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ARTÍCULOS
LA VIOLENCIA EN QUERÉTARO, UNA MIRADA A VUELO DE PÁJARO
VIOLENCE IN QUERÉTARO, A BIRD'S EYE VIEW
Oliva Solís Hernández y Michelle Reyes
Universidad Autónoma de Querétaro –México-
Resumen: La violencia es, desafortunadamente, una constante en la historia y como tal, posible de ser historiada. Ya otros antes de mí han iniciado ese camino, evidenciando que, pese a los supuestos avances de la civilización, la barbarie persiste de diversas maneras, una de ellas, a través de la violencia cotidiana. En este trabajo, damos cuenta de las múltiples formas de la violencia que se vive, de manera cotidiana, en Querétaro (México), así como los mecanismos a través de los cuales esa violencia es reproducida, de forma normalizada aunque no tan invisibilizada. Se propone que el incremento de las violencias, y sobre todo contra las mujeres, es en parte el resultado de una construcción cultural de las relaciones entre varones y mujeres, en sus múltiples dimensiones, que atraviesa la cultura mexicana.
Palabras clave: Violencias; Mujeres; Cotidianidad; Querétaro (México); Cultura.
Resume: Violence is, unfortunately, a constant in history and as such, possible to be recorded. Others before me have already started that path, showing that, despite the supposed advances of civilization, barbarism persists in various ways, one of them through daily violence. In this work, we account for the multiple forms of violence that is experienced, on a daily basis, in Querétaro (Mexico), as well as the mechanisms through which this violence is reproduced, in a normalized way, although not so invisible. It is proposed that the increase in violence, and especially against women, is in part the result of a cultural construction of relationships between men and women, in its multiple dimensions, that runs through Mexican culture.
Keywords: Violence; Women; Daily life; Querétaro (Mexico); Culture.
Si seguimos la propuesta de Voltaire de que podemos conocer a los hombres y las sociedades por sus costumbres, tendríamos que reconocer que la sociedad mexicana en general y queretana en particular es violenta de muchas maneras. En 2009, uno de los principales representantes de la música ranchera en México sacó una canción llamada “Unas nalgadas”, la cual fue duramente criticada y finalmente sacada de la radio, pues asegura en su letra que la mujer merece unas nalgadas con penca de nopal y otras vejaciones, por ser interesada y traicionera. El movimiento alterado, por su parte, difunde una serie de canciones en donde la violencia (simbólica, verbal, de género) es una constante. Este género musical es ampliamente consumido por los jóvenes, quienes cantan y bailan las canciones en bailes y fiestas (Ramírez, 2012; Solís, 2018 y Solís, 2018a). El movimiento alterado, a su vez, se vincula con el narcotráfico pues muchos de los protagonistas de las historias que cuentan las canciones son jóvenes que “trabajan” en actividades ilícitas. La radio, por su parte, difunde estas músicas y, cuando son prohibidas, como sucedió con el narco corrido en algunos estados de la República Mexicana, la internet ocupó su lugar. Por ahí mismo circulan imágenes y vídeos que dan cuenta de muertes, torturas, amenazas y ejecuciones perpetradas por diversos grupos delincuenciales. Tales imágenes sirven para aterrorizar a la población y para enviar mensajes a los adversarios. También por ahí circula pornografía infantil y muchas otras formas de pornografía, sin que la policía cibernética pueda hacer mella a las diversas industrias que han crecido al amparo de grupos delictivos con alcances internacionales. Los periódicos suelen destinar numerosos espacios a las noticias relacionadas con la violencia. El Universal, por ejemplo, pone como cabeza de nota: “El 1 de diciembre de 2019, el día con el registro de violencia más alto: 127 homicidios”; “Así ocurrió la balacera en Villa Unión, Coahuila, que dejó 23 muertos”; “Veinticuatro horas en México a la sombra de la violencia”; “Reportan seis muertos tras enfrentamientos en Nuevo Laredo”. Otros periódicos de circulación nacional van por la misma tónica: Excélsior dice: “En 2019 crecieron 13.5% los feminicidios de niñas en el país”; “Balean a dos personas en Azcapotzalco”; “Otro feminicidio: Angélica tenía tres hijos y la mataron en Azcapotzalco”; y podríamos seguir enunciando los titulares de las notas que aparecen tanto en la sección de nota roja como en la de comunidad o en editoriales. La violencia ocupa una buena parte de nuestros espacios cotidianos. La televisión, tanto abierta como de paga, también nos muestra la violencia. Hoy, 7 de enero de 2020, amanecimos con la noticia de que, en lo que va de este año, se han registrado en Guanajuato por lo menos 66 asesinatos. Series como Narcos, Rosario Tijeras, Señora Acero, Escobar, el señor del mal o El señor de los cielos, han sido muy exitosas[1] y se han constituido en una fuente de ingresos muy sustancial para sus casas productoras, tal y como se puede ver en las producciones realizadas en los últimos años[2].
