DOI: http://dx.doi.org/10.19137/circe-2017-2202012
RESEÑAS
Perczyk, Cecilia J.
La locura en Heracles y Bacantes de Eurípides. Una lectura
en el cruce entre la filología clásica y el psicoanálisis
PEFSCEA N° 13
Buenos Aires: Miño y Dávila, 2018, 427 pp.
ISBN 978-84-16467-16-7
por Laura Pérez
[CONICET-IEClas, UNLPam - lau_perez75@hotmail.com]
Locura y tragedia, dos ámbitos
de la experiencia humana que,
en su alteridad y condición extrema,
liminar, no cesan de interpelarnos
e incitarnos a la búsqueda de
comprensión, se intersectan de modo
particularmente rico y sugerente en
el teatro clásico griego. La investigación
doctoral desarrollada por Cecilia
Perczyk en la Universidad de
Buenos Aires y plasmada en el libro
que reseñamos, La locura en Heracles y Bacantes de Eurípides. Una lectura
en el cruce entre la filología clásica y
el psicoanálisis, se ubica en el punto
de encuentro entre estos dos campos
y nos ofrece una mirada renovada de
la concepción de la locura expresada
en el teatro trágico griego y de los
vínculos que pueden tenderse entre
tal representación y las actuales teorías
psiquiátricas y psicoanalíticas
desde las que se enfocan y delimitan
los trastornos mentales. En este cruce
y enriquecimiento mutuo entre los
métodos y perspectivas de la filología
clásica y el psicoanálisis –tal como
explicita el subtítulo de la obra– es
que el trabajo se presenta como una
aportación valiosa y original a la
comprensión de las dos tragedias
que analiza en forma exhaustiva y a
la reflexión acerca del fenómeno de la
locura y de los modos de acercamiento,
representación y explicación a que
este ha dado lugar en la Antigüedad y,
también, en nuestros días.
Luego de los agradecimientos y
de unas breves “Observaciones Preliminares”
sobre las ediciones de textos
antiguos y de los escritos lacanianos
utilizados, el “Prólogo” de la obra está
a cargo de Lidia Gambón, quien no
solo posee una rica trayectoria en la
investigación de la tragedia griega y
en los temas específicos de la locura y de la medicina hipocrática, sino que
además formó parte del jurado en la
defensa de la tesis doctoral que dio
origen a este libro. Su presentación
destaca el recorrido realizado por
la autora en el marco de equipos de
investigación pluridisciplinarios, así
como el fructífero trabajo interpretativo
que, a través del diálogo hermenéutico
con otras disciplinas, reafirma
el valor y la actualidad del estudio
filológico.
En su “Introducción” a la obra,
Perczyk ofrece al lector en forma clara
y sintética los lineamientos y fundamentos
indispensables sobre los que
se sustenta su estudio. El importante
espacio que ocupa la locura en la tragedia
del siglo V a.C. la convierte en
una fuente privilegiada para el conocimiento
del imaginario cultural en
relación con esta afección en la Grecia
antigua. La autora se propone entonces
indagar desde un punto de vista
nosológico, que atienda a la etiología,
la sintomatología y la terapéutica de
la enfermedad, la representación de la
locura en un corpus –Heracles y Bacantes de Eurípides– seleccionado en
razón de los significativos puntos de
contacto entre los procesos de insania
que sufren los personajes trágicos. En
efecto, en ambas obras el estudio de
la manía puede enfocarse en su conexión
con las categorías de género, en
tanto involucra procesos de masculinización
y feminización, al tiempo
que la violencia extrema desatada en
los episodios de locura –resultantes
en filicidios– se vincula con procesos
teratológicos, con la influencia de divinidades
específicas y con diversas
formas de perversión de los ritos religiosos.
Estos variados aspectos que confluyen
en la representación trágica de
la locura posibilitan un abordaje interdisciplinario
que explora las diversas
aristas implicadas en el fenómeno:
mito, religión, política, configuraciones
de género, entre otras. A la vez, el
empleo, junto al método filológico y
el análisis literario, de conceptos teóricos
provenientes de la psiquiatría y
el psicoanálisis freudiano y lacaniano
se fundamenta, según la orientación
definida por Nicole Loraux, como
“una práctica controlada del anacronismo”
(p. 24) con el fin de que el
análisis textual de obras del pasado
pueda contribuir al debate actual, al
establecer lazos de continuidad entre
la construcción antigua de la locura y
las discusiones del presente sobre su
conceptualización y tratamiento. En
tal sentido, el trabajo se alinea en la
perspectiva originada en el “psicoanálisis
aplicado” propuesto por Freud
y luego reformulado por Lacan, para
abordar las obras literarias con el
foco en los discursos y acciones de los
personajes. En esta “Introducción” se
presentan brevemente los principales
conceptos psicoanalíticos que guiarán
el estudio, como los de psicosis
y neurosis, y se anticipan además las
etapas en que se estructurará el trabajo
en los sucesivos capítulos.
