https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2022-260313
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ARTÍCULOS
Representaciones sociales de la juventud escolarizada en relación con la inserción al mercado laboral de la ciudad de Río Cuarto en el año 2019: estudio de casos
Social representations of schooled youth in relation to insertion in the labor market of the city of Río Cuarto in 2019: case study
Representações sociais de jovens escolarizados em relação à inserção no mercado de trabalho da cidade de Río Cuarto em 2019: estudo de caso
Nery Facundo Rauch
Consejo Nacional de Investigaciones científicas y técnicas
neryrauch@hotmail.com
ORCID 0000-0002-4226-5862
Yanina Escudero
Universidad De Río Cuarto, Argentina
yani.escudero@hotmail.com
ORCID 0000-0002-3439-9043
Resumen: La presente investigación se realizó en el marco de los estudios de grado de los/as autores, persiguiendo el objetivo de indagar la representación social de los jóvenes escolarizados en relación a su inserción al mercado laboral en Río Cuarto (Córdoba) en el año 2019. En materia metodológica, se trata de un estudio cualitativo de tipo exploratorio-descriptivo, impulsado por el propósito de reconocer las características de las representaciones sociales que tienen los/as estudiantes de la ciudad sobre sus futuros procesos de inserción al mundo del trabajo, haciendo énfasis en sus percepciones sobre el vínculo entre sus estudios y las pretensiones y valoraciones del mercado laboral local. Desde un diseño de investigación transversal que se nutre de una fuente primaria de datos, bajo la técnica de entrevistas en profundidad, realizadas a estudiantes del último año de escolaridad obligatoria, pertenecientes a una institución educativa de gestión pública y otra de gestión privada.
Palabras clave: Representaciones Sociales; Juventud escolarizada; Inserción laboral; Mercado de trabajo; Rio Cuarto
Abstract: This research was carried out within the framework of the authors' undergraduate studies, pursuing the objective of investigating the social representation of young people in school in relation to their insertion into the labor market in Río Cuarto (Córdoba) in 2019. In methodological matters, it is a qualitative study of an exploratory-descriptive type, driven by the purpose of recognizing the characteristics of the social representations that the students of the city have about their future processes of insertion into the world of work, emphasizing in their perceptions about the link between their studies and the expectations and assessments of the local labor market. From a cross-sectional research design that draws on a primary source of data, under the technique of in-depth interviews, conducted with students in the last year of compulsory schooling, belonging to a publicly managed educational institution and another privately managed.
Keywords: Social Representations; Schooled youth; Labor insertion; Work market; Fourth quarter
Resumo: Esta pesquisa foi realizada no âmbito da graduação dos autores, com o objetivo de investigar a representação social dos jovens na escola em relação à sua inserção no mercado de trabalho em Río Cuarto (Córdoba) em 2019. Em questões metodológicas, trata-se de um estudo qualitativo do tipo exploratório-descritivo, impulsionado pelo propósito de reconhecer as características das representações sociais que os estudantes da cidade têm sobre seus futuros processos de inserção no mundo do trabalho, enfatizando em suas percepções sobre o vínculo entre seus estudos e as expectativas e avaliações do mercado de trabalho local. A partir de um desenho de pesquisa transversal que se vale de uma fonte primária de dados, sob a técnica de entrevistas em profundidade, realizada com alunos do último ano da escolaridade obrigatória, pertencentes a uma instituição de ensino de gestão pública e outra de gestão privada.
Palavras-chave: Representação Social; Juventude escolarizada; Inserção laboral; Mercado de trabalho; Rio Cuarto.
Recibido: 2022-03- 22 | Revisado: 2022-05-23 | Aceptado: 2022 -07-13
Introducción
En la historia de la humanidad, donde se atravesó una amplia diversidad de modos de producción, el trabajo implicó un elemento indispensable tanto para el propio dinamismo histórico como para la realización personal de los individuos. A partir de la consolidación del
capitalismo y su sistema productivo, el trabajo ⎯en su concepción imperante⎯ adquirió un
carácter crecientemente objetivado ⎯como los propios productos elaborados por este⎯ y, por ello, concebido como una mercancía sujeta a procesos de comercialización en la sociedad/mercado.
En este marco, se inscribe el nicho poblacional abocado a las actividades productivas de la sociedad, donde el trabajo “es solo una de ellas, al lado de las actividades desarrolladas en las esferas doméstica, educativa, cultural, deportiva, sindical, política, etc.” (Neffa et al., 2000, p. 10); y que comienza a los 15 años (Neffa et al., 2000, p. 44) y atraviesa gran parte de la educación secundaria.
Esta noción entra en tensión con el advenimiento del modo productivo flexiblei del capitalismo contemporáneo, que presenta un escenario laboral donde, fundamentalmente, los jóvenes “deben enfrentar especiales obstáculos para alcanzar una inserción laboral de calidad, ingresando al mercado de trabajo en condiciones de inestabilidad, sin protección social y con bajos ingresos” (Bonfiglio et al., 2008, p. 6), e implica diferentes oportunidades para los estudiantes egresados del sistema educativo; el cual entiende como funciones principales la formación para la ciudadanía, la capacitación para los estudios superiores y la formación para el trabajo (Ley N° 26.206, 2006, Art. 30). Ya en la década de 1980, tal como advertían los trabajos de Braslavsky (1986) y Braslavsky y Filmus (1987), se produce un incremento de las dificultades de los jóvenes para incorporarse al mundo laboral, aun cuando manifestaban un creciente proceso de inversión educativa, en primera instancia, producto de obligatoriedad subjetiva (década de los 80) y, luego, por una obligatoriedad normativa de acuerdo con las disposiciones de las reformas educativas: Ley Federal de Educación de 1994 y la Ley de Educación Nacional del año 2006 (Miranda, 2008).
Este marco sirve de argumento, en reiteradas oportunidades, a quienes sostienen que el proceso de transición de los jóvenes entre la escuela secundaria y el mundo del trabajo sería más exitoso en la medida en que se incorporen “transformaciones innovadoras en materia educativa y políticas activas de intermediación, capacitación y promoción del empleo juvenil (sistemas de pasantías, flexibilización laboral, etc.), que se asiente en reconstruir de manera virtuosa el vínculo entre la escuela y el mercado laboral” (Bonfiglio et al., 2008, p. 8). Para ello, en igual sintonía, en casi todos los ámbitos, se ha asumido que el principal escollo que enfrenta la demanda laboral de los jóvenes es el déficit en capital humano que padecen, asociándose casi exclusivamente su alcance y nivelación a los problemas de educación. Sin embargo, un análisis que se acote a enfocar el problema de la empleabilidad de los jóvenes a un motivo estrictamente educativo relega u omite las características estructurales de desigualdad entre los jóvenes que forman parte de la estructura educativa nacional, originada tanto por la inestable y endeble estructura económica del país como por las propias transformaciones en el mercado de trabajo globalizado (Weller, 2007).
