https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2023-270218

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ARTÍCULOS

Redes personales y comunicación entre pares para la revalorización de la lengua maya. Caso de estudiantes universitarios en Mérida, Yucatán

Personal networks and peer communication for Maya language revalorization. Case of university students in Merida, Yucatan

Redes pessoais e comunicação entre pares para a revalorização da língua maia. Caso de estudantes universitários em Mérida, Yucatan

Ksenia Sidorova

Universidad Autónoma de Yucatán, México

sidorovasurdemex@gmail.com

ORCID 0000-0001-9285-2590

Astrid Karina Rivero Pérez

Universidad Autónoma de Yucatán, México

astrid.rivero@correo.uady.mx

ORCID 0000-0002-6836-8675

Resumen: En este artículo, abordamos la metodología y algunos resultados del proyecto de investigación aplicado, orientado a la revalorización de la lengua maya (maayat’aan); la mayoría de sus participantes son jóvenes estudiantes, en cuyas familias ha ocurrido la interrupción en su transmisión. Retomamos las premisas del taller reflexivo y la metodología de redes personales, que facilitan la reconstrucción de la memoria familiar, el trabajo autobiográfico y la creación de vínculos intersubjetivos entre pares. Presentamos los casos de tres participantes que permiten observar tres procesos particulares, a través de los cuales ocurre la revalorización de la lengua a nivel subjetivo. A nivel intersubjetivo, la puesta en común de las historias, sentimientos e ideas permite pasar “de la existencia individual aislada a la existencia social comunitaria” (Kaplún, 1998, p. 60). Esta se manifiesta en la creación, por las personas participantes en el proyecto, de un colectivo juvenil promotor de la lengua maya.

Palabras clave: Lengua maya (maayat’aan); Revalorización; Jóvenes; Taller reflexivo; Redes personales.

Abstract: In this paper we address the methodology and some results of an applied research project aimed at revalorization of Maya language (maayat’aan); most of the participants are students, whose families have interrupted the Maya language transmission. We draw on the premises of a reflexive workshop and the methodology of personal networks, which enable the family memory reconstruction, autobiographical work, and the creation of intersubjective bonds between peers. We present the cases of three participants that allow to observe three particular processes, through which the language revalorization occurs on the subjective level. On the intersubjective level, sharing stories, feelings, and ideas allows to transit “from solitary individual existence to community social existence” (Kaplún, 1988, p. 60). This is manifested in the creation, by the project participants, of a juvenile group that fosters the Maya language.

Palabras clave: Maya language (maayat’aan); Revalorization; Young people; Reflexive workshop; Personal networks.

Resumo: Neste artigo abordamos a metodologia e alguns resultados do projeto de pesquisa aplicada, visando a reavaliação da língua maia (maayat'aan); a maioria de seus participantes são jovens estudantes, em cujas famílias ocorreu a interrupção de sua transmissão. Voltamos às premissas da oficina reflexiva e à metodologia das redes pessoais, que facilitam a reconstrução da memória familiar, o trabalho autobiográfico e a criação de vínculos intersubjetivos entre pares. Apresentamos os casos de três participantes que nos permitem observar três processos particulares, por meio dos quais a revalorização da linguagem ocorre em um nível subjetivo. No nível intersubjetivo, o compartilhamento de histórias, sentimentos e ideias permite quevocê passe "da existência individual isolada para a existência social comunitária" (Kaplún, 1998, p. 60). Isso se baseia na criação, pelas pessoas que participam do projeto, de um grupo de jovens que promove a língua maia.

Palavras-chave: Língua maia (maayat'aan); Reavaliação; Jovens; Oficina reflexiva; Redes pessoais.

Recibido: 2022-02-06 | Revisado: 2023-04- 18 | Aceptado: 2023-04-17

Introducción

En este artículo, abordamos la metodología y algunos resultados del proyecto que diseñamos, orientado a la revalorización de la lengua maya. La mayoría de sus participantes son estudiantes universitarios, en cuyas familias ha ocurrido la interrupción en su transmisión. Partimos de la premisa de que, en aquellos contextos donde existen lenguas dominantes (el español, en México) y otras minorizadas (maayat’aan, en la Península de Yucatán[1]), resulta fundamental actuar sobre representaciones sociales de lenguas minorizadas, para restablecer su valor social simbólico.

Aquellas personas para quienes la lengua adquiere una significación positiva y quienes la reconocen como un rasgo identitario se motivan a aprender o a reactivarla y a utilizarla.

Retomamos la propuesta de Jodelet (2008) sobre tres esferas de pertenencia de representaciones sociales, asumiendo que la revalorización ocurre a niveles subjetivo, intersubjetivo y transubjetivo y es producto de procesos comunicativos. Nos enfocamos específicamente en las esferas subjetiva e intersubjetiva, por lo que retomamos a la metodología de taller reflexivo (Gutiérrez, 2002), creando un espacio comunicacional, donde las personas jóvenes pueden: 1) compartir historias familiares, indagando sobre los cambios en la transmisión de la cultura y la lengua maya; 2) intercambiar con sus pares ideas, sentimientos y experiencias personales en torno a la cultura y la lengua maya, revalorizándolas, así, a nivel personal y grupal; y 3) generar estrategias que faciliten la revalorización de la lengua maya en su entorno social significativo, motivando su aprendizaje y su uso en espacios cotidianos.

Para visibilizar y reflexionar en torno a la conexión que cada joven tiene con la lengua maya, recurrimos a la metodología de redes personales, entendiendo por redes estructuras de relaciones que permiten analizar vínculos entre actores sociales; estas relaciones son componentes básicos de la experiencia social y nos permiten entender las conexiones que los individuos tienen con otros (Marsden, 2000). Trabajamos con la red de cada joven, visibilizando a las personas significativas, entre ellas, integrantes de la familia, vinculadas con la lengua maya, y la relación que tienen con estas. En algunos casos, este ejercicio permitió reconstruir la memoria familiar vinculada con la lengua maya y, así, situar la conexión propia y reflexionar sobre la importancia de recuperar la lengua. Se identificaron también otras personas vinculadas con la lengua maya, entre ellas, aquellas interesadas en su revitalización.

Hemos podido observar cómo la reconstrucción de la memoria familiar, el trabajo autobiográfico y la comunicación entre pares facilitan la revalorización de la lengua a nivel subjetivo e intersubjetivo, pues la puesta en común de historias, sentimientos e ideas permite pasar “de la existencia individual aislada a la existencia social comunitaria” (Kaplún, 1998, p. 60). Esta se manifiesta en la creación de un colectivo juvenil promotor de la lengua maya por parte de las personas que participan en el proyecto.

