ARTÍCULOS
Belleza y virtud. El mensaje de las tarjetas postales y las representaciones de la mujer en ciudades de la pampa argentina a principios del siglo XX.
Beauty and virtue. The message of the postcards and representations of women in cities in the pampas of argentina at the beginning of the 20th century.
Bibiana Andreucci
Departamento de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Luján
Resumen
Este trabajo aborda las rápidas transformaciones que se dieron en la constitución de un patrón familiar homogéneo y referencial y en la universalización de pautas de la moral sexual femenina entre fines del siglo XIX y principios del XX en el área pampeana. En este sentido, identifica los mecanismos que contribuyeron a que las mujeres adoptaran una moral sexual más rígida que la mantuvieron las mujeres decimonónicas. Las formas estereotipadas de relaciones entre los sexos y el papel pasivo y subordinado de la mujer fueron elementos de las nuevas representaciones. A través del posicionamiento de un “prohombre” de una ciudad pampeana, como “tutor” de las jóvenes locales, manifestado en las treinta y cuatro misivas que escribió entre agosto de 1903 y septiembre de 1904, analizamos las relación entre un “vecino notable “, custodio de la moral sexual de un grupo selecto de jóvenes de su localidad, -que debían actuar como referencia para el resto de las mujeres de la comunidad- las destinatarias y sus familias.
Palabras claves: Mujer; Familia; Virtud; Moral; Ciudades de la Provincia de Buenos Aires.
Abstract
This paper deals about the quick changes in the constitution of a familiar pattern and other topics of female sexual moral, between the late nineteenth and early twentieth centuries. It attempts to identify the mechanisms that led women to adopt a more rigid sexual moral, with stereotyped forms of generic relations and a passive, subordinated role of women. Through a "great man" of Pampas, as a "guardian" of the local young women -as showed in the thirty-four letters written between August 1903 and september 1904- we analyzed the relationships among the “honourable residents" of the community, and the moral principles exalted in the speech.
Key words: Woman ; Family ; Virtue ; Moral ; Buenos Aires cities
Sumario: 1. Introducción. 2. El autor. 3. Las destinatarias. 4. Las tarjetas postales.
1. Introducción
Entre el 23 de agosto de 1903 y el 26 de septiembre de 1904, Sebastián Barrancos escribió los borradores de treinta y cuatro tarjetas postales destinadas a un selecto grupo de señoritas de Chivilcoy –unas pocas eran de pueblos vecinos y otras de Buenos Aires-. El autor, de cuarenta y seis años, hacía más de veinte que estaba casado con Crescencia Risso Patrón, descendiente de un tradicional linaje mercedino1. Padre de familia, comerciante, contador y martillero, Barrancos encarnaba al prohombre público. No sabemos sí escribir tarjetas postales a jóvenes señoritas era su pasatiempo habitual, sí las que llegaron hasta nosotros fueron las únicas que escribió2 y tampoco sí llegó a enviarlas. De lo que sí tenemos evidencia es que durante ese año, Barrancos, con una frecuencia casi semanal se sentaba por la mañana en la biblioteca que tenía en su casa3 e iniciaba la estimulante tarea de escribir misivas y poemas breves, destinados a niñas que prontamente harían su presentación en la sociedad local o a jóvenes próximas al matrimonio.
Este trabajo intenta abordar la relación entre Barrancos, descendiente de un antiguo linaje – era bisnieto de un comandante de fronteras, nieto de un juez de paz (Andreucci, 2008) -, co-fundador de las principales instituciones locales como el Club Social, la Biblioteca Popular, el Hospital Municipal, el Patronato de la Infancia- y miembro de la Corporación Municipal, con mujeres jóvenes de la sociedad local. Nos interesa recuperar el lugar desde el que Barrancos se posicionó como guardián de valores cívicos y morales para escribir metódicamente las misivas. Las tarjetas postales que analizamos se convierten en una fuente interesante porque permiten “espiar” el discurso sobre el sexo, tabú tenazmente reprimido en la sociedad burguesa (Lagunas, 1996). El análisis del discurso de Barrancos nos permite dar respuestas a algunos interrogantes: ¿Porqué un prohombre local debía escribir tarjetas imbuidas de sexualidad a jóvenes con las que sólo lo unían relaciones sociales? ¿Qué efectos de poder tenían estas tarjetas? ¿Qué lazos existían entre el discurso, el placer, la moral de las jóvenes y el poder local? ¿Qué saber se formaba a partir de allí?(Foucault, 2002). En suma, las tarjetas permiten percibir las formas de “control” sexual –y social- que ejercía un hombre público de una ciudad pampeana de principios del siglo XX sobre las mujeres que lo rodeaban.
