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Eva Perón and her interference in the step towards shaping the image of the modern first lady in Chile
María Cecilia Morán Tello
Universidad San Sebastián, Chile
Palabras clave: Primera Dama; Mujer moderna; Eva Perón; Rosa Markmann.
Keywords: First Lady; Modern woman; Eva Perón; Rosa Markmann.
Sumario: Introducción. La Primera Dama Rosa Markmann. Eleanor Roosevelt. La influencia de Eva Perón. Conformación de la imagen internacional de Evita. La imagen de Eva Perón en Chile. Conclusiones.
Recibido: 30/10/2022 Aceptado: 24/07/2023
Los estudios chilenos que han abordado a las primeras damas, no han tomado en cuenta los factores internacionales que pueden haber influido en sus agendas y en la construcción mediática de sus imágenes. Para el caso de Rosa Markmann, la primera consorte chilena moderna, esa perspectiva de análisis resulta fundamental, considerando que el periodo de Gobierno de su marido coincidió con el inicio de la Guerra Fría lo que hizo que las potencias enfrentadas miraran estratégicamente a Chile y a la vez, que la política internacional y económica de ese país, se apegara a la norteamericana[1].
En ese contexto, resulta fundamental indagar en las características de las consortes más mediáticas del momento. Si bien, como veremos, algunas como la norteamericana Eleanor Rossevelt influyeron en sus congéneres y en muchas de las que ejercieron el cargo durante el siglo XX, en esta ocasión nos centraremos en la argentina Eva Perón. La elección no ha sido al azar, sino que se debe al menos a un par de aspectos: el primero se relaciona con que su periodo como consorte coincide temporalmente con el de Rosa Markmann, y el segundo a que en las acciones de ambas encontramos coincidencias interesantes de observar, como sus respectivas luchas en función de obtener la aprobación por el voto femenino, o sus acciones en materia social.
Nuestro propósito es llegar a una mejor comprensión del proceso de conformación del concepto de primera dama moderna en Chile, mujeres que se caracterizaron por ejecutar roles ligados al espacio público, que figuraron en los medios de comunicacón, que llevaron a cabo iniciativas propias y que influyeron positivamente en sus congéneres y en la ampliacion de los derechos de las mismas (Morán, 2022b).
Es importante mencionar que este proceso de modernización del concepto de mujer y primera dama se produjo en el contexto de cambios culturales y de crisis económica en el periodo de posguerra, momento en el que las mujeres, en estas nuevas circunstancias, comenzaron a sumarse a las movilizaciones sociales y políticas y a luchar por sus propias reivindicaciones.
Esta investigación se enmarca en el campo de los estudios de historia comparada y de la mujer, y su metodología es principalmente cualitativa. Sus fuentes son prensa y revistas chilenas, argentinas y del extranjero, discursos de Eva Perón y cartas y documentos de Rosa Markmann. A lo anterior se suman las memorias de Clementina Florencia Gil, argentina que permaneció en Chile desde 1950 hasta 1975. Llegó a este país a indagar sobre el sentir peronista de los nacionales, entabló estrechos lazos con María de la Cruz y cooperó en la configuración del Partido Femenino Chileno; fue designada secretaria de organización del Partido, secretaria general y en ocasiones ejecutó la subrogancia de la presidencia del mismo (Gil, 2004).
La bibliografía que hemos consultado respecto a la influencia del peronismo, de Evita y su rol social y político en algunos aspectos del acontecer chileno de esa época, es reducida pues el tema es pionero en Chile (Bray, 1967; Machinandiarena de Devoto, 2005), sin embargo hay algunos escritos como el de Julieta Kirkwood (2010, p. 131) en el que se establece que las dirigentes del Partido Femenino Chileno se vieron profundamente influenciadas por la idea de justicialismo expresado por Evita.
Finalmente, en relación a los estudios que han abarcado el tema relacionado con la influencia de prensa argentina en Chile, hemos encontrado en el estudio de Joaquín Fernández (2020) una muestra de que dicho fenómeno llegó a ser tan amplio que incluso, desde la revista Zig Zag, a principios de los años treinta, se emprendió una campaña de defensa de la industria revistera nacional en razón de que la circulación de las trasandinas, como Caras y Caretas, Plus Ultra, El Hogar, Para Ti, Mundo Argentino, entre otras, atentaba contra la industria chilena e incluso contra principios básicos de la nacionalidad.
Rosa Markmann (apodada y reconocida como “Miti”) fue la esposa del expresidente de Chile Gabriel González Videla (1946-1952). Fue la segunda de dos hermanas y nació en julio de 1907, en Taltal, un pequeño poblado en el Norte de Chile. A los nueve años, los padres la inscribieron, junto a su hermana Laura, en el liceo de hombres de la localidad, pues las únicas alternativas a eso fueron descartadas por la madre (una escuela inglesa en la que probablemente las niñas no sería aceptadas por llevar apellido alemán y otra de orientación católica, credo al que la familia no era cercano). Así fue como Miti, su hermana y otras tres niñitas, fueron las primeras mujeres que ese liceo recibió.
Luego de unos años la familia se trasladó a vivir a Santiago. Una vez en esa ciudad, una de las primeras decisiones tomadas por Miti, que ya tenía 13 años, fue continuar con su educación. A sabiendas que uno de los mejores colegios de esa capital era el Liceo 1, Javiera Carrera, junto a la madre convencieron al padre de matricularla allí. Creemos que el tipo de educación laica que Rosa recibió, tanto en su hogar como en la escuela y liceo, definió parte de sus posteriores acciones como esposa de Presidente, desapegándose un tanto de las labores tradicionales ligadas a la beneficencia, propias de las Consortes que le antecedieron –mujeres que a diferencia de ella, pertenecían a la elite tradicional chilena-, y explorando en un área mucho más ligada a lo político y al espacio público.
En Santiago llegaron a vivir a una residencia del centro llamada “Santa Lucía”. En ese lugar, a los 15 años, conoció a otro huésped, un estudiante de Leyes de la Universidad de Chile, que estaba a punto de recibirse y que era varios años mayor que ella. El joven era un serenense sin ningún futuro, como habría señalado su desconfiado padre. No obstante, Miti, enamorada y apegada a lo que le decía su corazón, luego de algunos paseos y conversaciones, y de que el enamorado, de nombre Gabriel González Videla, ya titulado regresara a La Serena, se puso de novia por carta, sólo con la complicidad de su madre. Luego de eso, a regañadientes del papá, terminó el bachillerato, se casaron y se mudaron a la nortina ciudad de origen del marido. Allá, éste llevaba una promisoria carrera política en el Partido Radical.
