DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2024-2802


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ARTÍCULOS

Trabajo territorial, participación y producción. Claves explicativas para entender los logros de un proyecto de desarrollo local en el oeste pampeano (2015-2023)

Territorial work, participation and production. Explanatory keys to understand the achievements of a local development project in the western Pampas (2015-2023)

Trabalho territorial, participação e produção. Chaves explicativas para compreender as conquistas de um projeto de desenvolvimento local no oeste dos Pampas (2015-2023)

Clarisa Inés Fernández[1]

Universidad Nacional de La Plata / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

clarisainesfernandez@gmail.com 

Resumen

Este artículo presenta la reconstrucción y análisis del trabajo territorial de la Cooperativa La Comunitaria en la localidad rural de Santa Isabel (provincia de La Pampa), específicamente la instalación de una planta de alimento balanceado y la creación de un circuito alternativo de comercialización del maíz. Desde la mirada del desarrollo local, se buscará responder cuáles son los resultados de la intervención de La Comunitaria en el territorio a nivel productivo y qué grado de replicabilidad puede tener este proyecto en otros territorios rurales. Para ello recuperaremos la trayectoria histórico-política de La Comunitaria a nivel local, indagaremos las articulaciones que la organización establece con otros actores y sus estrategias de construcción de poder. Por otro lado, estudiaremos los rasgos organizativos, económicos y las experiencias de participación del proyecto productivo. Se trata de un trabajo de corte cualitativo, que incluye registros de campo (tanto presenciales como virtuales) y un abordaje teórico transdisciplinario. Se espera realizar un aporte al campo de estudios de las políticas públicas vinculadas con el desarrollo local, a la economía social, así como también a los estudios rurales en general.

Palabras clave: Territorio; Desarrollo local; Participación; Economía social  

Abstract

This article presents the reconstruction and analysis of the territorial work of Cooperativa La Comunitaria in the rural town of Santa Isabel (province of La Pampa), and more precisely, the opening of a balanced feed plant and the creation of an alternative corn marketing circuit. From the perspective of local development, the aim is to analyze the results of La Comunitaria's intervention in the territory at a productive level and the degree of replicability this project can have in other rural territories. To do this, we will recover the historical-political background of La Comunitaria at the local level, we will investigate the articulations that the organization establishes with other actors and its power construction strategies. On the other hand, we will study the organizational and economic features and the experiences of participation in the productive project. This is a qualitative work, which includes field records (both in-person and virtual) and a transdisciplinary theoretical approach. It is expected to make a contribution to the field of studies of public policies linked to local development, the social economy, as well as rural studies in general.

Key words: Territory; Local development; Participation; Social economy

Resumo

Este artigo apresenta a reconstrução e análise do trabalho territorial da Cooperativa La Comunitária na cidade rural de Santa Isabel (província de La Pampa), especificamente a instalação de uma fábrica de rações balanceadas e a criação de um circuito alternativo de comercialização de milho. Na perspectiva do desenvolvimento local, procuraremos responder quais são os resultados da intervenção de La Comunitária no território a nível produtivo e que grau de replica este projeto pode ter em outros territórios rurais. Para isso, recuperaremos a trajetória histórico-política de La Comunitária em nível local, investigaremos as articulações que a organização estabelece com outros atores e suas estratégias de construção de poder. Por outro lado, estudaremos as características organizacionais e económicas e as experiências de participação do projeto produtivo. Este é um trabalho qualitativo, que inclui registros de campo (presenciais e virtuais) e uma abordagem teórica transdisciplinar. Espera-se que contribua para o campo dos estudos das políticas públicas relacionadas ao desenvolvimento local, à economia social, bem como aos estudos rurais, em geral.

Palavras-chave: Território; Desenvolvimento local; Participação; Economia social

                RECIBIDO: 02-01-2024 / ACEPTADO:  29-03-2024

Introducción

El presente artículo reconstruye y analiza el trabajo territorial de la Cooperativa La Comunitaria[2] en la localidad rural de Santa Isabel (provincia de La Pampa), específicamente la instalación de una planta de alimento balanceado y la creación de un circuito alternativo de comercialización del maíz. Desde una mirada de desarrollo local se buscará reflexionar acerca de los resultados de la intervención de La Comunitaria en el territorio a nivel productivo y qué grado de replicabilidad puede tener este proyecto en otros territorios rurales. Primero describiremos las características del territorio en el cual se desarrolla el caso, para luego reconstruir la trayectoria histórico-política de La Comunitaria a nivel local; esto nos permitirá dar cuenta de las alianzas, articulaciones y capacidades de la organización para disputar poder. En segundo lugar, estudiaremos los rasgos organizativos y económicos del proyecto de comercialización del maíz, con el fin de identificar su potencial en el mejoramiento de las condiciones vida de sus integrantes y de la comunidad local. Por último, analizaremos las experiencias de participación, atendiendo especialmente a las distinciones de género.

Para este trabajo realizamos dos entrevistas virtuales (2021), mantuvimos conversaciones con informantes clave (2022) y concretamos una visita de campo (2023) donde hicimos diez entrevistas a puesteros/as del oeste pampeano (puestos El cañaveral, Las hermanas, El Solito), a integrantes de La Comunitaria y un registro etnográfico que consistió en una estadía de cuatro días en un puesto dedicado a la actividad caprina, durante los cuales participamos de las actividades cotidianas junto a las dueñas del puesto El Aguaraz. Tanto el puesto donde residimos como aquellos que visitamos se encuentran en la zona de La Puntilla, al oeste de la localidad de Santa Isabel, en el departamento de Chical Có.

Contamos con un total de doce entrevistas, de las cuales ocho fueron a mujeres de entre 35 y 75 años y cuatro a varones de entre 35 y 70 años[3]; solo dos de estas personas completaron la educación secundaria. El trabajo etnográfico, además de acercarnos a la vida cotidiana de los/las puesteros/as (Geertz, 2003) nos permitió experienciar las dificultades que éstos/as deben enfrentar diariamente en relación al aislamiento geográfico, la carencia de servicios básicos, la escasez de agua y las reticencias que sufren cuando realizan gestiones administrativas en el pueblo[4]. Este aprendizaje fue, quizá, el más rico en cuanto a la comprensión de una realidad social que a muchos/as nos es ajena. En cuanto a las herramientas teóricas trabajaremos con un andamiaje transdisciplinario (Bugnone et. al, 2019): un diálogo entre la Sociología, la Geografía, la Antropología y las Ciencias Políticas. Particularmente nos posicionamos desde el campo del desarrollo local (Madoery, 2001; Alburquerque, 2001; Manzanal, 2017) y la economía social y solidaria (Altschuler, 2008; Hopp, 2017; Logiudice, 2023).  

