DOI: 10.19137/circe-2019-230202
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ARTÍCULOS
El funus romanorum en la Eneida: un análisis de los funerales heroicos de Miseno, Anquises y Palante
The funus romanorum in the Aeneid: an analysis of heroic funerals of Miseno, Anchises and Palante
Minor Herrera Valenciano
CIDICER. Universidad de Costa Rica
minorj2007@hotmail.com
Resumen: Este trabajo analiza qué importancia tiene realizar dignamente el funus romanorum, a partir de los pasajes de la Eneida en los que se muestran las honras fúnebres de tres personajes importantes: a) Miseno, del que se analizará el problema que representaba, en el mundo romano, tanto para los vivos como para los muertos, el permanecer insepulto y la contaminación que la muerte trae consigo para quienes tienen contacto con el cadáver; b) Anquises y el culto a sus Manes y la importancia que poseía dicha actividad, no solo en la Eneida, sino en todo Roma, y del que se afirma en este trabajo que el culto a sus Manes no solo adquiere una importancia fundamental a nivel oracular, sino que se prefigura como principio de las futuras apoteosis romanas; c) las exequias de Palante, que se destacan por el boato con las que son realizadas, la consideración de la finitud del héroe y el carácter simbólico que poseen.
Palabras clave: Muerte; Funeral; Romano; Símbolo; Apoteosis
Abstract: This work analyzes the importance of carrying out the funus romanorum with dignity, from the passages of the Aeneid in which the funeral honors of three important personages are shown: a) Miseno, from which the problem that it represented will be analyzed, in the Roman world , both for the living and the dead, to remain unburied and the contamination that death brings to those who have contact with the corpse; b) Anchises and the cult of their Manes and the importance that this activity possessed, not only in the Aeneid, but in all of Rome, and from which it is affirmed in this work that the cult of their Manes not only acquires a fundamental importance at the oracular, but prefigured as a principle of future Roman apotheoses; c) the funeral of Palante, which are highlighted by the pageantry with which they are made, the consideration of the finitude of the hero and the symbolic character they possess.
Keywords: Death; Funeral; Roman; Symbol; Apotheosis
Los rituales funerarios y la manera en que la muerte se enfrenta ofrecen cuantiosa información acerca de una sociedad y sus formas de representar el mundo. Así las cosas, en este artículo se aborda la ritualización de la muerte, partiendo de los funerales heroicos presentes en el texto de la Eneida y teniendo en cuenta la dinámica de relaciones entre poder, muerte y memoria. Además, está concentrado en analizar qué importancia tiene realizar dignamente el funus romanorum, a partir de los pasajes de la Eneida en los que se muestran las honras fúnebres de tres personajes importantes: Miseno, del que se analizará el problema que representaba en el mundo romano, tanto para los vivos como para los muertos, el permanecer insepulto y la contaminación que la muerte trae consigo para quienes tienen contacto con el cadáver; Anquises y el culto a sus Manes y la importancia que poseía dicha actividad, no solo en la Eneida, sino en todo Roma, y del que se afirma en este trabajo que eculto a sus Manes no solo adquiere una importancia fundamental a nivel oracular, sino que se prefigura como principio de las futuras apoteosis romanas; finalmente, las exequias de Palante, que se destacan por el boato con las que son realizadas, la consideración de la finitud del héroe y el carácter simbólico que poseen.
También se mostrará cómo el fenecer de algunos compañeros y de su padre Anquises representa, para Eneas, el reflejo de su propia condición mortal, que hace despertar en él sentimientos de conmiseración y compromiso con sus muertos, aspectos que se convierten en un hilo conductor de las acciones en el texto, a partir de lo cual se hará alusión a la importancia simbólica que posee el monumento funerario (tumba, túmulo), pues se propone que estos sirven de medio por el que se alcanza la preservación de la memoria del muerto y se inicia el desarrollo de prácticas cultuales heroicas surgidas alrededor de ellos.
Se busca comprender cómo los romanos del tiempo de Virgilio comprendían la muerte, los ritos mortuorios, el tratamiento conferido al cadaver, las reliquias del difunto, los procedimientos y convenciones exgidos a los parientes, la relación con los ancestros y la manera como la participación de los muertos se estructura en relación con los vivos.
Entre los principios básicos para el entendimiento de los rituales mortuorios de la época virgiliana se encontraba el distanciamiento y la purificación que exigía la muerte. Al respecto, Toynbee (1996: 43) afirma que
all Roman funerary practice was influenced by two basic notions –first, that death brought pollution and demanded from the survivors acts of purification and expiation; secondly, that to leave a corpse unburied had unpleasant repercussions on the fate of the departed soul1
Pasajes en los que se muestran personajes muertos pero que no recibieron una adecuada sepultura o que fueron ultrajados sobran en el poema virgiliano, tal es el caso en el que Siqueo, esposo de Dido y quien había sido asesinado por Pigmalión, el hermano de la fenicia, realiza una aparición onírica en la que revelará el crimen que se ejecutó contra él:
Pero en sueños se le presentó el propio fantasma de su insepultoEl espectro del insepulto Siqueo le revela el asesinato que sufrió por parte de Pigmalión; además, al igual que Anquises ayuda a Eneas a guiar sus pasos hacia Italia, este espectro le descubre a Dido un enorme tesoro que había escondido de la ambición de su cuñado, el cual fue utilizado por la reina para adquirir los terrenos que ocuparía Cartago y para erigir los muros de esa gran nación.
esposo, con los rasgos asombrosamente pálidos;
las aras crueles descubrió y el pecho por el hierro
atravesado, y desveló todo el crimen secreto de su casa.
La anima luego a disponer la huida y salir de su patria,
y saca de la tierra antiguos tesoros escondidos,
ayuda para el camino, gran cantidad de oro y de plata
Conmovida por esto preparaba Dido su partida y a los compañeros.
Acuden aquellos que más odiaban al cruel tirano,
o que más le temían; de unas naves que dispuestas estaban
se apoderan y las cargan de oro. Se van por el mar
las riquezas del avaro Pigmalión; una mujer dirige la empresa.
Llegaron a estos lugares, donde ahora ves enormes murallas
y nace el alcázar de una joven Cartago2.
Lavarlo con agua11 caliente para limpiarlo de cuanto lo contaminaba y mancillaba; las señales de sus heridas son eliminadas mediante ungüentos; su piel, una vez frotada con aceite brillante, adquiere cierto resplandor; después de aplicárseles perfume, los restos mortales se depositan entre preciosas telas y son expuestas sobre el lecho de gala a la vista de sus allegados para las lamentaciones de rigor.Posteriormente, se elaboraba una pira sobre la que se colocaba el cuerpo que iba a ser incinerado y, junto a él, eximias armas, las cuales servían de ofrendas, asegurando con esto el paso del muerto hacia el más allá: “Otros se acercaron al féretro ingente, / triste ministerio, y vueltos de espaldas según la costumbre/ de los padres le arrojaron una tea encendida”12.
