DOI https://doi.org/10.19137/cuadex-2023-07-04
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ARTÍCULOS DOSSIER
Lissette Hernández García
Dirección de Extensión Universitaria, Universidad de La Habana, Cuba
lmercedeshg56@gmail.com
ORCID https://orcid.org/0000-0001-5232-8268
Yamilé Ferrán Fernández
Facultad de Comunicación, Universidad de La Habana, Cuba
ORCID https://orcid.org/0000-0002-1698-0678
Rubén Padrón Garriga
Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello, Cuba
nemorino93@gmail.com
ORCID https://orcid.org/0000-0002-8025-6780
Joanna Villafranca Calderón
Ministerio de Turismo, Cuba
yoyivillacal@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0009-0009-5278-2845
Palabras clave: Teatro universitario; Patrimonio inmaterial; Extensión universitaria.
Keywords: University theater; Intangible heritage; University extension.
Palavras-chave: Teatro universitário; Patrimônio imaterial; Extensão universitária.
Fecha de recepción: 07-06-2022 / Fecha de aceptación: 13-03-2023
Columnas dóricas y jónicas que rememoran el periodo helénico; un frontón al estilo clásico; una majestuosa escalinata cual figura retórica de un modelo enciclopedista de universidad, conforman el espacio para la primera puesta teatral de un colectivo conducido por un eminente erudito de las artes y la filosofía, un conocedor de varios idiomas, discípulo de Karl Buhler y Moritz Schlick, llegado a Cuba como exiliado en 1939. ¿Su nombre? Ludwig Schajowickz; ¿el grupo?, Teatro Universitario de La Habana; ¿lugar?, edificio Felipe Poey en la actual Plaza Ignacio Agramonte de la Universidad de La Habana (UH); ¿fecha?, 20 de mayo de 1941. A más de ochenta años de existencia, el estudio precedente procura analizar y documentar esta experiencia en clave docente-investigativa-extensionista.
Revisitar para actualizar o resignificar figuras medulares desde la reflexión interpretativa y crítica sobre las articulaciones entre sujeto social, producción simbólica, identidad y campo cultural cubano es uno de los objetivos de la asignatura optativa de la carrera departamento de Comunicación Social, identificada por el nombre de Sujeto Social y Producción Simbólica. En tal sentido, no es fortuito que las autoras y el autor de este trabajo enrutaran y acompañaran una historia de vida como culminación de estudios en un ejercicio académico de una tesis de licenciatura para la producción, de la estudiante Joanna Villafranca Calderón, que tenía como epicentro al Teatro Universitario de La Habana (TUH) . Unido a esto, el informe vino acompañado de un audiovisual titulado “Noches de Reyes”, que constituyó el primer producto de su tipo llevado a cabo por un estudiante de Comunicación Social en alianza con el Departamento de Radio y Televisión de la Facultad de Comunicación (Nexos).
Si bien no puede afirmarse que existe un camino construido para la ejecución de proyectos que integren la investigación en comunicación con herramientas y técnicas del audiovisual, el esfuerzo constituyó un “primer hacer” que dejó abierta la posibilidad de cimentar otras rutas en esa dirección. Dos motivaciones primigenias, ineludibles y entrecruzadas fueron el detonante: la pasión por el teatro y la memoria histórica.
El teatro por ser, ante todo, un arte sintetizador de las otras artes, un arte de relación, de representación, un punto de vista sobre un acontecimiento, una mirada, que desde la interpretación de no pocas figuras fundamentales de la teoría y la práctica del teatro del siglo XX, constituye el resultado de la fusión de tres aspectos/niveles de organización diferentes: el sujeto como actor, las influencias de las tradiciones, el contexto histórico-cultural y el nivel “biológico” del teatro (Barba et al. 2007). En cuanto a la memoria cultural, histórica, experiencial, ¿acaso habría que explicar su valía en tiempos de fragmentación, diásporas, desterritorializaciones…? Pensar desde la memoria, es reconstruir y afirmar en las nuevas generaciones los asideros identitarios más sólidos cual elementos matriciales que remiten al pasado, confirman el presente y avizoran el futuro.