Nuestro interés esta puesto principalmente en abordar los mecanismos que ayudaron a construir una moral sexual más rígida que la imperante en la primera mitad del siglo XIX, con formas estereotipadas de relaciones entre los sexos, con un papel pasivo y subordinado de la mujer y con la sexualidad restringida al lecho conyugal. Las tarjetas ponen en evidencia que la pareja legítima y procreadora se impuso como modelo, hizo valer la norma, detentó la verdad y retuvo el derecho de hablar – reservándose el principio del secreto-(Foucault, 2002). El único lugar de sexualidad reconocida, fecunda y utilitaria pasó a ser la alcoba de los cónyuges. Este prototipo de la familia burguesa, aparecida en Europa en los años victorianos, llegó a nuestras pampas de la mano del ascenso de la clase media, en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX (Miguez, 1999).
Resulta difícil generalizar respecto a los modelos de constitución familiar, ya que lejos de existir un patrón uniforme, antes, durante y después del tránsito hacia la familia burguesa hubo una gran diversidad, debido a motivos étnicos – por los patrones culturales que traían los inmigrantes-, espaciales – entre familias urbanas y rurales- y sociales – había una gran distancia entre las familias de la élite y la de los sectores subalternos-(Bestard, J. y otros, 2010). A pesar de ello, se puede afirmar que se produjo el pasaje del modelo más libre de moral sexual de principios del siglo XIX, con prácticas que no buscaban el secreto, con palabras que se decían sin demasiada reticencia, con una tolerante familiaridad con lo ilícito, con roles activos de las mujeres en la producción, elevados porcentajes de jefaturas femeninas, alta ilegitimidad en los nacimientos,4 predominio de uniones consensuadas y la convivencia de agregados o de tres o más generaciones en la misma casa (Moreno, J. L., 2004) a otro mucho más rígido. En este sentido, a fines del siglo XIX comenzó a manifestarse la construcción de un modelo que se convirtió en el modelo universal de familia, -transformación que según un agudo observador como Eduardo Miguez se dio más en las imágenes que en las prácticas- y que, él llamó “familia de clase media” (Miguez, E. 1999). Esta resultó ser fruto del proceso de urbanización, de movilidad social, de la diversificación del consumo, del sincretismo étnico, de la escolarización, de la construcción de la identidad nacional y de otros factores presentes en la sociedad argentina finisecular. Miguez consideró que sí bien el nuevo modelo no fue capaz de subsumir en la práctica las profundas diferencias existentes, sí lo hizo en las imágenes y representaciones, logrando que el deber ser de las pautas de conducta tendiera a unificarse para todos los sectores sociales. De ámbitos tan diversos como el estado, la iglesia, la ciencia e incluso desde las intervenciones de hombres influyentes, como el caso analizado en esta oportunidad, se fue construyendo un modelo homogéneo de conducta. Con una nostálgica evocación del pasado, estas nuevas pautas, desde sus inicios, se construyeron como un polo de resistencia frente a los cambios de moral y de conducta que la sociedad finisecular presentaba y que los observadores creían que estaban destinados a socavar los cimientos de la familia y con ellos los de toda la sociedad.
Uno de los vértices de la transformación aludida, se relacionó con el proceso de individuación que avanzó de la mano del ascenso social de los sectores medios y favoreció la aparición del “amor romántico”. Éste exigía la libertad de los jóvenes para elegir como cónyuge a quién su pasión indicara, pero como es lógico, el proceso generó tensiones y de inmediato surgieron voces y presiones tendientes a “controlar” la elección. De este modo entró en tensión la voluntad de racionalizar la selección conyugal en función de objetivos familiares y la libertad de los jóvenes. En las representaciones, la mujer se transformó en el pilar de la moral familiar que era asediada por las costumbres mundanas de una sociedad crecientemente corrompida. Es, en este contexto valorativo, en el que debemos ubicar el rol protagónico de Barrancos, respetable padre de familia, cuarentón, con hijos crecidos y de amplia actuación política, que encarnando valores cívicos y morales, se convirtió en el “consejero” de jóvenes mujeres locales. Las tarjetas postales permiten percibir el discurso moralizante, las apelaciones, las metáforas y la profusión de adjetivos que inundan su lenguaje, pero también oculto en ellas, el deseo sexual reprimido.
