Las ciencias ambientales y la construcción de conocimiento dentro de los desafíos actuales
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SEMIÁRIDA, Vol 35, Supl. Julio - Diciembre 2025. ISSN 2408-4077 (online), pp. 193-197
NOTA
Las ciencias ambientales y la construcción de conocimiento dentro de los
desafíos actuales
Solimano, Patricio José
1@
, Guidi Catalina
1
, Buglione Rodriguez, Fiorella
2
y Lang Ariana
Caren
1
1 Universidad Nacional de Río Negro. Centro de Investigaciones y Transferencia de Río Negro. Viedma, Río Negro, Argentina.
2 Consultora ambiental. Viedma, Río Negro, Argentina.
@ psolimano@unrn.edu.ar
Recibido: 21/08/2025
Aceptado: 10/09/2025
Resumen. Las crisis socioambientales del siglo XXI revelan los límites de una tradición científica que mantiene
la separación entre naturaleza y sociedad. Esta dicotomía, heredada del pensamiento moderno, ha fragmentado la
producción de conocimiento e impedido comprender los procesos ambientales en su complejidad. En este contexto,
las Ciencias Ambientales no pueden reducirse a la suma de disciplinas ni a técnicas de evaluación de impactos,
sino que requieren afirmar un campo autónomo de saber. La tarea central es repensar la forma en que se construye
conocimiento, superando la neutralidad pretendida de la ciencia “normal” y reconociendo la pluralidad de saberes
y valores que atraviesan los conflictos ambientales. De este modo, lo ambiental se constituye como un espacio
crítico de reflexión y acción, donde la interdependencia entre lo social y lo ecológico exige marcos propios. En
conclusión, el reto es consolidar una epistemología ambiental capaz de desbordar las lógicas modernas, afirmar la
autonomía del campo y contribuir a futuros sostenibles y habitables para comunidades y territorios.
Palabras clave: pensamiento complejo; sistemas socioecológicos; epistemología ambiental; coproducción de
conocimiento; transdisciplina.
Abstract. Environmental sciences and knowledge construction within current challenges. The
socio-environmental crises of the 21st century reveal the limits of a scientific tradition that maintains the separation
between nature and society. This dichotomy, inherited from modern thought, has fragmented knowledge production
and hindered the understanding of environmental processes in their complexity. In this context, Environmental
Sciences cannot be reduced to the sum of disciplines or to impact assessment techniques, but must affirm
themselves as an autonomous field of knowledge. The central task is to rethink how knowledge is produced, moving
beyond the supposed neutrality of normalscience and recognizing the plurality of knowledges and values that
traverse environmental conflicts. In this way, the environmental field becomes a critical space for reflection and
action, where the interdependence of the social and the ecological demands specific frameworks. In conclusion, the
challenge is to consolidate an environmental epistemology capable of transcending modern logics, affirming the
autonomy of the field, and contributing to sustainable and habitable futures for communities and territories.
Key words: complex thinking; socio-ecological systems; environmental epistemology; knowledge co-production;
transdisciplinarity.
Los desafíos ambientales del siglo XXI -crisis climática, pérdida de biodiversidad, degradación
de ecosistemas, conflictos por recursos naturales- han evidenciado los límites de los enfoques
académicos fragmentados que históricamente dominaron tanto las ciencias naturales como las
sociales (IPBES, 2019). La persistente dicotomía entre naturaleza y sociedad, arraigada en el
pensamiento moderno (Escobar, 2014), ha generado desde las ciencias una visión dual del mundo,
en la que los fenómenos ecológicos y los procesos sociales se estudian por separado, sin atender a
su interdependencia estructural. Esta división ha restringido la capacidad analítica y práctica de las
ciencias ambientales, que hoy requieren marcos conceptuales capaces de articular lo biológico,
ecológico, social, político, productivo y cultural en una misma mirada analítica.
Diversas disciplinas han cuestionado esta escisión. La ecología política ha puesto de relieve que
los conflictos ambientales no se reducen a impactos ecológicos, sino que expresan relaciones
históricas de poder, acceso desigual a recursos
y disputas territoriales (Martínez Alier, 2002).
Por su parte, los estudios socioecológicos
(Berkes & Folke, 1998) proponen abordar la
interacción entre humanos y ecosistemas como
sistemas coevolutivos y adaptativos, donde lo
SEMIÁRIDAVol 35(Supl.)2025
Facultad de Agronomía-UNLPam. La Pampa (Argentina) ISSN 2408-4077 (online)
DOI:http://doi.org/10.19137/semiarida.2025(Supl.).xx-xx 40 os de publicación continua
Cómo citar este trabajo:
Solimano, P. J., Guidi C., Buglione, F. y Lang A. C.