Al poco tiempo nacieron las dos pequeñas hijas: Sylvia, primero y Rosita, al año siguiente. Gabriel González Videla fue nombrado ministro plenipotenciario de Francia, Bélgica y Luxemburgo, por el presidente Pedro Aguirre Cerda. La noticia fue tomada con alegría por la familia González Markmann, sin embargo, mientras se desplazaban al Viejo Continente, estalló la Segunda Guerra Mundial. Miti, embarazada nuevamente, vio nacer a su tercer y único hijo varón, en medio de un clima de belicosidad, miedo, angustia y tensiones. Además su madre, con un tumor maligno descubierto recientemente, se encontraba con ellos con la perspectiva de un mejor tratamiento médico que el chileno. No fue posible y falleció. El pequeño hijo, prematuro y enfermo, también. En esas circunstancias tan difíciles, González Videla volvió a Chile, pero sólo cinco meses después fue nombrado por el Presidente Juan Antonio Ríos, Embajador en Río de Janeiro. Así comenzaron una nueva ruta que les ayudó a estar más tranquilos. Ya de vuelta en su país, continuó su ascendente carrera política, y triunfó en las elecciones presidenciales de 1946. En ese entonces Miti comenzó a escribir, como Primera Dama, una nueva historia en su libro de vida.
En los años en los que ejerció el rol impulsó múltiples iniciativas, por ejemplo, creó la Oficina de la Mujer en La Moneda, espacio que se encargó de atender las necesidades de las mujeres y familias chilenas, especialmente de las más pobres. Además, impulsó la Asociación Nacional de Dueñas de Casa, el Comité de Navidad, la Fundación Viviendas de Emergencia[2] y fue voz clave para la promulgación de la ley de protección de las mujeres embarazadas, en la modificación en el Código Civil en el punto que hacía alusión a la mayoría de edad femenina y en la promulgación de la Ley que otorgaba el voto amplio femenino (Watson, 2001).
En 1952 aconteció un hecho inédito en la historia de las primeras damas chilenas. Rosa Markmann fue distinguida por el Comité de Madres Americanas de la Golden Rule Foundation con el título de “Madre Universal” de ese año, en vista de sus acciones en función de entregar herramientas a las mujeres para enfrentar el problema del alza en el costo de la vida, de organización de la oficina de la mujer en la Casa de Gobierno, de su lucha por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres, y de su empeño por entregar viviendas de emergencia a los sin hogar.
En la ocasión viajó a Estados Unidos en compañía de Rosita -una de sus hijas- y permaneció allí entre el 6 y el 18 de mayo de ese año. Al arribar al aeropuerto de Nueva York la esperaban destacadas personalidades chilenas y norteamericanas como la esposa del embajador de Chile en Washington, Hernán Santa Cruz, embajador de Chile en las Naciones Unidas, la delegada alterna de Chile en las Naciones Unidas, Ana Figueroa, una delegación de “The American Mother`s Committee”, altos funcionarios de empresas norteamericanas, representantes del Departamento de Estado y del municipio de Nueva York, entre otros. En esos días, además de asistir a la ceremonia en la que se le entregó la condecoración, entre otras cosas, se reunió con periodistas de prensa y radio; visitó la sede de las Naciones Unidas; junto a Eleanor Roosevelt dio una charla por radio; visitó la tumba de Franklin D. Roosevelt en Hyde Park; asistió a un almuerzo con Thomas J. Watson, presidente de la Junta Directiva de la IBM World Trade Corp; visitó los laboratorios de la Schering Corporation, en Bloomfield, donde recibió como obsequio medicamentos para tratar a enfermos tuberculosos, así como las dependencias de la Pfizer Pharmaceutical Company, en Brooklyn, donde también le entregaron drogas para tratar a los tísicos chilenos. Luego, partió a Washington y almorzó en la Casa Blanca con la primera dama norteamericana; visitó un hospital de niños y la Oficina Federal de Previsión Social, entre otras actividades.
Al regresar a Chile fue recibida con satisfacción. Pronto se empeñó en distribuir a lo largo de todo Chile, por intermedio de los directores de hospitales, principalmente, los medicamentos recibidos en Norteamérica, tarea ardua pero exitosa (Morán, 2022a).
Foto 1: Rosa Markmann junto a Eleanor Roosevelt y Ana Figueroa en radio de las Naciones Unidas (IBM World Trade Corp, 1952)
Si bien -como se señaló en la introducción- este trabajo no pretende enfatizar en la influencia de la imagen de la primera dama norteamericana Eleanor Roosevelt en sus pares chilenas o del mundo, especialmente en la chilena Rosa Markmann, en este apartado nos referiremos brevemente al tema en función de mostrar que la circulación mediática mundial de ejemplos de destacadas esposas de Presidentes, existió desde un poco antes de la de Eva Perón, abriendo camino al respecto.
Desde los años 30, las acciones, liderazgo e imagen de la norteamericana Eleanor Rossevelt (primera dama entre 1933-1945) comenzaron a difundirse mediáticamente en Chile y a ser observadas por la sociedad, las autoridades y sus pares chilenas. A esto contribuyó el que los medios de comunicación masiva se ampliaron en esos años progresivamente.
Según Lisa Burns, las consortes estadounidenses de principios del siglo XX sentaron las bases del modelo de primera dama moderna que emergió en parte del mundo occidental, al institucionalizar las funciones de sus predecesoras decimonónicas. Además, habrían evidenciado el ascenso de la primera dama como mujer pública, lo que se liga con el aumento de la publicidad de las esposas de los presidentes y sus labores como institución. Este aspecto ayuda a comprender cómo se reforzaron tanto los roles de género tradicionales como el significado político de los deberes de la consorte. La autora también destaca que en esa época la vida privada y pública de las consortes se volvió política, apareciendo en los medios como esposas que apoyaron las campañas presidenciales, actuando como sustitutas presidenciales o administrando la Casa Blanca. Eleanor Roosevelt habría sido clave en esto porque además se transformó en una suerte de celebridad nacional: ella no solo aparecía en noticias que destacaban sus labores o en revistas de mujeres, sino que también figuró en portadas de medios que eran escenario y objeto de interés para el público masculino, como el New York Times o el Washington Post (Burns, 2008).
A partir de 1933, cuando Franklin Delano asumió como Presidente, ella empezó a entregar contenido político e institucional al cargo de primera dama. Entre las labores que realizó, la de asesora presidencial fue clave. A causa de que el esposo estuvo aquejado de una poliomelitis que afectó su movilidad, Eleanor asumió varias responsabilidades como viajes, declaraciones públicas y visitas a terreno. Lo que debe quedar claro es que ya fuese por un tema fortuito o por su energía y empatía con causas sociales, de género, raza y política, tuvo una destacada participación en el espacio público. Dictó centenares de conferencias de prensa en las que aprovechó de promover la idea de ampliar los derechos civiles y políticos de las mujeres, contó con una columna en el periódico en la cual opinaba sobre la necesidad de defender a los desfavorecidos y se preocupó de implementar obras de bienestar social y de apoyar los derechos de las personas de color. Eleanor, además, mantuvo una intensa carrera periodística, escribiendo en revistas femeninas y en periódicos para el público general. Redactó columnas de consejos dirigidas a los ciudadanos en la que hablaba de sí misma, de su familia y de los sucesos de su país y del mundo. Junto a eso, contó con su propia serie televisiva. Escribió libros, dictó conferencias de prensa y tuvo su propio programa radial (Lipset, 1983; Winfield, 1988).
