Alonso, Belén; Caballero, Valentina. Pedagogía de la amorosidad. Apuntes (trans)feministas de una inmersión al universo murguero de/con “Bien de Barrio”. Cuadernos de Extensión Universitaria de la UNLPam, Vol. 9, N.º 2, julio – diciembre 2025. Sección: Dossier, pp. 62-87. ISSN 2451-5930 e-ISSN 2718-7500. DOI https://doi.org/10.19137/cuadex-2025-09-0203

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DOSSIER
Pedagogía de la amorosidad. Apuntes (trans)feministas de una inmersión al universo murguero de/con “Bien de Barrio”
Pedagogy of love (Trans) feminist notes from an immersion into the murga performer universe of/with “Bien de Barrio”
Pedagogia do amor Notas (trans)feministas a partir de uma imersão no universo murguero de/com “Bien de Barrio”
Belén Alonso
Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa
belenalonso@humanas.unlpam.edu.ar
ORCID: https://orcid.org/0000-0003-3704-7673
Valentina Caballero
Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa
ORCID: https://orcid.org/0009-0008-2521-9398
Fecha de recepción: 03-04-2025 | Fecha de aceptación: 29-05-2025
Resumen
Este artículo desarrolla el proceso inicial de inmersión y construcción del vínculo entre quienes lo escribimos, docente y estudiante de la Facultad de Ciencias Humanas, de la Universidad Nacional de La Pampa, con la murga “Bien de Barrio”. La experiencia articuló las prácticas comunitarias programáticas organizadas, en este caso, desde el proyecto de extensión “Memorias Maricas Pampeanas” en el año 2024. El texto recorre distintos momentos de la vivencia considerando los fundamentos teóricos tanto de la extensión crítica como de nuestra propia praxis política transfeminista. En su conjunto, entendemos que pone en evidencia la valía distinguible de experienciar, enseñar y aprender desde/con amorosidad.
Palabras clave: prácticas comunitarias; extensión crítica universitaria; feminismo; LGTBIQNB+; murga.
Abstract
This article develops the initial process of immersion and connection- building between the authors, a teacher and student from the Faculty of Human Sciences, of the Universidad Nacional de La Pampa, and the murga group “Bien de Barrio”. The experience articulated organized programmatic community practices, in this case, from the outreach project “Memorias Maricas Pampeanas” in 2024. The text explores different moments of the experience, considering the theoretical foundations of both critical outreach and our own transfeminist political praxis. As a whole, we understand that it highlights the distinct value of experiencing, teaching and learning from/with love.
Keywords: community practices; university critical outreach; feminism; LGTBIQNB+; murga.
Resumo
Este artigo desenvolve o processo inicial de imersão e construção do vínculo entre quem o escrevemos, professor e aluno da Faculdade de Ciências Humanas da Universidad Nacional de La Pampa, com a murga “Bien de Barrio”. A experiência articulou as práticas comunitárias programáticas organizadas, neste caso, a partir do projeto de extensão “Memorias Maricas Pampeanas” no ano de 2024. O texto percorre diferentes momentos da experiência considerando os fundamentos teóricos tanto da extensão crítica quanto da nossa própria práxis política transfeminista. Como um todo, entendemos que destaca o valor distinto de vivenciar, ensinar e aprender de/com amor.
Palavras-chave: práticas comunitárias; extensão crítica universitária; feminismo; LGTBIQNB+; murga.
Introducción
Este trabajo sistematiza nuestra aproximación iniciática al universo de la murga “Bien de Barrio” (BDB) a través de una propuesta extensionista de práctica comunitaria vivenciada en 2024, desde el Proyecto de Extensión Universitaria “Memorias Maricas Pampeanas” (MMP), de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa. A partir de nuestro posicionamiento teórico y nuestra praxis política transfeminista, buscamos recuperar el proceso de gestación del vínculo que nos dimos en esta experiencia a fin de poner en evidencia la potencia pedagógica (y contrahegemónica) que subyace en los aprendizajes dialogados y acuerpados desde/con afecto.
Para ello, organizamos este artículo en tres partes. En un primer momento ofrecemos una aproximación al origen de esta idea de práctica dentro de un Proyecto de Extensión Universitaria, que tiene por horizonte el acompañamiento y el trabajo con las diversidades sexogenéricas. A su vez, ponemos en evidencia nuestras inscripciones dentro de la extensión crítica y el transfeminismo. Luego, en un segundo momento, desarrollamos descriptiva y analíticamente nuestra construcción vincular con la murga “Bien de Barrio”, siguiendo algunos ejes propuestos del hacer transfeminista. Así, componemos un registro también organizado en tres secciones, que va desde la historia de BDB hasta desandar nuestros días situadas en el universo murguero. Por último, cerramos con algunas apuestas que promovemos para dar cuenta de que la pedagogía de la amorosidad (que deviene del feminismo) ofrece una potencia transformadora necesaria y urgente en estos tiempos.
Gestar una idea. Vivenciar prácticas comunitarias con/desde Memorias Maricas Pampeanas
“Memorias Maricas Pampeanas. Memoria e historia del colectivo LGTBIQNB+ de La Pampa”[1] es el primer proyecto de extensión de la Universidad Nacional de la Pampa, que se dedica a construir, junto con el colectivo de la diversidad sexogenérica de nuestra provincia, un acervo documental sobre la historia y memoria viva de sus protagonistas.
La genealogía del movimiento LGBTIQNB+[2] pampeano puede rastrearse con mayor sistematicidad a partir de la década del noventa, inscripta en los impulsos del feminismo local donde se integran también las denominadas “minorías sexuales” y que, de manera institucionalizada, dieron forma y contenido a las investigaciones del por entonces llamado Instituto Interdisciplinario de Estudios de la Mujer en nuestra Facultad. Sin embargo, el trabajo académico como de extensión no prestó particular atención al colectivo de la diversidad hasta hace relativamente poco[3].
En un contexto nacional de clara avanzada en su agenda colectiva[4] al calor del agite militante que llevaba un proceso cada vez más persistente de visibilización[5] y organización, siguiendo el ritmo de las incipientes Marchas del Orgullo[6] en nuestros pagos, desde 2021 estudiantes y docentes de la Facultad de Ciencias Humanas formalizaron la primera acción de extensión (AEU) que luego siguió en 2023 como proyecto de extensión (PEU)[7] a fin de generar un espacio coparticipativo entre la universidad y la comunidad LGTBIQNB+ a favor de recuperar sus historias de luchas y resistencias en La Pampa.
