DOI: https://doi.org/10.19137/la-aljaba-v271-2023-6
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ESPACIO, CUERPO Y LA CONFIGURACIÓN DE MASCULINIDADES PARA ADOLESCENTES IMPLICADOS CON EL NARCOTRÁFICO EN EL GRAN BUENOS AIRES, ARGENTINA.
Space, body and the configuration of masculinities for adolescents involved in drug trafficking in Greater Buenos Aires, Argentina.
Heder Rocha
Becario postdoctoral - Instituto de Geografía Historia y Ciencias Sociales UNCPBA
CONICET-Tandil, Buenos Aires, Argentina
Resumen: El presente texto tiene por objetivo comprender la relación entre el proceso de configuración de masculinidad y la vivencia de espacialidades instituidas por el narcotráfico, para adolescentes varones racializados que en algún momento de su vida estuvieron implicados con esta actividad en el Gran Buenos Aires. Específicamente, el enfoque está dado en comprender cómo los elementos que componen la masculinidad son activados en el marco de performances o conductas que surgen en el grupo de pertenencia y que son activadas en espacialidades instituidas por el narcotráfico. La metodología utilizada esta basada en el análisis del contenido discursivo (Bardin 1977) y el cruce de cada categoría discursiva identificada con un anclaje espacial (Gomes, 1993), como lo propuesto en Silva & Silva (2016) y Autor (2019). Los resultados indican que la violencia física expresada en peleas y el consumo de ciertas drogas surgen en el marco de una especie de performance/conducta que se configura en un ensamblaje entre las espacialidades vividas, las relaciones de poder implicadas, las prácticas cotidianas de los cuerpos y la ‘masculinidad hegemónica’ del grupo de pertenencia.
Palabras Claves: Género; Masculinidad; Violencia; Narcotráfico
Abstract: The objective of this text is to understand the relationship between the configuration of masculinity and the spatialities instituted by drug trafficking. Specifically, the focus is on understanding how the elements that make up masculinity (for a given social group) are activated in a type of “performance” of masculinity that is linked to those instituted spatialities. The methodology used is based on the analysis of discursive content (Bardin 1977) and the crossing of each discursive category identified with a spatial reference (Gomes, 1993), as proposed in Silva & Silva (2016) and Autor (2019). The results indicate that physical violence expressed in fights and the use of certain drugs are linked to a performance or conduct that is configured in an assembly between the lived spatialities, the power relations involved, the daily practices of the bodies and also, the hegemonic masculinity established in the group of belonging.
Keywords: Gender; Masculinity; Violence; Drug Trafficking; Space
Sumario: Introducción. La violencia como performance de masculinidad. El “consumo de drogas” como performance de masculinidad. Consideraciones Finales.
Recibido: 17/10/2022 Aceptado: 07/07/2023
El objetivo del texto es comprender como la construcción de la masculinidad está vinculada con la hegemonía que se establece en un determinado grupo de pertenencia y de cómo este vínculo está configurado a partir de la vivencia de espacialidades instituidas por el narcotráfico en el Gran Buenos Aires. Al trabajar con masculinidades pensamos automática e implícitamente en la propia construcción de género. Como nos advirtió Connel (1995), no intento acá definir la masculinidad sino que mi objetivo es mapear las formas por las cuáles estos jóvenes hombres ejercen la masculinidad, o en las palabras de la autora “llevan una vida imbuida en el género”. Y de qué maneras estas formas de “ser hombre” están vinculadas con las espacialidades instituidas por el narcotráfico, ya que el género (tal cuál las subjetividades) está en constante construcción (Butler, 2000) a partir de sociabilidades atravesadas por relaciones de poder (sujeción, marginación, aceptación, legitimación, etc) (Foucault, 2000) que se construyen desde espacialidades vivenciadas por las personas.
La metodología utilizada consiste en mapear los elementos que componen la masculinidad para cada sujeto y para el grupo entrevistado, para esto utilizo 13 entrevistas en profundidad realizadas con adolescentes auto percibidos como varones, heterosexuales, racializados (ya que solamente en 3 casos se autopercibían blancos) y en su mayoría con ingresos familiares por debajo de la línea de la pobreza (solamente en 3 casos no estaban), todos residentes de partidos que integran el Gran Buenos Aires, Argentina. La tabla 1 presenta el perfil de los sujetos de la investigación:
Tabla 1. Perfil de los adolescentes entrevistados
Apodo |
Edad |
Ciudad |
Etnia/Raza |
Ingreso familiar en $ |
Pobreza Indigencia* |
Leandro |
18 |
San Martin |
Morocho |
60000 |
No |
Maicot |
17 |
Monte Grande |
Morocho |
40000 |
No |
Roberto |
18 |
San Martín |
Blanco |
** |
** |
Chavo |
18 |
Monte Grande |
Morocho |
9000 |
LI |
Guacho |
16 |
Mar del Plata |
Morenito/Blanquito |
5000 |
LI |
Jhonny |
17 |
La Matanza |
Blanco/Colorado |
** |
** |
Dipi |
16 |
La Matanza |
Trigueño |
** |
** |
Gardel |
18 |
José C. Paz |
Blanco |
17000 |
LP |
Polaco |
18 |
Berazategui |
Trigueño |
54000 |
No |
Nico |
18 |
Lanús |
Trigueño |
15000 |
LP |
Charlo |
18 |
Lomas de Zamora |
Blanco |
** |
** |
Topo |
15 |
San Martín |
Morocho |
12000 |
LP |
Pela |
18 |
Garín |
Morocho |
** |
** |
* Para establecer este concepto fue comparado el monto de la renta familiar indicado por el adolescente con lo definido por el INDEC, para la fecha de la entrevista.