Presentación del caso: Santa Isabel y La Comunitaria  

La provincia de La Pampa está ubicada en el centro de Argentina y cuenta con 22 departamentos. La localidad de Santa Isabel pertenece a la zona oeste del departamento de Chalileo que cuenta con una población aproximada de 2885 habitantes (INDEC, 2022)[5]. Se trata de la zona con menor densidad poblacional de la provincia y la que condensa niveles más altos de pobreza estructural -de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI), (Ministerio de Desarrollo Social, 2022).

Según García (2018), las condiciones agroecológicas del oeste pampeano se caracterizan por suelos muy pobres, con predominio de médanos y planicies arenosas y escasas precipitaciones que presentan condiciones climáticas “de características netamente semidesérticas” (p.85). En los testimonios recabados durante el trabajo de campo los pobladores señalan que la vida en la zona presenta serias dificultades: M. afirma que “Y ya no es fácil, ¿no? Cuando aumentan los animales, si nos vienen los pumas, nos matan tres o cuatro. O si nos mueran las gallinas, se intoxican con el pasto y no tienen para nada”. Para C.: “No hay otra, salir al campo casi todos los días. Agarrar algo para comer, un piche, un peludo, un chancho y bueno, y así estamos”. S. afirma que “la problemática que siempre nos castiga a nosotros es el tema de la sequía, porque como productores no podemos crecer, así que siempre estamos ahí a la deriva”. R. comenta que “nosotros acá siempre tratando de, qué sé yo, de estar mejor, viendo que la vida en el campo acá no es muy buena, o sea, la calidad de vida de uno”.

Complementariamente, el conflicto por el Río Atuel que mantiene en disputa a las provincias de La Pampa y Mendoza[6] impide el aprovechamiento de este río por parte de La Pampa, lo que ha marcado una transformación ambiental que tuvo sus consecuencias en la capacidad productiva de la comunidad local.  La actividad caprina, en la provincia de La Pampa, “está fuertemente concentrada en el extremo Oeste de la provincia (80 % de las existencias) (…) la región agroclimática del árido pampeano (…) que coincide con la menor densidad poblacional de la provincia y los más altos niveles de pobreza estructural” (Ministerio de Desarrollo Social, 2022, p.3).

Entendida como una actividad ganadera de subsistencia de tipo familiar, la producción caprina es llevada adelante por los y las puesteros/as quienes son: “los/las productores/as familiares, crianceros con perfil campesino que habitan en el puesto, residen y trabajan en su unidad productiva, cualquiera sea su relación con la tierra” (Comerci, 2017, p.2). La misma autora señala que los puestos constituyen la unidad de residencia familiar de los puesteros, cuya denominación surge del estrecho vínculo que éstos tienen con el entorno natural. El tamaño de las majadas[7] promedio del oeste pampeano rondan entre los 140 y 170 animales; son producciones “extensivas de baja productividad (…) aproximadamente 35-40 unidades oveja/cabra cada 100 hectáreas” (Ministerio de Desarrollo Social, 2022, p.10).

García (2016) afirma que los Ejidos Santa Isabel y Limay del Departamento de Chalileo presentan un alto grado de analfabetismo y uno de los Índices de calidad ambiental (ICA) más bajos del país. Además, esta zona sufre la constante emigración del sector joven en busca de oportunidades laborales. Los/las puesteros/as carecen de servicios básicos, utilizan pantallas solares para la carga de baterías, que brindan unas horas de luz durante la noche y permiten cargar dispositivos de manera limitada. Para cocinar se utilizan garrafas y leña, pero el mayor problema es la escasez de agua, la cual toman del jagüel con un uso racionado al extremo para las labores cotidianas.

A estas condiciones de vulnerabilidad podemos añadir los conflictos por la tenencia de la tierra (Silvestre, inédito), el bajo nivel tecnológico de los sistemas productivos y de infraestructura, las restricciones de mercado y las escasas opciones de producción alternativa. En relación al asociativismo y participación de los productores en instancias organizativas, el Ministerio de Desarrollo Social (2022) identifica tres asociaciones (Asociación de criadores de cabra colorada, Asociación de pobladores de Chos Malal y la Asociación de productores de centenario -25 de Mayo-), y dos cooperativas (Cooperativa de servicios públicos y sociales del Oeste Profundo Limitada[8] y la Cooperativa de trabajo Agropecuaria Regional Limitada). Ésta última nace de La Comunitaria y es el caso que analizaremos en este artículo.

 La Comunitaria

Durante trece años realizamos distintos acercamientos a La Comunitaria y registramos sus transformaciones: desde que emergió en 2006 como grupo de teatro comunitario en Sansinena (Provincia de Buenos Aires), hasta convertirse en una cooperativa con 13 sedes en dos provincias del país (Buenos Aires y La Pampa). Estos trabajos analizan, desde un cruce transdisciplinario entre Sociología, Antropología y Estudios teatrales, el ejercicio de la memoria colectiva y la constitución de identidades en el proceso de creación de la dramaturgia y la práctica cotidiana del grupo, así como la apropiación de espacios públicos (Fernández, 2012); la constitución de un proyecto artístico político que tomó cuerpo en la emergencia de la cooperativa (Fernández, 2015), la articulación de la cooperativa con el Estado y las políticas culturales (Fernández, 2018) y el desarrollo de su rama productiva (Fernández, 2022).

Actualmente La Comunitaria tiene 500 integrantes estables, más una cantidad fluctuante de personas que participan esporádicamente de los talleres y las actividades que se desarrollan en las distintas sedes. En la provincia de La Pampa, la organización desarrolla proyectos en Santa Rosa, General Pico, Realicó, Victorica y Santa Isabel. Si bien la cooperativa tuvo un crecimiento continuo desde su surgimiento, el mismo ha sido exponencial durante los últimos seis años debido a dos procesos centrales: un desplazamiento de objetivos, por un lado y una ampliación de estrategias de negociación y ámbitos de intervención, por el otro. En cuanto al primero, La Comunitaria se constituyó como cooperativa en 2011 para gestionar los fondos de la organización del IX Encuentro Nacional de Teatro Comunitario que se realizó en el partido de Rivadavia (Provincia de Buenos Aires). En ese momento la organización contaba con cinco años de trabajo territorial en seis pueblos de la provincia, orientado a la actividad cultural y al desarrollo de productivos de herrería, textiles, carpintería, etc. instalados gracias a la victoria de los presupuestos participativos locales[9]. Así, la primera denominación de la cooperativa en el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) se circunscribió a Servicios Culturales.