Para comprender el valor que poseía el monumento en la antigua Roma, es necesario recurrir a la etimología de la palabra, monumenttum, la cual se forma a partir del prefijo indoeurepeo men, que hace referencia a la meminí (la memoria), y que abarca el mens (el espíritu). Por otra parte, la palabra monumenttum sugiere el verbo mŏnĕo¸ en cuyas acepciones, según Lewis-Short (1969: 1161), se encuentran las de “traer a la mente” o “recordar”, “instruir”, “enseñar”, es decir que el monumento sería todo aquello que permita recordar la gloria del pasado, pero que perdure en el tiempo lo más que pueda para que otros se lo apropien y lo admiren en el futuro. Las funciones del monumento son simplificadas por Cicerón cuando señala:
¡Cómo quisiera que los medios de honrar su memoria acudiesen numerosos a mi imaginación! Dos principalmente se me ocurren, y que por cierto no callaré. El uno es perpetuar la gloria de estos valerosísimos ciudadanos; el segundo atemperar la aflicción y el duelo de sus familias. Propongo, padres conscriptos, que se levante suntuosísimo monumento a la memoria de los soldados de la legión de Marte y de los que, unidos a ellos en la lucha, perecieron. Grandes, casi increíbles, son los servicios que esta legión ha prestado a la república17 (traducción de J.B. Calvo).
La importancia que poseyó la tumba en la Roma antigua como mecanismo para la preservación de la memoria, hizo que ocupara una posición de privilegio en la ritualística funeraria, ya que únicamente le era permitido el ingreso al más allá a quienes habían recibido las honras fúnebres, aunque fuesen mínimas y, dentro de estas, una adecuada sepultura.
Rohde (2009: 85) menciona que la premisa de que se parte es, generalmente, la de que el sepulcro encierra los huesos del héroe. Los huesos, restos de su corporeidad, encadenan al héroe al lugar en que se halla enterrado. De aquí que cuando se quiere vincular a un héroe y su poder tutelar a la ciudad se traiga de fuera y se entierre en el suelo patrio; es decir, que la tumba se consideraba como la residencia del muerto y, por ello, una de las escasas maneras de preservar su memoria y de mostrar su estatus, asimismo, se pretendía mantener la relación entre el muerto y los vivos, principalmente quienes eran sus familiares.
Unido a lo anterior, el material del que está construida la tumba, es decir, la roca, que simboliza la perdurabilidad atemporal y la resistencia, se transforma en un elemento de protección de la vida contra el peligro de la muerte. Al respecto Eliade (1974: 256) afirma que “el megalito funerario protege a los vivos de las posibles acciones nocivas del muerto; la muerte representa un estado de disponibilidad que permite ejercer influencias buenas o malas. “Fijada” en una piedra, el alma se ve obligada a actuar únicamente en sentido positivo: fertilizando.”
La piedra funeraria es vista por Eliade (1974: 256) como centro, como omphalos de la tierra, pero no cualquier centro, sino uno donde convergen los tres grandes mundos del devenir simbólico (el mundo de los hombres, el mundo de los muertos y el mundo de las divinidades), los cuales permanecerán en eterna comunicación, de ahí que sea posible observar en la Eneida la interacción entre vivos y muertos, vivos y dioses, y muertos y dioses. Sin embargo, a pesar del tamaño y el peso de las piedras que conformaban la tumba, en muchas ocasiones, eran profanadas, lo que constituía una preocupación más para los moribundos, quienes, con bastante regularidad, asignaban en su testamento un capital económico considerable con el objetivo de que sus tumbas fuesen custodiadas y, con ello, protegidas de los profanadores que las abrían en busca de pertenencias valiosas, colocadas ahí para hacer menos pesaroso el paso del muerto al más allá.
Para Hope (2007: 71) el túmulo funerario:
symbolized not just success, but an enduring reputation. For the leading male citizens, of both Republic and Empire, reputation (fama) was of fundamental importance. To have a good reputation in life and for this to persist for posterity could be a driving ambition. Immortality, conveyed by fame, could offer consolation for the lack of an afterlife”18.
Ciertamente, para aquellos que gozaban de una buena posición social, el camino hacia la inmortalidad iniciaba a partir de la construcción de obras que mejorarían su reputación. Con esto se garantizaba la edificación de monumentos perdurables; sin embargo, no solo se trataba de erigir grandes tumbas o suntuosas edificaciones, ya que algunas obras literarias, como la Eneida, cumplían con una función similar. Los textos literarios se convirtieron en vehículos de la inmortalidad. Los escritores conservan la memoria, pero también decidieron qué recordar y cómo debe ser recordado (Hope 2007: 72). Por tal razón, una de las amargas penas sufrida por el nobilis romano, consistía en la destrucción total de todos aquellos monumentos, prótomos o escritos alusivos a él (damnatio memoriae).
Ciertamente, la necesidad de una tumba y de recibir una adecuada sepultura se hace evidente cuando en la Eneida en voz de la Sibila se menciona:
Toda esta muchedumbre que ves es una pobre gente sin sepultura;
aquel, el barquero Caronte; estos (sic), a los que lleva el agua, los sepultados.
Que no se permite cruzar las orillas horrendas y las roncas
corrientes sino a aquel cuyos huesos descansan debidamente”19
Ese pasaje es el preámbulo de lo que Eneas verá inmediatamente después. El héroe, en su recorrido por el inframundo observa las almas de dos compañeros que han muerto y no recibieron sepultura, se trata de Orontes y Leucáaspis, ambos tuvieron una amarga muerte, pues sucumbieron en el mar producto de una tempestad que azotó el barco en el que viajaban.
Es necesario recordar que el hecho de no recibir una adecuada sepultura ocasionaba una pena aún mayor para el muerto, pues su alma no lograría placidez en el más allá. Eliade (1998: 135), por ejemplo, considera que “para ciertos pueblos, tan solo el entierro ritual confirma la muerte: el que no es enterrado según la costumbre, no está muerto”, lo cual permite pensar que un cuerpo insepulto no facultaba al espíritu considerarse completamente muerto y, por tal razón, no podía cruzar el río Aqueronte, en la barcaza del viejo Carón, es decir, no podría retornar a la Tellus mater para resurgir.
