https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2023-270319
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RESEÑA CRÍTICA
Interseccionalidad. Giro decolonial y comunitario. Mara Viveros Vigoya; CLACSO; 2023. Libro digital, PDF, 2023, 167 páginas.
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Valeria Alfageme Balza
Universidad Nacional de La Pampa, Argentina
ORCID 0000 0003 2980 4451
Reseñar un libro tiene mucho del texto elegido, pero más aún del atravesamiento que el mismo genera en quien lo lee, saborea sus profundidades, escurre sus bordes y hace suyas significados y construcciones y habilita herramientas teóricas para leer dimensiones de mundo. En este caso, que se auscultan vulneraciones acuciantes, para transformar las situaciones de injusticia en un ejercicio incesante que liga la teoría con la práctica.
La presentación realizada por la socióloga Flavia Ríos (Universidad Federal Fluminense) analiza la forma en que el racismo ha comenzado a ser abordado por las sociedades latinoamericanas contemporáneas, ya no como un epifenómeno particular sino como un sistema estructurante en las sociedades capitalistas y periféricas de la región desde donde comprende y explica la hiperexplotación económica de grupos racializados en términos de su fuerza laboral, de sus territorios, formas de existencia y resistencias. Ubica a este capitalismo nacido en un entorno patriarcal que gesta la dominación y explotación de las mujeres y la ideología del mestizaje. Desde allí valora especialmente la original obra de esta antropóloga colombiana Mara Viveros Vigoya para quien género, raza, clase y etnicidad son categorías ineludibles (en su mirada interseccional y decolonial) en los estudios contemporáneos de las realidades latinoamericanas en las que pervive el poder colonial en sus múltiples formas.
La autora parte de ubicar “interseccionalidad”, entendido como imbricación de opresiones que se afectan mutuamente, en el contexto y resultados electorales colombianos de 2022, en la palabra de Francia Márquez quien -por su origen social, pertenencia étnico-racial y de género– y su historia toma la voz desde la vicepresidencia. Desde esa historia señala que, en Colombia, y de manera más amplia en América Latina, la raza es un indicador de clase; crea jerarquías de género que engendra vulnerabilidades y violencias; y reconoce que el clasismo, el racismo y el sexismo sostienen los privilegios de las elites políticas colombiana. Ella emplea la palabra “interseccionalidad” para referirse a las múltiples violencias de clase, raza y género, que busca eliminar de forma simultánea. Trabajar en políticas desde esta perspectiva implica conducir y construir luchas sociales de manera simultánea y no tener que elegir entre algunas de ellas.
Mara Viveros Vigoya caracteriza al concepto de interseccionalidad como un concepto viajero (desde la noción de teoría viajera de Said) que se ha desplazado de los márgenes al centro y, de vuelta, del centro al margen, en su recepción y resignificación en América Latina. Luego la autora, se ubica en su propia historia, para dar cuenta de los orígenes y genealogía múltiples que vive. Esto le permite desandar esas formas de opresión, y se solapan en su análisis dimensiones emocionales y políticas. Aborda en este capítulo el origen político y vital en el feminismo negro estadounidense y en las activistas afrobrasileñas. Comparte los múltiples orígenes de la interseccionalidad de la mano de Clorinda Matto de Turner, Tarsila do Amaral; Colectiva del Río Combahee, Ángela Davis, Audre Lorde, bell hooks, Michelle Wallace y June Jordan, Patricia Hill Collins y en América Latina, Thereza Santos, Lélia González, María Beatriz do Nascimento, Luiza Bairros, Jurema Werneck y Sueli Carneiro. Todo ello previo al análisis del período comprendido entre el acuñamiento del término por Kimberlé Crenshaw en 1989 y su popularización en el mundo académico y en las políticas públicas internacionales después de la Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia, celebrada en Sudáfrica en 2001. Crenshaw lo acuña para explorar las intersecciones de raza y género en la violencia que se ejerce contra las mujeres de color, en un análisis que siempre es contextual y práctico y, sobre todo, pretendía crear un concepto que permitiera analizar omisiones y desigualdades legales específicas.
Al analizar la interseccionalidad como categoría analítica: debates epistemológicos y metodológicos reconoce, por una parte, su popularidad, un mayor compromiso gubernamental en las luchas y definición de políticas públicas. Y paradójicamente, “la institucionalización del concepto se ha traducido también en un vaciamiento y neutralización de la categoría y en un uso retórico de ella, como una referencia académica estándar, descontextualizada y separada de su impronta política original” (p.57).
Examina las metáforas que se han utilizado para hacer comprensible el concepto: diferentes calles por las que transitan automóviles que van y vienen en las cuatro direcciones; pastel de mármol; horneado de diferentes productos, tiempos y formas; metáfora de los filtros de luz que se superponen y producen iluminaciones de color diferentes. La variedad de formulaciones utilizadas para conceptualizarla revela las dificultades para definirla.
Documenta en el mismo apartado niveles de análisis (micro y macrosocial, relaciones entre lo estructural y lo subjetivo) que se toman en cuenta cuando se estudian las dinámicas interseccionales. Completa este apartado la crítica al pensamiento del eje único o principal en tanto hay quienes que han asumido a cada eje independiente del otro, han ignorado que la interrelación de las desigualdades forma parte de su composición, es decir que los sistemas de opresión se experimentan de forma simultánea e inseparable. Del mismo modo plantea las críticas desde la interseccionalidad a los modelos aditivos y multiplicativos. Analiza algunas formulaciones alternativas que realizan pensadoras que han buscado comprender la desigualdad social desde la interrelación, interdependencia e inseparabilidad de distintos ejes de opresión y dominación. Cierra el apartado explorando la pregunta sobre quién es el sujeto de la interseccionalidad.
En “La interseccionalidad como herramienta transformadora en Améfrica Ladina”, pone el foco en lo ocurrido en estos territorios en los últimos quince años, diferenciando con el tratamiento con la academia feminista en el Norte Global, donde la interseccionalidad se ha convertido en un concepto académico estándar. Lo hace analizando el mestizaje y la interseccionalidad en améfrica ladina; las complejas dinámicas de la migración; las tensiones entre género/razaetnia en casos de movilidad social y violencia de género en grupos indígenas y sus usos en el arte latinoamericano.
Enfatiza que en el momento actual ha sido redefinida, reinventada y repolitizada fuera de las universidades: en las calles y en las redes sociales, en el activismo de los movimientos sociales, y en su relación con el pensamiento y la práctica comunitaria y decolonial.
Un libro para apropiarse de la teoría viajera, reconocer la tensión sobre teorías heredadas y generar reflexión. De ese modo “podemos pensar que el espacio que hoy ocupa la interseccionalidad, entendida como una posicionalidad transformadora, nos ofrece un nuevo territorio desde el cual podemos dar un sentido renovado a las luchas feministas” (p. 147).