DOI: https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2024-280219
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RESEÑA CRÍTICA
Reseña crítica
Diccionario de palabras y frases de lxs nativxs digitales, Pablo Aranda, Ciudad Gótica, Rosario, 78 páginas.
Yasiel García Rojas
Universidad Autónoma de Entre Ríos
yasielgr@gmail.com
ORCID 0009-0005-9393-6354
Un diccionario o el ejercicio de fidelidad en el rescate
“Dentro de las coordenadas establecidas por esta estructura temporal, yo aprehendo tanto la agenda diaria como la biografía total. El reloj y el calendario, en verdad, me aseguran que soy ‘un hombre de mi época’. Solo dentro de esta estructura temporal conserva para mí la vida cotidiana su acento de realidad”
Berger y Luckmann
¿Por qué un diccionario? ¿Por qué el interés por parte del autor en visibilizar y sistematizar transformaciones actuales respecto de las formas de cognoscibilidad de lo social? ¿Por qué su escucha se detiene en estas formas distintivas de significación y decide dedicarles tiempo y espacios de re/producción? ¿Por qué disponer en espacios de divulgación pública características ontológicas diferenciales de las identidades humanas?
¿Por qué un diccionario? ¿Por qué el interés por parte del autor en visibilizar y sistematizar transformaciones actuales respecto de las formas de cognoscibilidad de lo social? ¿Por qué su escucha se detiene en estas formas distintivas de significación y decide dedicarles tiempo y espacios de re/producción? ¿Por qué disponer en espacios de divulgación pública características ontológicas diferenciales de las identidades humanas?
La posibilidad de problematizar cambios en las formas de representación y actuación de lo social implica que quien decide escuchar se ubique de forma horizontal en una estructura de poder respecto de quienes son escuchados. Esto es, quien escucha reconoce el principio de igualdad esencial de las identidades humanas; comprende que en la escucha participan dos o más personas con iguales capacidades esenciales de conocer y conocerse y, sobre la base de esa declaración, se comunican y profundizan sus formas de conocimiento en función de que emerjan lo que sí puede ser distintivo ―y no por distintivo jerárquico― entre ellos: los componentes de sus identidades existenciales.
En el Diccionario de palabras y frases de lxs nativxs digitales de Pablo Aranda subyace el reconocimiento político de la posición social en la que se ubica el autor respecto de los espacios que habita y las personas con las que comparte. Las interacciones con los otros dentro de la escucha y la escritura como formas participativas de conocimientos son una expresión concreta de la ubicación que se otorga en la estructura social quien escucha y escribe. Hay dos cuestiones centrales en este Diccionario que me permiten aseverar lo anterior. En primer lugar, el contenido concreto del texto, los dibujos y las alusiones de estos, tanto de las carátulas como de los interiores y los contenidos sugeridos en cada una de las palabras y frases, suponen interacciones sociales propias de generaciones que no incluyen los procesos más primarios y secundarios de sociabilidad del propio autor. Con ello, puede inferirse que, a pesar de que hayan existido profundos intentos de reconfiguración subjetiva para movilizar su interés por estas significaciones ajenas a su generación, la elección de un diccionario propone la fidelidad absoluta a los procesos de significación de quienes son escuchados. Incluso, cuando el autor abre hilo, dice: “entregado al Monstruo Escucha copio, copio, copio; después, pregunto, consulto, busco, despejo dudas o me las impongo”. En sus propias palabras, Aranda sustantiviza ―y magnifica― a todo el ejercicio de fidelidad en el rescate auténtico de los componentes de la identidad existencial de los sujetos. Ello, en gran medida, es un reconocimiento individual a las distancias de la identidad existencial de quien escribe respecto de los involucrados en el proceso de escucha.
La segunda cuestión, entiendo, es la responsabilidad del autor con dedicar sus esfuerzos profesionales a la disposición pública de un material lingüístico y cultural que no vamos a encontrar dentro de las formas instituidas de construcción de lo social ―íntimas y públicas―. El lenguaje en tanto construcción de instituciones y vida cotidiana forma parte primaria de las disputas por la legitimidad de la representación de la vida social al nivel de la significación. La posición política en la que se ubica Aranda y su obra es advertida desde el epígrafe del texto, hasta el carácter inconcluso de aquel con el QR. Asimismo, este último, no es sólo una forma de mantener abierta la obra, sino, por excelencia, una muestra del carácter participativo al que nos invita Aranda en toda su producción.
¿Qué nos moviliza cada una de las palabras y frases del Diccionario? ¿Qué interpelaciones produce en quienes no somos nativxs digitales y habitamos la era digital? La dinámica acelerada de los procesos transformativos actuales es una de las premisas que recorre a esta obra. Su carácter inconcluso, además de destinado a la participación, reconoce en esta última la reelaboración permanente del Diccionario. A diferencia de lo que alguna vez pude entender por diccionario, el valor desfijado de este es, también, una lectura comprometida con el carácter mutable del conjunto de representaciones de sí mismos de los sujetos y sus situaciones biográficas. Es, en este sentido, un símbolo de corporalización de las temporalidades, una muestra de que ni la vida de los individuos ni la historia del tiempo que habitamos pueden comprenderse sin comprender ambas. Pero, sobre todo, que esa relación de comprensión debe estar enmarcada en la intencionalidad de la ampliación, no categorizar y cerrar, sino contener y abrir.
