DOI: 10.19137/anclajes-2020-2417

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RESEÑAS
Teoría de la prosa. Ricardo Piglia. Buenos Aires: Eterna Cadencia, 2019, 216 páginas.

Entre  el 28 de agosto y el 13 de noviembre de 1995, Ricardo Piglia dictó un seminario  en la Universidad de Buenos Aires (UBA) en torno a la prosa de Onetti. Cuando  en 2016 el archivo  Piglia fue enviado a la Universidad de Princeton, allí se encontraron cintas  que contenían las grabaciones de dicho seminario. La presente  edición, Teoría de la prosa, publicada en 2019 por Eterna Cadencia, reúne la degrabación de los nueve  encuentros que fueron llevados a cabo durante tal período. 
  En  el prólogo a esta edición, se indica que durante los últimos  meses de vida, Piglia dedicó tiempo a la revisión de este material inédito y  solicitó su correspondiente transcripción. Asimismo, Luisa Fernández,  responsable de la edición y transcripción de los encuentros, recuerda con gran  admiración la mirada aguda de Piglia, su argumentación certera, la claridad  expositiva y el tono fluido, propio de la oralidad, a partir de un saber  teórico y erudito. En tal sentido, Piglia refleja en la calidad de sus clases  la “pasión por transmitirles a sus alumnos la  lectura del escritor” (9). Durante este seminario, el profesor les propone  a sus alumnos una actividad que contempla la idea de la construcción de un  nuevo texto. Lo importante era intentar ver allí una nueva creación, casi una  traducción, donde se apuntara más a una escritura inédita de carácter  insoslayable dado que “entender es volver a narrar” (17), reitera Piglia en  varias oportunidades. En tal aspecto, es necesario aclarar que se trata de la  historia perdida que da lugar a un relato potencial, a forma de nouvelle, donde el texto prolifera. Esta  proliferación narrativa, a la que refiere Piglia, constituye un pilar  fundamental en la narrativa breve de Onetti. Por un lado, el programa del  seminario aborda diversas problemáticas escriturarias. Se pone énfasis en el  vínculo secreto-narración y se logra rastrear cómo aparece esta cuestión en los  textos de Onetti. Por otro lado, a partir de una mirada crítica se discute, con  respecto a la forma de nouvelle, el  uso del término y el género en sí. 
  No  obstante,¿dónde podemos analizar la  función del secreto en el interior de una historia?, ¿a qué remite ese vacío a  partir del cual la nouvelle se  construye?, ¿qué vínculos se pueden establecer entre secreto y subjetividad?,  ¿dónde se verifica la verdad y cuál es la conexión entre los hechos y la  narración? 
        En la primera clase,  Piglia expone una síntesis del contenido del seminario. Explica brevemente las  problemáticas y los términos que abordará. Asimismo, recupera la tradición de  la nouvelle, iniciada por William  Faulkner, mediante la cual Onetti retoma ciertos personajes e historias  localizadas en un territorio imaginario. La problemática de la temporalidad en  la ficción, dice Piglia, constituye el sistema fragmentario de una historia, de  contarla con una cronología propia. En este sentido, la saga de Santa María: La vida breve (1959), El astillero (1962) y Juntacadáveres (1964), está integrada  por cuentos, fragmentos de novelas, relatos que se vuelven a contar. Esta  problemática interna de la saga, explica Piglia, se reitera en varios relatos  breves de Onetti.
  El criterio que utilizó para la  selección del corpus establecido del seminario no fue solamente el de duración  del relato sino también el hecho de que en todos los casos fueron publicados  por Onetti como libros autónomos. De esta manera, los libros seleccionados a  partir de la pertenencia al término nouvelle han sido varios: El pozo, La cara de la  desgracia, Los adioses, Para una tumba sin nombre, Tan triste como ella, La  muerte y la niña y Cuando entonces.      
  Lo interesante de la  propuesta de Piglia es la decisión de comenzar el seminario a partir de una  cita de Deleuze donde define el concepto de secreto como una cuestión del  género. En efecto, la nouvelle está  en relación con el secreto, con una forma que parece impenetrable y no tiene en  cuenta su forma ni su contenido. En el caso del relato “El álbum”, publicado  originalmente en Sur hacia 1953, nos  recuerda la metáfora de aquello que aludía al baúl como aquel espacio cerrado  con un candado que se debe romper para poder acceder al secreto que se revela. Pero  en Onetti, en sus nouvelles, el baúl nunca  se abre sino que sus obras cifran aquello que se omite y que jamás se resuelve.  En tal sentido, plantea Piglia, el secreto es aquello que se elide y alguien  sustrae de la trama, algo que no se sabe y que actúa permanentemente en la  historia. 
