DOI http://dx.doi.org/10.19137/perspectivas-2018-v8n2a01


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INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA

 

Intelectuales, la lucha de Córdoba en 1918 y la integración universitaria del sur

Intelectuals, the struggle in cordoba in 1918, and the universitary integration of the south

 

Sergio Gustavo ASTORGA1

 

Resumen: Este trabajo propone brevemente conocer antecedentes, el desarrollo de la lucha de Córdoba de 1918 y sus consecuencias. Para estar al tanto en profundidad de las rupturas producidas en el campo educativo y cultural en la Argentina, nos interesa comprender en forma dialéctica las interrelaciones entre intelectuales, universidad y los cambios de los diversos momentos de la historia política. Los procesos sociales y políticos repercuten en las dinámicas de las transformaciones de las instituciones. Por ello, es pertinente su análisis así como su interpretación. Las disputas entre la tradición y el reformismo en el sistema educativo serán una constante, en particular en el ámbito universitario. Es por ello, que se intentará observar los principales desafíos del sistema universitario en la Argentina reciente, así como la vigencia de la utopía de la reforma universitaria en el marco de los escenarios de la integración latinoamericana.

Palabras claves: Universidad; Educación Superior; Intelectuales; Reforma universitaria

Abstract: This paper proposes to study briefly the background, the development, and the consequences of the struggle of Cordoba in 1918. To keep in-depth breakdowns produced in the field of education and culture in Argentina, we are interested in a dialectic understanding of the interrelationships among intellectuals, university and changes in the various transformation of institutions. Therefore, it is pertinent their analysis and interpretation. Disputes between tradition and reform in the educational system will be a constant, particularly in the university. It is for that reason that we will try to see the major challenges in the university system in Argentina recently, and the validity of the utopia of university reform in the context of Latin American integration scenarios.

Keywords: University, Higher education, Intellectuals, University reform

 

En la concepción no sólo de la [ciencia] política, sino en toda la concepción de la vida cultural y espiritual, ha tenido enorme importancia la posición asignada por Hegel a los intelectuales, que debe ser cuidadosamente estudiada. Con Hegel se comienza a no pensar más según las castas o los “estados” sino según el “Estado”, cuya “aristocracia” son precisamente los intelectuales. La concepción “patrimonial” del Estado (que es el modo de pensar por “castas”) es inmediatamente la concepción que Hegel debe destruir (…). Sin esta “valorización” de los intelectuales hecha por Hegel no se comprende nada (históricamente) del idealismo moderno y de sus raíces sociales.
Antonio Gramsci 2

 

Este trabajo propone describir a partir del campo de estudios de la educación superior y con carácter revisionista, los antecedentes, el desarrollo de la lucha de Córdoba de 1918 y sus consecuencias en las rupturas producidas en el ámbito educativo y cultural en general en la Argentina y comprender en forma dialéctica las interrelaciones entre intelectuales, universidad y los cambios de los diversos momentos de la historia política, basados en estudios previos, investigaciones recientes y entrevistas en profundidad.
Los procesos sociales y políticos repercuten en las dinámicas de las transformaciones de las instituciones. Por ello, vemos pertinente su análisis así como su interpretación. Las disputas entre la tradición y el reformismo en el sistema educativo serán una constante, en particular en el ámbito universitario. En este marco, es necesaria una redefinición de las categorías de análisis ante la nueva realidad emergente, los principales desafíos del sistema universitario y la integración latinoamericana.
Por último, nos interesa señalar el resurgimiento de los debates en torno a la educación superior, en particular en la Argentina en vistas de la modificación de la Ley de Educación Superior vigente.

Huellas entre la tradición y el reformismo

En los inicios del proceso de formación de la identidad nacional argentina, en el siglo XIX, era posible distinguir límites ideológicos, tensiones entre los sectores de élite y otros sectores sociales invisibilizados y excluidos, que darán pie a conflictos sociales y políticos.

La élite fue constitutivamente cosmopolita, crítica de la herencia criolla o hispana y abierta a las influencias progresistas de las metrópolis, tuvo a la vez una temprana preocupación por lo nacional, inclusive para integrar en ella a la masa extranjera [cursivas del autor]3 .