¿Por qué situar las miras del proceso investigativo y creativo en el Teatro Universitario de La Habana? Ante todo por haberse instituido como un pilar fundamental en la formación cultural, estética y como propuesta lúdica/reflexiva del estudiantado universitario en buena parte de su decursar institucional; por ser pieza esencial de tipo cultural del extensionismo universitario[2], en años en que la alta casa de estudios de la capital cubana se distinguía por prácticas por entonces recurrentes en la región, respondiendo a un modelo universitario humanista de matiz enciclopédico y clásico, lo cual explica la convivencia de esta experiencia con la Revista Universidad de La Habana (1934); la Coral Universitaria (1942), la Escuela de Verano (iniciada en el curso 1940-1941); las conferencias magistrales de Don Fernando Ortiz, Argeliers Leon, José Ardévol y las sesiones iniciales de un Cine Club Universitario, bajo la tutela de José Manuel Valdés Rodríguez (1942), sistematizadas luego en 1948. Se suman a lo anterior, los recitales poéticos o las exposiciones de artes visuales en los que los artistas noveles encuentran cobija y respaldo, promoviendo un vigoroso movimiento pictórico y visual, sostenido por los intelectuales y artistas más lúcidos de la sociedad, incluyendo a los vanguardistas.
Para valorar con claridad meridiana el significado de la fundación del Teatro Universitario de La Habana, considerado una de las primeras academias de educación teatral por actrices y actores, críticos e investigadores teatrales cubanos, es medular conocer lo que era la nación cubana y la Universidad de La Habana en el año 1941; así como el impacto de su trayectoria curricular como institución formadora de varias generaciones de artistas para los diversos medios nacionales desde su gestación hasta la actualidad; su aporte decisivo en la formación de una cantera para las escuelas de arte del país después del triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959 y su diálogo permanente con la comunidad y la sociedad en general, parte consustancial del proceso-función extensionista universitario.
Particularmente interesante, vigente, y más aún, necesario e importante, resulta hacer visible la labor extensionista de TUH, que es hacer y promover cultura, desde su institucionalización en mayo de 1941 con un sentido intuitivo primero, reforzado luego, con la creación de la Comisión de Extensión Universitaria (1950) y estratégico después de 1959. Y es que en estas ocho décadas de vida el TUH ha estado mediado por dos complejas realidades; por una parte la evolución formal y conceptual de la alta casa de estudios, en el periodo republicano y en el propiamente revolucionario, con sus correspondientes cambios y actualizaciones del paradigma formativo que la sustenta; por otra, la propia trayectoria de un teatro nacional tradicional, que supo transitar a un teatro moderno, y hoy ha de situarse a la altura de los retos de la complejidad cultural y social del siglo XXI cubano.
La fascinación de la entonces estudiante de cuarto año de la carrera de Comunicación[3] Social por la historia del TUH fue motor impulsor para plantearse, llegado el momento, este empeño como su tema de culminación de estudios, y al hacerlo ponderar al documental como formato, dado que daba rostro, voz y verosimilitud a una vida de ocho décadas, que en buena lid desde un enfoque sistémico, explicita el propio desarrollo del teatro en la capital y asoma buena parte del acervo e itinerario de la alta casa de estudios.
La travesía investigativa confirmó certezas reveladoras, al margen de la complejidad que significa acometer una filmación sin recursos, y con una preparación solo parcial de una carrera que no forma en creatividad individual, como sí lo consuma Periodismo. La inmensa mayoría de las y los profesionales artistas pulsados o no por el estudio sentían una deuda con esta memoria, coincidían en la necesidad de volver atrás y descubrir esta experiencia teatral inédita o parcialmente inexplorada, que asumen como fundante en la escena cubana y de alta contribución más allá de los límites de la alta casa de estudio.
Se toma la complejidad y legitimidad del componente de extensión universitaria en tanto es un proceso formativo, dinámico, integrador y multifacético, que refuerza, “la preparación y consolidación de las universidades como instituciones de cultura y la ampliación de la influencia recíproca e integración con la sociedad mediante la promoción de la cultura en el sentido más amplio” (Batista, Hernández, González Aportela, 2017, p. 82). Al mismo tiempo, la sinergia de prácticas integrales desde un enfoque constructivista del acto educativo, posibilita la apertura de diálogos y de vínculos vivenciales con las y los actores sociales (entrevistas, observación, análisis documental y audiovisual), y propicia la asunción innovadora desde nuestras aulas universitarias, a tono con la producción simbólica identitaria inserta en el campo cultural cubano.