(2025). Las ciencias ambientales y la construcción de
conocimiento dentro de los desafíos actuales. Semiárida,
35(Supl.), 193-197.
SEMIÁRIDAVol 35(Supl.)2025 ISSN 2408-4077 (online)
Facultad de Agronomía-UNLPam. La Pampa (Argentina) 40 años de publicación continua
DOI: http://doi.org/10.19137/semiarida.2025(Supl.).193-197 IV Jornadas Internacionales y VI Nacionales de Ambiente
Universidad Nacional deo Negro- Argentina
Solimano, P. J., Guidi, C., Buglione, F. y Lang A. C.
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social y lo ecológico se influyen mutuamente de forma continua. Desde la antropología ambiental,
autores como Philippe Descola (2005) han cuestionado la universalidad del binomio
naturaleza/cultura, mostrando que muchas ontologías no occidentales -como las animistas o
totémicas- no separan el mundo humano del no humano, sino que los conciben como parte de una
misma red relacional. Incluso, la distinción occidental entre lo humano y lo natural carece de
sentido. Estas ontologías conciben a humanos y no humanos como entidades interconectadas,
eliminando la necesidad de una diferenciación terminológica, ya que los consideran parte de una
misma trama existencial (Descola, 2005)
Ante este panorama, urge construir un enfoque ambiental integrador que supere tanto la
fragmentación disciplinaria como las categorías heredadas del pensamiento moderno. Como
señalan Casas et al. (2017), las clasificaciones rígidas entre ciencias “duras” y “blandas” resultan
obsoletas frente a la complejidad contemporánea. De allí el valor de marcos teóricos como los de
socioecosistemas (Ostrom, 2009), sistemas complejos adaptativos (Levin, 1998; Morin, 1990) o
sistemas científico-territoriales adaptativos (Spinosa et al., 2020), que permiten abordar problemas
no lineales, inciertos y territorializados. En línea con esta visión, la IPBES (2019) propone el
concepto de cambio transformativo, entendido como una reorganización profunda de los sistemas
socioecológicos que implica revisar paradigmas, objetivos y valores, y no solo tecnologías. En este
sentido, las Ciencias Ambientales no pueden reducirse a una técnica de medición de impactos en
matrices, sino que deben afirmarse como un campo de reflexión crítica y de construcción de
alternativas (Leff, 2004; Carpintero & Riechmann, 2010).
En este contexto, el pensamiento complejo (Morin, 1990) ofrece no solo una mirada
integradora, sino también una epistemología adecuada para enfrentar la ambigüedad, la
incertidumbre, la dinámica y la emergencia de lo ambiental. Este enfoque nos obliga a preguntarnos
por el papel de la ciencia: ¿puede la “ciencia normal (Kuhn, 1962) dar respuesta a la crisis
ambiental? ¿O estamos ante escenarios que requieren de una ciencia “post-normal”, tal como
proponen Funtowicz y Ravetz (1993)? En estas situaciones, donde los hechos son inciertos y los
valores están en disputa, y la complejidad pone en jaque el atomismo y la división, el conocimiento
científico tradicional pierde su neutralidad. La ciencia post-normal propone, en cambio, una
“comunidad extendida de pares” que incluye a actores sociales, comunidades locales y portadores
de saberes no académicos. Este enfoque implica entonces repensar la producción de conocimiento.
La noción de co-producción (Jasanoff, 2004) no se limita a promover la colaboración entre
científicos y actores sociales, sino que cuestiona la propia separación moderna entre hechos y
valores, entre ciencia y política. En los conflictos ambientales contemporáneos, el conocimiento
científico no circula en un espacio neutral, sino en medio de disputas por el sentido, el valor y el
control de los recursos y los territorios. Por ello, un enfoque ambiental basado en la complejidad
exige una apertura epistemológica que reconozca la pluralidad de saberes -científicos, técnicos,
indígenas, campesinos, comunitarios- como componentes activos en la configuración de los
procesos socioecológicos. No se trata simplemente de “integrar” saberes en un marco científico
predefinido, sino de construir espacios genuinos de diálogo, negociación y co-producción, donde
el conocimiento mismo sea objeto de reflexión crítica y transformación.