2. El autor.
Sebastián Barrancos no fue un escritor reconocido. Sus aspiraciones literarias derivaban de los aires de época que indicaban que los “notables” debían ser cultos, refinados y sensibles. Escribir poesías, editar un almanaque para su casa comercial con consejos sobre la siembra de diferentes hortalizas a la par que cuentos breves, noticias locales y poemas de vecinos, colaborar con periódicos locales ´-y en menor medida porteños- hacían al estereotipo de hombre culto que Barrancos representaba.
Miembro de uno de los linajes más antiguos de la zona- afincados en la Villa de Luján desde 1720 aproximadamente- provenía de una familia muy rica en relaciones, prosapia y honor, pero no tanto en bienes materiales. Él había nacido en Mercedes en 1857 y se educó en la escuela que tenía su padre en la estanzuela familiar a cinco leguas del pueblo. Su madre provenía de otro antiguo linaje, que había accedido a una pequeña enfiteusis. A los catorce años Barrancos se fue a casa de sus tíos en Chivilcoy e ingresó en el comercio. Para aquellos años, esta ciudad, con casi quince mil habitantes, era una de las más pujantes de la Provincia.
“Compartí asiduamente mi tiempo entre el trabajo y el libro, estudiando con empeño a fin de ampliar los pocos conocimientos que se adquirían en las escuelas en aquellos años. Leyendo y estudiando durante más de sesenta años he logrado una cultura intelectual aceptable.”5
Barrancos era un autodidacta y eso lo llenaba de orgullo. La lectura metódica, el esfuerzo, el quitar tiempo a otras actividades para dedicárselo a los libros, la posesión de una nutrida biblioteca, la colección de periódicos locales y nacionales fue lo que efectivamente hacían de él un hombre culto y virtuoso. Pero también en su autobiografía indicó que la pasión por los libros le venía de su padre que “era un hombre ilustrado y gran lector. En mi casa se recibían todos los diarios porteños”. Los Barrancos formaban parte de la élite que había manejado las riendas del poder local desde el poblamiento de la región, hacía más de un siglo. Para estos grupos la formación de la “burocracia moderna” que se desarrolló paulatinamente desde la creación de las municipalidades se convirtió en una importante vía de ascenso social, ya que de éste sector se reclutaban los funcionarios letrados. “Estudie y me recibí de contador público”. Su titulación de contador convalidaba los honores que una profesión liberal suponía. La política era otra de las actividades que dignificaban a los “vecinos notables”:
“En política, desde 1874 me afilié al partido del General Mitre y luego a la Unión Cívica Nacional. Cuando la revolución de 1874 sacudió la provincia fui por mitrista, aunque sólo tenía 17 años. El ser admirador de Mitre me viene por herencia paterna. Mi padre peleo en las batallas de Cepeda y Pavón. Fui nombrado Municipal en comisión y luego Juez de Paz. Ambos puestos los renuncié por no venir los nombramientos de mi partido político. En 1895 y 1896, durante el gobierno de Udaondo, fui Municipal por la Unión Cívica y después comandante militar de este partido hasta 1898.”6
Mitre había logrado desarrollar una amplia red de apoyo político en los sectores medios de la campaña bonaerense como forma de contrarrestar las acciones políticas de Lagos. La UCN y luego la UCR habían sido herederos de esos alineamientos políticos y en ciudades como Chivilcoy, de amplios sectores medios, el apoyo a la causa mitrista había hallado numerosos adeptos.