Elementos conceptuales

Los conceptos principales que dan sustento al proyecto son el valor social de la lengua y la comunicación vista como un proceso que facilita la revalorización de una lengua minorizada. En cuanto al valor social de la lengua, la importancia de su estudio fue destacada por Joshua Fishman (en Tejerina, 1992), uno de los fundadores de la sociología del lenguaje. Este valor “se expresa en sentimientos y creencias que los actores sociales tienen sobre una determinada lengua, y lo que recubre lo que podemos llamar la imagen social de la lengua” (Tejerina, 1992, p. 56). La imagen social posee una naturaleza representacional, se construye por un colectivo de individuos y “puede componerse de muy distintos elementos: conocimientos, percepciones, opiniones, actitudes, valoraciones, etc.” (p. 57). En nuestro proyecto, nos centramos en las valoraciones; estas se vinculan “con el ámbito de las actitudes, pero también con el ámbito de los comportamientos, en la medida que dichas valoraciones pueden llegar a funcionar como motivaciones para el aprendizaje, la utilización o el abandono de determinadas prácticas lingüísticas” (Tejerina, 1992, p. 57).

Las valoraciones que cabe destacar son la pragmática y de prestigio social (Tejerina, 1992). La valoración pragmática tiene que ver con la utilidad de la lengua, mientras que la valoración de la lengua en términos del prestigio nos remite al poder social de la lengua y del grupo que la habla. Se reconoce, en este sentido, que la lengua no es solamente un instrumento de la comunicación (dimensión instrumental), sino también un símbolo y un importante elemento cohesionador de la identidad colectiva del grupo de hablantes (dimensión participativa) (Tejerina, 1992).

En el caso de las lenguas minorizadas, recuperar el prestigio social es importante, pues, como bien señala Tejerina (1992), “una valoración positiva, la consideración de la lengua como un elemento de prestigio dentro del grupo de sus hablantes, actuará como impulso para su mantenimiento y utilización” (p. 63). Por lo mismo, es importante actuar sobre la modificación del valor social de la lengua, de su imagen social, o bien de las representaciones y las actitudes hacia la lengua.

Esta revalorización involucra a sus hablantes reales y potenciales[2] a nivel individual y como grupo, y, como todo trabajo simbólico en la sociedad, es resultado de la comunicación. Con Rizo García (2019), retomamos aquella postura en la cual la comunicación “se asocia con la interacción, el vínculo y la relación” (p. 153) e involucra una serie de intercambios simbólicos, cuyos participantes “ponen en común” sus significaciones (Winkin, 1994). La comunicación aparece así “como el proceso básico para la construcción de la vida en sociedad, como mecanismo activador del diálogo y la convivencia entre sujetos sociales” (Rizo García, 2019, p. 153); “es el conjunto de asociaciones entre procesos de la experiencia, tanto individuales como colectivos, que permite la construcción de mundos compartidos, la construcción de un nosotros, más allá del yo-sujeto” (p. 154).

Dicho esto, entendemos que los procesos comunicativos ocurren en todas las esferas de la vida social: transubjetiva (discurso social), intersubjetiva (grupos de personas) y subjetiva (en el corazón y la mente de cada individuo). Al mencionar las esferas, retomamos la propuesta de Jodelet (2008) acerca de las tres esferas de pertenencia de representaciones sociales, entendiendo que lo que se “pone en común” a través de los intercambios comunicativos en cada una de las esferas son, precisamente, las diversas construcciones simbólicas; en nuestro caso, hablamos de las representaciones y el valor social de la lengua.

En nuestro proyecto, privilegiamos las esferas subjetiva e intersubjetiva. En cuanto a la esfera subjetiva, cada persona tiene una historia particular, una sensibilidad propia y capacidad para decidir sobre sus acciones. Nos interesa ver la revalorización de la lengua que puede ocurrir en cada joven, incidiendo en su decisión de aprender o reactivar la lengua maya y utilizarla en la interacción con sus pares y otros actores sociales. Si bien reconocemos que cada sujeto construye sus representaciones con otros, no podemos soslayar el carácter encarnado de estas construcciones. Al estudiar la esfera subjetiva, podemos comprender los significados de los que las personas dotan la realidad “y examinar cómo tales significados están articulados a su sensibilidad, sus intereses, sus deseos y sus emociones, así como también al funcionamiento cognitivo” (Jodelet, 2008, p. 52).

Otra esfera en la que se enfoca el proyecto es la intersubjetiva; esta “remite a situaciones que, en un contexto determinado, contribuyen a establecer representaciones elaboradas en la interacción entre sujetos, especialmente las elaboraciones negociadas y producidas en común a través de la comunicación verbal directa” (Jodelet, 2008, p. 52). La comunicación, vista “como mecanismo activador del diálogo y la convivencia entre sujetos sociales” (Rizo García, 2019, p. 153), facilita el conocimiento mutuo, la confianza y la construcción de vínculos intersubjetivos, existiendo “la posibilidad de creación de significados o de resignificaciones consensuales” (Jodelet, 2008, pp. 52-53) en torno a los temas de interés que comparten las personas participantes en el diálogo. Al formular el proyecto, pensamos que la interacción entre pares, sin jerarquías, que apela a experiencias comunes entre jóvenes, puede incidir en eso que menciona Jodelet: “resignifcaciones consensuales”, en nuestro caso, de la lengua maya, la cual, si bien se menciona por algunas personas como parte de las raíces y la identidad regional yucateca, no ha sido asumida por todas ellas a nivel subjetivo como parte de la identidad personal.

Finalmente, aun cuando priorizamos las esferas subjetiva e intersubjetiva, reconocemos el papel que juega la transubjetividad. Esta esfera, según Jodelet (2008), “abarca tanto a los individuos y a los grupos, como a los contextos de interacción, las producciones discursivas y los intercambios verbales” (p. 53); constituye “una especie de medio-ambiente donde están inmersos los individuos” (Jodelet, 2008, p. 54), un entorno simbólico en el que circulan discursos sociales. En el caso de las personas participantes en el proyecto, se encuentran expuestas a una serie de representaciones sociales a través de discursos sociales presentes en los medios de comunicación y espacios institucionales de la lengua maya, que es glorificada en cuanto “nuestra raíz”, a menudo de una manera folklórica y romantizada. Estas representaciones, empero, no generan necesariamente una conexión significativa con la realidad cotidiana de las personas jóvenes. Asimismo, si bien los discursos circulan, la lengua sigue minorizada en los diversos espacios sociales, entre ellos, educativos y mediáticos.

