DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2017-2113
Cita sugerida: Shmite,S. M. (2017) Juegos Olímpicos y Territorio. Disputas y tensiones entre la emoción y la representación en Río 2016. Revista Huellas Volumen 21, Nº 2, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado a partir de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas
ARTÍCULO
Olympic Games and Territory Conflicts and tensions between emotion and representation in Rio 2016
Jogos olímpicos e território. Disputas e tensões entre a emoção e as representações em Rio 2016
Stella Maris Shmite2
Universidad Nacional de La Pampa
Resumen: Los grandes eventos deportivos (Juegos Olímpicos, Juegos Olímpicos de Invierno, Mundial de Fútbol, Formula 1 de Automovilismo, entre otros) constituyen un fenómeno propio del capitalismo y el espacio geográfico no es un escenario pasivo y contenedor de los acontecimientos deportivos. Por el contrario, juega un rol relevante en la construcción de territorios cargados de infraestructura específica, de simbolismo y de competitividad. La territorialización de los megaeventos es una expresión de los intereses políticos, económicos y culturales. Aunque su duración es efímera, tienen un impacto muy significativo a escala local, regional y global.Los países y las ciudades postuladas como sede, compiten por su elección con el propósito de obtener mayor visibilización, mejorar su infraestructura urbana, atraer flujos turísticos y en definitiva, lograr una proyección territorial a escala regional y global. En este artículo se abordan los Juegos Olímpicos de Río 2016 con la intención de analizar la impronta territorial y su proyección en el escenario global. La magia y la emoción de los deportes olímpicos no pudieron ocultar problemáticas emergentes y en este sentido, la idea es enunciar algunas de ellas y demostrar cómo el evento deportivo se convirtió en una plataforma para instalarlas en los medios de comunicación del mundo. El recorrido metodológico consistió en el análisis crítico de fuentes secundarias y la articulación con conceptos clave de la ciencia geográfica para poner en juego la impronta territorial de un megaevento como fue Rio 2016, desde la perspectiva geoeconómica y la geo estratégica, pero también la significatividad social de la vida cotidiana de diversos sujetos que pertenecen a territorios atravesados por tensiones y conflictos.
Palabras clave: Geografía; Territorio; Juegos Olímpicos; Problemáticas territoriales.
Abstract: Mega sports events (Olympic Games, Winter Olympic Games, Soccer World Cup, Formula One World Championship, among others) constitute a phenomenon proper of capitalism, and the geographical space occupied for those events is by no means a passive scenario which merely contains them. On the contrary, it plays a crucial role in the construction of territories filled with specific infrastructure, symbolism and competitiveness. The territorialization of those mega events is an expression of political, economic and cultural interests. Although their duration is ephemeral, they produce a significant impact at local, regional and global scales.Countries and cities which apply to be hosts, compete in order to obtain greater visibility, improve their urban infrastructure, attract tourism and, as a result, to obtain a territorial projection at both regional and global scales. In this article, the Olympic Games held at Rio 2016 are approached in order to analyze the territorial impact and its projection in the global scenario. The magic and emotion of the Olympic Games were not able to hide certain emerging problems, and thus, our idea is to mention some of them and show how the sports event was turned into a platform from which to place them in the world mass media. Our methodology consisted in a critical analysis of secondary sources and their articulation with key concepts of Geography to analyze the territorial impact of such a mega event as Rio 2016 from a geo-economic and geo-strategic perspective, but also to examine the social significance of the everyday life of different subjects who live in these territories amidst tensions and conflicts.
Keywords: Geography; Territory; Olympic Games; Territorial problems.
Resumo: Os grandes eventos esportivos (Jogos olímpicos, Mundial de Futebol, Formula 1 e de automobilismo, entre outros) constituem um fenómeno próprio do capitalismo e o espaço geográfico não é um cenário passivo destes acontecimentos. Longe disso, joga um papel relevante na construção do território carregado de infraestrutura específica, simbolismo e competitividade. A territorialização dos mega eventos é uma expressão dos interesses políticos, econômicos e culturais e mesmo que sua duração seja efêmero têm um impacto muito significativo a escala local, regional e global. Os países e as cidades candidatadas como sede competem por sua eleição com a finalidade de serem mais visíveis, melhorar sua infraestrutura urbana, atrair fluxos turísticos, em fim, conseguir uma projeção territorial a escala regional e global. Este trabalho refere-se aos Jogos Olímpicos de Rio 2016com a intenção de analisar a marca territorial e sua projeção no cenário global. A magia e a emoção dos esportes olímpicos não puderam ocultar as problemáticas emergentes e, neste sentido, a ideia é enunciar algumas de las e demonstrar como o evento esportivo se transformou em uma plataforma para estabelecê-las nos mídias do mundo. A metodologia incluiu a analise critica de fontes secundárias e a articulação com conceitos chaves da ciência geográfica para por em jogo a marca territorial de um mega evento como foi Rio 2016 desde a perspectiva geoeconômica e geoestratégica, mas também a significância social do cotidiano de diversos sujeitos que pertencem a territórios atravessados por tensões e conflitos.