En 2017 La Comunitaria comenzó a articular con el Movimiento de Trabajadores Excluidos[10] en su rama Rural (MTE Rural) y la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP)[11] y reorientó sus acciones para combatir las desigualdades en el acceso al alimento, el desempleo, la precarización laboral y la emigración de los jóvenes, sin descuidar las actividades artísticas. En ese marco gestionó la obtención de Salarios Sociales Complementarios (SSC- luego llamados Potenciar Trabajo y actualmente transformado en dos programas: Volver al Trabajo y Acompañamiento Social)[12] —brindados a través de la Ley de Emergencia Pública Nº 27200 promulgada por el entonces presidente Mauricio Macri— para sostener el pago de los capacitadores de los talleres productivos en los pueblos bonaerenses de González Moreno, América y Fortín Olavarría.

En septiembre de 2022 un grupo de organizaciones se desprendieron del MTE y conformaron un nuevo espacio gremial llamado Federación Rural para la producción y el arraigo (de ahora en más Federación Rural), del cual comenzó a formar parte La Comunitaria. Simultáneamente la organización amplió sus áreas de interés y pasó a llamarse “Cooperativa La Comunitaria de Rivadavia de Provisión de Bienes y Servicios Culturales, Sociales, Agropecuarios, Forestales, de Consumo y Vivienda Limitada” (Matrícula Nº46373). El cambio de matrícula incorpora a la Comunitaria en el “mapa industrial” y permite hablar de un salto cuantitativo y cualitativo de la intervención en el territorio, en donde se fusionan los frentes de acción: productivo, cultural y social. Aquí entra en juego el segundo proceso: la ampliación de estrategias de negociación y ámbitos de intervención, que se evidencia en una mayor articulación de La Comunitaria con el campo político y gremial, generando la posibilidad de intervenir “desde adentro” de la administración pública y de/ con los gremios, aunque La Comunitaria constituyó desde su inicio un semillero de referentes políticos (Fernández, 2015).

En las sedes pampeanas, los/las referentes de la organización son M., principal impulsor de los proyectos productivos de La Comunitaria y C., quien se desempeñó hasta fines del 2023 como Coordinador de la delegación Oeste de la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena (que luego se convirtió en el Instituto Nacional de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena -INAFCI- y recientemente cerrado por la gestión de Javier Milei). Por otro lado, A. es una productora del oeste pampeano que comenzó a formarse dentro de la Comunitaria, fue presidenta de la Cooperativa Agropecuaria Regional y actualmente coordina la comercialización del maíz en Santa Isabel. El reconocimiento de estas trayectorias evidencia la transformación de la cooperativa en un espacio de construcción política y militante transversal a distintas fuerzas políticas, que genera diálogos y tiende puentes con gestiones nacionales, provinciales y locales.

El desembarco de La Comunitaria en el oeste pampeano fue a través del teatro comunitario: los referentes de la organización viajaron al oeste pampeano para conocer las problemáticas de las comunidades, entre las que se encontraba la escasez de agua. En articulación con la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa y a través de un proceso de creación colectiva, en el año 2015 se estrenó la obra “Atuel, sed que crece”. Luego de ese primer acercamiento, pasaron dos años en los cuales La Comunitaria no pudo sostener el vínculo con Santa Isabel por las distancias y volvió en el 2017 luego de su articulación con el MTE y la posibilidad de constituir un espacio de participación a través de los SSC. C. recuerda que:

Gustó mucho, fue una novedad, porque el Estado tiene una deuda social muy importante con el puestero en el oeste pampeano. Por primera vez tenían acceso a algo que reconociera su trabajo como sector, sobre todo tener un ingreso estable mensual que les garantizaba la compra de alimento balanceado o algo de mercadería en el pueblo, porque el grueso de sus ingresos es a partir del intercambio de animales: efectivo tienen poco. Les dio más liquidez, tener una caja de ahorro, bancarizarse. (C., 39 años, entrevista personal, mayo 2023).

García (2021) señala que se conformó un primer grupo de 70 personas nucleadas en La Comunitaria con sede en General Pico, donde se promovieron espacios y talleres artísticos, un merendero y la cría de aves. Luego se creó una cooperativa local llamada Cooperativa de Trabajo Agropecuaria Regional Ltda., a través de la cual comenzaron a gestionarse recursos para los/as productores/as.

El circuito alternativo del maíz

La acción concreta de La Comunitaria en Santa Isabel implicó la instalación de un galpón de acopio de cereales y fabricación de alimento balanceado para animales y la creación de un nuevo circuito de comercialización del maíz. En la siguiente figura se visualiza la ubicación de la planta.

Figura Nº1. Ubicación geográfica de La Cooperativa en Santa Isabel C:\Users\Cla\Downloads\IMG-20240313-WA0033 (1).jpg

Fuente: elaboración propia.

La planta cuenta con maquinarias propias de procesamiento y empaquetamiento, además de un camión para el traslado de los granos que es mixto, por lo que permite trasladar también animales en pie. La organización proyecta llevar los animales en ese camión al frigorífico, donde se contrataría el servicio de fasón, para obtener reses embolsadas (que se trasladarían con el otro camión -de frío- que compró la cooperativa) para su comercialización. Este último eslabón aún no se pudo lograr por la fuerte sequía que redujo las majadas e impidió la venta conjunta de chivitos y chivas.

