DOI: 10.19137/circe-2019-2302011


Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons 4.0 Internacional
(Atribución - No Comercial - Compartir Igual) a menos que se indique lo contrario.

RESEÑAS

 

Niehoff, Maren R., Philo of Alexandria. An Intellectual Biography, New Haven and London: Yale University Press, 2018, 336 págs. ISBN 978-0-300-17523-3.

 

Laura Pérez

IDEAE, FCH, UNLPam
lau_perez75@hotmail.com

El interés creciente en los estudios sobre la obra y pensamiento de Filón de Alejandría se ha hecho notorio en los últimos años gracias a la aparición de valiosas publicaciones y renovadas perspectivas de análisis. La investigación que nos presenta Maren Niehoff en Philo of Alexandria. An Intellectual Biography marca un punto de inflexión en el estudio del filósofo judío y de sus vínculos con el contexto histórico-político pero también cultural e intelectual en que produjo su obra. La autora propone por primera vez una biografía intelectual de Filón, tarea nunca antes emprendida en razón de las escasas referencias biográficas con que contamos, pero abordada aquí a través de un método claro y riguroso que sustenta con absoluta solvencia su argumentación y análisis. Maren Niehoff cuenta con una larga e importante trayectoria en los estudios filonianos y ha ofrecido contribuciones de enorme relevancia –los libros Philo on Jewish Identity and Culture (2001) y Jewish exegesis and Homeric Scholarship in Alexandria (2011), además de innumerables artículos y capítulos– pero ofrece en este libro una propuesta innovadora que obliga a replantear por completo el modo en que abordamos la obra del exegeta alejandrino y que tendrá sin lugar a dudas un impacto insoslayable en las sucesivas investigaciones.
La tesis central a partir de la cual Niehoff organiza la interpretación de la personalidad y la producción literaria de Filón postula que el viaje a Roma como jefe de la embajada judía a Gayo Calígula luego del pogrom del año 38 en Alejandría marcó un punto de quiebre en la vida del autor, pues constituyó una experiencia crucial no solo política sino también intelectualmente. La autora postula que la estancia en la capital imperial debió prolongarse al menos tres años, entre el 38 y el 41 d.C., en que asume Claudio como nuevo emperador. La datación precisa de estos acontecimientos sirve a Niehoff como punto de partida para organizar la cronología relativa de las diversas series de escritos filónicos a través de un método comparativo que contempla el análisis comprehensivo de cada una de estas series en su contexto cultural más amplio, teniendo en cuenta sus diferencias genéricas, su orientación filosófica y la audiencia implícita en cada caso.
Por otra parte, tal método comparativo no se agota en el análisis de las particularidades de cada serie filoniana sino que comprende además en sentido amplio el contexto cultural e intelectual en que estas se producen. De tal modo, el estudio destaca la influencia de Roma como un centro cultural con su propio peso y con desarrollos intelectuales y filosóficos específicos, como muestran las obras de Cicerón y Séneca, y le atribuye una importancia insoslayable para la interpretación de tres campos relevantes en relación con Filón: la llamada Segunda Sofística, renacimiento griego en época imperial romana, movimiento en que Niehoff tiene en cuenta autores como Plutarco, Filóstrato, Luciano y Dión Casio; el cristianismo, entre cuyos exponentes la autora se focaliza en el Evangelio de Lucas, las cartas de Pablo y el apologista Justino Mártir; y, por último, Flavio Josefo, quien una generación después de Filón desempeña su tarea de historiador judío en Roma. La investigadora ubica al filósofo judeo-alejandrino en un punto crucial de este desarrollo intelectual, pues sus circunstancias político-culturales como extranjero de lengua griega en Roma dan lugar a formas de auto-representación, de interpretación de la propia tradición y de pensamiento filosófico que anticipan aspectos distintivos de los autores de estos tres ámbitos ligeramente posteriores.