Además, fue importante su labor en la promoción y defensa de los derechos civiles y políticos de las mujeres. Evidenció el desmedro en el que estaban respecto de los hombres y alzó la voz para que sus pares siguieran luchando por obtener la igualdad. Luego de la muerte de su esposo en 1945, prosiguió en esta lucha. El presidente Truman la nombró delegada de Estados Unidos en la Asamblea de la ONU. Allí, como presidenta de la Comisión de los Derechos Humanos, a la hora de revisar la redacción de los mismos, exigió que se reemplazara la frase “todos los hombres” por la de “todos los seres humanos”, teniendo muy en cuenta la importancia que tenía para las mujeres el sentido de la igualdad de derechos (Morán, 2022b).
En lo que respecta a Chile, inicialmente, Eleanor Roosevelt fue mostrada por la prensa y revistas nacionales principalmente cuando participó de ceremonias y eventos públicos, como también en algunas oportunidades en las que dictó discursos, no obstante, el punto de inflexión de esas apariciones esporádicas en los medios de comunicación chilenos se produjo después de la muerte de su esposo en abril de 1945, momento en el cual, la prensa de este país empezó a noticiar y comentar sus habilidades discursivas, políticas y su preocupación por causas sociales (Morán, 2022b).
Eva Duarte de Perón, nació en Junín el 7 de mayo de 1919. A los quince años emigró de su ciudad natal a Buenos Aires con el fin de dedicarse a su sueño: la actuación. Allí ejecutó actuaciones en radioteatro, teatro y cine, empezó a participar de obras solidarias y en agosto de 1943 fundó una Asociación de Trabajadores de Radio, de la que además fue elegida presidenta. En enero de 1944 conoció a Juan Domingo Perón mientras se encontraba en un evento solidario en beneficio de los damnificados del terremoto en San Juan, celebrado en el recinto Luna Park.
Cuando Perón alcanzó la presidencia en 1946, ya estaban casados por lo que Eva, con sólo 26 años, se convirtió en la primera dama de la nación argentina (Dujovne, 1995).
Las múltiples actividades que realizó en el cargo y que apuntaron a los sectores vulnerables de Argentina; su fuerte personalidad y el enérgico carácter del que hacía gala cada vez que emitía discursos[3]; sus victoriosas acciones que ampliaron los derechos de las mujeres argentinas; el carisma que demostró en cada manifestación pública de la que participó, fueron elementos que, en conjunto, hicieron que el pueblo la apodara “jefa espiritual de la nación”.
Como lo ha señalado Marysa Navarro (1981, p. 124), desde que Perón asumió como nuevo Presidente de Argentina, sus compatriotas pensaron que la nueva primera dama se dedicaría a labores caritativas y benéficas, similares a las de las consortes que le precedieron, o a acompañar al marido en ceremonias protocolares, sin embargo fue todo menos eso. Sus acciones se orientaron principalmente a otorgar mejores condiciones de vida a los sectores populares, objetivo que ya no se tendría que alcanzar recurriendo a la beneficencia sino que principalmente a partir de recursos del Estado.
Entre las obras que impulsó y apoyó, se encuentra el respaldo que desde enero de 1947 empezó a dar al proyecto de ampliación del voto a las mujeres de su país, tarea que realizó principalmente desde la radio y la prensa, y que iba de la mano con su labor en la formación del Partido Peronista Femenino (Barry, 2014). Desde la Fundación Eva Perón, inaugurada oficialmente en 1948, y siguiendo los principios justicialistas, ayudó a mujeres, niños, jóvenes, universitarios y ancianos.
Otro punto que contribuye a sopesar lo importante que fue para ella mantener cercanía con los más necesitados, es la gran cantidad de tiempo que dedicaba a la Secretaría de Trabajo y Previsión – transformada después de 1949 en Ministerio–, recibiendo personalmente a las personas que recurrían a su auxilio. Sus acciones desde allí, fueron social y políticamente muy relevantes, pues cumplió un rol de intermediaria entre los dirigentes sindicales y el Gobierno, “facilitando la negociación de los conflictos con un estilo muy personal que combinaba la persuasión y la imposición”(Romero, 2001, p. 110).
La caracterización de Eva Perón no está completa si no se enfatiza en la influencia que su figura tuvo en el movimiento peronista. De acuerdo con Loris Zanata (2011, pp. 8–9), ella le dio sentido al movimiento, lográndolo en tal medida y profundidad, que la caída de Perón se debería a que se transformó en un prisionero de la herencia política que dejó su esposa.
Eva lo habría dotado de una dimensión moderna, al impulsar obras sociales desde una perspectiva renovada, pero a la vez de una tradicional, al recurrir a una suerte de “primitivismo político”, a una visión del hombre y del mundo que hundía sus raíces en el universo ideal de la cristiandad, en el que la autoridad moral estaba encarnada en un poder dotado de aura divina.
La mayoría de sus discursos estaban cargados de elementos modernos y tradicionales. Un ejemplo de eso, se encuentra en el último que emitió por cadena nacional, en octubre de 1951:
…Yo sé que Dios está con nosotros, porque está con los humildes y desprecia la soberbia de la oligarquía. Y por eso la victoria será nuestra y tendremos que alcanzarla tarde o temprano, cueste lo que cueste y caiga quien caiga. Mis descamisados: Yo quisiera decirles muchas cosas, pero los médicos me han prohibido hablar. Yo les dejo mi corazón y les digo que deseo y que estoy segura que pronto estaré en la lucha con más fuerza y con más amor para luchar por este pueblo que tanto amo, como lo amo a Perón. Y les pido una sola cosa: estoy segura que pronto estaré con ustedes, pero si no lo llegara a estar por mi salud, ayuden a Perón, sigan fieles como hasta ahora con Perón, que es estar con la patria y con ustedes mismos (Casa Rosada, 2011).
En resumen, el peronismo se habría consolidado como una religión secular, con dogmas, fieles, un Dios (Perón) y una Virgen, madre o santa (Eva):
El peronismo, en el que ella veía la concreción del reino de los cielos, la encarnación del imaginario religioso que unía al “pueblo”, se convirtió así en la nueva fe. El régimen pasó a ser la nueva Iglesia, y Perón el nuevo Dios. La propia Eva se invistió de esa condición, y fue investida de ella por otros. Hubo en fin una religión secular, con sus dogmas y sus fieles, en la que aquel que se apartaba no era un opositor: era un hereje (Zanata, 2011, pp. 432–436).
Siguiendo a Mariano Plotkin (1993, pp. 248–257), la imagen de Eva en gran parte se erigió en función de la ayuda social que realizó, pero no de manera espontánea, sino que gracias a la maquinaria propagandística del peronismo orientada a fortalecerlo. Por ejemplo, fue presentada como una santa antes de su repentina muerte en 1952, como la Dama de la Esperanza y Jefa Espiritual de la Nación, entre otros epítetos que se le atribuyeron y se hicieron circular en los medios de comunicación. La Fundación Eva Perón habría compartido ese mismo carisma religioso y habría sido utilizada como uno de los elementos de la propaganda peronista orientados a la construcción de los mitos colectivos y religiosos en torno al movimiento. No obstante se hace necesario subrayar que independientemente de la utilización de la imagen de la ex primera dama por parte del movimiento peronista, ella brilló con luz propia. Concordando con Marysa Navarro (2000), Eva alcanzó una individualidad, un lenguaje y un perfil político propio, además de una estrecha relación con los descamisados.