Fue un grupo de intelectuales que sin especialización profesional, contribuyeron a esquematizar las ideas de su clase, influenciados, en gran medida, por el positivismo spenceriano que valora la eficiencia y el pragmatismo, el orden y el progreso4 .
Sarmiento consideraba que los pueblos originarios no tenían la capacidad intelectual para ser educados, o dicho de otra forma, sus capacidades o etnia los convertían en sujetos ineducables.
Los sujetos sociales y las clases subalternas presentes en aquellos tiempos fueron excluidos, asesinados, objetos del genocidio, era notable el interés por invisibilizar y silenciar las voces. Argumedo planteó la necesidad de discutir la historia de los procesos sociales y políticos desde un punto de vista popular latinoamericano que recupere los relatos de las alteridades excluidas por las corrientes eurocéntricas5.
Siguiendo a Suasnábar y Zimermann, el punto de partida del análisis de la relación entre Estado, universidad e intelectuales, nos lleva a diferenciar una primera generación de intelectuales, Sarmiento, Alberdi y Mitre, entre otros, que se confundían con intelectuales-políticos, es decir hombres de ideas y hombres de acción, de una segunda generación compuesta de las élites políticas e intelectuales formados por el “reformismo liberal”, que construyen un tipo diferente de relación entre la acción política y la actividad intelectual donde la universidad ocupó un lugar privilegiado6. Es decir, se pensaba la acción política como una disputa al interior de una élite ilustrada.
Hacia 1885, había dos universidades nacionales, la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Nacional de Córdoba, que empiezan a ser reguladas por la conocida Ley Avellaneda que sistematizaba su organización. Las dirigencias liberales de la época crearon otras universidades provinciales que con el tiempo se nacionalizarían. En 1910 alrededor de 6.000 alumnos estaban matriculados en las universidades argentinas. 78% en la Universidad de Buenos Aires, 8% en la de Córdoba y 14% en la reciente Universidad de La Plata. La Universidad de Santa Fe y la Universidad de Tucumán eran provinciales7.
Otro carácter del pensamiento intelectual de fines del siglo XIX, será la presencia de un sentimiento antinorteamericano. Sentimiento que crece cuando, en 1898, la guerra de Cuba inauguró la fase fuerte del expansionismo norteamericano y conducía por oposición a la postulación de algún tipo de identidad latinoamericana.
Así llegamos a las primeras décadas del siglo XX en América Latina, entre la tradición y el reformismo, con convulsiones sociales y políticas y reivindicaciones democratizantes que tuvieron como exponentes a la Revolución Mexicana, la Revolución Rusa y la reforma universitaria.
La reforma universitaria será un movimiento de dimensión latinoamericana, por un lado recogía los motivos del antiimperialismo, por el otro lado auspiciaba la utopía de la unidad latinoamericana; esta última se veía reforzada por las visitas del mexicano José Vasconcelos, José Ingenieros y otros intelectuales. En efecto, la llegada al país de nuevas corrientes del pensamiento europeo y latinoamericano con las visitas de filósofos, historiadores e intelectuales, las publicaciones y traducción de libros y las conexiones con universidades del exterior8 se han convertido en modelos de circulación de las ideas en los diferentes tiempos.

La lucha de Córdoba de 1918

La Gaceta Universitaria, una publicación de los jóvenes universitarios, activistas del movimiento estudiantil de Córdoba, será la portadora de las ideas de protesta en los momentos más candentes de los sucesos de la Reforma Universitaria, que a pesar de reclamos puntuales en algunas unidades académicas tendrá un programa común tendiente a transformaciones de fondo.

En líneas generales, presentaron desde La Gaceta un estado de situación de la casa de estudios mediterránea en la que la crítica al carácter arcaico y mediocre de la enseñanza ocupaba un lugar central. Los estudiantes exigían la modernización de la casa de estudios y la renovación parcial de su profesorado y ligaban en esta publicación sus exigencias con motivos relacionados con aspectos específicamente académicos9 .

José Carlos Mariátegui, con sus profundas ideas políticas y sociales, explicitaba el sentido del movimiento de Córdoba:

El movimiento estudiantil que se inició con la lucha de los estudiantes de Córdoba, por la reforma señala el nacimiento de la nueva generación latinoamericana (...) El régimen económico y político determinado por el predominio de las aristocracias coloniales –que en algunos países hispanoamericanos subsiste todavía aunque en irreparable y progresiva disolución–, ha colocado por mucho tiempo las universidades de la América Latina bajo la tutela de estas oligarquías y de su clientela. Convertida la enseñanza universitaria en un privilegio del dinero, si no de la casta, o por lo menos de una categoría social absolutamente ligada a los intereses de uno y otra, las universidades han tenido una tendencia inevitable a la burocratización académica10 .

Entre los numerosos investigadores del movimiento no hay coincidencia en torno a las causas de su desarrollo en Córdoba. El fortalecimiento de las clases medias cordobesas, la influencia de las revoluciones mundiales previas y el impacto de la relativa democratización de la Ley electoral Sáenz Peña se señalan como sus antecedentes. O incluso, Guevara en un estudio reciente marca la existencia de la masonería, que en el siglo XIX era de carácter laicista, liberal y anticlerical, como un factor desencadenante de los sucesos11.
Lo cierto es que los jóvenes universitarios se convierten en actores de los procesos sociales y políticos. Su lucha en el movimiento de la Reforma de 1918 tendrá una continuidad en las generaciones siguientes. Ahí radica la relevancia del estudio de estos acontecimientos, pues hasta el día de hoy aparecen presentes los ideales motores de las reivindicaciones estudiantiles. Vale recordar la importancia a nivel mundial, no solo latinoamericano, por ejemplo, en el Mayo francés donde los estudiantes universitarios critican, a pesar de los aumentos en el presupuesto educativo, la incapacidad del sistema universitario para posibilitar la inclusión de los egresados en el mercado laboral.
¿Qué sucedió que no llegó a transformar las instituciones académicas y el vínculo de la universidad con la sociedad? Pues también como lo remarcan Chiroleu y Marquina (2009) para el caso argentino, las discontinuidades institucionales en la historia política llevaron a afectar las dinámicas de relaciones entre los actores universitarios y un contexto adverso a la construcción de lo político.
Chiroleu afirma que los reclamos más relevantes del movimiento universitario se refieren a una democratización interna: ejercicio de la autonomía y cogobierno universitario con representación paritaria de claustros; y una democratización externa: generación de condiciones necesarias para ampliar las bases sociales12.
Según Fernández Lamarra, la reforma implicó la discusión de temáticas centrales como la autonomía universitaria, el cogobierno de los docentes y los estudiantes, la función social de la universidad, la coexistencia de la universidad profesionalista con la científica, el cuestionamiento de la universidad como fábrica de exámenes y títulos profesionales, la renovación pedagógica, las cátedras libres, la extensión universitaria, la centralidad de los estudiantes como destinatarios y protagonistas de la universidad y el compromiso de la universidad con el cambio social.
Influenciada por la Revolución Rusa y el sentimiento antiimperialista latinoamericano, se constituirá en un ejemplo de movimiento social y político.