Dicho lo anterior, al trabajar las esferas subjetiva e intersubjetiva, solo analíticamente podemos separarlas de la dimensión transubjetiva. Asumimos también que los procesos comunicativos e identitarios que ocurren en las esferas subjetiva e intersubjetiva pueden incidir en la esfera que las trasciende. Esta ha sido la experiencia de algunas comunidades lingüísticas que han avanzado en los procesos de la revitalización, como es el caso de la comunidad vasca y su idioma: el euskera. El amor por su idioma y la “voluntad de ser” euskaldunes (sus hablantes) han desencadenado un movimiento de revitalización que ha dado frutos en las diversas esferas, incluyendo la transubjetiva, al ser incorporado el idioma euskera en diversos ámbitos sociales, por ejemplo, el gobierno, la educación y los medios de comunicación (véase Garabide Elkartea, s.f.).

Metodología del proyecto: taller reflexivo y redes personales

La intención práctica del proyecto ha sido facilitar la creación de un espacio comunicacional, donde las personas jóvenes puedan intercambiar ideas, experiencias y sentimientos en torno a la lengua y la cultura maya. Este espacio fue creado como parte de un conjunto de seminarios sobre la revitalización lingüística, en los que participó un grupo de estudiantes de una carrera en el ámbito de la comunicación, de una universidad pública, en Mérida, Yucatán. La mayoría de las personas participantes nació en la ciudad y provenía de las familias de origen maya, en las cuales la lengua maya dejó de ser transmitida.

Los seminarios, que se llevaron a cabo entre septiembre 2019 y julio 2021, son: “Lengua, cultura y sociedad”, “Ecología lingüística y procesos de revitalización”, “Revitalización lingüística y neohablantes” (los tres a cargo de la primera autora del artículo) y “Redes personales y actitudes lingüísticas” (a cargo de las dos autoras de este texto[3]). En el marco de los dos últimos seminarios, se realizó una serie de actividades que permitió a las personas jóvenes: 1) compartir historias familiares, indagando sobre los cambios en la transmisión de la cultura y la lengua maya; 2) intercambiar con sus pares ideas, sentimientos y experiencias personales en torno a la cultura y la lengua maya, revalorizándolas, así, a nivel personal y grupal; y 3) generar estrategias que faciliten la revalorización de la lengua maya en su entorno social significativo, motivando su aprendizaje y su uso en espacios cotidianos.

Jodelet (2008) menciona formatos terapéuticos, empleados en la psicología social, como son las intervenciones “que están destinadas a individuos que tienen que modificar su relación a una situación de vida en un contexto comunitario, o de trabajo en un marco organizacional” (p. 53). En nuestro caso, no se trata de una intervención en sentido estricto, sino más bien de la comunicación, en el sentido originario del vocablo: “poner en común”. Esta puesta en común se logra en un ambiente de apertura y comprensión, de interacción afectiva y de apoyo; parte de representaciones ya elaboradas, las cuales “intervienen como medios de comprensión y como instrumentos de interpretación y de construcción de significados compartidos en torno de un objeto de interés común o de acuerdo negociado” (Jodelet, 2008, p. 53).

Para llevar a cabo actividades en el espacio que creamos, recurrimos a algunas premisas del taller reflexivo (Gutiérrez, 2002). Este busca propiciar reflexión en torno a temas importantes para sus participantes a través de la comunicación intersubjetiva colaborativa. Como resultado de esta comunicación, “se construyen planteamientos, ideas, definiciones, conceptos, propuestas e, incluso, preguntas e inquietudes respecto al asunto en cuestión” (Gutiérrez, 2002, p. 18). Asimismo, al implicar a cada participante, favorece la autorreflexión y propicia cambios en cada individuo, a través de la exploración personal de la conexión subjetiva con el tema tratado. Por lo que, “además de estas construcciones colectivas, el taller constituye un espacio en el cual cada participante, según sus condiciones particulares, puede aprovechar la reflexión que se desarrolla para llegar a conclusiones propias sobre su subjetividad” (Gutiérrez, 2002, p. 18).

De esta manera, se desarrollan dialécticamente, de manera interdependiente, las reflexividades individuales y la reflexividad grupal. Como resultado, se obtiene un producto personal (una consciencia y un sentido de conexión subjetivos con la cultura y lengua maya) y colectivo (una serie de ideas, actitudes y valoraciones compartidas en torno a la cultura y la lengua maya, que, además, en nuestro caso, ha dado pie a la creación de un colectivo juvenil). Esto es debido a que, como dice Gutiérrez (2002), el taller es “un espacio vivencial y notoriamente motivacional” (p. 26), “un espacio de esclarecimiento de los saberes del grupo” (p. 26); “se habla allí para pensar” (p. 29).

Ahora bien, las actividades realizadas tuvieron como finalidad reflexionar, a nivel personal y grupal, en torno a la presencia de la cultura y lengua maya en los estilos de vida y el entorno social significativo de las personas jóvenes. Para facilitar esta reflexión, recurrimos a la metodología de redes personales. Las redes personales nos permiten avanzar en la comprensión de fenómenos sociales de rango intermedio, en los que se manifiestan simultáneamente interacciones individuales, instituciones y estructuras sociales. En específico, este procedimiento metodológico permite ver quiénes conforman la red personal del ego (persona cuya red de construye), a qué grupo de referencia pertenecen y los intercambios que se dan entre estas personas y entre estas y el ego (Molina, 2005; Scott, 1991).

En nuestro caso, a través de las redes, visualizamos las conexiones de las personas jóvenes con la cultura y la lengua maya que emergen al relacionarse con quienes integran sus redes[4]. Como parte del ejercicio de la visualización de las redes, los jóvenes compartieron descripciones e historias de las personas que integran sus redes, así como narraron sus propias experiencias y momentos significativos de interacción con estas personas. El trabajo de recordar, biográfico y autobiográfico, facilitó un proceso de autoidentificación como personas conectadas con la cultura y la lengua maya.