En esos años, pandemia mediante, el trabajo dentro del proyecto de MMP fue variopinto y muy diversificado en torno a relevar, registrar, sistematizar y construir un reservorio digital abierto[8] así como a compartirlo. El espacio virtual diseñado creció y hoy cuenta con diez secciones en constante actualización: Archivo, Históricas, Derechos, Muestra, Activismo, Académicas, Escolares, Comunitarias, Mediatiks, Agite![9]. En su conjunto evidencia la imbricada tarea de conectar y poner en diálogo no solo distintas disciplinas y saberes (de la historia, la ciencia política, la sociología, la comunicación, la geografía, el arte y la cultura), sino también modos de plasmarlo en formatos heterogéneos complementarios (acciones y actividades de distinta índole, registros audiovisuales y fotográficos, textualidades, gráfica, etc.), incluso construir y abonar distintos vínculos entre/con la comunidad, la militancia y la academia.
La misión extensionista del trabajo de relevamiento y registros de la(s) historia(s), sumado al fuerte compromiso con la difusión pública y de compartir la movida con la comunidad de la diversidad, conectan distintas territorialidades que se superponen configurando fronteras difusas donde se vive el proyecto de Memorias Maricas Pampeanas. Aulas, archivos públicos y privados, calles, medios de comunicación, fiestas, asambleas, marchas, plazas, escuelas, organismos del estado, presencias y virtualidades, constituyen territorios compartidos que desencajan las clásicas nociones (y lugares) que establecen los “adentros” y “afueras” de la universidad y su entorno (Erreguerena, 2020).
Justamente entre los encuentros y diálogos dados en el proceso de soñar y organizar las últimas Marchas del Orgullo en la ciudad (reuniones que, además, se dieron de manera continua en aulas de la Facultad de Ciencias Humanas como espacio de acogida), es que surge la idea de ampliar y profundizar vínculos con algunas grupalidades que militan en el colectivo. Así, en 2024, MMP asume el desafío de incluir entre sus líneas de extensión experienciar prácticas comunitarias[10] situadas en la cotidianidad de la murga “Bien de Barrio” (BDB), un espacio socio-comunitario orientado a las juventudes de la ciudad de Santa Rosa con un destacado compromiso con la inclusión y la diversidad sexogenérica a través del arte popular murguero.
Esta nueva apuesta se inscribió en potenciar una praxis extensionista crítica y feminista (Colacci y Filippi, 2020; Norverto, 2021; Tommasino Comesaña y García Carrera, 2023) ¿Qué significa esto? ¿Qué supone asumir un posicionamiento activo de extensionar (trans)feminista? ¿O qué entendemos por “transfeministizar” nuestras prácticas comunitarias extensionistas? Y, concretamente, en los términos planteados por Mattio y Pereyra (2020), “¿qué efectos positivos es posible esperar de la co-construcción de saberes que provienen de la práctica extensionista, del movimiento feminista y del campo de la diversidad sexo-genérica?” (p. 10).
En principio, asumimos que la extensión crítica latinoamericana con los postulados freirianos de la educación popular, nos convoca a considerar el acto educativo como transformador a partir de romper con los roles estereotipados y verticalistas presupuestos por el paradigma hegemónico de la ciencia, entendiendo que todas las personas tenemos la capacidad de aprender y enseñar. En estos términos, “la extensión concebida como un proceso crítico y dialógico se propone, en cambio, trascender la formación exclusivamente técnica que genera la universidad ‘fábrica de profesionales’” (Tommasino y Cano, 2016, p. 15). De allí, que la producción de conocimiento es situada, dialógica y busca recuperar respetuosamente los múltiples (“otros”) saberes (populares, callejeros, comunitarios, no académico-formales). Además, en este vínculo educativo “las relaciones hegemónicas de saber-poder son puestas en cuestión ya que todas las partes resultan transformadas en la praxis extensionista crítica” (p. 16).
En este sentido, las dimensiones epistemológica y pedagógica sugieren las claves en que entendemos nuestros actos formativos como profundamente políticos y afectivos. Conocimiento situado, reconocimiento y puesta en valor de distintos saberes, interseccionalidad, experiencias, emociones, construcción colectiva, amorosidad, son categorías que enlazan la extensión crítica con la epistemología feminista. Esta coincidencia no sólo refiere a su posicionamiento ético-político, sino, también, en su pedagogía del hacer cimentada en problematizaciones, metodologías y miradas que tensionan los modos tradicionales (Norverto, 2021; Tommasino Comesaña y Correa García, 2023). Y, en esta apuesta contrahegemónica, es en particular el feminismo popular (Korol, 2007) el que nos mueve a pensar, practicar y promover la pedagogía desde y con amorosidad.
No es una pedagogía de profesoras y alumnas, sino de compañeras que soñamos juntas y pensamos juntas nuestras prácticas, que intentamos en el diálogo de saberes, crear nuevos conocimientos del mundo, ya que todo lo que fue creado hasta ahora no alcanza para transformarlo. (Korol, 2010, pp. 185-186)
Esta pedagogía afectada y afectiva invita a otros modos, distintos, creativos, cotidianos, imperceptibles de producir conocimientos.
¿Se puede hablar de la caricia como parte de una metodología de investigación o de análisis? No tengo dudas de que el abrazo y la caricia, el reconocernos en una mirada, el sentirnos en una piel, producen posibilidades de “conocimiento” tanto o más fecundas que otras formas de estudio o de investigación. No me refiero a la caricia programada, ni al abrazo paternalista realizado desde un lugar de saber o de poder, de contención o de sostén. Me refiero a la caricia y al abrazo que nacen en el momento exacto del encuentro de las historias de opresiones que nos identifican. La caricia y el abrazo que forman parte de una ética feminista del acompañamiento, del caminar codo a codo, de transitar los dolores y hacernos cómplices de nuestros deseos. (Korol, 2007, p. 20)
Investigar y extensionar para la acción desde esta perspectiva nos convida a posicionarnos autoreflexivamente a quienes nos ubicamos en el rol de ser quienes estudiamos, enseñamos, vivenciamos, interpretamos estas experiencias. Para lo cual, poner en palabras, volver a conectar momentos de un proceso, a través de una tarea de recuperación sistematizada, no es simplemente hacer orden en nuestros datos e ideas, sino “obtener aprendizajes críticos de nuestras experiencias” (Jara, 2013, p. 3). Y esto porque las experiencias son una vivencia densa, son “procesos históricos y sociales dinámicos: están en permanente cambio y movimiento”, constituyen “procesos vitales y únicos: expresan una enorme riqueza acumulada de elementos y, por tanto, son inéditos e irrepetibles” (p. 3). Por ello, desde la perspectiva feminista:
la sistematización de experiencias promueve el aprendizaje de prácticas sociales que configuran sujetos, llevándolos a reflexionar sobre su aprendizaje y la condición y forma de sujeto que adoptan, el estar en relación con una/uno mismo, estar en relación con el colectivo, o estar en relación con contextos sociales situados. (Rodríguez Gustá parafraseando a Falkembach y Torres (2015) en Suárez Tomé, Belli y Mileo, 2024, p. 204)
La práctica comunitaria junto a la murga “Bien de Barrio” se desarrolló durante todo el 2024 con dos grupos de estudiantes (de los Departamentos de Comunicación Social, primero, y de Lenguas Extranjeras, después). La sistematización de la experiencia que aquí presentamos se refiere al proceso vincular compartido (aunque no único ni homogéneo) y a los aprendizajes reconocidos, especialmente, por quienes escribimos este artículo a partir del segundo semestre del año: una como docente, integrante de MMP y coordinadora del Programa Institucional de Prácticas Comunitarias en la Facultad; la otra como estudiante y practicante. Vale reconocer que nuestro vínculo es anterior a este proceso, es decir que no se originó en el particular encuadre de la universidad, ambas somos compañeras militantes activas y comprometidas con el feminismo local.
