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RESEÑAS
Ni una menos en el movimiento feminista de Argentina. María Verónica Piccone (2021), Prohistoria Ediciones, Rosario, 208 páginas.
Como presentación de la obra, deseo dar cuenta de uno de los lineamientos que me parece necesario resaltar antes de cualquier otro tipo de análisis porque habla de la solidez académica y el profundo involucramiento en las luchas feministas de Verónica Piccone.
Destaco su posicionamiento metodológico y la abierta resolución de hablar en primera persona, reconociéndose parte de las miles que sufren violencia, discriminación y del inmenso movimiento feminista que activa, se organiza, planifica, incide y marcha exigiendo más derechos y acceso a los ya legislados. Esta postura ética me parece destacable, irreprochable y políticamente revulsiva con lo que la academia quiere hacer de nosotras: mujeres disciplinadas.
La obra de Verónica enlaza el Movimiento Ni una Menos (año 2015) con la historicidad del movimiento de mujeres y los feminismos, para informar sobre la enorme reverberación comunicacional que ha tenido, las transformaciones culturales que las demandas feministas instalaron en la cotidianeidad y el bajo umbral de tolerancia a las violencias y las discriminaciones de género que hoy vivenciamos en las instituciones.
Su enfoque se nutre de las corrientes interpretativas de los movimientos sociales, resaltando aquellas que poseen un enfoque de género que hacen posible comprender el porqué de la enorme conmoción que implicó el movimiento “Ni una menos” en el feminismo argentino. Para ello retoma los enfoques clásicos de los movimientos sociales, pero también aquellos que se posicionan desde una epistemología feminista con aportes significativos a la comprensión de los movimientos sociales desde análisis contextualizados y particularizados. Rescata los trabajos sobre el movimiento de Derechos Humanos, cuya particularidad es que apuntan su análisis al papel de las mujeres y aborda críticamente los enfoques estructurados en base a categorías viciadas de androcentrismo, es decir de una comprensión de los fenómenos dirigida por una óptica masculina como representativa de lo universal, tal como ha sido señalado por Elizabeth Jelin, entre otras investigadoras de los movimientos sociales.
Caracteriza al movimiento feminista desde una amplia estructura conceptual, pero se fortalece en las diferentes dimensiones analíticas que para Alberto Melucci poseen los movimientos sociales y que derivan de la solidaridad, el conflicto y rompimiento del sistema.
Enlaza la profunda conmoción que ha implicado el movimiento Ni una menos en Argentina con la cuarta ola feminista, pretendiendo superar la visión tradicional de los movimientos sociales centrada en los logros políticos o de transformación de las políticas públicas, para referirse a la mutación de los códigos culturales y su integración a la agenda pública. La autora refiere a aquellas construcciones del orden simbólico completamente naturalizadas hasta hace poco tiempo atrás (aun cuando integran desde mucho antes las demandas del movimiento de mujeres), tales como el lenguaje sexista, la dimensión política que se le otorga al acoso callejero, las múltiples violencias que se ponen en juego en la cosificación de los cuerpos, la carga unidireccional femenina en las tareas de cuidado, por mencionar algunas cuestiones que han pasado de estar latentes a formar parte de los diálogos privados y públicos impactados por el fenómeno del Ni Una Menos.
Por otro lado, resulta significativo pensar al movimiento feminista como un campo de acción en el que se articulan por un lado una dimensión constituida por redes con poca visibilidad (la reflexión y producción de conocimiento académico a partir de la creación e institucionalización de espacios destinados a los estudios sobre mujeres con perspectiva de género en las universidades -esto es un agregado personal pero en línea con el planteo de Verónica-, los Encuentros de mujeres, dispositivos de acompañamientos a mujeres) que nutren, construyen, le otorgan densidad conceptual y estratégica a las acciones de gran visibilidad (como la emergencia del Ni Una Menos). Todo ello pone de manifiesto la retroalimentación del propio movimiento con las tramas urdidas por nuestras ancestras (Alejandra Ciriza 2020) y el impacto internacional del propio movimiento feminista potenciándolo y fortaleciendo acciones colectivas en otras latitudes.
Con el norte puesto en analizar las improntas del Ni una menos en el movimiento feminista argentino, la obra incorpora una reconstrucción cuidadosa de las acciones que antecedieron el Ni Una menos, el rol estratégico del colectivo de artistas, escritoras, periodistas, académicas con un protagonismo indiscutible en el intenso movimiento que se desplegaría el 3 de junio de 2015 en las calles y espacios públicos de nuestro país a partir de la enorme conmoción pública que produjeron los feminicidios, puntualmente el de la adolescente Chiara Páez en el mes de mayo de 2015 en Rufino, Santa Fe.
Verónica sindica a la primera convocatoria por “Ni Una Menos” como un giro o redireccionamiento del movimiento feminista argentino hacia la 4ta ola. Esa cuarta ola del feminismo está asociada con la masividad que toma la denuncia de la violencia machista -puesto el foco en los feminicidios en el caso latinoamericano-, la violencia económica (distribución de las tareas de cuidado, equidad o reducción de la brecha salarial, entre otras manifestaciones), el impacto del uso de las nuevas tecnologías de la comunicación, la mayor interconexión entre grupos de mujeres y feministas, el alto protagonismo juvenil y la transcendencia internacional de los feminismos periféricos -entre otros los latinoamericanos. Otras caracterizaciones aún continúan siendo debatidas y generan tensiones al interior del movimiento, algunas de ellas son: la asociación entre feminismo y anticapitalismo; la ampliación del sujeto analítico del movimiento (mejor expresado: de las/les sujetas políticas) y las interseccionalidades -en otras palabras, el pluralismo al interior del colectivo mujeres.
Algunas otras caracterizaciones del movimiento Ni Una Menos que Verónica nos presenta y que resulta oportuno sintetizar, sin obturar las posibilidades que la lectura de esta obra pueda ofrecer, son: la masificación de las demandas feministas a partir del rechazo de la violencia de género; la importancia estratégica del uso de las tecnologías de la información y la comunicación (fundamentalmente las redes sociales) como modos de comunicar, convocar, alertar y denunciar las diferentes formas de violencias; la potencia convocante y el poder de síntesis del slogan Ni Una menos poniendo sobre el tapete la violencia patriarcal sistemática; la eficacia política del movimiento feminista trastocando lo personal en político; la enorme convocatoria transgeneracional y la presencia de jóvenes y niñas, entre otras.
Finalmente, tal como sostiene la escritora feminista nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie “hay que educar en el feminismo” y la obra de María Verónica Piccone es una herramienta poderosa para quienes transitamos tal camino, para conmensurar las posibilidades abiertas con el Movimiento Ni Una Menos, las articulaciones construidas y los desafíos que nos atraviesan como parte del movimiento feminista.
Mónica Morales
Instituto Interdisciplinario de
Estudios de Géneros FCH – UNLPam