La expansión de la cultura letrada forma parte del proceso de movilidad social propio de una sociedad que era esencialmente expansionista y de oportunidades13.

En las reivindicaciones de la reforma universitaria, se da lugar a un espacio abierto y participativo en la universidad, con remoción de profesores, mejora de la excelencia académica, actualización científica y vinculación con los problemas sociales. Fue relevante la participación de los estudiantes en la toma de decisiones y el impulso de las cátedras libres. Como bien lo sintetizan Soprano y Ruvituso, señalando estudios previos e investigaciones para el caso de determinadas universidades, desde 1920 a 1960 se da a pesar del movimiento de la reforma universitaria, un predominio de un modelo universitario profesionalista, en la organización curricular y los métodos de enseñanza. Se observa así la incidencia de las estrategias políticas y normativas gubernamentales de intervención estatal y la afirmación de formas autónomas de regulación institucional, corporativa y disciplinar de los universitarios en la orientación de sus trayectorias14.
Luego del apogeo de la reforma, el movimiento se disparó en otras universidades argentinas y latinoamericanas.
Para el caso propio, las situaciones de inestabilidad y discontinuidad institucional afectaron la continuidad de las reformas. Buchbinder señala que entre 1934 y 1945 se produce una afirmación y consolidación del proyecto de las elites universitarias reformistas15 . También remarcan Soprano y Ruvituso cómo afectan las dinámicas de la política nacional y universitaria en los períodos de 1920, 1946 y 1955 alterando la constitución de la planta docente y del gobierno de las unidades académicas. “Nuevos” y “viejos” saberes y tradiciones disciplinares conviven a pesar de los cambios16.

Esta reestructuración también afectó las formas de producción, reproducción y legitimación de saberes en las disciplinas, favoreciendo el desarrollo de nuevas áreas de conocimiento que se institucionalizaron a través de los cambios en los planes de estudio, la apertura de nuevas cátedras y la creación y/o rediseño de institutos, centros y departamentos17 .

En la segunda mitad de la década del ’30 el mundo intelectual observa acentuada su politización. La reforma universitaria, con su ideología genéricamente antiimperialista, democrática y popular, empezaba a penetrar en la política: algunos de sus principales dirigentes se incorporaron a los partidos18.
La universidad se vincula al poder y el poder a la universidad. Según Cano, también a partir de 1930 comienza la etapa de la universidad de la restauración oligárquica. Son proscriptos integrantes del movimiento estudiantil y otros partidos democráticos. Se iniciaron algunos cambios, pero no sustantivos.
También a consecuencia del proceso de lucha del movimiento de Córdoba, se propició las condiciones para la creación de nuevas universidades. Entre ellas, en 1939, la Universidad Nacional de Cuyo. De acuerdo con Fontana, y siguiendo ideas de G. del Mazo y de J. González, el movimiento de la Reforma propició la creación de una universidad en la región cuyana. En el período estudiantil o reformista (1919-1933) en Cuyo, Fontana advierte sobre el advenimiento de la Universidad Popular de Mendoza (1920) y otros antecedentes, acciones estudiantiles y la conciencia de una mayor madurez cultural19.

Movilidad social y el acceso a la universidad

Durante la década del ’40, la matrícula en la escuela media y en la universidad se expande, influencia de la distribución del ingreso practicada sobre el movimiento de los trabajadores. Pese al apoyo disponible, según Romero, la creación intelectual y artística fue escasa en el medio oficial. Intelectuales y creadores críticos e innovadores consumieron en instituciones surgidas al margen del Estado.
El gobierno de Perón impulsó un nuevo ordenamiento legal del sistema universitario nacional, que dio lugar a un amplio movimiento de renuncias, cesantías y limitaciones de funciones de profesores y a la emergencia de una oposición estudiantil reformista20 . También inauguró la Universidad Obrera Nacional (actual U.T.N. –Universidad Tecnológica Nacional) en 1953.
También el acceso masivo a las universidades es efecto de la supresión de los aranceles y del examen de ingreso a los estudiantes que introdujo el gobierno peronista en 1950 y 1953, respectivamente21 . En el gráfico siguiente se observa el salto cuantitativo de la población universitaria luego de los primeros gobiernos peronistas, cuestión que se irá acentuando con el correr de las décadas, en particular con la llegada de la democracia y su afianzamiento.