En 1880 editó un “Almanaque literario”, la primer obra del género impresa en Chivilcoy que reunía trabajos en prosa y verso de autores locales; en 1885 el almanaque “La Argentina” que contenía a la vez propaganda de su casa comercial, noticias y cuentos breves. Avanzado el siglo, con la alfabetización de las masas, los almanaques se fueron diversificando: existieron almanaques especiales para lectores amantes de la literatura, para mujeres, para jóvenes, etc., a la vez que sus tiradas se hacían masivas. Los publicados por Barrancos llegaban a casi todos los hogares de Chivilcoy; ya fuera porque los repartía en su negocio o porque lo hacían los repartidores que recorrían todo el pueblo y sus aledaños, llevando éstos antecesores de los catálogos de ventas. La mayoría de los receptores estaban en la categoría indefinida de “semi-alfabéticos” es decir, apenas sí podían leer notas breves y para ellos estos almanaques fueron el primer contacto con textos escritos. El posicionamiento de Barrancos como un “educador” virtuoso puede ya observarse en éstas primeras ediciones.
2. Las destinatarias.
La galantería de Barrancos iba dirigida a un universo de mujeres que con creces superaba los veinte años. Todas ellas señoritas – según el encabezamiento de las misivas-, la juventud, la edad de merecer piropos y galanteos se había extendido hasta los treinta años. Y, si bien había algunas menores de veinte no puede pasar desapercibida la edad tardía en contraer matrimonio y en dejar de ser vistas como “menores”, en el sentido de necesitar un “guardián” de su moral. Esta suerte de “minoridad femenina” se manifestaba también en que todas vivían dentro de núcleos familiares compuestos por padres y hermanos.
La mayoría tenía residencia urbana – de las secciones 1°, 2° y 4° en las que residían las familias de mayor poder económico- y eran indistintamente hijas de criollos o inmigrantes exitosos, principalmente comerciantes, artesanos, profesionales liberales o labradores.7
Cuadro Nº 1: Destinatarias de misivas de Barrancos. Cuadro elaborado en base a las Cédulas Censales del 2ª Censo Nacional y de Libros Parroquiales.8
Con algunas lo unían vínculos familiares; por ejemplo con su sobrina Cándida Barrancos. Cándida vivía en Mercedes con su madre, de casi ochenta años y con varios hermanos. El mayor que oficiaba de jefe de familia era procurador.
Las identidades sociales de las jóvenes destinatarias se expresaba a través de un estilo de vida, es decir, de prácticas que la élite local delineaba para declarar su existencia social y diferenciarse de aquellos que, que a través de estas construcciones, eran definidos como “los otros”. El remitente y las destinatarias formaban una red de pertenencia e inclusión que buscaba diferenciarse del resto. Muchos de sus padres o hermanos eran miembros del Club Social – institución creada en 1881 de la que Barrancos fue miembro fundador- El edificio ubicado frente a la Plaza Principal y remodelado a principios del siglo XX se caracterizó por la suntuosidad y la exhibición de riqueza. Los bailes de presentación en sociedad que realizaba anualmente el Club tuvieron como protagonistas a varias de las jóvenes destinatarias de las misivas9.
Los “vecinos notables” de los pueblos y ciudades de la región pampeana, partícipes y beneficiarios del fenómeno de expansión agropecuaria, experimentaron profundas transformaciones en sus prácticas y comportamientos (Ghirardi,M.,2008). En ellos – a escala reducida- se estaban generando las mismas tensiones que recorrían la élite porteña. Por un lado, los sectores más tradicionales –del que Barrancos formaba parte- debían amalgamarse con grupos de advenedizos inmigrantes enriquecidos, como eran, en su mayor parte, los padres y hermanos de las destinatarias. La ausencia de grandes fortunas o de largas prosapias en uno y otro grupo facilitó la amalgama. La red que tejió Barrancos a partir de sus tarjetas postales puso en evidencia la necesidad de retener un lugar de prioridad en la sociedad local y para ello era significativo diferenciarse no sólo del resto a través de prácticas que trazaran barreras simbólicas de distinción, sino también constituirse como un grupo social de referencia para el conjunto de la población, es decir como un círculo social, que encarnara virtudes éticas.
