DOI: https://dx.doi.org/10.19137/huellas-2025-2920


Licencia Creative Commons
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional

RESEÑAS

De toda la vida. Rupturas y continuidades en los puestos del tramo inferior del río Atuel (1947-2022)

Tesis de Doctorado en Arquitectura

Universidad Nacional de Rosario

Autora: Arq. Antonela Lucía Mostacero

- https://orcid.org/0000-0001-9488-3876

Directora: Dra. María Eugenia Comerci

Codirectores: Dr. Jorge Tomasi y Dra. Isabel Martínez de San Vicente

Defensa pública: 30/07/2025

Resumen

Esta tesis doctoral centra su estudio en los puestos, que son las unidades doméstico productivas más difundidas en el ámbito rural del Oeste de La Pampa, provincia de Argentina. Estas unidades son habitadas por familias rurales que se dedican mayormente a la cría de ganado caprino, caballar y vacuno, y que despliegan prácticas de campesinado.

En la Figura Nº 1 se exhibe la densidad de puestos presentes en esta región de La Pampa conocida como el Oeste, integrada por los departamentos Chalileo, Chicalcó, Limay Mahuida, Puelén y Curacó. En particular, se hace foco en aquellos puestos que están localizados en el tramo inferior del río Atuel en La Pampa. Esta cuenca hidrográfica atraviesa las provincias de Mendoza y La Pampa, y es centro de un conflicto ambiental interprovincial que ha sido judicializado en varias oportunidades.

Figura Nº 1. Puestos en el Oeste de La Pampa

C:\Users\Lenovo\AppData\Local\Microsoft\Windows\INetCache\Content.Word\mapa.jpg

Fuente: Elaboración propia con información georreferenciada de Dirección Provincial de Catastro de La Pampa, la Base de Asentamientos Humanos de la República Argentina y el Instituto Geográfico Nacional, datos tomados en campo y software satelital de acceso libre Google Earth (2024).

El recorte temporal que interesa en este trabajo inicia en 1947, año en que se construyó el Complejo Hidroeléctrico Los Nihuiles en el tramo medio de la cuenca, lo que provocó el cese del escurrimiento en el tramo inferior del río. Este evento fue significativo y disruptivo para las familias rurales que habitaban este espacio. Estas obras dieron inicio a un manejo irregular antropizado de las aguas que llega hasta la actualidad. Sumado a los cambios socioterritoriales que esto motivó, en los últimos treinta años la expansión de la frontera ganadera, el avance de las lógicas de capital y las disputas por los bienes comunes han incrementado las tensiones por el control y desarrollo de actividades en este espacio. En el marco de estos procesos, se modificaron las formas de percibir y aproximarse al ambiente de las familias crianceras, sus prácticas relacionadas con la producción de arquitecturas y sus estrategias para permanecer en el territorio.

Así, el objetivo general que guía este trabajo es comprender cuál es el rol que tienen los puestos en el sostenimiento de la vida de las familias en la cuenca del río Atuel en La Pampa e interpretar sus cambios y continuidades a través del proceso histórico de construcción de este territorio. Para concretarlo, se definieron cuatro objetivos específicos: identificar las miradas locales sobre los puestos y el ambiente y cómo éstas tensionan y dialogan con las que poseen los actores extra locales; caracterizar las dinámicas territoriales crianceras y cómo operan en un marco de multiterritorialidades en el sector; reconstruir las tradiciones arquitectónicas regionales y sus cambios; e identificar cuáles fueron y cómo incidieron las políticas públicas estatales que intervinieron en el sector.

A lo largo de esta investigación, se utilizó una metodología cualitativa con diseño flexible que se posicionó desde un marco metodológico interpretativo, para poder comprender la producción de los puestos desde la perspectiva de quienes la habitan (Vasilachis, 1992). En la misma línea, se utilizó un enfoque etnográfico para abordar el análisis de alrededor de cincuenta puestos que están localizados en el sector de estudio. Además, se realizó una triangulación de fuentes que combinó un trabajo etnográfico extendido durante los últimos siete años, con salidas de campo, visitas, registros gráficos, la puesta en consideración de cartografías y recopilación de mapas mentales. A estas técnicas de sumaron las entrevistas en profundidad a personas de interés que hubieran trabajado o estuvieran vinculadas al sector, y una exhaustiva revisión bibliográfica.

