DOI: http://dx.doi.org/10.19137/aljaba-2019-230107
ARTÍCULOS
“MADRE NO HAY UNA SOLA”. MATERNIDADES EN DISCURSOS DE LA PRENSA ESCRITA Y EN LA WEB EN ARGENTINA1
¨There is not only one mother¨ Motherhood as shown by the written press and on the web in Argentina.
Melina Mónaco
Tesista de la Maestría Estudios de las Mujeres y de Género - UNCo
Centro Interdisciplinario de Estudios de Género – UNCo
Resumen: El presente artículo es una primera aproximación a las representaciones sobre las figuras maternales que aparecen en algunos discursos escritos en la prensa y en la web en Argentina. Apartir de los casos seleccionados -tres artículos de diferentes diarios y una página webpodemos ver un abanico de imágenes que van desde la reproducción patriarcal y heteronormativa de “la buena madre” a discursos disidentes de la maternidad cisheteronormativa. Cabe señalar que, en el caso de la prensa, los artículos pertenecen a tres periódicos que vehiculizan intereses y valores de distintos sectores de la sociedad. En consecuencia, los mismos están imbuidos de visiones heterogéneas. Por otra parte, el análisis de la web Lesmadres es el más extenso, considerando que es allí donde se efectúa una crítica más radical al supuesto de la mujer madre heterosexual. Del análisis surge que, junto a discursos que refuerzan la idea de la mujer madre heterosexual, existen otros que ponen en cuestión la maternidad como experiencia universal de las mujeres en un marco de pareja heterosexual y, consecuentemente, el concepto de familia como unidad de reproducción.
Palabras clave: Maternidades; Representaciones; Discursos; Disidencia; Género.
Abstract: This article is a first approximation to which the representations of the figure of the mother are, as presented in written discourses made by the press as well as on the web in Argentina. Based on the selected cases – three articles from different newspapers and a web site- we can see these range between the patriarchal reproduction and the good mother heteronormative and the dissenting opinions of cisheteronormative motherhood. We point out that as regards the written press, articles have been selected from newspapers that have values and follow interests of different sectors of society, so they show heterogeneous positions. In addition, the study of Lesmadres on the web is the lengthiest since it states a radical criticism of the supposed heterosexual mother. The analysis shows there are discourses that strengthen the woman mother concept as well as others that question motherhood as a universal experience in the case of a heterosexual couple, and thus the concept of family as a unit of reproduction.
Key Words: Motherhood; Representations; Discourses; Dissidence; Gender.
Sumario: Introducción. Estereotipos y representaciones sobre la maternidad. Tratamiento del tópico “maternidad” en las publicaciones de Suplemento EntreMujeres, Revista Nueva y Página 12. Una aproximación a las identidades disidentes en la web. Lesmadres: familias comaternales. www.lesmadres.com.ar. Palabras finales.
El fenómeno de “la maternidad” se ha construido sobre una serie de sobreentendidos
que tienen consecuencias sociales que, como mujeres, nos
atraviesan (Mojzuk, 2012). Las siguientes páginas son una primera aproximación
a las figuras maternales que aparecen en algunos discursos escritos
en la prensa y en la web en Argentina, las cuales van desde la reproducción patriarcal
y heteronormativa de “la madre” a los discursos disidentes de la maternidad
cisheteronormativa.
El hecho de que la maternidad corresponda biológicamente a la mujer ha favorecido
que se interpretara de manera esencialista y que se construyera como algo
universal, natural e inmutable, patrimonio exclusivo de las mujeres. Sin embargo,
los estudios feministas sobre las figuras de la madre a través de la historia han demostrado que “el cuerpo materno tiene una realidad biológica pero no tiene significación
fuera de los discursos sobre la maternidad” (Tubert, 1996:36).
Adherimos aquí a una noción de maternidad íntimamente vinculada al concepto
de género, entendido como el resultado de las relaciones y prácticas socialmente
construidas, organizadas alrededor de las diferencias visibles entre los sexos. Así, la
maternidad como categoría analítica puede ser un referente para la crítica al sistema
patriarcal y heteronormativo, el cual evoca siempre una relación que hace referencia
a la tríada padre, madre, hijx. Las diversas formas socioafectivas y sexoafectivas ponen
en cuestión este sistema en el que se sustenta el modelo de maternidad, mujer
madre heterosexual, dando lugar a las disidencias, como las maternidades lésbicas,
que rompen con el binomio esencialista hombre-mujer.
Norman Faircloug (2003) define a los discursos como “diferentes representaciones
de la vida social cuya posición se halla intrínsecamente determinada” (p. 182).
Esto quiere decir que lxs actores sociales en sus diferentes posiciones ven y representan
la vida social de maneras diversas, con discursos diferentes. Y un orden del
discurso es un particular ordenamiento social de las relaciones entre las diferentes
formas de producir discursos. Algunas de estas formas de generar significados son
dominantes y mayoritarias en un orden del discurso, y otras son marginales, de
oposición o alternativas.
En este marco, podemos afirmar que los medios de comunicación contribuyen a
la construcción y reproducción de las formas legítimas de maternidad pero también,
y en particular a través de las redes, se difunden experiencias de maternidades disidentes,
adquiriendo algunas de sus expresiones carácter político.
