DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2017-2114
Cita sugerida: Landa, C., Pineau, V., Coll, L., Alfayate, E., Caretti, F., Doval, J., Rearte, A., Andrade, A. y Montanari,, E. (2017) Análisis espacial de la Zanja de Alsina en la Provincia de La Pampa, Argentina (1876-1879). Un abordaje interdisciplinario entre la Arqueología y la Geografía. Revista Huellas Volumen 21, Nº 2, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado a partir de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas
ARTÍCULO
Spatial analysis of “Zanja de Alsina”, Province of La Pampa, Argentina (1876-1879). An interdisciplinary approach between Archeology and Geography
Análise espacial da Zanja de Alsina na Província de La Pampa, Argentina (1876-1879). Uma abordagem interdisciplinária entre a Arqueologia e a Geografia
Carlos Landa1, Virginia Pineau2, Luis Coll3, Emmanuel Alfayate4, Florencia Caretti5, Jimena Doval6, Astrid Rearte*, Ariana Andrade** y Emanuel Montanari7
Universidad de Buenos Aires/CONICET
Universidad Nacional de La Pampa
Resumen: La Zanja de Alsina (1876-1879) fue un hito en la dinámica de frontera con las parcialidades indígenas autónomas de Pampa y Patagonia. Su establecimiento constituyó el puntapié inicial que dio lugar a la transformación del mundo fronterizo hacia uno rural plenamente integrado a la dinámica capitalista global. Dicha zanja -de 3 m de boca por 2 de profundidad-fue concebida y proyectada desde el Ministerio de Guerra y Marina (cito en Buenos Aires, Argentina), contando con una extensión ideal de 600 km y real de 400 km. En este trabajo, desde un enfoque interdisciplinario, presentaremos los primeros resultados de los análisis espaciales llevados a cabo sobre imágenes satelitales, cartografía histórica y otras fuentes documentales e información provista por la labor arqueológica con el objetivo de poder localizar la mencionada zanja así como también los asentamientos militares adyacentes (Machado, Alsina y Alvear) - ubicados en el actual noreste del territorio pampeano.
Palabras clave: Zanja de Alsina; Asentamientos militares; SIG; Cartografía histórica; Imágenes satelitales.
Abstract: “Zanja de Alsina” (Alsina´s trench) (1876-1879) was a milestone in the border dynamics with the autonomous indigenous groups of Pampa and Patagonia. Its establishment was the initial action that led to the transformation of the frontier world into a rural one, integrated with global capitalist dynamics. This trench - 3 m wide x 2 m depth - was conceived and projected from the Ministry of War and Marine Affairs established in Buenos Aires). The trench was planned to have an ideal extension of 600 km but only 400 km were made. In this paper, and from an interdisciplinary approach, we will present the first results of the analyses carried out through satellite images, historical cartography and information provided by an archaeological work in order to locate the aforementioned trench as well as the adjacent military settlements (Machado, Alsina and Alvear - located in the northeastern part of the Pampas).
Key Word: Zanja de Alsina; Military settlements; GIS; Historical cartography; Satellite imagery.
Resumo: A Zanja de Alsina (1876-1879) foi um marco importante na dinâmica da fronteira com as parcialidades autônomas de Pampa e Patagônia. Seu estabelecimento constitui um pontapé inicial que deu lugar à transformação do mundo fronteiriço a um rural totalmente integrado à dinâmica capitalista global. Esta Zanja de 3 metros de abertura por 2 de profundidade foi concebida e projetada desde o Ministério de Guerra e Marinha (Buenos Aires, Argentina) com uma extensão ideal de 600 km e real de 400 km. Neste trabalho, a partir de um enfoque interdisciplinar, apresentaremos os primeiros resultados da analise especial realizada sobre imagens satélites, cartografia histórica e outras fontes documentais e informação outorgada pelo trabalho arqueológico com o objetivo de poder localizar a Zanja assim como também os assentamentos militares adjacentes (Machado, Alsina e Alvear) localizados no Noroeste do território pampeano.
Palavras chave: Zanja de Alsina; Assentamentos militares; SIG; Cartografia histórica; Imagens satélites.
Introducción
Los seres humanos, en sus diversas y múltiples formas de agruparse,
se piensan bajo diferentes formas en el espacio y el tiempo. Los individuos
y las sociedades no pueden reflexionar sobre sí mismos o sentir
por fuera de estos conceptos. La nada, el vacío, la eternidad son imaginados,
reflexionados, definidos y caracterizados como estados particulares
teniendo como referencia al espacio y al tiempo, ya sea por oposición o
por ausencia. Dicha referencia siempre se encuentra anclada a lo conocido.
Los hombres trashuman, habitan, viven, luchan, construyen, aman, matan,
piensan, y se piensan en un espacio y en un tiempo; y en este devenir dejan
huellas, trazas, vestigios, marcas, relictos.
En los diferentes campos de conocimiento científico y con mayor especificidad
las Ciencias Sociales como la Historia, la Antropología, la Sociología,
la Arqueología y la Geografía, se ha abordado el tándem conceptual
espacio-tiempo desde sus múltiples enfoques y temáticas de estudio (Tilley
1994; Ingold 2000, Braudel 1972, Santos 1996, 2000; entre otros). En este
trabajo nos centraremos desde el enfoque de la Arqueología histórica en
el desarrollo y constitución de una espacialidad y materialidad vinculadas
a procesos expansionistas del Estado-nación argentino por sobre las
comunidades de diversos pueblos originarios de Pampa y Patagonia. Este
proceso se manifestó en un amplio rasgo denominado Zanja de Alsina y
particularmente en nuestra área de estudio en relación a tres asentamientos
castrenses jalonados sobre ella: los fortines Machado y Alvear y la Comandancia
Alsina (Figura N° 1a).