La violencia es una constante y se nos presenta de muchas formas, vivimos con ella todos los días, al grado de parecer que es algo “natural”, que así son las cosas, que así es como debemos relacionarnos, hablarnos o incluso amarnos. Pero no debe ser así. La lucha en contra de la violencia y específicamente de la violencia de género también se ha visibilizado. Movilizaciones, marchas, mítines, consignas, canciones, campañas, violentómetros, hastags, son muestra de que una parte de la sociedad está activa, luchando contra la violencia, resistiendo, aunque en el camino se enfrente a nuevas formas de violencia que desacreditan, cuestionan, minimizan y denigran a sus promoventes.
En este contexto de violencia cotidiana y creciente, ¿qué pasa en Querétaro?, ¿qué tipos de violencia se padecen?, ¿qué dicen las estadísticas?, ¿qué los medios de comunicación?, ¿cómo lo vive la población?
Querétaro, la levítica ciudad de tierra adentro
El Estado de Querétaro y su ciudad capital del mismo nombre, está ubicado en el centro de la República Mexicana, a doscientos kilómetros de la Ciudad de México, rumbo al norte. Históricamente ha sido pensada como una ciudad tradicionalista, conservadora y profundamente católica. Esta visión quedó constatada en el nombre que le dio Guillermo Prieto a mediados del siglo XIX: “la levítica ciudad de tierra adentro”, haciendo alusión tanto a su credo religioso como a su ubicación en el camino hacia el norte. Como parte de la construcción de la identidad local se ha destacado la laboriosidad, honradez y moralidad de la población, asumiéndose como una sociedad culta, industriosa y donde “nunca pasa nada”. Esta idea se ha repetido en diversos momentos de nuestra historia, argumentando que, si algo llegara a ocurrir, sería realizado por “gente de fuera”. Esta imagen, difundida ampliamente por los medios de comunicación, ha servido para promover las inversiones en el estado, lo que le ha llevado a ser uno de los 32 Estados de la República Mexicana con mayor crecimiento. Hasta 2017, Querétaro creció a una tasa promedio de 5.8%, muy por encima del promedio nacional (Estrella, 2020). Para mediados de 2019, pese a la desaceleración mundial y nacional, el estado mantuvo altas sus expectativas de crecimiento, promediando un 4.5% (Estrella, 2020). Este crecimiento económico ha sido parejo al crecimiento poblacional. Según datos del INEGI, entre 1990 y 2020 se duplicó la población, pasando de 1 millón a poco más de 2 millones doscientas mil personas (Dinámica Querétaro, 2020).
Sin embargo, el crecimiento del Estado de Querétaro no ha sido homogéneo. La mayoría de la población y la industria se concentra en la zona metropolitana, integrada por los municipios de Querétaro, Corregidora, El Marqués, Huimilpan y los corredores industriales que unen con la Ciudad de México y pasan por San Juan del Río y Pedro Escobedo, así como el corredor aeroespacial que está incorporando al municipio de Colón. El resto del territorio queretano sigue siendo agrícola- ganadero, con énfasis en el turismo, tanto arqueológico como religioso o vitivinícola.
La llegada de personas a habitar el Estado de Querétaro ha hecho que el sector servicios crezca a pasos acelerados. La demanda de escuelas, vivienda, espacios para la recreación, agua, transporte público y servicios en general ha hecho que crezca la mancha urbana, esperando que para el 2030 crezca al doble del tamaño actual (López, 2020). Parejo a este crecimiento ha sido el de la violencia, sin embargo, entre la población persiste la idea de que lo que sabemos respecto de ella es muy poco, sólo lo que los medios muestran pues al Estado no le conviene que se nos presente como un lugar violento porque ello detendría el “progreso”.
La idea de que en Querétaro no pasa nada ha sido una constante en el discurso de los diversos gobiernos estatales, sin embargo, si echamos un ojo a lo que, pese a la supuesta censura, dice la prensa escrita o lo que comentan las personas en sus conversaciones, descubrimos que sí pasan cosas, aunque nos cabe el consuelo de que, pese a ello, estamos mejor que en otros lugares, por ejemplo, que en Apaseo El Alto, (Guanajuato), un pueblito ubicado a 30 kilómetros de la ciudad capital, donde todos los días hay muertos.
