https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2021-250101
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EDITORIAL
Tiempos de excepción, tiempos de comunidad
María Graciela Di Franco
Universidad Nacional de La Pampa, Argentina
chdifranco@gmail.com
ORCID: 0000-0002-6312-1825
Transitamos el inédito 2020 celebrando los aniversarios de Praxis educativa, del Instituto de Ciencias de la Educación para la Investigación Interdisciplinaria –ICEII-, y de la implementación de los Planes de estudio de la Facultad de Ciencias Humanas, UNLPam, que prescribe un cambio sustancial en la formación a través de la incorporación del Campo de las Prácticas como eje estructurante de la matriz curricular. La pandemia demoró el encuentro presencial pero potenció el vínculo remoto próximo con otras/os con quienes nos reconocemos en estos tiempos de excepción, tiempos de comunidad.
En esa pertenencia compartimos saberes necesarios para la práctica educativa, reflexionamos acerca de cómo entendemos en la formación docente la construcción de conocimiento y la investigación para encontrar una fuerza emancipadora en nuestros propios modos de investigar. En ese diálogo compartido constante damos cuenta de prácticas de conocimientos construidas y por construir. Referencian una hechura propia, un recorrido gestado y documentan una genealogía que ayuda a explicitar una historia plural.
Una construcción colaborativa de conocimiento que nos lleva a preguntarnos con quiénes, cómo y desde dónde pensamos, con qué propósitos, qué significa pensar con otros, con las y los estudiantes, con las y los docentes, con las personas que generan espacios de resistencia. Nos preguntamos, además, quiénes se benefician con ese pensamiento y consideramos que pensar desde ahí implica entender una investigación con características particulares, en tanto conlleva a una investigación comprometida. Por ello es que la práctica se aborda desde tendencias políticas y teóricas críticas, a partir de construcciones metodológicas dialógicas, descoloniales, emancipatorias que hoy conectan con la interculturalidad, las epistemologías del sur, la interseccionalidad.
En este sentido, es importante ver que las teorías críticas nos han ayudado a pensar durante los últimos tiempos pero -como dice Boaventura de Souza Santos (2009)-, no hemos logrado resolver algunas cuestiones y por lo tanto todavía enfrentamos problemas modernos para los cuales no hay soluciones modernas. La teoría educativa nos ha brindado posibilidades de entender los modos de construir saberes en relación con la formación docente como así también sus límites. De allí, que en el trabajo investigativo llevado adelante, podemos reconocer fronteras que se presentan algo borrosas entre las teorías propias de la educación y el activismo, la militancia, desde donde ejercemos, planificamos y pensamos las prácticas de investigar. Aún en la existencia de contradicciones, nos centramos en la importancia de reimaginar una formación – en este sur global- de forma más colaborativa, como fruto del trabajo con otras y otros para señalar una experiencia, un modo de trabajo, vivo, activo, dialógico, crítico que da formas a nuevas construcciones de saber.
Incluir estas miradas, pensar este análisis y esta metodología para interpretar los significados construidos en el campo de la investigación favorece y amplía el horizonte de posibilidades, que es el sentido de estas prácticas de conocimiento.
Extender el horizonte de posibilidades ayuda a pensar que hay otras historias y otros modos de entender y de construir la utopía, utopía que asumimos de la mano de Paulo Freire. Esta utopía pone énfasis en entender los modos de dominación que se ha construido el saber y el colonialismo como un modo de construir y legitimar una única mirada.
En síntesis, al preguntarnos acerca de la producción de conocimiento y preguntarnos desde dónde, desde/para/con quiénes, para qué, cuáles son las relaciones de poder que están involucradas en nuestros proyectos de investigación, lo hacemos desde alguna posición crítica y reflexiva que incluye el actuar, el pensar cara a cara las situaciones que nos enfrentamos, con las que trabajamos todos los días. Básicamente implica interpelarnos por otras prácticas de conocimiento, otra geopolítica, qué alternativas metodológicas, epistémicas, éticas y políticas siguen construyéndose en diferentes lugares, en este lugar, en este contexto local, en Argentina, en Latinoamérica. Nos permite indagar qué alcances, límites y contradicciones tienen esas alternativas, a quiénes les sirven, para qué le sirven. Estas son preguntas con las que hemos transitado y constituyen un ejercicio permanente de autocuestionamiento.
Por eso, al pensarlo desde estos lugares, estamos indagando acerca del sentido y la forma de saber y de conocer dominante, estamos expresando la necesidad de sostener otras metodologías como luchas políticas y epistemológicas para deconstruir un modo de pensar que se presenta como hegemónico, y estamos explicitando en nuestros modos de entender las prácticas de investigación y de formación la propia fuerza emancipadora.
El trabajo llevado adelante anuda producciones en relación con las ayudantías en escuelas de la ciudad y las prácticas intensivas como dispositivos de conocimiento, de comprensión y de intervención; la enseñanza de la ciudadanía; la narrativa en la enseñanza; la atención a la diversidad, el fracaso escolar; las competencias lingüísticas, sus recursos metodológicos y tecnológicos para el aprendizaje; la investigación curricular, libros de texto y diseños de materiales alternativos; marcos legislativos en contextos neoliberales; la formación de profesoras y profesores, el desarrollo profesional permanente y el valor formativo de la práctica; interculturalidad, derechos humanos, educación sexual integral habitando esa práctica y esa formación.
Estas líneas nos permiten analizar cómo, de qué manera, con qué características y con quiénes se producen los saberes que discuten este patrón dominante de saber y poder y ponen en tensión el sistema académico y el sistema de formación universitario. Nos habilitan a su vez para iniciar una búsqueda hacia nuevas metodologías y nuevas epistemologías. Este es el sentido de cartografiar prácticas otras de conocimiento y analizar desde esa cartografía, rutas de conocimientos distintos que ayuden y que reorienten nuestro hacer, nuestro ser, nuestro sentir y nuestro pensar y la construcción de alternativas en donde esas prácticas de conocimiento se lleven adelante.