Conocernos de antes, compartir trayectorias de vida y militancia favoreció el modo enunciativo de la experiencia, que lo hacemos en un “nosotras” inclusivo porque nos interesa jerarquizar los registros que hicimos, apuntados a base de nuestros propios diálogos y que abonan la actual descripción y reflexión, sin detenernos en los pasos dados de manera individual por cada una. Además, ambas nos identificamos “transfeministas” para hacer evidente nuestro posicionamiento político a favor de la diversidad dentro de los feminismos. Nos situamos dentro del movimiento que reconoce las luchas de todos los cuerpos alojados o desalojados por la categoría mujeres. A su vez, el transfeminista no es una característica, es una metodología, una forma de hacer (Montes Paez, 2024) o “de vivir” en los términos de Sarah Amed[11].
Según Monte Páez (2024), entendemos que este “modo de hacer” supone presencia y acompañamiento, este acompañamiento supone encuentro situado y ensimismado, relacional, conectado por el “entre” que “no es algo que se ofrece, ni se recibe, no es un objeto que se entrega… Es la efectuación del verbo acompañar. Una acción que en su propia acepción implica hacer de a dos” (p. 74). En este sentido, es “poner la cuerpa”, es vincular desde el afecto y las emociones, también es “registrar el deseo”, “respetar los procesos”, “sostener en el tiempo”, “consolidar una ética”, “construir un código”, “luchar con todes” (pp. 81-87)[12]. Y es en la misma sintonía que buscamos desarrollar “una pedagogía que intenta unir palabras y gestos, críticas y abrazos” (Korol, 2010, p. 185). Con estas puntadas, hilamos y compartimos la presente sistematización.
En sintonía, desde MMP insistimos, hoy más que nunca, en “construir un mundo donde quepamos todes” y hacerlo vivamente “con orgullo”. Coproducir un archivo de la memoria de las disidencias sexogenéricas pampeanas abrió la puerta para trasladar nuestros activismos callejeros, académicos, movimientistas, nuestras biografías políticas, a un terreno de recuperación de una narrativa de la historia que ponga en cuestión el orden cis-heteropatriarcal normativizado. Gestar un vínculo, convivir y proyectar con “Bien de Barrio” surgió como una oportunidad de encarnar, la potencia pedagógica y amorosa, de pergeñar otros horizontes posibles, más justos, respetuosos, políticamente sensibles y colectivamente diversos en el vaivén que se da entre la universidad y la comunidad.
Gestar un vínculo. Apuntes (trans)feministas de una inmersión al universo murguero de/con Bien de Barrio
Conocer a Bien de Barrio
Desde hace 12 años, Bien de Barrio murguea con infancias y adolescencias que provienen de distintos territorios de la ciudad de Santa Rosa y que encuentran en este arte popular un modo de expresión, acompañamiento y sostén de sus biografías singulares e identidades diversas. Una excusa “artivista”[13] para el compromiso social, la inclusión de la diversidad sexo-genérica, la defensa identitaria y el cuidado colectivo.
La historia de BDB nace en octubre de 2012 en el marco de un programa nacional de murgas, impulsado por la Dirección de Cultura de la Municipalidad de Santa Rosa. A partir de esta iniciativa, la comisión vecinal del barrio Plan 5000 asumió la responsabilidad de su desarrollo y a días de andar, para el 12 de octubre, se autodenominaron y definieron el verde y blanco como sus colores representativos. Poco tiempo después, Gustavo Cáseres asumió la dirección de la murga y fue quien dio forma a su identidad actual[14]. Durante su liderazgo, incorporó el negro a la paleta original, lo que llevó a que la agrupación adoptara el sobrenombre de “la tricolor”. Los colores adquirieron significados protagónicos de su identidad: el blanco representa la pureza de las infancias que integran, el verde simboliza la esperanza y el negro visibiliza las dificultades y la estigmatización que enfrentan los sectores y las manifestaciones artísticas populares.
En 2016, la murga inició su participación en carnavales de la ciudad y en diversas localidades, lo que generó una mayor relevancia en los corsos provinciales. En este período, la agrupación se perfeccionó en las disciplinas que conforman la práctica murguera. Dos años después, debido a diferencias con quienes organizaban los carnavales locales, la murga dejó de presentarse en Santa Rosa y orientó su actividad hacia diferentes pueblos. Este cambio permitió la creación de lazos con otros actores de los carnavales pampeanos y de lugares alejados de la capital. Si bien se caracterizan por ser autodidactas de la música, el baile y los menesteres del arte (maquillajes, vestimentas, etc.), aprovechan las posibilidades de aprendizaje e intercambio en el mundo murguero del que son parte. En 2018, BDB viajó a Rufino, provincia de Santa Fe, donde tuvo la oportunidad de conocer otras formas de expresión murguera, como el uso de escenario, el canto en vivo y la fantasía en sus presentaciones.
Identidad “Bien de Barrio” en el predio de El Molino. Registro fotográfico de Rodrigo Arrieta. Agosto, 2024.
Para el inicio de la pandemia, la murga ya había sido parte de numerosos encuentros en varias provincias, lo que le permitió desarrollar un estilo propio y distintivo de mixtura en base del estilo porteño. A pesar de las restricciones impuestas por la emergencia sanitaria 2020, la agrupación logró sostener su vínculo mediante reuniones virtuales, en las que compartieron formación murguera, escucharon música, participaron en transmisiones en vivo de otras murgas de la Ciudad de Buenos Aires y trabajaron, también, el vínculo interpersonal entre sus integrantes. Gustavo enfatiza en su relato que la murga se sostuvo gracias al esfuerzo colectivo autogestivo y siempre en función del interés común, sin que prevalezcan objetivos individuales.
