DOI: http://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2016-200101 EDITORIAL
Escuelas democráticas, justicia social y alteridad
Maria Graciela Di Franco
La alteridad es el eje que reúne a los artículos de este volumen. Alteridad que permite pensarnos en el vínculo con las/os otros/as como horizonte de construcción de sentido en una sociedad democrática en la formación de ciudadanas/os. Una sociedad democrática sostiene como justicia curricular al trabajo escolar para reducir la exclusión social. En este sentido, las escuelas democráticas (Apple, Beane 2000), como la democracia misma, no se producen por causalidad. Se derivan de intentos explícitos de las/os educadoras/es de poner en vigor las disposiciones y oportunidades que darán vida a la democracia. Estas disposiciones y oportunidades implican dos líneas de trabajo, una es crear estructuras y procesos democráticos mediante los cuales se configure la vida en la escuela. La otra es crear un currículum democrático que aporte experiencias democráticas a las/os jóvenes.
Crear estructuras democráticas implica,
sostener estructuras que están marcadas por
la participación en el gobierno y elaboración
de políticas, tomando decisiones centradas en
valores democráticos, donde las personas implicadas
se ven a si mismas como participantes
en comunidades de aprendizaje. Aquí los educadores
comprometidos analizan las fuentes
de desigualdad en la vida social y trabajan para
cambiar las condiciones que las crean. Llevar
adelante un curriculum democrático implica
asumir que el conocimiento no es verdad
objetiva por lo que es fundamental educarnos
como intérpretes críticos, fabricantes de significados
(Apple, 200, 2014)
Se habla de la exclusión social como un fenómeno que se caracteriza por la presencia de grupos de personas que no poseen los medios o recursos parar sostenerse por si mismos, caen fuera del sistema y pasan a vivir en esta situación. La exclusión es sinónimo de la marginación ya que ambas suponen que las personas o sectores que sufren esta situación son dejados de lado por el resto de la sociedad.
Hemos partido de entender que una sociedad democrática sostiene políticas sociales que favorecen la inclusión de sujetos para el ejercicio ciudadano de sus derechos, por ejemplo la escolarización. Debemos revisar la relación entre el conocimiento y su distribución lo que implica replantear el rol del profesor desde una formación crítica que pueda trabajar a favor de la defensa de los tres principios de la justicia curricular: los intereses de los menos favorecidos, la participación y la escolarización común y la producción histórica de la igualdad. (Connell, 1997) Atender a los menos favorecidos, los desoídos, los más vulnerables, los excluidos, esos otros en cuyos rostros nos miramos en una cultura compartida, distribuída exige preguntarnos que concepciones sobre la alteridad fundamentan nuestras acciones. Alli es donde Dubet profundiza su análisis y propone repensar la justicia social desde la conquista de los derechos. analizando dos perspectivas deseables en la justicia social: la igualdad de posiciones y la igualdad de oportunidades. La igualdad de las posiciones busca hacer que las distintas posiciones estén, en la estructura social, más próximas las unas de las otras, a costa de que entonces la movilidad social de los individuos no sea ya una prioridad. Por ello “se trata menos de prometer a los hijos de los obreros que tendrán las mismas oportunidades de ser ejecutivos que los propios hijos de los ejecutivos, que de reducir la brecha de las condiciones de vida y de trabajo entre obreros y ejecutivos” (Dubet, 2011:11) Busca reducir las maldades de los ingresos, de las condiciones de vida, del acceso a los servicios, que se ven asociadas a las diferentes posiciones sociales que ocupan los individuos, muy diferentes en términos de sus calificaciones, de su edad, de su talento, etc.
El autor se inclina por la igualdad de las
posiciones y la justifica por dos motivos. El
primero se debe al hecho de que la igualdad de
posiciones afianza la estructura social, hecho
que es bueno para los individuos y para su autonomía;
acrecienta la confianza y la cohesión
social en la medida en que los actores no se
comprometan en una competencia continua
por triunfar socialmente o exponer su estatus
como víctima para beneficiarse de derechos
específicos; crea un sistema de derechos y de
obligaciones que conducen a subrayar lo que
los integrantes de una sociedad tienen en común
y, en ese sentido, refuerza la solidaridad.
En otras palabras, la mayor igualdad posible es
buena en sí porque refuerza la autonomía de
los individuos. El trabajo escolar contra la exclusión obliga a incorporar al trabajo escolar cuestiones como la vida cotidiana de las personas de comunidades marginadas y silenciadas; reflexionar sobre las realidades diarias, por lo general infravaloradas, penalizadas, y con la sensación de estar aconteciendo al margen de la historia, exige tomar en serio los puntos fuertes, experiencias, estrategias y valores de los miembros de los grupos oprimidos: Implica también estimularlos a analizar y comprender las estructuras sociales que les oprimen para aprender a elaborar estrategias y líneas de actuación con probabilidades de éxito; de resistencia, sin decirle qué hacer sino colaborar en transformar sus realidades de marginación. La alteridad es el eje en este número porque es la hebra que anuda la palabra de las y los autores de este volumen y además porque desde allí queremos posicionarnos para exigir la formación y protección de los derechos que hoy están en riesgo. En este volumen nos invitan a reflexionar
sobre la alteridad: Abraham MAGENDZO
KOLSTREIN y Jorge PAVEZ BRAVO desde
la formación en derechos humanos; Carina
V. KAPLAN y Verónica S. SILVA analiza las
relaciones entre escuela y violencias desde la
perspectiva de los jóvenes estudiantes haciendo
foco en la dimensión simbólico-subjetiva
de lo social. en particular, interpretando los
procesos de estigmatización e inferiorización
que mediatizan los vínculos en la cotidianeidad
escolar.
Bibliografía 1. APPLE, M. Y BEANE, J. 2000. Escuelas democráticas. Madrid: Ediciones Morata. 2. APPLE, M. Creando educación democrática en tiempos neoliberales y neoconservadores en Revista Praxis Educativa, Vol, 17, Nº 17 1 y 2: 27-36. Edulpam. 3. CONNELL, R. 1997. Escuelas y justicia social. Madrid: Morata. 4. DUBET. F. (2011). Repensar la justicia social. Contra el mito de la igualdad de oportunidades. Buenos Aires: Siglo XXI Editores.
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