A partir de lo antedicho, se reconoce que las transiciones juveniles exponen un amplio abanico de particularidades que distan de ser lineales u homogéneas (Miranda, 2008), pero ante las cuales es inevitable reconocer que, en este proceso, los jóvenes enfrentan cambios en sus contextos de vida cotidiana, en las relaciones con los otros y con ellos mismos, que reestructuran sus representaciones y significaciones:
Los jóvenes son afectados por el contexto en el cual se encuentran insertos, pero a su vez son activos en la significación de los hechos que les suceden (…) Es fundamental la percepción que el propio joven tiene sobre su situación. (Aisenson et al., 2003, p. 167)
Por ello, es posible pensar que el trabajo reflexivo que realizan al finalizar sus estudios secundarios, en especial respecto de aquellos que buscarán insertarse al mercado laboral, genera una revisión de las representaciones que tienen de sí mismos y del mundo que los rodea. En este sentido, es aquí donde se enmarcó la presente investigación, la cual se abocó a las representaciones sociales que los jóvenes escolarizados tenían en relación con la inserción al mercado laboral de la ciudad de Río Cuarto en el año 2019. Particularmente, la temática de investigación suscitó un vasto campo de interrogantes que la motivaron, las cuales se describen a continuación: ¿qué vinculación existía entre las finalidades del sistema escolar y los proyectos de vida de los jóvenes?; ¿cuál era el valor que los jóvenes y sus familias le otorgaban a la trayectoria escolarii si su proyecto de vida consistía en trabajar al culminar la secundaria? En resumen, ¿qué percepciones tenían los jóvenes respecto de la inserción en el mercado laboral de la ciudad, en función de sus experiencias de vida?
A partir de la definición de los interrogantes, se facilitó la determinación del objeto de investigación, el cual consistió en identificar las representaciones sociales que los jóvenes escolarizados de instituciones educativas de nivel secundario de la ciudad de Río Cuarto tenían en relación con su inserción al mercado laboral. Este objetivo se nutrió de objetivos particulares, tales como indagar en los jóvenes qué valor y finalidad le otorgaban a su trayectoria escolar en relación con su proyecto de vida; reconocer las representaciones que los estudiantes de dos colegios ⎯uno de gestión pública y el otro de gestión privada⎯ de la ciudad de Río Cuarto tenían sobre el mercado laboral juvenil actual; y distinguir las particularidades en las representaciones de los estudiantes sobre la inserción al mundo laboral en la ciudad. Lo que permite establecer al supuesto de investigación que sostiene que las representaciones sociales de los jóvenes escolarizados, sobre la inserción al mercado laboral riocuartense, giran en torno a la idea de resistenciaiii y escasas posibilidades de incorporación a este.
En materia metodológica, el trabajo recurrió a una estrategia cualitativa de diseño sincrónico. La investigación tuvo un carácter exploratorio-descriptivo, situada espacialmente en la ciudad de Río Cuarto, Córdoba, en el año 2019. A este fin, como fuente primaria de recolección de datos, se empleó la técnica de entrevistas en profundidad semiestructuradas a jóvenes estudiantes del último año de bachillerato de dos instituciones educativas de la ciudad, una de gestión privada y otra de gestión pública ⎯quienes conforman la población de la investigación⎯, mientras que, particularmente, 12 estudiantes conforman la muestra, distribuidos igualitariamente por tipo de institución y género. Con el motivo de organizar la exposición de los resultados, el trabajo utilizó como criterio ordenador diversos subtítulos en función de las categorías que emergían de los relatos, siendo el primero el que giraba en torno a las características de las trayectorias escolares de los estudiantes entrevistados en función de su proveniencia social e institucional; el segundo, relacionado con las representaciones sociales que sostenían sobre la educación secundaria y el proceso de transición hacia los estudios superiores o el trabajo; y, finalmente, el que hacía referencia a las representaciones sociales de los jóvenes mencionados sobre su inserción al mercado laboral en el año 2019.
Por último, cabe mencionar la relevancia del tema, la cual radica fundamentalmente en el abordaje de una problemática vigente tanto en el ámbito académico como en la opinión pública, por lo cual, investigar sobre tales concepciones permitió comprender las visiones que fundamentan el accionar que despliegan quienes se encuentran en esta instancia de transición, así como poder reflexionar sobre las características inherentes del mundo de trabajo como su potencial próximo ámbito de socialización.
Representaciones sociales y la significación de los hechos
En el proceso de transición de la escuela secundaria a los estudios superiores y el mundo trabajo, los jóvenes enfrentan cambios, en sus contextos de vida cotidiana, que reestructuran sus representaciones y significaciones. En este sentido, Aisenson (2001) afirma: “los jóvenes son afectados por el contexto en el cual se encuentran insertos, pero a su vez son activos en la significación de los hechos que les suceden. Es fundamental la percepción que el propio joven tiene sobre su situación” (p. 176). Por lo anterior, es posible pensar que el trabajo reflexivo que los jóvenes realizan al finalizar sus estudios secundarios ⎯en especial de aquellos que buscarán insertarse al mercado laboral⎯ genera una revisión de las concepciones que tienen de sí mismos y del mundo que los rodea.
Este proceso introduce la idea de las representaciones sociales que se generan sobre el mundo de los estudios y el trabajo, otorgando relevancia a la tarea de conceptualizar lo que se entiende por tal noción, a modo de comprender los idearios que tienen los jóvenes escolarizados en torno a la eventual introducción al mundo del trabajo. En esta línea, se puede recurrir, en primera instancia, a la definición propuesta por Serge Moscovici (1979), quien, en la década de los 70, conceptualizó la representación social como:
Modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos. La representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios, liberando los poderes de su imaginación. (Moscovici, 1979, en Mora, 2002, p. 7)
Los trabajos de Moscovici dieron lugar a un número considerable de investigaciones y de desarrollos teóricos más recientes, donde se destaca la perspectiva antropológica e histórica de Denise Jodelet (1989). En particular, Jodelet (2008) comprende a las representaciones sociales con base en tres esferas de pertenencia: la de la subjetividad, la de la intersubjetividad y la de la transubjetividad. La primera lleva a considerar los procesos que operan a nivel de los mismos individuos; en ella, se estudian los significados que los sujetos individuales o colectivos atribuyen a un objeto localizado en su entorno social y material. La segunda esfera, relativa a la intersubjetividad, remite a situaciones que, en un contexto determinado, contribuyen a establecer representaciones elaboradas en la interacción entre sujetos, especialmente las elaboraciones negociadas y producidas en común a través de la comunicación verbal directa. Finalmente, la transubjetividad se vincula estrechamente con las esferas anteriores y remite a todo lo que es común para los miembros de un mismo colectivo, al determinar significados compartidos. Estos significados pueden resultar del acceso al patrimonio de recursos proporcionados por el aparato cultural; depender del juego de coacciones o de presiones ⎯sea por las condiciones materiales de existencia o por el vigor de los sistemas de normas y valores, entre otros factores⎯; surgir del espacio social y público, donde circulan representaciones de origen diverso, como la difusión por los medios masivos de comunicación; u originarse en los marcos impuestos por los funcionamientos institucionales, las hegemonías ideológicas, entre otros factores.
