Romano, María Laura. “Diálogos entre paisanos. Apuntes para una lectura de las gauchescas del Río de la Plata y de Rio Grande do Sul”. Anclajes, vol. XXIX, n.° 2 mayo-agosto 2025, pp. 77-91.

https://doi.org/10.19137/anclajes-2025-2926


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DOSSIER

Diálogos entre paisanos. Apuntes para una lectura de las gauchescas del Río de la Plata y de Rio Grande do Sul

Dialogues between paisanos. Notes for a reading of the gauchescas of the Río de la Plata and Rio Grande do Sul

Diálogos entre paisanos. Notas para uma leitura das gauchescas do Rio da Prata e do Rio Grande do Sul

María Laura Romano

Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS)

Universidad Nacional de La Plata–CONICET

Instituto de Literatura Hispanoamericana

Universidad de Buenos Aires

Argentina

goriotlr@hotmail.com 

ORCID: 0000-0002-1102-015X 

Fecha de recepción: 09/02/2024 | Fecha de aceptación: 06/06/2024

Resumen: En 1833, en el periódico de Porto Alegre O Recopilador Liberal, se publicó un diálogo gauchesco en portugués. Se trata de una aparición extemporánea, ya que ocurrió en una fecha anterior a la que se toma como momento emergente de la literatura gauchesca de Rio Grande do Sul (la década del 70 del siglo XIX). A través del análisis conjunto de la pieza de O Recopilador Liberal con un corpus de diálogos gauchescos rioplatenses (de Bartolomé Hidalgo y de Hilario Ascasubi), se revelan las singularidades de la composición brasileña en cuanto a la manera de construir el dispositivo de locución gauchesco. A diferencia de lo que sucede en las conversaciones compuestas del lado hispano de la frontera, en el diálogo aparecido en el periódico de Porto Alegre, el decir del gaucho es subsidiario del discurso del amo, con lo que se construye una relación de heteronomía que compromete la perspectiva plebeya que, por principio, el género gauchesco establece.

Palabras Clave: Literatura gauchesca; Crítica literaria; Siglo XIX; Río de la Plata; Rio Grande do Sul.

Abstract: In 1833, a gauchesco dialogue was published in Portuguese in the Porto Alegre newspaper O Recopilador Liberal. It is an extemporaneous appearance, since it occurred at a date prior to what is considered to be the emerging moment of gauchesca literature in Rio Grande do Sul (the 1870s). Through the joint analysis of the piece by O Recopilador Liberal with a corpus of Rioplatense gauchescos dialogues (by Bartolomé Hidalgo and Hilario Ascasubi), the singularities of Brazilian composition are revealed in terms of the way of constructing the gauchesco locution device. Unlike what happens in the conversations composed on the Spanish side of the border, in the dialogue that appeared in the Porto Alegre newspaper, the gaucho's speech is subsidiary to the master's speech, thus constructing a relationship of heteronomy that compromises the plebeian perspective that, in principle, the gauchesco genre establishes.

Keywords: Gauchesca literature; Literary criticismo; 19th century; Río de la Plata; Rio Grande do Sul

Resumo: Em 1833, no jornal porto-alegrense O Recopilador Liberal, foi publicado um diálogo gauchesco em português. Trata-se de uma aparição extemporânea, pois ocorreu em data anterior ao que é tido como momento emergente da literatura gauchesca do Rio Grande do Sul (década de 1970). Através da análise conjunta da peça de O Recopilador Liberal com um corpus de diálogos gauchescos do Rio da Prata (de Bartolomé Hidalgo e Hilario Ascasubi), revelam-se as singularidades da composição brasileira no que diz respeito à forma de construção do dispositivo de locução gauchesco. Ao invés do que acontece nas conversas compostas do lado hispânico da fronteira, no diálogo que apareceu no jornal de Porto Alegre, o dizer do gaúcho é subsidiário ao discurso do amo, construindo assim uma relação de heteronomia que compromete a perspectiva plebeia que, em princípio, o gênero gauchesco estabelece.

Palavras-chave: Literatura gauchesca; Crítica literária; Século XIX; Rio da Prata; Rio Grande do Sul

Gauchescas

Entre las particularidades de la literatura gauchesca, se encuentra su triple inscripción territorial en Argentina, Uruguay y Brasil. Esta estructura ternaria, bien mirada, se transforma en una conjunción de elementos dobles: dos lenguas y culturas habitan lo gauchesco, especie literaria de articulación de lo luso y lo castellano en el extremo sur de América. Se trata de un tipo de literatura que se desarrolló en esas dos zonas americanas, asociada con avatares sociopolíticos diversos (las guerras de independencia, los enfrentamientos civiles, la secesión provincial en el caso brasileño) y que se corresponde, a su vez, con maneras distintas de apropiación por parte de las historiografías literarias de las naciones implicadas. Lo complejo de estas circunstancias obstaculizó la construcción de un abordaje integral, que incluyera la producción gauchesca tanto del Río de la Plata como de la provincia brasileña de Rio Grande do Sul.