** No saben o no informaron.
LP: Bajo la línea de la pobreza y LI: Bajo la línea de la indigencia.
Fuente: Elaboración personal con base en entrevistas y datos del INDEC (2016)
El trabajo de campo llevó al total 15 meses. Luego de diez meses de proceso de aproximación, se dieron las condiciones de aceptación por parte de los adolescentes en tratamiento y fueron accediendo a realizar las entrevistas en profundidad con su correspondiente grabación. En este proceso “Leandro”[1] fue fundamental, pues tenía una ubicación de centralidad en relación a los otros adolescentes, ya que estaba concluyendo su tratamiento y pudo legitimarme frente al grupo. La entrevista con Leandro me permitió desarrollar las otras entrevistas en profundidad.
Las entrevistas utilizadas acá sucedieron en el mes de Noviembre del año de 2017, cuando los sujetos cumplían el tratamiento por policonsumo de drogas como una medida socio educativa en la comunidad terapéutica de El Palomar, en Lomas de Zamora. La mayoría estaba en la parte final del tratamiento, 4 de ellos de hecho estaban transitando los 3 últimos meses. Todos los sujetos entrevistados estuvieron implicados con el narcotráfico en algún momento de sus vidas, en diversos eslabones, ya sea actuando en la venta de drogas, en la defensa de lugares de venta o, directamente trabajando para un “transa” en la entrega de drogas, haciendo mandados diversos, cobrando deudas, etc.
Todas las entrevistas fueron transcriptas de forma literal y sistematizadas a partir de las categorías discursivas identificadas conforme la propuesta de Laurence Bardin (1977) para el análisis de contenido discursivo. En este texto utilizo la categoría discursiva vinculada con la masculinidad para generar los perfiles que, cabe aclarar, no son fijos, estables o definitivos ya que reflejan un momento de la trayectoria de vida de los sujetos y componen más bien, una aproximación o un intento de dar inteligibilidad para la masculinidad. El ‘hacerse’ hombre siempre surge vinculado por otras categorías de identidad (Jackson, 1991) como ‘racialidad’ (Ascher, 2003; Hopkins e Pain, 2007), clase y edad (Mcdowell, 2003), lo que implica en la no existencia de una sola forma (esencializada) de ser hombre.
Se destacan entonces algunos ejes centrales en la configuración de una ‘masculinidad hegemónica’ para el grupo social abordado y que estructuran el propio texto: 1) la ‘conducta violenta’ y la ‘conducta delictiva’ emergen como performances asociadas con la búsqueda de respeto y aceptación; 2) el ‘consumo como prueba’ de masculinidad; 3) el accionar de una identidad del ‘barrio de origen’. Este último es utilizado en conexión con el primer eje, ya que el grupo busca ‘defender el barrio’ o ejercer ‘conductas violentas’ en nombre de una supuesta identidad barrial, para que éste sea ‘el más malo’. De forma secundaria, pero no menos importante surgen otros ejes, como la búsqueda de ‘afecto’ en prácticas homosociales (como visto en Aitken (2012) y Sedgwick, (1985)), la no aceptación de la diversidad de género en el grupo y la cosificación de la figura de la mujer.
Los perfiles de masculinidad que expongo en el texto no hablan de un tipo específico de hombre, pero sí, como expresan Connell y Messerschimidt (2013) una forma por la cual los hombres se sitúan en prácticas discursivas acerca del ser hombre. En esta perspectiva, existen masculinidades que son ‘hegemónicas’, pero no solamente en el sentido patriarcal, o global de dominación de hombres sobre mujeres, pero sí en relación a una configuración hegemónica local y provisoria, sobre lo que signifique “ser hombre” en aquél momento, en aquél espacio y para aquellas personas. A partir de la sistematización de los elementos que constituyen la ‘categoría discursiva’ de la ‘masculinidad’ en la narrativa del grupo social analizado, fue posible reconstruir perfiles específicos que demuestran los elementos activados en el ‘hacerse hombre’ para el grupo de adolescentes varones investigado.