Palavras chave: Geografia; Território; Jogos Olímpicos; Problemáticas territoriais.
A modo de introducción
Como sabemos, las relaciones internacionales se estructuran en torno a
las más variadas estrategias políticas, geopolíticas, económicas, pero
también se complementan con las competencias deportivas internacionales.
La competencia por las medallas olímpicas se intensificó en las últimas
décadas. Las iniciativas privadas y los gobiernos están dispuestos a invertir
importantes sumas de dinero en la promoción y desarrollo del deporte de
alto nivel de rendimiento para mejorar los resultados de los atletas en las
competencias. Sin embargo, no solo se trata de deportes, también está en
juego la definición de la sede del evento como una estrategia de posicionamiento
territorial a escala mundial.
Por su parte, durante el desarrollo de las diferentes actividades deportivas
emergen problemáticas propias de los territorios de origen de los atletas. En
Rio 2016 estuvieron presentes una delegación de refugiados, los que fueron
patrocinados por el Comité Olímpico Internacional (COI) con el propósito
de llamar la atención sobre la necesidad de resolver esta problemática actual.
También participó un atleta de la etnia Oromo (Etiopía) cuyo objetivo al
llegar a la meta fue denunciar la discriminación que sufre este pueblo y los
desplazamientos forzados de sus tierras ancestrales. Una medalla de oro fue
ganada por un atleta que representaba a Kosovo, un Estado reconocido por el
COI pero no por la Organización de Naciones Unidas.
Desde la perspectiva económica, aunque los Juegos Olímpicos representan
una oportunidad de negocios para empresas, patrocinadores y
medios de comunicación, no siempre es así para el país anfitrión. Basta
recordar el caso de Grecia donde la organización de los Juegos Olímpicos
de Atenas 2004, contribuyó, entre otras variables, al aumento la deuda pública,
lo que años más tarde desembocó en la grave crisis económica del
país. El escenario de Río 2016 presenta una trama compleja de múltiples
problemáticas: crisis económica, y también política, dado que coincide con
el desarrollo del juicio político a la expresidente Dilma Rousseff, con un
fuerte descontento social que se manifiesta en las calles de las principales
ciudades del país. En 2006 cuando se postuló la ciudad de Río de Janeiro,
e incluso en 2009 cuando fue elegida por el COI, el panorama era otro y se
vivió un clima de euforia y alegría en todo el país e incluso, en la región.
La expresión del entonces presidente Lula da Silva es ilustrativa: “nos lo
merecemos”. Por primera vez la sede de los Juegos Olímpicos estará en un
país de América del Sur.
La realidad cotidiana de los “días olímpicos” no pudo evitar la visibilización
de problemáticas sociales existentes en Brasil y en el mundo contemporáneo: amenaza del terrorismo, epidemia, nacionalismo, fanatismo,
corrupción, desigualdad de género, refugiados, entre otras. Desigualdades
y problemáticas sociales que la magia del evento y la emoción de los logros
deportivos no consiguieron aliviar.
Los Juegos Olímpicos son una exhibición de imágenes y desempeños
deportivos (DUEK, 2016). En este sentido, se puede afirmar que son una
representación del modo en que las imágenes y las narraciones se construyen
en torno a determinadas tramas subjetivas, intencionalidades de los
medios de comunicación y miradas o enfoques diversos sobre los hechos
deportivos y sus protagonistas.
Desde una geopolítica crítica3, en esta artículo se abordan algunos aspectos
de los Juegos Olímpicos de Río 2016 desde la significación simbólica,
geoestratégica y geoeconómica que representa la gestión y organización
de un megaevento de estas características, con el propósito de analizar
la impronta territorial, su proyección en el escenario global y visibilización
de tensiones territoriales emergentes entre la emoción y la representación
de los logros deportivos. El camino metodológico consistió en el análisis
crítico de fuentes secundarias y la articulación con conceptos clave de la
ciencia geográfica. En esta intersección analítico–conceptual se hace mención
a determinados aspectos tales como la importancia del posicionamiento
geoestratégico territorial que genera un megaevento deportivo, la emergencia
de problemáticas a escala local como la inseguridad o el riesgo de
una epidemia, las transformaciones territoriales y la demanda de elevadas
inversiones para albergar a un número cada vez mayor de atletas olímpicos.