Como menciona Aguilar (2005), “tanto la auto-identificación como la identificación por otros es relacional, es decir, se crea constantemente a través de las relaciones sociales” (p. 2). De allí que las redes personales “pueden aportarnos mucha información acerca de la realidad cotidiana de la persona, que es el ámbito en el cual se ‘negocian’ constantemente las identificaciones colectivas” (Aguilar, 2005, p. 2).

El ejercicio de hablar de sus redes, de compartir historias y reflexionar sobre las experiencias propias y las de otros significativos generó interacciones comunicativas entre pares. Les permitió conocerse mejor, conversando acerca de las similitudes y las diferencias en sus redes y en las conexiones que tienen con la cultura y la lengua maya. El reconocimiento de la condición compartida, caracterizada por la interrupción en la transmisión intergeneracional de la lengua maya en las familias, así como de los nexos aunque sean lejanos con la lengua maya, facilitó un proceso emergente de la identificación entre pares. Esta nueva identificación, a su vez, se enlazó con y fortaleció el proceso de la autoidentificación. Su resultado ha sido la creación de un colectivo juvenil orientado a la revalorización y promoción de la lengua maya.

Cabe señalar que los testimonios de las personas participantes que se presentan a continuación fueron recabados durante las actividades reflexivas, así como a través de la comunicación personal y las entrevistas que realizamos una vez finalizadas las actividades.

La autoidentificación y revalorización subjetiva de la lengua maya: “relacionarla a personas que me importan y a que las personas importan causó algo en mí”

Empezaremos la presentación de algunos resultados con el proceso de la autoidentificación, que permitió a las personas jóvenes reconocer su conexión con la cultura y la lengua maya; y, aunque en algunos casos la conexión es lejana en cuanto a la relación que identifican con la o las personas significativas, es a la vez cercana, pues cada joven le atribuyó, durante el taller, un valor y un significado personal importante. Abordaremos casos de tres jóvenes, un hombre (Participante 1) y dos mujeres (Participantes 2 y 3).

Participante 1: “¿Cuántas historias habrá detrás de cada familia a través de la lengua?”

El primer participante tiene la relación más cercana con la cultura y la lengua maya de las tres personas cuyos casos abordamos en este trabajo. Nació en Cancún, Quintana Roo, pero estudia una licenciatura en el ámbito de la comunicación, en Mérida, Yucatán, siendo su principal interés el cine.

En su red personal, dos personas hablan maya: su padre y su vecina, a quien conoce de toda su vida; sin embargo, a pesar de que son mayahablantes y se conocen, no interactúan entre ellos en lengua maya, sino en español. Las dos personas que comprenden la lengua maya, aunque no la hablan, son su madre y su abuela materna.

Las cuatro personas que conocen la lengua maya, pues la hablan o la entienden, pertenecen a generaciones anteriores a la del estudiante. Las personas de su generación, quienes aparecen en su red, no la hablan ni la entienden. Sin embargo, a través del colectivo juvenil que se formó a raíz del proyecto y que busca promover el uso de la lengua maya, empiezan a ocurrir las interacciones en maya entre sus pares, quienes están aprendiéndola.

Figura 1

Red personal de Participante 1

Este participante comenta que, antes de entrar a la universidad, veía la cultura maya como un fenómeno del pasado, cuyos vestigios encontraba en su propia familia:

Desde la preparatoria, siempre tuve un interés por la cultura maya, pero yo estaba más enfocado en lo que es la cultura maya prehispánica. Siempre… bueno, investigué que los cacicazgos mayas, todo eso, y como que esta historia la vinculé mucho a mi familia. Porque, por ejemplo, yo tengo el apellido [maya], y de repente en estas historias escuchaba que la familia de Tutul Xiu, otros tipos de nombres, de apellidos mayas, y así, ¿no? Me llamaba la atención y tenía como que un orgullo en estas historias. (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

 

En la universidad, empero, el joven se da cuenta de que la cultura maya no solo son los vestigios; es importante, en sus palabras, “ver el pasado y ver el presente”, pues la cultura maya vive en las personas, sus formas de ser, pensar, hablar, en sus prácticas. Los seminarios sobre la revitalización lingüística que tomó y, en su marco, el taller reflexivo le permitieron acercarse a su familia paterna (que es una familia maya), conocer su historia y descubrir que su propio padre era mayahablante.

Hace este descubrimiento conversando con su padre. Conoce que, en su juventud, su padre salió de su pueblo de origen, al poniente del Estado de Yucatán, donde, como sus demás familiares varones, se dedicaba a la agricultura; atravesó la Península de Yucatán y llegó a Cancún, donde se convirtió en uno de los trabajadores mayas que han participado en la construcción de la ciudad. A través de las conversaciones, el joven se dio cuenta también de que, en el contexto urbano, la lengua maya está invisibilizada, a pesar de que hay personas, como su padre, que la saben.

Intrigado, el joven empieza a preguntar a su padre algunas palabras mayas y sus significados; así, también, empieza a descubrir una forma de vida diferente, pues, como menciona:

Al preguntarle a mi papá qué significa esta palabra y así, él me comentaba sobre ciertas experiencias que tenía de la milpa o con sus padres, que son mis abuelos, en ese tiempo, en la casa maya y yo no lo sabía. Cuando me lo contaba, me quedaba sorprendido, porque quizá para algunos sea algo no tan lejano; a la vuelta de la esquina, mi papá lo vivió, hace treinta años, que no es mucho. Para mí, fue muy importante y me ayudó a conocer más a mi familia, porque yo no logré conocer a mis abuelos de parte de mi papá. Pero, gracias a la lengua, prácticamente logré conocerles a través de mi papá. Y esta es una de las experiencias de varias que he tenido. (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

El descubrimiento del pasado familiar hace que el joven se comprometa con la promoción de la cultura y la lengua maya, llegando a afirmar que la lengua “lo es todo”. Por ello, conecta su interés por la cinematografía con el afán por dar a conocer la historia de su padre. Un primer proyecto que realiza es un videominuto; para hacerlo, pide que su padre lea un poema de la escritora maya Briceida Cuevas Cob. Por el tema del poema, que habla de la casa de huano, siente una conexión entre el verso y la vida de su padre antes de que este se mudara a Cancún. El joven logra transmitir esta conexión e intimidad en la producción. Al darse cuenta del efecto, reflexiona así:

Cuando caí en cuenta de estas historias que existen, como la de mi papá, que aprendí a través de la lengua, me di cuenta de que hay historias que no necesitan tener una historia hollywoodense. La gran historia está con mi papá, cómo vivía en la milpa, cómo convivía con los demás en el pueblo, la lengua, y todo esto, son historias que están allí, que existen y que no han sido visibilizadas. (…) Entonces, digo, ¿para qué hacer el cine de lo que ya hay, cuando se puede hacer cine de lo que todavía no existe? Es lo que más llamó mi atención. (…) Además, para mí, tomó un sentido más personal, porque para mí fue como guardar una memoria de lo que fue, y de lo que sigue siendo porque… y este es otro punto, porque hay gente que sigue pensando que eso ya quedó en el pasado, que la casa maya quedó en el pasado, que cocinar con leña quedó en el pasado, que ya no se hace, pero tú te vas en el pueblo y, pues, todavía se sigue haciendo allí. (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

Actualmente, el joven trabaja en otro proyecto: un documental biográfico, donde busca retratar la historia de vida de su padre. Este documental es el trabajo de titulación de licenciatura. Cuenta, así, sobre la idea de realizar el documental:

Yo quiero guardar la memoria, en este caso, de cómo pasó este cambio, de mi papá y de mi mamá, cuando llegaron a la ciudad de Cancún, porque cambia la forma de vida de ellos, al llegar a Cancún, ya no era la misma forma de vida en el pueblo que en la ciudad. (…) Obviamente, las costumbres, la forma de pensar cambia, y yo en este documental quiero ver cómo ocurrió este cambio, qué es lo que siguen pensando mis papás conforme a eso, y también guardarlo como un momento de la historia. Porque fue un momento histórico, quizá no se note tanto, pero sí lo fue, porque cambió la vida de muchas otras personas. (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

El estudiante reconoce que no es sencillo hacer un documental tan personal, a la vez que considera que es de gran valor. Al respecto, reflexiona:

Aunque es difícil, tiene que ser así, porque la cultura es inherente a las personas, por lo que no se puede hacer un documental impersonal, prácticamente tiene que ser personal para que trascienda a lo colectivo, que es a lo que quiero llegar, porque quiero hacer cine para la comunidad. (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

El joven ya finalizó su primer curso de la lengua maya y empieza a utilizarla en conversaciones con sus parientes mayahablantes, con quienes, anteriormente, solo hablaba en español. Es también integrante del colectivo juvenil que se formó a raíz del proyecto (seminarios de revitalización lingüística y taller reflexivo). El joven describe, así, el significado que la lengua maya tiene para él actualmente:

Siento que la lengua maya es un órgano más de mi cuerpo… La siento muy importante, porque es y sigue siendo la parte de mi familia, porque nunca se fue. Lo que sucedía es que no le tomábamos importancia que merece. Y creo que entrar al seminario, tomar la decisión de entrar al seminario cambió las cosas. Quizá puede sonar insignificante, pero realmente lo hizo, porque al tomar esta decisión (…) fue cuando empecé a hacer las actividades que mi familia empezó a notar y su perspectiva hacia la lengua y la cultura maya cambió. (…) Mi hermano me pregunta: “Pásame los libros de la lengua maya, yo también quiero aprender. Tenemos que hacer charlas para empezar a practicar”. Y ver a mi papá en el videominuto, lo noto muy emocionado al decir el poema, entonces, hasta eso, cambia la manera de ver las cosas. Y yo siento que ahorita la lengua se volvió muy especial para mí en cuestión personal y familiar. (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

Plantea, como meta personal, poder sostener conversaciones fluidas con personas mayahablantes, utilizarla en diversos espacios de su vida. Otra meta es seguir realizando producción audiovisual relacionada con la cultura y la lengua maya, recuperando, así, más historias personales y familiares, pues hay una conexión íntima entre la lengua y la vida de sus hablantes:

Si yo descubrí mi historia familiar más a fondo con mi papá, ¿cuántas historias habrá detrás de cada familia a través de la lengua? Y yo creo que es una muy bonita manera de que las familias vuelvan a conectar en cuestión de la lengua. Entonces, saber que no solamente es la lengua, sino que hay una historia detrás y más lazos familiares que valen mucho, ¿no? (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

Participante 2: “fue un proceso de identidad propia”

La segunda participante recién finalizó su carrera en el ámbito de la comunicación en Mérida, Yucatán. Mérida es la ciudad donde nació y radica. Viene de una familia maya por parte de su madre, quien es la persona más cercana a ella. La familia es originaria de Izamal, pero varios de sus integrantes migraron a Mérida.

Figura 2

Red personal de Participante 2

La madre de la joven y uno de sus tíos, quienes radican en Mérida, así como una de sus tías, que vive en Izamal, entienden la lengua maya. También tiene una tía en Mérida y un tío en Izamal que son mayahablantes. Su abuela, quien vivía en Izamal, era mayahablante y hablaba la lengua maya con su hermano; en su niñez, la participante tenía un lazo íntimo con su abuela. En la universidad, la joven solía interactuar con una maestra que habla maya, aunque no es su primera lengua. En la generación de sus pares, esta participante no ubica a personas mayahablantes.

Encontrarse con sus pares a quienes no les fue transmitida la lengua maya hizo que la mirada de la joven volcara a estas personas. Los seminarios, incluyendo el taller, donde reflexionó sobre su red y conoció las historias de sus pares, fortalecieron su interés por comprender mejor y dar a conocer su propia historia familiar y personal, así como las historias de sus pares, cuya situación sociolingüística es similar a la suya. Más aún, convirtió este interés en el tema de su tesis de licenciatura. En ella, habla de estas personas en términos de nuevos hablantes, pues, al indagar en sus historias familiares, estos jóvenes toman la decisión de recuperar la lengua maya; aborda también el consumo de la música en maya por parte de sus pares, siendo esta música, por un lado, una herramienta que favorece el aprendizaje de la lengua maya y, por el otro, un medio de resistencia y de revitalización lingüística.