Tabla 1
Cobertura universitaria


Fuente: CHIROLEU, 2009, p. 109

El peronismo caló hondo en la cultura política creando adeptos y retractores, internos y externos. Así se produce el fenómeno de la desperonización de la universidad llevado a cabo por los sectores antiperonistas, luego de ser expulsado del gobierno por el golpe cívico- militar de 1955. Por ejemplo, en el claustro docente de la UBA, se diferenciará entre los sectores “académico-conservador” y “científicos-modernizantes”, los cuales se unirán en la idea desperonizante y moralizadora22 . Intelectuales antiperonistas pasaron a regir las instituciones y el campo de la “cultura”, todos los “grupos viejos” perdieron relevancia23.
El mismo Rodolfo Walsh describía en sus obras aquellos sucesos, entre ellos el fusilamiento de los oficiales peronistas, un antecedente del terrorismo de Estado.

La resistencia fuera y dentro de la universidad

En el período post-peronismo, la vida intelectual y los movimientos estudiantiles continúan siendo heterogéneos, marcados por contradicciones ideológicas. La elección autoritaria del poder se convierte en una opción aceptada; la resistencia se vive dentro y fuera de la universidad en grados disímiles. Los móviles de la resistencia obedecen a problemas domésticos y también internacionales. Una decisión política reflejada en la sanción del decreto- ley 6403, propiciado por la Iglesia Católica y el gobierno militar, de fines de 1955 autorizaba la creación de universidades privadas con potestad para otorgar títulos habilitantes. Humanistas y reformistas se enfrentan, hasta que se consigue la suspensión de la medida24. El conflicto continúa y el retorno del proceso democrático con Frondizi trae nuevamente la propuesta, y este decidió autorizar el funcionamiento de las universidades privadas en igualdad de condiciones que las universidades públicas, conllevando a una radicalización de los enfrentamientos.
La nueva izquierda se conforma ante las desilusiones del gobierno de Frondizi, pero sobre todo ante un escenario más de exclusiones que de oportunidades.
Los intelectuales nacionalistas incorporaron al marxismo en sus estudios políticos. Las discrepancias se encauzaron en una amplia gama de opciones políticas radicalizadas, en el contexto internacional delimitado por la Alianza para el Progreso y la Revolución Cubana. Los debates intelectuales eran notorios y complejos. Emergen y se construyen nuevas alternativas políticas. El comunismo, también las expresiones del pensamiento crítico y disidente, fueron reprimidas en el marco del terrorismo de Estado. La universidad, considerada su cuna –por los gorilas–, fue intervenida y mutilada.
Aquella Noche de los bastones largos (1966) refleja la intervención desmesurada a la academia, que continuó con la censura a la cultura y la vida universitaria. El pensamiento de los jóvenes estudiantes universitarios buscaba resistir a un ambiente de autoritarismo, represión y violencia que unía a diversos sectores sociales.

El golpe de Estado de junio de 1966 fue recibido con pasividad y en algunos casos con expectativas positivas por el conjunto de la población. Los estudiantes, con sus organismos gremiales y políticos proscriptos, fueron los únicos que se enfrentaron a la victoriosa “Revolución Argentina” del ’66 desde sus primeros días. Las críticas que el movimiento estudiantil realizó a la dictadura (autoritarismo, gobierno de los monopolios extranjeros) estarán presentes en el Cordobazo y el Viborazo. Por otra parte, la función simbólica de la identidad social de sus participantes es importante, muchos cuadros de la izquierda y centro izquierda en Argentina proceden del movimiento estudiantil de aquellos años25.

El debate ideológico y las luchas que se viven en la década de los sesenta y setenta se llevan a cabo en varios campos. A partir de 1968 se produce una fuerte incorporación de los jóvenes a la práctica y a la militancia a través de la iglesia comprometida con los pobres26 y el peronismo proscripto y resistente invitaba a la acción contestaria.

En América Latina, donde las propuestas de la Alianza para el Progreso y el apoyo a las democracias estaban bien delimitadas, si para el poder autoritario el desarrollo era un fruto de la seguridad nacional, para quienes la enfrentaban la única alternativa a la dependencia era la revolución que conduciría a la liberación. Intelectuales provenientes del marxismo, y otros del nacionalismo crearon una línea intermedia donde socialismo y liberación nacional se complementaban. Así había dos bandos inconciliables y eternamente enfrentados, que culminaba con el enfrentamiento entre el poder autoritario y el pueblo peronista27.