También se mencionan dos dimensiones emergentes en Rio 2016 tales
como la tensión entre el pueblo Oromo y el Estado Etíope, y la problemática
de los refugiados4. Con la intención de presentar un calidoscopio de la realidad social de un territorio elegido para desarrollar un evento efímero,
en este artículo se enuncian las múltiples variables que interactuaron simultáneamente
en el territorio. Queda abierta la posibilidad de ampliar en
otra publicación el contexto de la crisis de Brasil y el impacto social del
desarrollo del evento deportivo, la problemática de los refugiados acogida
por el Comité Olímpico Internacional o la inseguridad internacional que
transversaliza los megaeventos deportivos, entre otros aspectos.
De acuerdo a lo expresado por Luque Gil (2012), la organización y estructura deportiva de los territorios es una variable que se tiene en cuenta en el estudio de la dinámica territorial de las prácticas deportivas. Esta variable vincula la estructura organizativa necesaria para el desarrollo de un determinado deporte con el anclaje territorial. En este sentido, Augustin, Bordeau y Ravanel (2008) en su trabajo sobre la geografía de los deportes en Francia, diferenciaron tres tipos de espacios deportivos:
• Los espacios deportivos tradicionales. Son aquellos que se desarrollan en infraestructuras urbanas o suburbanas específicas como estadios de fútbol, gimnasios, canchas de tenis, piletas de natación, entre otras.
• Los espacios deportivos urbanos. Son aquellos que se desarrollan en la planta urbana pero que ocupan espacios que originalmente están destinados a otros usos.
• Los espacios deportivos en el medio natural. Son aquellos que se realizan en espacios donde prevalece el entorno natural y son de muy diverso tipo: marítimo, fluviales, de montaña, etc.
A partir del análisis de la impronta territorial que genera la organización y desarrollo de megaeventos (Juegos Olímpicos, Juegos Olímpicos de Invierno, Mundial de Fútbol, Formula 1 de Automovilismo, entre otros), es oportuno incorporar un cuarto tipo: los espacios de grandes eventos deportivos. Están representados por infraestructuras específicas que albergan una gran cantidad de asistentes en un lapso de tiempo acotado a unos pocos días. Otra característica de este tipo de espacio es que su importancia excede la escala local y regional, y también está por encima de los límites estatales, dado que se trata de eventos de escala mundial. A modo de enclave geoestratégico, el lugar donde se desarrollan los grandes eventos deportivos constituyen un nuevo territorio de interés social, económico y geopolítico. Por esta razón, es interesante incorporarlos al análisis de la política mundial y en este sentido, en palabras de Agnew (2005; p.3),
(…) la expresión política mundial transmite una sensación de escala geográfica al margen de los Estados o localidades concretos, en la que los Estados y otros actores desarrollan una serie de actividades (diplomacia, acción militar, cooperación, actividades fiscales y monetarias, regulaciones legales, beneficencia, etc.) cuyo objetivo es ejercer poder sobre otros y aumentar el poder (político, económico y moral) de los actores concretos que las llevan a cabo.
En la misma línea de pensamiento de la denominada “geopolítica crítica”, Nogué Font y Vicente Rufí (2001; p. 62) expresan que en el análisis territorial de acciones de escala globales es posible “(…) deconstruir los discursos de poder, institucionalizarlos y, por lo tanto, construir nuevas visiones políticas de las relaciones socioespaciales”. Siguiendo con Agnew (2005; p.3), se puede afirmar que las actividades que se planifican a escala global, como el caso de los Juegos Olímpicos,
(…) responderían a una serie de supuestos geográficos más específicos acerca de dónde es mejor actuar y qué sentido tendría esa actuación. El mundo es activamente “espacializado”, dividido, etiquetado, clasificado por geógrafos políticos, otros académicos y líderes políticos en una clasificación de lugares de mayor o menor “importancia.
