DOI: http://dx.doi.org/10.19137/els-2023-212113

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RESEÑAS

 

Jorge Larrosa El profesor Artesano. Materiales para conversar sobre el oficio. Buenos Aires: Editorial Novedades Educativas, 2020. 344 pp. ISBN 978-987-538-684-6

 

Jorge Larrosa es profesor de Filosofía de la Educación en la Universidad Barcelona. Ha dictado cursos en diversas universidades europeas y latinoamericanas. Sus trabajos están escritos en clave ensayística, vinculando la filosofía, literatura y educación. En ellos establece conversaciones con artistas, profesores y con diversos mediadores culturales. La trilogía del oficio se completa con P de profesor (2018) y Esperando no se sabe qué, sobre el oficio de profesor (2019).
En El profesor Artesano, materiales para conversar sobre el oficio, Jorge Larrosa comparte un recorrido en el que nos invita a mirar nuevamente el quehacer del profesor desde su materialidad. Un oficio que estaría constituido por el mundo, la experiencia, los gestos, maneras y estilos, por la vocación, el amor y la fe.
Este libro es la expresión de un curso que fue titulado La Investigación de la experiencia educativa: lenguajes y saberes”, con una duración de un trimestre, durante el año 2017 y compartido con José Contreras.
Un curso, gusta decir, hecho con otros y frente a otros, donde más que conclusiones, habrá efectos. En él propone una conversación, destinada a quien le pudiera interesar” (Larrosa, 2020, p.19), sean docentes, profesores y/o artesanos diversos en su oficio. El autor refiere que el interrogante por el profesor y su quehacer es una pregunta tardía, una pregunta que habrá de realizarse y sobre la cual se podrá esbozar alguna respuesta luego de transcurrida la vida como profesor.
Encontraremos en cada capítulo, materiales bibliográficos y películas, conversaciones a través de autores, ejercicios y las voces de sus estudiantes en su curso. Deja entrever, en sus diferentes capítulos, una mirada crítica sobre la psicología cognitiva, sobre las políticas que precarizan y le quitan dignidad a este oficio. El autor busca encarnar en este libro –curso, el espíritu de la artesanía respecto de este oficio para que sigamos conversando sobre “qué es y cómo se hace eso de ser profesor” (Larrosa, 2020, p. 35).
El libro está constituido por un prólogo, siete capítulos y un epílogo. Todos ellos a cargo de Larrosa.
En el Prólogo, da inicio al libro señalando que tratará sobre la materialidad de los quehaceres que constituyen el oficio y buscará elaborar, pública y concretamente, el significado de lo que ha estado haciendo toda la vida. Realiza una presentación de la trilogía del Oficio mencionando a Esperando no se sabe qué. Sobre el oficio de profesor, P de Profesor y el presente El Profesor Artesano. Y como gusta decir Larrosa es un libro“contracorriente” (2020, p. 20) y “que ama, dignifica y defiende el oficio de profesor” (2020, p. 21)Acerquémonos a sus porqués.
En el primer capítulo,“De los comienzos y las disposiciones”, el autor da a pensar el oficio como un modo de estar en el mundo, como una forma de vida. Aparecerá el oficio como un repertorio de gestos, de maneras y de formas de hacer que revelan la singularidad de cada sujeto que lo ejerce. Larrosa busca problematizar el oficio a través de la palabra vocación y ejercitar una mirada amorosa de la escuela.
En el segundo capítulo, “Del Trabajo, la vocación y el carácter”, plantea que la vocación viene del mundo y advierte de los riesgos actuales de ser una palabra sustituida por la de emprendeduría y coaching. Propone en este curso probar la sonoridad de esta palabra. Comparte con sus estudiantes una crítica al aprender a aprender, a la escuela del conocimiento líquido y a la escuela de las competencias y ante ello propone volver o dar rodeos a los mundos de los oficios y la artesanía. Busca a través de la perspectiva del oficio, conversar sobre lo que somos, lo que hacemos y lo que nos pasa cuando ejercemos. Cierra este capítulo señalando que la vocación sería algo así como una llamada del mundo, de los signos del mundo que nos atraen, nos reclaman y del agradecimiento que debiéramos tener con todos aquellos que nos sensibilizaron ante ciertos signos, tal vez dándole forma a nuestra vocación.
Por su parte en el tercer capítulo, “De las manos y las maneras”, Larrosa señala que el oficio de profesor necesita arraigar en ciertas condiciones, en un suelo. La mirada se enfoca en las manos y las formas de hacer, en la importancia del gesto en el trabajo del profesor. Reflexiona que tal vez sean nuestros gestos los que más nos caracterizan pero al mismo tiempo los más independientes de nuestra voluntad. Los gestos darían cuenta de las formas en que estamos “afinados sintonizados o entonados con el mundo y en el mundo” (Larrosa, 2020, p. 108).  Se pregunta ¿Qué hacen las manos de los docentes? Separan. Separan a la gente de los espacios, de los tiempos y las ocupaciones habituales. Buscan llamar la atención sobre las cosas y las ponen a disposición para la contemplación, la conversación, el ejercicio o el estudio, concluirá.