Como hemos anticipado, procedemos a analizar las imágenes de madres en publicaciones
de la prensa escrita y en la web. Hemos seleccionado artículos del suplemento
EntreMujeres del diario Clarín, artículos de la Revista Nueva (del diario Río
Negro) y de Página 12.También la web www.lesmadres.com.ar2 como ejemplo del
cuestionamiento al orden heteronormativo y a las ideas de maternidad y familia que
este sistema naturaliza, específicamente a partir de cuadernillos informativos sobre
diferentes problemáticas vinculadas a las experiencias maternales lésbicas que allí se
publican.
Amossy y Herschberg (2001) definen a los estereotipos como una imagen colectiva cristalizada sobre los grupos. En nuestra sociedad, la difusión y reproducción de los estereotipos se ve favorecida por los medios masivos de comunicación.
La visión que nos hacemos de un grupo es el resultado de un contacto repetido con representaciones enteramente construidas o bien filtradas por el discurso de los medios. El estereotipo sería principalmente resultado de un aprendizaje social. (p.41)
Los estereotipos son el reflejo de una cultura y una historia y, como tales, nacen y
se mantienen porque responden a las necesidades de dicho contexto. Al estereotipar
a las personas y a los grupos, se les asignan funciones sociales y características como
inmutables. Si nos referimos a los estereotipos de género, en particular, podemos
definirlos “como creencias consensuadas sobre las diferentes características de los
hombres y mujeres en nuestra sociedad” (González Gavaldón, 1999:84).
Por otra parte, la perspectiva feminista en las ciencias sociales “ha puesto de
manifiesto que la ecuación mujer=madre (…) es una representación -o conjunto de
representaciones- producida por la cultura” (Tubert, 1996:7). La maternidad puede
verse entonces como una serie de prácticas discursivas en las cuales se ponen en
juego las elaboraciones simbólicas que la sociedad construye a partir de la diferencia
sexual y de la reproducción biológica (Verea, s/f ).
En nuestra cultura el estereotipo de “madre” alude a un determinado saber hacer
maternal: el instinto materno, la paciencia, tolerancia, capacidad de consuelo,
de cuidado, de atención, protección y sacrificio, entre otras “virtudes”. Esta matriz
representacional contribuye a la oposición en la que el espacio público y el privado
compiten por la atención de las mujeres.
Las representaciones que difunden los medios masivos de comunicación, operan
como un espacio transmisor de experiencias, significaciones, a partir de códigos que
se aprenden en la vida social y que se construyen como un saber cotidiano, que no
es personal, sino constituido por la generalidad de las experiencias de generaciones
anteriores (Raiter, 2010). De esta forma, el impacto de los medios masivos de comunicación
nos remite a los significados culturales de la maternidad, al conjunto
de modelos, normas, prescripciones, valores, creencias, mitos que se construyen a su
alrededor. Estos medios trasmiten y perpetúan una serie de prácticas y estereotipos relativos a la maternidad y ejercen una notable influencia en el modelaje del comportamiento
de las mujeres madres.
Sharon Hays (Castellanos, 2011; Schwarz, 2009; Solé y Parella: 2004) analizó
sistemáticamente el modelo cultural de la maternidad. Su argumento es que en dicho
modelo, la maternidad adecuada adopta la forma de una maternidad intensiva.
Este modelo genéricamente marcado aconseja a las madres invertir una enorme cantidad
de tiempo, energía y dinero en la crianza de sus hijos. Este tipo de maternidad,
según la autora, está incorporado con igual profundidad en mujeres que trabajan en
las tareas domésticas que en las que trabajan fuera del hogar:
En una sociedad donde más de la mitad de las madres con hijos pequeños está trabajando fuera del hogar, uno bien podría preguntarse por qué nuestra cultura presiona a las mujeres para que dediquen tanto de sí mismas a la crianza de los hijos. Y en una sociedad donde la lógica de la ganancia propia parece guiar el comportamiento en tantas esferas de la vida, uno podría también preguntarse por qué el comportamiento de las madres está guiado por una lógica de la crianza generosa. Estos dos fenómenos enigmáticos constituyen lo que llamo las contradicciones culturales de la maternidad contemporánea (Hays, 1998:15, citada en Schwars, 2009:2)
Se evidencia allí una idea sobre el método óptimo de crianza, en teoría, el más
conveniente para lxs niñxs. Las principales características de este modelo son que la
educación -sobre todo en las clases medias y altas- debe centrarse en las necesidades
de lxs niñxs y que éstxs últimxs necesitan gran dedicación de tiempo y esfuerzo. Se
enfatiza en el papel materno y se dirige a las mujeres como las más llamadas a asumir
estas tareas.
Estas ideas se difunden en libros y revistas sobre cómo ser padres y madres, en
revistas “femeninas”, suplementos de diarios, blogs, etc. Las técnicas del saber-hacer
ofrecidas por los medios a partir del “(…) eficaz funcionamiento de un invisible
contrato de lectura entre la industria de la prensa masiva y el público lector segregado
por género” (Chaneton, 2004:70) se dirigen a reproducir y recrear la sobreadaptación
de las mujeres a la doble lógica de exigencia de competitividad en el ámbito
público y de excelencia en los cuidados domésticos y en el seguimiento de lxs hijxs.