A fines de los años 60 del siglo XX, en un contexto de grandes esfuerzos intelectuales para construir una patria grande cultural, Ángel Rama propuso una nueva articulación epistemológica destinada a evidenciar las tramas literarias borroneadas por las divisiones que resultaban de los nacionalismos culturales. Reorganizó el mapa crítico latinoamericano desplazando los abordajes nacionalistas a través de la noción de comarca cultural, de la que deslindó la comarca caribeña, andina, amazónica, pampeana. No obstante, la demarcación de una comarca comprendida por “vastos territorios argentinos, el Uruguay y Rio Grande do Sul” (Rama, “Diez problemas” 292), en la que la literatura gauchesca emergía como fenómeno literario aglutinante, parece no haber constituido una herramienta heurística suficiente para que el crítico uruguayo ofreciera un análisis de este tipo literario que articulara sus flexiones castellanas y portuguesas. Como anticipa el gentilicio que delimita geográficamente el título del libro de Rama, Los gauchipolíticos rioplatenses (1976) persiste en la elección de un objeto que, sin desconocer otras complejidades, descarta los elementos que habilitan el análisis del género desde una perspectiva bilingüe y bicultural[1].

Una de las mayores dificultades que surge si se quiere trabajar la gauchesca sin soslayar este componente de heterogeneidad, radica en que su desarrollo fue diferente en la zona rioplatense y en Brasil. Por empezar, no se trató de un despliegue acompasado en el tiempo: hay una distancia temporal de 50 años entre la aparición de los cielitos gauchescos del oriental Bartolomé Hidalgo en la década de 1820 y la emergencia de la primera novela gauchesca riograndense en 1872, O vaqueano, de Apolinário Porto Alegre. 1872 no es una fecha cualquiera en la historia del género gauchesco. Si en el sur brasileño marca un punto de partida, en el Río de La Plata, la publicación en ese año de Los tres gauchos orientales de Antonio Lussich, el Santos Vega y Paulino Lucero de Hilario Ascasubi y de El gaucho Martín Fierro de José Hernández conduce al principio de una clausura, sobre todo con el arribo del género a su forma más descollante a través del poema que narra la “pena estrordinaria” de Fierro. La coincidencia temporal de un comienzo y un desenlace enfatiza las diferencias en el desarrollo de una gauchesca y otra. En este punto conviene hacer una digresión historiográfica.

Se podría argumentar que es cuestionable la pertenencia de la novela de Apolinário al género gauchesco, tal como fue definido por los grandes aportes críticos de los siglos XX y XXI (los de Ángel Rama, Josefina Ludmer y Julio Schvartzman). Resulta cuestionable por el doble hecho de ser una novela, forma literaria en la que no se cultivó el género en el Río de la Plata, pero sobre todo porque lo gauchesco es en ella más una temática que un artificio de lenguaje literario. Es decir, el trabajo con la lengua no pasa de la inclusión de regionalismos, operación que está muy lejos de la construcción del dispositivo de enunciación que define a la gauchesca en castellano, esto es el escribir como si cantara, hablara e, incluso, escribiera un gaucho. Acá radica un nudo de alteridad entre ambas gauchescas. Porque, aunque la diferencia en la articulación discursiva no sea una característica per se de la gauchesca en portugués (hay textos, como Antônio Chimango de Amado Juvenal, de 1915, construidos bajo el artificio enunciativo de una oralidad gaucha), sí se conecta con un rasgo determinante de su estatuto: para la historiografía literaria riograndense y brasileña, la gauchesca es una literatura regional. “O ciclo da literatura regional –dita gauchesca– abre-se com o ‘Paternon’”, afirma el historiador Guilhermino Cesar (173) sobre el grupo literario al que pertenecía Apolinário, que con O Vaqueano siguió el camino inaugurado por la novela O gaúcho (1870) de José de Alencar. Esta narración de inicio invierte las afirmaciones de Rama –y los análisis previos de Borges– sobre la secundariedad del asunto en la determinación del carácter específico de lo gauchesco. En Rio Grande do Sul, el tema y los personajes fundan la corriente literaria regionalista en la que se amalgama la gauchesca. La aclaración de Cesar (“–dita gauchesca–”) parece en principio enunciar la igualación de los términos en cuanto al campo semántico que cubren, pero el emplazamiento sintáctico parentético imprime cierto carácter de impropiedad a la voz “gauchesca”, como si la palabra “regionalismo” fuera más acertada.

De lo dicho arriba se deduce el valor diferencial que asume la gauchesca en los sistemas literarios en los que se gestó. En la zona rioplatense, gracias a diversas operaciones canonizadoras, por ejemplo, las lecturas nacionalistas del Martín Fierro de Leopoldo Lugones (1916) y Ricardo Rojas (1917-1922) y la acción estatal a través de la construcción de un monumento a Hernández (Cattaruzza y Eujanian), la gauchesca devino por antonomasia la literatura nacional argentina y uruguaya. En cambio, en Rio Grande do Sul, es considerada una parte de un todo mayor, es decir, la literatura de una región, que ciertamente mantiene vínculos con la literatura nacional de Brasil, vía su matriz fundacional en la novelística alencariana, por ejemplo. Las conexiones con las expresiones literarias brasileñas fueron enfatizadas por los historiadores riograndenses, incluido Guilhermino Cesar, muchas veces con intenciones de borrar o de por lo menos poner en un segundo plano los lazos culturales y literarios con el Río de la Plata.