Por metodología, esta modalidad de pesquisa tiene su propia estructura, pues busca que quien investiga despliegue su creatividad asumiendo un público meta bien identificado desde el inicio, con una red de distribución dada, y distinga la fundamentación tanto del momento investigativo como del comunicativo.
De ahí que se propusiera como objetivos de investigación:
Los objetivos específicos comunicativos fueron:
Como premisas del estudio, se privilegiaron las siguientes:
El momento conceptual que sirve de zócalo teórico a esta modalidad se nucleó a partir de conceptos como producción y formas simbólicas, teatro, memoria, extensionismo, campo académico, campo cultural, lenguaje cinematográfico, método biográfico, entre los más importantes, desde enfoques y visiones que aportan autores como Pierre Bourdieu, Manuel Martin Serrano, Thompson, Rine Leal, Eugenio Barba, Bill Nichols y referentes de la academia cubana como Odette González Aportela y Amado Batista Mainegra, solo por citar algunos ejemplos.
Académicos cubanos de la talla de Torres-Cuevas reconocen la valía de la casi tricentenaria Universidad de La Habana cuando la destacan entre las instituciones más longevas del continente americano, así como los vasos comunicantes entre su historia y el curso de la nación cubana.
Centro de mérito en cuanto el cumplimiento cabal de sus funciones científicas y culturales ha sido paralelamente campo de lucha y de sutiles forcejeos, en un primer momento, entre la naciente y pujante nacionalidad cubana contra el yugo colonial y después, ya en su periodo republicano, contra todo tipo de tiranías y contra la dominación extranjera (Torres-Cuevas, 2013).
Una actualización conceptual asida de visiones más en boga sobre la relación universidad-sociedad, en cuanto a producción de saberes, gestión de procesos de impacto en la ciudadanía, no en perspectiva unilateral descendente sino como alma mater abierta a nutrirse del todo cuanto acontece en el ámbito social y sectorial en el cual ella se desarrolla, lleva a considerar que este no solo fue y es un teatro institucional, de impronta educativa, formativa, lúdica, sino que es una experiencia comunitaria. Esto es posible si asumimos a la comunidad como al conjunto no uniforme de actores universitarios, como al ámbito activo geoespacial y citadino que aguarda por este suceso de puesta en escena como parte de una oferta cultural de su ciudad. Y qué no decir como acontecimiento dentro de la propia oferta turística capitalina.
La educación superior es crucial para el desarrollo de los pueblos y, por tanto, plantear estrategias transformadoras e innovadoras se convierte en una condición necesaria para que cumpla con un nuevo rol en medio de las presiones y desafíos socioculturales que actualmente enfrenta. Su articulación con la sociedad a través de la extensión universitaria debe arrojar resultados que generen beneficios para todos los pueblos del mundo (Ulloa y Almuiñas, 2018).
La Universidad de La Habana es una de las instituciones más significativas del patrimonio cultural de la nación cubana, no solo por su valor capital indiscutible. En la modernidad, la institución universitaria ha constituido un centro de indiscutible valor capital para la cultura. En nuestro país, dentro del sistema de educación superior, la Universidad de La Habana, sin duda, ocupa un lugar cimero en la fragua de tradiciones culturales identificadas como patrimonio de la Nación y conservadas celosamente entre los muros de sus edificios como testigos evidentes del tiempo (Felipe y Baujín, 2014).
Universidad y cultura comparten ideales: ambas persiguen esa forja de la esencia humana, que solo se hace real y verdadera a través de la práctica cultural. “La universidad ofrece múltiples oportunidades para acceder a la cultura y enriquecerla. La necesidad de fomentar el desarrollo cultural se erige, por tanto, como norte de las universidades actuales” (Rubio y De Armas, 2010, p. 2).
Al decir de Claudia Felipe y José A. Baujín, de la Universidad de La Habana, esta institución tiene el privilegio de atesorar mucho del patrimonio científico nacional tangible e intangible, en todas las ciencias y el arte.
Es una institución que se constituyó siempre como el alma mater de la sabiduría engendrada en nuestra joven nación (…) las ciencias naturales y exactas que se han hecho en la Universidad de La Habana son parte inseparable de su patrimonio y de lo más valioso entre nuestras pertenencias como cubanos (Felipe y Baujín, 2014, p. 203).