Para el desarrollo de este trabajo abordaremos sintéticamente la relación
entre la Geografía y la Arqueología con el fin de comprender el devenir
de los conceptos y metodologías arraigadas en nuestra propia disciplina
y praxis profesional. A continuación se introducirá el contexto socio histórico
bajo el cual se ha desarrollado el proyecto de fronteras del Dr. Alsina, llevándonos a la definición del marco temporo-espacial de nuestro tema de
investigación. La misma se llevará a cabo a partir de la integración de diversas
fuentes de información (registro arqueológico, documentos escritos
e imágenes satelitales), que propiciará un abordaje trans-disciplinar a partir
del aprovechamiento de las herramientas del SIG.
La Arqueología y Geografía poseen cada una de ellas un derrotero epistemológico
particular con diversos puntos en común y retroalimentaciones
varias (Villafañez 2011). Durante los últimos 50 años diversas disciplinas
sociales desarrollaron un interés creciente por la incorporación del espacio
como una dimensión central de investigación. Ambas disciplinas pasaron
por etapas neo positivistas manifiestas en la constitución de las llamadas
Nueva Arqueología y Nueva Geografía (ésta última influyendo sobre la
primera) que buscaron otorgarle a sus disciplinas estatus científico basado
en posturas objetivistas, en el empirismo y el desarrollo de leyes generales
(Binford 1962, 1965,1968; Burton 1963). Una década luego comenzó a
esbozarse el denominado escenario postempirista (Schuster 2002), múltiples
corrientes fueron desarrollándose tanto en una como en otra: geografía
humanista, neo marxismo, estructuralismo, fenomenología, feminismo,
etc. Desde las tres últimas décadas de la centuria pasada, la perspectiva en
torno a la producción social del espacio comenzó a plasmarse en muchos
de los estudios geográficos que proponían explicar lógicas territoriales.
Estas miradas proponían vincular lo espacial y lo social como dos categorías
analíticas fuertemente imbricadas (Castells 1974; Lefebvre [1974]
1991; Soja 1985; Harvey 1998; Massey 1999; Santos 2000; entre otros).
En Geografía, desde el denominado “giro cultural” (década de 1960 atravesando
las disciplinas sociales) y su correlato geográfico el “giro espacial”,
la dimensión cultural comenzó a ocupar un lugar central en los estudios
espaciales integrando a las dinámicas sociales, políticas y económicas desde
una perspectiva crítica y reflexiva. Así, lugares y paisajes comenzaron
a tener una presencia más activa dentro de los abordajes que pretendían
pensar lo espacial en clave material, pero también de inmaterialidades tales
como experiencias espaciales, sentidos, espacios de vida, discursos territoriales,
imaginarios, construcción de identidades, etc. (Flores 2013).Este enfoque da lugar a la relación y producción interdisciplinaria considerando
que: “Una de las particularidades que tienen los territorios y sus paisajes es
el constante dinamismo producto de las transformaciones propias de dicho ámbito, pero también de su relación con el afuera. El dinamismo se vincula
con las prácticas y también con el movimiento, con el contaste fluir”
(Flores 2010; p. 4).
El espacio así pensado, lejos de la concepción estática de marco o escenario,
se encuentra diacrónicamente en un continuo proceso de transformación.
Asimismo, dentro del devenir de la disciplina arqueológica diversos
fundamentos teórico-prácticos utilizados para abordar temáticas espaciales
(relaciones personas-espacio, su producción socio-cultural, dinámica diacrónica
de los paisajes, etc.) pueden rastrearse ya desde la década del 20
del siglo pasado (Anschuetz et al. 2001). Sin embargo, al igual que para
los antecedentes que mencionamos anteriormente en las demás disciplinas
sociales y la Geografía específicamente, fue durante la década de 1960
cuando todos estos corpus teóricos y conocimientos generados comienzan
a caracterizarse en forma sistemática y a constituir campos subdisciplinares
tales como la denominada “Arqueología espacial” y luego otras como la denominada
“Arqueología del paisaje” (Clark 1977, Binford 1978; Hodder y
Orton1990; entre otros). Sin embargo fue durante mediados del decenio de
1990 que esta tendencia se consolidó de la mano de investigadores anglos
y españoles (Ashmore y Knapp 1999, Criado Boado 1999, Ingold 2000),
quienes de forma multidisciplinaria conjugaron teorías, métodos y técnicas
de diversas disciplinas sociales tales como la Geografía, la Antropología y la
Economía entre otras. El espacio comenzó a ser entendido como un producto
social, una construcción colectiva. Así empezaron a desarrollarse estudios
espaciales de sociedades pretéritas tanto cualitativos y cuantitativos como
combinados, abordando distintas escalas: macro (global), meso (regional),
micro (intrasitio) y utilizando diversas vías de análisis: geo-estadística, mapas
distribucionales y sistemas de información geográfica (GIS), entre otras
(Gutiérrez y Gould1994; Buzai y Baxendale 2011, 2012).
Tanto para la Geografía como para la Arqueología, en los últimos años,
subyace la idea de que la espacialidad -y los paisajes- no sólo son socialmente
producidos, sino también vividos, sentidos, experimentados, condensadores
de significados múltiples (Criado Boado 1996; Ingold 2000; Bender
2001; Thomas 2001; entre otros).De esta forma, la frontera perpetrada por el
Estado Nacional, como negación de la territorialidad indígena, se configuró
como una herida de 400 km en la tierra. Consideramos que dicha frontera,
plagada de médanos inmensos, de asentamientos marginales llamados fortines,
con sus soldados destinados y oficiales concientizados de su cruzada,
constituyen un objeto de estudio que bien puede ser abordado conjugando la
Arqueología con la Geografía e integrando no solo sus miradas teóricas sino
también sus múltiples y variadas técnicas de análisis.