Sentidos identitarios de género que las lectoras consumen ávidamente como un modo de encontrar nuevos recursos que respondan a la constante necesidad de reestructurar un saber de sí mismas que continúa atado a la disyunción como figura de una retórica socio cultural de género (Chaneton, 2004:70).
Los tres periódicos de donde se extrajeron los artículos vehiculizan intereses y
valores de distintos sectores de la sociedad. En consecuencia, sendos artículos sobre
la maternidad están imbuidos de visiones heterogéneas.
El diario Clarín es el de mayor distribución del país. Sus lectorxs provienen fundamentalmente
de la clase media y alta y se caracterizan por una ideología conservadora.
Uno de sus suplementos, EntreMujeres, incluye diferentes secciones -belleza,
bienestar, moda, hogar y familia, etc.-. El artículo se titula “Ser mamá y trabajar
fuera de casa: ¿cómo ganarle a la culpa?” (EntreMujeres, 19/05/2015). Está escrito
por una Licenciada en Psicología, especialista en estrés, ansiedad y emoción y se
dirige a las mujeres que son madres y deben volver a trabajar, luego de sus licencias.
Aquí es importante destacar la palabra considerada “autorizada” y legítima sobre el
tema, en este caso, el discurso desde la disciplina de la psicología. Entre los saberes
que han participado en el proceso de legitimación y naturalización del sistema de
género, además del discurso médico, hay aportaciones de la psicología.
“Ser mamá”, el estereotipo de “la madre”, es lo primero que podemos advertir.
Una representación ideal, abstracta y generalizadora. Si bien puede sobreentenderse
que se refiere a una mujer, no se incluye una idea de persona, como si la subjetividad
de quien ejerce la función materna se redujera a ser madre.
En líneas generales, se puede decir que este artículo presenta lo que Lazar denomina
el “Discurso conservador de las relaciones de género” (citada en Moragas, Mogaburo
y Pérez, 2016) como así también al modelo de la maternidad intensiva. En
la publicación se hace referencia en todo momento a la necesidad e importancia de
la presencia de los padres -refiriéndose con esta palabra a madres y padres-. Sin embargo,
reiteradamente contradice dichas referencias cuando, al especificar diferentes
situaciones, asigna a la madre el deber y la responsabilidad de atenderlas.
(…) En función de la edad cronológica y del momento evolutivo, los niños dependen en mayor o menor medida de sus padres. Por ejemplo, al nacer, y durante los primeros meses, depende total y absolutamente de la provisión física, psíquica y emocional de sus padres.(…) Por eso mismo, es fundamental que la madre (…) pueda sostener, cuidar y atender adecuadamente a su bebé (…) Durante el primer año de vida del niño, la presencia de la madre es fundamental. Los bebés necesitan de su principal figura de apego, y no es lo mismo ella que una niñera o una abuela (EntreMujeres, 19/05/2015).
Cabe preguntarse: ¿acaso hay algún familiar con mayor capacidad amorosa que otrx? En el artículo se puede observar el ya referido modelo de la “maternidad intensiva” de Sharon Hays, basado en una madre dedicada a tiempo completo a sus hijos, que se impuso entre las clases medias y altas en occidente. Este estereotipo de la maternidad intensiva sigue pesando y, en consecuencia, generando frustración y ambivalencia. A pesar de que en la práctica cotidiana resulta poco o nada operativo, dado que desde el momento que la madre o las madres se incorporan al mercado laboral, la imposibilidad de cumplir el modelo se hace presente:
Es verdad que los tiempos han cambiado: existe un nuevo modelo familiar, en el cual ambos padres trabajan y se ocupan de la casa y de los hijos. Claro está, que por razones laborales, muchas madres están cada vez más horas fuera de la casa, dejando a sus hijos al cuidado de otras personas (EntreMujeres, 19/05/2015).
Para agregar más adelante: “Cuando las madres regresan de trabajar es importante
que se involucren en la rutina de sus hijos, intentando dejar de lado las preocupaciones
laborales” (Entre Mujeres, 19/05/2015).
Aquí se reconocen, por un lado, los cambios a nivel familiar, en relación a la
inserción de las mujeres en el mercado de trabajo asalariado pero se sigue responsabilizando
a la figura de la madre de las tareas de cuidados. Así mismo, se habla
de la madre “que decide trabajar porque lo necesita”. En esta operación discursiva,
el trabajo asalariado cuenta como una necesidad y no como una opción. Si bien se
expresa una aceptación social de que las mujeres con hijxs pequeñxs trabajen fuera
de la casa, esta situación se justifica en términos de necesidad económica y no de
elección personal. ¿Acaso las mujeres, además de ser madres, no tienen motivaciones
personales, profesionales o laborales? Dice el texto: “Las madres deben resolver, en
su interior, la culpa que les genera el tener que trabajar” (EntreMujeres, 19/05/2015).
El problema de la culpa es reducido a una situación y responsabilidad individual
que, en realidad es social y cultural. La culpa quizás no existiría si en el proceso de
socialización de las personas y en las representaciones sociales existiera una verdadera
responsabilidad compartida entre padres y madres y una presencia estatal. Aquí
también se ve el problema de las tensiones “(…) en la práctica social concreta por
mujeres de clase media que asumiendo nuevo poder en la esfera del mercado laboral, conservan la responsabilidad (y el poder) de las funciones tradicionales.” (Chaneton,
2004:70). Además, se presenta la situación desde una perspectiva de familias “tipo”
-padre, madre e hijxs-, de una maternidad en pareja. ¿Qué pasa con madres cabeza
de familia, o con las familias homoparentales?
