DOI: https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2022-260121
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional
RESEÑAS CRÍTICAS
El arte de dar clase (según un lingüista). Daniel Cassany, Anagrama, Barcelona, 2021, 192 páginas.
Todo maestro es maestro de lengua.
Daniel Cassany
En el texto titulado El arte de dar clase (según un lingüista) (2021)del autor español, pedagogo, filólogo, lingüista, escritor y doctor en enseñanza de lenguas y literatura Daniel Cassany, se perciben elementos primordiales de las atmósferas educativas: virtualidad en la academia, el aula como espacio de complejidad híbrida, física y virtual, estrategias docentes en procesos de planificación, aplicabilidad de la taxonomía de Bloom, función comunicativa en la pedagogía, relevancia del lenguaje en el acto pedagógico, gestión psicoemocional (estrés), influencia de la tecnología (plataformas en línea) en la educación y el rol activo del educando en el momento actual, entre otros.
De manera semejante, se trazabiliza un propósito científico asentado en una perspectiva lúdico-didáctica y digital, donde se plantea un manual orientador e indispensable para planificar y desarrollar clases en el aula. El autor aborda estos tópicos desde un marco analítico, sociolingüístico e intercultural teñido con aspectos pragmáticos y utilitaristas para intuir cuestiones tales como: ¿cuál es la mejor estrategia para planificar una buena clase?, ¿cómo atraer y mantener la atención de los y las estudiantes?, ¿cómo el/la docente puede afrontar el estrés y la ansiedad?, ¿cómo construir un clima de aprendizaje?, ¿cómo gestionar de modo correcto las tecnologías educativas?, ¿cómo gestionar y aprovechar el tiempo planificado?, ¿cómo hacerse comprender?, ¿cómo fomentar la creatividad literaria del educando? y ¿de qué mecanismos dispone el/la maestro/a para detectar y controlar factibles escenarios conflictivos en el aula?
Las anteriores inquietudes diseñadas por el autor español, por un lado, con multívocos ángulos educacionales, y por otro, desde heterogéneas categorías literarias, favorecen la intencionalidad didáctica de esta fascinante obra, la cual busca ofrecer una adecuada herramienta orientadora para la prácticadocente. Un manual compuesto de pistas, alternativas, estrategias, vivencias y claves que concentra exuberantes iconografías con investigación sintética y práctica.
En un manuscrito (192 páginas), publicado por primera vez en nuestro idioma por la editorial española Anagrama (2021), se establece una propuesta literaria y pedagógica. Cassany forma, en el texto que se reseña, una estructura conformada por una sintética presentación escrita por el autor, nueve secciones y una biografía con autores como Barnett, Kagan, Marland, Sunyol, entre otros.
En la presentación del libro, se subraya una frase pedagógica asertiva, a saber: “el aprendiz trabaja con el contenido; el docente trabaja con el aprendiz”(Cassany, 2021, p. 1). Esto significa que, el docente y aprendiz deben transformar su rol en la nueva educación del siglo XXI (aprendizaje disruptivo). Pero, el aula como un espacio problematizador en el que acontecen diversidad de situaciones no siempre se puede observar de manera constante y controlar. De modo que el propósito del libro es llenar ese vacío. En consecuencia, se instala la esencia del corpus intencional del escrito “soy lingüista y este libro ofrece mi visión de la clase: es una visión científica, basada en hechos empíricos, en la investigación actual, que enfatiza la lengua” (p. 1).
El texto inicia planteando, en la primera y segunda sección, las expectativas angustiosas que el autor afrontó por primera vez al sumergirse en el aula. La planificación es el instrumento para combatir la desconfianza y el miedo, pero debe tener un sustento articulado con la gestión psicoemocional y esquemática del currículo (diario de campo). La clase actual es un lugar que ha sido afectado por la tecnología, puesto que cualquier centro institucional dispone hoy de un entorno virtual de aprendizaje (EVA) o, de manera coloquial, de una plataforma en línea (Moodle, Zoom, Blackboard, Meet, Collaborate, entre otras) y “cada aprendiz ha desarrollado su entorno personal de aprendizaje (EPA)” (p. 8). Por ende, es esencial la gestión de las tecnologías, necesidades (socioconstructivismo enfatizado en conocimientos previos y estilos de aprendizaje) y emociones (motivación y autorregulación) como catalizadores del proceso educativo.