En esta instancia, se puede derivar que las concepciones que los jóvenes tienen respecto del mercado de trabajo, especialmente en momentos en que se producirá un pronto egreso del sistema escolar, van a depender de una serie de significaciones que se dan en las esferas de la subjetividad, inter y transubjetividad. De esta manera, sus representaciones no solo serán producto de la percepción individual que tengan sobre el objeto ⎯el mercado de trabajo riocuartense actual⎯, sino que serán objeto de las influencias que se producen en los intercambios que hagan en situaciones específicas y con otros sujetos, tales como en sus trayectorias escolares particulares, relaciones familiares, con grupos de pares u otras. Más aún, estos imaginarios serán producto de la recepción de significaciones que se despliegan en el marco de la comunidad, en donde los fines de la educación secundaria, las condiciones impuestas por la institución escolar, los límites que plantean las condiciones materiales, las relaciones de poder que derivan del mundo laboral, entre otras, serán determinantes a la hora de construir un imaginario respecto de su situación y sus posibilidades.
Ahora bien, a partir del abordaje de la incidencia que las representaciones sociales tienen en la construcción del proyecto de futuro de jóvenes que finalizan los estudios secundarios, es posible proseguir con la descripción de lo que se entiende como trayectorias escolares y mercado de trabajo en función del supuesto de que los individuos mencionados cursan trayectorias escolares específicas que son estructuradas por determinados fines educativos y ciertas características de la realidad contextual actual, la cual es atravesada por numerosos desafíos propios de un mercado de trabajo de carácter dinámico y flexible.
Las trayectorias escolares juveniles, entre los fines educativos y las realidades contextuales
Como se describió en apartados anteriores, la representación que los jóvenes escolarizados tienen respecto del mercado laboral, en el cual, eventualmente, buscarán ingresar, resultará de una construcción interpretativa producto de la interacción que desplieguen con el ambiente y con otros. Ahora bien, para profundizar la idea anterior, cabe afirmar que, durante los últimos años de educación secundaria, el proceso de significación que realizan los jóvenes sobre el estudio y el trabajo se caracteriza por la presencia de sujetos que cursan diversas trayectorias escolares atravesadas por desiguales realidades contextuales.
Remarcando que se trata de una conceptualización dinámica y aun con debates abiertos en el campo de la sociología de la juventud, se puede ubicar cronológicamente a la etapa juvenil entre los 15 y los 29 años (Organización Iberoamericana de la Juventud y Comisión Económica para América Latina y el Caribe, 2014), la cual se comprende como:
Una fase o período socialmente construido en el curso de la vida de las personas, que adquiere una entidad propia, durante el cual las sociedades ofrecen un conjunto de actividades y rituales que habilitan transiciones y pasajes, los cuales se van modificando a lo largo de las distintas épocas o etapas y brindan experiencias a los sujetos en su contexto generacional. (Miranda, 2015, p. 82)
Donde se destaca que, entre dichas actividades, adquieren relevancia las relativas a la independencia económica y habitacional, sin constituirse en imperativos o modelos normativos para convertirse en personas adultas, fundamentalmente por la incidencia de la fragmentación territorial, desigualdades socioeconómicas o nuevas construcciones identitarias en la conformación de las transiciones juveniles (Tilly, 2020; Saravi, 2004, 2014, citado en Miranda, 2015).
En materia de trayectorias escolares, se reconoce que han estado fuertemente condicionadas por los diversos contextos históricos atravesados. En las últimas décadas, a nivel nacional, se ha producido un creciente proceso de fragmentación educativa en consonancia con la agudización de las desigualdades sociales. En esta línea, cabe mencionar que el sistema educativo argentino, desde su origen, se configuró como un elemento de identificación común de los ciudadanos. Si bien se constituyó sobre la base de niveles graduales que estaban condicionados al origen social de los estudiantes, se estableció bajo un espíritu de igualdad de oportunidades e integración social. Este esquema se mantendría con eventuales modificaciones coyunturales hasta el año 1993, con la sanción de la Ley Federal de Educación Nº 24.195, donde, en un contexto signado por fuertes transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales, que se manifiestan en una creciente marginación y fragmentación social, se concretaría la extensión de la obligatoriedad escolar al nivel secundario (Escuela General Básica).
El mecanismo desarrollado paralelamente en el contexto neoliberal constaba de incrementar la cantidad de jóvenes escolarizados, por un lado, y desplegar una estructura fragmentada ⎯como mínimo dual⎯ para el desarrollo de las trayectorias escolares, por otro. Dicha matriz fragmentaria, que para muchos serviría como una herramienta para trabajar con las particularidades de cada grupo social, al dejar de lado la discusión por las desigualdades de los educandos para trasladarse a la problemática de la inclusión, canalizada mediante la multiplicidad de programas y formatos escolares de acuerdo con las características generales de cada grupo social que pretendía incluir en el sistema educativo (Gluz, 2012).
En cuanto a las trayectorias educativas, Flavia Terigi (2007) expone que la escuela, en su origen, se manifestaba selectiva y desarrollaba un currículo comprehensivo y academicista, diferenciando, desde los primeros momentos, en modalidades profesionales y propedéuticas y, si bien dichos criterios elitistas se atenuaron durante los procesos de masificación educativa de mediados de siglo XX (Southwell, 2011), recobraron vigencia en las últimas décadas de este:
La tendencia a masificar el nivel secundario, si bien sostiene los anhelos por la inclusión y la constitución de sociedades más igualitarias —deseos y postulados procesados a través de la educación— no elimina las desigualdades sociales, sino que muy por el contrario (…) tiende a generar mecanismos para el desarrollo de nuevas formas de diferenciación social. (Mayer, 2019, p. 42)
Particularmente, respecto de los fines actuales que persigue el sistema educativo en Argentina, según explicita la Ley de Educación Nacional Nº 26.206 en su Art. 30, la educación secundaria en todas sus modalidades y orientaciones tiene la finalidad de habilitar a los adolescentes y jóvenes para el ejercicio pleno de la ciudadanía, para el trabajo y para la continuación de estudios. Este marco normativo se interrelaciona con las experiencias particulares de los estudiantes y sus familias en el sistema educativo. Lo que constituye disímiles trayectorias escolares en dicho proceso, que pueden reconocerse como “teóricas”, “reales” o “no encauzadas” (Terigi, 2007; 2009).