El estudio de la configuración de masculinidades en clave espacial posibilita la comprensión de cómo se establece el vinculo entre performances/conductas vinculadas con el consumo de drogas, la violencia y la muerte, que emergen de la búsqueda de respeto y reconocimiento en sociabilidades vividas en un grupo de pertenencia compuesto por varones cis-héterosexuales. El geógrafo brasileño Fernado Gomes (2014) señala que el cruce entre estas performances de masculinidades violentas, las redes de amistad y la territorialidad del narcotráfico, ubica a los sujetos analizados de forma más favorable a la muerte por homicidio.
Esta característica está presente en las masculinidades de casi todos los sujetos entrevistados, pero es en el caso de algunos[2] que emana con más importancia, configurándose de distintas formas. A partir de un diagrama[3], el gráfico 1 expone los elementos que componen la categoría discursiva de la ‘masculinidad’ para Charlo.
Gráfico 1 – Características que componen la ‘masculinidad’ para Charlo
Fuente: Elaboración personal en base en las entrevistas
Para Charlo la violencia surge como una práctica que le fue enseñada por su padre y es utilizada en la búsqueda de respeto, como demuestran los siguientes fragmentos textuales:
Como el hijo del loco. Mi papá era muy maldito. Lastimaba gente, vendía consumo, conocía todo el barrio, hacía festivales grandes. [¿Y a vos en otros lugares, como te veían?] Como así, ‘Charlo’, ahí viene ‘Charlo’, guarda que viene ‘Charlo’, con respeto. [¿Respeto en relación a qué?] A mi trato, o sea, mi trato con ellos era hasta ahí nomás, no sé, era con violencia, ya sacaba un revólver, era todo amenazarlos y eso hacía que me tuvieran mucho respeto. Como que yo buscaba el respeto. [¿Te gustaba eso?] Sí me gustaba. (Entrevista con Charlo, noviembre de 2017)
Cuándo veía consumido a mi papá, que actuaba con violencia con mi mamá, con mis hermanos y ahí como que fui agarrándome la ‘maña’, de que una vez que salís tengo que defenderme sólo, como que mi papá siempre me lo decía, viste, cuando iba al colegio y me pegaban, yo iba y le decía a mi papá: “mira que me cagaron a palos”, “que esto, que lo otro” y él me decía: “no, sos vos él que tiene que romperle la cabeza”, me enseñaba, a defenderme, con violencia. Bueno, después fui utilizando la violencia en la calle, con el tema este de pelearme con cualquiera en el colegio, no me importaba ya, en el colegio mi secundaria fue un desastre para mí, la primaria también, peleaba con todo el mundo, como que yo quería ser el mejor del colegio, nadie se podía meter conmigo y si lo hacía lo ‘cagaba a trompadas’, capaz que me gustaba pelear, lo buscaba, lo buscaba. [¿Respeto?] Sí, buscaba el respeto. (Entrevista con Charlo, noviembre de 2017)
El segundo elemento más importante en la composición de su masculinidad es la violencia utilizada como práctica en ‘peleas’ en el marco de ‘revanchas’ y ‘rivalidad’ entre grupos de adolescentes de barrios distintos. Ya el tercer elemento más importante es el ‘consumo’ de drogas ejercido como forma de sociabilidad en el grupo de amistades de Charlo. Los siguientes fragmentos textuales sintetizan estas dos problemáticas:
Sí, muchos lugares, muchos, muchos lugares en que me tenían como… como que yo iba a otros barrios, más que nada, iba con un grupo de amigos y siempre me enteraba que habían molestado a un compañero, o lo hacían cagar del otro lado, de la otra ‘villa’ y tenía que ir yo con un grupo de amigos arriba de un coche, con un par de motos y los teníamos que agarrar a los tiros. (Entrevista con Charlo, noviembre de 2017)
Fumaban todos casi, había dos o tres chicos que no fumaban pero estaban tomando alcohol y eso, era como… [¿Y si decías que no, pasaba algo?] No, para nada, sí decía que no, pero mi ansiedad era esa, querer conocer algo nuevo, querer probarlo, ver como se ‘cagaban de risa’, se ‘jodían’ entre ellos y capaz que yo quería estar en la misma, participar con ellos y eso.
(Entrevista con Charlo, noviembre de 2017)
Otros elementos de masculinidad emergen de forma más periférica para Charlo. Es el caso del deseo de tener ‘motos grandes’ (en referencia a la cantidad de cilindradas), de encarar con responsabilidad la paternidad cuando termine el tratamiento, ya que es padre y, por último, la relación problemática con su padre que se expresa de dos formas. Por un lado, el peso de “ser hijo de” y lo que esto representa en el barrio y, por otro, la reproducción de la violencia de género otrora practicada por su padre hacia su madre.
Las mismas características (‘violencia’ y ‘consumo’) de Charlo se manifiestan de forma distinta para Chavo, ya que para este, la primera está relacionada a una trayectoria de vida y la segunda como una prueba de masculinidad, como se expone en el gráfico 2.