Para realizar la tesis, recurre a la autoetnografía, desafiando metodologías impersonales, que separan a la persona que investiga del objeto y los sujetos de estudio. Esta participante explica así su propia motivación al realizar el estudio:

Fue un proceso de identidad propia, como también indagar las personas que estén interesadas en la lengua, que les guste, que tengan un interés por de verdad hablarla, por conservarla y, por lo tanto, de producirla en su día a día.  (Participante 2, comunicación personal, 6 de octubre de 2022)

La joven abunda sobre este proceso:

[Fue] el reconocimiento de mis raíces culturales, pues (…) mi abuela hablaba maya, pero no lo hablaba conmigo, sino que lo hablaba con sus parientes, con gente que conocía, y de igual manera, pues, mi lengua primera, mi lengua materna, fue el español, [pero] para mi abuela fue la lengua maya. En cambio, pues, una vez tuve una nana (…) y, pues, ella sí, hablaba maya, y con mi abuelita conversaba la mayoría del tiempo en lengua maya. Le dije: “Oye, es interesante cómo tú hablas, ¿me puedes enseñar?”, palabritas que hasta el día de hoy recuerdo. Y, pues, este es mi caso, no es el único, sino que hay otras personas, otros jóvenes a quienes esta transmisión de la lengua no les fue dada. Y la no transmisión de la lengua, en general, no es mi caso particular, no solo es mío, y además ocurre con frecuencia en la ciudad. (Participante 2, comunicación personal, 6 de octubre de 2022)

A pesar de no tener un amplio conocimiento lingüístico, la joven posee un vasto conocimiento cultural, que adquirió al convivir con su abuela, participando en las actividades cotidianas que esta realizaba y escuchando las historias que contaba acerca de su propia niñez, las actividades de otros integrantes de la familia, entre ellas, el trabajo en la milpa, la música y la cocina.

Esta convivencia hace que el sentimiento de la pérdida de la lengua sea también agudo. La joven tiene un deseo de recuperar la lengua; en un contexto sociolingüístico desfavorable de una ciudad, donde la lengua y sus hablantes son invisibilizados, encontrarse con otras personas jóvenes se vuelve crucial.

Al conocerse y compartir las historias, las personas jóvenes crean un ambiente de apoyo mutuo; hay una identificación entre pares que favorece que emprendan acciones en pro del aprendizaje y también de la promoción de la lengua maya. La participante reconoce en sus pares aquello que Garabide Elkatrea (s.f.) denomina el “deseo o voluntad de ser” (p. 30), en este caso, ser neohablantes de la lengua maya.

Esta actitud proactiva se manifiesta de una manera ejemplar en el caso de la Participante 3, la fundadora del colectivo juvenil que busca revalorizar la lengua maya, promover y normalizar su uso en los espacios cotidianos, incluyendo la facultad donde estudian sus integrantes, así como a través de las redes sociales virtuales.

Participante 3: “sucedió algo emocional, sentimental y valorativo dentro de mí”

Lo que distingue a esta participante es que es fundadora de un colectivo juvenil que se dedica a normalizar y promover el uso de la lengua maya en los distintos espacios, incluyendo la facultad, donde estudian sus integrantes. La participante estudió la licenciatura en el ámbito de la comunicación; participó en todos los seminarios, que empezó a tomar siendo estudiante y siguió tomando después de egresar. Explica: “Me llamaron la atención los temas, ya que no formaban parte de la malla curricular y el contenido de los seminarios me pareció interesante”. Fue al egresar que participó en el taller reflexivo y empezó a tomar clases de la lengua maya de manera virtual (debido a la pandemia). Actualmente, tiene un nivel avanzado del idioma.

Figura 3

Red personal de Participante 3

En cuanto a su red, en la que se sitúa como persona que habla maya (pues al momento de hacer la red ya había avanzado en el aprendizaje de la lengua), recuerda que era “pequeña”:

Descubrí que no tengo gente a mi alrededor que la hable o que tenga una conexión muy fuerte con ella [la lengua maya]; y que afortunadamente tienen actitudes positivas hacia la lengua maya, pero poca determinación a aprenderla y usarla. Si mal no recuerdo, solo una persona en mi red la habla porque decidió aprenderla. (Participante 3, comunicación personal, 16 de octubre de 2022)

Hay que destacar que fue precisamente la actitud proactiva de algunas personas que integran su red en particular, menciona a una de las facilitadoras de los seminarios y del taller, quien aprendió la lengua maya (sin ser de origen maya) la que motivó a la joven a acercarse a esta lengua. Empezó a indagar sobre la cultura y la lengua maya en su familia, dándose cuenta de que, en el pasado, había dos personas en su familia que hablaban la lengua maya: su tatarabuela y su bisabuela, por parte de su padre. Ninguna de ellas transmitió la lengua a sus hijos, por lo que la transmisión de la lengua maya en su familia cesó con estas personas.

En su trabajo de titulación, modalidad tesis, decidió abordar un proceso relacionado con la cultura y las personas mayas. Realizó el trabajo de campo sobre procesos de migración con varias personas mayas habitantes de un pueblo al sur de Yucatán, quienes pertenecen a su familia extendida y con quienes no convive con regularidad. Lamenta no haber podido hacer entrevistas con ellas en lengua maya, pues, en ese entonces, no sabía la lengua.

 

Su acercamiento a la lengua maya y el proceso de revalorización los describe así:

Tal vez era indiferente [a la lengua maya] porque no la conocía, no había hablado sobre ella, ni leído, ni aprendido y tampoco la había vuelto algo personal o la había relacionado conmigo. Volver a la lengua maya algo personal y darle un significado de valor y de añoranza, porque formaba parte de mi familia, al igual que convivir con gente que la habla, los sobrinos de mi tío abuelo [en el pueblo], me hizo quererla y a sus hablantes. Sucedió algo emocional, sentimental y valorativo dentro de mí, relacionarla a personas que me importan y a que las personas importan causó algo en mí. Entender cómo se relaciona con la opresión también hizo que me importe lo que pasa con ella y con sus hablantes. Es muy difícil explicar cómo sucedió porque tiene que ver con reacciones emocionales y sobre todo con empatía. (Participante 3, comunicación personal, 16 de octubre de 2022)

La conexión afectiva que genera con la lengua y sus hablantes lleva a esta participante a realizar dos acciones: empezar a aprender la lengua maya con el fin de convertirse en una neohablante y formar un colectivo juvenil que trabaje en pro de su revitalización.

Sobre el primer objetivo, menciona que, como resultado de los seminarios y el taller:

[el] principal entendimiento o reflexión más significativa fue que, para revitalizar cualquier lengua, lo realmente necesario es hablarla. Lo anterior implica aprenderla, si no la sabes, y usarla. Aprenderla me ha resultado muy retador, implica un gran compromiso, disciplina, recursos de todo tipo. (Participante 3, comunicación personal, 16 de octubre de 2022)

Si bien el aprendizaje ha sido difícil, pues la joven no tiene parientes cercanos que hablen la lengua, ni espacios donde su uso sea natural, menciona: “no me doy por vencida en su aprendizaje, no puedo echarme para atrás, ya le dediqué bastante a la lengua como para no lograr ser hablante completa, no creo que sea imposible y es la única manera de revitalizarla”.