Este patrimonio universitario se entiende como el conjunto de bienes materiales e inmateriales que testimonian el rol de la Universidad como actividad humana. Es, por tanto, susceptible de contener señas tanto de su historia institucional particular, en algunos casos centenaria, como de procesos culturales, políticos y científicos sustantivos en la evolución histórica regional, nacional y mundial. De la pertenencia conceptual y de la necesidad práctica de valorar y gestionar este patrimonio desde una perspectiva integral, que privilegie enfoques que subviertan segmentaciones tradicionales o binarismos como los pares mueble-inmueble o material-inmaterial también se han referido dichos académicos.
En sus más de ochenta años de trayectoria, el Teatro Universitario de La Habana logró nuclear nombres imprescindibles y relevantes para la nación cubana, como el mártir estudiantil Fructuoso Rodríguez, Alfredo Guevara, Roberto Fernández Retamar, Graziela Pogolotti, Rogelio Martínez Furé, Roberto Blanco, Sergio Corrieri entre muchos, que con el paso del tiempo, debutaron como grandes actores y directores de la nueva oleada cultural que se formó con el triunfo revolucionario o se destacaron también como agentes institucionales de la cultura cubana.
Uno de sus valores radica en que este proyecto cultural extensionista logró objetivos similares desde su arista a los soñados por Julio A. Mella con la creación de la Universidad Popular José Martí, que era conseguir la inclusión del pueblo a los procesos educacionales universitarios sin costo alguno. Se logra así que la cultura y sapiencia de la alta casa de estudios traspasara sus muros y pone en contexto la dimensión cultural y patrimonial de la Universidad de La Habana, primero conectada con los ecos de la Reforma de Córdoba, al interior de un movimiento reivindicador que tuvo su centro en La Habana y a la estirpe revolucionaria y visionaria del entonces joven estudiante Julio Antonio Mella como su líder; a la sensibilidad de claustros y rectores sucesivos que fueron demandando más de los servicios universitarios intramuros y, al tiempo, ponderar otras instituciones que hoy resguardan los avances insulares en disciplinas decisivas para el pensamiento científico en ascenso, como lo son el Museo de Historia Natural Felipe Poey, Museo Antropológico Montané, así como el Observatorio Astronómico.
Desde estas lógicas, la dimensión cultural responde a una noción horizontal que rebasa lo artístico y estético y fundamenta la sensibilidad hacia una casa de estudios que marchase con lo mejor de su tiempo histórico, y coloca a la ciencia en el propio centro del modelo formativo y extensionista.
Las primeras bases para reconocer el valor patrimonial de Teatro Universitario de La Habana es que es la compañía de teatro existente más antigua de Cuba y de Latinoamérica; con su nacimiento se crean los primeros nexos entre la alta casa de estudios y el arte teatral cubano, lazo que desde las primeras décadas del Siglo XX se venían trazando, pero no lograban su concreción, sino hasta el año 1941.
Otro de los valores que aporta es que con su fundación se crea el Seminario de Artes Dramáticas, la segunda academia fundada en el país sucesora de la Academia de Artes Dramáticas de La Escuela Libre de La Habana (ADADEL). Este seminario que se mantuvo por más de dos décadas sentó las bases para el estudio de las artes escénicas en Cuba y convierte a la UH en la cúspide de la cultura e intelectualidad nacional.
El empleo de diversas técnicas e instrumentos, entre las que destacan la revisión bibliográfico-documental de la Revista Vida Universitaria y del archivo de TUH, celosamente guardado, sin clasificar en la Dirección de Extensión Universitaria como fuentes primarias; así como las entrevistas en profundidad que lograron realizarse, hicieron posible constatar las expectativas de las autoras en torno al objeto de estudio seleccionado y sirvieron luego de incentivo y soporte para toda la estrategia de campaña concebida por los agentes institucionales de la Universidad de La Habana.
Una jornada de actividades conmemorativas rememoraron la primera presentación pública del colectivo teatral surgido desde las aulas universitarias con estudiantes del Seminario de Artes Dramáticas e integrado por jóvenes actrices y actores, aquel 20 de mayo de 1941 en la Plaza Rector Cadenas, hoy Plaza Ignacio Agramante.