En este sentido, el abordaje desde las Ciencias Ambientales que aquí se propone no consiste en
una mera suma de disciplinas o marcos conceptuales ni mucho menos una herramienta objetiva de
estudios de impacto o remediación, sino en una praxis reflexiva y adaptativa. Esta praxis debe estar
orientada a la construcción situada de alternativas, capaz de enfrentar la complejidad política,
ecológica y cultural de los territorios.
A su vez, requiere pensar críticamente un modelo de desarrollo propio, teniendo en cuenta los
condicionantes institucionales, presupuestarios y estructurales que atraviesan a los países del Sur
Global (Marchini 2022). Una ciencia ambiental comprometida con la justicia territorial debe poder
navegar contextos de alta incertidumbre, tensionados por desigualdades históricas, conflictos
ambientales persistentes y presiones de homogeneización epistémica. En este marco, la articulación
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entre pensamiento complejo, enfoque de sistemas adaptativos y co-producción de conocimiento no
constituye solo un aparato analítico robusto, sino una orientación ética y política fundamental para
el quehacer ambiental del siglo XXI.
Los desafíos ambientales contemporáneos exigen más que una mejora en la articulación entre
disciplinas: demandan una transformación profunda de los modos en que se produce, legitima y
utiliza el conocimiento. Lo que está en juego es la consolidación de un campo de saber que pueda
llamarse con propiedad “ciencia ambiental”. Un campo que desborde las lógicas heredadas del
pensamiento moderno, y que sea capaz de actuar en la complejidad, la incertidumbre y la
conflictividad propias de los sistemas socioecológicos.
En este sentido, las Ciencias Ambientales, deben proponerse salir de las lógicas científicas
modernas, donde la objetividad sigue permeando en los trabajos y el rol del cientificismo opaca los
territorios y la transdisciplina, donde se debe retomar discusiones como las de Varsavsky (1971) y
así pensar ciencia para quien y para qué y sobrepasar el rol de puente entre ciencias naturales y
sociales. Su desarrollo requiere de una epistemología ambiental propia: una forma específica de
problematizar, investigar e intervenir en los territorios y en las relaciones entre naturaleza y
sociedad. Esta epistemología no es abstracta ni neutral, sino situada, histórica y permeada por
relaciones de poder, conflictos de sentido y disputas culturales.
Por todo ello, las Ciencias Ambientales deben afirmarse como un campo de conocimiento
autónomo, crítico y comprometido, orientado a imaginar y construir futuros más justos, sostenibles
y habitables para los territorios y las comunidades. Un futuro que no seposible sin modificar
también las lógicas institucionales, económicas y políticas que hoy limitan esa posibilidad. Y que
requiere, ante todo, una transformación profunda de nuestras formas de conocer.
Los desafíos ambientales del siglo XXI crisis climática, pérdida de biodiversidad,
degradación de ecosistemas, conflictos por recursos naturales han evidenciado los límites de los
enfoques académicos fragmentados que históricamente dominaron tanto las ciencias naturales
como las sociales (IPBES, 2019). La persistente dicotomía entre naturaleza y sociedad, arraigada
en el pensamiento moderno (Escobar, 2014), ha generado desde las ciencias una visión dual del
mundo, en la que los fenómenos ecológicos y los procesos sociales se estudian por separado, sin
atender a su interdependencia estructural. Esta división ha restringido la capacidad analítica y
práctica de las ciencias ambientales, que hoy requieren marcos conceptuales capaces de articular lo
biológico, ecológico, social, político, productivo y cultural en una misma mirada analítica.
Diversas disciplinas han cuestionado esta escisión. La ecología política ha puesto de relieve que
los conflictos ambientales no se reducen a impactos ecológicos, sino que expresan relaciones
históricas de poder, acceso desigual a recursos y disputas territoriales (Martínez Alier, 2002). Por
su parte, los estudios socioecológicos (Berkes & Folke, 1998) proponen abordar la interacción entre
humanos y ecosistemas como sistemas coevolutivos y adaptativos, donde lo social y lo ecológico
se influyen mutuamente de forma continua. Desde la antropología ambiental, autores como Philippe
Descola (2005) han cuestionado la universalidad del binomio naturaleza/cultura, mostrando que
muchas ontologías no occidentales como las animistas o totémicas no separan el mundo
humano del no humano, sino que los conciben como parte de una misma red relacional. Incluso, la
distinción occidental entre lo humano y lo natural carece de sentido. Estas ontologías conciben a
humanos y no humanos como entidades interconectadas, eliminando la necesidad de una
diferenciación terminológica, ya que los consideran parte de una misma trama existencial (Descola,
2005)
Ante este panorama, urge construir un enfoque ambiental integrador que supere tanto la
fragmentación disciplinaria como las categorías heredadas del pensamiento moderno. Como
señalan Casas et al. (2017), las clasificaciones rígidas entre ciencias “duras” y “blandas” resultan
obsoletas frente a la complejidad contemporánea. De allí el valor de marcos teóricos como los de
socioecosistemas (Ostrom, 2009), sistemas complejos adaptativos (Levin, 1998; Morin, 1990) o
sistemas científico-territoriales adaptativos (Spinosa et al., 2020), que permiten abordar problemas
Solimano, P. J., Guidi, C., Buglione, F. y Lang A. C.