Este proceso de pensar el mundo, y el mundo deportivo en particular,
aporta el contexto geográfico donde las elites políticas y la sociedad en general
despliegan acciones territoriales en respuesta a sus intereses (Agnew,
2005). En un artículo focalizado en el análisis de la organización de los
Juegos Olímpicos de Invierno del año 2014, se analizó la territorialización
del poder por parte de la Federación Rusa5. La organización de este megaevento
deportivo fue una de las acciones geoestratégicas desarrolladas con el
objetivo de expresar territorialmente en la región y en el mundo, su rol como
Estado influyente en el Cáucaso Sur. El contexto de tensiones y conflictos
latentes en esa región fue el telón de este evento multideportivo internacional
que se llevó a cabo durante el mes de febrero de 2014 en la ciudad de Sochi, localizada en la costa del Mar Negro. La forma de organización y la
impronta territorial desplegada en esa oportunidad, fue una muestra de la
nueva política exterior de Rusia, ejecutada con el propósito de lograr una
adecuada adaptación al nuevo orden global. La etapa de la Guerra Fría y el
Mundo Bipolar quedó atrás, al tiempo que la consolidación de la Comunidad
de Estados Independientes (CEI), es decir, la garantía de vínculos estrechos
con el “exterior cercano”, es una batalla perdida. Rusia está construyendo
una nueva agenda geopolítica y para ello recurre tanto a acciones militares,
como la guerra en Ucrania o el apoyo a Siria, o desarrolla la búsqueda de un
posicionamiento cada vez más destacado en la economía capitalista, a partir
de la incorporación a organismos e instituciones internacionales, pero también
apuesta a la organización de eventos deportivos de interés global como
los Juegos Olímpicos de Invierno y el Campeonato de Fórmula 1, realizados
en 2014 o el Mundial de Futbol proyectado para 2018.
Hoy más que en el pasado, las estrategias geopolíticas son multidimensionales.
Se expresan territorialmente a partir de operaciones militares,
económicas, ideológicas, políticas y también, culturales. Las acciones desarrolladas
en Sochi durante 2014 demostraron que el poder puede anclarse
en el territorio mediante la organización de un gran evento deportivo en
donde participaron 88 países del mundo, y lograron enfocar las cámaras de
los medios de comunicación globales en ese territorio de la costa del Mar
Negro. En Sochi, una ciudad casi desconocida para muchos ciudadanos
del mundo, se desarrolló una jugada geoestratégica de escala global. Los
dos mega eventos deportivos desarrollados en Sochi durante 2014 (Juegos
Olímpicos de Invierno y Campeonato Mundial de Formula1), fueron
una “ventana al mundo” que permitió situar en el escenario internacional
una región que resulta estratégica para el país anfitrión. Tal como propone
Milton Santos (1996; p.257), la organización de megaeventos deportivos
es “(…) al mismo tiempo, una condición para la acción, una estructura de
control, un límite a la acción, una invitación a la acción”.
La organización de los Juegos Olímpicos representa una paradoja:
mientras la premisa fundamental es acercar a los pueblos y a las naciones,
dejando de lado las tensiones políticas y las diferencias socio-culturales, el
lugar elegido para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014 fue el Cáucaso
Sur, un territorio fragmentado y con múltiples situaciones irresueltas
de tensión política, económica, social y cultural. Pero el interés geopolítico
estuvo por encima del interés por la resolución de las tensiones y conflictos
territoriales.
En el caso de Brasil, el desarrollo de los Juegos Olímpicos Río2016
también puso en evidencia la existencia en el país anfitrión de una sociedad “(…) portadora de las más diversas demandas, que lograron hacer de
la aventura olímpica un territorio donde se atenuara un poco la antorcha de
los estados [de Brasil] y se dibujaran fuegos más populares, de seres que
son los destinatarios directos de sus economías y especulaciones” (Varela,
2016; p. 13). El fantasma del narcotráfico, la inseguridad y la epidemia
del Zica, estuvieron presentes, al tiempo que los movimientos sociales
pretendían captar las cámaras internacionales para visibilizar las problemáticas
socioeconómicas y políticas locales y, de este modo, mostrarlas
al mundo.