En el plano internacional, comenzó a ser conocida desde 1947 cuando entre junio y julio realizó una gira por Europa, visitando España, Italia, Portugal, Francia y Suiza. Además, a su vuelta, hizo una escala en Brasil y Uruguay.
El origen de esa gira se encuentra en la invitación que el General español Francisco Franco envió a Juan Domingo Perón para que visitara ese país. El líder argentino no aceptó, pero pidió a su esposa que viajara en su representación.
Raanan Rein entregó un cúmulo de posibles explicaciones a la decisión de Perón. Según él, debido al establecimiento de las relaciones comerciales promovidas por el Mandatario argentino con la España franquista –que no solo abrió la puerta al comercio de alimentos y cereales a crédito con esa región, sino que también marcó el quiebre del aislamiento comercial en el que en ese momento estaba España– y de la defensa a Madrid que el delegado argentino había hecho recientemente en la ONU, el régimen franquista le había convidado en varias oportunidades a visitar la península Ibérica. No obstante Perón, probablemente por la frágil estabilidad de su régimen o porque esa travesía podría provocar malestar en las regiones que aborrecían la dictadura franquista, mermando con ello su popularidad, prefirió que viajase su esposa. Por otro lado, como en ese momento Argentina comenzaba a salir del aislamiento en el que estuvo durante y post la Segunda Guerra Mundial, el viaje le podría costar un retroceso en ese sentido (Rein, 1995, pp. 49–50).
La consorte dictó varios discursos en cada una de las regiones que visitó, siendo uno de los más importantes aquel en el que agradeció la condecoración con la que se le honró el 9 de junio en el Palacio Real de Madrid, la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica, ante unas 500.000 personas, por considerársele como a una de las hijas predilecta de España. En él pronunció frases de hermandad, paz, cristianismo y de compromiso con el género femenino, lo cual estaría indicando tanto su mensaje personal como gubernamental ante los españoles:
Entiendo que esta distinción personal, es extensiva a la representación de mi país. Sé que me entregáis esta cruz de la reina españolísima, como un homenaje de la madre patria a una de sus hijas predilectas; en tal carácter, con tal destino especial, la acepto y la tomó en custodia …La paz y el trabajo son las bases de la nueva sociedad argentina de mi mensaje, el de la mujer argentina, que ha de cantar ahora para todas las mujeres españolas, esa verdad fundamental de nuestra existencia. Trabajar por un futuro mejor en una tierra a la que Dios favoreció con el bien maravilloso de la paz. Esta gran cruz nos recuerda la intensidad de Dios y la intensidad de ambiciones que hay en el mundo que compartimos (Widmann-Miguel, 2014, p. 62).
Una idea similar fue la que pronunció ante las mujeres españolas el 15 de junio de 1947 en Madrid. Sin embargo, en esa ocasión aprovechó de aclarar que el propósito de su viaje no fue el de conformar un eje político entre ambos países, como se comentaba en ese entonces. Este aspecto sugiere que la visita de la primera dama argentina a España, país prácticamente aislado del concierto internacional, no se prestó sólo para meros comentarios superfluos en función de su vestimenta, carácter, modales, o sobre la comitiva que le acompañó (entre los cuales figuró su peluquero y su modisto), sino que también causó resquemores a nivel mundial puesto que en ella se vio a una mujer que tenía facultades o capacidades diplomáticas que hacían peligrar los intereses de determinadas regiones[4].
Se ha dicho que hemos venido a formar un “eje” Buenos Aires, Madrid. Mujeres Españolas, no he venido a formar ejes, sino a tender arco iris de paz con todos los pueblos, como corresponde al espíritu de la mujer. Unamos nuestros esfuerzos para que nadie padezca, para que nadie se vea envuelto, por miserias enervantes. Unamos nuestros corazones para que los humanos, cualesquiera fuese su nacionalidad, su fortuna, su ideario, puedan vivir en armonía y para y para que termine esa división de réprobos y de elegidos, satisfechos y desdeñados, de suerte que el mundo se trunque en una gran familia bendecida por Dios, en el que no se resuene otro canto que el canto del trabajo y de la paz. Somos nosotras parte de una nueva fuerza empeñada en sostener la civilización y la cultura a que pertenecemos. En la lucha gigantesca en que nos hallamos envueltas, las grandes y pequeñas, las afortunadas y las humildes, todas, todas las mujeres podemos estar dispuestas a cumplir con nuestro deber a fin de que el mundo se vuelva a lo que debe ser: una gran confraternidad de todos los pueblos, con trabajo y con paz (Cipolla, Maceck, & Martínez, 2008).
Foto 2: Eva Duarte de Perón junto a Francisco Franco saludando a la multitud, desde el balcón del Palacio Real de Madrid. Fuente: Agencia EFE, Madrid (En: de Elía & Queiroz, 1997).
Foto 3: Eva Duarte de Perón en Hotel Ritz, Paris, junto a María Angélica Chevalier Luro de Victorica Roca, esposa del embajador argentino; Édouard Herriot, Presidente de la Asamblea Nacional de Francia; y Georges Bidault, Ministro de Relaciones Exteriores. Fuente: RogerViollet (En: de Elía & Queiroz, 1997).
El itinerario de Eva se cubrió mediáticamente en gran parte del mundo. El hecho de que una primera dama viajara sin su marido, tuviese una agenda propia y se reuniese en nombre del esposo con varios de los gobernantes de los países que visitó, con la más alta autoridad de la Iglesia Católica en el Vaticano –el Papa Pío XII– y que, a su vuelta al continente americano, hiciera escala en Brasil con el fin de asistir a nombre de su país a una importante reunión internacional, marcó un hito importante. Así, el que a sus cortos 28 años fuese recibida por embajadores y mandatarios europeos, generó revuelo en la opinión pública internacional, pero también la hizo reconocida en el mundo[5].
En Estados Unidos, por ejemplo, The New York Times informó sobre el viaje el mismo día que Eva arribó a España, enfatizando en la amplia labor de publicidad española ejecutada ante la inminente llegada de la visitante latinoamericana, durante los días previos. En los titulares de esas notas se le nombraba como “señora de Perón” y no por su nombre de pila, aspecto que deja entrever que en ese país, en aquel momento se miraba a Eva sólo como la mujer de un Presidente, restándole mérito propio (“Peron´s wife is hailed in Madrid; 21 guns, 200.000 greet Argentine”, 1947). La misma tónica se repitió pocos días después, en una fotografía acompañada de una pequeña nota, en la que la argentina aparecía sonriente y sobriamente vestida junto a Francisco Franco en una revisión a la guardia de honor. Si bien a esas alturas la primera dama ya había recibido la condecoración entregada por el líder español y pronunciado su primer discurso, en esa ocasión sólo se destacó que Eva había tenido que cancelar algunos planes porque su agenda estaba copada (“Senora Peron is the guest of generalissimo Franco”, 1947).
En agosto de ese año, nuevamente fue citada en ese periódico, aunque en una faceta diferente.