Los movimientos sociales afloran ante un escenario de represión y autoritarismo. Los estudiantes universitarios efectúan una campaña nacional de lucha contra la represión de la dictadura y por la libertad de los presos políticos. La masacre de Trelew de 1972 donde fueron fusilados en la base de la Marina 19 presos políticos que habían protagonizado un intento de fuga conmovió a las universidades, las movilizaciones y el activismo estudiantil, a los que se sumó el alumnado del nivel secundario y de las universidades públicas y privadas28.
La “partidización” de la vida política universitaria se hace evidente en el marco de las intervenciones que sufren las universidades finalizada la dictadura militar. La JUP sale victoriosa en elecciones de centros de estudiantes universitarios, en su mayoría, perdiendo poder Franja Morada (de orientación reformista) y el Partido Comunista.
Las tensiones y disyuntivas del proceso político a mediados de la década del setenta visibilizan el creciente enfrentamiento entre los sectores de derecha peronista y las organizaciones armadas de la izquierda peronista. Perón había muerto y Montoneros pasado a la clandestinidad.
Universidad e intelectuales se funden en estos procesos, de ninguna manera neutral (ni aislados) y en 1976 con la implantación del proceso de reorganización nacional (y la doctrina de seguridad nacional, presente en otras regiones de América Latina), las Fuerzas Armadas y un movimiento cívico-militar profundizan el terrorismo de Estado con el objetivo de disciplinamiento social para poder imponer sus ideas y sus proyectos políticos y económicos. Fue un golpe anunciado, lo que no fue anunciado fue lo que vino, la más sangrienta de las dictaduras que recuerde la historia argentina (Clarín, 1976), se leía en los periódicos nacionales. Muchos intelectuales se exilian en otras naciones y otros se quedan.

Miles de jóvenes fueron expulsados de las universidades latinoamericanas por haber intentado el camino de la utopía –dice Arturo Roig– Miles fueron asesinados por haber intentado ser congruentes con sus ideales.

Se produce entonces un duro impacto generacional. Más de 30.000 desaparecidos, torturas, centros clandestinos de detención, una historia de genocidio y terror. Las generaciones post-terrorismo de Estado reivindican respuestas a los interrogantes que emergen de las dinámicas sociales y políticas de esa época.
Finalizada la dictadura militar, retornaron los intelectuales y científicos del Estado, que habían sido marginados desde 1966. Además de volver a la vida académica, algunos intelectuales se incorporaron a la política y esta se intelectualizó. Aparecerán en los medios de comunicación, serán asesores o consultores técnicos y el discurso político tendrá una impronta intelectual.

Estas instituciones que debieron resolver el problema planteado por un masivo deseo de los jóvenes de ingresar a ellas, se reconstruyeron sobre la base de las excelencias académicas y el pluralismo, alcanzando en algunos casos niveles de calidad similares a la de su época dorada a principios de la década de 196029.

Las instituciones universitarias, una vez regresó la democracia, por un lado se convierten paulatinamente en un ámbito de discusión, de reflexiones y de acompañamiento a la búsqueda de verdad, justicia y reparación.

Las rupturas institucionales o los cambios de regímenes políticos en la Argentina pueden servir de guía para periodizar la historia intelectual, o aun para realizar una semblanza de grupos de pensamiento relevantes. Esto no es nuevo, como tampoco lo es la afirmación de que en determinadas épocas (… ), la universidad ha tenido un papel accesorio en la vida intelectual nacional: en sus márgenes o fuera de ella se han producido ideas novedosas, reflexiones vivaces, debates relevantes30.

Por otro lado, en la época de oro del neoliberalismo (aunque iniciada con la dictadura), muchos intelectuales eran cómplices y artífices de las propuestas del pensamiento único que pregonaba las iniciativas de privatización, descentralización, achicamiento del Estado y vaciamiento de la política, entre otras; algunos por ignorancia, otros en vista de intereses propios e influenciados externamente por organismos internacionales. Los efectos: una gran masa social excluida y sin oportunidades. A su arbitrio, la ciencia nacional y las universidades nacionales sufren otros golpes profundos con recortes presupuestarios y ajustes.