Las trayectorias teóricas expresan itinerarios en el sistema, que siguen la progresión lineal prevista por este en los tiempos marcados por una periodización estándar. En este sentido, tres rasgos del sistema educativo son especialmente relevantes para la estructuración de las trayectorias teóricas: la organización del sistema por niveles, la gradualidad del currículum y la anualización de los grados de instrucción (Terigi, 2009). Por otro lado, la autora expone que, en oposición a los presupuestos anteriores, se encuentran las trayectorias reales, que reconocen itinerarios frecuentes o más probables al exponer una serie de avatares por los cuales se apartan del diseño de las trayectorias teóricas contempladas por el sistema educativo. Finalmente, agrega que existen itinerarios que no siguen el cauce de las anteriormente descriptas, denominadas trayectorias no encauzadas: son las que presentan cambios de instituciones educativas, deserciones parciales, migraciones geográficas que interrumpen abruptamente los recorridos reconocidos en las trayectorias teóricas o reales. Esto se explica ya que gran parte de los jóvenes transitan su escolarización de modo heterogéneo, variable y contingente (Terigi, 2009).
De esta forma, los cambios educativos de las décadas recientes, aún sobre preceptos auspiciosos como la contemplación de procesos educativos particulares, que confrontaron la normalización y la férrea homogeneidad de las experiencias estudiantiles del formato moderno, o la incorporación y apertura a comunidades y sectores históricamente relegados, condujo a un proceso análogo al desarrollado en materia social, lo que propició una creciente fragmentación educativa, tanto entre escuelas públicas y privadas como al interior de ellas (Del Cueto y Luzzi, 2013), que configuran múltiples trayectorias escolares en las juventudes.
La inserción laboral juvenil en tiempos de capitalismo globalizado
A partir de las vicisitudes de la economía global posteriores a la década de 1970, en paralelo al auge de la globalización de fines del siglo XX, el mundo del trabajo comenzaría a atravesar un proceso de cambios, tanto en los aspectos técnicos de sus modalidades como en las características de la estructura productiva y las dinámicas del mercado de trabajo, los cuales repercutieron particularmente en la población juvenil por tratarse de quienes se aprestan a insertarse en el mercado de trabajo, el cual se caracteriza por un crecientemente grado de fragmentación (Corica y Otero, 2017). Siguiendo lo desarrollado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se puede definir como inserción al mercado de trabajo a “el paso de una persona joven (15 a 29 años) del final de la escuela (o entrada en la primera actividad económica) al primer empleo estable o satisfactorio” (2013, p. 52), con las pertinentes aclaraciones de que, cuando se habla de empleo estable, se define en relación con el contrato de trabajo (escrito u oral) y la duración de este (más de 12 meses), lo cual excluye el cuentapropismo por carecer de contrato. Mientras que el carácter de satisfactoriedad es subjetivo y se basa en la propia evaluación de la persona que lo ocupa, fundamentalmente en cuanto a si considera que el trabajo que desempeña se adecua a lo deseado para su trayectoria laboral.
Ante lo cual, y aun con grandes transformaciones, se sostiene la vigencia de que:
El periodo entre los últimos años de estudio y los primeros de inserción laboral constituyen un momento crucial en la vida de toda persona. Es una etapa donde se producen cambios fundamentales y se sientan las bases claves para el desarrollo personal y el tipo de inclusión social que marcará la vida adulta. (Gontero y Weller, 2015, p. 9)
Dichos cambios en la estructura socioeconómica a nivel global no fueron ajenos a la realidad doméstica, los cuales se manifestaron, fundamentalmente, en una retracción de la demanda de puestos de trabajo que, en el caso argentino, se traduciría en el fuerte ascenso de índices de desocupación (8,4 % en 1989 a 21,5 % en 2002) y subocupación (9,3 % en 1989 a 18,6 % en 2002) durante la década del 90 y principios del 2000 (Rapoport, 2010).
De esta manera, las dificultades para los sectores poblacionales económicamente activos se agravarán en los sectores juveniles, al manifestar mayores obstáculos e inestabilidad en la población joven que pretendía incorporarse al mundo del trabajo, ya sea de forma parcial o completa; al alcanzar el pico histórico en Argentina en el año 2002, con el 36,9 % de desempleo juvenil (Miranda, 2008). Si bien estos guarismos se redujeron a partir de la reactivación económica en el país, a partir del fin de la convertibilidad y los elevados precios internacionales de los commodities,iv el mercado laboral juvenil preservaría sus características estructurales de fuerte vulnerabilidad y crecimiento ocupacional endeble, sobre todo si se compara con el resto de la población económicamente activa; por ejemplo, a mediados del presente año (segundo trimestre de 2019), donde la tasa de desempleo alcanzó el 10,6 % en los adultos y un 20,6 % en los jóvenes (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, 2019).
Ante este panorama, debemos destacar que existen numerosos factores que dificultan la incorporación de los jóvenes al mercado de trabajo, desde la aceleración del cambio en los mercados, como consecuencia de la integración global y los avances tecnológicos, con repercusión también en el funcionamiento del mercado de trabajo; la marcada ⎯y creciente⎯ segmentación socioeconómica, reflejo y origen de la elevada desigualdad en América Latina; o el trasfondo familiar que influye en las oportunidades de acumular capital humano (acceso a educación y capacitación de buena calidad), capital social (relaciones sociales basadas en la confianza, la cooperación y la reciprocidad) y capital cultural (manejo de los códigos establecidos por la cultura dominante) condicionan, en gran medida, las perspectivas laborales de la juventud (Weller, 2007).
Lo que agrava el cuadro de situación, si se dimensiona que dichas dificultades acontecen en un marco particular, ya que se manifiestan simultáneamente con la ampliación de la matrícula escolar de los jóvenes y la extensión en sus años de escolarización, por lo cual podría inducirse que las generaciones juveniles contemporáneas se encuentran en mejores condiciones para relacionarse con el mundo laboral; sin embargo, numerosas investigaciones exponen que, en este contexto, se manifiesta la paradoja de “que a pesar de que los jóvenes de hoy obtienen mejores niveles educativos, las posibilidades de conseguir un trabajo acorde a su formación y/o bajo condiciones laborales con protección social son más dificultosas” (Corica y Otero, 2017, p. 37), lo que expone puntos de disolución en la correspondencia lineal entre niveles educativos y puestos de trabajo que observaban los teóricos de la reproducción (Corica y Otero, 2017), pero, sobre todo, pone en jaque la correlación positiva entre educación y trabajo que sostiene la teoría del capital humano (Gallart, 2006, en Corica y Otero, 2017, p. 38). La cual comenzó a perder influencia al ritmo de la constatación de que el conjunto de certezas sustentadas a lo largo de casi tres décadas no se correspondía con las transformaciones reales, donde, ya en los años sesenta, “diversos estudios advirtieron acerca de dos debilidades: de una parte, la educación no producía los efectos de desarrollo económico esperados; además, se probó la exigua conexión entre formación y remuneraciones” (Aronson, 2007, p. 11).
En resumen, este contexto de acrecentamiento en las competencias o credenciales que antaño certificaban el cumplimiento de los requisitos para una inserción laboral sin grandes complicaciones, en nuestros tiempos, ya no lo garantizan, dando lugar a procesos de afectación psicoemocional en la juventud, que, ante la frustración y resentimiento, tienden a exteriorizarse tanto en conflictos a nivel individual como sociales de mediana y gran envergadura (Weller, 2007; Organización Internacional del Trabajo, 2012).