Eneas prosigue su camino por la entrañas del inframundo y, al igual que a los compañeros Orontes y Leucáaspis, lo sobrecoge la sorpresa, pues ha encontrado a uno de sus tripulantes, se trata de Palinuro, quien naufragó en desconocidas playas y fue asesinado por los salvajes que las habitaban.
En esta ocasión, el navegante le ruega a Eneas que acabe con el sufrimiento de su alma y le proporcione las honras fúnebres necesarias para poder ingresar finalmente al más allá:
Por la grata luz del cielo y por sus auras,
por tu padre te lo pido, por la esperanza de Julo que crece,
líbrame, invicto, de estos males: ponme tierra
encima, ya que puedes, y busca los puertos de Velia;
o bien, si hay algún medio, si alguno te muestra
la madre divina (pues no creo que sin el numen de los dioses
te dispongas a cruzar el gran río y la laguna estigia),
tiende tu diestra a un desgraciado y llévame contigo por las olas,
que al menos en la muerte descanse en un lugar tranquilo20.
El entierro representa en la cita anterior, la única manera de alcanzar la placidez, lo cual es simbólicamente representación de la placidez que posee el feto dentro del vientre de su madre. Y, para tal cuestión, es necesario llevar a cabo una serie de ritos funerarios que permitan el acceso del espíritu al más allá, ya que la inhumación no es otra cosa más que la reincorporación al vientre de la Madre Tierra.
Eneas promete erigir un monumento en honor a la memoria de Palinuro, justamente en el lugar que le había indicado, lo cual hizo que la pena de insepulto menguara un poco. El hecho de ser recordado para siempre a partir del monumento que se erija en su honor es fundamental para la tranquilidad del muerto, asimismo, el monumento puede dar origen a cultos alrededor de él, tal como lo anuncia Eneas cuando dice:
Que los comarcanos, conmovidos a lo largo y ancho en las ciudades
por prodigios del cielo, expiarán tus huesos
y un túmulo levantarán y honores rendirán al túmulo,
y tendrá el lugar para siempre de Palinuro el nombre.21
Es innegable que el culto a los héroes se encuentra indisolublemente unido al sitio en el cual se erige su monumento funerario. Para Rohde (2009: 84-85) esa es, al menos, la condición más habitual y confirmada en un sinnúmero de casos, de los que la epopeya está colmada. He aquí el porqué en el lugar donde el héroe goza de especial veneración del sepulcro, suele erigirse en la ciudad donde se le considera enterrado, centro del culto que se le tributa, en un espacio privilegiado de ella. Allí donde se ubica el monumento se piensa que está el héroe mismo, que tiene el sepulcro por morada.
Una vez cumplidos los funerales, el espíritu abandonaba el mundo de los vivos e incursionaba en el mundo de los muertos, donde el tiempo y la corrupción del cuerpo no son un problema. En el caso de Palinuro, su nombre será recordado por la memoria colectiva debido al culto que, según lo dicho por Eneas, se establecerá en torno de su sepulcro.
Otro de los momentos relevantes de la Eneida en el que es posible notar la importancia de recibir los cuidados funerarios adecuados, es en el que Polidoro, noble de Troya, quien tras morir en la batalla de Troya queda insepulto, se le aparece a Eneas y le pide que le otorgue una digna sepultura y el héroe troyano así lo hace:
Así que preparamos las exequias de Polidoro y gran cantidad
de tierra amontonamos sobre su túmulo; se alzan a sus Manes
las aras funerales de bandas azules y negro ciprés,
y alrededor las troyanas con el pelo suelto según la costumbre;
derramamos encima espumantes cuencos de tibia leche
y páteras de sangre sagrada, y entregamos su alma
al sepulcro y a grandes voces rendimos el saludo postrero22.
Nuevamente se pone en evidencia la creencia de que el alma permanecía en la tumba, que cumplía la función de morada. Sin embargo, las exequias de Polidoro son distintas a las que Eneas otorga a Palinuro en tanto que las del primero no enfatizan en la preservación social de su memoria ni es posible detectar algún tipo de reconocimiento por parte del héroe virgiliano. Es importante destacar el uso del ciprés, que según Gheerbrant y Chevalier (2009: ad loc.) está en relación con las divinidades del infierno; es el árbol de las regiones subterráneas, relacionado con Dis Pater; está ligado al culto de Plutón, dios de los infiernos; también adorna los cementerios, eso permite afirmar que Eneas conocía perfectamente el ritual necesario para encerrar el alma de Polidoro en su sepulcro. Por otra parte, las cintas, sirven como la mortaja que cubrirá su cuerpo y lo limpiará de la contaminación provocada por la muerte.
En su viaje, Eneas es abordado por otro de estos personajes que sufrieron muertes intempestivas y no corrieron con la suerte de recibir los funerales correspondientes. Tal es el caso de Deifobo, quien fue asesinado y, por si fuera poco, su cuerpo fue salvajemente destrozado producto de la traición causada por Helena, quien no solo lo traicionó sino que tomó una tea y dio la señal a los griegos para que invadieran la amurallada Troya, revelando con estos la vulnerabilidad de Príamo y su gente:
Entre tanto mi egregia esposa saca todas las armas
de mi casa y había apartado de mi cabeza mi fiel espada:
llama dentro a Menelao y le abre las puertas,
pensando, sin duda, que este sería un buen regalo para su amante
y así poder expiar la fama de antiguas desgracias23.
Sin embargo, en el caso de Deifobo, Eneas no logra recuperar el cuerpo para brindarle los cuidados necesarios como lo manda la tradición, lo cual es grave para el alma, pues el acceso al más allá se dificultará. Finalmente, Eneas opta por erigir un túmulo vacío con el que espera apaciguar levemente la pena de su compañero:
Entonces yo mismo en la costa retea un túmulo inane
te levanté y con gran voz invoqué tres veces a tus Manes.
Tu nombre y tus armas guardan el lugar; a ti, amigo, verte
no pude ni enterrarte al partir en el suelo de la patria24.
En todos los pasajes anteriores, Eneas se ve impelido a realizar las prácticas mortuorias adecuadas para cada una de las almas en pena que se lo solicitan. Ello, en caso de no llevarse a cabo constituiría en la Eneida un insulto a los muertos, además, sería interpretado como una cruel falta de piedad y un atentado contra la moral, cosa que el héroe troyano está lejos de estimar en su conducta.
Finalmente, todos aquellos cuidados relacionados estrechamente con el funus, no concluían con la cremación del cuerpo o con su inhumación. Era posible encontrarse con festividades, cuyo objetivo principal era mantener la armonía entre los vivos y los muertos, por ejemplo, con la realización de libaciones y sacrificios de animales, de los cuales, en algunas oportunidades se extraía la sangre y se depositaba, a través de unos orificios especialmente diseñados, en el interior de la tumba, con el fin de darle un poco de vida al muerto25.