Gráfico 2 – Características que componen la ‘masculinidad’ para Chavo
Fuente: Elaboración personal en base en las entrevistas
Para Chavo, la violencia surge como una práctica en el “hacerse respetar”, ya que hay un entendimiento de que el respeto se conquista con una trayectoria basada en una ‘conducta violenta’, que está relacionada con otros elementos complementarios, como la defensa de una identidad vinculada al barrio, a “tener palabra” y coraje. Los siguientes fragmentos son paradigmáticos en relación a este entendimiento de la ‘violencia’ y del ‘respeto’.
(…) recién empezaba con la ‘pasta base’, estaba, como queriendo hacerme ver también, adelante de los demás, acá estoy yo, viste, el tema de querer aparentar, el malo, así. (Entrevista con Chavo, noviembre de 2017)
(…) Pasa que, mirá, te voy a explicar como yo lo entiendo: en la calle uno tiene que, para tener respeto y para que los demás te respeten y que vean que uno vale, tiene que hacerse valer, con la violencia. [¿Entonces ahí se utiliza la violencia?] Se utiliza la violencia. (Entrevista con Chavo, noviembre de 2017)
(…) “el ‘Rey’ se quiere hacer el ‘piola’”, me dicen: “quiere sacarme del lugar” y yo lo veo que viene, le grito, viste, antes de que llegue a la esquina, le digo: “Rey ándate! Porque te ‘agarro’ a balazos, viste, y me dice: “¿vos quién sos?” Y le digo: “yo soy el Chavo”, viste, “yo acá no te quiero ver”. “¿Y vos quién sos?”, “yo vivo acá” le digo, “este es mi lugar”, “yo te llego a bancar e igual yo acá te mato”, le digo, viste. (Entrevista con Chavo, noviembre de 2017)
En el caso del ‘consumo’, como segunda ‘subcategoría’ más importante, surge para Charlo, como una manera de “probar que es hombre”, basado en el coraje de experimentar una droga nueva y en el marco de una ‘masculinidad hegemónica’ que es emanada por el grupo de pertenencia. Es decir, hay que consumir para probar que se es hombre y así ser aceptado por el grupo. De la misma forma, la ‘masculinidad hegemónica’ proyectada por su entorno estigmatiza y no acepta a las sexualidades disidentes; teniendo en el cuerpo femenino un motivo de enfrentamiento armado por su “pose”, como expresan los siguientes fragmentos textuales.
(…) otro pibe que estaba ahí en la conversación, viste, que no era amigo, era uno de los pibes de consumo me empezó a ‘delirar’, viste, “eh que sos, marica”, viste, me empezó a decir así y ahí llega el sobrino de él, viste, ahí empecé otra vez a consumir. (Entrevista con Chavo, noviembre de 2017)
(…) Mirá más que nada yo te voy a explicar, pasa que era discriminación, viste, porque vos… ¿entendés? Estos pibes [que se prostituyen] en la calle y estar al lado de ellos, ¿me entendés? “Andaba con los maricas”, ¿entendés? Como que, un tema todo de discriminación. Toda la sociedad es así. [¿Y había mucha discriminación con estos chicos?] Sí, yo a ellos nada, viste, vos hacés la tuya y yo hago la mía. Los pibes sí, los ‘re bardeaban’ a los chicos, los ‘re deliraban’ mal por su sexualidad, pero, o sea, yo a los chicos no, nada, vos hacés la tuya, si te gusta, problema tuyo, mientras que no me molesten a mí, ¿me entendés? (Entrevista con Chavo, noviembre de 2017)
(…) nos agarramos a los tiros con el otro, porque estábamos locos, drogados viste, yo venía de la esquina de la casa de él, se ‘flasheó’, ‘flasheó’, en el sentido de que alucinó algo que no era, nada que ver, él alucinó que yo me quería quedar con la señora de él, viste, y nada que ver, viste, yo primero quise hablar todo y él me saca la pistola. (Entrevista con Chavo, noviembre de 2017) En el perfil de masculinidad de Chavo surgen algunos elementos nuevos, aunque marginales: el ‘afecto’, el ‘dominio del lenguaje carcelario’ y el saber sobre el funcionamiento del ‘narcotráfico’. Los dos últimos mantienen relación con la trayectoria de vida de Chavo, ya que este vivenció la espacialidad del ‘instituto de menores’ y estuvo inmerso en el narcotráfico, trabajando para el ‘transa’ de su barrio. Entonces el ‘afecto’ surge a partir de la relación establecida con su mejor amigo, que le ofrece contención en un momento de angustia.