Análisis de resultados
A partir de la recolección de datos y la metodología cualitativa adoptada, se expone el análisis realizado a partir de la técnica de análisis del discurso, el cual puso en juego las variables que direccionaron el trabajo. Como se mencionó en el apartado inicial, el criterio organizador para la presentación de los resultados fue el siguiente: en primera instancia, se expondrán las características de las trayectorias escolares de los estudiantes entrevistados, teniendo en cuenta las diferencias en función de su proveniencia social e institucional; posteriormente, se abordarán las representaciones sociales que sostenían sobre la educación secundaria y el proceso de transición hacia los estudios superiores o el trabajo; y, finalmente, se expondrán qué representaciones sociales tenían los jóvenes mencionados sobre la inserción al mercado laboral en el año 2019.
Trayectorias escolares y diversidad en las realidades socioinstitucionales…
Con respecto a las trayectorias escolares de los jóvenes entrevistados, no se observaron trayectorias escolares homogéneas. Se evidenció una clara diferenciación con base en la proveniencia institucional, donde los jóvenes que provenían del colegio privado tenían trayectorias educativas que se podrían ubicar como “trayectorias reales”, cercanas a las “trayectorias teóricas”: “Mi trayectoria educativa secundaria ha sido como una montaña rusa, en algunos años fui centrada y me gustó aprender diferentes temas; en otros años me costó más concentrarme” (Entrevista Nº 8, 2019); “Mi trayectoria en el secundario fue buena y también tuvo algunos aspectos que fueron malos” (Entrevista Nº 11, 2019). Mientras que, entre quienes provenían del colegio público, se observó la presencia de “trayectorias no encauzadas”, ya que habían pasado por diferentes colegios y poseían sobre-edad: “me costó un poco, pero bueno. Hice primer año, después hice segundo y tercero en otro colegio (…) en el Alberdi, luego me volví acá en cuarto e hice la especialidad” (Entrevista Nº 1, 2019). Al distinguir las percepciones con base en el género, tanto en hombres como en mujeres, se observaron los tres tipos de trayectorias, donde entre los varones se observó una mayor cantidad de trayectorias no encauzadas que entre las mujeres, quienes presentaron una situación paritaria entre trayectorias teóricas y reales/no encauzadas.
Respecto al valor que los jóvenes le otorgaban a los contenidos, se encontró que los estudiantes del colegio de gestión pública revalorizaban ampliamente los contenidos que les ofrecía la institución, sobre todo los derivados de la especialidad/orientación institucional. Este valor se constituía sobre la base de diversos criterios: la utilidad de los contenidos en función de lo que deseaban estudiar, para el desarrollo de la vida diaria, o porque eran conocimientos que, desde su óptica, eran necesarios para un futuro ingreso laboral. “Me cambié porque me gusta la especialidad de acá, porque me gustaba la contabilidad, tenía pensado estudiar contador” (Entrevista Nº 3, 2019); “aprendemos sobre cómo hacer un currículum, cómo puede ser la entrevista de trabajo, cómo podemos ir vestidos” (Entrevista Nº 6, 2019). No obstante, los estudiantes del colegio de gestión privada, en su la mayoría, le otorgaban un valor relativo, al considerar que no todos los contenidos habían sido importantes, incluso meritorios de ser reemplazados por otros. Particularmente, se identificó una marcada importancia de los saberes recibidos para el ingreso a la educación superior. En este sentido, expresaron: “A algunos contenidos le otorgo más valores que otros” (Entrevista Nº 10, 2019); “creo que la mayoría de las cosas me van a servir, quiero seguir estudios superiores” (Entrevista Nº 12, 2019).
De los contenidos que recibí algunos me parecen esenciales para una etapa nueva, pero otros, siento que no son importantes y podrían haber sido reemplazados por otros temas, por ejemplo, enseñarnos a expresarnos bien de forma oral y exponer un tema, o hacer resúmenes y cuadros que eso nos podría servir en un futuro. (Entrevista Nº 7, 2019)
Mientras que, si analizamos estas apreciaciones en función de los géneros, desde el punto de vista de los varones, en cuatro casos, sí le otorgan valor ⎯seis casos en total⎯ en función de la carrera que pretenden seguir; los restantes consideran que no todos los contenidos son valiosos. Respecto de las mujeres, tres casos le otorgan valor como conocimientos generales o necesarios para el mañana: “la trayectoria sirve bastante, porque como que te da educación para el día de mañana” (Entrevista Nº 5, 2019), y tres casos le otorgan valor relativo o que podrían ser reemplazados.
Por lo anterior, es dable destacar las diferencias que se observaron respecto de la proveniencia institucional y la concepción de los colegios respecto a la utilidad de los contenidos en un futuro cercano. En el colegio público, la vinculación entre educación y mercado laboral, al menos en los últimos años, era explícita y palpable. A su vez, sus estudiantes, en su mayoría, no se encuadraban en las llamadas trayectorias teóricas, eran mayores de edad o habían transitado por diversos colegios en función de lo que posteriormente pensaban hacer al egresar, a partir de una planificación a mediano plazo y valoración funcional de lo aprendido. Por su parte, en los jóvenes pertenecientes al colegio privado, observaron en mayor medida trayectorias teóricas y cuyos contenidos valorados de forma positiva mostraban diversidad al enfocar como posibilidad directa, al finalizar el trayecto escolar secundario, la continuidad de los estudios superiores y, eventualmente, trabajar. Por otra parte, los resultados que se encontraron en función de los géneros; resultó interesante la valorización que se observaba en cada uno, donde el género masculino concebía como valiosos los saberes recibidos conforme a una eventual inserción al mercado laboral o para los estudios superiores, mientras que, en el femenino, en ciertos casos, no tenían como visión directa aquellas transiciones, al priorizar los aprendizajes para la vida, en perspectiva del desempeño en tareas domésticas y la conformación de un hogar.
Educación secundaria y transición a los estudios superiores o trabajo…
Al indagar sobre el valor que los jóvenes le otorgaban a la educación, en sintonía con las perspectivas anteriormente expuestas, los estudiantes del colegio público le atribuían una alta relevancia tanto para los estudios superiores como para insertarse en el mercado de trabajo ⎯respecto de esto último, la mayoría hizo referencia a la necesidad de cumplir con la exigencia de tener secundario completo⎯. Según afirmaban, la valoración de sus familias iba en la misma línea que ellos por idénticas razones, mientras destacaban que sus padres/madres no habían terminado los años de educación secundaria obligatoria y que realizaban, en muchos casos, trabajos precarios.