La creación de un circuito alternativo del maíz tuvo como objetivo acercar a los productores de chivas del oeste pampeano un alimento más barato y de calidad para sus animales, ya que los mismos terminan comprando un maíz de mala calidad, un 40 por ciento más caro a otros intermediarios. Entendemos que los Circuitos Alimentarios Alternativos (CAA) aluden a las experiencias que se han denominado como “circuitos o cadenas cortas de comercialización” o “Redes Alimentarias Alternativas” (Cattaneo, 2023). Estos dos conceptos se posicionan contra las redes globales de abastecimiento alimentario y las modalidades convencionales de producción y distribución de alimentos. Si bien no podemos afirmar aun, que el circuito del maíz que estudiamos se consolidó como un CAA, creemos que podemos ubicarlo como una experiencia orientada en ese sentido, en tanto su caso reúne una serie de cuestiones que Cattaneo (2023) identifica en los CAA como temáticas que los constituyen, le otorgan complejidad a su trama y además son eje de apoyo para los criterios que sostienen las políticas públicas del sector. Estas cuestiones refieren a un ámbito territorial, específicamente su dimensión local; un ámbito de los alimentos y sus mercados, y un ámbito de la población vulnerable como usual destinataria.

En el caso de La Comunitaria, el circuito comprende los siguientes eslabones: La Comunitaria compra el maíz a los productores del pueblo de Sansinena (oeste, provincia de Buenos Aires), se traslada con el camión propio a la planta Santa Isabel, (oeste, Provincia La Pampa), se embolsa (aprox. 40 mil kilos) y se vende a los pequeños productores locales: unas 50 familias asociadas (que forman parte de la organización) y 15 familias satélites (que pertenecen a la organización) que viven cerca de las localidades de La Humada, 25 de Mayo, Algarrobo del Águila, Paso de los Algarrobos (paraje), Limay Mahuida, Emilio Mitre y Puelén. A su vez, en la planta el maíz es ofrecido para la venta un 40 % más barato de lo que lo venden otros intermediarios, es fresco, de buena calidad y se puede pagar en cuotas. La Comunitaria aporta un valor agregado al trabajo embolsando el maíz con máquinas y agregándole vitaminas para que sea más completo. Según los testimonios muchas veces las bolsas compradas a los intermediarios están llenas de gorgojos o el maíz está ardido, por lo que las chivas ni los caballos lo comen.

En línea con lo anterior, durante el 2023:

La sequía obligó a la suplementación [y la] venta cooperativa de maíz en grano entero y partido para cabras débiles o viejas colaboró a mantener el número de animales. El acceso a alimento y precio justo permitió suplementar bajo encierro y, además, incorporar animales de corral, tales como patos, gansos, gallinas. La organización vinculada al movimiento también sumó, en la última parición, la atención sanitaria específica para los rodeos en estos contextos territoriales (Domínguez y García, 2023, p.30).

Este circuito interviene favorablemente en las condiciones de vida de los/las puesteros/as porque además de acceder a un maíz de calidad y menor precio, quienes integran la organización participan del movimiento gremial, un espacio donde pueden elaborar nuevas estrategias como sector y acceder a los programas estatales, los que son actualmente percibidos como beneficios exclusivos para medianos y grandes productores. A esto se le suma que “si bien existen aportes devenidos de la Ley Caprina (N° 26141) y Ley Ovina (N°25422), estos no tienen impacto por el recortado financiamiento y por la inexistente adhesión de una de las leyes que aún debe cumplimentarse” (Domínguez y García, 2023, p. 26).

Figura Nº 2. Mujeres trabajando en la planta de alimento balanceado de Santa Isabel

Fuente: Imagen obtenida de las redes sociales de La Comunitaria Sede Santa Isabel.

Si pensamos al circuito alternativo del maíz como proyecto de desarrollo local (Alburquerque, 2001) advertimos que el mismo revierte ciertos parámetros conceptuales que, desde los estudios académicos, definieron este tipo de proyectos. En principio, no está impulsado por un gobierno local, sino por una organización social, por lo que no encontramos una preeminencia del Estado o de empresas, sino que vemos un desplazamiento de las responsabilidades tradicionalmente estatales hacia La Comunitaria. Así, relativizamos el protagonismo estatal para centrarnos en una articulación de actores (Manzanal, 2017) donde se destaca la economía popular (Altschuler, 2008). Alburquerque (2001) presenta como parte del “espíritu” del desarrollo local la mentalidad alejada del subsidio y una mirada “integrada” en la cual se incorporan acciones desde las diversas áreas (económica, cultural, social, etc.). Esto alude a la búsqueda de una autonomía productiva que, si bien necesitará de una articulación de actores, no depende exclusivamente de ninguno de ellos. Sobre la visión integrada, señalamos que La Comunitaria establece diálogos permanentes con funcionarios a partir de la mediación de la Federación Rural y de otros agentes, en una construcción de poder “desde abajo”, a través del asociativismo, pero con estrategias de acceso a recursos estatales y en vinculación con actores internacionales.

En el oeste pampeano la Cooperativa articulaba con la Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena, a partir de la cual se obtuvieron los fondos de los programas PISEAR[13] y PROTAAL[14], y las ayudas obtenidas por el Potenciar trabajo para quienes integran la cooperativa. Los primeros dos responden a demandas de asistencia técnica y financiera, se destinaron a la instalación de la planta de alimento balanceado y a la compra de dos camiones: uno para transporte de granos y otro camión frigorífico. Por otro lado, la organización participa de intercambios que se generan a través del INAES y/o la Federación Rural, como por ejemplo el Primer Seminario Internacional de Cooperativismo Productivo en Quito (2023), donde asistió como representante C., o la primera Misión de Cooperación Chino Argentina para la promoción del comercio e intercambio con el sector cooperativo y mutual, realizada en Taquian (China), en 2023, a la cual asistió M. Estos encuentros promueven vínculos con otras cooperativas, empresas, organizaciones sociales y culturales de todo el mundo y fortalecen el perfil productivo de La Comunitaria. Por ejemplo, luego de la visita a China, una delegación de la empresa Gondwana Foods Co. Ltda. (Shangai), que se dedica al comercio de carnes y alimentos, visitó las instalaciones de la Planta Láctea de La Federación Rural y la Cooperativa Apícola Patagonia en General Pico. Si bien no han cuantificado ni sistematizado estas instancias, registramos intercambios formativos entre La Comunitaria y el Movimiento Sin Tierra de Brasil, el Movimientos Alba - plataforma de 400 organizaciones populares de 25 países-, capacitaciones para los/as integrantes en la Escuela Nacional de Agroecología, entre otros. Como afirma Altschuler (2008), “los procesos de economía social y desarrollo territorial requieren mayores esfuerzos de capacitación, aprendizajes colectivos, trabajo en red, acompañamiento institucional y regulación” (p.9). Los modos de construir poder de La Comunitaria se manifiestan con más claridad desde que comenzó la actividad industrial, el afianzamiento de la acción gremial y la articulación con referentes de partidos políticos. A su vez, la organización creó redes de confianza alternativas al mercado (Madoery, 2001) con sectores que son vistos con desconfianza desde el Estado nacional.