Retomando la cuestión del desfasaje temporal del género en sus dos lenguas, la falta de sincronización en el tiempo se asocia con otras diferencias. En este trabajo, me interesa destacar una relativa a los soportes de circulación. Mientras la gauchesca rioplatense resultó ser muy gravitante en la prensa del siglo XIX (para refrendar eso no hay más que referir al periodismo gauchesco, aunque también se puede pensar en los periódicos cultos que publicaban, por ejemplo, diálogos entre paisanos), en Rio Grande do Sul, no existió esa clase de entrelazamiento con el dispositivo periódico a pesar de que hubo allí el mismo clima de enfrentamiento faccioso que animó –y fue animado por– las páginas de los “gauchos escribidos” de Luis Pérez e Hilario Ascasubi, solo por mencionar a los dos escritores más prolíficos en el ámbito de la prensa gauchesca.

Ahora bien, el 9 de marzo de 1833, en el periódico de Porto Alegre O Recopilador Liberal, se publicó un diálogo gauchesco en portugués, en un contexto en el que ya se perfilaban los problemas políticos que derivarían en la Revolução Farroupilha. Sobre esta aparición subrayo dos cuestiones: en primer lugar, el hecho de que la conversación publicada en O Recopilador Liberal constituya una presencia aislada –una cápsula literaria desgajada de toda serie– viene a corroborar la escasísima difusión de los diálogos entre paisanos en la provincia brasileña, lo que contrasta con la popularidad que esa forma literaria alcanzó en el Río de la Plata. En segundo lugar, y como revés de la trama de lo anterior, la existencia del diálogo de O Recopilador Liberal –aparecido casi cuatro décadas antes de O Vaqueano– constituye una rauda y efímera sincronización de las gauchescas en castellano y portugués, una instantánea convergencia de la que me gustaría analizar sus resortes literarios y sus aspectos político-ideológicos.

Una cápsula literaria: un diálogo gauchesco en portugués

El “Diálogo entre o Compadre Ambrosio, e o Compadre Manduca” fue publicado en la primera página de O Recopilador Liberal, en la sección “Interior”. Este es un primer rasgo sobresaliente puesto que era habitual que, en la prensa culta rioplatense, esta clase de piezas apareciera en la sección “Variedades” o, por lo menos, en lugares más marginales de la publicación. Su emplazamiento en un lugar central adquiere mayor relevancia por el hecho de que en “Interior” solían publicarse textos de periódicos liberales de otras provincias de Brasil, lo que explica el título del periódico, su función de “recopilador”. De esta manera, la conversación entre los gauchos desordenaba los segmentos temáticos que, hasta el momento, había usado el periódico porque no constituía el tipo de texto que era esperable que se publicara en la sección, que solían ser de índole noticiosa o doctrinaria. Además de no proceder de otra publicación periódica, el asunto del diálogo era un papel de Porto Alegre, O Inflexível, al cual los paisanos tildaban de “caracú”.

“Caracú”, agauchamiento del mote “caramuru” con el que se identificaba a los monárquicos restauradores del Brasil regencial, la fracción política más conservadora del espectro ideológico de la época; “os amigos do Imperador velho [d. João VI], que querem ainda que elle volte” (1)[2], según la definición de Manduca[3]. El contexto en que salió a la luz el diálogo es el del progresivo aumento de las tensiones entre el Imperio y un sector de los liberales de Rio Grande do Sul, que denunciaban la opresión de la Corte, sobre todo por el vínculo de subordinación a los intereses de la economía agroexportadora central al que la provincia estaba sometida. La escalada de tensión provocaría que, en un futuro cercano –más precisamente, en septiembre de 1835–, se iniciase un conflicto armado que duraría 10 años, bautizado por la historiografía brasileña como Revolução Farroupilha, por el cual parte del territorio riograndense se independizaría de la tutela imperial bajo el signo de un gobierno republicano.

Manduca, quien pone en conocimiento del otro paisano, Ambrosio, de la existencia de O Inflexível, no accede de primera mano al periódico sobre el que versa la conversación. Es un “lector-oyente”, más precisamente, escucha leer a su “amo”: “elle abriu, e principiou a ler um papel, que se chama o FLEXIVELE: depois que leu esteve-me explicando tudo” (1). Esta escena didáctica y patriarcal será analizada en el siguiente apartado. Por ahora digamos que la mediación que compone no morigera el enojo de los gauchos contra el periódico y la parcialidad política con la que lo identifican. De O Inflexível a “o FLEXIVELE” ocurre también una mediación: la de los procedimientos de la lengua literaria de la gauchesca, constricción formal que se articula como trabajo de traducción que, en vez de recorrer la distancia entre lenguas distintas, experimenta en los pliegues de un mismo idioma[4].

Luego de la publicación del diálogo, los redactores de O Recopilador dieron a la luz otros textos que discutían las ideas vertidas en O Inflexível. Estos textos, que defendían el amor a la provincia como “um sentimento nato do coração humano” (2)[5], aparecieron en una sección titulada “Porto Alegre”, que todo indica que surgió posteriormente al número en el que se publicó el diálogo gauchesco. Desde esta perspectiva, la decisión editorial de publicar, en un espacio medular, un texto que abordaba una cuestión local, cuyo discurso, además, estaba organizado a partir del habla de los sujetos característicos de la pampa riograndense y la subsiguiente aparición de la sección “Porto Alegre” como una parte fija del periódico, distinta de “Interior”, suponía reconocer la especificidad política de la provincia (hoy diríamos reconocer, a la vez que elaborar, una “agenda política” propia); era una manera de construir en términos periodísticos la autonomía política por la que reclamaban los liberales.