El proceso de construcción e imposición del aparato estatal-nacional
no fue lineal, sino que atravesó diversas fases de negociación y enfrentamiento
que abarcaron casi la totalidad del siglo XIX. Luego de la batalla de
Pavón (1861), una vez disuelta la Confederación, y con el objetivo de consolidar
y centralizar su poder, las autoridades del nuevo Estado nacional
argentino conformaron alianzas y realizaron negociaciones con las élites
provinciales para sumarlas a su proyecto. A su vez, reprimieron con su brazo
armado castrense todo movimiento social que consideraran perjudicial
a sus intereses políticos y económicos (alzamientos montoneros, intentos
secesionistas, rebeliones gauchesco-campesinas y sociedades indígenas
fronterizas, etc.). La institución castrense debía garantizar el esquema de
dominación y control social planteado por el nuevo Estado-nación.
En este marco se producen los últimos avances en la frontera Sur planteada
contra las parcialidades indígenas autónomas de Pampa y Patagonia.
Esta situación se debió en gran parte a la combinación de diversos factores: los tratados de paz con los distintos grupos aborígenes, el avance y empuje
de los estancieros terratenientes movidos por la necesidad de tierras productivas
para el mercado mundial y el comienzo del desarrollo ferroviario
de la provincia que posibilitó un traslado de personas y recursos de provecho
tanto civil como militar (Giberti 1969; Oszlak1981; Lluch y Salomon
Tarquini 2008; entre otros). Alain Rouquié (1981; p.79) define al ejército
de línea como “el brazo secular de la oligarquía en el poder, el instrumento
político del grupo dirigente”. El mismo estuvo constituido por dos grupos
diferentes: la oficialidad y la tropa. Esta división se basaba en un estricto
orden jerárquico. La alta oficialidad estaba conformada por miembros de
la elite político-económica de la Nación. En lo que respecta a la tropa (grupo
mayoritario dentro de las organizaciones castrenses), su reclutamiento
se llevaba a cabo de diversas maneras: con población masculina rural sin
trabajo (vagos y mal entretenidos), con marginales a la justicia y en menor
medida con extranjeros. Las tropas convivían y desarrollaban actividades y
prácticas cotidianas en los asentamientos militares de frontera (comandancias,
fuertes, fortines, cantones, campamentos) (Salminci et al. 2010).
Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda (1874-1880), se desarrolló
un plan estratégico con el fin de lograr la ampliación de la frontera hacia el
Sur y Oeste. El mismo fue llevado a cabo por el entonces Ministro de Guerra
y Marina: Adolfo Alsina (1874-1877). Éste consistió en avanzar la línea
de frontera mediante la ocupación de parajes de importancia estratégica para los indígenas. Se trataba de sitios de aguadas y pasturas permanentes
donde las caballadas indias se reponían y alistaban para futuros malones.
Estos puntos estratégicos eran: Carhué, Puán, Guaminí, Trenque-Lauquen
(en la actual provincia de Buenos Aires) e Italó (en la actual provincia de
Córdoba) (Ebelot [1877] 2008).
A comienzos de 1876, la fuerza expedicionaria hizo ocupación de estos
sitios. Este ejército, poseía armamentos modernos de retrocarga (Remington),
corazas de cuero protectoras, para defenderse de las lanzas aborígenes,
así como caballadas aptas y preparadas para la ocasión8. A su paso,
se iban tendiendo líneas telegráficas por el territorio. Una vez fijadas las
posiciones, se construyeron en la nueva línea de frontera una serie de fortines
que unían las distintas comandancias, muchos de los cuales fueron
núcleos de futuras poblaciones. Estos asentamientos militares quedarían
defendidos por tropa acantonada, e intercambiarían información con el fin
de evitar las entradas de indios, o malones. Así, habían arrebatado a las
sociedades indígenas 2000 leguas de tierra cuya producción sería volcada
a los mercados mundiales. Con el fin de reforzar este sistema de defensa,
Alsina encargó al ingeniero francés Alfredo Ebelot la construcción de un
foso o zanja que uniera los distintos fortines. La obra de zanjeado estuvo a
cargo de la misma tropa, y también fueron contratados topógrafos con el fin
de confeccionar mapas de los nuevos territorios anexados (Figura N°1C).
La zanja se ideó, como ya hemos mencionado, para evitar los llamados
malones en territorios ya conquistados, por lo cual, para ello la misma
debería tener características precisas variando según las características del
terreno. Ebelot lo detalla de la siguiente manera:
El foso que se intentaba excavar a lo largo de la nueva línea se extendería en una longitud de 400 km, con una abertura de 2,60 m de ancho y una profundidad de 1,75 m. El talud de los bordes había sido determinado según la consistencia de los terrenos que se atravesaran para evitar así los derrumbamientos. La anchura del fondo seria de 0,50 m. Por el lado de adentro se guarnecería el foso con parapeto de adobes de 1 m de alto, contra el cual se echaría la tierra sacada de las excavaciones, formando falda, y ésta se cubriría con un seto espeso de arbustos espinosos. En las partes donde el subsuelo estuviera formado por rocas duras, se reemplazaría la trinchera por un terraplén sostenido entre dos muros de adobes, lo cual presentaría en relieve el mismo perfil que la trinchera en hueco (Ebelot [1877] 2008: p. 116).
Figura N° 1. A detalle de la zanja y asentamientos militares (Domínguez 1882).