En 2021, sin contar con un espacio físico estable, comenzaron a reunirse de manera informal, sin ensayos, debido a las restricciones impuestas para algunos sectores del barrio. En estos encuentros, se dedicaron a la confección de trajes, la organización de cenas y charlas, así como la planificación de salidas con las infancias, con el objetivo de fortalecer sus vínculos y sentido de pertenencia “artivista”.
Tal como se nombró a sí misma, BDB conecta con una identidad barrial inclusiva que, a diferencia de otras murgas, no está anclada a ninguna zona en particular de la ciudad y, en la práctica, recibe pibada[15] de distintas afluencias. A su vez, desde siempre fue una murga itinerante que, al no contar con un espacio físico estable, se asentó en distintos lugares públicos, como el salón de usos múltiples del barrio Plan 5000 o la estación de las vías del tren. En el último tiempo, establecieron contacto con “El Molino Galería”, un espacio municipal destinado al arte local que se encuentra en zona céntrica, donde pudieron localizar una vez por semana sus ensayos. Así, todos los domingos cuentan con un lugar de encuentro, organización presencial y resguardo para crear y proyectar su arte.
Si bien su principal agenda se estructura en base a la celebración de los carnavales (de verano y también en la promoción de instalar un carnaval de invierno como fue el año 2024), participan de otros eventos reconocidos localmente como son los días de las infancias. A su vez, acompañan (y son parte activa de) la militancia LGTBIQNB+ local, arengan marchas por distintas luchas sociales y jornadas de visibilización, como, por ejemplo, por la defensa de la Universidad Pública, así como en los agites promovidos en la comunidad de la diversidad como son las marchas del Orgullo. En este sentido, “Bien de Barrio” se apropia de demandas populares como es propio de la historia de este arte, aparece como portavoz para denunciar gobiernos, incentivar solidaridad, reconocer (se) sectores oprimidos, visibilizar causas político-sociales. Entre los movimientos exagerados, el colorido de sus vestuarios y maquillajes, el compás de los tambores, “Bien de Barrio” conecta el carnaval con la denuncia y resistencia popular.
Bien de Barrio en acción. Baile y merienda en la Fiesta de las Infancias. Registro fotográfico de Rodrigo Arrieta. Agosto, 2024.
“Poner la cuerpa”, “Sostener en el tiempo” y “Respetar los procesos”
Con el comienzo del año lectivo del 2024 organizamos las primeras visitas domingueras a la murga desde la facultad con el grupo de estudiantes. Pero, va a ser para el segundo cuatrimestre que la dinámica de trabajo comunitario se profundiza con la llegada de Valentina (parte escribiente de este artículo) y Joaquín (estudiante de Lenguas Extranjeras). La intención de llevar adelante la práctica comunitaria en/con este espacio desde el inicio fue distinguible. Dejarnos llevar por la música, el arte, la expresión corporal era una idea (y un hacer) que nos descolocaba, nos movía fuera de nuestra zona conocida y cómoda. A su vez, sospechábamos de las posibilidades para tejer otros modos de pensar e intervenir en nuestro entorno, conectar con nuestras formaciones y pedagogías diversas, crear y poner en acción ideas compartidas.
El arte por definición es político, comunica y mueve un modo particular de intervenir en el mundo. La cultura murguera es un arte disonante, un arte que revoluciona y tensiona. Su música, danza, maquillaje, expresiones nos remiten a esas formas que desafían “la cultura bien”, “lo bien visto”, incluso la heteronorma y el capitalismo. Así es que desde MMP se piensa en la potencia de pergeñar prácticas comunitarias con la murga porque
La música, la pintura, la danza, la fotografía, el cine, la poesía, diversas formas de expresión artística, proponen distintos lenguajes que nos permiten indagar las profundidades de la subjetividad humana, de los sentires, de las maneras de aprehender el mundo. Por eso la pedagogía feminista, popular, busca interactuar en todos estos lenguajes y sensibilidades, para educar no sólo desde la racionalidad occidental que disciplina el pensamiento e inhibe los sentimientos, sino desde la libertad que puede significar mirar, oír, sentir, pensar, oler, llorar, reír, en un mismo acto pedagógico. (Korol, 2016)
Además, la presencia recurrente de murgas en diversas manifestaciones y marchas favoreció la curiosidad de interactuar en BDB sumado a la cercanía de nuestra interacción en espacios de militancia como fue el espacio organizativo de las marchas del orgullo. La murga emerge en nuestras biografías, como un modo de articulación entre el arte y el activismo. Por su intermedio, consideramos que nos aproximamos a otras herramientas (distintas a las aprendidas en nuestras trayectorias universitarias) para problematizar e intervenir el mundo que habitamos. En este sentido, nos dimos a la tarea de construir un vínculo dialogado, interdisciplinario, territorializado, propio de la extensión en clave crítica.
Desde el comienzo, adentrarnos en el territorio murguero fue compartir priorizando conscientemente la creación de un vínculo con sus integrantes antes de iniciar actividades concretas. Es decir, primero lo primero: cimentar lo vincular, estar en las cosas chiquitas: un mate, una charla, una ayuda aparentemente nimia, un descanso, una mirada cómplice, una escucha, un presente continuo. Los domingos emergieron en la agenda semanal como un día de “asistencia perfecta” para ir a ese espacio totalmente desconocido. El día anterior nos preguntábamos “¿Qué llevamos para comer?”. Queríamos sorprenderles y, a través de algún budín, garrapiñadas caseras, algo rico como agasajo, acercarnos de a poquito.
Si bien la primera interlocución y llegada fue a través de Gustavo, de a poco pudimos empezar otras relaciones. Este año la grupalidad estaba constituida casi en su totalidad por personas jóvenes[16], así que, entre mates y descansos, las conversaciones se daban fluidamente: compartir nuestras cotidianidades, buscar similitudes en nuestras biografías y, sobre todo, discutir sobre las desigualdades, las injusticias que nos atraviesan. Las tres horas de ensayo no eran suficientes para profundizar nuestro vínculo. Sentíamos que necesitábamos más tiempo con BDB. Mientras pasaban los días, decidimos ir cada vez más temprano y permanecer más con la grupalidad y sus integrantes en El Molino. Les hacíamos mil preguntas, queríamos saber de dónde eran, qué les llevaba a murguear, por qué elegían esta murga y qué significaba para cada quien. En nuestras charlas, Gustavo, aparecía como el líder que representa enseñanza, amorosidad y bienvenida. Y nosotras también lo sentíamos así. Buscaba sus momentos para transmitirnos apasionadamente todo sobre la murga y sobre el carnaval como modo de vida, trataba de incluirnos jugando con los pasos del baile a pesar de nuestras resistencias.