Se ha visto cómo la tumba es uno de los mejores instrumentos para preservar la memoria de los héroes y los hombres ilustres, sin embargo, el túmulo requerirá de una serie de rituales que se organicen a su alrededor, en función de los Manes del muerto, quienes pueden hacerse presente para vengarse en caso de no recibir el tratamiento post mortem adecuado.
En el siguiente apartado se tiene como premisa analizar la importancia del culto a los Manes, el cual, de la misma manera que el túmulo funerario, servirá como instrumento para la preservación de la memoria del héroe, pero no solo eso, sino que se sigue la hipótesis de que los ritos en honor a Anquises y sus Manes conforman el punto de partida para las futuras apoteosis de los hombre preclaros de Roma.
En la Roma antigua, tal como se ha mencionado anteriormente, la realización de cortejos fúnebres es fundamental, tanto para los vivos como para los muertos; sin embargo, el funus romanorum no finalizaba con el debido enterramiento del cuerpo o la cremación de este, sino que proseguía, principalmente a nivel familiar, a partir, del recuerdo de los Manes, los que, según Grimal (2008), en las creencias romanas son las almas de los muertos, a quienes se les denominó así por antífrasis, pues la palabra Manes26 antiguamente significaba en latín “los Benévolos”. De tal manera, por una inocente lisonja, los romanos se los congraciaban con el simple hecho de nombrarlos.
Por otra parte, Bayet (1986: 87) considera que la mentalidad funeraria de los romanos se mantenía obstinadamente en el cruce de tres postulados: por una parte, los Manes, en forma global, hacen gravitar sobre toda la vida un malestar indefinido, debido a la amenaza de tomar venganza contra los vivos por no recibir un adecuado culto; por otra parte, cada familia debe mantener su rito funerario y reservar a los suyos una tumba como morada, donde pueda habitar y con la que pueda ser recordado; finalmente, el Estado, debe salvaguardar el bien público, vigila y garantiza, sin excepción de personas, la religio de la tumba y la paz de los difuntos.
Unido con lo anterior, tal culto se convirtió rápidamente en la manera eficaz de recordar a los muertos y la importancia que estos tuvieron durante su vida, (principalmente si se trataba de hazañas heroicas o si ocuparon puestos importantes en la sociedad), pero abarcó más que eso y pasó a ser un instrumento de la memoria o un mecanismo ideológico por medio del cual se revivía al muerto en la memoria colectiva del pueblo y se destacaban las particularidades que los distinguían entre el resto de los mortales, hecho que permitía su inmortalidad a pesar del paso de las generaciones. Al respecto Meslin (2001: 60) menciona que:
On conçoit dès lors facilement que la seule immortalité à laquelle il puisse aspirar reside dans l’ espoir de survivre pas ser mérites, dans la mémorie des hommes. Entreront dans la memoria du peuple romain, ceux qui ont eu assez de virtus militaire ou civíque, et dont les poètes les historiens devront transmettre le souvenir comme un vivant27 .
En ese sentido se recalca la importancia que tenía realizar un culto en honor a sus Manes, pues era la mejor manera de prevalecer eternamente en el recuerdo de los familiares o del pueblo; la única forma de alcanzar la inmortalidad, aunque esta no sea de manera física. Además, el culto originado a partir de los Manes de los héroes, unido a la construcción de su sepulcro o túmulo funerario conforman el medio atemporal que mantiene con vida la transmisión de su memoria perpetuamente.
En el caso del culto a los Manes de Anquises, este se lleva a cabo en Sicilia, luego de que se ha cumplido un año de su fatídica muerte. Eneas llama a todos los guerreros, para que rodeen el túmulo funerario que ha erigido en honor de su padre y así lo hacen; posteriormente da inicio a los rituales, según las costumbres de los mayores (mores maiorum), vertiendo vino y perfumes sobre el túmulo de su padre, luego ensalza el nombre de su padre: “Salve, sagrado padre, de nuevo; salve, cenizas en vano/recobradas, y ánimas y sombras paternas28”.
Pero el culto no solo concentra la invocación, también es necesario ofrendar, principalmente a través de sacrificios de animales, cuya sangre, símbolo de vida, alimentaría el alma del difunto Anquises. Por tal razón, tanto Eneas como sus compañeros ofrecen libaciones, matan novillos y colocan flores en honor de Anquises, lo cual abre la posibilidad de afirmar que en la época anterior a Virgilio y durante la que vivió se creía en
la posibilidad de una existencia similar a la vida aun después de la muerte, solo que de forma espectral, y qué era posible traer a la superficie mediante el culto:
Y vino derramaba con las páteras y el alma invocaba
de Anquises el grande y sus Manes devueltos del Aqueronte.
Y así también los compañeros, según cada cual puede, gozosos
llevan sus ofrendas, colman los altares y matan novillos;
calderos colocan otros en fila y dispersos por la hierba
amontonan las brasas bajo los asadores y queman las vísceras29.
La cita permite advertir la creencia que poseían los romanos de que los Manes tenían la posibilidad de ser devueltos temporalmente del inframundo, para formar parte de las libaciones y los sacrificios celebrados en su honor. Además, hace referencia a lo que posteriormente se le daría nombre de parentalia. Según Grimal (2008: 332), se creía que la costumbre de la parentalia había sido introducida en Italia por Eneas, quien la instituyó en honor de su difunto padre Anquises. Bayet (1986: 83) menciona que dicha festividad se calendarizó en febrero, específicamente para ser realizada del 18 al 21 de dicho mes y tenía como objetivo principal mantener la paz entre vivos y muertos, lo cual era una situación muy importante, ya que, como se ha mencionado en apartados anteriores, los muertos podrían tomar represalias contra los vivos30.
Por otra parte, es interesante la manera que Virgilio le da sentido a la palabra Manes, pues, por un lado, en muchas ocasiones utiliza dicha palabra para referirse al espíritu del muerto, como ocurre cuando Eneas invoca el alma de su padre, mientras que por otra parte, utiliza dicha palabra metafóricamente para ilustrar el submundo, tal como se muestra en el siguiente pasaje: “Al cielo nos lanza el mar hinchado y luego,/ al bajar la ola, nos hunde hasta los Manes más profundos31”. Sin embargo, sea cual sea el sentido que se le atribuye, lo cierto es que siempre se encuentra ligado con el más allá.