1. B. Área de estudio. C Corte de perfil de la zanja de Alsina (Ebelot 1877).
Fuente: elaboración propia en base a Domíguez (1882), MGM (1860-1885) y Google Earth (2017).
Sin embargo, el gobierno no solo había pensado cavar una zanja sino también establecer comandancias o fuertes o fortines para reforzar la efectividad de dicha obra. Es decir,
(…) los dos términos importantes del programa por cumplir eran: cubrir la línea nueva con una fortificación suficientemente seria como para que no pudiera trasponerla un rebaño de vacas y para que un puñado de hombres pudiera defenderla, y alimentar los caballos con maíz y forrajes secos. Se resolvió que se tendería a lo largo de toda la línea un foso, defendido de legua en legua por un fortín, y que se lo bordearía con hilo telegráfico (Ebelot [1877] 2008: p. 112).
La estrategia de Alsina era también cercenar el acceso a las fuentes de
agua dulce. Para ello el zanjeado debería cerrar el pasaje a toda laguna que
estuviese cercano a la frontera, que en esos momentos eran numerosas,
no obstante, se evitó pasar la línea por los médanos y terrenos arenosos
como también por el suelo demasiado duro. Esta obra estuvo a cargo no
solo de la Guardia Nacional sino también fueron dispuestos mano de obra
particular (muchos de ellos hombres de distintas nacionalidades) dado que
la obra del zanjeado de algunas partes de la frontera fueron “privatizadas”
(Ébelot[1877] 2008, p.140-141).
La sección de la Zanja de Alsina que corresponde al espacio pampeano
se encuentra entre los fuertes Trenque Lauquen (Provincia de Buenos Aires)
e Italó (Provincia de Córdoba), los cuales operaban como cabecera de
dicho tramo (Figura 1A y B).La proyección original de la zanja partía de
Bahía Blanca (Provincia de Buenos Aires) y recorría en dirección noroeste
la provincia hasta culminar en el fortín Italó. Sin embargo, su trazado
efectivo llegó hasta el fortín Machado el cual se encuentra a unos 45km (en
línea recta) de aquel asentamiento militar. En esta sección de unos 174 km
se construyeron un gran número de fortines, de los cuales solo tres se encuentran
en la actual provincia de La Pampa (Comandancia Alsina, Fortín
Machado y Fortín Alvear).
Aunque el diseño de la zanja contemplaba llegar hasta la comandancia
de Italó, según el informe del Ministerio de Guerra y Marina de 1878 firmado
por Leopoldo Nelson, la misma llegó hasta el fortín Machado ubicado
en la actual provincia de La Pampa.
Según los planos remitidos adjuntos á la memoria el año anterior, notará V.S. una diferencia en la distancia menor que hoy ocupa la línea, y esto es á consecuencia de haber dispuesto avanzar la línea de frontera sobre la recta que trae la zanja en construcción, la cual solo ha llegado á la izquierda de esta Comandancia, hasta el fortín “Machado” faltando para cubrir todo el frente de la línea Ita-ló (MGM 1878, p. 137).
Adolfo Alsina no pudo ver su plan realizado, ya que falleció en diciembre de 1877. Al año siguiente, Julio Argentino Roca ocupó el Ministerio de Guerra. Para ambos, la solución definitiva del “problema indígena”, y la supresión de las fronteras, significó el acceso a la categoría de “presidenciables”. Puede apreciarse, entonces, de qué manera un acto militar se entroncaba directamente con aspiraciones políticas, y cómo la pertenencia a la oficialidad castrense constituía una vía de acceso a otras esferas de la vida nacional.
Metodológicamente, el trabajo de Gertsner (2010), constituye el único
antecedente de aproximación a lo que podría denominarse un análisis
espacial relacionado con localización de diversos tramos de la Zanja de
Alsina. Para ello utilizó imágenes de Gogle Earth de de la provincia de
Buenos aires y en diversas espacios (urbanos y rurales). Si bien la autora
toma hitos espaciales aún vigentes, las imágenes presentadas no eviden cian rasgos adscribidles al foseado propio de la estructura realizada por
el ingeniero Ebelot.
La provincia de La Pampa se encuentra dividida catastralmente en lotes,
formando una gran cuadrícula. La misma fue realizada por los agrimensores
Domínguez y Maqueda hacia finales del siglo XIX. Los agrimensores mencionados
calcularon las coordenadas de los esquineros de lotes tomando en
cuenta el posicionamiento de estrellas conocidas, lo cual permitía durante
la noche obtener la longitud y durante el día la latitud en relación al posicionamiento
del sol. Las coordenadas obtenidas servían de esquineros, los
cuales permitían seguir calculando los posteriores lotes y seguir formando la
cuadrícula. En el caso de los esquineros se mojonaba con estacas de madera
o algún material de la zona que permitía formar un tipo de mojón que perdurara
en el tiempo para futuras mensuras. Cada uno de los lotes de 10 km x
10km, formaron parte de una cuadrícula imaginaria que dividió el territorio
pampeano y hasta la actualidad se conforma como la base catastral de la Dirección
General de Catastro de la Provincia de La Pampa. Las descripciones
realizadas en estos documentos, denominados “Libros Azules”9, permiten localizar
con precisión la posición de estructuras de interés, teniendo en cuenta
el análisis matemático llevado adelante por los agrimensores en esa época.
Asimismo, allí se brinda información complementaria que los agrimensores
registraron exhaustivamente en el terreno: a- características naturales: ríos,
lagunas, cerros, montes, etc.; y b- características antrópicas: tolderías indígenas,
fortines militares, pulperías, rastrilladas, etc. Por otra parte se relevaron
las denominadas “Carpetas amarillas” (mensuras a pedido de particulares
realizadas por varios agrimensores entre 1886 y 1912) con el fin de corroborar
la persistencia o no de referencias a asentamientos militares y la zanja de
Alsina en la región de estudio.