Ensayo de domingo. Kevin maquillando. Registro fotográfico propio durante 2024.
Fue en la cotidianeidad de ensayos domingueros y de encuentros informales de camaradería “post agenda”, donde se forjó un diálogo amoroso que, aunque desapercibido al principio, resultó ser el cimiento de una relación colectiva basada en el respeto, colaboración mutua y militancia territorial.
No existe un momento exacto en el cual señalar que fue a partir de ahí que nos sentimos parte de BDB. A medida que pasó el tiempo, que permanecíamos junto al grupo y aumentaba nuestra intimidad, comenzamos a participar en las reuniones de organización y gestión de la vida de la murga, especialmente en temas sobre su sostenibilidad material como en cuestiones de sus necesidades según su agenda de eventos. Recaudar fondos, diseñar accesorios, colaborar en logística, asistir en el armado de escenas o actividades, tejer redes, se hizo parte de nuestro compromiso. Así, fuimos parte activa de la organización y ejecución de un bingo para juntar dinero para reparar instrumentos de percusión y vestuario. Cocinamos para la cantina popular, conseguimos regalos, colaboramos en el orden del espacio, fuimos locutora y fotógrafa, vendimos cartones… En otra oportunidad, para el Día de las Infancias, estuvimos desde temprano colgando banderines, armando chocolatadas, bolsitas de sorpresas e incluso pensando y participando de los juegos con las niñeces que llegaban al predio de El Molino para disfrutar su tarde. En su conjunto, aprendimos a co-gestionar procesos con recursos limitados a partir de destrezas complementarias, así como trabajar en equipo desde nuestras distintas cualidades.
Tarde de Bingo autogestivo. Momentos de organización de la tarde de las infancias. Registro fotográfico propio durante 2024.
Ser parte y construir compañerismo también se consolida a partir de compartir momentos de distensión y disfrute. Cada vez que la murga se presentaba en Santa Rosa o en otra localidad cercana, nos acercábamos a verla en acción, a arengar y aplaudirla. Observar esa performance nos permitió entender las lógicas de BDB en su relación con otras murgas: lógicas que entienden la disciplina como una instancia de compartir, no de competencia. Luego al finalizar el evento, nos quedábamos jugando, tomando mates y charlando sobre la jornada. Otras veces, participamos en encuentros de camaradería como el que hacen todos los años para el día de la primavera, donde compartimos en la Laguna Don Tomás con hamburguesas, música, charlas de la vida y la murga (¡por supuesto!). Así, se fue tramando esta vivencia horizontal, colectiva, dialógica y afectiva.
Valentina y Joaquín con Gustavo Cáseres una tarde en las vías celebrando su cumpleaños. Con la murga en el cierre de su taller en El Molino. Registro fotográfico propio durante el 2024.
Colectivizarnos. “Construir un código” y “Luchar con todes”
Nuestra integración fluyó a base de esta construcción sensible. En este proceso de compartir la vida murguera también fuimos parte de los desafíos que enfrentaba BDB. Desde algunos más simples como intentar armar una coreografía o un nuevo ritmo hasta los más complejos como son los vinculares. Especialmente sobre estos últimos, nuestros saberes pedagógicos y de la militancia ayudaron a la murga a practicar formas alternativas de organización del grupo que, además, nos dieron evidencias tangibles para llevar a nuestras propias cotidianidades docentes. Recuperar formas de creación colectiva de soluciones (y conocimientos), apostar al diálogo de nuestros distintos saberes, conectar con lo lúdico, así como pensar estrategias otras que surgen de la dinámica y que requieren flexibilidad, sensibilidad, creatividad. En este sentido, “la pedagogía que utilizamos pone su acento en la grupalidad, y en los grupos buscamos que se rescate el pensar en comunidad, en colectivo, desafiar las formas individualistas basadas en la competencia” (Korol, 2016).
Entendemos que los grupos conformados por personas atraviesan diversos momentos que incluyen tensiones y dilemas. Por eso, ante cada reto, participamos de las largas reuniones de/con la murga, tomamos nota e incluso intentamos propiciar “normas de convivencia”, que luego llamamos “acuerdos” para poder hacer más democrático el proceso de llevar a cabo las decisiones que surgían de los intercambios. BDB necesitaba instancias de diálogo organizado que permitiera la reflexión y la adaptación de cada integrante en el espacio compartido. De esta forma, exploramos distintas formas de resolver conflictos, que invitaban al ida y vuelta, a la creación de límites que facilitaran que cada quien pueda ser parte de la toma de decisiones colectivas. Y fue todo un proceso vivencial colaborativo que llevó su tiempo.
Dice Montes Páez (2024) que
Lo colectivo no es una característica dada de nuestras organizaciones o en los proyectos o procesos de les compañeres. Lo colectivo es una dimensión por la que hay que luchar para hacerla existir en nuestras prácticas.
(...)
La performatividad de lo colectivo implica tratar todas nuestras experiencias (organizaciones, instituciones, proyectos, equipos, espacios) como si fueran colectivas para que, en algún momento, lo sean. Que sean colectivas no implica que todes estemos de acuerdo; en lo colectivo, existe diversidad, disenso, debate.
Provocar lo colectivo es una tarea ardua y agotadora que algunes militantes llevamos adelante e implica, por momentos, inducir, ficcionar las instancias y prácticas colectivas, hasta que se hacen cuerpo. Inducir lo colectivo es reponer los principios que orientan nuestras prácticas, explicar los sentidos, no darlos por sobreentendidos. Concebir nuestros espacios y proyectos colectivos es impulsar que lo sean. (pp. 154-155)
Si bien la grupalidad murguera no se presenta explícitamente como feminista, en el estar, observar y compartir su vida cotidiana pudimos reconocer prácticas que dan forma a un horizonte comunal que entrelaza diversidad, inclusión y compromiso social desde los principios feministas. Y, en este sentido, encontrarnos también en ese proceso de reflexionar, más o menos consciente, sobre nuestro quehacer social:
[La] práctica feminista no es espontaneismo, sino que es producto de un trabajo paciente y de tejido, que enhebra acontecimientos populares y trabajos cotidianos enormes, historias, genealogías que alimentan un proceso que es político, subjetivo, económico, cultural, artístico, libidinal, epistémico, todo a la vez. Es una herramienta práctica que tiene la capacidad de construir transversalidad entre cuerpos, conflictos y territorios que parecen radicalmente diferentes. (Gago en Colacci y Filippi, 2020, pp. 21-22)
En “Bien de Barrio” se da esta “densidad” que se teje del día a día. Su hacer se cristaliza feminista de múltiples modos: cuando atienden detalles aparentemente minúsculos como la atención amorosa a las necesidades singulares de su gente, cuando organizan o participan de eventos solidarios, cuando buscan estrategias para la autogestión, cuando crean momentos grupales de formación (y discusión política) como el que organizó en agosto con representantes del colectivo LGTBIQNB+ para conocer más sobre infancias trans en el mes de las niñeces. Discutir, tensionar, cuestionar el capitalismo asfixiador así como el patriarcado, está ahí, en la piel, en los sentidos. Otro ejemplo notable para la mirada extranjera es la forma en que los roles organizativos dentro de la murga desafían los estereotipos de género, ya que es una mujer quien lidera la dirección de percusión, mientras que un varón dirige las coreografías y maquillaje, alternando la distribución tradicional de poder.