En el cuarto capítulo, “De los amores difíciles”, el abordaje se realiza sobre el amor, incluso recordando que el mismo esta al principio de nuestra relación con el mundo. Larrosa pretende dar tiempo para pensar en las dificultades del amor, al mundo, a la infancia y al oficio. Señala que estamos no solo pegados, sino fascinados, envueltos y ocupados en el mundo. Tanto apalabrado, el mundo es capaz de ponerse frente y entre nosotros. Por ello, dirá el autor, el mundo está en el espacio entre los hombres y al mismo tiempo entre las generaciones. Continuando por las páginas de este capítulo, encontramos dialogando a Larrosa con los textos de Arendt, para decir que el mundo común no está sino que se hace y que somos los viejos los garantes, los responsables de entregar el mundo a los nuevos, de evitar su ruina y desaparición. Y así plantea la idea que el docente esta solo para el mundo, no para los niños, las familias, la economía o la sociedad.
En el quinto capítulo, llamado “Del amor y de la fe”, el autor propone dar inicio con un ejercicio, que es escribir una carta de amor a algo que tuviera que ver con el oficio de profesor o con el lugar donde se ejerce: la escuela. Aventura: “Amar algo vinculado con el oficio” (Larrosa, 2020, p. 207). Estas cartas podrían ser leídas como una profesión de fe, como la creencia de aquellos que “deben hacer bien” o “hacer porque es consistente con ellos mismos” (Larrosa, 2020, p. 213). Esta sería una fe pedagógica en los hombres creadores de un mundo y en la igualdad como punto de partida. En este momento del curso, sus estudiantes dirán que el tema del curso podría ser el amor, el amor a la materia, a los estudiantes, a la escuela. Larrosa termina llamando a los profesores, pasadores amorosos.
En el sexto capítulo, llamado “Del espíritu artesano”, aborda el tema sobre los modos artesanos de estar en el mundo. Conversa también con algunos profesores sobre las manos de estos, manos que no hacen “nada” sino que comunizan y transmiten lo que otros han hecho (Larrosa, 2020, p. 254). Manos que crean un objeto particular: la lección, la clase, un curso. Intenta, a través de estas historias de profesores, dar a conocer de modo concreto eso de “abrir mundos o de despertar interés” (Larrosa, 2020, p. 283), mostrarnos que hacen esas manos y maneras que muestran, ofrecen, invitan, dan a leer, a mirar, a tocar, amplían el mundo y lo hacen hablar. Y en este momento Larrosa reconoce que casi al terminar el curso, se está en condiciones de tratar en serio el asunto: el oficio de profesor.  El curso termina con preguntas y, al estilo de Numancia y Samarkanda, con algo de resistencia y algo de sueños.
Llegando al final, en el séptimo capítulo, “Elegir la escuela”, Larrosa (2020) comparte algunas conversaciones epistolares y advierte que no pertenecen al curso pero que los vincula cierta inspiraciónEstos intercambios versan sobre la “invención de los ejercicios” (p. 300), la “sala de correcciones” (p. 305), sobre “la educación y el aula como espacio de refugio” (p. 322) y sobre los estilo de ser profesor. Conversaciones entre dibujantes, médicos y científicos devenidos en este oficio.
Por último, en el Epílogo, termina señalando el autor que este libro “no es otra cosa que algunos textos y pelis en las que trato de encarnar el espíritu de la artesanía y su deseo de conversaciones que pudieran surgir al respecto, contribuir a dignificar a un artesano agraviado, molestar a rufianes prepotentes o servir de socorro o consuelo” (Larrosa, 2020, p. 341).
El profesor Artesano, materiales para conversar sobre el oficio, constituye, tal como lo ha propuesto el autor, una conversación entre profesores. Entre aquellos que fueron convocados en el curso cómo así también de aquellos que al leerlo, aparecemos en la sala de profesores o en una reunión cualquiera, intercambiando, compartiendo ideas, sentidos, vivencias.
Luego de su lectura, se considera que no solo provoca lo deseado, sino que este libro es un gesto, pone sobre la mesa, materializa y comuniza, en palabras de Larrosa, aquello que nombramos y vivimos como el oficio de profesor. El profesor artesano es una plegaria, una carta de amor, un intercambio epistolar entre profesores amigos.

 

 

 María Alejandra Marin Aranda
Profesora IFDC Sierra Grande
Universidad Nacional Rio Negro, Argentina