El análisis realizado mediante Sistemas de Información Geográfica
(SIG) y la generación de un modelado espacial permite determinar la
localización de potenciales estructuras detalladas en las mensuras documentales,
a través de la georreferenciación en coordenadas planas (Posgar
2007, Faja 4) de la cartografía histórica y la digitalización de los puntos
de interés arqueológico (taperas, fortines, comandancia, caminos, zanja,
vegetación, etc.). A tal fin se utilizó el software Arcview 3.2. Para ello se
tomó como base el actual lotero provincial provisto por la página web de la Dirección General de Catastro de la provincia de La Pampa (2017). Los
datos obtenidos del proceso mencionado fueron contrastados con imágenes
satelitales (Landsat 7, 2004 y 2006). Por otra parte considerando que los
asentamientos militares solían ubicarse en lugares altos del paisaje con el
fin estratégico de controlar el espacio circundante procedimos a confeccionar
un modelo de elevación digital. Los datos utilizados para generar
dicho modelo fueron obtenidos a partir de la digitalización de curvas de
nivel procedentes de la carta topográfica 1:50000 Carta 2 Villa Sauze. Por
último, el método para llevar a cabo el modelo fue el IDW (ponderación de
distancias inversas).
En resumen, una vez georreferenciada la imagen y realizados los análisis
espaciales se procedió a la corroboración en campo de los resultados
obtenidos. La proyección de mapas antiguos y su superposición con imágenes
satelitales actuales permitió generar zonas de interés arqueológico. Por
último, con respecto a las fuentes documentales cabe aclarar que desde una
perspectiva integradora, partimos de la premisa que su uso es comparable
en términos epistemológicos al estudio de los restos materiales, en tanto
ambos se configuran como construcciones conceptuales realizadas por
diversos actores sociales en diferentes contextos de producción (Gómez
Romero y Pedrotta 1998). En este sentido consideramos que “Los documentos…
son vehículos de la expresión del hombre, de sus intenciones.
Por lo tanto, debemos otorgarle el mismo peso fáctico que al resto de la
evidencia: artefactos, ecofactos, estructuras o representaciones” (Carbonelli
2010, p. 20).
A continuación se describirán las tareas de campo arqueológicas llevadas
a cabo en la región de estudio utilizando, desde una perspectiva interdisciplinaria,
la información otorgada por la integración de las diversas
vías de análisis (espacial y documental).
El fortín Alsina se erigió en mayo de 1876 en un médano alto sobre el cual anteriormente hubo un asentamiento indígena, según indicó el Sargento Mayor Host (Thill y Puigdomenech 2003). Este establecimiento castrense se ubicó a escasos metros del camino que se dirige a Fuerte Lavalle (Provincia de Buenos Aires) como punto estratégico con alta visibilidad y control de las vías de circulación. Formó parte de la línea defensiva que se instaló con el plan de Alsina y fue Comandancia de la División Italó. Según indica la documentación se conformó por cuatro construcciones de material y techo de paja de diversas dimensiones destinadas para habitación de la tropa, de la oficialidad y depósito (MGM 1878). Asimismo, se excavaron tres jagüeles que se sumaron a los cinco ya existentes en el sitio como parte del asentamiento indígena que le precedió. Además contó con la siembra de tres cuadras cuadradas de alfalfa para alimentar a la caballada (MGM 1878; Thill y Puigdomench 2003). Si bien se desconoce el número exacto de la guarnición que prestó servicio allí, se indica que como en otros fortines de esa línea“(…) están guarnecidos con la fuerza necesaria de que puedo disponer para observar el movimiento del campo y la Comandancia de fortines por un número mayor, para poder batir cualquier grupo pequeño de indios” (MGM 1878, p. 138). Por otra parte, se menciona que en 1878 para la persecución de un pequeño malón partieron desde esta comandancia un número de 35 hombres (MGM 1879, p.283-284).
Figura N° 2. Visual del agrimensor sobre mensura de catastro de lote 15,
sección I B realizada por el agrimensor Domínguez en el año 1882 (der.) y
Modelo de elevación digital (izq.).
Fuente: elaboración propia en base a Domínguez (1882) y Google Earth más DEM.
En 1882 el agrimensor Joaquín Domínguez registró la presencia del
fortín en el lote 15 de la sección IB, expresando en varias ocasiones: “Dirigí
la vista hacia el torreón del fortín”. Tomando como referencia dicho
relevamiento y la información disponible en las Memorias de Guerra y
Marina de 1878, se ha trabajado en conjunto con imágenes satelitales de
Google Earth para georreferenciar su ubicación (Figura N° 2).
El análisis espacial realizado para este sitio proveyó de la información
en torno a la posible ubicación (descripta en los “Libros azules” de 1882)
como también a la elevación del terreno actual -gran médano- el cual se
visualiza en el modelo de elevación digital (DEM) (Figura 2b). Por otra
parte, para el Lote 15 de la Sección 1 B, en la mensura realizada por Alfredo
Tham de 1901 se evidencia y menciona el trazado de la zanja de Alsina
(“actual camino de Trenque-Lauquén a Italó que se conecta al camino de
Alvear”) (Domínguez 1882), el médano y la Comandancia Alsina (no Fortín
como mencionara Domínguez 1882). Asociado a los caminos rurales se
encuentran cuatro taperas cuyos ocupantes son: Nicasio Quiñones, Martín
Sosa, Valentín Domínguez y Bruno Sánchez.