El secundario es re importante, en todos lados te piden secundario completo (…) Para mi familia es re importante, mi papá me dice que tenés que estudiar, mi papá no estudio y mi mamá no tanto. Me decían que termine el secundario porque es difícil conseguir trabajo… Él dejó en primer grado, le dijeron que siga estudiando para tener un mejor trabajo, todavía está vendiendo plantas y me dice que quiere que esté en un lugar mejor. (Entrevista Nº 2, 2019)
En general, mis papás solo hicieron la primaria, somos siete hermanos, yo soy la del medio. De los tres más grandes, solo dos terminaron el secundario, pero ninguno siguió la universidad y la tercera dejó en tercer año del secundario. Los tres más chicos van al colegio, uno al secundario y dos a la primaria. El valor que le dan a la educación es importante. (Entrevista Nº 6, 2019)
Respecto de los jóvenes del instituto privado, las apreciaciones eran similares, donde se destacó igualmente la importancia de contar con secundario completo, a punto de constituirse imprescindible para “conseguir un trabajo digno” (Entrevista Nº 7, 2019). Por su parte, el valor que las familias le atribuían a la educación secundaria eran los mismos que para los estudiantes del colegio público. Al analizar estas valoraciones con base en el género, se observa que ambos le otorgaron una alta relevancia y, en el caso de los hombres, el valor atribuido por la familia se vuelve una exigencia. Respecto de las mujeres, se observa peculiarmente la presencia de historias familiares en las que sus padres/madres no pudieron concluir la educación secundaria o poseen trabajos precarios, por lo cual la familia valoriza que los contenidos curriculares les van a servir para la vida.
En cuanto a la apreciación de los estudiantes sobre la formación secundaria en virtud de prepararlos para el mundo del trabajo, los estudiantes del colegio público respondieron que, en general, entendían que sí los preparaba:
En varias materias ya nos habían preparado con los currículums y todas esas cosas, ya habían trabajado hace varios años que estamos trabajando… y bueno, en la presentación, todo, ¿viste?... En Administración de la Producción que trabajamos con el mercado, lo vemos qué se produce, todas esas cosas. (Entrevista Nº 1, 2019)
La trayectoria sirve bastante, porque como que te da educación para el día de mañana, si vos no querés seguir la universidad, en base al trabajo más que todo, este colegio se centra mucho en eso. Te da una salida más de tipo laboral (…) la uni [refiere a la UNRC] vino a visitarnos, hicimos talleres. Como que le dan mucha importancia, no solamente por una carrera universitaria, también mostraron cursos de educación terciaria, o sea, como que te da opciones, y para el mundo del trabajo también. (Entrevista Nº 4, 2019)
Por su parte, los estudiantes del colegio privado percibían que la institución los capacitaba relativamente y que la preparación les sería de utilidad solo si se relacionaba con el trabajo que eventualmente elegirían. Por este motivo, sobre los contenidos de la orientación del colegio, si bien le daban cierto valor, al mismo tiempo, sugerían que podrían abordarse otros, como los referidos a herramientas “útiles” para los trabajos en general: “Creo que el secundario me prepara para el desarrollo en el mundo del trabajo, pero no del todo, creo que en el secundario se nos podría preparar un poco más para el mercado laboral” (Entrevista Nº 10, 2019); “Creo que lo que te debería preparar para desarrollarte en el mundo del trabajo son todas las materias ya que te enseñan a ser responsable, respetuoso, buen compañero, honesto y eso también es importante en el mercado laboral” (Entrevista Nº 9, 2019);
Yo creo que sí, aunque depende que es lo que te guste, sobre todo lo que quieras estudiar o trabajar después, porque si es algo que no tiene relación no te sirve mucho. Tiene que tener relación a las orientaciones de la escuela. (Entrevista Nº 12, 2019)
Si lo analizamos en función de los géneros, las respuestas son diversas y no exponen una tendencia notable; en la mayoría de los casos, creen que los preparan relativamente, tanto en hombres como en mujeres.
Como se advirtió anteriormente, ante la pregunta referente al futuro cercano de los jóvenes y sus pretensiones de continuar sus estudios o insertarse al mundo laboral, cabe destacar que todos los estudiantes, tanto los de pertenencia institucional pública como los del colegio privado, tenían pretensiones de continuar sus estudios, ya sea en el ámbito universitario o terciario. Asimismo, a excepción de un solo caso analizado ⎯que solo consideraba estudiar⎯, casi la totalidad de los jóvenes consideraban la posibilidad de acompañar su continuidad educativa en paralelo a la inserción al mercado laboral. En este sentido, si bien eran relativamente homogéneas las respuestas referidas a este último punto, resultó interesante la descripción de las razones que motivaban la necesidad de trabajar de acuerdo con su pertenencia educativa. Por el lado de los estudiantes del colegio público, expresaban unánimemente tanto la pretensión de continuar sus estudios (independientemente de la institución y la extensión de estos) como de insertarse en el mundo laboral, desde la intención de poder costearse o contribuir económicamente con sus respectivas familias: “Y si, trabajar seguro sería para poder estudiar, no importa si tenga que trabajar de lo que sea… También para ayudar a mi familia” (Entrevista Nº 2, 2019). En tanto que los entrevistados del instituto privado, aun con matices entre los casos analizados, daban prioridad a continuar sus estudios de nivel superior; mientras relegaban la posibilidad de trabajar, por ejemplo, en necesidad de costear eventuales gastos personales: “Me gustaría seguir estudiando, pero en lo posible hacer las dos cosas. Trabajando podés tener tus cosas propias, pero con un estudio podés tener muchas más posibilidades” (Entrevista Nº 11, 2019).
En materia del género de los entrevistados, sobre las perspectivas cuando concluyan su escolaridad obligatoria, el sexo masculino presenta pareceres disimiles, ya que algunos de ellos tienen pensado acompañar sus estudios con trabajo o trabajar en el corto plazo (la totalidad de los que asisten a la secundaria publica y dos de la privada), y uno de los jóvenes no tiene pensado trabajar, dedicándose de lleno a sus estudios superiores. No obstante, podemos remarcar que, en la mayoría de los casos, le atribuyen un criterio estrictamente utilitarista a la educación, como una herramienta para tener mejores ingresos económicos en el corto o mediano plazo: “Una vez concluido el secundario tengo pensado en seguir estudiando para poder trabajar de lo que a mí más me gusta y por ahí poder no depender de nadie más, tener mi propio lugar de trabajo” (Entrevista Nº 9, 2019). En lo que refiere a las respuestas del sexo femenino, la totalidad de los casos pretenden continuar sus estudios superiores y sostener paralelamente un trabajo, aunque la finalidad de este último guarda estrecha relación con la pertenencia institucional, dimensión analizada en el párrafo anterior. Las jóvenes del instituto público sostienen que trabajarán para colaborar con su familia, mientras que, las del privado, para propósitos personales: “Al finalizar el secundario pretendo estudiar en la UNRC, contador público, y a su vez trabajar en el pelotero así poder mantener mis gastos y los gastos que requiere estudiar” (Entrevista Nº 7, 2019).