La investigación realizada señala que La Comunitaria genera estrategias diferenciadoras en la construcción de poder. Una de ellas es la defensa del perfil rural de las organizaciones dentro del campo de la economía popular. La Comunitaria participó activamente de los debates previos a la conformación de la Federación Rural[15], defendiendo su perfil rural, el cual entraba en tensión con las visiones predominantes del MTE:

Nosotros necesitábamos poder dialogar con otro sectores que no son los más marginales de campo, que tienen cierta capitalización, que no es el campesino más bajo de la estructura social pero que tampoco está teniendo acceso al crédito y no es representado por las entidades gremiales vinculadas al campo, que no tiene un lugar en la Mesa de enlace[16], no se sienten escuchados por lo que antes podía ser la Federación Agraria, entonces vimos ahí la posibilidad de armar una nueva herramienta gremial que también pudiera contener a todo ese espacio y nuclear a las cooperativas que se fueron conformando, inicialmente en el MTE rural y ahora en la Federación Rural (C., 39 años, entrevista personal, mayo 2023).

En las estrategias de la Cooperativa convergen la defensa de un perfil identitario rural, una lectura aguda de la dinámica económica y de las desigualdades en el circuito de producción, y la importancia de generar espacios de participación para el sector. Allí observamos una segunda estrategia: su capacidad de articulación política y el aprovechamiento de las coyunturas, que se evidencia en el acercamiento de la cooperativa al MTE en el 2017 y en la articulación con el Frente de todos que, como afirma Logiudice (2023) desde el 2019 fue el partido que dio lugar con mayor fuerza a la institucionalización de las políticas públicas vinculadas a la economía popular. Como parte de este proceso la autora señala la incorporación de referentes de la economía popular a las áreas afines dentro de las gestiones gubernamentales, el establecimiento del Registro Nacional de los Trabajadores de la Economía Popular (RENATEP) y el traspaso del INAES del Ministerio de Desarrollo Social al Ministerio de Desarrollo Productivo[17], con mayor presencia territorial en municipios. Estos espacios fueron aprovechados por La Comunitaria: C. asumió como Coordinador de la delegación Oeste de entonces Secretaría de Agricultura Familiar, Campesina e Indígena; la reorientación del INAES que promovió un crecimiento exponencial de cooperativas en el territorio nacional y la vinculación de La Comunitaria con el organismo permitió la participación de M. en acciones que fortalecieron la presencia territorial autónoma de la organización.

Otra de las estrategias de La Comunitaria es la creación de institucionalidad a través de diversas herramientas, como las cooperativas. Esta tradición cooperativista nació en 2011 cuando el grupo de teatro se transformó en La Comunitaria (antes era Teatro Comunitario de Rivadavia), continuó con la creación de la Asociación Civil CEPRODES -a través de la cual se gestionaron los subsidios para la instalación de la planta láctea en General Pico- y de la Cooperativa Regional. Si bien los objetivos que se persiguieron en cada ocasión fueron específicos, en todos los casos habilitaron la gestión de recursos, la articulación política y gremial.

La disputa por el espacio físico constituye otro rasgo clave del proyecto político: comenzó con la apropiación de espacios públicos abandonados por parte de los grupos de teatro comunitario -como vías y estaciones de trenes de los pueblos rurales-; continuó con la instalación de los talleres de oficio en el partido de Rivadavia -donde surgieron conflictos con el Municipio (Fernández, 2015)- y luego con el Municipio de Santa Isabel por el terreno donde se instaló la planta. El crecimiento de un proyecto de desarrollo local implica necesariamente un anclaje territorial porque el desarrollo endógeno está estrechamente vinculado con las capacidades relacionales y de cultura locales (Madoery, 2001). Este anclaje demanda la participación de referentes que sostengan la regularidad de las actividades, el trabajo y la vinculación con la comunidad, por lo cual desde la cooperativa se impulsan procesos de capacitación para crear perfiles de liderazgo locales, se construyen articulaciones con otras instituciones y con los municipios.

Las instancias de formación dentro de la Cooperativa son, al decir de M. “tanto políticas como técnicas”. Las referentes de Santa Isabel asisten a los encuentros, plenarios y asambleas de la Federación Rural y la Comunitaria, pero también a cursos sobre la cría de animales, la producción agrícola y ganadera. Así lo relata A.:

Yo hice hasta noveno grado, después tuve a mi nene y me vine a vivir al campo como había vivido toda la vida. Siempre pensé que estaba grande para seguir estudiando y que tenía que trabajar. Hice una capacitación para Técnico Administrativo Agropecuario del Municipio y con La Comunitaria empecé a viajar y todo eso. Después me invitaron a una capacitación sobre equinos y terminé la Licenciatura. También hice una formación en agroecología en La Plata. El movimiento me ayudó un montón, porque entre que no tengo plata o no me animaba a las carreras… (A., 36 años, entrevista virtual, 2021).

La Comunitaria disputa también el campo normativo cuando gestiona su acceso a las políticas públicas en el pedido de subsidios:

Acá el Estado no espera que el campesino apueste a algo que le permita superar esa producción de subsistencia y que pueda hacer otra cosa, tener una planta de alimento balanceado o transporte propio (…) Hagamos sustentable todo el sistema, no exijamos a los más pobres que además tengan que hacer el esfuerzo para la alimentación de sus animales, sino seguimos reproduciendo esa inequidad. (C, 39 años, entrevista personal, mayo 2023).