Haciendo una escala en su viaje de regreso a Argentina, pasó por Río de Janeiro, Brasil y asistió a la Conferencia Interamericana para el Mantenimiento de la Paz y la Seguridad del Continente. Su recepción allí fue amplia –probablemente por la curiosidad que tenía la gente en conocerla– opacando al secretario de Estado norteamericano, George Marshall. The New York Times se refirió a ese momento como “una entrada dramática” y concurrida de la que participaron más de mil residentes de Petrópolis y más de cien visitantes de Río de Janeiro que la esperaron. Su ingreso al edificio donde se realizaba la Conferencia ocurrió justo cinco minutos antes de que hablara el norteamericano.
Además, el periódico estadounidense señaló que lucía cansada y que pronunció algunas palabras similares a las anteriores, pero no se profundizó en el contenido de su discurso (“Senora Peron makes dramatic entrance just before Marshall addresses parley”, 1947).
La travesía también fue comentada en México. El 9 de junio se publicó en la prensa que Eva había llegado a España, que en el aeropuerto la recibió el Jefe del Estado y que el arribo había sido aclamado por un gran número de personas (“El recibimiento a la Sra. Perón”, 1947). Posteriormente, a fines de julio se mencionó que en Francia le entregaron la condecoración “Chevallier” de la Legación de Honor del Gobierno, lo que fue a la par de la firma del tratado comercial entre Argentina y esa región (“Eva Perón fue condecorada”, 1947). Junto con ello, los primeros días de agosto una columna de opinión comentaba que el viaje de la primera dama no era otra cosa que una mera estrategia política de su marido. La columna se tituló “Eva Perón” y en ella se relataron los intereses del esposo y la utilización de la primera dama para obtenerlos (Lussa, 1947).
Respecto a Chile, periódicos como El Diario Ilustrado y La Nación, cubrieron la gira de Evita por Europa de manera positiva. Ambos informaron sobre ella casi diariamente, noticiando asuntos como sus visitas a Madrid, Barcelona, Granda, Sevilla, Ávila, Roma, etcétera, y enfocándose en destacar los calurosos recibimientos que tuvo en cada lugar.
Los discursos que pronunció, su énfasis en la hermandad de los obreros españoles con los argentinos, los reconocimientos que recibió de parte del líder español Francisco Franco y luego en Roma por parte del Papa, también fueron elementos subrayados por ese medio. Por su parte, el informe de las noticias más polémicas no estuvo ausente. Por ejemplo, en torno a los dichos que aludieron a que su estadía en Londres respondía a negociaciones ligadas a una supuesta compra de buques de guerra por parte de Argentina, Eva específico que según un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, eran meros rumores (“Granada y Sevilla visitó la señora Eva Duarte de Perón”, 1947). Por su lado, La Nación, mostró el viaje con textos más cortos y con un mayor número de fotografías en las que destacó el protagonismo de Eva en todas las actividades contempladas en la gira, sin mencionar a su comitiva. Además, figura como el centro de atención de todas las actividades, apareciendo junto a autoridades que la reverenciaban y compartían amigablemente con ella, como se observa en las imágenes.
Foto 4: Eva Perón en Roma junto al Premier Alcide de Gasperi al encontrarse en el almuerzo que el Gobierno ofreció en su honor. Fuente: La Nación, 7 de julio de 1947
Desde otra perspectiva, encontramos las proyecciones de una imagen superficial de Eva por medio de la prensa. En revista Ercilla, por ejemplo, se señaló que la gira por Europa llamó la atención tanto en Argentina como en toda Latinoamérica y que los trasandinos no le perdonaban su papel preponderante en el Viejo Continente. Dichas palabras iban acompañadas de una fotografía en la que Eva se pintaba los labios en la vía pública, en Ginebra. Mirando esos antecedentes, no resulta aventurado considerar que el medio de comunicación quiso mostrar intencionalmente a su público una imagen baladí de una primera dama que ya no se caracterizaba por el recato de las del siglo XIX latinoamericano, o exclusivamente por sus labores de beneficencia y compañía, sino que por la independencia respecto a su esposo en sus acciones, lujosa vestimenta, maquillaje y peinados (“Cuando Eva Perón se pinta los labios”, 1947).
Entre 1947 y el día de su fallecimiento (julio de 1952), desde una perspectiva internacional, la figura de esa consorte fue realzada u opacada dependiendo de la región o de la adscripción ideológica del medio de comunicación que la referenciara. Resulta importante presentar esa arista pues contribuye a la comprensión de la construcción de la imagen de las Primeras Damas de mediados de siglo, desde ese momento asociadas a temáticas políticas y mediáticas.
Teniendo en cuenta la especial cobertura que los medios del mundo dieron a sus apariciones públicas unos meses antes de su muerte, sobre todo por su discurso del 1 de mayo y su paseo por las calles de Buenos Aires (ayudada por un corsé de yeso ya que el cáncer uterino que la afectaba la tenía prácticamente postrada), en automóvil junto a Perón, quien asumía su segundo mandato, se ha tomado como referencia ese periodo para estudiar de qué manera se le presentó.
Las opiniones y noticias que publicaba la prensa nacional respecto a sus labores, obra y enfermedad eran diversas, siendo algunas favorables a su persona y otras en contra. La revista En Viaje, por ejemplo, en su edición de junio, la calificó de ambiciosa y a la Fundación que dirigía, de organismo político. Por lo demás, no dejó de enfatizar en su supuesto carácter soberbio: “Tanto candor y tanta soberbia han llevado a Evita a una posición política extraordinaria, que ninguna mujer ha ocupado en el mundo y que, probablemente, jamás ocupará en la historia” (Gaillard, 1952, p. 36).
Cuando se encontraba convaleciente, revistas como Eva, dieron a conocer la gravedad de la enfermedad que le aquejaba, destacando tanto la magnitud de su obra social, el cariño que su pueblo sentía por ella y sobre todo, el que era reconocida como una figura internacional: “Eva Perón es una noticia universal. Tras una lucha ardua, tras beber los acíbares que le ofreció una vida de esfuerzos, llegó a colocarse en el primer plano de la actualidad, de este lado de los mares y del otro” (“El pueblo argentino reza por la mejoría de Eva Perón”, 1952).
La líder argentina falleció unos días después; en esas circunstancias, medios de comunicación chilenos, publicaron la noticia. En La Nación, por ejemplo, se resaltó que Evita había sido una gran primera dama, elevándola al mismo sitio en el que estaba Eleanor Roosevelt y Soon Mei-ling[6]: “No hay duda de que ella ocupará un lugar en la historia, al lado de mujeres famosas de Presidentes como Eleanor Roosevelt y madame Chiang Kai-Shek” (“Falleció anoche la señora Eva Duarte de Perón”, 1952).
En noviembre de 1952, revista En Viaje –publicación que como se ha visto, unos meses antes la había tildado de soberbia– ahora homenajeó a la recientemente fallecida ex primera dama argentina, destacando su obra de amor y justicia con mujeres, ancianos y niños desamparados, una revolución social “inspirada por el amor de una mujer insigne, y realizada por el afán de justicia, por la ardiente sed de justicia con que Eva Perón lo ha sacrificado todo, hasta llegar a la suprema inmolación” (“Una obra sin precedentes”, 1952).