El Comité Olímpico Internacional (COI) decidió en 2009 que la sede
sería Río de Janeiro, ciudad que ganó la pulseada entre Tokio, Chicago y
Madrid. Es de destacar que es la primera vez que los Juegos Olímpicos se
desarrollan en América del Sur. Y Brasil trabajó para lograr convertirse en
sede durante los años previos. Sin embargo, el Brasil de entonces no es el
mismo de ahora. La crisis política y económica domina la escena nacional
en 2016. Más allá de los problemas internos, hay variables externas de
importancia como la amenaza de atentados terroristas. Desde el atentado
de Atlanta 96 se aumentó progresivamente el blindaje policial y militar
durante el desarrollo del evento deportivo. Si bien hace 20 años que no se
produce un atentado terrorista en los Juegos Olímpicos, el escenario actual
estuvo marcado por la amenaza concreta del Estado Islámico y los incidentes
de inseguridad local. Este contexto llevó a organizar un amplio dispositivo
de seguridad que ocupó unos 70.000 efectivos y significó acondicionar
un edificio de varias plantas destinado exclusivamente para los servicios
de inteligencia de distintos países del mundo. De acuerdo a los informes
de prensa, la ciudad de Río estuvo blindada y segura durante los 18 días
de competencias olímpicas, y particularmente en las áreas de residencia
y desarrollo de las competencias. Esto expresa un fuerte contraste con la
ciudad habitual y cotidiana donde el narcotráfico domina en las favelas y la
inseguridad se extiende en los distintos barrios y en las playas.
En relación con las infraestructuras específicas, en la Figura 1 se puede
observar las cuatro áreas de la ciudad destinadas al desarrollo de diversas
competencias (Deodoro, Maracaná, Copacabana y Barra de Tijuca) y las
infraestructuras de comunicación y transporte (autopistas, red de subterráneos,
aeropuertos, entre otros) necesarias para facilitar la movilidad de los
atletas y del público.
Figura 1. Río de Janeiro: lugares de desarrollo de las competencias olímpicas
Fuente:http://www.vitruvius.com.br/revistas/read/projetos/10.109/3563.
Preparar la ciudad para albergar este megaevento implicó transformaciones
territoriales que demandaron importantes inversiones económicas.
Cada vez con mayor intensidad la sede olímpica es una oportunidad
de negocios y forma parte de la lógica económica del capitalismo.
Cuanta más infraestructura hay que construir, más posibilidades de ser
sede tendrá la ciudad candidata. Esto ocurrió en Pekín 2008 y también
en Río2016. Rio de Janeiro empezó prácticamente de cero en construcciones
específicas que fueron en parte terminadas para el Mundial de
Fútbol de 2014 y continuaron contra reloj hasta la apertura de los Juegos
Olímpicos. Con estas inversiones en Río de Janeiro, Brasil se incorporó
a la dinámica económica de los megaeventos deportivos, una variable
más del actual mundo globalizado, y un sello de los países emergentes
del Grupo BRICS.
En relación con el número de atletas, si comparamos los Juegos Olímpicos
desde el año 2000, vemos en la Figura 2 que en 2016 participaron
11.591, el evento con mayor número de deportistas de la serie comparada,
y de la historia de los Juegos Olímpicos.
Figura 2. Juegos Olímpicos 2000 - 2016: sedes, países y número de atletas
Fuente: elaboración propia en base a datos del Comité Olímpico Internacional.
Es interesante pensar el impacto territorial que el número de personas
visitantes tiene en el territorio donde se organizan las actividades
olímpicas y en todas las actividades necesarias para el funcionamiento
de la vida cotidiana durante el desarrollo del evento. Al número de atletas
hay que sumarle los jueces, los entrenadores, los equipos técnicos
y los acompañantes, con lo cual la cantidad de personas directamente
vinculadas al evento deportivo está en el orden de entre 20.000 y 30.000
personas. No solo es necesario organizar la infraestructura de transporte,
también se requiere la gestión de servicios para cubrir la demanda
alojamiento y alimentación, y todo esto funcionará a pleno solo durante
unos veinte días.
La planificación urbanística, la ejecución de obras, la organización de la
comunicación y las estrategias de mercado se vuelven cada vez más complejas
y también, más costosas. En este sentido geoeconomía y geoestrategia
se articulan en la organización de los Juegos Olímpicos y hacen que
cada cuatro años la cita deportiva despierte mayor interés, no solo desde
la perspectiva de los deportes, sino también desde las relaciones de poder
expresadas en el territorio. En palabras de Wallerstein:
(…) los gastos nacionales de los preparativos olímpicos se han incrementado de manera constante. Ganar la elección de la sede de los Juegos Olímpicos como ganar los juegos mismos se volvió el objetivo más importante para los gobiernos. La geopolítica nunca ha estado ausente de los juegos (Wallerstein, 2009; p. 1).