4. Las tarjetas postales.
Las tarjetas postales aparecieron en Austria a fines de la década de 1860 y fueron conocidas como “entero postal”, ya que al tener el sello impreso en el anverso, no necesitaban sobre. La utilización del servicio público de correos favoreció su rápida expansión, permitiendo incluso, que aparecieran nuevos circuitos populares de difusión de textos e imágenes. Progresivamente estuvieron al alcance de todos, mucho más que los almanaques y las revistas ilustradas, que fueron consideradas las formas de alfabetización previa. Cartulina de formato rectangular, podía ser de edición oficial o privada (Gereña, J., 2005) y su amplia divulgación supuso un cambio en las forma de comunicación ya que al permitir en el reverso una corta comunicación descubierta y por lo tanto no confidencial, generaron la proliferación de notas breves y en muchos casos vacías de contenido. Las tarjetas postales como otros formatos epistolares se inscriben dentro de los cambios culturales que produjo la extensión de la alfabetización – resultado de la escuela primaria obligatoria- que convirtió en una pauta de status social, el escribir y recibir tarjetas postales.
Las usadas por Barrancos no tenían ninguna ilustración, tan solo en el anverso sus datos personales. Poseer tarjetas personales – y no tener que recurrir a las estandarizadas que se vendían en las librerías- es un indicador de status social. Las que analizamos están dirigidas a mujeres que evidentemente no sólo sabían leer y escribir sino que le otorgaban un elevado valor simbólico a formar parte de esta red de escritoras y lectoras de tarjetas postales.
Las tarjetas postales vienen a completar una labor que Barrancos iniciara tiempo atrás. Convencido de su misión cívica y educadora, en la década de 1880 había publicado un almanaque para su casa comercial, que iba mucho más allá de los requerimientos comerciales de su negocio. La publicación de poesías de los vecinos y de notas de marcado tono cívico y moral excedía con creces la propaganda que las sedas, terciopelos, sombreros y demás productos requerían. Las tarjetas postales escritas a las damas se inscribieron dentro de esa línea.
Los borradores de las treinta y cuatro tarjetas permiten identificar de qué formas, a través de qué canales, deslizándose a lo largo de qué discursos llegaba el control hasta las conductas más tenues e individuales, pero a la vez ponen en evidencia que la conversión del sexo en tabú no supuso dejar de nombrarlo o de hablar de él (Rodriguez Magda, R., 2009). Al contrario, avanzado el siglo XX y a medida que crecía el alfabetismo en los sectores medios proliferó un discurso romántico, imbuido de imágenes eróticas. Y, sí bien hubo una depuración del vocabulario autorizado, se codificó toda una retórica de la alusión y de la metáfora, se filtraron las palabras, se definió de forma estricta dónde y cuándo hablar, los locutores, al interior de qué relaciones sociales, el erotismo se mantuvo intacto.
Las tarjetas muestran dos tipos de estructuras discursivas; unas, muy cortas, eran pequeñas notas de buenos deseos con elementos poéticos; otras, eran verdaderas poesías y generalmente constaban de dos partes. En la primera se hacía una apelación a personajes femeninos de la historia clásica; a diosas, seres mitológicos o reinas. Estas diosas, reinas o mujeres ilustres terminaban menoscabadas frente a los valores o belleza de las damas, a las que iba dirigida la tarjeta, que ocupaban la segunda parte.
Las apelaciones históricas obedecían a la necesidad de mostrar al autor como un hombre culto. A fines del siglo XIX, cuando se organizó el sistema educativo, se incluyó como contenido prioritario el estudio de la historia clásica. Grecia y Roma, en tanto cuna de la democracia y de la república, instituciones muy importantes en momentos en que estaban gestándose las naciones occidentales, ocuparon un lugar importante en la curricula escolar. Las citas de episodios clásicos respondían al estereotipo del hombre culto. Por ejemplo, las siguientes misivas contienen este esquema:
Sritas. Teresa y Helena Badano Chivilcoy,
21 de diciembre de 1903
“María Teresa, la histórica reina y Elena de Troya, la célebre griega ¿Qué son vosotras aquí comparadas? Un poco de polvo que el viento dispersa Escuálidas momias que yacen ocultas, en lechos velados por sombras eternas.