La Comunitaria cuestiona los criterios implícitos de meritocracia, distribución, productividad y eficacia que sustentan algunos programas y convocatorias públicas, cierto “sentido común” efectista que, a través de dispositivos administrativos y normativos construye parámetros de “lo posible” respecto a la participación y/o aprovechamiento de las políticas públicas para el sector, determinando quiénes pueden aplicar a las ayudas, para qué actividades, con qué límites, etc. Además, se orienta hacia una capitalización continúa avanzando en proyectos cada vez más ambiciosos que implican la movilización de recursos costosos para sectores usualmente marginados del sistema económico capitalista. Esta fortaleza se sostiene por el desafío constante al statu quo que establecen las políticas públicas, pero también porque la Cooperativa cuenta con referentes formados académica y políticamente, con conocimiento técnico para elaborar proyectos, llenar formularios y cumplir con los requerimientos formales de este tipo de gestiones. En ese marco, la instalación de la planta es una experiencia exitosa a nivel productivo, que tiene múltiples impactos materiales y simbólicos en la vida económica y social de la comunidad local: en un departamento de menos de 3000 habitantes, 50 personas cabeza de familia acceden al Potenciar Trabajo, más otros 30 que están vinculados porque son familiares que decidieron asociarse a la Cooperativa.

En Santa Isabel nos vienen a comprar desde la Municipalidad y de otras localidades cercanas, de los corralones que tenían el monopolio del maíz, porque no tienen en esta época y con eso están manteniendo las majadas (C, 39 años, entrevista personal, mayo 2023).

En relación a la dimensión económica del circuito, cada compra mensual de maíz es de aproximadamente 30 toneladas y suele tener una duración de 2 o 3 meses. Las bolsas de 30 kg son vendidas a los socios de la cooperativa a 2300[18] pesos y a 2800 para no socios, mientras las de 40 kg se venden a 2800 pesos a los primeros y 3500 a los segundos. La compra del camión para el traslado de granos fue clave para poder generar el circuito, pero a la vez se convirtió en un bien de producción propio pasible de ser ofrecido como servicio y así generar capital para su propio mantenimiento. El excedente que se obtiene de la venta de bolsas  generalmente se reinvierte para lograr mayor capitalización[19]; se espera en un corto tiempo contar con ingresos provenientes de la contratación del camión de frío, que actualmente se está utilizando para el traslado de leche y queso de la Planta Láctea que La Comunitaria instaló en General Pico.  

 Las experiencias de la participación

La zona que analizamos se caracteriza por un escaso nivel de asociativismo e institucionalidad y poca organización de los puesteros/as (Ministerio de Desarrollo, 2022). En Santa Isabel encontramos muy pocas experiencias de movilización colectiva en la actualidad, con excepción del Mercado Artesanal y proyectos cooperativos como “Fuerza de mujer”[20] y nuestro caso de estudio. Sabemos que la participación de los actores locales es fundamental para sostener la permanencia de un proyecto de desarrollo local, sin embargo, como afirman Quispe Fernández, Ayaviri Nina y Maldonado Vargas (2018), los procesos participativos en el área rural difieren notablemente de los urbanos. Además, la cooperación y el asociacionismo frecuentemente tienen carácter ocasional y esto comporta un problema en las estrategias de desarrollo local (Madoery, 2001).  Las siguientes figuras muestran el porcentaje de participación por localidad y con la distinción de varones y mujeres.

Figura Nº 3: Participación por localidad en la Cooperativa Regional Ltda. 

Gráfico

Fuente: elaboración propia a partir de registros proporcionadas por la Cooperativa.

Figura Nº 4: Participación de varones y mujeres en la Cooperativa Agropecuaria Regional Ltda.

Fuente: elaboración propia a partir de registros proporcionados por la Cooperativa.

En nuestra visita a la planta identificamos un equipo de 5-6 personas (de las cuales 4 son mujeres) que se encargan de recibir el grano, embolsarlo, ordenarlo y venderlo. Las máquinas de embolse aceleran los tiempos de empaquetamiento y de agregado nutricional al maíz. La figura Nº 3 muestra que la localidad con mayor porcentaje de participación es Santa Isabel, mientras que la Figura Nº4 evidencia que el 57.8 % de esas personas son varones y el 42.2 %, mujeres. Este último dato llama la atención porque en nuestra observación vimos que las mujeres son quienes llevan adelante el trabajo cotidiano, asumiendo las tareas de mayor responsabilidad. Algunas hipótesis a corroborar podrían ser que, considerando los roles que tradicionalmente se asumen en las relaciones familiares/domésticas y como “jefes/as de hogar” en relación con la institucionalidad en contextos rurales (Fernández, 2023), los varones podrían inscribirse en los registros como cabezas de familia porque correspondería a la distribución de poderes y funciones dentro del hogar. Además, el hombre suele buscar “la changa” afuera y la mujer se ocupa de lo doméstico y del trabajo “en el pueblo”. Esto responde también a la ubicación de los lugares de trabajo, que para los/as puesteros/as generalmente se distribuye entre el puesto (en el campo) y el pueblo. Las mujeres que hoy se encuentran coordinando la tarea de venta accedieron a instancias de formación y relaciones laborales que no proyectaban dentro de sus estructuras familiares y domésticas. Allí vemos que se conjugan la mutación del sentido del trabajo (que se amplió y diversificó), de su rol dentro de los espacios privados y públicos y de la participación ciudadana[21]. Uno de los referentes de la Cooperativa afirmó que la presencia de mujeres es muy fuerte porque son las que sostienen, tienen más regularidad y eso permite frenar los altibajos: “Si bien los Potenciar están un 50 % entre varones y mujeres, después en el trabajo cotidiano las mujeres son dominantes, un 70 -30 o 80-20, son las mujeres las que arrean” (C. 39 años, entrevista personal, mayo 2023).

Los testimonios de las personas que trabajan en la planta de alimento balanceado presentan coincidencias respecto a las percepciones sobre el espacio de la cooperativa y lo que les ha brindado a nivel personal: C. (53 años) afirma “me sirvió conocer gente que viene de afuera, atenderla”, para S. (50 años): “cuando la provincia y la municipalidad no tienen ayuda sabemos que La Comunitaria siempre está y no discriminan a nadie”. R. (65 años) comenta que “creo que es bárbaro por la ayuda que hemos recibido, a veces mercadería, acá cualquier ayuda que recibas, ya te digo, por la forma que sea, es bastante”. C. (33 años) afirma que “participar a mí me abrió más la mente. Acá nosotros conocíamos Santa Isabel, Algarrobo del Águila, la Humada, nada más. Cuando empezás a conocer, viajar, pensás bueno, no es tan complicado salir” y para D. (40 años): “es una experiencia y aprendés más de cada día de lo que vos no sabías”.