La primera tarea a la que se aboca
la investigadora –en el capítulo I,
“La representación de la locura en
la Grecia antigua”– es el rastreo de
las concepciones acerca de la locura
existentes en el siglo V a.C. tanto en la literatura como en la medicina. La
exploración se centra en dos fuentes
principales: la Ilíada de Homero, primer
antecedente de la representación
literaria de la manía, y el tratado hipocrático
Sobre la enfermedad sagrada,
que puede considerarse el modelo
de la conceptualización médica de las
perturbaciones mentales. El estudio
del vocabulario utilizado en las descripciones
homéricas del furor bélico
de Héctor y Ares sirve de antecedente
al minucioso análisis lexical de Heracles
y Bacantes, que explora la rica
y variada terminología asociada a la
locura a través de familias de palabras
como las de los verbos μαίνο-μαι, βακχεύω, νοσέω, entre muchos
otros. Por último, el estudio de Sobre
la enfermedad sagrada permite observar
el paso de la concepción religiosa
de la locura a su enfoque nosológico
como una enfermedad con componente
hereditario y asociada a un
órgano físico particular, el cerebro.
Perczyk sostiene además, frente a la
opinión crítica más frecuente, que
aparte de la enfermedad sagrada, el
tratado aborda otras perturbaciones
mentales no subsumidas en aquella,
y demuestra a lo largo de su estudio
que el vocabulario médico sobre la
locura plasmado en este escrito y en
otros del Corpus Hippocraticum reaparece
en las tragedias de Eurípides,
cuyas descripciones de los episodios
de manía hallan fuertes correspondencias
con la sintomatología atribuida
a la enfermedad sagrada. El
capítulo se cierra con un cuadro sintetizador
del léxico rastreado en cada
una de las obras.
El segundo eje de análisis trabajado
en el capítulo II, “Las personificaciones
de la locura”, es la descripción
de los dioses que provocan la manía
en cada una de las obras y su vínculo
con lo teratológico. Lýssa, la daímon
causante de la locura de Heracles por
orden de Hera, se representa con las
características de una perra; según
la investigadora, ello puede interpretarse
desde el punto de vista de
la asociación entre lo femenino y lo
animal concebidos como lo “otro”
en la cultura griega, a la vez que la
mujer y el can, por su inclusión en
el espacio doméstico, son equiparados
en su capacidad de destrucción
del oîkos. La simbología canina se
traslada también a Heracles, que en
su manía arroja espuma por la boca
como un perro rabioso. Dioniso, por
su parte, no solo es el dios del teatro,
del vino y de la locura –que provoca
y de la que ha sido presa él mismo, de
allí su atributo de mainómenos–, sino
que se conecta también con procesos
de animalización. Se analizan principalmente
sus lazos con la serpiente
y nuevamente con la perra, a la que
se asimilan las bacantes y en especial
Ágave, a través del mismo síntoma de
la producción de espuma en la boca.
El capítulo III, “La escena del
crimen”, estudia los filicidios cometidos
en ambas obras en relación con
los aspectos rituales, la simbología
de la bacanal y el imaginario bélico.
Se indagan los elementos de perversión
de los rituales en cuyo marco se
producen los asesinatos: el sacrificio
purificatorio que se preparaba a
realizar Heracles en el momento de su locura y el ritual dionisíaco en el
que las bacantes desmiembran a Penteo.
En ambos espacios cultuales se
transgrede asimismo el gesto ritual
de la súplica, desatendida por los dos
personajes enloquecidos, a la vez que
se presentan asociaciones con los ritos
fúnebres y matrimoniales, lo que
constituye una contaminación entre
rituales. El capítulo explora también
la terminología bélica presente en
ambas tragedias, la significación del
uso del arco –asociado a los persas, lo
bárbaro, la cobardía y lo femenino–
como arma homicida por Heracles
y la representación de las bacantes
como un ejército que, con sus solas
manos y tirsos, es capaz de vencer a
los hombres con armas hoplitas y de
amenazar el orden civilizado de la
polis.
Los tres capítulos restantes del
libro son los dedicados específicamente
a los aspectos nosológicos de
la locura: su etiología, sus síntomas y
su tratamiento terapéutico. El capítulo
IV, “El origen de la locura”, indaga
acerca de las causas de la enfermedad
y de la responsabilidad humana sobre
las acciones ejecutadas. Perczyk despliega
para ello el análisis narratológico
de los relatos a través de los cuales
se dan a conocer al público los crímenes,
que no se representan sobre la escena
teatral. En Heracles las distintas
narraciones son ambiguas en cuanto
a la atribución de la causa de la locura
a Lýssa, de tal modo que, según la
investigadora, se habilita un espacio
de reflexión sobre la responsabilidad
humana que le corresponde al héroe,
quien al asumir sus propios actos se
torna apto para la curación y la continuación
de su vida. En Bacantes la
problematización de la responsabilidad
humana y del modelo tradicional
de la locura es más compleja, pues
hay dos personajes enloquecidos, con
causas, síntomas y resultados diferentes.