Si se observa que en las elecciones presidenciales chilenas de septiembre había triunfado el General Carlos Ibáñez del Campo, quien tenía una buena relación con el General Juan Domingo Perón, y que justamente ese número de la revista estaba dedicado al presidente que en ese momento asumía su cargo, se puede pensar que probablemente el cambio en la línea editorial de la publicación se produjo por ese motivo. Esa última imagen de Eva Perón que retrató En Viaje, no se refirió a su rol político nacional e internacional, tampoco a su supuesta personalidad ambiciosa, por el contrario, la mostró compasiva, empática, solidaria, madre amorosa y esposa fiel, un ejemplo a imitar por las Primeras Damas del mundo.
Si bien es cierto que, Eva Duarte y Rosa Markmann no tuvieron la oportunidad de encontrarse y compartir, el análisis de sus acciones da cuenta de varias coincidencias. La explicación a eso se puede encontrar en la circulación de noticias, imágenes y titulares en periódicos y revistas, que iban formando la imagen de una y de otra en sus respectivos países, pero que también circulaban de una frontera a otra[7].
Además, al menos por lo que escuchaba de otros, la primera dama chilena no estuvo ajena a las actividades de Eva Duarte. Cuando Gabriel González Videla, Rosa Markmann y la hija Sylvia González Markmann (que en ese entonces tenía 20 años), fueron a Argentina en julio de 1947 a reunirse con Juan Domingo Perón, Eva estaba en su gira por Europa, sin embargo, Miti siguió de cerca las actividades de la trasandina:
Durante nuestro viaje a Tucumán, en que tuvimos la oportunidad de viajar con el Presidente Perón y de estar permanentemente junto a él, le oímos hablar todo el tiempo de ella. Evita, como le dice todo el mundo, le llamaba todos los días desde Europa y él aguardaba su llamado con impaciencia (“Cuando Eva Perón se pinta los labios”, 1947).
Gabriel González Videla ha confirmado que en esa oportunidad fue extenso el tiempo en que compartieron con Perón, espacio en el que no sólo intercambiaron vivencias, sino que pudieron presenciar cómo el Presidente repartía regalos entre los niños argentinos:
El Presidente Perón, después de un grave accidente aéreo, en que escapó milagrosamente con vida, no viajaba sino en ferrocarril o en automóvil. Para trasladarnos a Tucumán, a mil cuatrocientos kilómetros de Buenos Aires, ocupó el tren presidencial, donde fuimos suntuosamente instalados con Miti, mi hija Sylvia y mi comitiva… El largo trayecto, que demoró alrededor de veinticuatro horas, permitió alternar a los dos Presidentes en la mayor intimidad y sin la tiranía del tiempo y del protocolo. El Presidente Perón, con su natural afabilidad y simpatía, se esmeraba, como cumplido y obsequioso anfitrión, para que nuestro viaje, especialmente para Miti y mi hija Sylvia, fuera lo más agradable posible. En su recorrido, el tren presidencial se detuvo por breves minutos en aquellas estaciones en que estaban programados homenajes de los peronistas a su líder, y que peste correspondía saludando con ambos brazos desde la plataforma del vagón. Mientras el tren lentamente se iba alejado, desde el último carro se lanzaban centenares de bolsas de juguetes que los niños y mujeres corrían a coger en medio de gritos de alegría. Miti, Sylvia y yo, ayudamos al Presidente en tan ‘pascuera’ labor (González, 1975, pp. 562–563).
Si bien no se han encontrado fuentes que informen sobre una mirada concreta de Rosa Markmann a la obra de Eva, una carta que Juan Domingo Perón envió a su hija, Sylvia González Markmann, otorga algunas pistas.
Sylvia, en ese entonces, colaboraba con la Oficina de la Mujer, lugar desde donde la primera dama, junto a un multidisciplinario equipo de trabajo, atendía las peticiones que por carta le hacían llegar las chilenas[8]. Lo particular de la misiva en alusión es que su contenido se relaciona con una donación que ese Presidente le hizo llegar para que la destinara a lo que ella estimase más conveniente.
El General Juan Perón saluda con distinguida consideración a la señorita Silvia González Markmann y conforme a lo prometido, se complace en enviarle once equipos para jugadores de fútbol, con los colores internacionales de Chile, para que los destine de acuerdo a su libre determinación. Al dejar satisfactoriamente cumplimentados sus deseos, reitérale sus mejores votos por su buena ventura personal (Carta de Juan Perón a Sylvia González Markmann, 1947).
Si se tiene en cuenta que la epístola está fechada en 19 de julio de 1947 y que Sylvia visitó Argentina junto a sus padres entre el 7 y el de 12 de julio, no resulta extraño que durante el viaje hubiese gestionado dicha donación para posteriormente repartirla por medio de la Oficina de la Mujer.
Desde otra perspectiva, al observar elementos triviales como el peinado, los trajes y los gestos corporales de las apariciones de ambas en público, se encuentran similitudes importantes, algo que no resulta difícil de explicar si se tienen en cuenta los dictámenes de la moda femenina del momento. Sin embargo, esas convergencias pueden estar informando sobre la conformación mediática de la imagen de primera dama moderna ideal, que circuló en ambas regiones. Entre otras características, se destacaba por la elegancia, la cercanía a las mujeres e infantes de sectores populares, la imagen de madre-esposa comprometida con la causa social y política del marido (Carrillo, 2008, p. 232).
Foto 5: Rosa Markmann leyendo un mensaje en radio Naciones Unidas (IBM World Trade Corp, 1952).
Foto 6: Eva Perón en radio LRA (En: Ulanovsky, Merkin, Panno, & Tijman, 2015).
En un nivel más profundo, específicamente en lo concerniente a la ayuda social, se aprecia que ambas consortes cambiaron el rol tradicional de las Primeras Damas en sus respectivos países, dando un paso desde la beneficencia hacia una política de acción social amplia, organizada y con características modernas; esto quiere decir que si bien no dejaron de contar con recursos y ayuda desde el campo privado para llevar a cabo sus acciones, ambas las ejecutaron desde nuevas lógicas -utilizando los medios de comunicación, por ejemplo- y con apoyo estatal -monetario e institucional-.
Respecto al punto anterior, se debe enfatizar una diferencia radical entre ambas: el manejo escénico de Evita a la hora de enunciar sus discursos versus el bajo perfil de Miti Markmannm cuando se trataba de comunicar ideas públicamente (principalmente en la radio); nos parece que este punto es importante pues contribuyó a que a Miti se le considerara una mujer moderna pero a la vez tradicional: moderna por la causa que defendía, pero tradicional por la forma de llevarla a cabo, posicionándose ella misma como una líder que si bien no tenía un control escénico como el de Evita, hablaba con claridad.