Observamos, en el caso de esta participante, el pesar y la añoranza que se deben a la ausencia en su vida de un elemento tan importante como lo es la lengua materna, pues una de las lenguas maternas de su familia era la maya. En el pasado, era parte de su familia, sin embargo, a ella le fue negada, resultado de “cosas horrendas”, según la propia joven. Hoy día, esta participante desea revertir la situación a nivel personal, a nivel de sus grupos de pertenencia e, inclusive, más amplio: social. Se considera “una aliada de la lengua y sus hablantes”. Así, explica su compromiso:

Para mí, fue suficiente relacionar sus problemas [de la lengua maya y sus hablantes] con cosas horrendas como la opresión, violencia, violación de derechos humanos y todas las atrocidades que son interseccionales a las ideologías lingüísticas negativas que se tienen sobre la maya, como el racismo, el mito del progreso y el desarrollo, etcétera. Por eso, hay que preocuparnos y responsabilizarnos por la lengua, porque vivimos e, incluso, estamos emparentados con gente que diario es oprimida porque hablan maya, a tal punto que deciden dejar de hacerlo, esperanzados en que así su vida será mejor, y tristemente muchas veces sí, porque acceden a más oportunidades, y reciben menos racismo y discriminación. Eso es lo que me preocupa y ocupa, que me parece absurdo cómo vamos aprendiendo y construyendo cosas negativas sobre la maya y cómo eso incide en la calidad de vida de la gente que la habla y no la habla. (Participante 3, comunicación personal, 16 de octubre de 2022)

La joven decide fundar un colectivo juvenil, acompañada de sus pares, que trabaje en pro de la desestigmatización de la lengua, pues considera que:

Lo primero, para generar cualquier acción, cualquier cambio de actitud, es resignificar las cosas. En este caso, eliminar las creencias y actitudes negativas en torno a ella, volverlas positivas, y las positivas que ya existen, potenciarlas. Hasta ahora, no encuentro ninguna cosa negativa que se le pueda atribuir a alguna lengua, son lenguas, idiomas, sistemas increíbles, dotados de tanto. De nuevo, es absurdo atribuirle cosas negativas a un idioma, pero entiendo desde dónde surgen esas atribuciones negativas, y el origen es un monstruo. (Participante 3, comunicación personal, 16 de octubre de 2022)

En palabras de la joven, el colectivo:

Fue concebido para visibilizar a los mayahablantes de la facultad y normalizar el uso de la lengua en ese espacio, sobre todo lo último. Nuestra meta era que ganara presencia en la facultad, que se pudiera leer y escuchar y que formara parte de los procesos cotidianos, que fuera normal y utilizada constantemente. (Participante 3, comunicación personal, 16 de octubre de 2022)

Si bien la pandemia dificultó la realización de varios proyectos que el colectivo recién formado tenía planeados, al terminar el período de confinamiento, sus integrantes han llevado a cabo diferentes acciones relacionadas con la promoción de la lengua maya en la facultad, donde estudian, y a través de las redes sociales. Entre las actividades que ha realizado el colectivo, se encuentran un programa para dar a conocer la música en lengua maya y una serie de videopoemas del poeta maya Isaac Carrillo Can (in memoriam). El colectivo ha estado elaborando materiales en lengua maya que faciliten su aprendizaje y los ha colocado en espacios de uso común la facultad, ha organizado eventos donde se leen obras literarias en lengua maya y ha creado una pequeña biblioteca que recoge libros en esta lengua.

En cuanto a la tercera participante, si bien ya no suele asistir a la facultad, está presente en diferentes actividades. Asimismo, sigue aprendiendo la lengua maya. Actualmente, trabaja en una organización que promueve proyectos educativos; en Yucatán, esta organización se enfoca de una manera especial en reclutar y capacitar a jóvenes mayahablantes para que trabajen con la niñez maya. Parte del trabajo de esta participante es encontrar a estas personas e interactuar con ellas, por lo que un requisito para acceder al puesto fue tener el conocimiento de la lengua maya. El amor por la lengua maya y la convicción en la urgencia de cambiar su situación y la de sus hablantes hacen que la joven persiga sus metas: ser neohablante, revirtiendo la historia personal y familiar, y motivar a otras personas a revalorizar y aprender esta lengua.

Identificación entre pares y la revalorización grupal de la lengua maya: “este sentido compartido (…) creo que así comienzan todas las cosas”

En este apartado, presentamos algunos testimonios de las personas que participaron en los seminarios y el taller reflexivo, en torno al proceso de identificación que hubo entre pares y cómo este proceso ha incidido en su deseo de involucrarse, como colectivo, en la promoción de la lengua maya. Sobre lo ocurrido en el taller, sus participantes explicaron:

Las actividades realizadas durante el taller permitieron que nos conozcamos los unos a los otros. No solo hubo un conocimiento interno, realizado por cada estudiante al reflexionar y ubicar la cultura dentro de su vida, también hubo mucho conocimiento entre y sobre los participantes. Aprendimos y notamos cosas nuevas de cada uno, lo cual permitió que nos conozcamos más profundamente. A pesar de haber convivido durante mucho tiempo, las historias que cada uno contó permitieron que viéramos el interior de cada persona y que nuevos sentimientos nacieran. (Participante del taller reflexivo y Participante 3, comunicación personal, 16 de febrero de 2021)

Realmente tuvo un resultado significativo escuchar las historias y ver las fotografías, pues nos permitió estar más unidos y comprender un poco más sobre cada persona. (…) a causa de esas actividades, hablamos sobre cosas que nunca habíamos hablado entre nosotros. (Participante 3, comunicación personal, 27 de noviembre de 2020)

Se formó un lazo en el que todos teníamos un interés en común que era la revitalización lingüística, (…) pero también creo que se formó una gran amistad y una red de apoyo, porque entre nosotros íbamos ayudándonos o echándonos porras en cuestión donde más nos gustara. Por ejemplo, a mí me gustan más los medios audiovisuales. Y me decían: “¡Tú puedes hacerlo! ¡Qué padre que lo hagas! Síguelo haciendo”. Y nos corregíamos y así. (…) Esto es algo que me gustó mucho. (…) Y creo que más que nada para este tipo de situación, en el que se está tratando de revitalizar [la lengua], tener esta red de apoyo es muy muy padre. (Participante 1, comunicación personal, 13 de octubre de 2022)