Representaciones sociales de los estudiantes sobre la inserción laboral juvenil…
Luego, con respecto a la consideración de los jóvenes sobre si el mercado laboral ofrecía facilidades o resistencias a la hora de receptar a quienes, al culminar el secundario, tenían pensado trabajar, más allá de ciertas particularidades que oportunamente se desarrollarán, casi todos consideraban que el mercado de trabajo planteaba resistencias a la hora de incorporarse.
Creo que, hoy en día, el mundo del mercado laboral ofrece resistencias a la hora que un joven termina el secundario y busca trabajo, son muy pocos los lugares que le dan trabajo a los chicos que recién terminan el secundario. (Entrevista Nº 8, 2019)
En esta línea, las dificultades que manifestaron abarcaban desde aspectos estrictamente generacionales, como la experticia requerida por determinados demandantes de trabajo; las resistencias que los adultos sostenían ante el advenimiento de nuevas ideas o el dinamismo juvenil; la naturalización de condiciones flexibles a la hora de contratar y mantener a un/una joven en un trabajo; hasta la representación socialmente imperante de la supuesta ausencia de responsabilidad o de actitud activa en los jóvenes.
Particularmente, los jóvenes pertenecientes a la institución de gestión pública sostenían al unísono que el mercado de trabajo desplegaba muchas resistencias para incorporarlos, tal como lo describió la entrevistada Nº 2: “Pienso que cuando vas a buscar trabajo, si no tenés experiencia no te toman, o los toman un tiempo y ya después de 3 meses los despiden y toman a otros. Está medio complicado para conseguir trabajo ahora” (Entrevista Nº 2, 2019). Mientras que los entrevistados del colegio privado manifestaban mayores vicisitudes en cuanto a esta pregunta. Si bien dimensionaban la existencia de ciertas dificultades en la inserción laboral juvenil, las apreciaciones no eran tan contundentes como la de los anteriores. En algunos casos, mencionaron la presencia de algunas facilidades de incorporación, junto con la existencia de planes de promoción de empleo gubernamentales:
Creo que el mercado laboral ofrece facilidades a la hora de receptar jóvenes a la hora de trabajar, ya que muchas veces notan más predisposición a la hora de trabajar mientras a su vez, también, a veces se aprovechan de la falta de conocimientos de los mismos para el beneficio de la empresa, como en los planes del gobierno para entrar a trabajar. (Entrevista Nº 8, 2019)
Con respecto al análisis de las respuestas en cuanto al género de los entrevistados, se observa que los hombres observan resistencias, sobre todo por conocimiento de allegados a los cuales les costó incorporarse, y más de uno aun no lo consiguió: “Para mí, creo que ofrecen resistencias, porque los chicos que terminaron el año pasado acá no conseguían trabajo. Creo que hubo uno que fue tomando en el top [comercio], pero los otros no consiguieron trabajo” (Entrevista Nº 3, 2019). En tanto que las mujeres presentan opiniones disímiles, donde, si bien casi todas reconocen la existencia de dificultades ⎯la única excepción que reconoce facilidades es el caso analizado en párrafo anterior⎯, nuevamente, se visualizan diferencias entre las concepciones de acuerdo con la institución de pertenencia; las jóvenes del instituto privado tendieron a manifestar ciertos aspectos positivos del mundo laboral en cuanto a su inserción: “Creo que hay cosas fáciles y difíciles, fácil porque ya tenés un título secundario y así te aceptan en muchos lugares. Y difícil, porque (…) si no te gusta va a ser más complicado” (Entrevista Nº 11, 2019), o, por lo menos, no plantean de forma contundente las resistencias del mercado laboral a la hora de incorporarlas, como sí acontece en el caso de las jóvenes del instituto público: “Yo tengo 19, y tiré 25 currículums, y todavía nadie me llamó, ¡eso que tengo experiencia, eh! Pero está complicado, está muy complicado” (Entrevista Nº 1, 2019).
Por último, a la hora de reflexionar sobre la situación particular de cada estudiante y sus posibilidades de introducirse en el mundo laboral cuando concluya su escolaridad obligatoria, expresaron que también en ellos repercuten las dificultades de incorporarse en el mercado laboral. No obstante, mencionaron ciertas nociones de interesante consideración. En primera instancia, remarcaron que estas dificultades tienen un carácter estrictamente temporal, es decir, que es propia de esos años y no la dimensionaban como parte de las características estructurales de la realidad social. Ejemplo de ello es la respuesta del tercer entrevistado: “No creo que hay facilidades, no creo cómo está el país. Pienso que si el país mejora, hay mayor producción, habría más trabajo” (Entrevista Nº 3, 2019). Por otra parte, mencionaron que, en gran medida, la consecución de un trabajo depende del ímpetu personal que se invierte al buscarlo, como lo señala la cuarta entrevistada: “No sé si es fácilmente introducirse en el mercado laboral cuando se concluye la escolaridad obligatoria, pero creo que con la voluntad y la persistencia sí es posible” (Entrevista Nº 9, 2019).
En lo que refiere a las características de las respuestas de los estudiantes con base en su proveniencia educativa, los de la institución pública sostuvieron que las dificultades para insertarse son ajenas a ellos, sus competencias y formación educativa, al remarcar que se trata de una problemática coyuntural:
A mis hermanos no les costó tanto encontrar un trabajo, puede que los haya favorecido que mi papá era dueño de una tienda y entraban a trabajar con él. Ahora, veo a mis amigos en los que ven su necesidad, que necesitan la plata, para lo que sea, ese es un tema de uno, ¿no?, y como que se agarran de eso, y ellos aceptan trabajar por dos pesos por así decirlo. (Entrevista Nº 6, 2019)
Por otro lado, los jóvenes del instituto privado remarcan la consideración positiva del mercado laboral en cuanto a que han terminado sus estudios secundarios, mientras que, al igual que los del público, sostienen dificultades que las presenta el propio mercado de trabajo para incorporarlos en las condiciones ajenas a ellos, para incorporarse al mercado de trabajo, y no de ellos mismos: “Creo que, si mi decisión fuera terminar el secundario y trabajar, me costaría bastante introducirme al mundo laboral, ya que son muy pocos los lugares que aceptan en el mercado laboral a los jóvenes que recién terminan el secundario” (Entrevista Nº 8, 2019). Con respecto a las características de las respuestas con base en el sexo de los entrevistados, los hombres consideran que les resulta difícil incorporarse a trabajar en el contexto que se vive, ello los condiciona a inclinarse por continuar estudios, independientemente de la duración de estos y de que presumen acompañarlos con trabajos parciales. En tanto que las mujeres, si bien parten de considerar las dificultades que presenta el mercado de trabajo actual, se guían por un sentimiento de persistencia y fortuna personal a la hora de ser incorporadas al mercado de trabajo: “Pienso que tengo posibilidades de introducirme en el mercado laboral, hay que saber esperar… pero creo que si lo buscas podés ingresar” (Entrevista Nº 4, 2019).