Respecto al campo político, lo que más destaca es que coincidieron en su lucha por el voto de las mujeres en sus respectivas naciones. Así, ambas primeras damas fueron parte de la cruzada por la obtención de ese derecho junto a otras líderes de sus regiones, animando con discursos y arengas, transmitidas por la radio y reproducidas por la prensa, a defender la idea hasta conseguir ese derecho. Un ejemplo de eso, lo encontramos en marzo de 1947, cuando en medio de un emotivo discurso, Evita señalaba:
Ha llegado la hora de la mujer que comparte una causa pública y ha muerto la hora de la mujer como valor inerte y numérico dentro de la sociedad. Ha llegado la hora de la mujer que piensa, juzga, rechaza o acepta, y ha muerto la hora de la mujer que asiste atada e impotente a la caprichosa elaboración política de los destinos de su país, que es, en definitiva, el destino de su hogar… …La mujer argentina de hoy, la heredera de mujeres que siempre supieron estar a la altura de sus hombres, en cada instante histórico, no puede ser ya crucificada en un olvido protector, ni pospuesta en el derecho conjunto de inscribirse, como mujer integral, en el cuadro de las instituciones argentinas. La mujer puede y debe votar (Discurso de Eva Perón pronunciado desde la residencia presidencial de Olivos, 1947).
Por su parte, en 1949, Miti Markmann se refería a la importancia de ese derecho, enfatizando principalmente que era propio de las democracias:
Si más de la mitad de la población chilena consciente y trabajadora son mujeres que asumen responsabilidades, trabajan, colaboran y educan para hacer de Chile un país sano, próspero, mejor y orgulloso de su tradición, no existe argumento alguno que justifique la desigualdad antidemocrática de negarle el voto a las que colaboran junto con sus compañeros por la grandiosidad de la nación. Las demcracias de posguerra deben regirse de acuerdo con las normas universales de justicia que otorga expresamente el derecho a sufragio a la mujer (“Miti, bandera y emblema de las aspiraciones de las mujeres de Chile”, 1948).
Si bien en este caso tampoco podemos probar una influencia directa de las acciones de Evita en las de Miti, considerando que la primera dama argentina se estaba constituyendo en un ícono de lucha en esa materia, no resulta extraño ver reflejadas ciertas estrategias de la trasandina en las de la chilena, como la promoción mediática de la cruzada, su posicionamiento y su liderazgo en función de concretarla.
En el campo político también es necesario destacar que entre Eva y Miti existieron algunas diferencias, especialmente la relacionada con la organización política femenina que una u otra buscó. Por su parte Evita la impulsó de tal forma que ella habría sido actriz clave en la organización del Partido Peronista Femenino, sin embargo Miti más bien habló de “unidad femenina” en función de luchar juntas por la aprobación del derecho a voto. Este punto no es menor pues muestra que estaban inmersas en contextos culturales y políticos diferentes, y que las directrices que regulaban la lucha feminista en ambas regiones no eran las mismas.
Entre los factores que influyeron en la conformación del rol y de la representación mediática de las primeras damas nuevas o modernas en Chile, la presencia de elementos internacionales ha sido uno de los más importantes. En ese sentido, los parámetros establecidos por consortes como la norteamericana Eleanor Roosevelt y especialmente por la argentina Eva Perón -como se ha visto a lo largo de esta investigación- emergen como patrones que delinearon acciones de sus homólogas chilenas, sobre todo de Rosa Markmann. Como hemos advertido, pese a que Evita y Miti no llegaron a encontrarse en persona, la circulación de prensa y de ideas entre Chile y Argentina, fue uno de los elementos que ayudó sustancialmente a configurar el rol de primera dama moderna en Chile.
Por otro lado, el viaje que Markmann emprendió a Argentina junto a su esposo y una de sus hijas, también fue otro elemento que la relacionó con la acción social de la consorte argentina y el efecto que este tenía en la población desamparada. Así, observando que Eva Duarte fue pionera en varios ámbitos ligados a los derechos femeninos y a la cobertura de necesidades básicas de mujeres y niños, y que Miti Markmann siguió una línea de acción similar, podemos concluir que existió influencia de la primera en la segunda.
En Chile las noticias respecto a Evita circulaban gracias a revistas y diarios que llegaban desde Argentina pero también porque en la prensa nacional se informaba sobre ella. Así, hemos visto que esta prensa publicaba diversas informaciones sobre la primera dama trasandina, destacando diversos aspectos de su personalidad, su vestimenta y peinados, lo enfática que se mostraba al pronunciar discursos, su gira internacional, su preocupación por las necesidades de los trabajadores, mujeres, niños y ancianos, entre otros aspectos, noticias que iban acompañadas de imágenes en donde era posible apreciar estas descripciones en todo su esplendor. En ese entonces, las mismas llamaban la atención a los chilenos porque representaban acciones poco usuales de parte de las mujeres, y desconocidas hasta entonces para las esposas de presidentes latinoamericanos, sin embargo sentaban importantes precedentes respecto a los nuevos roles que estaban ejerciendo las mujeres en sus respectivas sociedades.
En la investigación también hemos advertido que la vida cotidiana y acciones de Eva Perón eran realzadas u opacadas, dependiendo de la región o de la adscripción ideológica del medio de comunicación que la referenciaba. Con esto, se ha visto que la imagen de la primera dama fue un elemento más del contexto de Guerra Fría global que en esos años se vivía, y que por lo mismo, debe ser considerado en futuras investigaciones pues aporta un aspecto novedoso al análisis de las relaciones internacionales de todo ese periodo.
Desde una perspectiva comparada, la observación y análisis de las apariciones mediáticas de ambas arroja similitudes evidentes entre ellas, algo que no resulta difícil de explicar si se tienen en cuenta los dictámenes de la moda femenina del momento. Sin embargo, esas convergencias también muestran que en ese entonces, tanto en Argentina como en Chile, se estaba conformando una imagen de primera dama moderna ideal, que vestía a la moda, era cercana a las mujeres y a los niños de escasos recursos, y que también representaba a una esposa comprometida con la causa de su marido. En este sentido, Evita destacó mundialmente y esto sin duda que marcó directrices en parte de sus pares en el mundo.
Respecto a la ayuda social, se aprecia que Evita y Miti dieron un giro al rol tradicional de las consortes, pasando desde la beneficencia hacia una política de acción social amplia, organizada y con características modernas. Si bien no podemos comprobar que una tuvo influencia directa sobre la otra, el que en Chile circulara noticias sobre la amplia ayuda social ejecutada por el peronismo, y en ese contexto por Evita, esto puede haber influido al menos en la mayor cobertura mediática que en este país se empezó a dar a la obra social de la esposa del presidente de la República, la que si bien era más acotada que la de su par argentina, fue una de las más amplias y estructuradas del siglo XX en Chile.
En cuanto a lo político, el que hayan coincidido en su lucha por el voto de las mujeres en sus respectivas naciones, haciéndose parte activa e incluso liderando la lucha por ese derecho, muestra que si bien esa cruzada era propia del momento y de los triunfos feministas, la forma en que ambas participaron de la misma tiene similitudes interesantes que pueden estar mostrando una influencia mutua que por sobre el concepto de primera dama, fue positiva para el movimiento feminista en general.
En base a lo analizado, concluimos que para estudiar el rol de primera dama moderna, sus características y mutaciones hay que salir de la mera observación de los cambios provocados por agentes políticos, culturales y económicos nacionales y considerar los internacionales ya que los países son y siempre han sido parte del concierto político, económico y cultural mundial, y eso ha ejercido un fuerte empuje a las luchas de las mujeres en todo el mundo.