Debido a su proyección mundial, los Juegos Olímpicos siempre fueron utilizados para expresar problemáticas territoriales y Río 2016 no fue una excepción. Entre diversas situaciones posibles de identificar, en este apartado se seleccionaron dos de ellas. Una es la situación de represión y discriminación que sufre el pueblo Oromo en Etiopía, expresada por un atleta con los brazos sobre la cabeza al llegar al final de una maratón, actitud que sorprendió a jueces, organizadores y público por la espontaneidad. Otra es la presencia de una delegación de refugiados, cuya participación fue aprobada por el Comité Olímpico Internacional. El propósito de los siguientes apartados es enunciar brevemente estas dos problemáticas, y demostrar cómo los Juegos Olímpicos de Río 2016 se convirtieron en una plataforma para instalarlas en los medios masivos de comunicación del mundo.
Los Oromo son una etnia dedicada a la actividad ganadera de tipo nómada,
que en su origen estaban situados al sur del macizo de Etiopía. En
la Figura 3 se observa la ubicación del territorio que corresponde a este
pueblo y los desplazamientos hacia el norte en distintos momentos históricos.
“El ascenso de los oromo hacia las tierras altas comenzó a principios
del siglo XV, si no antes. […] desde la segunda mitad del siglo XVI los
oromo han estado presentes en el centro del macizo etíope, y cada vez en
un número mayor” (Sellier, 2005; p.57). La mayor parte del pueblo vive
actualmente en la región central de Etiopía donde se adaptaron muy bien y
muchos de ellos se convirtieron en agricultores. También hay integrantes
de este pueblo en el norte de Kenia y en Somalia.
Este es el grupo étnico al que pertenece el maratonista Feyisa Lilesa,
y reúne a unos 15 millones de personas en Etiopía, constituye el grupo
étnico mayoritario. Sin embargo, la etnia minoritaria denominada Amhara
gobierna el país desde que se inició el proceso de descolonización. Se mantienen
en el poder desde los años setenta del siglo pasado y mantienen un
enfrentamiento constante con los Oromo, con represiones y persecuciones
e incluso importantes desplazamientos de numerosos miembros de esta etnia.
Se estima en 2,5 millones la cantidad de refugiados Oromo en países
vecinos como Somalia y Eritrea.
Figura 3. Etiopía y el territorio del pueblo Oromo
Fuente: Sellier, 2005, p. 54.
Figura 4. El maratonista etíope Feyisa Lilesa al llegar la meta
Fuente: Diario La Nación (21 de agosto de 2016).
Como se observa en la Figura 4, el maratonista etíope cruzó sus brazos
sobre la cabeza cuando llegó a la meta como forma de protesta por la
situación de conflicto que vive su pueblo. Esto llamó la atención no solo
de los jueces deportivos, sino que logró llamar la atención del mundo. En
entrevistas posteriores a la competencia el deportista expresó la razón por
la que realizó este gesto, con el riesgo de ser descalificado, aunque esto no
ocurrió. Lilesa dijo: “el gobierno nos persigue y nos encarcela, debo dar a
conocer lo que nos pasa” (La Nación, 21 de agosto de 2016).
En la entrevista realizada para el Diario La Nación, Lilesa admitió que
su vida corre riesgos en Etiopía y expresó que: “Si vuelvo, sé que podrían
encarcelarme o incluso matarme, es algo que ya he discutido con mi familia.
[…] También podría ocurrir que no me dejaran pasar del aeropuerto.
De hecho, todavía no tengo decidido si voy a volver a Etiopía o quedarme
en otro país” (La Nación, 21 de agosto de 2016). Estas declaraciones conmocionaron
a la prensa internacional y fueron un aspecto destacado en Río
2016. El mensaje recorrió el mundo en diversos idiomas.
Provenientes de cuatro países africanos, en los Juegos Olímpicos de Río
2016 participaron diez atletas refugiados bajo la denominación de Equipo
Olímpico de Atletas Refugiados. Como se observa en la Figura N° 5, entre
ellos hay dos nadadores, dos yudocas y seis deportistas que compitieron en
atletismo (un maratonista y cinco corredores de media distancia).
La destreza deportiva de estos diez atletas son un ejemplo de la fortaleza
y la capacidad de resiliencia que desarrollan todos los refugiados.
La situación más compleja la enfrentan aquellos que viven en campos de
refugiados, y este es el caso atletas refugiados en Kenia.
Figura 5. Atletas refugiados según país de origen y de asilo.
Fuente: Elaboración propia en base a datos de ACNUR Informa, 2016.