Más o menos conscientes de sus prácticas feministas, la murga sí reconoce abiertamente que parte de la dimensión política de su ser supone colectivizar el deseo de cambio, lucha y emancipación con otres. De tal suerte, promover la integración, sostenerse en el diálogo con otras murgas de la ciudad o la provincia, así como activar el tejido de lazos interbarriales y regionales abonan un camino de encuentros y potencias a través de este arte. En este sentido, su construcción colectiva resulta un ejemplo vivo de cómo se pueden reconfigurar las relaciones de poder y abrir horizontes para el cuidado y empoderamiento mutuo.
Tarde de Charla sobre Infancias Trans organizada por Bien de Barrio en El Molino. Cierre del Taller de Prácticas Comunitarias con la visita de Bien de Barrio a la Facultad. Registro fotográfico propio durante 2024.
Nuestras propias trayectorias militantes en el (trans)feminismo y en el movimiento universitario se enlazaron con los recorridos y biografías de quienes son parte de la murga. Especialmente, en nuestro compartir, abonamos las discusiones y debates con los sentidos sobre la inclusión, la transformación social y el rechazo de las estructuras hegemónicas. Los intercambios no solo enriquecieron la dinámica grupal, sino que también cristalizaron nuestras coincidencias, así como reconocieron formas diversas de afrontar desde el arte y desde nuestras prácticas cotidianas (micropolíticas) estrategias de resistencia, visibilización y lucha. La preocupación y reflexión dialogada sobre los ataques del gobierno nacional a la universidad y a la comunidad LGTBIQNB+ fueron permanentes a lo largo del tiempo.
Bien de Barrio acompañándonos en la Marcha Federal en Defensa de la Universidad Pública. Registro fotográfico de Lucas Puccheta. Octubre, 2024.
Nos colectivizamos. Establecimos una sintonía política y afectiva. Caminamos codo a codo en las distintas marchas populares en defensa del trabajo y contra las políticas llevadas adelante por el gobierno nacional, en las convocatorias federales en defensa de la Universidad Pública, así como también en la Marcha del Orgullo Disidente del año pasado. BDB acompañó nuestras demandas vivamente y nosotras fuimos parte de sus columnas bailantes mezcla de alegría y reclamo. La reciprocidad, siguiendo a Freire (1973), es parte de extensionar en clave sentida, de entender y vivenciar la extensión como comunicación. Nos habitamos mutuamente, conectamos a través de puentes nuestros universos y territorios: el barrio, la calle, la comunidad, las aulas, la universidad.
Pedagogía de la amorosidad
El itinerario sistematizado en estas páginas buscó describir nuestro vínculo iniciático con BDB reconociendo el cimiento de las líneas identitarias de la extensión universitaria crítica en su andar (construcción dialogada, horizontal, interdisciplinaria, territorializada, colectiva, con compromiso social en pos de la transformación, con posicionamiento ético-político activo). Risieri Frondizi décadas atrás ya reconocía que no es suficiente abrir las puertas de la Universidad Pública “para ofrecer lo que sabemos hacer, ni con hacer lo que nos solicitan”. Decía que “hoy la Universidad debe hacer lo que es necesario” (en Pérez, Lakonich, Cecchi y Rotstein, 2009, p. 15). Y, ¿qué es lo necesario hoy? es abrirse a la comunidad y formar parte de ella, es co-habitar y co-construir, es entre-tejer (nos). A contrapelo del modelo hegemónico de un conocimiento “objetivo, dicotómico, racional y universal”, nos interesa justamente poner en valor (y practicar) la oferta dada por la pedagogía y epistemología feminista: experiencias, diálogos, acuerpamiento, emociones, amorosidad como herramientas ético-políticas de los aprendizajes y la transformación social desde/con la universidad y desde/con la comunidad. También nos resulta, aún con las tensiones que provoca, una praxis coherente entre la formación, investigación y extensión universitaria con nuestra militancia y nuestra vida.
La construcción de un vínculo extensionista a través de un tipo de práctica comunitaria que tome en cuenta un abordaje crítico y feminista fue el puntapié de palpar una pedagogía de la amorosidad. Como plantean Alonso y Canciani (2024), “la intemperie” y “el permanecer” ofrecen oportunidades muy fructíferas para el conocimiento situado propio del “ser parte”. De tal suerte, opera inevitablemente lo que es propio de los feminismos “como políticas apasionadas, insistiendo en la centralidad del cuerpo, la experiencia encarnada y afectiva en la praxis feminista, donde la distinción entre teoría y práctica carece de sentido” (Bell Hooks parafraseada en Bonavitta y Gastiazoro, 2023, p. 164). Nuestro conocimiento encarnado, implicado, comprometido, afectivizado y amoroso con la murga nos muestran vivamente que “la extensión universitaria es una relación afectiva (...) formamos parte de los procesos que construimos junto con otros y otras” (Tommasino Comesaña y Correa García, 2023, p. 101).
Y es allí donde, con la mirada sensible de la epistemología feminista podemos reconocer el valor heurístico de las emociones, de nuestros sentimientos en el vínculo de la construcción (cooperativa, dialógica, comunicacional, colectiva) de conocimientos (en nuestro caso, sobre arte, autogestión, resistencia popular, sostén, vincularidad y mucho más). Las emociones entonces son “coautoras del conocimiento”, vale decir, que conocemos a “través de ellas” (Melamed y Cano Colazo en Suárez Tomé, Belli y Mileo, 2024, p. 92). Y estas emociones se balancean en un doble flujo de la mutua afectación: no sólo las emociones de quienes participan afectan el proceso, sino también de cómo el proceso afecta emocionalmente a quienes participan de él. Desconectar de la afectividad (y afectuosidad) que se hace cuerpo en procesos como el que vivenciamos en la murga sería ignorar una dimensión central del motor mutuamente transformador que nos alimentó (y alimenta) así como desconocer los múltiples aprendizajes vitales e integrales que nos atravesaron.