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[1] Para el caso de Chile y su vinculación con el resto del mundo, seguimos a Joaquín Fermandois en su idea de que Chile, desde su origen, ha estado vinculado a los grandes cambios internacionales (Fermandois, 2005, pp. 15–16).
[2] Respecto a la Fundación Viviendas de Emergencia, Adriana Daroch de Vergara publicó en 1950 un completo estudio sobre su misión, principios, bases, actividades, lineamientos, proyectos realizados y futuros, de esta forma establecía que la Fundación partía de la comprensión de la idea de que “no se trata de tomar al grupo familiar desplazado, sacándolo de su trágico conjunto de condiciones subhumanas y llevarlo a una casa digna del nombre tal, para dejarlo inmediatamente abandonado a su destino… Así descubrimos que el problema de la vivienda estaba indisolublemente ligado a todos los demás aspectos de la asistencia social” (Daroch de Vergara, 1950, p. 15).
[3] El discurso que emitió Eva el 17 de octubre de 1951 desde los balcones de la Casa Rosada, resulta paradigmático. En ese momento se encontraba en una de las etapas más avanzadas y dolorosas del cáncer que le afectaba, sin embargo, ella decidió salir y alentar a los trabajadores argentinos, a sus “descamisados”, como los llamaba, a apoyar a Perón, agradecerles por todo lo que hasta ese momento habían orado por ella y pedirles que, en su nombre, siguieran luchando por lograr alcanzar sus reivindicaciones. Una de sus frases más recordadas de ese día fue: “Aunque deje en el camino jirones de mi vida, yo sé que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria” (Casa Rosada, 2011).
[4] Se debe aclarar que no existen estudios que aborden de manera específica lo argumentado y que las investigaciones sobre la temática fluctúan entre dos posturas, las que estudian el viaje desde una mirada centrada en el oportunismo y las que lo han analizado en función de que se habría llevado a cabo siguiendo el principio de la tercera posición peronista. Respecto a la primera postura; Dujovne (1995) ha enfatizado en la idea del viaje de Eva como una estrategia de Perón para crear una cortina de humo y así poder depositar en bancos suizos la fortuna heredada de los nazis. Por su parte, Camarasa, desarrolla la misma idea de Dujovne pero añade en su argumento que en dicha gira Eva también habría tenido la misión de blanquear la imagen de Perón (Camarasa, 1998; Cipolla et al., 2008).
[5] Cipolla, Maceck y Martínez (2008) enfatizan en que el viaje de Eva se enmarcó en la estrategia diplomática peronista de 1947 de dar a conocer a nivel internacional una Tercera Posición política. Desde esa perspectiva, la “Nueva Argentina Peronista” era una región económicamente libre, socialmente justa, políticamente soberana que llamaba internacionalmente a la paz, solidaridad y al respeto de los derechos humanos fundamentales. Sumado a eso, el viaje se apoyó del discurso radial que Perón enunció el 6 de julio de 1947 y que fue oído en más de 1.100 emisoras del mundo. Un tercer factor de la estrategia estaba representado por la visita de Eva a la Confederación Interamericana para la paz y seguridad del continente americano (de la cual emergió el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca), celebrada en Río de Janeiro en agosto de 1947, reunión a la que asistió a oír el discurso del Secretario de Estado Norteamericano, George Marshall. En relación a esto último, siendo la única mujer en el recinto, después de las palabras del Secretario Marshall se hizo un alto para brindar por la presencia de Eva Perón, momento en el que ambos aprovecharon de estrechar sus manos. Resulta importante señalar que en aquel tiempo Argentina y Estados Unidos pasaban por una etapa de tensión en sus relaciones, por una parte, debido al retraso de los trasandinos en incorporarse al bloque Aliado y también debido a la política de tercera posición que los trasandinos estaban emprendiendo en un mundo dividido y convulsionado por la Guerra Fría (Véase también: Ulanovsky et al., 2015).
[6] Primera dama china, esposa de Chiang Kai-Shek, quien ejerció como Mandatario chino entre 1928 y 1975. Mei-ling cursó estudios escolares en Summit, Nueva Jersey y luego en el Wellesley College, especializándose en literatura inglesa y filosofía. De vuelta en Shangai, conoció a su futuro marido y se casaron en 1927. No tuvieron hijos. Entre sus actividades políticas destacó como integrante del Yuan Legislativo; fue Secretaria General de la Comisión de Asuntos Aeronáuticos de China; en 1945 pasó a ser miembro del Comité Ejecutivo Central del Kuomintang. Al esposo lo asesoró como secretaria y traductora. Realizó actividades de ayuda social como la creación de hogares para huérfanos de soldados chinos y estableció la Sociedad Nacional de Mujeres Chinas de Socorro de Guerra. Viajó en varias oportunidades a Estados Unidos y apareció en la portada de la revista Time en tres ocasiones, en razón de sus actividades políticas (Wang, 2019).
[7] Joaquín Fernández estudiando la campaña nacionalista realizada por la revista Zig-Zag en los años treinta, como reacción a la introducción de revistas trasandinas de la talla de Caras y Caretas o de Mundo Argentino, evidencia la circulación de ideas económicas y culturales por medio de ese tipo de publicaciones, Joaquín Fernández, “En defensa de la ‘revista criolla chilena’. Zig-Zag y la industria editorial en tiempos de crisis”(Fernández, 2020).
[8] Consciente de la problemática social del Chile de ese entonces, Sylvia colaboró con esa Oficina. Cuando el periódico Extra la entrevistó, un día antes de que su padre triunfase en las elecciones presidenciales, ella señaló: “En cuanto a mi ‘programa’, para el caso de que papá llegase a la Presidencia, será la preocupación constante de las obras de beneficencia y la cooperación en este sentido, a la iniciativa de mamá”, en Extra, 4 de septiembre de 1946. Otro ejemplo que demuestra la vital preocupación de Sylvia con la causa social que realizaba su madre, aparece en 1948 cuando contrajo matrimonio con Alfonso Campos. La joven aprovechó lo mediático de la ocasión para hacer algo que beneficiara a los más pobres. Considerando que dos años atrás, con motivo del matrimonio de su hermana Rosita, los chilenos habían enviado miles de ramos de flores para felicitarlos y que esos pronto se habían marchitado, ella quiso hacer algo diferente y avisó por la prensa, que quienes quisiesen felicitarles, en vez de flores, enviaran frazadas. Ana Campos ha entregado antecedentes respecto a eso: “Sylvia me pidió un favor. En el matrimonio de Rosita se había dado cuenta de que habían llegado cientos de ramos de flores que a los dos días ya estaban marchitos y había que botarlos. Me dijo que publicara en el diario que en lugar de flores o regalos, la gente enviara frazadas para repartir a instituciones de caridad… Al día siguiente publicamos la petición en el diario y destiné una caja en mi oficina para poner las frazadas... Comenzaron a llegar verdaderos fardos. Una semana después habíamos contabilizado mil y las semanas siguientes ya no cabían en la pieza. Juntamos las más de dos mil frazadas y pedí que llevaran algunas al campamento que había visitado y las otras las repartiríamos entre las familias más necesitadas que ya habíamos contactado a través de la oficina” (Campos, 2019, p. 335).