En la Eneida y en el ideario romano, el fallecido, glorificado y considerado como un ancestro digno de veneración es poseedor del rango de héroe y, al igual que los dioses, de la capacidad de conocer todo aquello que se mantiene oculto para los vivos. El alma de Anquises32 es un reflejo fiel de esta suerte, ya que posee dicha condición profetizadora, con la cual ayuda a su hijo, al revelarle el porvenir de su estirpe y la de Roma entera. En ese sentido, a aquellos que adquirían cierta condición sobresaliente sobre el resto de los muertos, al parecer se les concedía el favor divino de tener conocimiento del destino de sus seres amados, con lo que, en cierto sentido, podían ayudarlos a guiarse correctamente. Esto amplía aún más el sentido o la utilidad de los rituales funerarios, pues funcionarían como un pacto entre vivos y muertos, en el cual, un culto digno podría acarrear consigo el acceso a consejos e informaciones que de otra manera sería imposible poseer.
Anquises es casi divinizado por Eneas y sus compañeros, ya que el culto a sus Manes es de carácter votivo, los sacrificios de animales y el sinnúmero de ofrendas en su honor lo revisten de cierta sacralidad, reservada hasta entonces únicamente para las divinidades tutelares. Apoyado en la consideración de que el culto a Anquises es el primer vestigio de carácter apoteósico italiano, Richard (1996) estableció relaciones comparativas entre la importancia del túmulo funerario erigido en honor a Anquises y el culto a sus Manes, con los futuros mausoleos destinados a Julio César y, posteriormente, a Augusto y la elevación al grado de divinidad que poseyeron. Él indica que con dicho acontecimiento presentado en la Eneida se da inicio a la celebración de los funerales heroicos en territorio italiano y, además, se abre el camino hacia la deificación de los hombres ilustres de la futura Roma: “les sacrifices du même nom que l'on devait accomplir chaque année, à la date de leur mort respective, à la mémoire des Caesares, fils adoptifs d'Auguste qui, sans être honorés de l'apothéose, reçurent un début de culte héroïque33” (Richard 1966: 129).
Lo anterior permite determinar que el culto a los Manes de Anquises, lejos de ser un pasaje donde únicamente se presenta invocación del padre por el hijo que necesita congraciarse con él, es más uno de los puntos de enlace entre el pasado mítico y el presente, con el que se permitirá justificar las futuras apoteosis y entre ellas, claro está, la de Augusto.
Anquises es prácticamente divinizado, sin la intención verdadera de hacerlo; sin embargo, todo se encuentra dispuesto como si se tratara de la celebración a una divinidad, por ejemplo, el lugar en el que se erige su tumba evoca directamente a los Campos Elíseos, ya que Eneas indica que “luego junto a los astros en la cumbre ericina la sede/ se funda de Venus Idalia y se dispone un sacerdote / consagrado al túmulo de Anquises y un amplio bosque”34.
A partir de la cita anterior es posible observar y comprender la preocupación existente en os vivos por el bienestar de los muertos y la preservación de su memoria. Dicha disposición y ordenamiento de la tumba entre un bosque y a la que se le asigna un sacerdote para su cuidado, opera de tal manera que Anquises, o mejor dicho, su espíritu no percibiera la desolación del abandono y para que cuando sus Manes fuesen llamados a la superficie, tuvieran la mejor de las percepciones.
El santuario que Eneas erige a su padre Anquises refleja una profunda devoción por los ancestros y la preservación de la memoria de estos, lo cual remite directamente al respeto por mores maiorum y la pietas, características dignas de ser imitadas por el resto de su descendencia. Incluso, es tan grande la devotio que Eneas profesa por su padre, que manifiesta lo siguiente: “Así exiliado lo pasara yo en la Sirtes getulas, /o en el mar argólico atrapado o en la ciudad de Micenas,/ votos anuales y, por orden, solemnes pompas/ le rendiría y colmaría sus altares de presentes”35.
Lo mencionado por Eneas representa lo que posteriormente Augusto haría por Julio César y que años más tarde el pueblo romano haría por él, es decir, instaurar celebraciones en su honor y retomarlas año con año hasta volverlas tradición e incluirlas en el calendario. El culto a Anquises no solo se estableció con características de funeral heroico, sino que sentó las bases de las celebraciones que siglos más tarde estarían reservadas a los hombres preclaros de Roma.
Ahora bien, el interés con el que son llevadas a cabo las honras fúnebres de Anquises refleja una de las características más importantes de Eneas y que, probablemente, fue una de las que Augusto deseó que se mantuviera hasta sus días, esta es, la piedad. Unido a eso, como se presentará a continuación, con los funerales heroicos de Palante (el hijo de Evandro), la piedad de Eneas llega a su punto más alto, pues no abandona el cuerpo de su amigo, sino que lo recoge, lo limpia y lo honra. La pompa fúnebre en honor del joven Palante, como se analizará, reúnen en sí misma, todas las etapas del funus, a la vez que pone a Eneas frente al reflejo de su propia mortalidad y el detalle con que son realizados todos los preparativos para las exequias, constituyen un manual de la manera óptima para realizar un funeral, por lo que su estudio depara mucha información en tanto sirve para comprender el imaginario romano en torno a los funerales.
Palante es el primero de los hijos del rey de Palanteum, Evandro, que aparece en el octavo canto de la Eneida, siendo entregado al cuidado de Eneas, luego de que este firmara un acuerdo militar y político con el rey. La finalidad era que Eneas instruyera a Palante y lo convirtiera en un reflejo de sí mismo, es decir, en un líder y en un guerrero formidable; sin embargo, presa del furor de la guerra y de su inexperiencia, entra en batalla contra Turno, quien era rey de los rútulos y representó el último escollo que evitaba que Eneas consiguiera a Lavinia, el cual le quitará la vida de la siguiente manera:
“¡Mira si mi arma no es más penetrante!”
Había dicho, y el escudo, tantas capas de hierro y de bronce
al que tantas veces da vuelta una piel de toro,
la punta lo traspasa por el centro con golpe vibrante
y perfora la defensa de la loriga y el pecho enorme.
Arranca Palante en vano el arma caliente de la herida:
por el mismo camino salen la sangre y la vida36.
Luego de que le ha quitado la vida a Palante, Turno concede nueve días de tregua para que se lleven a cabo los funerales del joven héroe. Al igual que se hizo con el funus imperatorum, Virgilio presenta el funeral de Palante con gran boato, solo que lo llama pompa funebris, la cual debía realizarse con suma atención para no descuidar ningún detalle, tanto como un héroe lo merece. Esto es fácilmente apreciable en la Eneida, ya que se menciona la manera tan diligente con la que prepararon el féretro de Palante: por un lado, algunos entretejieron un zarzo con los brotes de encina y madroño más flexibles, que era posible conseguir, mientras que por otro lado, los restantes construyeron una litera a la que le colocaron un techo de ramas y flores, posteriormente, depositaron el cuerpo del joven sobre una cama de hierbas.