De la misma forma que en Chavo, el ‘afecto’ surge para Jhonny vinculado a una forma de sociabilidad con un amigo. Pero para este, no como una búsqueda de contención, sino en la propia ‘conducta violenta’ ejercida de forma conjunta en la ‘calle’, en dónde uno complementaba al otro, como demuestra el siguiente fragmento textual
(…) Yo me sentía yo en la calle. Yo con mi compañero éramos uno solo en la calle. [¿Cómo era eso de “me sentía yo”?] Era yo, tenía ‘pistola’, todo, era yo, me sentía, más que un par, era más que un par de ‘pibes’, yo… me respetaban una banda. (Entrevista con Jhonny, noviembre de 2017)
La ‘conducta violenta’ es un elemento central del perfil masculino reconstruido a partir de la entrevista con Jhonny y, como en los otros sujetos, surge relacionada con la búsqueda de respeto en su grupo y en su barrio a partir del ‘consumo’ de drogas. Pero, la construcción de la masculinidad de Jhonny revela que otro elemento empieza a surgir con más intensidad que el ‘consumo’ de drogas, como demuestra el gráfico 3.
Gráfico 3 – Subcategorías discursivas que componen la ‘masculinidad’ para Jhonny
Fuente: Elaboración personal en base en las entrevistas
En el caso de Jhonny, los ‘robos’ realizados y las representaciones sobre su ‘barrio de origen’ (ligadas a la delincuencia) surgen vinculados con la tenencia y el uso de ‘armas de fuego’, lo que evidencia la eminencia de una ‘conducta delictiva’. Esta forma de ordenar sus prácticas surge como un elemento importante en la construcción de una masculinidad violenta para su grupo de pertenencia. Los siguientes fragmentos textuales son paradigmáticos en relación a la ‘conducta delictiva’ como forma de reafirmar su poder en la búsqueda de respeto.
En el caso de Jhonny, los ‘robos’ realizados y las representaciones sobre su ‘barrio de origen’ (ligadas a la delincuencia) surgen vinculados con la tenencia y el uso de ‘armas de fuego’, lo que evidencia la eminencia de una ‘conducta delictiva’. Esta forma de ordenar sus prácticas surge como un elemento importante en la construcción de una masculinidad violenta para su grupo de pertenencia. Los siguientes fragmentos textuales son paradigmáticos en relación a la ‘conducta delictiva’ como forma de reafirmar su poder en la búsqueda de respeto.
(…) Después, ponele, me pusieron ‘allá arriba’ a mí, después yo ya andaba con chicos que también andaban robando y eso lo ‘re respetaban’ en mi barrio, ponele, mi barrio era lo que más se respetaba, igual que allá, viste, a los transas y ‘cagamos a tiro’ la gendarmería, todo. (Entrevista con Jhonny, noviembre de 2017)
(…) Ahí respetaban a quien tenía ‘fierro’, yo tenía ‘fierro’ y me respetaban todos, ponele. Él que no tenía ‘fierro’, él que no andaba robando era ‘gil’, era así allá, viste. Yo me hacía respetar una banda, a mi familia y a mí. [¿Y utilizaba esas armas para eso?] Utilizaba para que me respeten y para que respeten a mi familia, para que sean respetados, para que nunca se metan en mi casa, nada de eso, nunca robaron en mi casa. (Entrevista con Jhonny, noviembre de 2017)
De forma articulada con las representaciones que recaen sobre el barrio de origen (como el ‘más respetado’ y dónde ‘no se roba’) y vinculada a la ‘conducta violenta’, surgen las subcategorías discursivas ‘anti-transa’ y ‘anti-policía’. Estos elementos están relacionados con la defensa del territorio del grupo social de Jhonny, que coincide con la escala espacial del Barrio. Lo interesante acá es la postura ‘anti-transa’ y ‘anti-policía’ adoptada por Jhonny, ya que ambas están en un mismo nivel de amenaza. Esto evidencia la relación de complicidad de las fuerzas de seguridad en relación a la actividad del narcotráfico en el barrio vivenciado por el grupo social. El ‘consumo’ de drogas también aparece, para Jhonny, pro de modo distinto que para los otros sujetos, ya que no está tan alineado con una prueba de ‘ser hombre’, sino que vinculado con la aceptación por parte del grupo, como afirma en el siguiente fragmento textual.
(…) No, a los que no fumaban les dábamos ‘cachetazos’, les pegábamos. [¿Cómo era eso?] Eran ‘giles’, ponele, claro, los que no se drogaban: “a vos sos un gil”, decíamos, viste, “no querés un porro, un mambo de nosotros”, les decíamos, viste, y ellos estaban ahí. (Entrevista con Jhonny, noviembre de 2017)
Por último, componiendo el perfil de masculinidad de Jhonny están las ‘subcategorías discursivas’ relacionadas a una idea de ‘masculinidad hegemónica’, que está basada en la heteronorma y el patriarcado. Por un lado, las sexualidades disidentes[4] y la prostitución masculina no son aceptadas en el grupo y, por otro, las mujeres son reducidas a objetos, para mantener relaciones sexuales. De forma complementaria, la ‘violación’ debe ser castigada con la muerte. Los fragmentos textuales que siguen ejemplifican estas cuestiones.