De acuerdo al Informe de ACNUR 2016, el desplazamiento forzado
aumentó durante el año 2015 y alcanzó cifras sin precedentes. A finales
de 2015 había en el mundo 65.000.000 de personas desplazadas de modo
forzoso como consecuencia de persecuciones, conflictos, violencia o violaciones
de los derechos humanos.
En 2015 hubo 12.400.000 nuevos desplazados, entre ellos se encuentran
8.600.000 desplazados dentro de su propio país y el resto corresponde
a nuevos refugiados. El 54% de los refugiados del mundo proviene de tres
países: República Árabe de Siria (4,9 millones), Afganistán (2,7 millones)
y Somalia (1,1 millones). También se dio una cifra record de solicitantes de
asilo (2 millones) que fue canalizada hacia Alemania en primer lugar, seguida
de Estados Unidos y de la Federación Rusa (ACNUR, 2016).Según
expresa Ban Ki Moon,
Nos enfrentamos a la mayor crisis de refugiados y desplazamiento de nuestro tiempo. Y sobre todo, esta no es solamente una crisis de números; es también una crisis de solidaridad (Ban Ki Moon, Secretario General de las Naciones Unidas, ACNUR 2016; p. 5).
Tal como lo demuestran los datos, estamos en un momento donde el número de personas desplazadas por la violencia y la persecución está en su punto máximo desde la Segunda Guerra Mundial. “Los acontecimientos recientes han puesto en claro que la regulación de la movilidad demográfica es fundamentalmente un ejercicio geopolítico” (Castro, 2006; p.191) y los Juegos Olímpicos de Rio2016 pusieron luz sobre esta situación, el Comité Olímpico Internacional interpretó y mostró esta problemática en un momento crítico, donde los Estados todavía no intervienen lo suficiente.
Los Juegos Olímpicos de Río2016 fueron un evento internacional que
se revela como un instrumento político y por lo tanto, representa una estrategia
geopolítica más en la trama de relaciones internacionales. Tal es
la importancia de los deportes en la dinámica relación interestatal a escala
global, que en el año 2005, la Asamblea General de las Naciones Unidas
aprobó la Resolución 58/5 denominada “El deporte como medio para promover
la educación, la salud, el desarrollo y la paz”.
En este artículo de interés académico se puso en juego la impronta territorial
de un megaevento como fue Rio 2016, desde la perspectiva geoeconómica
y geoestratégica, pero también la significatividad social de la vida
cotidiana de diversos sujetos que pertenecen a territorios atravesados por
tensiones y conflictos que deben ser visibilizados y atendidos por la política
nacional e internacional.
La elección de la sede olímpica es en sí misma una jugada estratégica.
A través de este megaevento (y también del Mundial de Futbol de 2014) la proyección de Brasil en el escenario mundial es otra, aunque resultó
empañada por la crisis político-institucional y económica. Por primera vez
un país de Sudamérica fue sede, así como lo fue un país asiático con Pekín
2008, o un país africano con el Mundial de Fútbol de Sudáfrica. Los
megaeventos se trasladaron a los “países del sur”, se desarrollaron en las
economías emergentes del actual escenario político y económico global.
En Rio de Janeiro se abrió una ventana de comunicación global que
mostró la estructura del poder mundial y sobre todo, puso en evidencia los
desafíos pendientes. Se reafirmó la existencia de desigualdades de todo
tipo: sociales, económicas, políticas, culturales y por supuesto, también
deportivas. Se demostró una vez más el desequilibrio del poder deportivo,
con Estados Unidos primero en el medallero olímpico y patrocinador de los
atletas más destacados.
En Rio 2016 se puso nuevamente en el debate público la situación de
marginalidad de África, donde persiste la intolerancia étnico-religiosa, la
fragmentación territorial y la debilidad o inexistencia de la gobernanza. El
Comité Olímpico Internacional promovió la participación de una delegación
de refugiados sin bandera, es decir, sin tener la representación de un
Estado, y los posicionó en un lugar de reconocimiento a su esfuerzo deportivo.
Pero sin lugar a dudas, lo más importante fue el propósito de instalar
en la agenda de los Estados del mundo la necesidad de buscar respuestas a
esta situación problemática.