A partir de dicha información, en mayo de 2013 se llevó a cabo una
prospección arqueológica con el fin de dar con la ubicación de dicho
asentamiento castrense. El área en donde se encontraría coincide con la
línea divisoria actual entre dos propiedades separadas por un camino de
tierra. Es necesario aclarar que si bien el fortín se asentó sobre un médano
alto -como se especifica en el DEM y según relatan los documentos
siendo esperable desde el punto de vista estratégico- no puede correlacionarse
fehacientemente con su posición actual dado que los médanos
en estado vivo se mueven constantemente. El terreno prospectado presenta
un sector de grandes médanos edafizados y un pequeño bosque de
alerces, lindante hacia el oeste con un sector arado con siembra de soja.
De acuerdo a ello, se dividió el área a prospectar en tres zonas a partir
de las características distintivas de los diversos sectores del mismo,
abarcando una superficie de 360000 m2: A-Terreno arado con siembra
de soja; B- Medano edafizado alto con vegetación rala (pasto puna); y
C- Médano edafizado con bosque joven de Alerces (Figura 3). Dada las
características de la superficie de los tres sectores no fue posible el paso
de detector de metales y/o el planteo de transectas sistemáticas, por lo
que la exploración se limitó a una prospección pedestre con dos operadores.
El sector A posee una visibilidad media aunque no se observa ningún
tipo de material superficial. El sector B posee una visibilidad baja dada la
cobertura vegetal. Se recorrió el extenso y montuoso medanal sin hallar
evidencias antrópicas, prestando especial atención a las cuevas de anima les con hábitos fosoriales con el fin de observar la presencia de material
en las bocas de las mismas. En el sector C, con sectores con visibilidad
media a baja, se ha seguido el mismo procedimiento de prospección que
el sector B, siendo negativa la presencia de material perteneciente a la
Comandancia.
Figura N° 3. Sectores prospectados A, B y C. El sector D corresponde al
campo de los señores Achaval
Fuente: elaboración propia en base a Google Earth y fotografías obtenidas durante la campaña de
2014.
El terreno lindante perteneciente a los Sres. Achaval, se configuraró
como campos destinados al pastoreo de ganado, presentando algunas zonas
de médanos edafizados, pero de baja altura. En general el terreno posee
condiciones de visibilidad media y alta (Figura 3). Abarcando un área de
600000 m2, se procedió a relevar el terreno mediante el trazado de transectas
de 500 metros de longitud en sentido norte-sur separadas cada 15 metros. La prospección se llevó a cabo por dos operadores con un detector de
metales (Garret 1500). Se han recuperado algunos fragmentos de chapas,
tornillos, alambre y clavos que corresponden a material moderno y no se
relacionan a la ocupación de la Comandancia. Paralelamente la evaluación
por parte de la geomorfóloga, Dra. Alfonsina Tripaldi permite plantear que
las estructuras edilicias del fortín habrían funcionado como trampa de sedimentación,
lo que podría explicar el gran desarrollo y fijación de médanos
en ese sector. Sin embargo, la gran potencia de sedimento del medanal
hacen muy difícil la realización de sondeos sistemáticos que nos permitan
dar con las estructura de dicho asentamiento.
Por su parte, en el hipotético sector donde la zanja surcó el terreno,
en 1985 fue erigido un monolito recordatorio, como parte del trabajo de
investigación del historiador local Carlos Noé Caccia (2004). Según los
hermanos Achaval, dueños del campo lindante, cuando pasa la motoniveladora
regularmente por allí se observa un cambio en el sedimento
por donde se ubicaría la zanja. Partiendo de estos datos, se comenzó a
buscar la porción de zanja de Alsina que cruzaría por el actual camino.
Se planteó una trinchera de 10 m x 0,50 m en sentido transversal al
trazado de la zanja, con el fin de generar un perfil que permita observar
las características sedimentarias. Además, se excavó en el extremo norte
1 m x 0.50 m x 0.50 m como forma de control. En todos los perfiles el
sedimento se presentó arenoso. Adicionalmente, entre los 2,5 metros y
los 10 metros (sentido norte-sur) se realizaron diez pruebas de pala en
el interior de la trinchera de 0,20 m x 0,20 m cada una a intervalos de
0,75 m. El sedimento es homogéneo y arenoso, igual al de la primera
parte mencionada. Dado que no se observaron cambios en el sedimento,
se extendió la trinchera 5 m hacia el Sur, donde sí se detectó una alteración
en la matriz sedimentaria. La misma se presentó de un color más
oscuro y más compacto (Figura N°4 excavaciones varias).Finalmente,
se decidió profundizar en dos sectores hasta los 0,50 m (uno en la zona
en que se aprecia el cambio de sedimento y el otro en donde este continúa
igual). Esta misma diferencia en las características del sedimento
se observaron a medida que se profundiza la excavación. El sedimento
duro y compacto de tonalidad más oscura podría corresponderse con el
interior de la zanja.
Por último, Miguel Achaval, pasó el tractor con la pala hidráulica en
forma paralela a la trinchera excavada. Este procedimiento permitió el
arrastre continuo del sedimento con una profundidad de 15 cm. Aquí se
observó el mismo cambio de color y compactación en el sedimento que
aparecía a la misma altura en la trinchera.
Figura N° 4. Vista de planta y perfil del sector excavado de modo perpendicular
al trazado de la zanja
Fuente: elaboración propia en base a fotografías obtenidas durante la campaña de 2014.
