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RESEÑAS


Montserrat Jiménez Sureda (2021) Manual d'història de la dona. Manifest per a un futur millor, Bellaterra: Universitat Autònoma de Barcelona, 504 páginas.

Laura Sola Cortés

Universidad Autónoma de Barcelona​, España

En Manual d’història de la dona. Manifest per a un futur millor, Montserrat Jiménez Sureda no se limita a narrar hechos históricos: los interpela, los cuestiona y los reformula desde una perspectiva feminista profundamente crítica. Su mirada no se queda en la teoría académica, sino que asume un compromiso ético y político con la transformación del relato histórico. El objetivo no es solo visibilizar a las mujeres que fueron silenciadas, sino también repensar los mecanismos que han sostenido ese silencio a lo largo del tiempo.

Cada capítulo del libro ofrece una reconstrucción rigurosa y comprometida de las experiencias femeninas, generalmente ignoradas o relegadas por la historiografía oficial. A través de un recorrido que abarca desde la Grecia clásica hasta la contemporaneidad, la autora explora cómo la misoginia, institucionalizada en múltiples formas, ha atravesado la religión, la ciencia, el arte y la política. Se examina, por ejemplo, la marginación de la mujer en el pensamiento grecolatino, su rol en las primeras comunidades cristianas, su instrumentalización durante la colonización de América, y la manera en que estos patrones históricos se reflejan hoy en problemáticas como la violencia de género o la exclusión política.

Una cuestión sustantiva

El punto de partida se sitúa en la reflexión sobre la identidad: ¿qué significa realmente “ser mujer”? ¿Quién define la feminidad y con qué propósito? En el primer capítulo, “Mulier aut femina. Una qüestió substantiva”, introduce una reflexión crucial: la identidad femenina no es natural, sino el resultado de un constructo social que moldea desde el nacimiento.

El rol de género femenino, históricamente subordinado al masculino, ha sido sostenido por una exclusión sistemática del conocimiento. A lo largo de los siglos, negar a las mujeres el acceso a la educación no solo impidió su desarrollo individual, sino que las despojó de agencia y voz colectiva. Jiménez subraya la importancia de romper con esta ontología de la subordinación, como un paso imprescindible hacia una sociedad más justa, plural y equitativa.

“Les haría probar eso que ellos llaman nuestra libertad”

Así dice la canción “Si yo fuera mujer” de Patxi Andión, canción recomendada por Montserrat en el primer capítulo del libro, y que nos sirve para introducir una pregunta profundamente inquietante: ¿qué es, realmente, la libertad para las mujeres? ¿Es posible hablar de libertad cuando nuestras vidas están moldeadas por expectativas sociales y culturales tan rígidas? Este planteamiento atraviesa todo el manual como una línea crítica: las narrativas históricas que se nos enseñan en la escuela están dominadas por los logros masculinos, mientras las contribuciones femeninas quedan invisibilizadas, distorsionadas o directamente eliminadas.

El texto se convierte, así, en un llamado a revisar los relatos que damos por ciertos. ¿Dónde estaban las mujeres mientras los hombres conquistaban, legislaban o fundaban imperios? Estaban presentes, pero apartadas del foco del relato. Esta omisión, como bien señala la autora, no es una casualidad sino una estructura de poder sostenida a lo largo del tiempo.

Los límites del lenguaje

Otro eje clave del libro es la crítica al lenguaje como herramienta de poder. Jiménez Sureda recupera la célebre frase de Wittgenstein —“Los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo”— para advertir que el lenguaje que usamos para pensar y describir el mundo está condicionado por las estructuras patriarcales que lo moldearon. Esta limitación no solo afecta el presente, sino que ha condicionado cómo hemos interpretado el pasado.

Esta “carencia de herramientas discursivas” ha impedido durante siglos que podamos pensar de forma plena y justa las experiencias femeninas, tanto en lo histórico como en lo simbólico.

Espacios heterotópicos

En lugar de conformarse con la denuncia abstracta, Jiménez Sureda propone un giro hacia los márgenes. Allí introduce el concepto de heterotopías, tomado de Michel Foucault, para describir aquellos espacios reales pero alternativos donde las mujeres han existido al margen del orden establecido. No son utopías —irreales— ni distopías —opresivas—, sino espacios tangibles como conventos, prisiones o círculos de mujeres, donde se han desarrollado formas de vida no normativas.

En estos “espacios otros” han vivido prostitutas, beguinas, rebeldes, locas, enfermas… mujeres que no encajaban en el relato hegemónico y que, justamente por eso, ofrecen perspectivas fundamentales para entender la historia desde abajo, desde los márgenes. Esta propuesta aporta una complejidad clave: no todas las formas de vida femenina han sido iguales, ni tampoco todas han sido reconocidas.

El legado académico y la memoria como resistencia

El impacto de esta obra no se limita al ámbito editorial; se extiende con fuerza al campo académico y formativo. Como profesora en el Departamento de Historia Moderna y Contemporánea de la Universitat Autònoma de Barcelona, Montserrat Jiménez Sureda ha sido una figura clave en la incorporación de la perspectiva de género en los estudios históricos.

Este manual no es, por tanto, una obra aislada, sino el resultado de una trayectoria coherente y valiente. Su valor reside no solo en la recopilación de datos históricos o en el análisis de momentos clave, sino en su capacidad para vincular lo académico con lo personal, lo teórico con lo vivencial. Cada página sugiere que hacer historia —y enseñarla— es también un acto político de resistencia contra el olvido.

Jiménez Sureda demuestra que la historia de las mujeres no puede ser una subcategoría dentro de la historiografía general, sino una dimensión imprescindible para comprender la totalidad del devenir humano. Leer esta obra es, finalmente, una invitación a repensar nuestro lugar en el mundo. Y a entender que solo enfrentando las sombras del pasado podremos imaginar un futuro verdaderamente común.

Mujer: historia y vida

El libro culmina con un gesto profundamente humano y simbólico: el manifiesto Dona’m la mà, escrito por Clara Antón Jiménez, hija de la autora. En el que se introduce una reflexión que atraviesa toda la obra: el pasado no es inamovible, pero sí exige una voluntad consciente para ser comprendido en toda su complejidad. Reescribir la historia no es simplemente un ejercicio académico, sino un acto de amor hacia las generaciones que vendrán, y un reconocimiento hacia quienes fueron silenciadas.

Así, Montserrat Jiménez Sureda nos ofrece algo más que un manual: nos entrega una lección de historia, sí, pero también una invitación ética a escuchar otras voces, a cuestionar las verdades heredadas y a construir —de forma consciente— una sociedad más igualitaria y plural. Su obra, erudita y apasionada, se convierte en un puente entre el pasado olvidado y un porvenir que aún está por escribirse.

La historia, nos recuerda Montserrat, no es solo una sucesión de hechos, sino una narrativa viva que puede y debe ser transformada desde el compromiso y la memoria. Al rescatar las voces que han sido omitidas, su trabajo se convierte no solo en un ejercicio historiográfico, sino en un manifiesto por un futuro mejor.