¿Pero no puede verse, también, en la emergencia aislada de ese diálogo gauchesco, un ensayo de autonomía literaria para el sur riograndense? ¿Un gesto que señalaba un posible horizonte de independencia cultural que, a la vez que suponía tomar cierta distancia respecto de la nación brasileña en formación, revelaba los lazos históricos y culturales que unían a Rio Grande do Sul con el Río de la Plata? Dado que la revolución de 1835 expresaba una óptica local, indica Regina Zilberman, “encontrou um eco no setor intelectual, que deu andamento à exploracão do veio gauchesco” (12). Y, efectivamente, el texto del periódico liberal experimentaba con un subgénero gauchesco, el diálogo, que ya tenía más de una década de desarrollo en el Río de la Plata. Se pueden señalar dos diferencias con respecto a la producción que inició el oriental Bartolomé Hidalgo: la conversación brasileña está escrita en prosa –los diálogos en castellano solían ser, en su mayoría, en verso octosílabo– y no presenta el nombre de los gauchos cada vez que toman la palabra, como era habitual que sucediese en los textos del lado rioplatense, que seguían el modelo del diálogo dramático[6]. Ni siquiera se pasa a otra línea cuando se introduce la raya de diálogo que señala el cambio de turno de habla, lo que determina que la disposición del texto resulte bastante apretada (es probable que por necesidades de economía de espacio) y que, por momentos, sea difícil identificar qué paisano es responsable de cada intervención. Lo cierto, sí, es que en el diálogo de O Recopilador se revela una estructuración semejante al sistema de marcos que Josefina Ludmer atribuyó a esa forma gauchesca tal como se desarrolló en el Río de la Plata: desde el afuera, el título define el texto como voz oída (primer marco) y, ya en el interior, se construye la situación oral en la que transcurre el encuentro y la conversación entre los paisanos (segundo marco: Manduca llega a caballo y es recibido por Ambrosio). Puede suponerse que quien escribió el diálogo entre los gauchos riograndenses reconoció en él, entonces, una forma literaria ya establecida que, por su pertenencia regional pampeana, los personajes rurales y el uso de un habla campera, a lo que se sumaba una orientación temática hacia la política, era adecuada para intervenir en la esfera pública de Porto Alegre en momentos en que se reivindicaban ciertos resortes de la soberanía provincial por sobre la nación brasileña.

Imaginería gauchesca, (im)propiedad de la voz

En los diálogos gauchescos, a través de las referencias a situaciones y objetos de la vida diaria del paisano, se construye la escena oral, un elemento sine qua non de la convención del género, ya que es el que permite leer toda la composición como si fuera una reconstrucción escrita de voces escuchadas. El intercambio sobre cuestiones de la cotidianeidad de los paisanos tiene lugar en la primera parte de la conversación: los saludos al recibir al compadre, las carreras de caballo, el mal tiempo, la falta de víveres, la salud propia y de la familia. Una vez atravesado este umbral, “la voz del gaucho habla de lo otro, lo político, lo oficial: habla de la vida pública de la patria” (Ludmer 67). Pero entre la zona destinada a las menudencias de la vida del paisanaje y aquella que asume el asunto de la política hay porosidades. El lenguaje es el conductor que articula, como una cinta de Moebius, los dos planos en el continuum del verso. Dice Chano en el “Diálogo patriótico interesante” (1821):

Desde el principio, Contreras,

Esto ya se equivocó.

De todas nuestras provincias

Se empezó a hacer distinción,

Como si todas no fuesen

Alumbradas por un sol;

Entraron a desconfiar

Unas de otras con tesón,

Y al instante la discordia

El palenque nos ganó,

Y cuanto nos descuidamos

Al grito nos revolcó. (Hidalgo 116)

En estos y otros versos que Hidalgo pone en boca de sus paisanos dialogantes, los aconteceres de la política revolucionaria se explican a través de imágenes extraídas del ambiente cotidiano del gaucho: el caballo embravecido que revuelca al jinete como metáfora ecuestre de la discordia entre pueblos hermanos y, en otros versos, los generales realistas que “orejean” en situación de alerta (Hidalgo 136); la historia del peón forastero justamente premiado por enlazar un novillo en fuga como fábula moralizante que enseña el valor de la unión interprovincial (Hidalgo 117-8); el diminuto, frágil y ordinario “papel de un cigarro” como hipérbole de las dotes escriturarias de los patriotas que contestan las pretensiones del rey Fernando VII (Hidalgo 132). Me detengo en esta última imagen del “Nuevo diálogo patriótico” (1821), que Julio Schvartzman recupera en Microcrítica y que, como dice, puede pensarse como “una fórmula feliz de todo el género” (164). La retomo para desplegarla más, sopesar su sentido como condensado de una poética. Chano y Contreras conversan sobre las pretensiones de la corona española. Contreras cuenta que “Los diputados vinieron / Y desde el barco mandaron / Toda la papelería / A nombre del rey Fernando” (Hidalgo 131-2) y refiere con admiración la respuesta terminante de la junta de gobierno. Frente a la “papelería” regia, que el lector imagina como un montón de papeles con todos los lujos (marcas de agua, sellos, lacrados), los “gauchos” de la junta oponen su escritura en un soporte pequeño y humilde. Así son las equivalencias precarias que traza la gauchesca: un desacomodo entre el lenguaje “de los gauchos”, e incluso sus materiales de escritura, y la cosa pública; un efecto de extrañamiento sobre el orbe del poder que, en una de sus derivas, puede terminar en la posición “antipolítica” del “Cielito del Blandengue retirado”, pero también –de manera clara en la gauchesca patriótica y facciosa– en asimilación trastrocada y desafiante de esa esfera que absorbe la potencia decisora sobre el mundo y que históricamente había quedado fuera del ámbito de influencia del accionar de las clases populares.