En la tercera y cuarta sección, el filólogo aborda el aprendizaje cooperativo como la mejor propuesta para fomentar una transformación social, que favorece el desarrollo de habilidades en entornos socioculturales por medio de la observación, influencia e imitación del comportamiento (modelado), resultado de la interacción con otros. El proceso de formación colaborativo que surgió en Estados Unidos es una respuesta al individualismo y educación cimentada en la memoria mediante el aula, trabajo en equipo y tarea cooperativa, la cual es diversa y eficaz para el desarrollo de habilidades.
En la quinta y sexta sección, el lingüista hace referencia al comportamiento no verbal (mirada, tacto, voces y gestos), incluyendo la gestión del tiempo y el espacio. En los aspectos temporales, se recomiendan las fases de: inicio (indicación), seguimiento (observación en silencio del desarrollo de actividades), aviso (lanzar un aviso antes de terminar) y cierre. El objetivo de gestionar el tiempo es fortalecer el aprendizaje. Por tal circunstancia, el/la docente está obligado/a a evaluar el tiempo y aprovecharlo. En lo referente al espacio, el/la maestro/a debe organizar el salón en función de las necesidades del estudiantado, sin intimidarlo o distraerlo. De esta manera, el autor reconoce que la pandemia de COVID-19 y sus consecuencias han activado el proceso de digitalización e hibridación de las clases. Esta emergencia ha servido para popularizar la dicotomía entre sincronía y asincronía de los estudios de comunicación mediada por ordenador y revisar algunos objetivos ancestrales de la educación tradicional. Por añadidura, la digitalización amplía el proceso educativo para trascender a un aprendizaje analógico. Este espacio de pensamiento esboza que los nuevos contextos comunicativos necesitan adaptar los objetivos de aprendizaje para preparar a los y las aprendices para el futuro (y el presente).
En la séptima, octava y novena sección, el escritor catalán hace referencia a la relevancia de la enseñanza de la comprensión hablada o escrita, enfatizando en las claves sobre la enseñanza de la producción oral (hablar para aprender) y escrita (escribir para aprender). En este entorno textual, el autor sugiere el fomento de las competencias orales y escritas desde la estructuración interactiva, técnicas comunicativas, recursos didácticos (puestas en común, escritura epistémica, exposiciones monologadas, entre otras) y digitales como: laboratorios de escritura y programas de enseñanza (Sanako, Roycan) y redacción (revisores estilísticos, resumidores automáticos, análisis semántico recóndito). En español, hay distintos recursos de revisión estilística (Stilector) y el primer redactor asistido (arText).
De ahí que, el texto plantea una atrayente propuesta enfatizada en siguientes principios:
· El centro del proceso educativo es el o la estudiante.
· La escuela debe generar situaciones que propendan a instaurar condiciones de aprendizaje significativo.
· El lenguaje, tutoría y motivación son mediadores del acto pedagógico.
· El conocimiento no es exclusivo del aula, sino que trasciende en la interacción dialógica social.
· El aprendizaje colaborativo es elemental en el aula, a razón de que la colectividad estructural permite a los miembros aprender con eficacia, autorregulación y responsabilidad.
· Ser docente es ser aprendiz.
· Dar clases, hoy, exige un proceso digital de planificación rigurosa (establecimientos de EVA).
· En una buena clase, el/la docente habla poco.
· El/la docente debe observar las necesidades del estudiantado y estilos de aprendizaje (identificar las conductas extrañas y anticipar las dificultades).
· Es menester educar para la realidad.
· La meta instrucción es útil con grupos grandes y alumnos/as sin experiencia o traviesos/as. En cambio, son innecesarias con personas adultas o jóvenes responsables.
· El/la docente debe hacer buen uso del espacio y tiempo.
Los aportes de esta perspectiva de pensamiento enfatizan en la reflexión práctica de la gestión académica en el aula. De hecho, intuye una necesidad de adaptarnos a la complejidad del medio adyacente con la enseñanza y aprendizaje de la lengua. La formación lingüística es clave para asimilar conocimientos y habilidades necesarias para la vida y el mundo laboral. El lenguaje es un instrumento trascendente para la construcción holística del sujeto, puesto que permite atizar la pregunta problematizadora; así, el aprendizaje es significativo y acorde con la cultura.
La lectura de Cassany brinda un acercamiento al lenguaje y digitalización como un rasgo de la dimensión humana, tanto del ejercicio del intelecto como en la interacción social. El lenguaje interviene en el aula con las prácticas pedagógicas. La tecnología es una alternativa para transformar el ecosistema digital educativo. Es por esta razón que es imperativo acrecentar y convertir la calidad educativa desde la promoción de conectividad y digitalización del aula para que los y las estudiantes estén acordes con las exigencias del siglo XXI. La tecnología brinda eficiencia y productividad en el aula, así como motivación. En la actualidad, la tecnología se ha vuelto más omnipresente en la forma de dar clase.