Según prosigue la descripción, Palante parecía una flor, una viola o un jacinto, que había sido despegada de su tallo por la mano de una doncella o una virgen, por otra parte, Eneas sacó dos mantos bordados con oro, dignos de un rey, los cuales habían sido bordados por la reina Dido con sus propias manos. Uno de los mantos lo coloca sobre el cuerpo de Palante hasta lograr envolverlo con él; con el otro, le cubre la cabellera, ambos serán prontamente consumidas por el fuego.
Una vez que ha llevado a cabo esto, Eneas coloca en la pira una gran cantidad de trofeos ganados durante las batallas, además, añade armaduras, caballos y escudos que Palante había conseguido mientras estuvo con vida; sin embargo, no concluye con esto y manda a traer algunos de los cautivos, entre los que se encuentra un viejo llamado Ascetes, el cual es sacrificado terriblemente.
Acabados los sacrificios humanos, trajeron el carro de Palante, el cual estaba completamente manchado de sangre rútula y, seguido de ella, el caballo de guerra que le perteneció en vida y finalizan los funerales, luego de que llevan la lanza y el yelmo, pues, lo demás se lo dejó Turno como trofeo.37.
Nuevamente se compara la existencia humana con la de las plantas, cuando se menciona que el cuerpo de Palante parecía “como la flor tronchada por el pulgar de una doncella” (qualem uirgineo demessum pollice florem); se trata de una flor muerta, pero que conserva la belleza que poseía en vida38. Es decir, simbólicamente Palante es como la planta, ya sin su savia (sangre) que simplemente morirá y retornará a la Madre Telúrica en forma de semilla, de donde renacerá. Al respecto Eliade (1974: 79) menciona:
El hombre no es sino la aparición efímera de una nueva modalidad vegetal. Al morir, es decir, al abandonar la condición humana, vuelve —como «simiente» o como «espíritu »— al árbol. Efectivamente, esas fórmulas concretas expresan solo un cambio de nivel. Los hombres vuelven a integrarse en la matriz universal, adquieren nuevamente el estado de semilla, vuelven a convertirse en gérmenes. Morir es volver a ponerse en contacto con la fuente de vida universal.
A partir de lo anterior, se entendería que Palante, quien es ahora una flor muerta, reposará en la tierra, donde esperará simbólicamente su renacimiento (creencia virgiliana). En cierto modo, la pompa funeraria que se realiza en su honor apacigua la pena desgarradora que pudo ocasionarle su muerte. El funeral y los sacrificios humanos y obsequios que se destinan para el muerto se ejecutan en la medida que sirvan para calmarlo y permitirle acceder al más allá donde pueda estar en plenitud.
Al igual que lo hizo con su padre, Eneas no puede permitir que Palante no reciba unas honras fúnebres acordes con su valía, además está consciente de que el paso al Más allá de su protegido, únicamente será posible mediante las exequias, siendo así que las considera lo único realmente obligatorio para el Aqueronte39.
Al contrario de Eneas que pierde a su padre, Evandro ve morir a su hijo, hecho que representa el peor de los infortunios de la vida, ya que no es una muerte tradicional, sino un arrebato de la vida, que impide el retorno del joven a su hogar. Sin embargo, a pesar de que Palante recibe una muerte violenta, se presentan algunos paliativos ante el dolor provocado por su fallecimiento. Así las cosas, se trata de una muerte heroica, por lo tanto digna de ensalzamiento y de perdurabilidad eterna, pues murió en batalla luchando en favor de la patria destinada a Eneas. De esta manera y por medio de las pompas funerales celebradas en su honor, se recordará su bravura en el combate, así como su rectitud, lo cual será un consuelo para Evandro: “Si prematura aguardaba/ la muerte a mi hijo, me servirá de consuelo que haya caído/ entre miles de volscos muertos, conduciendo a los teucros al Lacio”. En este sentido, el fallecido Palante se muestra como buen prospecto para ser objeto de veneración e imitación en el futuro.
Otro momento que funciona como paliativo para Evandro y quizá también para el alma de Palante, es el sacrificio de los cautivos. Este pasaje ha resultado muy polémico por la crueldad con que son descritos quienes van a ser sacrificados, principalmente el caso del anciano Acetes, quien es salvajemente sacrificado para congraciarse con los Manes del hijo de Evandro. Este acto, si bien es cierto, serviría para vengar la muerte de Palante y para apaciguar la furia de Evandro, contrasta con la compasión como caracterizadora del pueblo romano futuro y que es exaltada en numerosas ocasiones a lo largo del texto40.
Finalmente, la pompa funeraria que Eneas realiza a Palante sirve para ensalzarlo y convertirlo en un personaje ejemplar en cuanto a virtud y liderazgo, por lo que Evandro se muestra tan agradecido que le es imposible realizar algo mejor: “Y no podría yo honrarte, hijo mío, con funeral mejor/ que el piadoso Eneas y que los nobles frigios/ y que los jefes etruscos (tirrenos), que todo el ejército etrusco (tirreno)41. En este sentido se conforma, con la pompa fúnebre de Palante, porque se establece no solo como un medio para agasajar y congraciarse con el muerto, sino como uno de los pasos más importantes en procura de la preservación a perpetuidad de la memoria del héroe.
Conclusiones
El hecho de presentar una serie de funerales heroicos no solo cumple la función de generar más emoción en la trama textual de la Eneida sino que, desde el punto de vista literario, se trata de una imitatio estructural de lo mostrado por Homero en la Ilíada o en la Odisea. No obstante, Virgilio se enfoca en la contextualización con lo romano, es decir, él caracteriza las exequias con las costumbres y las creencias romanas sobre los funerales y la manera en que estos se llevaban a cabo, a la vez que los posicionaba como celebraciones de origen antiquísimo, propias de los ancestros (mores maiorum) y por ende justificables, o sea, dignas de ser mantenidas en el presente y resguardadas para el futuro.
