DOI: http://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2017-210201
EDITORIAL
Maria Graciela Di Franco
Circula desde marzo de este año un borrador del Plan educativo Maestr@ con expectativa de convertirse en ley. El gobierno nacional busca garantizar la igualdad de oportunidades de aprendizaje y apoyar las políticas de calidad, reafirmando el rol estratégico del derecho a la educación; esto implica cumplir 53 metas que son definidas en el mismo documento.
“La luz mala”, técnica mixta. María José Pérez
Se definen dimensiones y líneas de acción:
la escolaridad obligatoria (cobertura universal
desde 3 años; escuela secundaria; a niños y jóvenes
con discapacidad y a comunidades indígenas);
la innovación y calidad educativa (buscando
mejorar los resultados de aprendizaje,
aumentar el tiempo de enseñanza, promover
la innovación y generar sistemas de evaluación
integrales y confiables); la Formación y Carrera
Docente (formación inicial y continua, carrera
docente y condiciones salariales); infraestructura
y tecnología; Educación Superior, educación
y trabajo; seguimiento y financiamiento
del Plan. Retoma la legislación educativa desde
1991y se ampara en el propio Plan Estratégico
Nacional 2016-2021 “Argentina enseña y
aprende”.
El documento da cuenta de una relación
entre sociedad, escolarización, educación centrada
en una perspectiva liberal donde se menciona
pobreza, familias más desfavorecidas,
abandono, repitencia, desigualdades dando
cuenta de una fuerte racionalidad técnica, la
cual considera a la sociedad como una trama
externa a la escuela, y al currículum como un
contexto de análisis de esas necesidades con
el fin de adecuar sus programas para alcanzar
los objetivos de la sociedad “externa” (Grundy,
1998). No afrontan, ni asumen, ni mencionan,
la estructura social de injusticia y sufrimiento
que estas mismas concepciones y políticas
producen. Al desconocerse esta mirada política
cambiar los contenidos, ampliar la carga
horaria escolar y las planificaciones docentes
será lo necesario a modificar para lograr calidad
en la enseñanza. La igualdad de oportunidades
en la que se enmarca es igualdad meritocrática
de oportunidades. Son oportunidades
ofrecidas universalmente, y dependerá de cada
individuo que la tome o no, desconociendo las
inequidades sociales, culturales, económicas,
históricas, que reducen las posibilidades individuales.
Será más bien la igualdad de posiciones
(Dubet, 2011) la que busque que las distintas
posiciones estén más próximas una de
otras en la estructura social y puedan reducirse
las injusticias.
Se explicitan diagnósticos “naturalizados” sin documentar ni fundamentar que invisibilizan
relaciones de poder y reducen las posibilidades
de cuestionar que las estructuras sociales
no son ni racionales, ni justas y que el rol
de Estado debe encaminarse a que dejemos de
pensarlas como naturales.
Desde esta racionalidad técnica, el estado
anuncia sus roles de planificador y evaluador.
Guarda para sí el rol del control pero no garantiza
ni financia, y señala la necesidad de convocar
a empresas y sindicatos para terminar
la escuela secundaria y “atender la demanda
no satisfecha de la sociedad”. Después de esta
mirada instrumental, de un estado que se desliga
de la implementación y el financiamiento como políticas públicas irrenunciables, enuncia
que “la clave de la educación inclusiva está en los docentes” (p. 10)
En coherencia con esa distancia, el documento
justifica mejorar los resultados de
aprendizaje como una “necesidad urgente”: resultados
que se piensan aislados de las condiciones
socioculturales, materiales, vitales, validados
en un discurso privatizador. Se listan
saberes prioritarios, relevantes, emergentes
(energías renovables, nuevas tecnologías, espíritu
emprendedor) o pendientes (enseñanza de
lengua extranjera), vinculados a un discurso
de construcción de ciudadanía en contradicción
con las prácticas llevadas adelante a diario
por esta economía neoliberal.
Para garantizar la perspectiva hegemónica
se propone aumentar el tiempo de enseñanza
(en días de clase, en extensión de la jornada
escolar para primaria y secundaria y las horas
de clase efectivas); y promover la innovación
pedagógica. Un sistema nacional de evaluación
de resultados, prácticas, instituciones y
programas cierra el circuito evaluador del estado.
Se crea el Instituto Nacional de Evaluación.
Nada se evalúa de quiénes formulan estas
políticas. Sí el desempeño profesional docente
que ingresa y sostiene en el sistema por carrera
docente. Será la jurisdicción la que, “según
sus posibilidades y realidad económica será la responsable de negociar salarios docentes”.
La “clave de la educación está en los docentes” de cuyo salario el gobierno nacional no se responsabiliza.
Otros argumentos visibles de esta racionalidad
se encuentran en las dimensiones que
ocupan en este discurso la infraestructura y la
tecnología. Ambas necesarias para la formación
enmarcada en la relación educación y trabajo
donde la matriz productiva prácticamente
define el sentido de la escuela secundaria.
En el capítulo de Educación Superior se
reedita la privatización, la fragmentación encubierta
en autonomías institucionales, la movilidad
de estudiantes y docentes y la internalización
del nivel, la educación técnico profesional
y la articulación del sistema científico con el
sistema universitario. El diagnóstico queda en
manos de los CPRES, con un enfoque de planificación
descentralizada y regional, con alto
nivel de autorregulación del sistema.
La organización federal y el esquema descentralizado
del sistema educativo, que constituye
el sentido de este documento, justifica un
financiamiento diferenciado entre gobierno
nacional (infraestructura, tecnología, formación
docente y educación superior universitaria)
y los provinciales (incremento de la planta
docente para asegurar la universalidad de todos
los niveles y la extensión de las jornadas
en primaria y secundaria). El gobierno nacional
se guarda la responsabilidad de controlar,
dejando a las jurisdicciones en desiguales condiciones
de implementación. Así, la educación
como derecho depende de las administraciones
provinciales.
Las 53 metas a cumplir hasta el 2016 (algunas
contradictorias, ambiguas, indefinidas
y sin ningún plan de acción que las concrete)
marcan un periodo que supera la extensión de
este gobierno, por si debiera dar cuentas por lo
actuado. El derecho a la educación se traduce
en inversión educativa, gasto público, federalización
de la educación, avance en procesos de
mercantilización, financiamiento empresarial
de la formación profesional, ofensiva neoliberal
sobre la universidad pública, flexibilización
del trabajo docente, políticas que profundizarán
la fragmentación del sistema educativo
creando aún más desigualdad.
Para seguir pensando aspectos centrales de
la educación desde la investigación educativa
crítica, en este número nos acompañan: Juana
Irene Castro Rubilar (Universidad del Bío-Bío.
Chile); Silvia Branda y Natalia Muñoz (Universidad
de Mar del Plata, Argentina); Patricia
Belén Demuth Mercado y Erika Yamila Sánchez
(Universidad Nacional del Noroeste, Argentina);
Cinthia Wanschelbaum (CONICETUniversidad
de Buenos Aires, Argentina);
María Belén Fernández Massara (UNICEN,
Argentina) y Thiago de Souza dos REIS (Universidad
Veiga de Almeida, Brasil)
Bibliografía
1. Proyecto de Ley Plan Maestr@ file:///C:/Documents%20 and%20Settings/chachi.JJ/Mis%20documentos/ Downloads/ProyectodeLeyPlanMaestro%20(5).pdf.
2. Dubet, F. (2011). Repensar la justicia social. Contra el mito de la igualdad de oportunidades. Buenos Aires, Siglo XXI Editores.
3. Grundy, S. (1998). Producto o praxis del curriculum. Madrid : Morata.
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