La educación, de acuerdo con el libro, es un proceso comunicativo (lingüístico) y dialógico donde el o la docente posee un relevante papel de comprender los contextos de enseñanza para el aprendizaje. Impartir clase no representa trasmitir conocimientos o lecciones magistrales, sino planificar actividades para que los y las estudiantes utilicen la lengua. Esto simboliza un aprendizaje situado, digital y mediado, gestionado en el dinamismo pedagógico e interactivo entre docente-educando. Por consiguiente, el/la docente es facilitador/a de significados. En efecto, el discurso pedagógico subyace en la decodificación de los actos del habla, en otra narrativa, reconocer los medios de interacción entre el sujeto y objeto. Así, leer no es adherir léxicos, morfología y semántica para dar resonancia fonética, sino, en la esfera educativa, requiere trascender a lo significativo (comprensión, construcción de significados y criticidad).
Tras la lectura del texto, se presenta una forma radical de resignificar la función social de la educación, la cual requiere educar sujetos dinámicos para afrontar momentos de incertidumbre, proselitismo, demagogia, uso inadecuado de la tecnología, falacias del lenguaje, noticias y publicidades falsas. La criticidad es un factor circundante en el proceso pedagógico que necesita desarrollarse en estrategias didácticas acentuadas por la lectura crítica y creativa. En efecto, la construcción del pensar crítico se conjuga con el manejo de profundidad temática, esto es, no basta con estructurar el hecho metalingüístico del discurso, sino que el/la lector/a precisa adentrarse al mundo de las letras, verificando, en cada instante, lo acertado de la información.
Al profundizar en la lectura, se evidencia una exquisita pragmática educativa, engranada a una realidad complejizada por los devenires del destino. Las transformaciones notables de la educación, producto de la mudanza social (pandemia COVID-19), han llevado a reflexionar los entornos virtuales de aprendizaje como medios esenciales del acto educativo. La pandemia estableció, en la educación, un antes y después para transformar el proceso educativo. Un cambio considerable es la sincronicidad, esa sensación humana que no se puede perder a pesar de la pantalla y distancia. La sincronía (presencialidad digital), la asincronía (educación a distancia) y modelos hídricos juegan un papel valioso de posibilidades de aprendizaje.
El libro presenta una agudeza textual y contextual que explota en extrema contemporaneidad inmersa en posibilidades recursivas. Cassany abre a un mundo de flexibilidad intelectual que lleva al campo teórico, pero, a su vez, al terreno aplicable (digitalización del aprendizaje). La forma estructural del texto transporta a una nueva didáctica (cambio de paradigma) desde los entornos virtuales que construyen aprendizaje.
Es fascinante leer a Cassany que, siendo lingüista, se traslada a otros campos como el educativo. La experiencia docente y científica del autor se moviliza en cada uno de los párrafos, avivando una particularidad sociopedagógica y adaptable al contexto actual. Concurren sugerencias asertivas para docentes jóvenes que van a emprender la agraciada función docente, o aquellos/as con experiencia adquirida. El libro se presenta ante la comunidad académica no con mágicas recetas utópicas, sino que se sitúan recomendaciones empíricas que contribuyen a la formación constante del profesorado. No obstante, establecen preguntas para el sistema educativo actual: ¿cómo adecuar una estrategia psicopedagógica y curricular desde el aprendizaje colaborativo?, ¿cuáles son los límites de la digitalización del aprendizaje?, ¿qué otras estrategias se pueden construir para desarrollar iniciativas de educación a distancia?, ¿cuál es el rol que debe tener el ministerio educativo para generar espacios de aprendizaje digital?, ¿cómo desprenderse de tanta resistencia (aprendizaje tradicional en el aula) para vincular lo digital con lo presencial?, ¿cómo desarrollar adecuadas fundamentaciones digitales en el/la docente? y ¿cómo consolidar la priorización de la gestión escolar en el aprendizaje estudiantil?
Pablo Emilio Cruz Picón
Universidad Industrial de Santander, Colombia
pcruz553@unab.edu.co
ORCID: 0000-0003-2548-4657
Lady Jazmmin Hernández Correa
Universidad Industrial de Santander, Colombia
ladyj.hernandezc@ecci.edu.co
ORCID: 0000-0002-5399-3849