En el cumpleaños 80 del Teatro Universitario de la Habana, el Dr. C. José Baujín, vicerrector de la Universidad de La Habana, presentó los reconocimientos otorgados a una importante representación de figuras, por parte de la D.C. Miriam Nicado García, rectora de la Universidad de La Habana. Expresó que la UH quería destacar a un grupo de figuras asociadas a la historia de las últimas décadas de la agrupación; quienes representaban a un conjunto mucho mayor, que había contribuido con la historia de la universidad y la cultura cubana.
Entre las personalidades homenajeadas se dieron cita nombres imprescindibles de las artes escénicas cubanas como Verónica Lynn, Eslinda Núñez y Nancy Rodríguez. El TUH es, sin duda, una institución formadora si se tiene en cuenta que en las diferentes épocas en que se ha desarrollado este colectivo respondió al comportamiento de la institución a la que pertenece y brindó al estudiantado la posibilidad de desarrollarse en un ámbito distinto al de cada carrera. Asimismo, creó valores y un sentido de pertenencia a sus facultades y su universidad desde el arte, al ser un espacio donde expresar su talento y demostrar su creatividad, facilitar la interacción, el intercambio y la colaboración entre estudiantes y facultades. Logró trascender los muros de la colina universitaria para llevar el arte joven a las comunidades y generar valores éticos en las y los universitarios, en consonancia con la misión de la educación superior de preservar, desarrollar y promover, a través de sus procesos sustantivos y en estrecho vínculo con la sociedad y la cultura de la humanidad.
Ocho décadas de vida institucional atestiguan una rica travesía y convocan a la autorreflexión holística de la comunidad universitaria para con la vigencia y los desafíos de sus procesos y entidades. Además, dejan traza de un grupo de sentimientos y valores compartidos, haceres profesionales enriquecidos, identidades colectivas que repercuten directamente en la formación de una tradición acogida por la casa de altos estudios que se construye y reconstruye constantemente en dependencia de las condiciones sociohistóricas en la que se objetiva.
La experiencia investigativa como modalidad si bien es poco frecuente entre estudiantes de la carrera de comunicación social confirma pertinencia y oportunidad de aunar voluntades entre áreas universitarias, perfiles formativos, modalidades de culminación de estudio, en aras de salvar de un inmerecido olvido todo cuanto en casi tres siglos de existencia ha entregado la casa de estudios a la cultura y sociedad a la que se debe, y hacerlo con repertorios conceptuales interdisciplinares y savia joven de esta hora. Con puntualidad, las valiosas experiencias extensionistas reclaman sistematizarse con apego a un afán de conservación de la memoria y el patrimonio, bien reasumidas desde enfoques de gestión y visibilidad social más asertivas o actualizarse en su diseño funcional a la luz de nuevos enfoques, interlocutores y actores sociales universitarios del siglo XXI.
Iniciando la segunda década del siglo XXI, el panorama global está cambiando, los embates económicos, políticos, ecológicos, tecnológicos y epidemiológicos imponen nuevos retos para las sociedades, la educación, las universidades y para todo lo relacionado con el arte y la producción y el consumo cultural. Por ende, el panorama teatral universitario también es otro, está urgido de renovación y autorreflexión crítica, para una mayor vinculación a los procesos sustantivos de la universidad: docencia, investigación y extensión, al tiempo de convertirse en un espacio de mayor participación e integración de dicha comunidad universitaria, hoy llamada desde un modelo productivo de ciencia, innovador y creador, a ser más asertiva y propositiva con su comunidad intra y extramuros.
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[1] Una primera versión del artículo se presentó en el XVI Taller Internacional de Extensión Universitaria del 13 º Congreso Internacional de Educación Superior, desarrollado del 17 al 11 de febrero de 2022, en la Universidad Nacional de La Habana, Cuba. Este trabajo fue seleccionado por el comité académico del Congreso, que recomendó su publicación en Cuadernos de Extensión Universitaria de la UNLPam; posteriormente, fue enviado a evaluación de acuerdo con la política editorial de esta sección.
[2] Aquí no se intenta fundamentar una historia de vida institucional para con una estructura, que hoy sigue respondiendo a la Dirección de Extensión Universitaria; y sí la legitimidad de seguir investigando y sistematizando la trayectoria en el tiempo de expresiones, procesos creativos e instituciones que resultaron clave en el acontecer de hacer cultura para la comunidad universitaria y la población habanera como generalidad.