“El lenguaje gauchesco es un disfrazado a quien el disfraz nunca le quedará del todo ajustado” porque “la fascinación está en el desajuste”, propone Leónidas Lamborghini en “El gauchesco como arte bufo” (106). Desajuste, distorsión, impropiedad: “lo otro” de lo que hablan los paisanos pierde un poco de su otredad (y solemnidad) al pasar por el tamiz formal de los procedimientos de la lengua literaria de la gauchesca y termina asimilado, a veces de manera un poco desfachatada, al mundo rural gaucho. Los objetos lejanos que la gauchesca acerca con su lengua al paisanaje pueden ser producciones de la alta cultura, como ocurre en Fausto de Estanislao del Campo, aunque en general son hechos de la política, entreveradas situaciones en las que los paisanos ensayan su intelección a partir de correspondencias camperas.

En el diálogo gauchesco brasileño esta cuestión merece un análisis especial. Lo cotidiano se reinscribe en la conversación política y se dibuja un pliegue donde el centro es el caballo. En torno de él se teje un fecundo universo léxico:

Eu perguntei ao amo que era este FLEXIVELE, e elle me disse que era um Bahiano:… já fiquei trocando a orelha, como cavallo passarinheiro, e muito mais me alvorotei quande me disse, que elle aconselhava aos Continentales, que naõ escolhessem os Patricios pra governar na Sembléa, e que se anda mettendo como piòlho por costura pra ver se escolhem elle, e tem fallado mal dos Patricios pelas tripas do diabo — Quem sabe, Compadre, se esse mòço será de buena partida? — Que buena partida se é Bahiano, homem!! e amigo do Rei!? — Deus nos livre entaõ dessa pècèta: vaõ a ver que ha de ser algum matungo mesquinho dos latigaços, que tem levado — Assim me disse o amo, que elle agora anda se fasendo todo matreiro, e fuá porque o Governador lhe tirou o soldo. (1)

Hay un sustrato de lenguaje figurado que, al sostener en continuado la correspondencia entre las bestias equinas y los enemigos políticos, orilla la alegoría. “Hei de-me pòr de coxilha em coxilha retoçando nesses diabos, como em bagualada” (1), amenaza Ambrosio asimilando a los caracús a los animales cimarrones que deben ser domados. Se abre así un universo de violencia en el que los quehaceres camperos, ligados en su mayoría al trajín con animales –desde la doma al trenzado con cuero vacuno–, se solapan, con intención explicativa, a situaciones de la política en las que lo que se impone es la fuerza física. Estos símiles pueden servir para exaltar el coraje y la propia superioridad, como sucede en el decir de Ambrosio, o bien para mostrar de manera bien gráfica la crueldad del bando adversario. Ya en la etapa de las guerras civiles, durante el largo sitio que Manuel Oribe impuso a Montevideo (1839-1851), Hilario Ascasubi, en esto magistral, asemeja a su archienemigo gobernador de Buenos Aires a un gaucho trenzador, quien muy prolijo en su arte no “desperdicia un tientito”. De esa manera lo explica Ramón Contreras en diálogo con su compadre Salvador Antero:

Así lo comparo a Rosas,

El cual por ese tenor

Después de que nuestra Patria

Con astucia y ambición

Para trenzar su fortuna

Hizo lonja y la estiró,

Le empezó a meter cuchillo:

Y vea si se ladió,

Y cómo sigue cortando

Derecho a su pretensión,

Que es uno por uno a todos

Desde el rico al pobretón,

Al concluir emparejarnos

Con su cuchillo y rigor,

Sin que naides se le escape,

Como hace el desvirador

Que repasa los tientitos

De la lonja que acabó. (Ascasubi, 219)[7] 

La Patria, con la mayúscula que le imprime solemnidad en la escritura, es una lonja de cuero: imagen irreverente, sí, pero, en esta ocasión, la agencia de la irreverencia recae sobre Rosas, quien es el que ofrece a los compatriotas trato tan fiero. Más aún, el lenguaje figurado se desplaza y el “tirano” porteño, vaciado ya de toda humanidad, termina siendo la herramienta de precisión y acabado de las piezas de soguería: “desvirador”, recorta lo que sobra, el deshilachado de las tiritas de cuero; símil preciso de aquel cuya política consiste, según se denuncia, en reprimir cualquier desvío. Claro que esto en el plano del enunciado. Si pensamos en la enunciación, el descaro de desespiritualizar a la Patria para convertirla en la materia más elemental corre por cuenta de la dupla Ramón Contreras y el propio Hilario, autor del poema-conversación.