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no lineales, inciertos y territorializados. En línea con esta visión, la IPBES (2019) propone el
concepto de cambio transformativo, entendido como una reorganización profunda de los sistemas
socioecológicos que implica revisar paradigmas, objetivos y valores, y no solo tecnologías. En este
sentido, las Ciencias Ambientales no pueden reducirse a una técnica de medición de impactos en
matrices, sino que deben afirmarse como un campo de reflexión crítica y de construcción de
alternativas (Leff, 2004; Carpintero & Riechmann, 2010).
En este contexto, el pensamiento complejo (Morin, 1990) ofrece no solo una mirada
integradora, sino también una epistemología adecuada para enfrentar la ambigüedad, la
incertidumbre, la dinámica y la emergencia de lo ambiental. Este enfoque nos obliga a preguntarnos
por el papel de la ciencia: ¿puede la “ciencia normal” (Kuhn, 1962) dar respuesta a la crisis
ambiental? ¿O estamos ante escenarios que requieren de una ciencia “post-normal”, tal como
proponen Funtowicz y Ravetz (1993)? En estas situaciones, donde los hechos son inciertos y los
valores están en disputa, y la complejidad pone en jaque el atomismo y la división, el conocimiento
científico tradicional pierde su neutralidad. La ciencia post-normal propone, en cambio, una
“comunidad extendida de pares” que incluye a actores sociales, comunidades locales y portadores
de saberes no académicos. Este enfoque implica entonces repensar la producción de conocimiento.
La noción de co-producción (Jasanoff, 2004) no se limita a promover la colaboración entre
científicos y actores sociales, sino que cuestiona la propia separación moderna entre hechos y
valores, entre ciencia y política. En los conflictos ambientales contemporáneos, el conocimiento
científico no circula en un espacio neutral, sino en medio de disputas por el sentido, el valor y el
control de los recursos y los territorios. Por ello, un enfoque ambiental basado en la complejidad
exige una apertura epistemológica que reconozca la pluralidad de saberes científicos, técnicos,
indígenas, campesinos, comunitarios como componentes activos en la configuración de los
procesos socioecológicos. No se trata simplemente de “integrar” saberes en un marco científico
predefinido, sino de construir espacios genuinos de diálogo, negociación y co-producción, donde
el conocimiento mismo sea objeto de reflexión crítica y transformación.
En este sentido, el abordaje desde las Ciencias Ambientales que aquí se propone no consiste en
una mera suma de disciplinas o marcos conceptuales ni mucho menos una herramienta objetiva de
estudios de impacto o remediación, sino en una praxis reflexiva y adaptativa. Esta praxis debe estar
orientada a la construcción situada de alternativas, capaz de enfrentar la complejidad política,
ecológica y cultural de los territorios.
A su vez, requiere pensar críticamente un modelo de desarrollo propio, teniendo en cuenta los
condicionantes institucionales, presupuestarios y estructurales que atraviesan a los países del Sur
Global (Marchini 2022). Una ciencia ambiental comprometida con la justicia territorial debe poder
navegar contextos de alta incertidumbre, tensionados por desigualdades históricas, conflictos
ambientales persistentes y presiones de homogeneización epistémica. En este marco, la articulación
entre pensamiento complejo, enfoque de sistemas adaptativos y co-producción de conocimiento no
constituye solo un aparato analítico robusto, sino una orientación ética y política fundamental para
el quehacer ambiental del siglo XXI.
Los desafíos ambientales contemporáneos exigen más que una mejora en la articulación entre
disciplinas: demandan una transformación profunda de los modos en que se produce, legitima y
utiliza el conocimiento. Lo que está en juego es la consolidación de un campo de saber que pueda
llamarse con propiedad “ciencia ambiental”. Un campo que desborde las lógicas heredadas del
pensamiento moderno, y que sea capaz de actuar en la complejidad, la incertidumbre y la
conflictividad propias de los sistemas socioecológicos.