Los testimonios de integrantes evidencian una permanencia (3 o 4 años) y percepciones similares en cuanto a la participación: adquisición de conocimientos técnicos referidos al maíz y la huerta, apertura hacia nuevos espacios de sociabilidad y temas de interés, y la posibilidad de acceder a otro ingreso. Los referentes afirman que la participación es muy heterogénea en Santa Isabel, en tanto hay personas que sólo se acercan con el fin de recibir el Potenciar y brindan una contraprestación cuando se les solicita, otras que forman parte por los beneficios que adquieren y otras (pocas) que se comprometen con actividades de coordinación y manejo de insumos. Por otro lado, advierten que progresivamente los/las participantes encuentran en la cooperativa un espacio de circulación de información, de ayuda en la gestión administrativa de programas estatales, de capacitación y crecimiento personal. Identificamos también algunas problemáticas y/o desafíos para el sostenimiento del proyecto:

- En la participación -con la excepción de las personas que desempeñan roles de coordinación- existe un sesgo instrumental vinculado a la obtención de beneficios, sobre el cual es necesario indagar con mayor profundidad. Sostenemos la hipótesis de que este sesgo se debe, principalmente, a las inhóspitas condiciones de vida y la necesidad de supervivencia. Factores como el desgaste y el cansancio pueden impactar en la regularidad de la participación, tanto en integrantes periféricos como en la coordinación. Observamos conflictos internos que deslegitiman la representación de algunas referentes locales, a partir de la circulación de rumores sobre favoritismos y uso personal de recursos, que impactan negativamente en la organización. Una posible estrategia para actuar sobre estas dificultades podría ser el fortalecimiento del sentido de pertenencia de los/as integrantes locales, a partir de acciones que apelen al mundo simbólico (festividades, aniversarios, tradiciones locales) y generen mayor adscripción identitaria en territorio, ya que la apelación una historia y memoria compartida a través de acciones culturales (como el teatro comunitario) fortalece el sentido de lo colectivo.  

-Es necesario reforzar los mecanismos administrativos y la sistematización de información contable, porque la precariedad de los mismos impide hacer una evaluación integral del proceso, la revisión de ganancias, pérdidas y la formulación de nuevas estrategias para optimizar la producción y generar circuitos productivos más rentables para la organización. Complementariamente se deben fortalecer los liderazgos locales y registrar las tareas asignadas. Como afirma Madoery (2001): “la actividad política, entendida como la generación de compromisos explícitos, de liderazgos asumidos y estrategias claras, es la base para el éxito de iniciativas que apunten a dinamizar los factores que determinan los procesos de crecimiento económico” (p.23-24). Sería deseable avanzar en la capacitación técnica de las coordinadoras, la incorporación de equipamientos (computadoras, impresoras, etc.) y formación para su uso.

- La distancia entre las sedes es un factor problemático porque los referentes del “núcleo duro” de La Comunitaria no residen en Santa Isabel, lo que dificulta la realización de actividades gremiales, culturales y de capacitación locales. A su vez, muchos/as integrantes viven en los puestos y no cuentan con movilidad para trasladarse al pueblo, por lo que las grandes distancias y la falta de recursos también impactan en la dinámica organizativa de la cooperativa.

- Por último, señalamos la importancia de adquirir mayor autonomía de las ayudas sociales del Estado y que el productivo genere un excedente suficiente como para crear puestos laborales en el circuito. Al decir de Hopp (2017), pensar estos circuitos de economía social no como una estrategia de atención a sectores vulnerables, sino como un subsistema solidario articulado territorial e intersectorialmente.

Reflexiones finales

 

En este trabajo analizamos el circuito productivo alternativo del maíz y la instalación de la planta de alimento balanceado de La Comunitaria en Santa Isabel, para comprender cuáles fueron los marcos que posibilitaron la realización de este proyecto, los grados de intervención alcanzados en territorio, sus debilidades y fortalezas. El análisis muestra que el proyecto promovió un mejoramiento de la calidad de vida de las personas, creó un espacio político-gremial inédito en la zona, capitalizó e institucionalizó -aunque más no sea a baja escala- al sector social más vulnerable (puesteros/as), posibilitó su acceso a beneficios estatales y logró incidir en los circuitos de la economía popular local.

La Comunitaria generó estructura y organización a partir del contacto con el territorio, la identificación de necesidades y la búsqueda de soluciones que, muchas veces tildadas de “asistencialistas”, lograron paliar situaciones de precariedad urgentes y establecer posibilidades de acceso al trabajo. Por otro lado, la experiencia desafió las concepciones predominantes de la bibliografía académica sobre los proyectos de desarrollo local en donde, si bien se enfatiza la participación de diversos actores, se le da centralidad al Estado.

En este caso, el Estado estuvo siempre presente pero no fue el actor que motorizó el proyecto, cuyos marcos de posibilidad se explican por la trayectoria La Comunitaria, su capacidad de articulación con organizaciones gremiales y partidos políticos a partir de un perfil propio, eminentemente rural, que lo distingue de otras organizaciones y le permite disputar recursos con una estructura autónoma. La organización cuenta, además, con militantes de gran experiencia política, gremial y académica necesarias para la gestión y la negociación. La capacidad para leer las coyunturas se complementa con la creación de institucionalidad a través de nuevos instrumentos (como cooperativas o asociaciones civiles). La construcción de poder propone una disputa multidimensional por el espacio físico, por la capitalización económica, la normativa y la construcción simbólica. El trabajo territorial comienza con la disputa simbólica, el acercamiento a la vida cotidiana, la cultura y las problemáticas de la comunidad local, donde destacamos la articulación con la Universidad de La Pampa como actor clave para la realización de la obra de teatro comunitario “Atuel, sed que crece”. Este rasgo de La Comunitaria la distingue de otras organizaciones meramente gremiales, porque la acción cultural opera sobre la pertenencia identitaria, la memoria y la cotidianidad de los pobladores a través del arte, a la vez que sienta las bases organizativas para el desarrollo de proyectos posteriores. En Santa Isabel luego de la obra teatral no se mantuvieron las actividades culturales (como en otras sedes), lo que puede debilitar la adscripción simbólica-identitaria y fortalecer la económica-instrumental. Con esto no queremos decir que no haya una dimensión simbólica en el vínculo económico, pero la experiencia analizada muestra que para el sostenimiento político-organizativo y gremial es necesario un sentido de pertenencia que exceda el beneficio económico.