Pero, sean cuales sean las imágenes usadas, el meollo del atrevimiento que realizan textos gauchescos como el precedente radica en conferir a los paisanos –muchas veces de manera enfática a uno de ellos– la condición de sujetos de saber sobre los asuntos de la patria[8]. En los diálogos del Río de La Plata, son ellos los que asumen la posición de quien explica, cosa que ocurre paradigmáticamente en Hidalgo con el personaje de Chano –por algo es presentado como un gaucho “escribido” (Hidalgo 116) – y también con los gauchos dialogantes de Ascasubi. Por caso, Juan de Dios, que conversa con otros dos gauchos orientales en el campamento de José Fructuoso Rivera, se ofrece para la ardua tarea de explicar a sus compadres la causa de las disensiones entre don Frutos y Oribe: “y si quiere que relate / La causa sin que me entibie / Es menester que me alivie / Con un cigarro, si tiene” (Ascasubi 101)[9]. A lo que uno de sus interlocutores, entrega de tabaco mediante, contesta reforzando el didactismo de la escena: “Gracias a Dios que consigo / El oírlo moralizar / Y que me quiera explicar / La causa de esta custión” (Ascasubi 101). Desde el lugar de escucha, el ejercicio consiste en oír una voz que se instala en paridad respecto de otras voces, sostenida en un saber sobre la política que se reivindica como propio, es decir, como popular.

Sobre este aspecto, se establece un contrapunto de magnitud entre los diálogos gauchescos del Río de la Plata y el diálogo publicado en O Recopilador Liberal, contrapunto que supone un diferente posicionamiento respecto al tipo de interlocución entre las hablas sociales que despliega la gauchesca. Si bien la conversación brasileña incluye dos interlocutores, Ambrosio y Manduca, hay un tercer sujeto, el amo, que, a pesar de no estar presente en persona, hace sentir su influencia como lector-mediador del periódico del que hablan los paisanos y transmisor de un conocimiento del que ellos carecen. Es decir, no está solo la habitual mediación letrada de la literatura gauchesca que, si nos atenemos a la convención, es la que toma a su cargo la tarea de “transcripción” de la oralidad gaucha, sino que se suma una perturbante mediación intradiegética. “Depois que leu esteve-me explicando tudo”, dice Manduca y, efectivamente, la posición didáctica que denota el verbo y su objeto total –“tudo”– encuentran su correspondencia a lo largo del diálogo en la multiplicación de “me disse que” o variantes, estructura subordinante con la que Manduca introduce el discurso del amo, lo que evidencia que lo central de la conversación se constituye como reproducción de las palabras de otro, que no es un igual. Si bien no hay manera de medir la distancia entre el discurso citado y el discurso citante para verificar la fidelidad de este con respecto al primero –una obviedad: ambos son una ficción y el primero no existe más que en el decir de Manduca–, resulta insoslayable que el diálogo ofrece la elaboración de un habla que está subordinada a un lenguaje ajeno, reputado como superior en la escala social. Esta sujeción impacta de manera directa en el sentido literario-político de la propia lengua gauchesca: al tratarse de un discurso heterónomo, ¿las metáforas y comparaciones camperas, el acercamiento a través de la lengua de dos espacios de apariencia distante, no pueden ser residuos de un didactismo tutelar? Se introduce así una ambigüedad en el lenguaje, una dispersión del sentido que acaso la gauchesca sobrelleve de manera estructural en su carácter de literatura cuya trama discursiva se teje con el habla popular. Las imágenes del ámbito rural en las que los paisanos comprenden a los sujetos y situaciones, en otras palabras, su punto de vista no letrado, pueden interpretarse no como una manera de acercar la política a su mundo sino a la inversa, como la huella de una transmisión del contenido de segunda mano, de una información degradada que no hace más que señalar la exterioridad de los gauchos del espacio de la deliberación pública.

Como resultado de lo anterior, salen a la luz las diferencias que el dispositivo de locución que construye el diálogo brasileño plantea respecto de la producción rioplatense. El letrado escribe una voz nunca escrita (en portugués), pero la potencia transgresiva de la elección que, por principio, exigía cierta fidelidad a una perspectiva plebeya, se ve atenuada por la mediación de una voz de autoridad. En esta incipiente gauchesca brasileña, el gaucho no tiene el saber, como ocurre con el Chano de Hidalgo, cuya palabra su aparcero Contreras compara con las sentencias del rey Salomón (Hidalgo 114). Ocurre entonces que los gauchos Manduca y Ambrosio son hablados por el amo, como si fueran las figuras dialogantes de un “catecismo indirecto” en el que el maestro está ausente y su voz es transmitida por los discípulos. Es esa habla sujeta a la condición de subalternidad la que se reproduce por escrito, lo que en cierto sentido socava la “universalidad” de la fórmula que Josefina Ludmer construyó para el género y habilita una corrección ad hoc: ya no la “voz (del) ‘gaucho’” (uso letrado de esa voz) (Ludmer 33), sino “la voz de su amo” (“His Master’s Voice”), para tomar prestado el título de la famosa pintura del británico Francis Barraud –la del perrito oyendo a su dueño a través de un gramófono–, que funcionó por años como logotipo de la RCA Victor. Hago esta referencia pictórica y discográfica por los paralelismos que permite trazar, al interior del diálogo brasileño, con el reparto de los roles de interlocución. Ambrosio está en la posición de escucha, mientras que su compadre Manduca ocupa el lugar del aparato transmisor. Y pensando en el gramófono, la técnica del género gauchesco produce un tipo semejante de mediación al dejar “escuchar” una voz gracias a artificios que producen una ilusión de oralidad, solo que esa voz no es una reproducción, sino una reelaboración literaria. Ahora bien, en el caso de la composición de O Recopilador Liberal, sí hay una instancia reproductora que se verifica internamente a través del discurso indirecto que usa el paisano Manduca para decir lo que el amo dijo.