(…) éramos ‘re malditos’ también, a los ‘chetitos’, así, viste, de pantalón apretado, los ‘re verdugueaban’, no andan por ahí. (…) [¿Había algún chico que se prostituía?] No, no. A ver, no, porque si había sabía que le íbamos… no paraba con nosotros. (Entrevista con Jhonny, noviembre de 2017)
(…) tenía una novia nomás, pero… ella me seguía a mí por todos lados, yo no me cruzaba con mi novia, era como una ‘guacha’ más, porque, ellas… yo estaba cuándo, ponele, un día de semana que no hacía nada estaba con ella ahí, pero después cuándo me iba al boliche agarraba cualquier otra. (Entrevista con Jhonny, noviembre de 2017)
(…) No, si llegaba a violar lo matábamos de una. Pero nunca pasó eso. Aunque pasó una vez, cuando yo tenía diez por ahí, a una chica del barrio, pero lo hicieron ‘pelota’ a ese, nunca más pasó. (Entrevista con Jhonny, noviembre de 2017)
La hetenormatividad anclada en el patriarcado se expresa en la construcción de un perfil masculino que muestra como ejes constitutivos la representación de la mujer como un objeto para la satisfacción sexual masculina, la abyección y la no aceptación de las sexualidades disidentes en la configuración local de ‘masculinidad hegemónica’. La heteronormatividad expresada en estos términos tiene en Leandro el caso más representativo, ya que la ‘estigmatización de sexualidades disidentes’ surge como la segunda ‘subcategoría discursiva’ más importante, como demuestra la gráfico 4.
Fuente: Elaboración personal con base en la entrevista a Leandro
Juntamente con la ‘heteronormatividad’, surgen las ‘subcategorías discursivas’ de la ‘conducta violenta’ y de los ‘robos’ asociados a una ‘conducta delictiva’, para dar forma al eje central de construcción del perfil de masculinidad de Leandro. Los siguientes fragmentos textuales demuestran cómo la heteronormatividad atraviesa la construcción de las masculinidades para el grupo de pertenencia de Leandro y a él mismo.
(…) [¿Y en su grupo no había chicos que se reconocían como gays o travestis?] No, conocíamos los conocidos del barrio, pero no se juntaban con nosotros. (Entrevista con Leandro, noviembre de 2017)
(…) ¿Pero si los chicos eran gays, ponele? [¿Sí, puede ser, había alguien?] No, nosotros no nos juntábamos con… daba vergüenza, no nos gustaba andar con… los conocía pero porque eran del barrio, pero no nos juntábamos. (Entrevista con Leandro, noviembre de 2017)
(…) lo estoy diciendo y me da cosa, pero ya sé que en realidad era chico y son cosas de chicos, pero no es que a mí me gusten los hombres, porque yo me ‘re castigaba’ mal, me decía: “ya loco, ¿por qué me pasó esto?, ¿por qué hice esto?, ¿por qué le gusto a los hombres?, me decía yo: ¿qué me pasa?
(Entrevista con Leandro, noviembre de 2017)
Las experiencias de homosexualidad en la infancia de Leandro, juntamente con el ‘consumo’ de drogas ejercido como una ‘prueba’ de ‘ser hombre’ y la defensa de su ‘barrio de origen’, constituyen el segundo eje de enunciados de su perfil de masculinidad. Estos dos últimos elementos también están presentes en el perfil de Nico, pero con otra configuración, como expresa la el gráfico 5.
Fuente: Elaboración personal con base en las entrevistas
Para Nico la ‘conducta violenta’ se expresa de forma ligada con las ‘revanchas’ y la ‘rivalidad’ de su barrio de origen para con otros barrios. Ahora bien, el ‘consumo’ de drogas que, si bien surge como búsqueda de aceptación y en el sentido de conquistar un lugar en el grupo, también es practicado como forma de encontrar afecto, o mejor dicho, el consumo de drogas entre Nico y sus amigos también ocurre como forma de sociabilidad, de contención en la cual se encuentra afecto. Los siguientes fragmentos textuales son paradigmáticos en relación a esta problemática.
(…) En los bailes. Ahí cerca de mi casa también hay un barrio, ‘la torre’ le dicen, se llama, tenía problemas con los pibes porque había peleado en el baile, una vez me habían ‘carancheado’[5] entre todos ahí en la plaza cerca de mi casa, me habían pegado mal, me habían ‘paloteado’[6] todo y bueno, estaba lleno de moretones, cuando era más chico, eso fue a los quince. (Entrevista con Nico, noviembre de 2017)
(…) Porque me llamaba la atención, viste, me llamaba la atención el humo que alguien me acercaba, después también para quedar bien con los ‘pibes’, en la esquina, para ya tener mi lugar ahí, empecé a consumir, empecé a comprar mi propia marihuana, con eso empecé primero, con la marihuana, iba ya tenía mi ‘porro’, todo, iba y como que daban un lugar ahí, viste, pero… [¿Eras aceptado?] Era respetado, capaz que conocía gente así a través de la marihuana, iba a la marcha, viste, la marcha de la marihuana que hacen en capital, me iba, iba a muchos lados así. (Entrevista con Nico, noviembre de 2017)
Este último fragmento de la entrevista de Nico, expone como las sociabilidades desarrolladas en las espacialidades de consumo de marihuana lo llevaron a otras posibilidades de vivencias y construcción de subjetividades, inclusive de forma politizada, como la lucha por la descriminalización del consumo de marihuana y su legalización, expresada en la ‘marcha de la marihuana’. Esto evidencia el carácter relacional del espacio como esfera de la posibilidad (Massey, 2012). Por último el ‘no robar en el barrio’ y el interés por tener ‘motos grandes’, confluyen en las ‘subcategorías discursivas’ de Nico, sobre la masculinidad.