Este sentido compartido (…) creo que así comienzan todas las cosas, ¿no? Yo no era consciente, por ejemplo, de la importancia de la lengua y todo esto, a pesar de que crecí en un contexto en el que se habla, mis abuelos lo hablan, entonces, fue a partir de estas reflexiones en la facultad, específicamente en el [taller], que yo empecé a desarrollar este sentido y, bueno, aquí conocí a los que conforman el equipo [del colectivo juvenil], ya empezamos a compartir como estrategias, vamos a hacer esto, vamos a hacer lo otro, ya con la motivación ya de las maestras, entonces es muy padre esto, cómo se va configurando. (Participante del taller reflexivo, comunicación personal, 11 de diciembre de 2020)

Así, a través de la comunicación entre pares, se han generado sentidos compartidos que coadyuvan a la revalorización de la cultura y la lengua maya, a nivel individual y como grupo. La revalorización y, con ella, la conexión personal ocurre al indagar en la historia propia y la historia familiar, así como al reflexionar sobre la situación de la cultura y la lengua maya en el Yucatán de hoy: un multiverso cultural (Krotz, 2004) asimétricamente construido.

La revalorización como grupo es posible en la medida en que las personas van conociéndose y van reconociendo su condición común. Asimismo, se van motivando entre pares para emprender acciones concretas en pro de la revitalización lingüística. Como vimos en el caso de la tercera participante, la primera acción y la más importante es el aprendizaje de la lengua, el cual, en su caso, ha sido el más avanzado, con el fin de convertirse en neohablante. Ser neohablantes es una meta compartida por todas las personas que integran el colectivo juvenil que promueve de la lengua maya.

Para concluir

Nuestra propia reflexión sobre el espacio creado nos lleva a reafirmar la necesidad de generar más espacios en instituciones educativas y otros ámbitos que favorezcan el diálogo entre jóvenes sobre las lenguas minorizadas. En nuestro caso, hemos observado que, inclusive en un contexto sociolingüístico difícil para la transmisión y el uso de la lengua maya, existen personas jóvenes sensibles y deseosas a comprometerse con su aprendizaje y promoción.

Es importante que las metodologías que se utilicen en estos espacios propicien una conexión personal con el problema que se está tratando, así como faciliten la reflexividad individual (esfera subjetiva) y grupal (esfera intersubjetiva), que conlleve a un “deseo o voluntad de ser” (Garabide Elkartea, s.f., p. 30) neohablantes del idioma minorizado.

El espacio comunicacional y el colectivo juvenil se nos presentan como una pequeña iniciativa que recoge la idea de la interculturalidad crítica (Walsh, 2009)[5]. Hoy día, sus acciones, que iniciaron en las esferas subjetiva e intersubjetiva, aspiran tener un alance social mayor.

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Vida Interior II, acrílico. Carola Ferrero


Notas

[1] De acuerdo con el Índice de Reemplazo Etnolingüístico (CDI, 2009), maayat’aan (maya, maya yucateco, maya peninsular) se encuentra en extinción acelerada. En Yucatán, el último censo registra que el 23.7 % de la población yucateca habla la lengua maya; se trata de una disminución de 6.9 % en comparación con el censo de 2010 (Chan, 2021). La interrupción en la transmisión de esta lengua se observa en las estadísticas por grupos de edad; en el caso de la niñez y de personas jóvenes, el porcentaje de maya hablantes es menor al de personas mayores, además de que sigue disminuyendo. Entre 2010 y 2020, el porcentaje de mayahablantes en el rango de 15 a 17 años disminuyó de 19.81 % a 13.64 %; en el rango de 10 a 14 años, bajó de 17.66 % a 11.64 %; en el grupo de 5 a 9 años, pasó de 13.8 % a 8.53 %; mientras, en el de 3 a 4 años, la disminución ha sido de 10.54 % a 6.02 % (Corral Gadea et al., 2021, p. 29).

[2] En el caso de lenguas minorizadas, ante la interrupción de la transmisión intergeneracional, se busca crear neohablantes (Ortega et al., 2016; Ramallo, 2020), por lo que es fundamental mencionar a aquellas personas quienes pueden convertirse en hablantes, involucrándose en su aprendizaje. Neohablante, según Ramallo (2020), es “un sujeto que emerge en situaciones de minorización y conflicto (explícito, objetivo o latente) lingüístico” (p. 239); se trata de aquella persona “quien aprendió a hablar en una lengua mayoritaria y decide hacerse hablante activo/a de una lengua minorizada” (p. 239).

[3] Durante la pandemia, las sesiones se realizaron a través de una plataforma digital. Pertenecer a la misma licenciatura y haber tomado de manera presencial el primer seminario facilitaron una comunicación fluida y en confianza durante las sesiones que se realizaron de manera virtual.

[4] Para obtener la representación de la red, el primer paso fue crear una lista de personas que cada joven consideraba significativas; posteriormente, señalaba una serie de atributos de cada persona significativa mencionada: género, edad, lugar de nacimiento, lugar de residencia, tiempo de conocerse, intensidad de la relación (desde personas íntimas hasta conocidas) y el tipo de relación (familia, amigos, escuela, trabajo, etcétera). Enseguida, elaboramos un cuestionario que nos permitió trazar una relación entre los miembros de la red y la lengua maya. Cada joven señalaba qué miembros de su red hablaban o comprendían la lengua maya y si alguna de estas personas le había enseñado alguna palabra, frase, canción o historia en maya; en el caso de aquellos integrantes de la red que hablaban maya, se preguntaba si solían comunicarse entre sí en esta lengua. Una vez contestado el cuestionario, procesamos la información y generamos las representaciones de sus redes personales para, a continuación, realizar el ejercicio de visualización. Esta fase fue importante porque, a partir de la representación gráfica, los jóvenes podían observar sus relaciones interpersonales y, en caso de ser necesario, modificar la red, agregando sujetos y efectuando otros cambios.

[5] En términos de Walsh (2009), la interculturalidad crítica puede ser vista como “una herramienta y como proceso un proyecto que se construye desde la gente –y como demanda de la subalternidad–” (p. 7); como tal, “Apuntala y requiere la transformación de las estructuras, instituciones y relaciones sociales, y la construcción de condiciones de estar, ser, pensar, conocer, aprender, sentir, y vivir distintas” (Walsh, 2009, p. 7).