En este sentido, las Ciencias Ambientales, deben proponerse salir de las lógicas científicas
modernas, donde la objetividad sigue permeando en los trabajos y el rol del cientificismo opaca los
territorios y la transdisciplina, donde se debe retomar discusiones como las de Varsavsky (1971) y
así pensar ciencia para quien y para qué y sobrepasar el rol de puente entre ciencias naturales y
sociales. Su desarrollo requiere de una epistemología ambiental propia: una forma específica de
Las ciencias ambientales y la construcción de conocimiento dentro de los desafíos actuales
197
SEMIÁRIDA, Vol 35, Supl. Julio - Diciembre 2025. ISSN 2408-4077 (online), pp. 193-197
problematizar, investigar e intervenir en los territorios y en las relaciones entre naturaleza y
sociedad. Esta epistemología no es abstracta ni neutral, sino situada, histórica y permeada por
relaciones de poder, conflictos de sentido y disputas culturales.
Por todo ello, las Ciencias Ambientales deben afirmarse como un campo de conocimiento
autónomo, crítico y comprometido, orientado a imaginar y construir futuros más justos, sostenibles
y habitables para los territorios y las comunidades. Un futuro que no se posible sin modificar
también las lógicas institucionales, económicas y políticas que hoy limitan esa posibilidad. Y que
requiere, ante todo, una transformación profunda de nuestras formas de conocer.
AGRADECIMIENTOS
Queremos agradecer a la Univ. Nac. de Río Negro en especial a la carrera de Lic. en Cs. del
Ambiente, porqué ahí es donde se gestaron las ideas centrales expresadas en esta nota. Además,
agradecer a Mesa de Responsables de Licenciaturas Ambientales de las Universidades Nacionales
ya que entendemos es el lugar donde estas ideas van a ser usadas y donde también se iniciaron. Por
último, agradecer a Sol Quiroga y a Leticia Ana Guzmán por ayudarnos en el manuscrito con su
visión.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Berkes, F., & Folke, C. (1998). Linking social and ecological systems: Management practices and social
mechanisms for building resilience. Cambridge University Press.
Carpintero, O., & Riechmann, J. (2010). Economía, poder y sostenibilidad. Los significados de la sostenibilidad y
sus implicaciones prácticas. Revista de Economía Crítica, 9, 82-118.
Casas, R., Dettmer, J. y Gándara, G. (2017). Interdisciplinariedad y transdisciplinariedad en América Latina.
Editorial UNAM.
Descola, P. (2005). Par-delà nature et culture. Gallimard.
Escobar, A. (2014). Sentipensar con la tierra: Nuevas lecturas sobre desarrollo, territorio y diferencia. Ediciones
UNAULA.
Funtowicz, S., & Ravetz, J. (1993). Science for the post-normal age. Futures, 25(7), 739755.
https://doi.org/10.1016/0016-3287(93)90022-L
IPBES. (2019). Global assessment report on biodiversity and ecosystem services. Intergovernmental Science-
Policy Platform on Biodiversity and Ecosystem Services.
https://ipbes.net/global-assessment
Jasanoff, S. (2004). States of knowledge: The co-production of science and the social order. Routledge.
Kuhn, T. S. (1962). The structure of scientific revolutions. University of Chicago Press.
Leff, E. (2004). Racionalidad ambiental: La reapropiación social de la naturaleza. Siglo XXI Editores.
Levin, S. A. (1998). Ecosystems and the biosphere as complex adaptive systems. Ecosystems, 1, 431-436.
https://doi.org/10.1007/s100219900037
Marchini, T. (2022). El efecto invernadero. En T. MArchini, Clima: El desafío de diseño más grande de todos los
tiempos, El Gato y La Caja.
https://elgatoylacaja.com/libros/clima/el-efecto-invernadero
Martínez Alier, J. (2002). The environmentalism of the poor: A study of ecological conflicts and valuation. Edward
Elgar Publishing.
Morin, E. (1990). Introducción al pensamiento complejo. Gedisa.
Ostrom, E. (2009). A general framework for analyzing sustainability of social-ecological systems. Science,
325(5939), 419422.
https://doi.org/10.1126/science.1172133
Spinosa, C., Lariguet, G., & otros. (2020). Sistemas científico-territoriales adaptativos. Enfoques para la gestión de
la complejidad ambiental. Revista Iberoamericana de Ciencia, Tecnología y Sociedad, 15(44), 122.
Varsavsky, O. (1971). Ciencia, política y cientificismo. Centro Editor de América Latina.