El patrón evidenciado hasta aquí empieza a cambiar a partir de las entrevistas con Pela, Roberto y Guacho, ya que surgen nuevas configuraciones locales de ‘masculinidad hegemónica’ en las cuáles otros elementos pasan a ser más importantes que otros, como expresa los próximos gráficos.
Gráficos 6, 7 y 8. Perfiles de masculinidad de Pela, Roberto y Guacho
Para Pela, aunque la ‘conducta violenta’ sea parte del eje principal de las ‘subcategorías discursivas’ que componen su perfil masculino, el ‘consumo de drogas’ deja de ser exclusivamente una prueba de ‘masculinidad’ y pasa a componer una sociabilidad masculina en la búsqueda de ‘afecto’ y en el intento de ser como el hermano. De forma secundaria surge una diversidad de elementos que componen su perfil de masculinidad, pero que se articulan entre sí. El intento de ser un hombre que ‘tiene palabra’, que no entrega a los suyos y que ‘enfrenta a la policía’, surgen como prácticas vinculadas a un sentido de honor. De forma relacionada, el uso de ‘armas de fuego’ (ya sea por la simple tenencia o por el uso efectivo disparando tiros) evidencia una ‘conducta delictiva’ y expone el vínculo del narcotráfico con el tráfico de armas.
El uso de marcas importadas, como ‘ropas nike’ (conjuntos deportivos, sobre todo) surge para Pela como otro elemento que compone su perfil de masculinidad y la ‘corrupción’ en el instituto de menores, que posibilitaba la tenencia de teléfonos adentro de la institución, es representada como una forma de logro. De la entrevista surge, que:
…Iba, me metía en el pasillo y le compraba, ahí empecé a agarrar así y bueno, conocí a un compañero que también me invitó a tomar cocaína, empecé a tomar y me empezó a gustar, me empezó a gustar y ahí empecé a tomar ‘pastillas’ con él y todas esas cosas así y así me fui metiendo, más que nada por mi hermano. [¿Tu hermano te llevaba?] En realidad, capaz que muchas veces él no quería, viste, como que no quería llevarme, pero yo sí quería, yo sí quería y bueno capaz que muchas veces él estaba drogado y capaz que yo me aprovechaba, me iba. [¿Entonces sentías que querías ser como tu hermano?] Como mi hermano, sí. (Entrevista con Pela, noviembre de 2017)
…Los fierros, los empezamos a conseguir por el lado del transa también, al transa yo le dije que me consiga una ‘9 mm’ y me la consiguió, tenía una nueve, después, bueno, me dijo que habían pagado por una ‘Ithaca’, bueno, también, te la compro le dije y me compré una ‘ithaca’ y así, después, bueno. (Entrevista con Pela, noviembre de 2017)
(…) me acuerdo, bueno, yo ya estaba acomodado en el instituto, yo tenía teléfono, tenía todo ya. [¿Y podías tener teléfono?] No, no podía tener teléfono. Lo recibía de los pibes, viste. [¿Pero tenía un arreglo con alguien?] Claro, tenía un arreglo ahí con los pibes, ellos como ya me conocían, me respetaban. (Entrevista con Pela, noviembre de 2017)
La ‘conducta violenta’ que hasta ahora tuvo un lugar central, pasa a ser secundaria para Roberto y Guacho, directamente para este último ya no es enunciada. Para Roberto, la ‘subcategoría discursiva’ más frecuente vuelve a ser el ‘consumo’ de drogas que surge de dos formas: a) consumo de ‘cocaína’ en el sentido de prueba de masculinidad en el grupo de pertenencia y; b) consumo de ‘pastillas’ relacionado con la búsqueda de fuerza y valentía. De forma secundaria, surgen el ‘afecto’ vinculado con las sociabilidades masculinas desarrolladas en el grupo de amigos, la necesidad de ‘concluir el tratamiento’, las practicas ‘homosexuales’ en la adolescencia, la tenencia de ‘armas’ de fuego’ vinculada a una ‘conducta violenta’, pero en este caso de forma marginal. Esta diversidad queda plasmada en la entrevista:
(…) yo estaba con los pibes y era lo que más me gustaba, estar con los pibes, viste. Entonces ahí fui conociendo a todos en la calle, todo el robo, la droga, todo y entonces me empezó a gustar y ahí no me separe más. (Entrevista con Roberto, noviembre de 2017)
(…) con el hermano más grande nosotros antes teníamos así como juegos sexuales, viste, como que nos encerrábamos en la pieza, nos dábamos besos y algunas veces hacía como que me penetraba… no había penetración, pero como que a veces quería haber, viste, era una cosa así y eso como que me ‘jodió’ un montón… [¿Con cuántos años?] Tenía catorce años, quince años. (Entrevista con Roberto, noviembre de 2017)
Digo “¿cómo andás?” y toda la cosa viste, qué se yo. “¿qué onda?”, ‘remal’, viste, entonces me dijeron: “¿qué onda con qué?”. Bueno, me quise bajar y me pegaron, no acordé quien era el pibe, viste. Entonces al día siguiente saqué el arma de mi papá y me fui, lo crucé al hermano más grande y le digo: “tú hermano, esto y lo otro” y le doy un tiro en la pierna.