El puesto es una unidad multifuncional que entrelaza lo social, lo espacial y el mundo de las cosas. Por esta razón, que se propuso realizar un abordaje transdisciplinar, que recupera lineamientos analíticos de la arquitectura, la antropología y la geografía, y permite comprender la complejidad contenida en los puestos. Sumado a esto, se eligió como marco teórico la Teoría de la Justicia Espacial (Soja, 2010) para poder reflexionar y problematizar acerca de las políticas, procesos e intervenciones espacializados en el sector y que inciden directamente en los puestos e impactan en el ambiente, en los territorios y en lo doméstico.

Para captar la multidimensionalidad del puesto y las tramas en las que está inmerso, elegimos analizarlo con tres herramientas analíticas: el ambiente, el territorio y la arquitectura. Si bien estas tres esferas están integradas entre sí, actúan de herramientas autónomas para abordar este objeto de estudio en distintos ángulos y en distintas escalas. Se puede exponer las articulaciones, negociaciones y disputas entre diversos actores: las familias rurales y los actores extra locales individuales o colectivos que operan desde otros centros pero que sus acciones impactan en nuestro espacio de estudio.

A continuación, avanzamos en los resultados del análisis de los puestos desde la esfera de ambiente. Partimos de reconocer que las nociones y sentidos construidos en torno al ambiente son múltiples y expresan distintos tipos de saberes. Los diferentes grupos sociales interactúan y antropizan este ambiente desde marcos ideológicos que inciden en diversas escalas, temporalidades y ontologías. Se entiende al ambiente como un sistema interrelacional complejo y amplio, para esta tesis se decidió hacer una diferenciación entre los subsistemas del río y del monte, ya que la experiencia situada de las familias exhibía sentidos variados en torno a los mismos.

La antropización del río y los vaivenes que presenta el escurrimiento en el sector ocupa un lugar relevante en las trayectorias familiares, ya que impacta en las alteridades productivas, las prácticas sociales y los modos de habitar.

En estos vaivenes reconocemos tres períodos clave en la historia del manejo del Atuel. En primer lugar, el corte definitivo del escurrimiento de 1947, que motivó a muchas familias rurales a migrar de la zona, mientras que las que permanecieron optaron por trasladarse y relocalizar sus puestos, casas o edificaciones productivas en zonas más próximas al cauce.

En segundo lugar, identificamos dos eventos de sueltas del cauce, en 1973 y 1982, que produjo inundaciones y anegamientos en los puestos. Debido a esto, las familias reconstruyeron sus arquitecturas domésticas, relocalizándolas en espacios de mayor nivel altimétrico. Durante la década de 1980, estas reconstrucciones se edificaron con cambios en las elecciones tecnológicas.

En tercer lugar, a de la década de 1990, las familias adaptaron sus prácticas para facilitar la continuidad de la vida cotidiana frente a potenciales sueltas aleatorias de las aguas, como la convivencia de infraestructuras que serían útiles en diferentes escenarios y acuerdos de mediería si es necesario trasladar el ganado a campos vecinos.

Si bien se reconoce que el manejo de las aguas es antrópico, desde la oralidad el río es una entidad con agencia, que tiene la capacidad de llegar, irse, traer consigo semillas, animales y quitarme la casa o llevarse las chivas. A modo de ejemplo, a continuación se presenta la Figura Nº 2 con un puesto de la zona de El Paso, en cuya planta se pueden distinguir las transformaciones que exhiben la adaptación que esta familia realizó a su puesto para continuar viviendo allí: una sucesión de arquitecturas domésticas (re)construidas en diferentes períodos, la edificación de infraestructura sobre el cauce seco, y la presencia de caminos desde y hacia el puesto que atraviesan el río, ya que se encuentra sin agua desde hace muchos años.


Figura Nº 2. Puesto en la zona de El PasoPuesto-El Olvido 4

Fuente: Elaboración propia.

Ya situando la mirada en el monte, hemos reconocido que el monte es un espacio relacional que entrelaza los significados, las relaciones y las prácticas de las familias. Los saberes locales acerca de este espacio se construyen mediante el movimiento y la práctica situada, individual o colectiva de recorrer el espacio de pastoreo.

A través de la recorrida se valoran y cualifican los servicios ecosistémicos que provee el monte y que contribuyen al desarrollo de prácticas constructivas, domésticas, de cuidado de la salud, productivas, etc. Estas trayectorias humanas son acompañadas por los animales que comparten la vida en este espacio con

las familias: animales del rodeo, de compañía o silvestres.

El monte es un lugar de pertenencia que, además de ser un proveedor de servicios ecosistémicos, es el protagonista del entorno natural en el que transitan las vidas de las familias rurales.