En tanto vosotras lleváis en el alma juventud, esperanza, virtud y belleza, pendiente en los labios la dicha ó la duda O el beso que enciende de amor una hoguera”10
Srita. María Isabel Rivero Gral. Villegas
La historia nos muestra que célebres reinas llevaron tu nombre: María – Isabel Que fueron a un tiempo bellezas o arpías, que dieron la muerte o el placer guerreras o amantes, hicieron jirones el amor, la ambición, el poder, la altivez. En tanto tú vienes sembrando bondades, gentil y virtuosa, templando tu fe, en esa serena y hermosa esperanza que impone a las almas el culto al Deber” 11
De las treinta y cuatro misivas, por lo menos quince responden a esta estructura discursiva, que creemos que buscaba más que nada poner en evidencia la cultura del autor para impresionar positivamente a la dama y su familia. Como hemos mencionado estas misivas se escribían a señoritas que vivían dentro de núcleos familiares en los que había otros hombres: hermanos, padres. Las misivas no quedaban restringidas a la lectura de las jóvenes, sino que éstas eran un vehículo para ingresar al universo familiar. Y, detrás de la galantería del autor estaba la figura del hombre culto que se situaba en un estrato superior frente a los otros hombres de la familia, en su mayoría comerciantes o agricultores inmigrantes enriquecidos, que aspiraban a formar parte de la élite local pero que veían en Barrancos, el hombre culto, que podía arrogarse el derecho de tutor de la juventud local.
Para aquellos años, chivilcoyanos como el poeta Ortiz, Antonio Bermejo y Leopoldo Díaz, habían tomado contacto en París con escritores modernistas, convirtiéndose en los referentes de este movimiento en Argentina. Barrancos no podía estar ajeno a esos desarrollos, por eso, su estilo caracterizado por la nostalgia, los excesos decorativos y el esplendor verbal, provendría en parte de la empatía que escritores de formación más reconocida que la suya le generaban. La exaltación al trabajo rural y la conjunción entre el hombre y la naturaleza tanto en su belleza como en la sujeción a los ciclos naturales y a la labor de la tierra, fueron temas recurrentes de unos y otros. Y, las misivas que apelaban a estos recursos, muestran como las anteriores, el juego entre la naturaleza soberbia y magnifica, el cosmos inmortal y sublime por un lado y por el otro, la belleza y los valores femeninos, pasibles de recibir la misma adjetivación.
Srita. Cándida Barrancos
Mercedes, 12 de marzo de 1904
La noche es semejante al destino del hombre, ambas tienen brumas oscuras en el confín del horizonte, pero la una tiene también estrellas brillantes que le dan soberbia Y la otra tiene amores y esperanzas que le hacen vislumbrar la belleza inmortal de la vida12
Srita. María Rizzo Patrón
Chivilcoy, 7 de enero de 1904
La lontananza de la vida es semejante a la lejanía de los mares las nieblas azules en los días tranquilos y grises en las borrascosas ciñen al horizonte con una faja sombría; allá dónde se dan un perpetuo abrazo la luz y la sombra, la alegría y el dolor”13
Otro de los tópicos que aparecen en las tarjetas es la cuestión de la patria asimilable al hogar. Así la mujer guardiana del hogar era por equivalencia guardiana de la patria. La mujer era depositaria de los valores morales de todo el grupo familiar. Sobre el cuidado de las mujeres de la familia, principalmente las jóvenes y solteras, aunque también a las viudas, descansaba el honor de la familia. Pero la retórica florida de Barrancos realizó otro deslizamiento; una mujer virtuosa no sólo será una buena madre y esposa, sino también el cimiento sobre el que descansará la sociedad. La lectura de que la corrupción propagada por el materialismo recorría la sociedad y que debía encontrar un límite en la regeneración moral fue un diagnóstico extendido por aquellos años (Losada, L., 2005). El honor asociado a la virtud, la respetabilidad definida por la honestidad y el culto al trabajo fueron delineándose como conceptos o nociones que marcaban comportamientos socialmente prescriptos para los sectores medios de las ciudades de la campaña.
Srita. Magdalena C. Elgoyhen
Chivilcoy, 25 de diciembre de 1903
“La historia nos dice que fue Magdalena la bella extraviada nacida en Magdala que fue redimida por alta justicia dejando un sendero de orgía y escándalo Más tú Magdalena, nacida en mi patria tan linda y esbelta llena de nobles virtudes, la mente de sueños de amor puro y casto el hogar donde poses la planta será de la dicha sendero encantado.”14
Srita. Teresa E. Báncora
Chivilcoy, 15 de julio de 1904
Tan bella y pura como estas violetas esta hoy tu alma virginal, oh Teresa! Consérvala siempre así, para que en la familia, en la sociedad y en tu patria seas una espléndida belleza argentina15
La educación de las mujeres en disciplinas apropiadas al género es otro de los tópicos de las tarjetas. La mujer ociosa se convirtió en un verdadero problema. A la mujer había que atribuirle obligaciones conyugales y maternales que en lo posible fueran tan intensas y acobardantes que la dejaran extenuada, nerviosa, histérica, alejada del mundanal ruido. La madre angustiada, “llena de vapores” constituye según Foucault la histerización del cuerpo de la mujer y sí bien no se observa en el discurso de Barrancos una posición tan extrema, yendo más bien por el camino de lo bello, lo grato y lo erótico, es sin dudas la nueva concepción de la mujer hacendosa, a la que no estuvieron ajenas las destinatarias de las misivas, la que llevada a su extremo terminaba encerrando a la mujer en un castillo de cristal: su hogar.