Los encuentros más allá del espacio de ensayo semanal, estar cerca en el día a día, compartir salidas, amaneceres y largas charlas en veredas fue parte de un recorrido pedagógico disruptivo abonado por la coincidencia (potenciada) de nuestra militancia social y política territorial. Nuestros lazos con la murga mutaron en una amistad totalmente orgánica. Un vínculo amoroso que se gestó (impensadamente) con el puntapié de una propuesta académica universitaria; que se forjó lentamente por la sed colectiva de cambiar la realidad que habitamos y que, desde entonces, abona nuestras vidas. Como todo proceso inicial, quedan más pasos y trayectos por andar. Más momentos de aprendizaje y reflexión. La pedagogía de la amorosidad redunda en que la construcción de lo colectivo sea posible. Desde lo colectivo, la transformación social es un horizonte alcanzable. Estamos convencidas que mancomunar, en estos términos y en estos modos de hacer, cumple fructíferamente con la misión social y política de la universidad, tan necesaria y urgente en estos tiempos.
Bien de Barrio. Registro fotográfico de Rodrigo Arrieta. Año 2024.
Referencias
Alonso, B. (2024). “Accionar las Prácticas Comunitarias. Entre el comienzo, la pandemia y el después” en Revista E+E, Vol. 11, Núm. 18, Dossier "Hacer e imaginar las prácticas extensionistas en tiempos de crisis", Universidad Nacional de Córdoba, pp. 18-33.
Alonso, B. y Canciani, A. (2024). “Transitar las prácticas comunitarias, algunas reflexiones desde las voces estudiantiles” en Revista Anuario de la Facultad de Ciencias Humanas, Nueva Época Vol. XX, Núm. 20, Universidad Nacional de La Pampa, pp. 78-89.
Bonavitta, P. y Gastiazoro, E. (2023). “Pedagogías feministas críticas en la Universidad. Redes para accionar cambios” en Momento. Diálogos en Educación, Revista del Programa de Posgraduación de Educación, Universidade Federal do Rio Grande.
Colacci, R. y Filippi, J. (2020). “La extensión crítica será feminista, o no será” en Revista E+E, Vol. 7, Núm. 9, Dossier "La extensión universitaria interpelada: género, sexualidades y feminismos", Universidad Nacional de Córdoba, pp.18-29.
Erreguerena, F. (2020). “Repolitizar los territorios. Reflexiones sobre los conceptos de territorio y poder en la extensión universitaria” en +E: Revista De Extensión Universitaria, Vol. 10 Núm. 13, Universidad Nacional de Córdoba, pp. 1-13.
Freire, P. (1973). ¿Extensión o comunicación? La concientización en el medio rural. México, España, Argentina, Colombia: Siglo XXI.
Jara Holliday, O. (2013). “Orientaciones teórico-prácticas para la sistematización de experiencias”. San José. Centro de Estudios y Publicaciones Alforja.
Korol, C. (2007). Hacia una pedagogía feminista. Géneros y educación popular. Buenos Aires. Editorial El Colectivo.
Korol, C. (2010). “Hacia una pedagogía feminista. Pasión y política en la vida cotidiana” en Yuderkys Espinosa Miñoso (coord.) Aproximaciones críticas a las prácticas teórico-políticas del feminismo latinoamericano. Buenos Aires. En la Frontera.
Korol, C. (2016). “La pedagogía feminista, de ríos, semillas, cuerpos y territorios libres” en https://xn--pauelosenrebeldia-gxb.com.ar/wp-content/uploads/2024/12/Claudia-Korol-La-pedagogia-feminista-de-rios-semillas-cuerpos-y-territorios-libres-2016.pdf
Mattio, E. y Pereyra, L. (2020). Presentación: “La extensión universitaria interpelada: género, sexualidades y feminismos” en Revista E+E, Vol. 7, Núm. 9, Universidad Nacional de Córdoba, pp. 10-16.
Montes Páez, F. (2024). Acompañar es político. Ensayo transfeminista sobre la situación de calle. Buenos Aires. Abduciendo Editores.
Norverto, L. M. (2021). “Diálogos entre feminismos, estudios de género y extensión crítica. Encuentros y desafíos” en Encuentro de Saberes / 10, pp. 146-159.
Pérez, D.; Lakonich, J. J.; Cecchi, N. y Rotstein, A. (2009). El compromiso social de la universidad latinoamericana del siglo XXI: Entre el debate y la acción. Ciudad de Buenos Aires. IEC-CONADU.
Suarez Tomé, D., Belli, L. y Mileo, A. (Comp.) (2024). Epistemología Feminista, Buenos Aires. EUDEBA.
Tommasino, H. y Cano, A. (2016). “Modelos de extensión universitaria en las universidades latinoamericanas en el siglo XXI: tendencias y controversias” en Universidades, núm. 67, pp. 7-24.
Tommasino Comesaña, N. y Correa García, N. (2023). “Claves comunes entre la extensión crítica y la epistemología feminista” en Cuadernos de Extensión Universitaria de la UNLPam, Vol. 7, Núm. 1, Universidad Nacional de La Pampa, pp. 87-106.
Fuentes documentales
Acción de Extensión Universitaria: “Memorias Maricas Pampeanas. Hacia una construcción colectiva del archivo de la memoria LGTBINBQ+ de La Pampa” (Período 2021-2023), Resolución N.° 272/2021 UNLPam.
Ordenanza N.° 083. Consejo Directivo de la Facultad de Ciencias Humanas (2017).
Proyecto de Extensión Universitaria: "Memorias Maricas Pampeanas. Memoria e historia del colectivo LGTBINBQ+ de La Pampa" (Período 2023-2025), Resolución N.° 279/2023, Consejo Directivo, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa.
Raihué, Somos Paisaje. Programa 42: Gustavo Cáceres. Televisión Pública Pampeana (2024): https://www.youtube.com/watch?v=9q3M_XnXSjo
Resolución N.° 297. Consejo Superior de la Universidad Nacional de La Pampa (2011).
Web del Proyecto de Extensión: https://memoriasmaricas.humanas.unlpam.edu.ar/
*Agradecemos especialmente a Gustavo Cáseres y a la Murga Bien de Barrio por compartir su vida artivista a través de estas prácticas. También reconocemos el valioso trabajo hecho por el estudiante de Comunicación Social Rodrigo Arrieta, que más allá de sus prácticas en la murga, dejó una gran cantidad de registros fotográficos y audiovisuales para BDB.