La violencia en cifras
Las estadísticas oficiales sobre la violencia en Querétaro señalan que, en el caso de violencia contra mujeres, la edad en donde más se violenta es entre los 21 y los 50 años, siendo la violencia familiar la predominante y los varones conocidos los agresores. Destaca sin embargo como segunda modalidad de violencia la que perpetra la comunidad. Estos datos aparecen como constantes, siendo la violencia física, psicológica y sexual las que tienen mayor prevalencia. Ahora bien, no todas las víctimas de violencia denuncian pues muchas veces, cuando son menores, no son escuchados (as), o se les escucha pero no se denuncia (porque muchas veces pertenecen al círculo familiar) y en los casos en que sí, el agresor no necesariamente recibe un castigo. Milenio informó, recuperando datos del Índice de Impunidad Global, que el 99% de los delitos no son castigados y que, aproximadamente, sólo se denuncia el 7% de los delitos cometidos, ello debido a la pérdida de tiempo, la falta de credibilidad en la procuración de justicia y la falta de sentencias condenatorias (s/a, 2016).
A pesar de que una gran parte de agresiones e injusticias no se denuncian, según cifras dadas por el Reporte de llamadas de emergencia al número 911, durante el primer trimestre del año 2018, las mujeres fueron las principales víctimas de lesiones, homicidios, acoso y/u hostigamiento sexual. Durante este periodo, destacaron 4 mil 204 casos de violencia familiar y 990 casos por violencia de pareja. Destaca también, según los datos del Instituto Queretano de las Mujeres, la violencia en el noviazgo, que se ha revelado como una fuente de violencia invisibilizada, disfrazada de amor y aderezada con control, celos, vigilancia y, en muchos casos, golpes.
Los datos en relación a la incidencia delictiva con perspectiva de género revelan que, en el primer trimestre de 2018 a nivel nacional se registraron 443 mil 417 delitos y, en el caso de Querétaro, existieron 65 mujeres presuntas víctimas de lesiones provocadas de manera dolosa. Los feminicidios también están presentes. Recientemente se publicaron algunas notas que dan cuenta de ello. En noviembre de 2019, en el municipio de Colón (Diario de Querétaro, 2020), fue localizado el cuerpo de una mujer que fue violentada, torturada y muerta por un individuo que había sido su pareja sentimental. En el mismo mes se localizó, a orillas de una carretera del municipio de El Marqués, el cuerpo de otra mujer que fue muerta y a la que se le arrojó ácido (Hernández, 2020). La nota termina señalando que con ese homicidio iban ya cuatro en la semana en el estado, siete en lo que iba del mes, cuatro en contra de mujeres y que sólo dos habían sido resueltos. Al inicio del 2020, otro cuerpo de mujer fue encontrado sin vida en un paraje en Cerro Prieto, municipio de Querétaro, las investigaciones, según reportó el periódico, estaban en curso (Rosales, 2020), pero al poco tiempo desaparecen de los medios y no se vuelve a saber del caso.
A los feminicidios, homicidios, atracos con violencia, violencia intrafamiliar, acoso, se pueden añadir las desapariciones. El periódico 24 Horas publicó una nota en donde el Colectivo Desaparecidos Justicia Querétaro denuncia la falta de apoyo del gobierno a las víctimas de desaparición, así como el afán de consignar a los desaparecidos como extraviados o ausentes. Según este colectivo, en Querétaro, hasta octubre del año pasado había 900 familias que denunciaban tener un desaparecido (24 horas, 2019). El problema se presenta como complejo pues las causas de las desapariciones no son claras y cuando estas suceden, generalmente se asume que tienen que ver con “ajustes de cuentas” relacionados con el crimen organizado.
El lugar que ocupa el Estado de Querétaro en las diferentes mediciones que se hacen relacionadas con la violencia, violencia de género, seguridad, es cambiante, tanto año con año como a lo largo del mismo. Por ejemplo, según INEGI, en 2018 Querétaro ocupó el 7º lugar a nivel nacional, logrando una reducción del 7.5% la incidencia por cada 100 000 habitantes (El Heraldo, 2020). Sin embargo, para enero de 2019 pasó a ocupar el tercer lugar (Newsweek, 2019). Esto se puede explicar porque aumentan los robos de vehículos, casas y a transeúntes, asumiendo que, como hay más dinero, pueden ser mayores las ganancias para los ladrones.