Para Barrancos, el diálogo fecundo que puede tener una mujer educada, fina y sensible va a ser no sólo enriquecedor para el hombre sino un beneficio para la familia y la sociedad. La música, el arte y la docencia eran las disciplinas en las que debía abrevar la educación femenina. El modelo de familia de la clase media urbana, constituida por las primeras generaciones de argentinos, hijos de inmigrantes, que habían logrado el ascenso social y que mantenían aspiraciones de mayor bienestar, no contemplaba el trabajo femenino, salvo en el magisterio. Como señala Moreno (2004) en el período coincidente con la inmigración masiva, la mujer sufrió un fuerte proceso de “maternalización”. Para este autor, comenzó a confundirse conceptualmente el ser mujer y madre; y atributos como la feminidad y la maternidad se fueron extendiendo a distintos planos de la vida social y a prácticas científicas y políticas. Surgió así un campo en el que se materializaron distintas políticas y visiones de la mujer, que de algún modo se apoderaron del cuerpo femenino, avanzando sobre su espacio íntimo, privado, para transformarlo en público y formar parte de la órbita de actuación del estado. Las misivas de Barrancos no hacen hincapié en la maternidad, ni siquiera la mencionan; en ellas predomina la exaltación de la belleza, la pasión y el erotismo.
Srita. Celia Celery
Chivilcoy, 28 de julio de 1904
La música, la poesía y el amor forman una trinidad soberana que levanta los corazones, dignifica los sentimientos y embellece las aspiraciones de la juventud.16
Srita. Delia Moras de Benítez
Chivilcoy, 31 de julio de 1904.
La belleza de las aguas cristalinas, cruzada por naves ligeras, destacadas sobre un fondo de nubes lejanas, es semejante a las ondas del tiempo, a través de las cuáles para nuestra vida, con su cotejo de ilusiones, reflejando el prestigio de una fina educación y de un alma llena de virtudes.17
Por último, en otras misivas se observa un tono más erótico, en las que hay un posicionamiento basado en el deseo y la pasión y sí bien las metáforas, los recursos poéticos actúan como hipérboles, planteando el deseo en otros planos, éstos no se esconden, al contrario se hacen explícitos. En éstas, el cuerpo de la mujer está íntegramente saturado de sexualidad.
Ahora bien, ¿cuál era la actitud de las jóvenes y de los demás hombres de la familia al recibir notas tan llenas de pasión? La moral que comenzó a difundirse a fines del siglo XIX, no excluía la pasión ni la sexualidad de las relaciones amorosas sino que tan sólo las pautaba orientándolas a ámbitos más íntimos. La intimidad pautada, rígida y estereotipada fueron elementos constitutivos de las nuevas relaciones entre sexos.
Srita. Herminia Castagnino
Chivilcoy, 12 de diciembre de 1903.