Unido a lo anterior, es necesario reconocer que, al tratar el tema de los funerales heroicos, es sorprendente la importancia que se les daba a estos y cómo, sin la adecuada realización de las exequias, los Manes, estarían destinados a permanecer en un estado tormentoso, siendo a su vez un peligro latente para los vivos. Se deduce, además, que la piedad va más allá de la cercanía familiar con el muerto, se presenta como un valor insigne de todo romano, no solo hacia la divinidad, sino con todos aquellos que han fallecido y que necesitan de las prácticas funerarias para poder ingresar en el más allá. De este modo, salvaguardar la integridad del cuerpo del fallecido y procurarle los cuidados óptimos constituían parte esencial de las relaciones humanas desde el imaginario romano de la época de Virgilio y la negatividad ante la realización de estas se tendría como una alta manifestación de impiedad. Además, el cuerpo que no ha recibido los cuidados necesarios se convierte en un potencial foco de contaminación, de manera que este tendrá que ser limpiado y dispuesto de forma tal que su apariencia sea lo más cercana a la que tuvo cuando vivía, de este modo, los ritos funerarios no solo purifican a los vivos, sino que alejan de ellos los peligros que surgen de la cercanía con el cadáver.
Por otra parte, los cuidados que se le brindan al muerto no concluían con la colocación de tesoros o prendas de alto valor dentro de la tumba, porque la perennidad del recuerdo del muerto estaba ligada a la renovación dada a partir de rituales realizados alrededor, delante o sobre la tumba que contenía sus restos.
Las sombras de los insepultos se enfurecen si no han recibido las honras correspondientes y principalmente una tumba o un túmulo funerario, que funcionaría como principal instrumento para mantener viva su memoria y que representa asimismo la unión del mundo de los muertos con el mundo de los vivos. De este modo, los funerales se posicionaban como situaciones especiales en las que podía mostrarse el poder y la riqueza de las familias, pero también el amor y la importancia de honrar a los muertos y respetar su memoria.
Finalmente, la muerte es un suceso que pone en evidencia las angustias sobre la finitud presente de los seres humanos. Los rituales funerarios y la manera en que la muerte es enfrentada ofrecen cuantiosa información acerca de una sociedad y sus formas de representar el mundo.
Notas
1 “Toda práctica funeraria romana fue influenciada por dos conceptos básicos: primero, que la muerte trajo la contaminación y exigió a los sobrevivientes actos de purificación y expiación, en segundo lugar, que dejar un cadáver insepulto tenía repercusiones desagradables sobre el destino del alma del difunto”. Traducción propia
2 Ipsa sed in somnis inhumati venit imago
coniugis, ora modis attollens pallida miris,
crudeles aras traiectaque pectora ferro
nudavit, caecumque domus scelus omne retexit.
Tum celerare fugam patriaque excedere suadet,
auxiliumque viae veteres tellure recludit
thesauros, ignotum argenti pondus et auri.
His commota fugam Dido sociosque parabat:
conveniunt, quibus aut odium crudele tyranni
aut metus acer erat; navis, quae forte paratae,
corripiunt, onerantque auro: portantur avari
Pygmalionis opes pelago; dux femina facti.
Devenere locos, ubi nunc ingentia cernis
moenia surgentemque novae Karthaginis arcem.Virgilio, Eneida1. 353-366.
3 praeterea iacet exanimum tibi corpus amici
(heu nescis) totamque incestat funere classem,
dum consulta petis nostroque in limine pendes.Virgilio, Eneida 6. 149-151.
4 Sedibus hunc refer ante suis et conde sepulcro.
Duc nigras pecudes; ea prima piacula sunto. Virgilio, Eneida6, 152-153.
5 demum logos Stygis et regna inuia uiuis aspicis. Virgilio, Eneida 6, 154-155.
6 “Un miembro de la familia que fue pontífice podría haber ofrecido un sacrificio a los dioses antes de que se purificase el hogar”. Traducción propia.
7 El hecho de esparcir agua pura al finalizar el ritual funerario fue asimilado por la religión católica y actualmente sigue vigente en el instante anterior a que inicie la procesión hacia el cementerio.
8 Idem ter socios pura circumtulit unda
spargens rore leui et ramo felicis oliuae,
lustrauitque uiros dixitque nouissima uerba. Virgilio, Eneida 6. 229-231.
9 tum membra toro defleta reponunt
purpureasque super uestis, uelamina nota,
coniciunt. Virgilio, Eneida6, 220-221.
10 “Comúnmente se desfiguran cubriendo su cabello con cenizas como muestra de luto”. Traducción propia.
11 El uso que se le da al agua en el sentido funerario está justificado debido a que este elemento es un pilar fundamental en la conformación del cosmos, además, por las propiedades mágicas y terapéuticas que se le atribuyen desde tiempos inmemoriales. El agua no solo es lo que purifica sino aquello que permite el renacimiento del muerto y calma su sed, ya que, como lo indica Eliade (1974: 247) “Mientras espera su vuelta al ciclo cósmico (transmigración) o su liberación definitiva, el alma del muerto sufre, y ese sufrimiento se expresa comúnmente por la sed”.
12 pars ingenti subiere feretro,
triste ministerium, et subiectam more parentum
auersi tenuere facem. Virgilio, Eneida 6, 222-224.
13 “Tiberio necesita la absolución del Senado por haber tocado el cadáver de Augusto y cuando pronunció la oración fúnebre para su hijo Druso, el cuerpo tenía que ser velado”. Traducción propia.
14 […] congesta cremantur
turea dona, dapes, fuso crateres oliuo. Virgilio, Eneida 6. 224-225.
15 “By the 1st c. BC cremation appears to have been the most commonly practised rite in Rome, although inhumation was retained by some of the older families”. “En el siglo I a.C, la cremación parece haber sido el rito más practicado en Roma, a pesar de que la inhumación fue retenida por algunas de las familias más antiguas”. Traducción propia.
16 Aeneas, quamquam et sociis dare tempus humandis
praecipitant curae turbataque funere mens est,
uota deum primo uictor soluebat Eoo. Virgilio, Eneida, 22. 2-4.
17 Quorum de honore utinam mihi plura in
mentem venirent! Duo certe non praeteribo,
quae maxime occurrunt, quorum alterum
pertinet ad virorum fortissimorum gloriam
sempiternam, alterum ad leniendum
maerorem et luctum proximorum. [XII]
Placet igitur mihi, patres conscripti, legionis
Martiae militibus et eis, qui una pugnantes
occiderint, monumentum fieri quam
amplissimum. Magna atque incredibilia sunt
in rem publicam huius merita legionis. Cicerón, Filípicas., 14. 31.
18 “Simboliza no solo el éxito, sino una reputación duradera. Para los principales ciudadanos masculinos, tanto de la República como del Imperio, la reputación (fama) fue de importancia fundamental. Para tener una buena reputación en la vida y para que esto persista para la posteridad podría ser una ambición. La inmortalidad, transmitida por la fama, podría ofrecer consuelo a la falta de una vida futura”. Traducción propia.
