formas de dominación colonial que trascienden el ámbito de las diversidades culturales. En una sociedad compleja como la nuestra, lo cultural-étnico desempeña un papel determinante en las dinámicas de convivencia y relaciones sociales. En este contexto, el sistema educativo neoliberal actúa como un mecanismo de doble marginación: por un lado, reproduce la idea de que solo una minoría posee las capacidades necesarias para competir en un mercado laboral desigual; por otro, estigmatiza las expresiones culturales y sociales, fomentando la exclusión y la xenofobia. Estas dinámicas, a su vez, impactan directamente en los procesos de aprendizaje y, consecuentemente, en las estructuras laborales.
Schmelkes (2013), Maldonado (2010) y Hernández (2018) indican, en sus artículos, la desigualdad social que se genera en los espacios escolares en todos los niveles de educación hacia los pueblos indígenas. Desde la básica a la superior. Existe exclusión y marginación por las condiciones étnicas culturales, reflejándose en bajos índices de conclusión y deserción escolares en regiones mayoritariamente indígenas.
En el caso de las ciudades, se reproducen esas desigualdades al tener poca aceptación de personas originarias en las escuelas públicas. Familias que llegan a las ciudades derivado de la falta de oportunidades laborales y, en una proporción no cuantificable, indígenas que llegan de sus regiones por desplazamientos forzados por el crimen organizado. A esto, le agregamos la mirada de los docentes y padres de familia que, en el caso de las escuelas básicas, reproducen esquemas de violencia y marginación, derivados de una herencia estigmatizada hacia la cultura y los pueblos indígenas. En el caso de la educación superior, si bien es cierto se ha avanzado en el reconocimiento y el respeto a la diversidad, es en el campo laboral donde se reproducen esquemas de clasismo, xenofobia, exclusión y marginación.
Podemos decir, a grandes rasgos, que el sistema educativo sigue reproduciendo esquemas coloniales occidentales de herencia española hacia los pueblos indígenas y otras diversidades, como las comunidades afrodescendientes y, en los últimos años, migrantes de origen centroamericano y sudamericano. Centrado principalmente en clasismo y racismo por herencias culturales. Y, al mismo tiempo, la implementación de un neocolonialismo ideológico, que establece un discurso en el que los modelos sociales y económicos occidentales neoliberales son los mejores para alcanzar: crecimiento económico y, por ende, reducir las brechas de desigualdad, reducción de la pobreza, crecimiento del PIB, estabilidad económica, macroeconómica, que se refleja en el control de la inflación, mejores modelos de educación (con calidad y de excelencia), trabajos mejor remunerados y un Estado dedicado a crear políticas públicas para garantizar todos estos aspectos.
Sin embargo, la realidad es que, a través de la mercantilización de bienes y servicios, así como de la privatización de sectores estratégicos, se han llegado a establecer economías del despojo y extractivistas, precariedad laboral, cancelación de derechos sociales, el establecimiento de educación privada y, lo más lamentable, una comercialización de la naturaleza. Los sistemas gubernamentales han sido debilitados por injerencia de los países coloniales a través de ejercer presión por grupos y consorcios privados, imposición de agendas internacionales y préstamos por parte del Fondo Monetario Internacional y el Banco mundial. Todo ello mediante el control de los sistemas de comunicación y las redes sociales. Estamos hablando de un proceso neocolonial híbrido del siglo XVI y tecnológico digital del siglo XXI.
En todo este proceso, el pensamiento decolonial de Fanon hace sentido. Mucho antes de los pensadores y filósofos latinoamericanos y de otros “sures”, el pensamiento rebelde de Fanon advertía las formas y estrategias de perpetuidad del colonialismo europeo, replicado por países capitalistas. Consideramos que la retórica de estos pensadores debe permear en las estructuras ideológicas y sociales de los pueblos oprimidos.
Sacudirse del colonialismo desde la nueva escuela mexicana (NEM)
Sacudirse del colonialismo y de sus nuevas formas del siglo XXI debe hacerse desde las superestructuras, como lo planteaba Marx. En el caso de México, existe una posibilidad que se está gestando desde la educación, en eso que se llama “Nueva Escuela Mexicana”. Cabe preguntar, ¿por qué desde la nueva escuela mexicana se puede crear procesos de ruptura epistémica colonial y neocolonial?
La respuesta parcial es porque, desde la educación, se puede trabajar un modelo ideológico contracorriente a lo establecido en reformas educativas anteriores. Explicados párrafos anteriores. Considerando los aportes etnográficos y teóricos de la antropología mexicana de reivindicación indígena y de los aportes de Fanon y de otros pensadores, como Enrique Dusell, Catherine Wlash y Mignolo, por mencionar algunos, se pueden constituir nuevos derroteros que puedan cristalizar este proyecto educativo, que busca, en principios de cuenta, romper con los modelos epistémicos colonizadores y recuperar, desde la memoria, el territorio y la ancestralidad, principios filosóficos, éticos, pedagógicos y cosmogónicos de lo propio. Debemos establecer que este modelo no fuera posible de haber existido alternancia política hacía la izquierda “progresista” de la llamada “4 t” (cuarta transformación).
La NEM es una iniciativa educativa que busca transformar el sistema educativo en México a partir de posturas basadas en una educación inclusiva, equitativa y de calidad. Este proyecto nace con la intención de fijar un rumbo distinto al que se venía trabajando en planes y programas de 2011 y 2017, como se comentó en otro momento.
La NEM tiene varios pilares fundamentales: inclusión, el reconocimiento a la diversidad, por ende, a otros saberes, a la transdisciplina y al humanismo. En este sentido, empuja por una educación accesible, por garantizar que todos los estudiantes tengan las mismas oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Principalmente, apoya a las comunidades más vulnerables y a los grupos que históricamente han sido excluidos del sistema educativo.