  En las siguientes cuatro clases,  Piglia expone un análisis minucioso sobre los primeros cuatro textos del corpus establecido con el fin de indagar  sobre la función y tradición de la nouvelle en la prosa de Onetti. En primera instancia, expone El pozo (1939) en torno a tres cuestiones básicas: la construcción  de la ficción, la posibilidad de transmitirla y la tentativa del paso de la  ficción a la realidad. Asimismo, Piglia indica que este texto se encuentra  ligado a la problemática general del secreto: la identidad y la construcción de  subjetividades. En tal sentido, señala que esta nouvelle esconde ciertas revelaciones, a partir de la idea de  relato privado, vinculado con lo que Piglia denomina como “trama en miniatura”  (33), dado que este texto se encuentra establecido a partir una serie de  pequeños relatos fragmentarios: sueños, anécdotas, la serie del poeta o la del  militante político. En efecto, una especie de mosaico, mapa, tapiz o carretera  donde circulan las historias que se conectan, de algún modo, a partir de las  variadas formas del género nouvelle. En  segunda instancia, toma a La cara de la  desgracia (1960), con una primera versión que se publica hacia 1944 como La larga historia. Si bien ambas  versiones conservan la misma anécdota, poseen varios cambios en los cuales  Piglia reparará para proponer la hipótesis de que la nouvelle estaría más ligada al cuento que a la novela. Asimismo,  observa que en La cara de la desgracia (1960) se refleja esta cuestión: la nouvelle como hipercuento, un relato que se vuelve a contar. En tercera instancia,  analiza Los adioses (1954) para  discutir sobre el espacio incierto de la ficción, la narración como producción  de efectos y el hecho de que el secreto está situado en un lugar específico: en  la casa y en un pasado inmóvil. En ese aspecto, lo que no se narra es una  incógnita para el narrador y también para los personajes. La literatura es  entonces, señala Piglia, “el campo de un lenguaje que funciona produciendo  efectos de ambigüedad, por lo tanto, produciendo redes y relaciones” (80). Luego,  en el siguiente encuentro, el profesor toma Para  una tumba sin nombre (1959) y desarrolla los objetos de la ficción, los  efectos del marco, el texto como un relato potencial y el final como algo falso  dado que el marco es la muralla que aísla la ficción de la realidad. Es decir,  construye el lugar de la ficción. En cambio, el final, establece un límite donde  sabemos que después viene otra cosa, como el comienzo, situaciones que definen  el espacio de la narración. 
  La sexta clase funciona a modo  de bisagra para repasar las obras vistas hasta el momento y ahondar en el  género de la nouvelle. En este  encuentro recupera los contextos literarios, el devenir escritor y el pasaje  entre Onetti y Arlt a partir de tres rasgos importantes: economía, mundo  escindido e ilusión. En este punto, Piglia refiere a que Onetti es un narrador  arltiano y, como tal, ha sido capaz de transfigurar el universo de Arlt. Ha  logrado estar unido a él y, al mismo tiempo, construir una obra totalmente  propia.   
  Las últimas tres clases están dedicadas a las obras restantes del corpus seleccionado por Piglia. De Tan triste como ella (1963) se pone el  foco en el lugar que ocupa el lector en la nouvelle,  la problemática de la comprensión y el vínculo entre discurso político y  literatura. El sentido, dice Piglia, no depende solamente de lo que se coloca  afuera del texto o de la intención deliberada del escritor sino que “depende de  la lectura que uno haga y esa experiencia es intransferible” (149). Escribir  es, entonces, elegir qué entra y qué no en el espacio de la prosa. Luego, sobre La muerte y la niña (1973), Piglia  afirma que es un relato bisagra, enclavado en la saga de Onetti, que sirve para  pensar la relación de la nouvelle con  el conjunto de la obra de un autor. En la última clase, se trabaja con Cuando entonces (1987) como una historia  que no termina nunca de narrarse y que tiene como problemáticas iniciales la  repetición, el tiempo y el espacio. En tal sentido, plantea Piglia, la nouvelle es como un cuento contado  varias veces y tiene más en común con un hipercuento que con una novela en el  sentido que parece un cuento que se atraviesa con historias tratando de  descifrar el núcleo central.
  Podría decirse, a modo de  conclusión, que las clases recogidas en Teoría de la prosa en torno a  las novelas breves de Onetti son la muestra indiscutible de un trabajo riguroso  y constante de lectura, de reflexión y análisis por parte de Piglia sobre el  lugar del escritor en el mundo de las letras y sus cosmovisiones en vinculación  con otros autores. Y quizás todavía más, en esos primeros audios transcriptos  sobre un antiguo cuaderno de notas o en el reverso de hojas ya escritas, sea  posible reconocer la marca indeleble, el trazo íntimo y secreto de una pasión  que a través de este escrito se conserva con perseverancia y obstinación: la  pasión de enseñar y transmitir literatura.
Enzo Matías  Menestrina 
  Universidad Nacional de La Plata
  Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
  Instituto de investigaciones en Humanidades y  Ciencias Sociales, IdIHCS
  Argentina
ORCID: 0000-0001-5510-7436.