19 haec omnis, quam cernis, inops inhumataque turba est;
portitor ille Charon; hi, quos uehit unda, sepulti.
nec ripas datur horrendas et rauca fluenta
transportare prius quam sedibus ossa quierunt. Virgilio, Eneida 6. 325-330.
20 Quod te per caeli iucundum lumen et auras,
per genitorem oro, per spes surgentis Iuli,
eripe me his, inuicte, malis: aut tu mihi terram
inice, namque potes, portusque require Velinos;
aut tu, si qua uia est, si quam tibi diua creatrix
ostendit (neque enim, credo, sine numine diuum
flumina tanta paras Stygiamque innare paludem),
da dextram misero et tecum me tolle per undas,
sedibus ut saltem placidis in morte quiescam. Virgilio, Eneida 6.363- 371.
21 Nam tua finitimi, longe lateque per urbes
prodigiis acti caelestibus, ossa piabunt
et statuent tumulum et tumulo sollemnia mittent,
aeternumque locus Palinuri nomen habebit. Virgilio, Eneida 6. 377-381.
22 Ergo instauramus Polydoro funus, et ingens
aggeritur tumulo tellus; stant Manibus arae
caeruleis maestae uittis atraque cupresso,
et circum Iliades crinem de more solutae;
inferimus tepido spumantia cymbia lacte
sanguinis et sacri pateras, animamque sepulcro
condimus et magna supremum uoce ciemus. Virgilio, Eneida 3. 62-68.
23 Egregia interea coniunx arma omnia tectis
emouet, et fidum capiti subduxerat ensem:
intra tecta uocat Menelaum et limina pandit,
scilicet id magnum sperans fore munus amanti,
et famam exstingui ueterum sic posse malorum. Virgilio, Eneida, 6. 523-527.
24 tunc egomet tumulum Rhoeteo in litore inanem
constitui et magna manis ter uoce uocaui.
nomen et arma locum seruant; te, amice, nequiui
conspicere et patria decedens ponere.” Virgilio, Eneida 6. 505-508.
25 El calendario romano de la época de Virgilio contemplaba días especiales en los cuales podía realizarse actividades en honor de los muertos, tal el caso de los “dies parentales”, durante los que se realiza un sin número de sacrificios de animales y cuya carne es llevada a los túmulos funerarios (Grimal 2008: 331)
26 Según Grimal (2008: 332), “había dos fiestas especialmente consagradas a ellos; las rosaria (o violaría), en que se adornan las tumbas con rosas o violetas, y las parentalia, celebradas del 18 al 21 de febrero. A veces se atribuía a los manes a un antecesor común, la diosa Mania, o Madre de los manes. Esta divinidad, muy imprecisa pertenece a la categoría de los genios populares”.
27 “Por lo tanto fácilmente se entiende que la única inmortalidad a la que puede aspirar radica en la esperanza de sobrevivir no en méritos de servicio, sino en la memoria de los hombres. Entran en la memoria del pueblo romano, los que han tenido suficiente de virtudes militares y civiles y cuya memoria transmitían los poetas y los historiadores”. Traducción propia.
28 Salue, sancte parens, iterum; saluete, recepti
nequiquam cineres animaeque umbraeque paternae. Virgilio, Eneida 5. 80-81.
29 uinaque fundebat pateris animamque uocabat
Anchisae magni manisque Acheronte remissos.
nec non et socii, quae cuique est copia, laeti
dona ferunt, onerant aras mactantque iuuencos;
ordine aena locant alii fusique per herbam
subiciunt ueribus prunas et uiscera torrent. Virgilio, Eneida 5. 98-103
30 Grimal (2008: 332) afirma que en alguna oportunidad se llegó a contar en Roma que por haber olvidado la celebración de la parentalia, los muertos se vengaron invadiendo la ciudad. Saliendo de sus tumbas, se esparcieron por todas partes, y solo la celebración de los ritos consiguió aplacarlos.
31 Tollimur in caelum curuato gurgite, et idem
subducta ad Manis imos desedimus unda. Virgilio, Eneida 3. 564-565.
32 Anquises, en ese sentido, cumple una función similar a la que Tiresias realizó en la Odisea, quien además es el único en la mitología griega que posee el privilegio, otorgado por Perséfone, de conservar su consciencia y sus dotes adivinatorios entre las sombras de la Mansión de Hades.
33 “Los sacrificios del mismo nombre que debemos hacer todos los años, en la fecha respectiva de la muerte en memoria de los Césares, hijos adoptivos de Augusto que, sin ser honrados con la apoteosis, recibieron el inicio de un culto heroico”. Traducción propia.
34 Tum uicina astris Erycino in uertice sedes
fundatur Veneri Idaliae, tumuloque sacerdos
ac lucus late sacer additus Anchiseo. Virgilio, Eneida 5. 759-761.
35Hunc ego Gaetulis agerem si Syrtibus exsul,
Argolicoue mari deprensus et urbe Mycenae,
annua uota tamen sollemnisque ordine pompas
exsequerer strueremque suis altaria donis. Virgilio, Eneida 5.51-54.
36 Aspice num mage sit nostrum penetrabile telum.'
dixerat; at clipeum, tot ferri terga, tot aeris,
quem pellis totiens obeat circumdata tauri,
uibranti cuspis medium transuerberat ictu
loricaeque moras et pectus perforat ingens.
Ille rapit calidum frustra de uulnere telum:
una eademque uia sanguis animusque sequuntur. Virgilio, Eneida 10.481-487.
37 Véase Virgilio, Eneida 11. 65-93.
38 Asimismo, Eliade (1974: 31) menciona que en las creencias vinculadas con la idea de origen vegetal de la humanidad, héroes que han sido cobardemente asesinados terminan por transformarse en plantas o son comparados con esta.
39 “Confiemos entretanto a la tierra los cuerpos insepultos
de nuestros camaradas, única honra en el Aqueronte profundo”.
Interea socios inhumataque corpora terrae
mandemus, qui solus honos Acheronte sub imo est. Virgilio, Eneida 11.22-23
40 Esto también se opone al repudio que, según Suetonio, Virgilio sentía por la guerra o las batallas sangrientas.
41 quam pius Aeneas et quam magni Phryges et quam
Tyrrhenique duces, Tyrrhenum exercitus omnis. Virgilio, Eneida 11. 169-171.
Ediciones y traducciones
1. Bautista Calvo, J. (ed.) (1994). Cicerón. Filípicas. Barcelona: Planeta
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Bibliografía crítica citada
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Fecha de recepción: 06-08-2019
Fecha de evaluación: 17-08-2019
Fecha de aceptación: 24-08-2019