La era digital instaló espacios y sociabilidades virtuales que, como todas las interacciones, va des/habilitando prácticas y contenidos vinculados a ellas. Resistir estos cambios se inscribe en el escenario de juicios de valores dotados de nostalgia generacional. Sin embargo, este Diccionario es una apuesta literaria a que todos, especialmente lxs nativxs digitales, encuentren interés en la literatura y puedan reencontrarse con y en sus palabras; que puedan hacerlo y que no se vean limitados por afirmaciones que distribuyan jerárquicamente unas representaciones sociales en detrimento de otras. Asimismo, algunas de estas prácticas dentro de las sociabilidades digitales son significativamente descriptas, en términos de forma, por el autor en el Diccionario. Ello, considero, es una estrategia muy interesante que puede favorecer el interés en esta muestra literaria por quienes conviven habitualmente en espacios virtuales.
Cuando recorremos el Diccionario es plausible identificar dos elementos muy asociados a las dinámicas de las redes virtuales ―me resisto a llamarlas redes sociales―; dos elementos que pueden contribuir a renovaciones en la literatura no virtual para fomentar el interés de estos nativxs digitales. Un primer elemento está asociado a lo abreviado de las nominaciones, a la concreción en las formas de significar prácticas y la consecuente abreviación de contenidos y argumentos. Ahí, radica un atractivo del Diccionario para esta audiencia. Las redes virtuales están signadas, en gran medida, por una preferencia a la hipervisualización gráfica. Sin embargo, cuando se trata de escritura y no de comunicación gráfica, los propios dispositivos limitan la amplitud y, por tanto, inducen a la abreviación. Tanto Twitter, Instagram, etc., permiten un número reducido de caracteres cuando se trata de escritura y, cuando no está el límite propuesto por la red en cuestión, aparece el imperativo informal de la audiencia a abreviar, si es que se quiere que su contenido sea leído. Tal inmediatez en un rasgo demandado también en WhatsApp, incluyendo los tiempos de audios de voz cuando se trata de estos. En definitiva, hay una demanda comunicacional por la abreviación, la brevedad y la inmediatez y, en consecuencia, poca permeabilidad a la amplitud argumental.
Con lo cual este Diccionario, aparte de representar estas lógicas de interacción, las retoma y las convierte en un importante atractivo para lxs nativxs digitales. Además, a quienes no podemos nombrarnos de esta manera, cronológicamente hablando, es una importante referencia para reconocernos en parte de las dinámicas que vivimos y pensar las distancias o acercamientos con que nuestras intersubjetividades interactúan con los otros.
El segundo aspecto es la ejemplificación de la dialéctica entre lo local y lo global que proponen las redes virtuales en tanto dispositivos globalizados de vínculos personales. Gran parte de la plataforma gramatical en esta propuesta contiene préstamos lingüísticos del inglés, del portugués y hasta marcas asociadas a la escritura de origen ruso. Si bien podemos aludir a las incidencias de lo global sobre lo local en las palabras y frases, lo sugerente acá es la creatividad y originalidad de la materia prima local para estas elaboraciones. El impacto de la figura de Lionel Messi, la referencia a los artistas y géneros musicales argentinos, la circulación de memes y la apropiación de sus significantes y una variedad importante de humor local, todos ellos configuran un marco de referencias culturales propias que constituyen al lenguaje “interno” en estas elaboraciones dentro de un espacio virtual global. Esas muestras de argentinidad y santafesinidad impregnan localía en esos espacios virtuales y hacen presente, también, al humor en la lectura del texto. Esas sensaciones de asombro frente al impacto creativo de las elaboraciones lingüísticas y dotadas de intencionalidades humorísticas nos permiten momentos de muchas risas durante toda la lectura.
Frente a un mundo globalizado, el Diccionario de palabras y frases de lxs nativxs digitales de Pablo Aranda puede entenderse como una consecuencia más del posicionamiento político referido al inicio de esta reseña. Esta enorme tarea de copiar, copiar, preguntar, buscar e imponerse dudas es un obsequio a las curiosidades genuinas de las comunidades lectoras y un enorme gesto de responsabilidad y empatía con el contexto y las personas que participaron de esta producción. La presentación y disposición de las representaciones de lo local contenidas en este Diccionario es un ejemplo ―postulo― de prácticas alternativas contra la visión naturalista del conocimiento, que pretende la reducción de la realidad a lo que “existe” y las omisiones culturalistas que la sustentan. En este sentido, es una disputa sobre las posibilidades ontológicas y de acción humanas, una reconstrucción de los proyectos locales de vida y el conjunto diverso de teorías y metateorías con que los involucrados se resuelven en sus vidas cotidianas.