La locura se presenta como un
castigo divino pero, al mismo tiempo,
se señala la responsabilidad de Penteo
sobre sus propias acciones. En cuanto
a Ágave, ella se reconoce a sí misma
como una víctima y responsabiliza
por completo al dios por su manía y
por los resultados que esta tuvo sobre
su familia. En ambos casos, las distintas
versiones acerca de las acciones de
los personajes permitirían al público
de la tragedia configurar su propio
criterio.
El capítulo V, “Los efectos de la
locura”, es el más extenso y complejo
del estudio pues allí se indagan los
síntomas de la locura en relación con
los procesos de inversión del género
sexual, feminización y masculinización,
experimentados por los personajes
y se propone la interpretación
psiquiátrica y psicoanalítica que
permite vincular los episodios trágicos
de locura con cuadros clínicos
psiquiátricos descritos en el manual
de Clasificación Internacional de Enfermedades
y Problemas relacionados
con la Salud (CIE-10) publicado por
la Organización Mundial de la Salud
y con historiales clínicos analizados
por Freud y Lacan. En lo que respecta
a Heracles, su feminización y los síntomas
físicos y mentales de su locura
son analizados por Perczyk como un
caso psiquiátrico de trastorno esquizoafectivo de tipo maníaco, frente a
la crítica tradicional que lo evaluaba
como una manifestación de epilepsia.
En términos psicoanalíticos, Heracles
se comporta como un psicótico y su
caso es comparado por la investigadora
con el de Schreber –paciente
de Freud y autor de su autobiografía
Memorias de un neurópata–, que
también involucra un proceso de feminización
conceptualizado por Lacan
como un “empuje-a-la-mujer”. El
disfraz de bacante que asume Penteo,
por su parte, se analiza desde la noción
actual del travestismo, mientras
que la masculinización de Ágave y las
cadmeas tiene como objeto reforzar
el estereotipo de la mujer. En cuanto
a sintomatología de la madre del rey,
la autora considera que no se trata de
histeria, como han postulado algunos
estudiosos, sino de una psicosis.
El caso de Penteo se relaciona con el
concepto freudiano de fijación en el
narcisismo y con la noción lacaniana
del “estadio del espejo”, también
ligado a una forma de psicosis. Por
otro lado, para analizar el episodio
de persuasión del rey a través del diálogo
con Dioniso, Perczyk retoma el
historial freudiano del Hombre de los
Lobos y aplica el concepto lacaniano
de “maniobra de transferencia”, elaborado
a partir de él.
El mismo concepto es retomado
en el capítulo VI, “La recuperación”,
en relación con la función de Teseo
en el tratamiento y curación de Heracles.
Centrado en el proceso de recuperación
de los asesinos, el capítulo
indaga primero sus crímenes a la luz
de la normatividad griega respecto
del homicidio y su vinculación con
las ideas de polución o míasma, para
desarrollar luego los modos en que la
palabra desempeña un rol esencial en
la curación y reintegración social de
Heracles y en el restablecimiento de
Ágave, quien, sin embargo, no puede
reconstruir los lazos sociales y acepta
ser exiliada. Los diálogos de ambos
personajes con Teseo y Cadmo, respectivamente,
exhiben, según la autora,
las características de una psicoterapia
y la importancia que asume la
palabra persuasiva como terapéutica
se vincula con la influencia del movimiento
sofístico sobre el trágico.
El libro se cierra con unas breves
“Conclusiones” que sintetizan el trayecto
recorrido en la investigación y
el apartado de “Bibliografía” donde se
catalogan las ediciones de los textos
fuentes, la abundante y actualizada bibliografía
secundaria utilizada –cuyo
manejo y discusión puede apreciarse
a lo largo de todo el trabajo– y los instrumenta
studiorum. Cabe destacar,
además, la incorporación en diversos
momentos del estudio del análisis de
fuentes iconográficas –con inclusión
de las imágenes correspondientes–
que permiten ampliar el contexto mítico
y cultural en que se inserta históricamente
la producción de Eurípides
y constituyen un elemento más que
aporta al carácter interdisciplinario
del estudio. En la intersección de filología
y psicoanálisis, Cecilia Perczyk
logra responder con creces al desafío
que impone un trabajo interdisciplinario
de esta naturaleza: que resulte
accesible a lectores provenientes
de ambas disciplinas e, inclusive, a aquellos que no tienen formación
específica en ninguna de ellas. Ello
es posible gracias a la incorporación
de las explicaciones necesarias de los
conceptos psicoanalíticos trabajados
y a la cuidadosa contextualización
de las referencias clásicas y traducción
de las citas en lengua original.
Las conclusiones alcanzadas, por lo
demás, cumplen sobradamente el objetivo
propuesto: ofrecer una nueva
lectura de las tragedias clásicas y de la
representación de la locura en la Grecia
antigua a la vez que contribuir a la
discusión actual sobre el fenómeno y
su tratamiento. De allí el valor y significación
de la presente publicación
que, sustentada sobre un sólido y documentado
trabajo filológico e interpretativo,
nos aporta nuevas perspectivas
para la comprensión de la tragedia
griega antigua y de los modos en
que las concepciones y problemáticas
en ella representadas continúan interpelándonos
en el presente.