El retorno de la utopía y la integración universitaria del Sur

La promoción de la integración latinoamericana tiene sus varias raíces en la historia intelectual de América Latina. En las primeras décadas del siglo XX, recordamos a Manuel Ugarte, autor de La Patria Grande (1924), que con sus ideas socialistas reforzaba el pensamiento antinorteamericano de la época. Por otro lado, el mexicano Leopoldo Zea comienza la hazaña de descubrir la filosofía de la historia latinoamericanista. Zea nos invitó a descubrir la identidad latinoamericana, conocer y comprender su idiosincrasia, allí radica una de las fortalezas de su progreso. La lucha de Córdoba de 1918 significó un reconocimiento de la diversidad y la identidad latinoamericana signada por exclusiones e injusticias sociales y políticas, aquel sentimiento de igualdad se derramó por el continente con la voz de los jóvenes estudiantes universitarios.
La universidad latinoamericana sintió los efectos de los límites ideológicos y los conflictos sociales.
Pasada la década del 2000 y en los estrenos de la década del 2010, con mayor fuerza se van instalando cuestiones acerca de la vía de la innovación, la refundación del Estado nacional (y sus instituciones) y los procesos de integración sudamericana. La protesta, los movimientos sociales y las visiones de “los otros” (los sujetos políticos invisibilizados), bregan por contextos de verdad y justicia, de igualdad y mayor democratización. Naciones como Venezuela, Ecuador y Bolivia han dado señales concretas de reformas institucionales y convenciones constituyentes que marcan un antes y un después, tal vez un horizonte a seguir por otras, aunque estamos concientes de los límites y condicionantes de una institucionalidad heredada y conservada que prolonga la crisis política.
La utopía de la reforma universitaria aún está presente, en países de América Latina en su historia reciente vemos cómo persisten los móviles de un activismo juvenil estudiantil que enfrentados con las condiciones excluyentes del orden social claman por inclusión, igualdad y democratización. La universidad no aparece desconectada de los otros niveles educativos. En países latinoamericanos donde prima el pensamiento neoliberal, las luchas y resistencias sociales se han agudizado paulatinamente. Por ejemplo, la “rebelión de los pingüinos” en Chile aparece dando una batalla fenomenal en el marco de una sociedad neoliberal triunfante31.
La integración latinoamericana también está en la agenda de los gobiernos, y las universidades, algunas más que otras, se han introducido en estos escenarios aportando desde redes de trabajo, formalización de estrategias de cooperación interuniversitaria, movilidad docente y estudiantil, articulación de posgrados, etc. Aparecen disyuntivas a propósito de los objetivos de estas estrategias. A través de la Asociación de Universidades del Grupo de Montevideo (AUGM), UDUAL, CINDA, UNESCO/IESALC, CAPES, CLACSO, OEA, Coimbra Group, Fundación Carolina, Fundación Fulbright, Agencia de Cooperación Internacional de Chile, UNESP – AUIP, ICETEX, UNILA, AUIP, por ejemplo, se han diseñado maniobras de integración entre las comunidades académicas.
En este marco, no debería confundirse a la educación superior trasnacional con la internacionalización de las universidades, ni siquiera puede afirmarse que contribuya a ella32. Lo cierto es que la internacionalización de la educación superior se propagó durante la década de los noventa en pleno auge del neoliberalismo y la globalización y fue un móvil de circulación de las ideas desde el establishment con las instituciones académicas de la región.
La autonomía universitaria estuvo seriamente amenazada tanto por el mercado como por el Estado. Las organizaciones universitarias han denunciado sobre el peligro vigente de la mercantilización de la educación y el desarrollo del mercado global de la educación superior. Hace 10 años, asociaciones universitarias y ONGs, americanas y europeas, firmaron una declaración conjunta en contra del Acuerdo General sobre el Comercio de Servicios (GATS) por haber incluido la educación superior como parte de los servicios a ser negociados33.
En el ámbito del Mercosur se han generado mecanismos de protección contra la liberalización del comercio de servicios, en especial los productos de conocimiento. Vilosio señala que se observan instancias de participación en el programa de Mercosur Educativo constituido por los gobiernos y las redes de cooperación promovidas por las mismas universidades.
Mollis advierte sobre la mirada “norteamericanocéntrica” elaborada por las agencias de crédito internacional sobre los diagnósticos que abordan las deficiencias de nuestras universidades en América Latina.

Desde la perspectiva de la geopolítica del conocimiento, la norteamericanización del modelo se evidencia por el lugar asignado al conocimiento instrumental al servicio del desarrollo económico, por un lado, y la subordinación del desarrollo nacional y local a la dinámica global de los países hegemónicos, por el otro34.

La integración universitaria del Sur circula por varios caminos entrecruzados donde agencias de investigación, centros académicos, instituciones de gobierno y organizaciones sociales participan de una mayor vinculación o redes en el campo académico, de profesionalización y científico. Lo ideal es aprovechar los recursos disponibles para analizar con rigor los problemas del Sur y plantear estrategias y programas de solución con miradas críticas propias del Sur.
Carlos Alberto Torres basado en Paulo Freire, nos recomienda un cultivo de la imaginación, de la acción en este campo fértil de la producción académica e intelectual, pensando en redes, con una ecopedagogía y una pedagogía del oprimido, fortaleciendo el pensamiento crítico35 .

El caso argentino reciente

Desde una visión endógena, la comunidad universitaria está compuesta por los docentes (clasificados según su escalafón), los estudiantes (pregrado, grado y posgrado), los egresados y los llamados nodocentes, personal de apoyo académico o codocentes, en su respectiva situación de revista y agrupamiento (administrativo, mantenimiento, producción y servicios generales, técnico-profesional y asistencial – de acuerdo al Decreto 366/2006 PEN).
En otros sistemas universitarios la situación es totalmente diferente. Hace un año en la Pontificia Universidad Católica de Chile como participante invitado en las IX Jornadas de Gestión Universitaria presencié análisis extremos de la tercerización de las actividades de apoyo, donde consultoras privadas son contratadas por las universidades chilenas, se encargan no solo de la gestión de alumnos, sino además de fundraising o mecanismos de atracción de potenciales donantes (siguiendo el modelo norteamericano, para apoyar mejoras de infraestructura, apoyo al trabajo docente y becas), administración del ingreso selectivo de estudiantes, la promoción del uso de diversos recursos informáticos y tecnológicos en el aula como podcast, etc. Dos modelos bien diferenciados.
Lo cierto es que a fines del siglo XX empieza a tomar forma y peso el modelo del New Public Managment (o Nueva Gestión Pública), que ya se desplegara en los ’70 (en varios Estados centrales) y se diseminará en las instituciones por el resto del mundo. Presentada como las directrices críticas a las propuestas del Consenso de Washington, reformas hacia adentro del Estado (Oszlak, 1999; López, 2003), no tuvo un impacto positivo, desde que no reordenó la interrelación entre funciones políticas y administrativas, sino que sustituyó la supervisión de burócratas y políticos por el control a través de principios de mercado (López, 2003, p.8). Cunill Grau (1997) problematiza sobre esta tensión entre publificar o privatizar la administración.
De acuerdo al Anuario de Estadísticas Universitarias de 2011 de la SPU la tasa de crecimiento anual 2001 - 2011 de la matrícula universitaria argentina corresponde a 1,8 para el sector estatal y de 6,1 para el sector privado. Los datos evidencian un crecimiento, con mayor ventaja en el sector privado. De acuerdo a la OCDE, la tasa bruta de educación superior –en la población de 20 a 24 años– pasó del 51% en 2001 al 75,8% en el 2011. Sin embargo, para el rango utilizado en el país –población de 18 a 24 años– de 36% en el 2001 pasó a 52,6% en el 2011 (SPU, 2012). Para ambos rangos, el crecimiento ha sido importante, de todos modos con la obligatoriedad de los estudios secundarios y el impulso a través de otros programas sociales esta tendencia irá en ascenso en las próximas décadas.