Notas
[1] Para conocer con más detenimiento el proyecto se puede mirar UNLPam TV 2023 - Programa 19 - PEU "Historia y memorias del colectivo LGTBINBQ+ de La Pampa"
[2] Acrónimo correspondiente a Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros o Transexual, Travestis, Intersexual, Queers, No Binaries y más para incluir a toda otra identidad no explicitada.
[3] Como antecedentes donde se incluyen cuestiones relativas al colectivo de la diversidad destacamos la producción de investigación de José Maristany en el marco del proyecto “Géneros, cuerpos y sexualidades en la literatura argentina y sus proyecciones en la enseñanza” como los de Sonia Bertón en el proyecto “Literatura, enseñanza y ESI: modos de establecer vínculos entre la universidad y la escuela secundaria”. Asimismo, reconocemos que la línea más prolífica en materia de diversidad en proyectos de extensión universitaria han sido los vinculados a la educación sexual integral, en particular, lo que se lleva adelante en el marco de la Cátedra Extracurricular de Educación Sexual Integral y Derechos Sexuales y Reproductivos.
[4] Sintéticamente, podemos detallar los principales logros en materia de sus derechos como son la Ley de Educación Sexual Integral (2006), la Ley de Matrimonio Igualitario (2010) y Ley de Identidad de Género (2012).
[5] Algunos antecedentes locales pueden sintetizar un recorrido un poco inconexo pero que dan cuenta que algo se está macerando. En 2015, La Pampa se constituyó en la primera provincia argentina en tener una “Intersindical por la Diversidad Sexual” que consideraba los derechos de las disidencias sexuales en los ámbitos laborales. Algo pionero, pero al mismo tiempo paradójico considerando que no había en la provincia una política activa directiva de promoción e inserción laboral para personas del colectivo. Al año siguiente, gracias a la Ley de Medios, se estrenó el programa “Desgeneradxs” en la radio comunitaria Kermes lo que resultó un hito al dar espacio público de visibilización y recuperación de las identidades sexodisidentes y sus trayectorias.
[6] En 2018 se hizo la primera Marcha del Orgullo Disidente en General Pico con un pequeño grupo de maricas, lesbianas, travestis, trans, personas no binaries, bisexuales e intersex. Luego, en 2019, fue la primera de Santa Rosa bajo la organización de la “Asamblea del Orgullo Disidente de La Pampa” de la mano de las recientes organizaciones “Nosotres”, “Juntxs y Diversxs” y personas autoconvocadas de la ciudad y otras localidades de la provincia. Es en este último evento que tres integrantes del colectivo conformaron el espacio "Memorias Maricas Pampeanas" (MMP) y por entonces, realizaron una serie de producciones pioneras relativas a referentes gays locales lo que constituye el antecedente de lo que se ideó después con la acción y proyecto de extensión.
[7] Denominados AEU “Memorias Maricas Pampeanas. Hacia una construcción colectiva del archivo de la memoria LGTBIQNB+ de La Pampa” (Período 2021-2023) Resolución N.° 272-2021/UNLPam y PEU "Memorias Maricas Pampeanas. Memoria e historia del colectivo LGTBIQNB+ de La Pampa" (Período 2023-2025) Resolución N.° 279-2023/CD-FCH.
[8] Su sitio de divulgación pública es https://memoriasmaricas.humanas.unlpam.edu.ar/
[9] Cada sección organiza y reúne el trabajo hecho hasta el momento. Archivo: cuenta con los documentos de las marchas, los fondos fotográficos de artistas locales, el relevamiento de prensa y registros audiovisuales. Históricas: contiene breves escritos sobre los procesos de lucha del colectivo LGTBIQNB+ en el mundo y en nuestra ciudad. Derechos: sistematiza las principales normas que garantizan derechos en Argentina. Muestra: presenta el trabajo de la muestra fotográfica “Orgullo. 5 años de marchas LGTBIBNQ+ en Santa Rosa (2019-2023)” realizada en noviembre de 2024 junto a la fotoperiodista Dagna Faidutti y montaje de Proyecto Obrante. Activismo: incluye las participaciones y acompañamientos a distintas acciones de la militancia. Académicas: detalla las acciones llevadas adelante inscriptas en el nivel superior (jornadas extracurriculares, charlas, conversatorios, etc.). Escolares: comparte las acciones que se han hecho en el nivel medio (presencias, charlas, actividades, etc.). Comunitarias: sintetiza la nueva línea de prácticas comunitarias que incorporó el PEU en 2024. Mediatiks: recoge todas las presencias en los medios de comunicación de parte del equipo. Agite!: reúne la agenda de actividades locales de la comunidad de la diversidad.
[10] Las prácticas comunitarias en la Facultad de Ciencias Humanas son obligatorias y están reglamentadas desde 2017 por la Ordenanza N.º 83 del Consejo Directivo que se fundamenta en la Resolución N.° 297/11 de la Universidad Nacional de La Pampa. Entre sus pautas se establecen que cada estudiante debe concretar 10 horas teóricas y al menos unas 30 horas de prácticas que en total acrediten su trayectoria por el programa comunitario. El programa desde el 2023 ha buscado profundizar las líneas del paradigma crítico de la extensión acompañando a docentes y estudiantes en procesos heterogéneos de prácticas integrales en la comunidad. Para conocer más en profundidad el devenir del programa ver Alonso (2024) y Alonso y Canciani (2024).
[11] De “Vivir una vida feminista”.
[12] Montes Paéz detalla el decálogo del acompañamiento transfeminista en su libro “Acompañar es político” (2024). Aun comprendiendo las diferencias de su análisis, consideramos valioso el registro de estos principios para reflexionar y sistematizar nuestra experiencia.
[13] “Artivismo” es un término que fusiona las palabras “arte” y “activismo”. Se lo usa como un modo de visibilizar prácticas de creación artísticas que se entienden además desde una dimensión política y social.
[14] Gustavo, por entonces era un adolescente. Hoy ya es un joven profesor recibido de la Tecnicatura en Danza de la Escuela Municipal de Santa Rosa.
[15] “Pibada” es un argentinismo coloquial derivado de pibe/piba, que refiere a chico/chica. Su uso colectiviza a un grupo de personas jóvenes (cercanas o en la adolescencia) con identidad barrial popular.
[16] Observamos que tenían entre 16 y 25 años aproximadamente (franja etaria coincidente con estudiantes de la facultad). Algunes estaban finalizando el secundario o comenzando estudios terciarios. Sólo Gustavo era un poco más grande (30 años). En el 2024, por cuestiones organizativas y decisiones internas de trabajo, habían resuelto no sumar infancias, aunque sí tenerlas muy presente en las actividades y eventos que ideaban.