“El beso es la expresión de ese lenguaje que hablan, todos los seres humanos, de distintas razas y religiones y que sólo lo comprenden en las sublimes palpitaciones del amor.”18
Srita. Enriqueta Zabaleta
Chivilcoy, 11 de noviembre de 1904
En las horas silenciosas cuando el cuerpo descansa y el espíritu se eleva a las regiones de ensueño, en la imaginación del hombre se perfilan los contornos delicados de una mujer simbolizando el supremo ideal de la felicidad terrena, que flota en giros voluptuosos a nuestro alrededor.19
Srita Emilia Martignone
Chivilcoy, 25 de agosto de 1904
“Alguien ha dicho que la vida es un punto perdido entre dos eternidades, pero ese instante fugaz basta a los seres humanos para gozar de todas las dichas sublimes del amor”20
En síntesis, las transformaciones que se dieron en el ámbito de la familia a fines del siglo XIX y comienzos del XX y que condujeron a pautas más rígidas de constitución familiar, basadas en el matrimonio y no ya en uniones consensuadas y en consecuencia a un marcado descenso de la ilegitimidad en los nacimientos, supusieron además un rol pasivo de la mujer en las actividades económicas a la par que el hombre pasó a ocupar el lugar de “ proveedor” de los bienes materiales y simbólicos que la familia necesitaba. Pero como bien señala Miguez, estas transformaciones fueron más en las imágenes que en la realidad. Un estereotipo de familia, conocida como familia de clase media o burguesa se impuso sobre los otros modelos. La aparición del “amor romántico” que suponía la libertad de los jóvenes para elegir la pareja según la pasión, se extendió primero en las familias de clase media, dónde los bienes a testar no eran cuantiosos, sino que eran las actividades liberales, la educación o el comercio – todas ellas actividades que ponían de manifiesto el proceso de individuación - las preponderantes a la hora de garantizar los recursos materiales que la nueva familia requería. Esta transformación supuso un largo proceso en el que distintas instituciones, el gobierno, e incluso hombres como Barrancos tuvieron un rol activo.
Sebastián Barrancos fue el prototipo del hombre público de los pueblos y ciudades de la región pampeana. Proveniente de una familia criolla de larga prosapia, educado, miembro de la Corporación Municipal, Juez de Paz, masón y profesional tenía todos los atributos para convertirse en un controlador de la moral sexual femenina. El esfuerzo por controlar la sexualidad femenina, para regirla mejor y enmascarar lo que pueda tener de indiscreto se percibe en las tarjetas. La estimulación de los cuerpos, la intensificación de los placeres, la incitación al discurso, el refuerzo de los controles se encadenan unos con otros y se perciben en el posicionamiento de Barrancos. Es en la familia burguesa, en dónde la sexualidad se ancla. Por eso, ésta ha pasado a ser el lugar de los afectos, de los sentimientos, del amor y por ende el foco más activo de la sexualidad. La familia burguesa dependió entonces, de una férrea moral femenina. Y, las treinta y cuatro tarjetas postales que Barrancos escribió entre agosto de 1903 y septiembre de 1904, lo presentan como un actor con autoridad reconocida no sólo por las mujeres destinatarias sino también por los hombres de esas familias. El encarnaba la voz cantante de un deber ser femenino construido desde una óptica masculina. Con un tono caracterizado por los excesos decorativos se dirigió a las jóvenes chivilcoyanas, indicándoles los valores que debían seguir. Sin embargo, también mostró que el amor voluptuoso, la pasión y lo erótico, lejos de estar erradicados en el nuevo modelo familiar, estaban sólo sublimados en una lenguaje impregnado de poesía.
1 Autobiografía de Sebastián Barrancos. Colección Barrancos del Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy.
2 En la Colección Barrancos hay borradores de treinta y dos misivas breves, escritos por Sebastián Barrancos entre agosto de 1903 y septiembre de 1904. Algunos borradores están en papel de carta y otros ya están pasados a las tarjetas postales.
3 Barrancos manifestó en su autobiografía que era muy disciplinado y todas las mañanas escribía o leía en su biblioteca.
4 Los bautismos efectuados en las parroquias del Estado de Buenos Aires en 1855 ponen de manifiesto la elevada ilegitimidad que había en la campaña bonaerense. Bautismos en la campaña.1° semestre de 1855.
5 Autobiografía de Sebastián Barrancos. Colección Barrancos del Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy.
6 Ibídem.
7 AGN (Archivo General de la Nación) Cédulas censales del 2° Censo Nacional (1995).
8 Ibídem y Libros Parroquiales de la Iglesia Nuestra señora del Rosario de Chivilcoy.
9 Edición extraordinaria del centenario de Chivilcoy, 1954.
10 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
11 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
12 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
13 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
14 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
15 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos
16 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
17 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
18 Ibídem.
19 Ibídem.
20 Archivo Histórico Municipal de Chivilcoy – Colección Barrancos.
Bibliografía
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Recibido: 7 de junio 2014.
Aceptado: 21 de julio 2024.