Tabla 2
Estudiantes de títulos de pregrado y grado. 2001 - 2011


Fuente: SPU, Anuario de Estadísticas Universitarias, 2011, p. 41

El presupuesto para las universidades nacionales pasó de 4.016 millones de pesos en 2006 a 16.939 millones en 2011, según la información proporcionada por la SPU. Es decir, en 5 años el presupuesto se cuadruplicó. Significó un impulso decidido hacia el desarrollo del sistema científico tecnológico y el diseño de políticas que apuestan a la universalización de los estudios y su excelencia.
La creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva (2007), incorporando la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (1996) y el Programa Raíces (2008) –que promueve el retorno de los científicos y científicas que están en el exterior– son decisiones gubernamentales significativas.
Se han implementado, en la mayoría de las universidades nacionales, sistemas informáticos y de administración de información (SIU), como política desburocratizadora de las organizaciones, Guaraní (gestión académica), Kolla (seguimiento de graduados), Araucano (estadística de alumnos), Mapuche (recursos humanos), Pilagá (sistema económico, presupuestario, financiero y contable), Querandíes (programas y áreas), Diaguita (compras, contrataciones y patrimonio), entre otros, además facilitando el acceso a la información, el control de gestión, los trámites universitarios, etc. Este proceso se ha convertido en un desafío para el personal de apoyo académico, ante la existencia de subaprovechamiento de las nuevas TIC, ha tenido que adaptarse a estos cambios a través de estrategias de alfabetización informacional y cursos de capacitación específicos.
Sancionada la Ley de Educación Superior 24521/1995, se promueve la adaptación del sistema a las nuevas condiciones impuestas en el marco del neoliberalismo, con mayor mercantilización y privatización. La tendencia de la acreditación y evaluación, llevó a la creación de la CONEAU que tiene, entre otras funciones, las autorizaciones de funcionamiento de las instituciones de educación superior, donde las resoluciones cuando son desfavorables son vinculantes. Aunque en sus inicios generó cierta resistencia, en la actualidad los procesos de autoevaluación se han incorporado en las dinámicas de la gestión universitaria involucrando a todos los claustros, en su fase consultiva, de programación y de ejecución, pero se resaltan las necesidades de cambio y visiones críticas del sistema.
Una de las cuestiones pendientes es la modificación de esa legislación de la educación superior. Varios proyectos se han presentado en el Congreso Nacional, desde hace varios años, pero aún sin consenso, no se ha podido avanzar en la aprobación de una propuesta innovadora. La aprobación de la Ley Técnico Profesional Nº 26058 (2005), de la Ley de Financiamiento Educativo Nº 26075 (2005) y de la Ley de Educación Nacional Nº 26206 (2006) son antecedentes de la redefinición en la materia.

Tabla 3
Proyectos legislativos vigentes
H.C.D.N. 2012


Fuente: Puiggrós (2012: 27-256).

Aunque existen proyectos legislativos vigentes (Tabla 2), el proceso de reforma de la ley de educación superior lleva varios años. La Consulta realizada por la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados de la Nación, Documentos y Proyectos 2008-2011, coordinado por la diputada Puiggrós, da cuenta de las perspectivas y miradas en torno a la necesidad de reforma de la legislación, se mencionan los puntos de consenso, como, la educación a modo de bien social, con garantía de inversión acorde al desarrollo nacional y social, autonomía y autarquía, mayor articulación en el sistema, becas y mejora de condiciones de acceso a la docencia.
La Federación Nacional de Docentes Universitarios (CONADU), por su parte, ha expresado la necesidad de una nueva legislación que contemple, entre otros puntos, una regulación de todas las instituciones de educación superior, carácter irrestricto del ingreso a los estudios de grado, requisitos mínimos comunes para el cogobierno, gratuidad de la formación de posgrado, composición y competencia de un organismo para la acreditación de carreras y evaluación de las instituciones, proyectos y programas. La Federación Argentina del Trabajador de las Universidades Nacionales solicitó la participación de los trabajadores no docentes en todos los órganos de gobierno, plena e igualitaria con los demás claustros, elección directa de autoridades, negociaciones colectivas del trabajo, gratuidad, entre otras medidas (FATUN, 2008).
Frente a este panorama se presentan varios desafíos, ya que haciendo un análisis organizacional más profundo en nuestro sistema universitario, encontramos el incremento de pasantes, contratados, monotributistas, docentes ad-honorem, incluso empresas terciarizadas que llevan a cabo trabajos como de seguridad, limpieza, servicios de comedor y/o buffet, fotocopiadoras, etc. Este trabajo invisible, no consta en las estadísticas universitarias.
También han proliferado los contratos-programas que financian a determinados proyectos académicos, que en varias ocasiones, precarizan el trabajo docente y no docente. Por otra parte, científicos becarios incorporados al CONICET, una avalancha de jóvenes profesionales dedicados a la investigación científica con su programa de becas doctorales y postdoctorales han denunciado la precarización contractual a la que son sometidos.