El anclaje territorial en un espacio propio permite negociar con otras instituciones y poderes locales, mientras que la capacitación de referentes habilita saberes técnicos, mayor capital social y cultural que se traducen en instancias de intercambio, nuevos modos de ejercer los derechos ciudadanos y el acceso a recursos estatales. En cuanto a la participación, las mujeres jóvenes asumieron roles de coordinación y administración, lo que genera también una sobrecarga de trabajo junto a las tareas domésticas y familiares.  

La organización reconoce la necesidad de capitalizarse para lograr sostenibilidad, por lo que se creó un equipo de trabajo que gestiona, controla y administra los recursos que aún necesita fortalecerse. La disputa normativa apunta a la ruptura del sentido común y los criterios instalados en las políticas públicas, en tanto La Comunitaria creó fuerza productiva rentable y proyectó nuevos circuitos de comercialización para una actividad que siempre fue de subsistencia y autoconsumo, lo cual construye un nuevo sentido de esa norma y reconfigura su potencial transformador, al reorientar recursos y destinatarios. La instalación de la planta y el circuito productivo del maíz en Santa Isabel constituyen un proyecto de desarrollo local que está dando sus primeros pasos y será necesario mantener una observación crítica y sistemática para evaluar su proyección en el tiempo, principalmente de su capacidad de autonomía, producción y sostenimiento. Comprendemos que los procesos sociales de desarrollo se producen en matrices espacio-temporales dinámicas, que los hacen únicos e irrepetibles y que responden tanto a lógicas generales como particulares (Madoery, 2001, p. 10). Sin embargo, el análisis de esta experiencia aporta elementos para analizar otros proyectos de desarrollo local rural, a partir de ejes centrales que posibilitan su emergencia -como las trayectorias, las estrategias y la participación-, desplazando la mirada desde el Estado hacia el cooperativismo.

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Notas

[1] Doctora y Magister en Cs. Soc., Lic. y Prof. en Comunicación Social. Investigadora Adjunta del CONICET. Docente en la FAHCE-UNLP. Este trabajo se enmarca en el proyecto Proyectos de Investigación bianual para investigadoras/es asistentes y adjuntas/os de reciente ingreso al CONICET (PIBAA) titulado “Del teatro al tractor. Proyectos de desarrollo local en territorios rurales de las provincias de Buenos Aires y La Pampa: evaluación participativa de resultados y análisis de replicabilidad (2019-2023).

[2] En el trabajo se explicará que La Comunitaria creó una cooperativa (Regional Ltda.) para accionar en el territorio. Sin embargo, a lo largo del artículo se hará referencia a La Comunitaria y/o Cooperativa Regional de manera indistinta.

[3] Referenciaremos a los/las entrevistados/as a partir de una letra inicial para resguardar su identidad.

[4] Utilizamos la palabra “pueblo” para distinguir la zona de los puestos del centro administrativo de la localidad de Santa Isabel. Decidimos usar ese término porque es el que utilizan los/las mismos/as puestero/as cuando se refieren a los traslados del puesto al centro administrativo (ir al pueblo para hacer compras y/o trámites).

[5] Este número hace referencia a la totalidad de habitantes del Departamento de Chalileo, en tanto desde el gobierno municipal no cuentan con el dato desagregado de la localidad. En la página web de la Dirección general de Estadística y Censos del Gobierno de La Pampa se aclara que los datos del Censo 2022 no se encuentran desagregados a nivel Ejidos.

[6] El conflicto por el Río Atuel es de larga data, y se centra la imposibilidad de entrada del caudal del Río en la Provincia de La Pampa debido al uso intensivo que se hizo en Mendoza para consolidar el oasis frutícola y vinícola de San Rafael y General Alvear, y la construcción de la represa Los Nihuiles. Langhoff et. al (2018) desarrollan con más detalle este conflicto.

[7] Las majadas son los lugares donde se recoge de noche el ganado y se albergan los campesinos

[8] Según los datos que pudimos obtener esta cooperativa se conformó pero no se encuentra funcionando.

[9] Los presupuestos participativos son modalidades de intervención ciudadana donde se delibera y se someten a votación proyectos nacidos de las comunidades locales. En Argentina comenzaron a funcionar a principios de los 2000, siendo su ejecución muy inconstante y geográficamente irregular.

[10] El Movimiento de Trabajadores Excluidos es una organización social que se conformó a fines del 2002 donde se nuclean miles de personas que fueron excluidas del mercado laboral. El MTE trabaja en el ámbito de la economía popular.

[11] La Confederación de Trabajadores de la Economía Popular se conformó dentro del MTE como un espacio de lucha por el derecho a la tierra, el techo y el trabajo.

[12] El Programa Nacional de Inclusión Socioproductiva y Desarrollo Local “Potenciar Trabajo” surgió durante la pandemia y unificó a los programas Hacemos Futuro y Salario Social Complementario en una única iniciativa. Con la gestión de Javier Milei y La Libertad Avanza, se dio de baja el Potenciar Trabajo y se reemplazó por los planes Volver al Trabajo y Acompañamiento Social, que entraron en vigencia en marzo del 2024.

[13] Proyecto de inclusión socio-económica en áreas rurales del Ministerio de Economía de la Nación.

[14] Programa de promoción, arraigo, y abastecimiento local de la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca del Ministerio de Economía de la Nación.

[15] La Federación Rural congrega más de 30.000 productores/as agropecuarios/as de 19 provincias del país.

[16] La Mesa de Enlace fue un espacio que se conformó dentro del sector de la burguesía agraria en el año 2008 con el fin de consensuar acciones de cara a las retenciones impuestas por el gobierno nacional de ese momento.

[17] A partir del cambio de gestión en diciembre de 2023, el INAES pasó a estar bajo la órbita del Ministerio de Capital Humano.

[18] Precios vigentes al mes de enero del 2024.

[19] No contamos con datos concretos respecto a las ganancias obtenidas como para evaluar la capacidad productiva del proyecto.

[20] Se trata de una cooperativa de constructoras formada por mujeres que comenzó a funcionar en el 2021 con el objetivo de brindar una solución al desempleo de mujeres jóvenes en Santa Isabel.

[21] El trabajo de García (2023) explora particularmente la participación de las mujeres en este espacio.