Otro de los aspectos que aparece es el del tiempo. “¿Y si me quedo todo el día en
casa?” (EntreMujeres, 19/05/2015). Aunque también se resignifica la idea del tiempo
que las madres deben dedicar a los hijos. Dado que deben trabajar y el problema de
la presencia total no puede resolverse, la especialista argumenta que:
Es importante encontrar un equilibrio entre el tiempo y la calidad que se les ofrece [a lxs hijxs]. No se trata necesariamente de compartir largas horas con el chico, sino de poder estar disponibles psicológica y emocionalmente para responder a sus necesidades (EntreMujeres, 19/05/2015).
La Revista Nueva se edita los domingos y se distribuye en diferentes provincias del país, acompañando a diarios regionales. A las provincias de Río Negro y Neuquén llega a través del Diario Río Negro, de vasta circulación en la zona y de orientación política básicamente radical. El artículo se titula “Imperfectas ¿y qué?” (Revista Nueva, s/f ). En líneas generales, en este discurso hay una pretensión de romper con el estereotipo de la madre ideal, con el ideal de la maternidad como realización personal de las mujeres, con la maternidad asociada a la serenidad, el equilibrio y la estabilidad en la pareja:
Se multiplican las mujeres que se alinean detrás de una nueva maternidad. Portavoces de un discurso con más permiso para el error, buscan cambiar el paradigma de una crianza idealizada (…) A pesar de que se están alzando las voces de las mamás perfectamente imperfectas, aún queda mucho camino por recorrer. Yo recibo cientos de mensajes diarios de madres colapsadas y llenas de culpa porque fallaron en la lactancia, porque deben regresar a trabajar, o porque todos se meten en su crianza y las llenan de miedos (Revista Nueva, s/f ).
Sin embargo, se cuelan algunos resabios de un discurso esencialista de la maternidad, el que resalta “el instinto materno”, el orden de la naturaleza, estableciendo funciones propias desde el orden biológico que, en realidad, son sociales y culturales:
Hay demasiadas reglas sobre el ‘cómo hacer’, y la verdad es que debemos atrevernos a echarlas al bolsillo. La maternidad no se vive con reglas, se vive con el instinto materno que se desarrolla cuando nace el bebé (…) ¿Cuántas mujeres te dicen que el parto fue un espanto? ¡Ninguna! Esto responde a dos motivos: el primero, que culturalmente no se acepta; el segundo, que la naturaleza es sabia y hace que te olvides de ese dolor, porque, de lo contrario, no querrías volver a parir y la naturaleza necesita que seamos fecundas (…) En ese sentido, se está reforzando lo positivo de ejemplificar desde el error, desde la experiencia en primera persona. Es muy valorable que más mujeres se animen a decir en qué se equivocan, qué es lo que les cuesta (Revista Nueva, s/f ).
¿La equivocación en relación a qué modelo? Se sigue situando en el discurso un “modelo ideal” respecto del que se pueden cometer equivocaciones. Otro aspecto con el que intenta romper es con la idea de que todas las mujeres quieren ser madres, la realización de la mujer a través de la maternidad, que ejerce un papel legitimador de la opresión de las mujeres dentro de las relaciones de género.
A pesar de todas las conquistas ganadas, y de estos relatos masivos más empatados con la realidad, hay un deseo que todavía es muy cuestionado a nivel social, cultural y familiar: el de no dejar descendencia. (…) En el paradigma actual, una mujer que no es madre no es mujer del todo (…) quienes determinan no tener hijos todavía se ven obligadas a tener que explicar que no odian a los chicos y que son mujeres normales (…) No somos más mujeres por ser mamás. No somos menos mujeres por decidir no tener hijos. La vida se puede vivir de diferentes maneras (Revista Nueva, s/f ).
Esta misma significación tiene el artículo de Página 12, un periódico de tirada diaria, cuyxs lectorxs sostienen una postura que se caracteriza como progresista. El texto está escrito por una actriz, pero lo hace desde el lugar de un personaje que representa en una obra teatral. El título del escrito es “El mandato de la maternidad-A la hoguera-se deshace de lo que detesta Carolina Suarez”. (Página 12, 02/06/2017). Entre los mandatos que “tira a la hoguera” podemos ver el del matrimonio y el de la maternidad como realización de la mujer. El personaje se llama Reina Capidomonte y dice que “Hace más de trece años que vivo con Claudio Liberto” agregando que, frente a la insistente pregunta de familiares y amigos acerca de si van a tener hijxs o por qué no lxs tienen
(…) cuando les contesto que no quiero tener hijos me miran como si fuera una criminal o como si estuviera enferma de alguna peste altamente contagiosa [y cierra el escrito con la siguiente pregunta:] En pleno siglo XXI, ¿por qué no dejamos de considerar que las mujeres para su realización deben tener un hijo? (Página 12, 02/06/2017)
Estas preguntas surgen del supuesto de que la maternidad es algo natural, fuera
de duda en tanto que deseo de las mujeres. En todo caso podríamos preguntarnos
¿por qué tener hijos?