Palabras finales

La lucha de Córdoba de 1918 subsiste en América Latina. Numerosas de sus reivindicaciones se manifestaron en cambios institucionales en forma parcial, en otros países estuvieron plenamente ausentes. Como vemos, en vísperas del centenario de esas luchas, retornan debates y emergen otros en el marco de una nueva realidad. Los diferentes contextos hacen necesaria la redefinición de categorías para el análisis de las políticas e instituciones de la educación superior.
No es novedad que la academia haya sido un ámbito reservado a la élite con sus posiciones hegemónicas o a los sectores dominantes de una sociedad. Empezó con la tradición religiosa, la pugna por la laicización de la sociedad y la política en la modernidad le dio otro sustento en el marco del capitalismo y la división internacional del trabajo. Sin embargo, tiene a su favor haber sido el motor que incendió la educación en los pueblos. Así la educación, con el correr de los tiempos, se convirtió en un programa de movilidad social relevante, lastimosamente sujeta a los vaivenes e ideas políticas de esas clases dominantes y al sistema político imperante.
Hoy en día, las universidades no son lo mismo que hace un siglo atrás. A través de conquistas históricas, por ejemplo, fueron incorporándose los hijos y las hijas de los trabajadores y de los sectores populares, pero estos procesos que son incipientes en tanto movilidad social, no ha llegado a todas partes a tener un impacto determinante en las estructuras políticas; pues el proceso de la universalización del acceso a la educación superior continúa y se plantean numerosos desafíos y tensiones.
El protagonismo que ha adquirido la universidad en los procesos sociales y políticos está en ascenso, de todas formas se precisan más mecanismos de aproximación de la sociedad y la política al mundo intelectual y académico y viceversa.
Otros desafíos entre el continuismo y la ruptura son: la articulación con otros niveles educativos, la implementación de la educación semipresencial y la profundización de la universalización del acceso a los estudios superiores para habilitar nuevos escenarios de democratización de un derecho esencial en los pueblos.
Si bien en la Argentina el acceso a la educación superior es gratuito y también hay otros mecanismos de promoción, el desafío de los estudiantes también es mantenerse y poder recibirse, dado que la estructura tradicional de las universidades públicas dificulta la finalización de sus estudios.
¿Qué es la estructura tradicional en una universidad? El programa de estudios, la organización curricular de las carreras, el cuerpo docente, los mecanismos de periodicidad en los cargos académicos y de ingreso de nuevos académicos, y otros factores burocráticos y de alta politización del ámbito de la gestión y administración universitaria.
Se advierte, por último, un aparente descrédito de algunas carreras de grado, la creación de trayectos de formación de posgrado en unidades académicas para poder subsistir en un contexto de alta competencia académica, una búsqueda de nuevas fuentes de financiamiento y una mayor especialización en ciertos campos profesionales.
Son numerosos desafíos los que nos vuelven a unir a los sujetos comprometidos con las transformaciones sociales que aseguren a las generaciones venideras mejores condiciones de vida y una verdadera emancipación mental.

Notas

1 Universidad Nacional de Cuyo. Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. Mendoza, Argentina. sastorga@fcp.uncu.edu.ar

2 Gramsci (1984: Tomo III, 311-312).

3 Romero (2001: 28).

4 Ibid., p. 28

5 Argumedo (2001: 135-180).

6 Suasnabar (2009: 208).

7 Chiroleu (2009: 104).

8 Soprano y Ruvituso (2009: 59).

9 Buchbinder (2009: 27).

10 Mariátegui (2018: 105; 112).

11 Guevara (2011: 45).

12 Chiroleu (2009: 99-100).

13 Romero (2001: 47).

14 Soprano y Ruvituso (2009: 37-68).

15 Buchbinder (2009: 27).

16 Soprano y Ruvituso (2009: 61).

17 Ibid.

18 Romero (2001: 82).

19 Fontana (1992).

20 Soprano y Ruvituso, 2009: 41.

21 Buchbinder (2005).

22 Califa (2009: 69-98).

23 Romero (2001: 82).

24 Califa (2011: 58-87).

25 Millán (2011: 24).

26 Romero (2001: 165).

27 Ibid.: 181.

28 Bonavena (2011: 201-230).

29 Romero (2001: 245).

30 Lesgart (2002: 51).

31 Gómez Leyton (2006: 107).

32 Vilosio (2009: 170).

33 García Guadilla (2006: 135-168).

34 Mollis (2006: 89).

35 Véase: Torres (2009: 233-242).

 

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Fecha de recepción: 22/09/2017
Fecha de aprobación: 02/05/2018