Luego de una introducción en que Niehoff expone los elementos centrales de su tesis y del método de análisis empleado, el volumen se divide en tres partes organizadas en función de la cronología que la autora postula para las series filonianas –claramente sintetizada en el Apéndice I, “Philo’s Dates and Works”–, aunque dispuestas en un orden inverso. Comienza la Parte I, “Philo as Ambassador and Author in Rome”, con los tratados cuya datación y contexto histórico-cultural son más explícitos y mejor conocidos, los escritos históricos y, ubicados por la autora en la misma época tardía y de fuerte influencia romana, los tratados filosóficos. La Parte II, “Philo’s Exposition in a Roman Context”, se concentra en la serie de la Exposición de la Ley, cuya fecha de composición casi siempre se ha reconocido como simultánea o posterior a los acontecimientos políticos que desencadenan la embajada a Roma, pero que Niehoff considera escrita en su totalidad durante o después de la estadía en la capital imperial. Por último, la Parte III, “Young Philo among Alexandrian Jews”, se concentra en las series que, de acuerdo con Niehoff, fueron producidas en la juventud del autor y en un contexto cultural alejandrino, marcado por la erudición escolar aplicada a los comentarios de textos y por la preponderancia de las perspectivas filosóficas derivadas del platonismo, el Comentario alegórico y las Cuestiones y soluciones sobre el Génesis y el Éxodo.
Tres capítulos conforman la primera sección. Los dos primeros se concentran en los escritos históricos, Sobre Flaco y la Embajada a Gayo, textos en los que Niehoff estudia, en el capítulo 2, “Philo’s Self-Fashioning in the Historical Writings”, la auto-representación de Filón como autor y su posicionamiento como un líder religioso alineado con el discurso político imperial bajo el gobierno de Claudio. Esta inscripción del discurso filoniano en el imperial se examina detenidamente en el capítulo 3, “Power, Exile, and Religion in the Roman Empire”, asentado sobre la tesis de que tras la reticencia a hablar sobre la política del emperador se oculta una estrategia retórica que le permite criticar aspectos del gobierno de Claudio sin referirse abiertamente a él, sino a través del reproche dirigido a su predecesor, Gayo. Así lo demuestran, según la autora, las coincidencias halladas en la comparación con testimonios de autores más tardíos, como Suetonio o Dión Casio, que por escribir una vez finalizado el gobierno de Claudio pudieron expresar más libremente su opinión, y especialmente con Séneca, que ofrece dos imágenes muy distintas del emperador en los escritos anteriores y posteriores a su muerte, y con el que Filón comparte además una visión similar del exilio y la atribución a la religión de un rol semejante al que aquel asigna a la filosofía. La relevancia que cobra el Templo de Jerusalén en estos tratados se vincula también, según la autora, con los valores romanos con los que Filón intenta concordar, los que atribuían al ritual y al culto un rol principal en la religión.
El último capítulo de la sección, “Roman Philosophy and the Jews”, pasa a tratar los escritos filosóficos que, leídos en el contexto de la filosofía romana, son ubicados por Niehoff como un punto intermedio en la trayectoria intelectual que va de Cicerón a Séneca. El argumento principal destaca que Filón se ocupa en estos tratados de tópicos que tenían amplia circulación y debate en Roma, pero no eran de interés en Alejandría, a la vez que adopta un punto de vista estoico, distanciándose del platonismo preponderante en sus escritos más tempranos. De tal modo, concluye Niehoff, Filón produce la primera interpretación romana del judaísmo y así anticipa puntos de vista de autores posteriores, como Josefo, los rabinos, e incluso del cristianismo temprano como el expresado en los escritos de Justino Mártir.