Aunque las llamadas de emergencia al número 911 no son una denuncia ante las autoridades y se trata únicamente de probables incidentes de emergencia con base en la percepción que tienen los/las habitantes, las estadísticas permiten conocer los casos captados por dichas llamadas (Hernández, I. 2018), los cuales están relacionados con violencia intrafamiliar (gritos, ofensas, golpes), robos y accidentes.
Vivir con la violencia
Frente a esta violencia, ¿cómo hace la gente para seguir día a día? Por las pláticas que sostenemos con las personas podemos hacernos una idea. Se asume que la seguridad es parte de nuestra responsabilidad, por ello podemos encontrar desde medidas colectivas hasta personales. En la colectividad, por ejemplo, se localizan puntos que pueden ser de alto riesgo, se pide a las autoridades que se iluminen los espacios, las calles, que se incremente la vigilancia policiaca, que se corten las yerbas en los terrenos baldíos, que se creen nuevas rutas de transporte público, que se incrementen los horarios del transporte, entre otras acciones, pues todo ello, se piensa, puede incidir en la disminución de delitos. Personalmente las acciones van en torno a a qué lugares sí puedes ir y a cuáles no, en qué horarios o en qué tipo de transporte; cómo te vistes (sobre todo las mujeres), con quién te relacionas, tener los números de emergencia en el celular, llevar dos celulares (uno “chafa”, por si te asaltan y el tuyo), no llevar mucho dinero pero tampoco ir sin él, por si te asaltan; en caso de necesitarlo, pedir ayuda en los negocios que han incorporado esta modalidad de apoyo, buscar “taxis seguros”, no salir solo(a), entre otras.
En los lugares donde los niveles de violencia han crecido, el ritmo de la vida cambia. Una joven, habitante de una comunidad sumamente violenta en los límites de Querétaro con Guanajuato me decía: “muy temprano no salgo, ni muy tarde. Después de las 6.30, que los niños salen de la escuela, el pueblo se muere. Nadie sale, así que las compras hay que hacerlas en el día. Ya no hay bailes o fiestas. El pueblo se está quedando vacío. Quien puede, se va, aunque a los que andan en eso, si se van, a donde se vayan los van a buscar. Muchos negocios están cerrando. Yo, por ejemplo, atiendo en mi casa, sólo a conocidos”.
Pareciera que las personas se acostumbran a vivir con la violencia. Todos los días hay muertos, los de muerte natural y los de la violencia e inseguridad. Aparecen embolsados, encobijados, cabezas, cuerpos mutilados, colgados de puentes con letreros intimidatorios, quemados, cuerpos desechados de mujeres, jóvenes, varones, adultos mayores, solos o en grupos. “Te matan por quitarte un peso”, “se empareja una moto y te dispara en plena vía pública”, “llegan al negocio y te balean”, “ya no hay respeto”, “ya no sabes en quien confiar”. Todas estas son frases que escuchamos todos los días. Las novedades ya no son cuántos muertos hubo, sino que no haya muertos.
Si bien es cierto que la violencia ha sido una constante en la historia, historiar la violencia nos permite ver que no es igual en el tiempo, que hay momentos en que disminuye, crece y se transforma. Que la forma en que se piensa y se vive la violencia también cambia. Que estamos acostumbrados a pensar la violencia como algo perteneciente a los pueblos bárbaros, como si nuestra violencia fuera muy civilizada. Quizá nuestra violencia es más sofisticada, más sutil, menos perceptible porque se disfraza en las canciones, en los chistes o en los memes, pero no por ello deja de ser violencia ni por ello deja de preocupar.
La creciente violencia, en todas sus manifestaciones, es un signo de cómo el tejido social se ha estado descomponiendo. Los límites que imponía la moral, la religión o la ley positiva cada vez se diluyen más y pareciera que ni la sociedad ni el estado han sido capaces de frenarla. Frente a ello, sin embargo, seguimos pensando que la educación es la vía, educar en la tolerancia, el respeto a los otros y la diferencia, educar para la paz, es la alternativa, pero ahí está también el reto.
Bibliografía
Notas
[1] Algunas de ellas van ya en la quinta o sexta temporada.
[2] Respecto de las producciones, las empresas a las que vendió y los actores, puede verse Argos, recuperado de https://es.wikipedia.org/wiki/Argos_Comunicaci%C3%B3n