En definitiva, el análisis del discurso aplicado a la prensa permitió estudiar algunos
“aspectos que hacen a la naturalización social de las representaciones de género
y que permiten buscar, así, la naturalización y aceptación de un orden social
caracterizado por relaciones de poder, desigualdad y dominación social” (Moragas,
et. al, 2016:1). Es en la revista EntreMujeres donde se evidencia con más claridad el
modelo nuclear y heteronormativo y que eleva la maternidad como la máxima aspiración
de una mujer. Por otra parte, se observa que los artículos de la Revista Nueva y de Página 12 producen una tensión con estas ideologías, instalando, al menos discursivamente,
algunas ideas que rompen con las estructuras patriarcales y proponen
otras formas de vivir, enfatizando en la individualidad y la realización personal de
las mujeres más allá de ejercer la función maternal o, directamente, decidiendo no
ser madres.
Podemos pensar a la organización Lesmadres en el marco de lo que Matías Galindo (2011) define como la lucha política de las sexualidades disidentes, entendidas estas últimas como el
conjunto de orientaciones sexuales existentes fuera de los cánones heterosexistas normativos que, a partir de sus variables comportamentales cuestionan conscientemente esa norma, es decir, al conjunto de lesbianas, gays, bisexuales, transexuales, transgénero, etc, con toda su amplia gama de formas de manifestación cultural o grupal de oposición o crítica a las formaciones hegemónicas (p.1)
Se advierte en este grupo organizado de lesbianas una politización en la construcción
de Lesmadres, familias comaternales, como estrategia identitaria contra hegemónica.
Cuando hablamos de identidad no se trata de algo fijo y estático sino de una
identidad situada, es decir, contextual y relacional. Esto implica que las identidades
toman forma dentro de marcos sociales que determinan la posición de los agentes y, por lo tanto, orientan sus representaciones y elecciones. Al mismo tiempo, las
identidades son construcciones que producen efectos sociales. También tienen una
dimensión política, en el sentido de que es un espacio en el que se juega el poder:
la politización de la identidad es la toma colectiva de posición frente a un otro (Galindo,
2011).
Las identidades se construyen en los discursos y “los campos discursivos -sus
enunciados, sus textos, sus medios- pugnan desde sus posicionamientos por el poder
de formar y regular identidades, lo cual hace de la identidad una cuestión ineludiblemente
política” (Galindo, 2011:3). Es un campo de tensiones en el que intervienen
otros discursos como el estatal, educativo, religioso, familiar y de los medios de
comunicación.
A partir de la producción y reproducción de discursos y prácticas, se generan
saberes y mandatos, entre ellos sobre los cuerpos y las sexualidades. En este sentido,
la heterosexualidad se constituyó en una norma obligatoria que, lejos de constituir
una opción, se impuso como naturalmente dada. Monique Wittig (1987) define a
la relación heterosexual como “la relación obligatoria social entre el “hombre” y la
“mujer”” (p. 51) y agrega que
Habiendo planteado como un saber, como un principio evidente, como un dato anterior a toda ciencia, la ineluctabilidad de esta relación, el pensamiento heterosexual se entrega a una interpretación totalizadora a la vez de la historia, de la realidad social, de la cultura, del lenguaje y de todos los fenómenos subjetivos (Wittig, 1987:51).
Por su parte, Adrianne Rich (1980) afirma que “las mujeres han sido convencidas
de que el matrimonio y la orientación sexual hacia los hombres son componentes
inevitables de sus vidas aunque sean insatisfactorios u opresivos” (p.1). Y entiende
a la heterosexualidad como una institución, en tanto norma obligatoria que -lejos
de constituir una opción- se impone a las mujeres como naturalmente dada, como
la imposición del modelo de sexualidad reproductiva como el único que deben conocer
y practicar. Un modelo que conlleva la definición de un cuerpo femenino
siempre accesible a los hombres.
Los cuerpos y las sexualidades que se presentan en relación disruptiva -apartándose
de la norma heterosexual- configuran sujetos de género diferentes-disidentes y
también generan sus propios discursos (Alonso, Herczeg y Zurbriggen, 2009). “La
experiencia de la homosexualidad, en comunión, en un proceso en el que se van
articulando intereses propios frente a intereses ajenos, es el camino de una posible identidad disidente” (Galindo, 2011:5). Entonces, la disidencia -o contrahegemonía-
implica un grado de politización que permite, en este caso a las agentes, reconocer
sus prácticas, además de una diferencia respecto a lo normado. Este reconocimiento
permite la decisión de organizarse, plantear estrategias y viabilizar reclamos
en la esfera pública.
En este sentido, Bomvillani (citado en Galindo, 2011) plantea cuatro aspectos
de la politicidad de la acción, a saber: la organización colectiva, la visibilidad pública
(de sujeto, acción o demanda), el reconocimiento de un antagonista y la formulación
de una demanda o reclamo que adquiere carácter público.
“La “maternalización” forma parte de un entramado de cambios generalizados
en el mundo occidental y en las regiones afines durante los últimos siglos” (Mojzuk,
2012:35). Se trata de procesos complejos que -sin olvidar las particularidades
locales- abarcan transformaciones que incluyen la organización de los Estados y su
papel en la regulación de las relaciones entre los sexos y el lugar otorgado a la familia.