No obstante, aun desde el reconocimiento de las dificultades contextuales, la mayoría reivindicaron la relevancia de obtener su título secundario a la hora de enfrentar el ingreso al mundo laboral: “Una vez concluido el secundario, tengo pensado en seguir estudiando para poder trabajar de lo que a mí más me gusta y por ahí poder no depender de nadie más, tener mi propio lugar de trabajo” (Entrevista Nº 10, 2019).
Conclusiones
En el recorrido de la presente investigación, se profundizó en las particularidades de la situación y perspectivas de la juventud estudiantil de dos instituciones educativas de la ciudad de Río Cuarto. La juventud, etapa vital donde diversos fenómenos de índole biológica y social acontecen, se erige como el comienzo del proceso emancipatorio de las personas, conduciéndolas a la determinación de su horizonte social una vez concluida su educación obligatoria, y alcanzada la mayoría de edad legal, en virtud de continuar estudios superiores, insertarse al mundo del trabajo o, eventualmente, conformar una familia o un hogar.
Como se ha advertido, desde el punto de vista de los jóvenes escolarizados, se configuran diferentes oportunidades y situaciones al egresar del nivel secundario, donde enfrentan cambios en sus contextos de vida cotidiana y sus relaciones sociales, que producen la reestructuración de representaciones personales y contextuales; las cuales pretendieron ser indagadas en el desarrollo de la presente investigación, fundamentalmente sobre las percepciones de cara al mercado de trabajo.
A partir del análisis de los resultados obtenidos en las entrevistas personales realizadas, se pudo confirmar el supuesto planteado para la investigación. En este sentido, el recorrido de los discursos, ideas y explicaciones demostraron que las representaciones sociales de los jóvenes escolarizados ⎯en su instancia de culminación⎯, en relación con su inserción al mercado laboral riocuartense, giraron en torno a la idea de resistencia y escasas posibilidades de incorporación a este. Al evidenciar acotadas excepciones, los planteos de los jóvenes se caracterizaron por un amplio abanico de justificaciones que resultan oportunas mencionar, a partir de los aportes de Jodelet (2008), en cuanto a las esferas que configuran una representación social.
Respecto de la esfera intersubjetiva, se analizaron las características de las trayectorias escolares específicas que terminaban concepciones y elecciones respecto de los proyectos de vida de los jóvenes; el carácter de los contenidos y el nivel de vinculación con el mundo laboral; qué valoraciones poseen y desplegaban respecto a la educación secundaria y qué consideraciones tenían sus familias respecto de esta; siendo todos ellos elementos que, en este nivel, configuran e influyen en las construcción de un imaginario particular sobre la educación y su vinculación con el mundo del trabajo.
Se observaron trayectorias escolares heterogéneas entre los casos analizados, pero con gran homogeneidad con base en la proveniencia institucional, donde las características disímiles de las trayectorias escolares de los adolescentes en relación con cada institución expusieron gran consonancia con las características fragmentadas del sistema educativo contemporáneo. No obstante, es dable considerar que, en todos los casos analizados, se valorizó la importancia de culminar la educación secundaria como una instancia necesaria para proseguir estudios superiores o ingresar al mercado laboral.
En este último caso, se vuelve explícita la idea de que el acceso a un trabajo se ve condicionado por el cumplimiento de los estudios básicos y, en última instancia, se vuelve fundamental para detentar una relación laboral que asegure el cumplimiento de requerimientos mínimos propios de un empleo de calidad.
Por su parte, las valoraciones que realizaban sus familias en cuanto a lo anteriormente expuesto se alineaban en similar sentido; destacándose aquellos relatos en donde se concebía a la educación como una herramienta para alcanzar mayores posibilidades, libertad de elección y como una base para el ascenso social, sobre todo ante las historias familiares adversas.
En lo que refiere a la esfera transubjetiva, los jóvenes eran conscientes de su situación como población vulnerable en un contexto socioeconómico adverso (Aisenson, 2011). Si bien manifestaban que las dificultades de ingreso al mercado laboral tienen un carácter circunstancial y no estructural a las lógicas y relaciones productivas contemporáneas, reconocían un creciente proceso de cambio en los mercados actuales, producto de los avances tecnológicos y la constante necesidad de perfeccionamiento personal. No obstante, se observó la presencia de relatos vinculados a la falta de oportunidades, producto de las reformas legales que provocaron un aumento de la inestabilidad laboral, lo que es reconocido con claridad por los jóvenes entrevistados, salvo en uno de los casos, que ve de forma positiva la precariedad y la flexibilidad de las relaciones de trabajo.
En este marco, resulta propicio destacar la incidencia implícita de la segmentación socioeconómica en la conformación de las representaciones de los jóvenes sobre el mercado de trabajo y, en particular, de sus perspectivas de insertarse en él. En este sentido, la constitución familiar y las trayectorias escolares de los jóvenes determinan, en gran medida, sus perspectivas laborales e imaginarios en torno a su incorporación al mercado de trabajo.
Para finalizar, se sostiene que, a partir de lo analizado y las diferentes conclusiones arribadas en este trabajo, se presenta como principal desafío de las sociedades contemporáneas una revisión de los parámetros productivos, sociales, económicos y legales en vistas de presentar perspectivas para los jóvenes que culminan su escolaridad obligatoria. Si bien las instituciones educativas deben propiciar una mayor vinculación con el sector laboral como etapa previa de la vida de los jóvenes, estos últimos, de acuerdo con sus exposiciones, le atribuyen la principal responsabilidad de facilitar su ingreso al mercado de trabajo.
ST, lápiz de color sobre hoja. Romina Solange Finks
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i Se apela al termino en un sentido amplio, abarcando desde la propia reconversión de las dinámicas productivas orientadas por la constante adecuación a las fluctuaciones del mercado como a las de las relaciones laborales o sociales. Lo que constituye a la flexibilidad como un dispositivo de control (o autocontrol) que, erigiéndose bajo un imperativo de promoción de libertad, conduce a los/as individuos a una constante asunción de autoevaluación. (Beck, 1998; Sennett, 2000; Dardot y Laval, 2013).
ii Según Flavia Terigi (2009), es la expresión de los diversos itinerarios del sistema educativo en el cual transitan los estudiantes, y pueden constituirse como “trayectorias teóricas”, “reales” o “no encauzadas”.
iii Las dificultades que plantea el mercado de trabajo para la incorporación a este, con base en diversos aspectos que van desde lo generacional, como la renuencia de los adultos a las ideas y el dinamismo juvenil; aspectos técnicos, como el requerimiento de experticia planteado por los demandantes de trabajo; la naturalización de condiciones flexibles a la hora de contratar y mantener a un joven en un trabajo; o la concepción socialmente imperante de la ausencia de responsabilidad o actitud de los/as jóvenes.
iv Constituyen bienes o productos básicos cuyo destino es un fin comercial y, entre sus características, poseen escaso o ningún valor agregado, es materia prima sin procesar o sin una característica diferenciadora respecto a otros productos del mercado.