En contraste con los sentidos y saberes locales, la valoración de los actores extra locales acerca del ambiente oesteño han priorizado históricamente una mirada determinista en torno al río y el monte. Las narrativas hegemónicas, impulsadas sobre todo desde actores estatales, se han enfocado en la valoración de este espacio para el desarrollo de los modelos económicos dominantes.

Desde la incorporación de los territorios indígenas al Estado Nacional Argentino, se construyó a los espacios extrapampeanos como espacios de otredad que debían ser transformados para su inserción en lógicas productivas consideradas de mayor valor. Así, desde las narrativas de “Domar las aguas” y de “Ganarle al desierto”, se priorizó la construcción de obras de infraestructura de mayor o menor escala para la creación de oasis irrigados en detrimento de otros espacios considerados vacantes o de sacrificio.

Esto generó grandes asimetrías en la distribución de externalidades del paradigma económico que trajo consigo grandes perjuicios para las personas que habitan los territorios no irrigados y que se dedican a criar ganado menor, una actividad que las aproximaciones hegemónicas entienden como de menor valía.

En las últimas décadas, se difundieron miradas extra locales renovadas en torno al ambiente oesteño, relacionadas con el reconocimiento de la problemática ambiental que estos paradigmas extractivistas ocasionaron acerca del tramo inferior de la cuenca. La judicialización del conflicto alentó los reclamos por la vuelta del río y el proteccionismo de la flora y la fauna local. Asimismo, distintas reparticiones estatales impulsaron acciones para valorizar la cría de ganado menor.

Las perspectivas de los actores extra locales generan tensiones con las de las familias, que se ven en una posición desventajosa, ya que sus miradas no poseen igual visibilización que las de otros actores con mayor poder en el campo social.

Hablar de poder abre paso para avanzar en el análisis de los puestos desde la categoría de territorio. El Oeste de La Pampa comprende la trayectoria de numerosos grupos sociales que se disputan el poder en este espacio: familias rurales, población urbana, Estados, actores económicos, religiosos, entre otros.

A los fines de observar estas tensiones, recuperamos la noción de espacio de borde, que ha sido utilizada para estudiar al Oeste como un espacio que se encuentra menos inserto en las lógicas del capital y, por ello, admite un margen de autonomía y flexibilidad para desarrollar otras prácticas territoriales. En este sentido, esta idea de borde es útil para evidenciar cómo dicha autonomía permite disputar la justicia desde la práctica situada.

El puesto es en sí mismo un territorio de escala doméstica, producido y controlado por las familias, que les permite extender su territorialidad campesina en el espacio rural como también hacia espacios urbanos. No obstante, las territorialidades campesinas han sido modificadas a lo largo de las trayectorias domésticas con el objetivo de continuar la permanencia en este sector. Esto se debió a los múltiples desafíos que atravesaron históricamente, como el cercamiento de los campos, el corte del río, la escasez de agua, las dificultades para la cría del ganado y las disputas por la tierra.

En este marco, la construcción de la casa y la consolidación de los puestos fueron el eje desde donde se aseguró el acceso al suelo y la consolidación de un lugar desde donde desplegar las prácticas campesinas. A partir de estos nodos, las familias llevaron a cabo diferentes estrategias de movilidad cotidianas, los viajes y los sistemas de doble residencia, que involucraron la construcción de casas familiares en los pueblos cercanos de La Pampa o Mendoza.

Para el sostenimiento de los territorios familiares las familias tendieron redes colectivas que permiten ampliar el control de este espacio en forma comunitaria. Por esta razón, reconocemos la conformación de lazos familiares y de reciprocidad vecinal que permite la construcción de acuerdos, como los de uso y control del monte, la difusión de la información de interés colectivo y los traslados compartidos en el ámbito rural y hacia centros urbanos. Testimonio de estos vínculos es el profuso sistema viario en el sector, la constitución de parajes por la cercanía entre las arquitecturas domésticas de algunas familias y el cuidado o uso compartido de ciertas arquitecturas de valor colectivo, como son el Templo Solié, los boliches e incluso algunas arquitecturas institucionales rurales.

Solapados a estos territorios campesinos, se encuentran otros territorios detentados por actores extra locales. En segundo lugar, se identifican los territorios hidrosociales conformados en torno al río Atuel y el manejo de sus aguas. Estos exhiben tensiones numerosas por el control del suelo y del escurrimiento que exhiben las asimetrías de poder entre las familias rurales, actores de la producción turística, vitivinícola, frutícola y, sobre todo, los Estados provinciales y el Estado nacional.