Como espectadores fuimos receptores de un conjunto de comportamientos
deportivos disímiles, pero también percibimos la pertenencia territorial
de los deportistas, su orgullo, la expresión de una nación, la emoción
(Duek, 2016). Los Juegos Olímpicos Río 2016 fueron una combinación de
emoción, representación y ese doble anclaje territorial, entre la pertenencia
a un pueblo/nación y el escenario olímpico. Un puente imaginario unió los
territorios de origen de los atletas y la ciudad de Río en Brasil, y ese puente
permitió instalar en las cámaras de televisión, Internet y otros medios de
comunicación, con una instantaneidad inusitada, algunas problemáticas territoriales
contemporáneas.
Los Juegos Olímpicos de Rio 2016 demostraron una vez más la relación
entre la política mundial y los megaeventos deportivos. La mirada
atenta de los medios masivos de comunicación, actores claves en este juego
geoestratégico, mostraron al mundo las tensiones políticas, el no respeto
por los derechos humanos, las reivindicaciones nacionalistas, entre otras
problemáticas. El Comité Olímpico Internacional y los organizadores del
país anfitrión siempre trabajan con el objetivo de convertir el megaevento
deportivo en un símbolo de globalización armoniosa, de la paz y la fraternidad, expresado en un escenario activo durante solo veinte días cada
cuatro años. Sin embargo, es un tiempo suficiente para visualizar el multiculturalismo,
las tensiones y las desigualdades. En cada evento se pone de
manifiesto que en el mundo aún continúa la intolerancia étnica y religiosa,
el extremismo político, la segregación racial, la xenofobia y en definitiva,
el no respeto por los derechos humanos. Y Rio 2016 no fue una excepción:
nos deja una imagen que expresa una realidad en dos planos superpuestos,
la emoción de las competencias olímpicas y las profundas problemáticas
territoriales que persisten en el mundo.
Notas
1 Este artículo pertenece al Proyecto de Investigación “Territorios dinámicos, tramas complejas. Deconstruyendo las relaciones de poder, los actores y las tensiones en diferentes escalas” que se desarrolla en el marco del Programa de Investigación “Contextos territoriales contemporáneos: abordajes desde la Geografía” Aprobado por Resolución N° 093-14-CD-FCHUNLPam.
2 Docente e investigadora de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de La Pampa. Categoría I de Investigación. Doctora en Estudios Sociales Agrarios (UNC). Profesora en Geografía y Especialista en Estudios Sociales y Culturales (UNLPam). Profesora titular regular del Departamento de Geografía en: Geografía de Asia y África, Geografía de Europa y Oceanía, y Geografía Política y Económica. Autora de los libros Asia (2007), África (2009), Geografía y cambios curriculares (2011), El territorio rural desde una perspectiva geográfica (2010), Unión Europea (2015) y Los chacareros de Trenel, La Pampa (2016). Autora de capítulos de libros y artículos publicados en revistas científicas nacionales e internacionales. Directora del Programa de Investigación “Contextos territoriales contemporáneos: abordajes desde la Geografía”. shmite_stella@yahoo.com.ar.
3 Heriberto Cairo, autor del Prólogo del libro Geopolítica. Una re-visión de la política mundial, de John Agnew, expresa que la Geopolítica crítica ha transformado una disciplina de una larga tradición que pretendía analizar, interpretar y proyectar las estructuras geopolíticas existentes en el mundo, en una disciplina “(…) que se ocupa de estudiar (y deconstruir) la forma de ver el mundo que va a definir el escenario de la política internacional. De este modo Agnew le atribuye a la Geopolítica un significado concreto: el examen de los supuestos, calificaciones y explicaciones geográficas que participan en el diseño de la política mundial” (Agnew, 2005: XV).
4 De acuerdo a lo expresado en documentos de la Agencia de la Organización de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), una persona refugiada es aquella que debe abandonar su lugar de origen o residencia por razones de guerra o persecución por motivos religiosos, de nacionalidad u otro tipo de discriminación. En la huida se aleja del lugar de vida cotidiana y cruza la frontera de su país. Por su parte, un desplazado es aquella persona que sufre un desplazamiento forzado interno, es decir dentro del mismo Estado. Aunque el desplazado permanece dentro de las fronteras de su país, se vio forzado a abandonar su lugar de residencia habitual por los mismos motivos que un refugiado (ACNUR 2016).
5 Shmite, Stella Maris (2016) “El juego estratégico de Rusia n el Cáucaso Sur: Sochi 2014”. Revista Investigaciones Geográficas N° 65. Universidad de Alicante, España. Pp. 201- 215. Disponible en: https://rua.ua.es/dspace/bitstream/10045/56188/6/Investigaciones_Geograficas_65_12.pdf.
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Recibido: 07-06-2017
Aceptado: 04-08-2017