En mayo de 1876, se instaló a 10 km hacia el noroeste de la Comandancia
de Alsina, el Fortín Machado (Departamento I, Sección B, Lote
7)(MGM 1878; Thill y Puig-domenech 2003). Según registró el coronel
Nelson, el fortín contó con una habitación de material con techo de paja,
jagüeles y quintas con siembra de alfalfa (MGM 1878). Sumado a los datos
brindados por las memorias publicadas, la información disponible por
el relevamiento de los agrimensores del año 1882 nos permitió georreferenciar
el paraje en donde se ubicaría el sitio con las coordenadas35º 7´
14.24¨S 66º 29´ 59.17¨O (Figura N°5).
Luego se procedió a digitalizar el recorrido del relevamiento topográfico
realizado Domínguez (1882) descrito en su informe: “Dirigí visual al
torreón del Fortín Alsina O 23º. 59´S (…) Cruzamos el camino de los Fortines.
Se cruzó la zanja de la frontera. Dirigí visuales al torreón del Fortín
E. 46º. 36´S”.De dichas referencias se tomaron los ángulos visuales con el
objeto de ubicar la intersección en donde se ubicaría el torreón o mangrullo
del Fortín Machado.
Figura N° 5. Mensura de catastro de lote 7, sección I B realizada por el
agrimensor Domínguez en el año 1882 (izq). Ubicación del Fortín Machado;
b- vista de superficie del terreno (der.).
Fuente: elaboración propia en base a dibujos de Domínguez, 1882.
A partir de dicha información, en los años 2013 y 2015 se visitó el campo y efectuaron los primeros reconocimientos superficiales. Los actuales dueños del campo, los señores Juan Miguel y Mirta Mangas, nos relataron que no tienen registro de haber encontrado nunca material. Sin embargo, en superficie se observó la presencia de restos de vidrio y loza concentrados en un radio de 30 metros aproximadamente. El material recuperado podría adscribirse a finales del siglo XIX o principios del siglo XX. Por el momento no hemos encontrado material diagnóstico que dé cuenta de un asentamiento castrense (botones militares, vainas y proyectiles de plomo, entre otros). Las malas condiciones climáticas (inundaciones) han impedido profundizar en tareas de excavación que nos permita contar con datos más precisos.
El 10 de mayo de 1876 el Sargento Host mandó construir, en un alto dominante, el Fortín General Alvear (Departamento I, Sección B, Lote 4). Se estableció cerca de una isla de monte y se excavó un jagüel (Thill y Puig domenech 2003). La ubicación de este fortín coincide con el ejido urbano del actual pueblo Bernardo Larroudé, próximo al límite con Córdoba y a la ruta nacional 188. A pesar de ello, hemos georreferenciado dicho punto siguiendo la información brindada por las agrimensuras de 1882: “Dirigí visual al Fortín O 45º. 53´S. Empieza una cañada de sur á norte. Puse mojón 283 metros, 30 cent… al sur de la base. Concluye el bañado. Dirige visual al Fortín O 65º. 45´S.” Al igual que en el caso del Fortín Machado, se procedió a digitalizar el recorrido de la línea norte del lote efectuado por Domínguez (1882), tomándose ángulos visuales con el objeto de ubicar la intersección en donde se ubicaría el mencionado Fortín. En este caso en particular, Domínguez realizó dos recorridos, debido al error de medición tomado en campo y corregido por el mismo agrimensor. Por ende, esto acarrea un diseño de prospección arqueológica en terreno que contemple los dos puntos de intersección de la visual. Dicha prospección, realizada en el año 2015, no ha arrojado resultados positivos, dado que el impacto de la ocupación actual (pueblo de Bernardo Larroudé) no ha permitido observar materiales, rasgos o estructuras en superficie (FiguraN°6).
Figura N° 6. Plano agrimensor y foto satelital actual
Fuente: elaboración propia en base a Domínguez, 1882 y Google Earth.
Conclusiones
A partir del trabajo interdisciplinario se han puesto en juego diversas
fuentes de información y escalas, lo que ha permitido el abordaje de la misma
problemática y espacio desde diversas perspectivas. Ello ha suscitado
un desafío epistemológico y metodológico en la búsqueda de superar las
miradas locales o parciales, integrando la horizontalidad y verticalidad de
las relaciones sociales que se dan en el territorio construido, imaginado y/o
materializado (Santos 1994; Valenzuela 2006).Así, el abordaje de esta investigación
implicó abandonar un desarrollo lineal y ordenado, adoptando
las características de un proceso construido a partir de múltiples miradas,
herramientas metodológicas y fuentes de indagación. Ello implicó un trabajo
arduo de integración interdisciplinar que propició una constante profundización,
retroalimentación y aprendizaje. En este sentido hemos desarrollado
trabajos de campo en terreno y en archivos, trabajo de laboratorio
procesando imágenes satelitales, registros de campo, georreferenciando
cartografía, analizando fuentes documentales y realizando entrevistas. Todos
estos procesos se configuran como piezas que nos permiten reconstruir
parte de la espacialidad y su memoria donde entran en juego diversas historias
a ser contadas para un mismo espacio-tiempo.
La ubicación de los fortines Alsina, Machado y Alvear significaron diversos
desafíos metodológicos, tomando en consideración la particularidad
de cada una de las estructuras, su devenir, como también las características
actuales del terreno. En el caso de la Comandancia Alsina, a pesar de haberse
configurado como un asentamiento de gran magnitud con estructuras
edilicias y una disponibilidad importante de documentación alusiva, no fue
posible el hallazgo de restos materiales o estructuras. Su búsqueda ha implicado
el despliegue de diversas estrategias de relevamiento y prospección
de campo, combinadas con estrategia de análisis cartográfico y documental.