Todo ello implica una serie de legitimaciones en la que participan una variedad
de sectores sociales y discursos como el de la ciencia, la práctica médica, el discurso
religioso, etc.
Así, mientras para las mujeres heterosexuales la maternidad es un mandato social
(un deber), en “las mujeres lesbianas la maternidad no está concebida como una
posibilidad socialmente aceptada.” (Maternidades Lésbicas, 2009:2)
Wittig (1987) y Rich (1980) han contribuido a romper con la creencia universal
del binomio hombre-mujer. Desde su concepción, las maternidades lésbicas desarticulan,
en la práctica, los discursos que plantean a la heterosexualidad como la única
forma de vínculo íntimo y de establecer relaciones erótico afectivas de pareja y de
cuidado de lxs hijxs.
Al mismo tiempo, estas experiencias maternales ponen en tensión la idea de familia
del discurso heteronormativo en el que, (desde los referentes más conservadores)
ésta debe cumplir con la función de la procreación -que sólo es posible entre un
hombre y una mujer-. Al conformar familias y maternidades lésbicas se resquebraja
el modo “legítimo” de constitución familiar.
Aunque en el presente el matrimonio igualitario ha posibilitado la unión legal
entre lesbianas y el reconocimiento también legal de sus hijxs, el Estado sigue normando
sobre lo que “se puede” y lo que no, lo “debido” y no. Las madres lesbianas
no pueden tener la filiación legal de sus hijxs si no están casadas, con lo cual, siguen estando sujetas a un Estado que norma y, con ello, incluye o excluye. Sin embargo,
también puede entenderse al matrimonio igualitario no sólo como una extensión de
los derechos sino como una forma de deconstruir el matrimonio, si se ve en este último
una herramienta privilegiada del heterosexismo. En este sentido, el matrimonio
entre personas del mismo sexo vendría a arrebatar a la heterosexualidad el privilegio
de la legitimidad social, económica y moral (Gimeno Reinoso, 2009).
Lesmadres se presenta en su página con un nosotras en el que se autodefinen como “un grupo de acción política integrado por familias de lesbianas madres y futuras madres que decidimos tener hijas e hijos en pareja” (www.lesmadres.com.ar). Sus reclamos “están orientados al reconocimiento político, social, cultural y legal de los derechos de nuestros niños y niñas, de nuestras familias y de nosotras como lesbianas.” Su objetivo final es -en el marco de una concepción de izquierdas- lograr el respeto de todas las diversidades, para promover una sociedad sin desigualdades de género ni de clases. Aquí podemos apreciar un “nosotras” que actúa como referencialidad en la construcción de acciones políticas, expresadas en una lucha cotidiana por cambios y reformas que faciliten y mejoren la vida de las personas de la comunidad LGTB. Porque
La mayor discriminación es la exclusión del discurso, el destierro de aquello que puede ser dicho: de nosotras, lesbianas mamás, no se habla; de nuestras panzas embarazadas no se habla; de nuestr@s bebés no se habla; de nuestras hijas e hijos no se habla. Por eso es necesario recuperar la palabra. Por eso quisimos compartir lo que aprendimos en nuestras búsquedas en medio de tantos silencios, con la esperanza de facilitar un poco las búsquedas de otras (Maternidades Lésbicas, 2009:1)
Al ingresar a la página web se puede observar como pantalla principal, material
señalado como destacado, compuesto por un cuadernillo titulado Familias comaternales.
Guía para personal educativo (2011) -que veremos en profundidad más
adelante- y una Guía para inscripciones de familias comaternales (2011). También se
presentan dibujos para colorear para niñxs, algunos videos destacados y novedades.
Aquí se anuncia información variada, como el acceso a técnicas de reproducción
asistida, la guía para el reconocimiento legal de familias co-maternales en Argentina, etc. Es una página que, básicamente tiene como finalidad brindar información sobre
familias disidentes de la heteronormatividad.
Nos centraremos en los cuadernillos Familias comaternales (2011), y Maternidades
lésbicas (2009), ya que el cuadernillo Reconocimiento legal de hijos e hijas de
familias comaternales en Argentina es un texto que produjo el Estado y que, en líneas
generales, brinda información acerca de los requisitos para la inscripción de lxs niñxs
en el registro civil. Lo que se destaca aquí es la imposibilidad de las parejas lesbianas
de anotar legalmente a sus hijxs si no están casadas. Asunto que, según se plantea, el
nuevo código civil contemplaría pero que tampoco lo hace.
El cuadernillo Maternidades Lésbicas (2009) es el de más antigua edición. Reúne
información y relata experiencias acerca de las formas de concebir hijxs y de ejercer
las maternidades, en el deseo de compartir con otras mujeres lesbianas que quieren
ser madres y que tienen dudas y preguntas acerca de la concepción biológica, como
así también sobre cómo desenvolverse socialmente, tanto en el vínculo con las propias
familias como en otros ámbitos institucionales.