Por el otro lado, el espacio de estudio integra el territorio provincial de La Pampa, del cual el Oeste se encuentra fragmentado históricamente. Esto tiene sus bases en la dispersión espacial de la región y la escasa valoración que le fue asignado a su ambiente para el desarrollo económico provincial. A pesar de la intensificación de intervenciones estatales que se realizó a partir de la década de 1990, las asimetrías entre el Oeste y el Este provincial persisten.

Por último, el sector de estudio forma parte de los territorios municipales de las localidades Algarrobo del Águila, Santa Isabel y Limay Mahuida. Estos municipios cobraron mayor autonomía desde la sanción de la Ley orgánica de municipalidades y comisiones de fomento en 1994, que les permitió disponer de mayor presupuesto e intervenir sobre los espacios rurales y urbanos de su jurisdicción.

Los resultados del análisis del puesto finalizan con el estudio desde la categoría de arquitectura. Esta tesis hace foco en la arquitectura doméstica campesina para referir a dos ángulos específicos: por un lado, lo doméstico, en tanto recorte dentro del universo de producciones arquitectónicas posible, y por el otro, lo campesino, asociado a las prácticas y estrategias que las familias que lo producen y habitan llevan a cabo. Sumado a esto, el estudio desde esta categoría permite reflexionar sobre los saberes y miradas del hábitat rural que poseen los actores extra locales y las familias rurales y cómo estas tensionan y dialogan en el puesto.

La particularidad de las arquitecturas domésticas campesinas se vincula con su carácter multifuncional que incluye lo doméstico, lo social, lo productivo y lo recreativo. Así, estas arquitecturas se producen y habitan en forma muy diferente a las arquitecturas residenciales urbanas. Se coincide con otras autoras (Poduje, 2000; Comerci, 2011) en que el puesto, a grandes rasgos, está conformado por tres espacios. El espacio doméstico está conformado por diferentes piezas o casas -que generalmente fueron construidos en diferentes épocas-, la enramada o sombra, depósitos para abastecimiento de agua y un cercamiento llamado guardapatio. Alrededor de esta área se despliega el espacio peridoméstico, que contiene edificaciones e infraestructura mayormente productiva y de captación y distribución de agua. Finalmente, y contigua a ésta se extiende el espacio de pastoreo o monte, donde se desarrollan las actividades doméstico productivas que implican los circuitos de movilidad.

A lo largo de las trayectorias familiares, los puestos tuvieron numerosas transformaciones. Una de las más notables en relación a la arquitectura es la producción de muchas casas.

El eje del espacio doméstico gira en torno a las casas, ya que un puesto sin una casa sería sólo una aguada o un potrero. En este marco, observamos cómo la mayoría de las familias ha construido y habitado en más de una casa campesina. Sumado a ellas, el Estado ha incidido en la producción de los puestos con políticas públicas sobre el hábitat rural que incluyeron la construcción de casas, corrales, refugios, etc.

Complementario a las casas de los puestos, casi la totalidad de las familias poseen al menos una casa de pueblo en las localidades cercanas, como Algarrobo del Águila, Puelén, Santa Isabel, Villa Atuel, e incluso, General Alvear. Esto permite a las familias ampliar las redes sociales y espacios de vida campesinos.

A lo largo de esta trayectoria de muchas casas, las formas de producción que fueron variando. Hasta finales de 1980, la producción de las arquitecturas domésticas se realizaba en forma familiar, autogestionada con técnicas de tierra y entramados, que involucraban saberes tecnológicos transmitidos generacionalmente, como la técnica de chorizo, de enramada, la selección de materias primas, entre otras.

En las últimas décadas, las transformaciones en las materialidades se aceleraron y el avance de los materiales industrializados y de las técnicas asociadas, los cuales fueron desplazando las formas de producción regionales con tierra y entramados. El incremento de los viajes a los pueblos, las experiencias con otras materialidades y formas de habitar lo doméstico y las miradas acerca de “lo moderno” motivaron cambios en la valorización de las familias sobre sus prácticas y elecciones tecnológicas.  

A esto se sumaron la búsqueda de ventajas comparativas con relación al mantenimiento de los cerramientos, el comportamiento hidrófugo de las cubiertas y las representaciones sociales en torno a las tecnologías. Por esta razón, las nuevas casas y ampliaciones incorporaron sistemas de mampostería encadenada con cubiertas metálicas y sobre estructura de madera. En los últimos veinte años, se difundió el uso de sistemas en seco, plásticos, metales, entre otros. Junto con esto, la construcción de las casas dejó de realizarse en forma familiar para ser tercearizada.