Los resultados obtenidos llevan a la conclusión que el fortín se ubicaría
sobre el terreno de la Sra. Pereyra Rozas sobre una actual medanada de la
cual se tiene una visibilidad de toda el área circundante. La edafización del
médano y desarrollo de una gran potencia de arena podría ser el resultado
de las estructuras subyacentes. El hallazgo de un rasgo rectilíneo sobre
este sector en el análisis de una imagen satelital actual confirmaría dicha
hipótesis desarrollada a partir de la mirada de la geomorfología. El trabajo
de excavación de un segmento de la zanja de Alsina cercana a la Comandancia
de Alsina nos permitió evaluar un perfil estratigráfico vinculado a
este rasgo. Los resultados obtenidos durante la excavación confirmaron la
ubicación trazada por el historiador local Carlos Noé Caccia, como también la georeferenciacion de la cartografía (Caccia, 2004). Ello nos alienta
al estudio de otros segmentos de la zanja, considerando que se configura
como un rasgo diagnóstico para la ubicación de otras estructuras castrenses
o eventos descriptos en las fuentes documentales.
En el caso del Fortín Machado, será necesario profundizar en terreno
para dar cuenta de su existencia. La ubicación a partir de la información
documental y cartográfica no presentó inconvenientes ubicándose sobre
un terreno signado por las actividades agropecuarias modernas y sujetas a
sus ritmos. Para el Fortín Alvear, su ubicación en el actual ejido urbano de
Bernardo Larroudé, dificultó su localización. Por el momento no tenemos
registros escritos ni orales de hallazgos en el área de materiales que podrían
provenir de dicho sitio. Para todos los casos es interesante resaltar el rol de
la memoria de los pobladores actuales y su transmisión transgeneracional.
Son dichas referencias las que nos permiten reconstruir algunos aspectos
de la espacialidad como también recuperar historias que no han dejado rastros
en la tierra, pero que se configuran como el acervo de los pueblos que
se forjaron a partir de esos sitios. Esas memorias se conforman tanto como
parte de las identidades locales como también testimonio de las historias
silenciadas y avasalladas.
La zanja de Alsina no sólo se configuró como un demarcador espacial
sino que se constituyó como un hito simbólico testigo de un contexto fuertemente
conflictivo como lo fue el espacio fronterizo durante la década del
70 decimonónica, condensando múltiples significados. En diversos sectores
del paisaje bonaerense y pampeano se han erigido monumentos conmemorativos
a este rasgo que se vinculan estrechamente con la construcción
historiográfica nacional sobre la cual se sustentó el discurso hegemónico
del Estado Nacional y la construcción identitaria Argentina. Esta mirada de
la frontera reprodujo el pensamiento decimonónico, donde el territorio Nacional
y soberano posee un carácter ontológico, negando la existencia del
Mamüll Mapu u otra concepción territorial indígena (Lenton 1994; Quijada
2002) siendo la zanja un diseño realizado en un escritorio porteño que
buscó erigirse en barrera, en un límite que demarca un nosotros y un otro
excluido, para luego convertirse en prolegómeno de masacre e incorporación
violenta de los pueblos originarios.
Agradecimientos
Deseamos expresar nuestro agradecimiento a Carlos y Miguel Achaval quienes nos brindaron su calidez y hospitalidad durante el trabajo de campo. A Carlos Caccia (hijo) y a Juan y Mirta Mangas por sus aportes y conocimientos. Al personal de la Dirección de Catastro quienes nos reciben y asesoran amablemente en cada una de nuestras visitas. A la Dra. Alfonsina Tripaldi por sus contribuciones. Por último, a los evaluadores por sus valiosas observaciones y sugerencias.
Notas
** andrade.ariana84@gmail.com.
1 Licenciado en Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (2006). Magister en Investigación en Ciencias Sociales de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (2009) y Doctor en Arqueología por la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (2010). Investigador adjunto del CONICET. carlosglanda@gmail.com.
2 Licenciada, Profesora y Doctora en Antropología (FFyL, UBA). Fue becaria del CONICET. virpineau@gmail.com.
3 Profesor y Licenciado en Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires. Especialista en Teledetección y Sistemas de Información Geográfica en Medio Ambiente. Profesor de Antropología en el Ciclo Básico Común (CBC-UBA). Becario Doctoral de la Universidad de Buenos Aires. sinuhe1979@yahoo.com.ar.
4 Estudiante de la Licenciatura en Geografía en la Universidad Nacional de La Pampa. alfayate_emmanuel@hotmail.com.
5 Estudiante de Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología en la Facultad de Filosofía y Letras y miembro del Instituto de Arqueología (UBA). florenciacaretti@gmail.com.
6 Licenciada en Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología (2011), Profesora de Educación Media y Superior en Cs. Antropológicas (2013) y Doctora en Arqueología (2017). dovaljimena@gmail.com.
7 Licenciado en Ciencias Antropológicas con orientación en Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires.emanuelmontanari@gmail.com.
8 Existen numerosas quejas en los partes militares, con respecto al número de armas, estado de la caballada e incomodidad de las nuevas corazas de cuero (Archivo del Servicio Histórico del Ejército, colección Lucha contra el indio).
9 Estos libros contienen los relevamientos topográficos y cartográficos realizados por los agrimensores Domínguez y Maqueda en 1882. Se trata de la primera mensura de la totalidad del otrora Territorio Nacional de La Pampa (actual Provincia de La Pampa) luego de su anexión al Estado Argentino. Pueden consultarse en la Dirección de Catastro provincial o en su sitio web: http://www.catastro.lapampa.gov.ar/index.php/2014-04-23-12-24-49.
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Recibido: 01-06-2017
Aceptado: 17-07-2017