La discriminación social, legal y política sigue siendo una constante en la vida de las personas GLTB, a pesar de los grandes cambios que se produjeron en los últimos diez años. Cuando las lesbianas queremos ser mamás, enfrentamos discriminación en cada etapa del proceso: amig@s y familiares que se preguntan y nos preguntan si no es malo para l@s chic@s tener dos mamás, médic@s dedicad@s a la fertilización asistida que ignoran todo sobre las lesbianas y nos tratan como si tuviéramos problemas de fertilidad o directamente se niegan a atendernos, obstetras que nunca pensaron que embarazo no es equivalente a heterosexualidad, clínicas y hospitales donde parimos que no están preparados para recibirnos como pareja, leyes (o ausencia de ellas) e instituciones vinculadas a la adopción que nos excluyen como lesbianas de la posibilidad de adoptar (a menos que estemos dispuestas a casi negar que lo somos) (Maternidades Lésbicas, 2009:1).
El texto Familias comaternales tuvo su primera edición en mayo de 2011, un año después de que se aprobara la Ley de Matrimonio Igualitario. Se presenta como un material elaborado a partir de las propias inquietudes y en conjunto con docentes de todo el país. En él se plantea la inquietud de Lesmadres por las vivencias que pudiesen tener sus hijxs en el ámbito escolar, dado que comienzan a insertarse en la escuela. Por ello, elaboran una serie de contenidos que tienen por finalidad informar para evitar la discriminación:
Queridas y queridos docentes: nos dirigimos a ustedes porque nuestros hijos e hijas están comenzando esta hermosa, compleja etapa de sus vidas que es la escolarización. Para nosotras es uno de los primeros ámbitos en el que nos enfrentamos a la preocupación de que nuestras niñas y niños sean tratados con respeto y sin discriminación (Familias comaternales, 2011:5).
Luego de la presentación, el contenido refiere a cómo la legislación educativa nacional contempla la diversidad en todas sus formas, para pasar a explicar que la familia es un concepto cultural e histórico y que, por lo tanto, existen diferentes configuraciones familiares, entre ellas las familias comaternales que “están compuestas por lesbianas que decidimos tener a nuestros hijos e hijas en pareja por lo general mediante técnicas de reproducción asistida o adopción” (Familias comaternales, 2011:7).
En nuestras familias, por lo general, cada niño y cada niña nombra diferenciadamente a sus dos madres: mama y mami, mamu y mami, mamá tal y mamá cual, etc. Para nosotras y para nuestros hijos es muy importante que en la escuela se respeten las formas que elegimos para nombrarnos (Familias comaternales, 2011:7).
También se trabaja la categoría de discriminación, intentando visibilizarla y promoviendo “la igualdad desde las diferencias” ya que
Las personas que integramos la comunidad LGTB (Lesbianas, Gays, Trans y Bisexuales) muchas veces estamos expuestas a situaciones de violencia pública, como la burla y los insultos por nuestra forma de vestir, por nuestros gestos, nuestras amistades o relaciones afectivas. (…) Nuestros niños y niñas también están expuestos a situaciones de desigualdad o violencia por pertenecer a familias integradas por personas LGTB (Familias comaternales, 2011:8).
Esta preocupación por la posibilidad de discriminación de sus hijxs en las escuelas y por la propia discriminación a la que están expuestas permite ver lo que Sedwigck (1998) denomina la epistemología del armario: cada situación nueva, o espacio de inserción implica una nueva “salida del closet” ante un sector de la sociedad que seguramente mirará y juzgará. En palabras de la autora
La terrible elasticidad de la presunción heterosexista significa que, como Wendy en Peter Pan, las personas encuentran nuevos muros que se levantan a su alrededor incluso mientras dormitan. Cada encuentro con una nueva clase de estudiantes, y no digamos ya con un nuevo jefe, un trabajador social (…) levanta nuevos armarios, cuyas tirantes y características leyes ópticas y físicas imponen, al menos sobre las personas gays, nuevos análisis, nuevos cálculos, nuevas dosis y requerimientos de secretismo o destape (p. 92).
En este sentido, lesmadres reflexionan en el cuadernillo Maternidades Lésbicas (2009):
Ser reconocidas o no como lesbianas afecta directamente nuestra vida, nuestros vínculos, nuestro empleo, nuestra integridad física, etc. Por eso, todas tratamos de manejar cuándo, dónde y frente a quiénes somos visibles. Aun cuando seamos lesbianas que vivimos abiertamente como tales desde hace años, todas podemos preferir no besar a nuestra pareja en público, si nos tocó viajar en el tren con la hinchada de un equipo de fútbol, por ejemplo (…) es muy importante antes de decidir intentar un embarazo, examinar en qué medida cada una tiene resuelta su visibilidad y su lesbofobia internalizada, y cómo cambiaría con la llegada de un/a bebé/a en una sociedad patriarcal (p. 11).
Otro de los temas que se trabajan son los estereotipos de género y cómo estos aparecen en la escuela, por ejemplo en las canciones infantiles:
‘El auto de Papá’ es una canción que supone que su familia posee un auto, propiedad del padre y, al estar escrita en primera persona, provoca que todos los niños y niñas que la canten asuman que tienen un papá. (…) el inconveniente no es que haya familias con un papá, la dificultad aparece cuando es la única opción que se plantea (Familias comaternales, 2011:9)
Aquí claramente se pone en juego el orden simbólico, entendido como el conjunto
de reglas inamovibles que se constituyen en el sostén de la vida social y del
acceso de lxs sujetxs a la cultura y al lenguaje (Gimeno Reinoso, 2009). En el párrafo
citado se discute expresamente la familia heterosexual como garante de ese orden
simbólico que se ha instalado como “natural”. En este mismo sentido, podemos ver
los dibujos y juegos para niñxs que se publican: dibujos para pintar y rompecabezas
para armar de niñxs con dos mamás o dos papás, disfrutando de diferentes momentos
de la vida cotidiana, paseos en la plaza, etc. Así mismo, se ofrecen recursos como
videos con canciones que rompen con la idea de la familia heteronormativa.