Estas transformaciones, sin embargo, no son homogéneas. Las diferentes materialidades conviven entre sí y si bien algunas han sido reemplazadas totalmente, otras se continúan reproduciendo en igual medida.

Las formas de pensar la arquitectura y el hábitat rural de las familias difieren de las perspectivas que tienen los Estados, la población urbana y otros actores extra locales. Como se expresó previamente, a través de diferentes programas y proyectos, diversas reparticiones del Estado han intervenido en los puestos. En este marco, las formas de producción utilizadas fueron muy diferentes, no sólo por haberse construido con materiales industrializados y técnicas foráneas a la zona, sino también porque implementaron lógicas diferentes en los procesos de administración, proyecto y ejecución de las obras. Los cambios tecnológicos propuestos trajeron consigo miradas sobre cómo debían ser las arquitecturas domésticas, alentadas por discursos hegemónicos que vinculan al hábitat rural con el atraso o la insalubridad.

Estas intervenciones fueron todas aceptadas por las familias. No obstante, suscitaron adaptaciones, resistencias y procesos de flexibilidad interpretativa por parte de las familias para incorporar esas materialidades en las lógicas de habitar locales.

Como cierre, se exhiben las reflexiones finales de la tesis. Comprender a los puestos en forma relacional posibilitó estudiar las tramas interescalares de las que forman parte. El análisis desde la perspectiva de la justicia espacial contribuyó a la reflexión sobre las desigualdades y asimetrías que impactan en las arquitecturas domésticas campesinas. Estos impactos no sólo involucran la injusta distribución de las externalidades de los modelos de desarrollo económico hegemónicos, sino también la construcción de narrativas y valoraciones sobre cómo deben ser estas materialidades.

Desde el puesto, las familias rurales disputan los saberes ambientales y las relaciones con el río y el monte. Asimismo, la reproducción de puestos y de redes colectivas posibilitan el control de este espacio desde la práctica situada, en un marco de multiterritorialidades disputadas. En la misma línea, la construcción de múltiples arquitecturas forma parte de esta resistencia, ya que habilita las negociaciones y cruces necesarios para asegurar la continuidad de las familias en este espacio. En este marco, el puesto es un testimonio espacial y material, a la vez que forma parte de este sistema relacional. Las transformaciones del puesto cumplen un papel relevante para la negociación de estas disputas que se tienden con los actores extra locales, con los animales y con el propio río.

En esta tesis se expuso la trama de multiterritorialidades en que los puestos están inmersos. A lo largo de este trabajo, se identificaron diferentes procesos históricos que alentaron la producción de injusticia espacial en distintos niveles, muchos de ellos vinculados al posicionamiento de subordinación que tiene este espacio respecto a otros centros de mayor poder político-económico.

Finalmente, se concluye que el devenir de las arquitecturas comprende una sucesión de edificaciones que cambia continuamente. Estas arquitecturas condensan todos los saberes ambientales, de control territorial y de prácticas doméstico productivas necesarios para el sostenimiento de la vida en este espacio.

La producción de las arquitecturas forma parte de las interrelaciones que las familias tienden con los actores extra locales, con otros espacios, con los no humanos. Asimismo, a través de la construcción de muchas casas y de sus transformaciones es que se puede dar testimonio de una trayectoria familiar que habita en este espacio de toda la vida.

Como síntesis, los principales aportes teórico metodológicos de esta tesis son el empleo de una aproximación teórica transdisciplinar para el estudio del hábitat rural y la implementación de la Teoría de la Justicia Espacial como marco teórico para analizar la interescalaridad de las arquitecturas domésticas campesinas. Además, suma a los estudios regionales mediante el reconocimiento de las trayectorias familiares en el sector, de la riqueza del bagaje cultural, material y espacial exhibido en los puestos, y del rol que posee la producción de las arquitecturas en la continuidad de la vida de las familias en este espacio geográfico.

Referencias bibliográficas

Comerci, M. E. (2017). Territorialidades campesinas: Los «puestos» en el oeste de La Pampa (Argentina). Revista de geografía Norte Grande, 66, 144-165. https://doi.org/10.4067/S0718-34022017000100009

Poduje, M. I. (2000). Viviendas tradicionales en la provincia de La Pampa. La Pampa, Argentina: Gobierno de la Provincia de La Pampa, Ministerio de Cultura y Educación, Subsecretaría de Cultura de la Provincia de La Pampa, Departamento de Investigaciones Culturales.

Soja, E. (2010). Seeking Spatial Justice. Minnesota: University of Minnesota Press.

Vasilachis de Gialdino, I. (1992). Métodos cualitativos I. Los problemas teórico-epistemológicos. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.