A diferencia de los modelos educativos anteriores, la NEM pone en el centro a la comunidad. En el plan 2011, se puso al alumno al centro; en el plan 2017, fue la escuela; ahora, en 2022, es la comunidad. La NEM tiene ocho principios generales: identidad con México, honestidad, respeto de la dignidad humana, cultura de paz, responsabilidad ciudadana, participación en la transformación de la sociedad, interculturalidad y respeto por la naturaleza (NEM, 2022).
La NEM está estructurada de la siguiente manera:
Figura 1
Fuente: realización propia a partir de documento de la SEP (2023.p 8-12), “La Nueva Escuela Mexicana (NEM): orientaciones para padres y comunidad en general.”
La Nueva Escuela Mexicana tiene diversos fundamentos epistémicos y pedagógicos, de los cuales destacan dos: el concepto de interculturalidad y pensamiento crítico como piedras angulares del sistema.
La interculturalidad crítica (Walsh, 2010) se concibe como un proyecto político, social, epistémico y ético, además de una pedagogía decolonial que ofrece claves para una praxis transformadora. En este contexto, no se limita al reconocimiento de la diversidad ni a una simple comprensión del otro. Va más allá, exigiendo el reconocimiento del territorio y de la memoria colectiva, marcada por hechos históricos y violentos que dieron forma a las dinámicas sociales y culturales de las comunidades ancestrales y de aquellas que fueron violentadas, ya sea de forma directa o a través de otros mecanismos. Como dice la propia Walsh:
No partimos del problema de la diversidad o diferencia en sí, sino del problema estructural-colonial-racial. Es decir, de un reconocimiento de que la diferencia se construye dentro de una estructura y matriz colonial de poder racializado y jerarquizado, con los blancos y “blanqueados” en la cima y los pueblos indígenas y afrodescendientes en los peldaños inferiores. (2010, p. 78)
En efecto, la Nueva Escuela Mexicana propone reconocer la diversidad mediante la construcción social que surge tanto de las violencias impuestas por los sistemas dominantes coloniales y neocoloniales, así como de las resistencias, muchas veces silenciosas, que se articulan en los marcos cosmogónicos. Estas resistencias se manifiestan en la vida cotidiana a través de distintas esferas sociales, culturales, económicas y ambientales.
En la NEM, este pensamiento crítico es uno de sus pilares esenciales. Esta comprende dos enfoques principales: uno que lo concibe como una herramienta para que los individuos enfrenten y gestionen la complejidad de la vida cotidiana a través de decisiones informadas, y otro que lo orienta hacia el desarrollo de una conciencia histórica y cultural, vinculando el pasado y las acciones cotidianas de las personas como miembros de una comunidad. Este último enfoque fomenta la reflexión, la crítica y la transformación social. Mediante el diálogo, se crean las condiciones necesarias para construir una sociedad más justa, igualitaria y con mejores estándares de vida. En este sentido, es Paulo Freire (2005), entre otros autores, quien propone que el pensamiento crítico establece las bases para analizar los fenómenos sociales del contexto y en la formación del estudiante en el aula, permitiendo que el estudiante aprenda a tomar decisiones de manera objetiva y racional, así como la información y los argumentos presentados con el fin de formar juicios fundamentados. El desarrollo del pensamiento crítico implica aprender a cuestionar ideas o supuestos impuestos como verdades absolutas, reconocer falacias lógicas y distinguir entre hechos y opiniones. Es una habilidad esencial para tomar decisiones informadas y resolver problemas reales.
Sin embargo, la implementación de la NEM ha originado resistencias y tensiones de docentes por no comprender los marcos conceptuales en torno a la interculturalidad crítica y las posturas epistémicas del sur. Ha habido cuestionamientos en torno a los modelos pedagógicos que propone la NEM, un ejemplo de ello fue que, en el 2024, un grupo de padres de familia quemaron libros de texto gratuito bajo el argumento de que había temas que no “eran aptos para sus hijos”.
No obstante, el legado de Fanon para la NEM puede contribuir en gran medida a descolonizar los procesos ideológicos que, por décadas, ha establecido los modelos dominantes coloniales. Enumeramos una serie de postulados que puede ser una guía para los docentes y padres de familia:
Conclusiones
Los retos que tiene la NEM son enormes. Los actores educativos deben establecer formas y estrategias de comprensión de los pisos teóricos y metodológicos. En este sentido, el legado de Frantz Fanon a la Nueva Escuela Mexicana es acentuar bases de rupturas epistémicas en torno a la crítica de los sistemas opresores y trabajar en principios de inclusión, interculturalidad crítica y pensamiento histórico-social, que busquen transformar el sistema educativo y así, convertirse en un instrumento de liberación a través de la valorización cultural. Luchando por derribar jerarquías raciales y fortaleciendo la identidad de los pueblos campesinos e indígenas. Desde esta perspectiva, la NEM enfrenta el reto de no reproducir las lógicas del colonialismo interno que históricamente han marcado la relación del Estado con los pueblos indígenas y afrodescendientes en México. La pedagogía intercultural y la antropología crítica ofrecen herramientas para comprender cómo la escuela puede ser espacio de resistencia y reconstrucción identitaria. Finalmente, el pensamiento de Fanon invita a repensar, que la Nueva Escuela Mexicana puede ser más que un proyecto educativo, al pensarse como una propuesta de emancipación social ciudadana que transforme la realidad de un México del siglo XXI.
Quarentena X, collagraph. Marta Arangoa
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