(Entrevista con Roberto, noviembre de 2017)
El perfil de Guacho es reducido a tres ‘subcategorías discursivas’: el ‘consumo’ de drogas como una prueba, la ‘violación’ representada como inaceptable y los ‘robos’, en relación a una ‘conducta delictiva’ en la búsqueda de respeto y aceptación. También puede estar relacionada con una cohesión de sus representaciones sobre lo masculino o aún, con una infiltración de los elementos que componen su masculinidad por otras ‘categorías discursivas’, como es el caso del ‘consumo’ de drogas y de los ‘robos’, que son centrales en su entrevista y están relacionados con sociabilidades masculinas, que se expresan de la siguiente manera:
(…) Fui con mi amiguito y nos metimos en [una tienda] y sacamos un par de zapatillas y una campera que la vendimos y agarramos mil pesos. Quinientos para cada uno. Nos fuimos a comprar cosas como alcohol, cigarrillo y droga y nos fuimos a la playa. Bajamos a la playa y nos fuimos a drogar, quedamos toda la noche ahí drogándonos, todo el día. (Entrevista con Guacho, noviembre de 2017) [Locales originales removidos]
(…) Empecé con el ‘poxiran’, iba al centro, el primer día que fui al centro conocí un chico que se llama “Javier”, chiquito así, y él me enseño la calle, él vivía en la calle, me enseño a recorrer y me enseño a robar, y yo aprendí de él y nada, después me empecé a manejar yo solito en la calle, comprarme droga yo solito, a ‘afanar’, empecé a conocer muchos amigos. (Entrevista con Guacho, noviembre de 2017)
(…) Andaba robando, sí me gustaba robar, a ‘mechar’, robar, ‘punguear’, robaba cartera, meterme en los locales y robar esas cosas viste, meterme en las cajas, sacarle la plata a la gente. Yo vivía así, afanando ropa en [las tiendas, en los kioscos], robando autos, motos y eso. Mi vida fue así siempre. Siempre el ‘chorrito’, siempre robando. (Entrevista con Guacho, noviembre de 2017) [Locales originales removidos]
Es importante remarcar que Guacho tenía 16 años en el momento de la entrevista. El último fragmento textual mencionado ejemplifica el ejercicio de una ‘conducta delictiva’ en su trayectoria de vida y la incorporación o performance, por no decir, encarnación, del estereotipo del ‘pibe-pobrechorro’. Muchos elementos de la ‘conducta delictiva’ de Guacho fueron aprendidos de un amigo que le enseñó ‘la calle’.
Para el grupo social investigado, “hacerse hombre” se expresa a partir de perfomances de masculinidades configuradas desde la violencia, la ilegalidad y el consumo problemático de drogas. Estas características ganan sentido en la legitimación, aceptación y respeto en sus grupos pertenecientes, mediante el afecto y justamente cuando las representaciones sobre el “hacerse hombre” individualmente, corresponde con la idea de masculinidad hegemónica en el grupo. Los resultados demuestran que algunas conductas consideradas ilegales, como por ejemplo, los robos y el consumo o tráfico de drogas, están más vinculados con procesos espaciales de configuración de género, de que con alguna identidad violenta. Lo que implica en la necesaria y urgente incorporación de la perspectiva de género por parte del poder judicial, ya que el grupo social analizado es objeto de tecnologías disciplinarias mediante los procesos de judicialización.
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[1] Todos los nombres son ficticios y fueron creados por ellos mismos.
[2] Charlo, Chavo, Jhonny y Nico (apodos que se autodenominaron cada uno de los entrevistados)
[3] Los diagramas están construidos por vértices que se refieren a las ‘subcategorías discursivas’ (‘Conducta violenta’, ‘Barrio de origen’ y etc.) y la intensidad con que fueron enunciadas (números de 0 a 6 en este caso).
[4] El límite para la definición de una persona como disidente en el grupo es tan débil que el simples hecho de un hombre cis vestir un pantalón apretado ya es suficiente para encajarlo como tal.
[5] Le dieron una paliza.
[6] Ídem.