Cabe preguntarse cuáles podrían haber sido las alternativas de escritura de este texto cuya andamiaje vocal no prosperó. Dada su condición respetuosa de las jerarquías sociales –si se compara con los diálogos del Río de la Plata, claro–, quien lo haya elaborado podría haber apelado a una dinámica dialógica más tradicional, semejante al género del catecismo, tan difundido en el siglo XIX, es decir, escribir, por ejemplo, un intercambio entre un amo y su peón, en el que se pusieran en escena dos mundos sociolectales distintos, y fuera el letrado, sin dejar dudas al respecto, la fuente de conocimiento. Sin embargo, se decidió por esta habla mediada (¡o hablada!) que constituye, sin dudas, un tanteo de la gauchesca en portugués, tanteo influido, tal vez, por impresos en castellano que viajaban del otro lado de la frontera. Es un ensayo que quedó trunco por su falta de descendencia, pero que revela el interés, de parte de los escritores públicos de Porto Alegre, por un dispositivo de enunciación letrado que habilitaba el intercambio entre los lenguajes sociales y que, por eso mismo, permitía apuntar a una ampliación del lectorado, lo que posiblemente resultara tentador para objetivos proselitistas.

Desencuentros e intercomunicaciones

En Escribir en el aire, Antonio Cornejo Polar alude a la dispersión de la literatura latinoamericana como “hechura de desencuentros, quiebras y contradicciones, pero también de soterradas y azarosas intercomunicaciones” (8). Interesante filo paradójico atribuye el crítico peruano a la hechura literaria de nuestro continente que convoca en su constitución desencuentros, pero también reuniones inesperadas. El artículo abordó esa doble dimensión en un objeto literario específico, bilingüe y bicultural, circunscripto a un área geográfica –la pampa– en la que se anudan el castellano y el portugués americanos y en la que, luego de las independencias y de un arduo proceso político y militar, se construyeron tres Estados nación distintos.

Vista desde una perspectiva contemporizadora de las contradicciones, tal vez la deseada y escurridiza identidad entre las gauchescas rioplatense y riograndense no se dé entonces sino bajo la condición de una convergencia más o menos efímera y más o menos completa de formas, cronologías y sentidos, es decir, bajo el régimen del tipo de “intercomunicaciones” “soterradas” y “azarosas” de las que habla Cornejo Polar, entrelazamientos que coagulan en textos que no solo son de naturaleza fortuita en su armado, sino también en la posibilidad de salir a la luz luego de años de supervivencia oculta. Eso es lo que enseña el diálogo de O Recopilador Liberal, que se podría analizar bajo el régimen temporal de un futuro (del) pasado que nunca llegó a cuajar, como lo demuestra su carácter de aparición intrigante que se sumió en la nada en cuanto a descendencia inmediata. Sin embargo, en su singularidad, entendiendo esta tanto en el sentido de su existencia solitaria como de los rasgos distintivos que la definen, ilumina el funcionamiento de la gauchesca en un aspecto central: el de la puesta en relación de los lenguajes sociales, que genera tensiones, acercamientos, complicidades y distancias entre las maneras de hablar de sujetos de inscripción social diversa y entre sus correlativas visiones sobre los aconteceres del mundo. La conversación entre los compadres riograndenses Manduca y Ambrosio desnaturaliza la convención del género en el punto crucial de la construcción del habla gaucha a través de la cual todo el discurso del género se articula. En algún sentido, se trata de una voz popular que se aleja de sí, que tiene un profundo doblez interno, efecto de una mediación letrada que cobra otro espesor en comparación con los diálogos del Río de la Plata al presentificarse, a través del discurso indirecto, como palabra de autoridad en la propia oralidad gaucha.

Referencias bibliográficas


  1. Alencar, José de. O gaúcho. 1870, Martin Claret, 2007.
  2. Ascasubi, Hilario. Paulino Lucero. Poesía gauchesca, t. I. Editado por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares, Fondo de Cultura Económica, 1984, pp. 37-303.
  3. Cesar, Guilhermino. História da literatura do Rio Grande do Sul. 1955, Globo, 1971.
  4. Cattaruzza, Alejandro y Alejandro Eujanian. “Del éxito popular a la canonización estatal del Martín Fierro. Tradiciones en pugna (1870-1940)”. Prismas, vol. 6, n.° 6, ene.-jun. 2002, pp. 97-120, https://prismas.unq.edu.ar/OJS/index.php/Prismas/article/view/958/884 
  5. Cornejo Polar, Antonio. Escribir en el aire. Ensayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas. CELACP, Latinoamericana Editores, 2003.
  6. “Diálogo entre o Compadre Ambrosio, e o Compadre Manduca”. O Recopilador Liberal, n.° 71, 1833, p. 1.
  7. Hidalgo, Bartolomé. Obras completas. Ministerio de Educación y Cultura, 1986.
  8. Juvenal, Amaro. Antônio Chimango e otros textos. 1915. Artes e ofícios, 2000.
  9. Lamborghini, Leónidas. “El gauchesco como arte bufo”. Historia crítica de la literatura argentina, dirigido por Noé Jitrik, vol. 2, La lucha de los lenguajes, dirigido por Julio Schvartzman. Emecé, 2013, pp. 105-18.
  10. Ludmer, Josefina. El género gauchesco. Un tratado sobre la patria. 1988. Sudamericana, 2000.
  11. Morel, Marco. “Restaurar, fracionar e regenerar a nação: o Partido Caramuru nos anos 1830”. Brasil: formação do Estado e da nação, coordinado por István Jancsó. HUCITEC, 2003, pp. 407-30.
  12. Pisano, Juan. “Plebeyos en desacuerdo. El diálogo gauchesco, ficción de comunidad política”. Ficciones de pueblo. Una política de la gauchesca (1776-1835). Eduvim, 2022, pp. 281-394.
  13. Porto Alegre, Apolinário. O vaqueano. 1872. Livraria do globo, 1927.
  14. “Porto Alegre”. O Recopilador Liberal, n.° 78, 1833, p. 2.
  15. Rama, Ángel. “Diez problemas para el novelista hispanoamericano”. La novela hispanoamericana, coordinado por Juan Loveluck. Editorial Universitaria, 1969, pp. 277-336.
  16. Rama, Ángel. Los gauchipolíticos rioplatenses. 1976. Centro Editor de América Latina, 1982.
  17. Schlickers, Sabine. “Que yo también soy pueta”. La literatura gauchesca rioplatense y brasileña (siglo XIX-XX). Iberoamericana-Vervuert, 2007.
  18. Schvartzman, Julio. Microcrítica. Lecturas argentinas (cuestiones de detalle). Biblos, 1996.
  19. Schvartzman, Julio. Letras gauchas. Eterna Cadencia, 2013.
  20. Zilberman, Regina. A literatura no Rio Grande do Sul. Mercado Aberto, 1982.