Producida con el trasfondo del mismo contexto cultural que los tratados históricos y filosóficos, la Exposición de la Ley desarrolla las ideas ya apuntadas en estos últimos. Este es el objeto del capítulo 5, que abre la Parte II, “Creation Theology and Monotheism”, para el que resulta fundamental la ubicación del tratado La creación del mundo según Moisés como inicio de esta serie, en lugar de leerlo como primer tratado del Comentario alegórico, posición que ocupa en la mayoría de las ediciones modernas, aun cuando muchos editores lo reconozcan como punto de partida de la serie más tardía o, inclusive, de ambas –el apéndice 2 discute las diversas soluciones que se han propuesto al problema de si habría un tratado inicial del Comentario que se ocupara del capítulo 1 de Génesis, y aporta una hipótesis propia–. Los lineamientos filosóficos estoicos ocupan también el centro del capítulo 8, “Stoic Ethics in the service of Jewish Law”, pues la interpretación legislativa del Pentateuco se inserta dentro de la ética estoica y adopta su concepción de la ley natural de modo de mostrarse, con intención apologética, como consonante con el discurso moral dominante en el Imperio. Como señala la autora, tal interpretación del Decálogo tendrá enorme relevancia para el cristianismo temprano, según muestran los ejemplos de Pablo y Justino Mártir que Niehoff anota. Por su parte, los dos capítulos intermedios, “Character and History in the Lives of the Biblical Forefathers” y “Biblical Ladies in Roman Garb”, analizan los tratados sobre las vidas de los Patriarcas para demostrar su inscripción dentro de los discursos propiamente romanos a través del uso del género de las biografías, en el primer caso, y en el segundo, mediante la presentación de las matriarcas bíblicas ya no como ideales o representaciones de conceptos filosóficos abstractos, sino con las características típicamente elogiadas en las esposas, madres e hijas romanas.
También cuatro capítulos componen la tercera parte, dedicada a las series de escritos de juventud de Filón, los que, desde el punto de vista de la investigadora, difieren radicalmente de los tratados más tardíos en términos de género, estilo y orientación filosófica. El primer aspecto es el tema del capítulo 9, “Biblical Commentary”, que explica la emergencia del Comentario alegórico, primer comentario bíblico de esta clase existente en el judaísmo, a partir del influjo del ambiente escolar y exegético de Alejandría, que contaba con una larga tradición en este género de estudios. De allí proviene también, en opinión de la autora, la técnica intertextual propia de la mística que Filón desarrolla a un nuevo nivel y que le permite, mediante la combinación de pasajes variados de diversos lugares del Pentateuco, descubrir un sentido espiritual y esotérico. Niehoff ubica con total certeza las Cuestiones como posteriores cronológicamente al Comentario, tema que no ha recibido hasta ahora una solución unívoca entre los estudiosos que han intentado organizar y datar el corpus filoniano. Su lectura señala la diferencia entre un comentario producido en un ambiente erudito y experto, con el que surgen conflictos y debates, frente a un género más autoritativo que desde una posición de enseñanza ofrece un sumario de sus opiniones de fácil acceso con un fin didáctico.
Los tres últimos capítulos indagan las teorías filosóficas que mayor relevancia adquieren en los escritos tempranos de Filón. Según analiza el capítulo 10, “A Platonic Self”, el platonismo centrado en la interpretación del Teeteto, del que se deriva una ética trascendente y un contraste fundamental entre lo espiritual y lo material, es determinante en la concepción filónica del alma y en su epistemología. Ello se encuentra en consonancia con los discursos predominantes en el ambiente intelectual alejandrino, de igual modo que el concepto de la trascendencia de Dios, que requiere de un intermediario, el Logos, para manifestarse, temas abordados en el capítulo 11, “An Utterly Transcendent God and His Logos”. Tal teoría, argumenta Niehoff, aún se encuentra lejos del rol que los tratados más tardíos otorgarán a la providencia divina. El capítulo final, “Stoicism: Rejected, Subverted, and Advocated”, analiza los conceptos estoicos que ya pueden hallarse en los escritos tempranos de Filón para demostrar su rechazo de algunos de ellos o bien su uso más laxo e incluso reformulado a partir de categorías platónicas, que se diferencia, según la autora, de su más explícita afiliación con aspectos centrales de la filosofía estoica en su etapa más tardía. Esta afinidad, no obstante, ya se ve apuntada en la consonancia que muestra Filón con la concepción teológica de la naturaleza expresada por el estoico temprano Cleantes.  