De lo expuesto en las páginas precedentes, podemos detectar las características de
la politicidad de la disidencia expuestas por Galindo: a. La organización colectiva:
Lesmadres; b. La visibilidad pública: a través de la página web y la información que
difunde; c. Un antagonista: el sistema heteronormativo y d. Demanda que adquiere
carácter público: el reconocimiento de sus derechos y los de sus familias, la no discriminación,
la difusión de la información que adquiere carácter público a través de su
inserción en las redes -en el caso de la página web analizada- y de la acción colectiva
en marchas, festivales, etc.
Los estereotipos de la maternidad son piezas básicas del discurso de género, el
cual habla en función del significado construido a partir de la diferencia sexual y
tiene, entre sus efectos, calificar y fijar funciones para lxs sujetxs en tanto que hombres
y mujeres, situándolxs en un lugar en la sociedad, concebido como un orden
dado, fijo e inmutable. Entre estos lugares se encuentran las figuras de las madres.
Como pudo verse en algunos de los textos analizados, los discursos “científicos” contribuyen
a una construcción de la maternidad que edifica un conjunto de atributos
sobre las mujeres, que se convierten en un saber-hacer que instituye un modelo de
“madre”, encarnado en “la buena madre”.
A pesar de los discursos que refuerzan la idea de la mujer-madre, en los que caben
afirmaciones tales como que el mayor valor de la vida son lxs niñxs, o que propagan
la lactancia materna como el remedio para todo o abandonar gustosamente el mercado
laboral, también existen mujeres que, además de ser madres, ven indispensable
desarrollar su vida profesional, bajo pena de ser acusadas de ser insensibles y de sobrellevar
además la doble jornada de trabajo. Sin embargo, esto también trajo aparejado
un nuevo modelo, el de las madres que lo pueden todo: ser profesional y madre
ejemplar. En todo caso, debemos pensar en maternidades en tanto que mujeres diversas
con experiencias diversas también. Madres solteras, mujeres que deciden serlo
de grandes, mujeres que se inseminan y no quieren tener pareja, parejas lgtb, etc,
complejizan la reflexión. Las diversas formas socioafectivas y sexoafectivas ponen en
cuestión el sistema heteronormativo en el que se sustenta el modelo de maternidad,
mujer madre heterosexual.
Hemos visto aquí que la disidencia sexual se configura como la expresión política
y colectiva de las diferencias sexuales. Política en tanto que, como elemento constitutivo
de toda práctica social, disputa el poder y lo hace a través de acciones de
protesta o movimientos sociales colectivos, que habilitan procesos de subjetivación y experiencias comunes y disruptivos de lo normativizado. En este sentido, Lesmadres
se constituye como una organización de madres lesbianas que se autorepresentan y
reconocen como tales y que, en esa constitución del nosotras que les da identidad
colectiva, encuentran una vía para luchar por la ampliación y reconocimiento de sus
derechos y los de sus familias.
Si bien una página web es un elemento entre muchos otros a los que pueden
apelar, hemos advertido allí cómo su presentación a través de las redes -que se caracterizan
por tener una llegada masiva de la información-, su exposición en sí misma,
se presenta como disruptiva de la heterosexualidad y la heteronormatividad. Desde
visualizar la existencia de relaciones socioafectivas y sexoafectivas que no se condicen
con lo normado, hasta la conformación de familias que rompen con lo establecido
por este sistema heteronormativo, generando significados alternativos a los que impone
el discurso dominante y cuestionando la maternidad como experiencia universal
de las mujeres en un marco de pareja heterosexual y de familia como unidad de
reproducción.
Las experiencias y demandas del colectivo Lesmadres aquí presentadas, son parte
de un compromiso con la lucha por la no discriminación por cuestiones sexogenéricas
(así como a decidir sobre el propio cuerpo) que interpelan a las instituciones
sociales para ampliar la ciudadanía y el campo de los derechos.
Cabe destacar que las consideraciones realizadas son válidas respecto al contenido
de los textos analizados, los que expresan las voces editoriales de tres medios
periodísticos y la palabra de un grupo de madres lésbicas que comunican su punto
de vista a través de la web. Por lo tanto ha quedado fuera de este trabajo el abordaje
del mandato “mujer igual a madre”, así como la valoración del matrimonio entre sujetas
con sexualidades disidentes, y la procreación por procedimientos alternativos.
Notas
1 Consideramos que el lenguaje debe ser inclusivo y evitar tanto el androcentrismo como la dicotomía de géneros. En consonancia con ello, se utiliza la x para referirse a las personas.
2 Aunque la página no se ha modificado desde su visita a principios de 2018, considero que la información publicada es de utilidad para los fines de este trabajo.
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Recibido: 18/06/2019
Aceptado: 30/08/2019