Notas

[1] La investigadora alemana Sabine Schlickers publicó en 2007 “Que yo también soy pueta”. La literatura gauchesca rioplatense y brasileña (siglo XIX-XX). Se trata de un estudio que resulta valioso por la multiplicidad de textos riograndenses y rioplatenses que integra en su corpus de análisis, pero que hace un uso un tanto laxo del concepto de literatura gauchesca, es decir, lo usa de una forma que no coincide con las fronteras semánticas que traza para el fenómeno la crítica especializada de los siglos XX y XXI en Argentina y Uruguay. Por otro lado, si bien considera, por ejemplo, la categoría de “comarca pampeana” de Ángel Rama, no apuesta a la construcción de una geografía unificadora ––conceptual, imaginaria, hipotética–– en la que pueda proyectarse la gauchesca como forma literaria bilingüe y bicultural, que desborda los límites nacionales.

[2] En las citas de O Recopilador Liberal, conservé la ortografía, la puntuación y las marcas de énfasis originales. Indico entre paréntesis el número de página.

[3] D. João VI era el rey de Portugal durante la invasión napoleónica de la Península Ibérica, por lo que él y su corte se trasladaron a Brasil, que pasó del estatus de colonia a reino (Reino Unido de Portugal, Brasil y Algarve). Regresó a Lisboa en 1821, presionado por las cortes portuguesas, convocadas tras la  revolución liberal de Porto del año anterior. Luego de la declaración de la independencia de Brasil y, sobre todo, durante el período regencial (1831-1840), los sectores más conservadores bregaron por la vuelta de d. João VI, quien aseguraría, a sus ojos, la recomposición del pacto social tradicional, deteriorado por las transformaciones socioeconómicas y el proceso de estructuración del Estado brasileño. Sobre el Partido Caramuru en la década de 1830, puede consultarse el artículo de Marco Morel “Restaurar, fracionar e regenerar a nação: o Partido Caramuru nos anos 1830”.

[4] Además del mote “caracú”, el diálogo de O Recopilador Liberal ofrece otras voces propias del dialecto rural: las formas verbales y pronominales correspondientes a “tú” (equivalente al voseo de la lengua gauchesca rioplatense); la caída de las sílabas iniciales de ciertas palabras (“flexivele” por “inflexível”; “sembléa” por “assembléia”); la reducción de los diptongos (“sembléa”) y la neutralización de la oposición de /l/ y /r/ (“liberar” por “liberal”).

[5] La idea pertenece a un texto publicado sin título en la sección “Porto Alegre” de O Recopilador Liberal n° 78.

[6] Estanislao del Campo escribe diálogos en los que omite el nombre de los interlocutores y los sustituye por la raya de diálogo, pero cambia de línea para marcar la alternancia de las voces (Schvartzman Letras gauchas 242-3).

[7] Cito la versión del diálogo recogida en el Paulino Lucero. Inicialmente, el texto de Ascasubi se publicó en 1843 de manera fragmentada en distintos números de su periódico montevideano El Gaucho Jacinto Cielo (n° 1, 2, 3 y 6).

[8] Confróntese esta perspectiva con lo desarrollado por Juan Pisano sobre los diálogos gauchescos en “Plebeyos en desacuerdo. El diálogo gauchesco, ficción de comunidad política”.

[9] Este diálogo no se publicó en ninguno de los periódicos que Ascasubi sacó en Montevideo. Los fragmentos referidos los extraje del Paulino Lucero, en el que la pieza aparece bajo el título de “Juan de Dios Oliva y otros dos gauchos orientales platicando, el día 11 de junio de 1843, en el campamento del general D. Frutos Rivera”. Probablemente, haya salido como hoja suelta durante el Sitio de Montevideo, ya que el Paulino Lucero recoge textos tanto de periódicos como de sueltos del autor.