Un breve epílogo cierra el estudio, que ya desde su título, “Philo at the Crossroads of Judaism, Hellenism, and Christianity”, señala el posicionamiento que Niehoff atribuye al alejandrino en la trayectoria cultural e intelectual de su época. Aun sin postular influencias directas, la autora demuestra que Filón, en ambas etapas de su obra y pensamiento, anticipa aspectos característicos de autores y movimientos posteriores. En el ámbito griego, su posición intelectual en Roma es análoga a la de autores de la Segunda Sofística, que buscan adaptarse, con una mirada irónica, al mundo romano. En el campo del cristianismo, mientras autores como Pablo o Justino Mártir siguen trayectorias semejantes a la filónica en Roma, otros, como los gnósticos, continúan aplicando el método del comentario con una orientación más trascendente y platónica, o bien otros, como Orígenes, para oponerse a los excesos del gnosticismo, retoman y conjugan aspectos de una y otra etapas de la filosofía filoniana. Asimismo, el alejandrino anticipa posicionamientos dentro del propio judaísmo, no solo en autores de evidente influjo romano, como Josefo, sino incluso en ciertos ámbitos rabínicos.
El estudio de Niehoff impresiona por su envergadura, pues pocos investigadores han emprendido la ingente tarea de analizar en forma comprehensiva la vasta obra de Filón, así como sus vinculaciones con los principales autores y discursos de su contexto intelectual y con el ambiente histórico-cultural más amplio. Y a ello se añaden la profundidad de análisis, una gran erudición y la solidez y claridad de las argumentaciones. Por supuesto, un estudio de tan amplio alcance puede suscitar objeciones o críticas hacia temas específicos que merecerían un examen más minucioso. Así, la afirmación de que Filón no acepta la noción de la inmortalidad del alma (p. 206) contradice diversas aserciones explícitas del autor (Inmut. 46, Congr. 97, Heres 276, etc.), además de muchas interpretaciones modernas sobre un tema ampliamente debatido y relacionado con otros aún más conflictivos, como el de la teoría de la reencarnación.
Sin embargo, más allá de los inevitables disensos que puedan surgir sobre aspectos particulares, no caben dudas de que el estudio logra poner el foco en un aspecto generalmente soslayado en la interpretación del pensamiento de Filón de Alejandría: la relevancia del contexto romano, no solo en cuanto a su peso político, sino especialmente en lo que respecta a los discursos filosóficos e intelectuales con los que Filón habría entrado en contacto de manera mucho más directa de lo que hasta ahora se ha tenido en cuenta, y en los que habría intentado insertarse a través de cambios significativos en la representación de su propia identidad y de sus tradiciones. Si hasta el momento la obra del exegeta judío ha sido interpretada de manera casi exclusiva en el contexto de la filosofía griega o del judaísmo del Segundo Templo, a partir de este estudio, ya no puede negarse la necesidad de estudiar a Filón también en el marco de los discursos y problemas propios del contexto imperial Romano. Al mismo tiempo, desde el punto de vista metodológico, destaca la importancia de atender rigurosamente a las diferencias de género literario, audiencia, intención y contexto cultural característicos de cada una de las series filonianas, a fin de evitar imponer sistematizaciones o concertar elementos discordantes que pueden tener su explicación en el desarrollo intelectual producido a través de las diversas etapas de la vida y producción del autor. Se trata por tales razones de un libro de lectura imprescindible para todo estudioso de la obra y pensamiento de Filón y, además, sumamente fructífera para comprender a otros autores que vivieron poco después en el mismo ambiente cultural, y cuyas características específicas pueden verse en buena medida anticipadas o anunciadas a través de los cambios y la evolución cultural e intelectual que el filósofo judío debió realizar en su transcurso vital.