Hablamos de prácticas de conocimiento porque el trabajo metodológico se lleva adelante desde el campo del hacer, en el campo de lo que hemos hecho como grupo. Estas prácticas de conocimiento han implicado reconocer las relaciones de saber y poder, entender las interacciones en las que estamos involucradas, y nos están permitiendo dar cuenta reflexivamente de nuevas formas, de nuevas prácticas, de nuevas posiciones.
Proponemos entonces, prácticas académicas alternas de formación y de investigación.
Aprender a escuchar las voces de las otras personas que tienen una trayectoria de lucha, en la construcción de esos contextos reales, una escucha profunda, que nos permita conocer otras voces, estos conocimientos, que nos llevan a considerar las diferentes posiciones políticas que estén presentes.
Sostenemos prácticas de investigación colaborativas y de co-teorización (Köhler, 2015) en el análisis del campo de la práctica investigativa. Trabajamos sobre el campo epistemológico político de la formación y hablamos de una insurrección de saberes, es decir “saberes que han sido descalificados como inadecuados para sus tareas” (Foucault, 1980: 81-82) pero que ahora forman parte de los procesos de construcción y nos desafían a pensar las relaciones de saber y poder, que en algún momento los ha descalificado. Abordamos particularmente esta concepción en donde el predominio de la racionalidad técnica para la formación empieza a discutirse desde racionalidades críticas y desde perspectivas en donde la práctica construye otros significados.
Cómo se han configurado el saber y el poder en las instituciones formadoras y en la formación docente en especial da cuenta de una búsqueda que es necesario destacar. En la mayoría de los casos, para las y los formadores los conocimientos que provienen de la escuela o del contexto educativo están devaluados. Por eso, esa configuración de poder deja a los saberes científicos, a la universidad y a quienes tienen la autoridad científica de instalar esos significados como los únicos modos posibles. Es allí en donde la teoría, la teoría educativa, sea esta pedagógica o disciplinar, instala un predominio hegemónico sobre otros saberes, otros modos de conocer, otras culturas, otros significados que no se integran a ese criterio de saber y poder. Los saberes del margen, los saberes que provienen de la escuela, los estamos recuperando con el mismo valor que se ha otorgado a la teoría.
La co-teorización, una producción de significados de construcción de teoría, también de co-análisis a modo de entender significados construidos en la investigación en terreno, en la recolección de datos, en las voces que aportan para el trabajo; teorías no siempre escritas y que son parte de nuestra conciencia practica los cuales permiten retroalimentar la vida social y política y se convierten en elementos constitutivos de las mismas instituciones para generar cambios. Al apropiarnos de estos conceptos explicitamos esa conciencia práctica que anticipa y da sentido a nuestro modo de actuar.
Entre investigadoras/es y actoras/es sociales, en este caso estudiantes, profesoras/es, los conocimientos deben dialogar para que todas las personas protagonistas adviertan que efectivamente su palabra tiene valor y un universo posible de uso en el contexto. De allí la importancia de la co-teorización al producir conocimientos juntos que expliciten la teoría implícita en las prácticas políticas; “abrirse espacio a conceptos nuevos desde la propia gente, en diálogo a otros saberes y sentires que permitieron ampliar y profundizar la reflexión colectiva” (p. 436).
Nuestras investigaciones combinan elementos de enfoques de diferente origen pero entrelazados: la investigación cualitativa, la intervención, la investigación-acción participativa. Nos interesa un trabajo investigativo que esté muy anclado en la realidad, conocer mucho del campo, describirlo en términos de posicionamientos políticos, epistémicos, geográficos y ontológicos.
La investigación acción participativa exige tomar partido además de una militancia prolongada en el grupo con el que se pretende trabajar y movilizar. En este caso, investigadoras e investigadores activistas, se incluye al movimiento, a las personas que están interviniendo en la acción. Acá es fundamental que se puedan discutir los principios ontológicos y políticos desde donde se está llevando adelante la investigación, desde donde se está analizando la teoría, desde donde se están definiendo metodológicamente las líneas de acción e identificación de los problemas y las propuestas de co-teorización para el cambio.
Como diría Gunter Dietz (2009) para que se produzca la dialéctica de la reflexividad es indispensable partir del reconocimiento explícito de las relaciones asimétricas y dialécticas que existen entre los diferentes niveles de organización.
Este reconocimiento se produce a nivel personal, a nivel profesional, de la investigación. Este reconocimiento es de carácter situacional e intencional de los diferentes conocimientos y de las diferentes personas que se encuentran, como sujetos sociales y cuyo objeto de estudio es el propio quehacer que han construido y han llevado adelante donde se corre del valor autorreferencial a la construcción compartida.
La praxis resultante de esta propuesta metodológica, implica reconocer -mediante negociación recíproca de intereses académicos y políticos- que es posible generar una novedosa “mixtura de teoría y práctica” (Escobar; 1993:386)
Dos y un sueño, lápices sobre papel. Romina Solange Fiks
El COVID nos prescribe distancia; individualidad -muestra al/a la otrx como amenaza; un sentido común que no cuestiona políticas globales neoliberales, coloniales, patriarcales, racializadas. Optamos por explicitar la disputa del sentido de la educación y de la formación en este contexto, y tomar partido desde el día a día de las prácticas institucionales por co-gestar esta historia plural a favor de la construcción –en estos tiempos de excepción - de un nosotrxs para poder imaginar, pensar, sentir, desear, hacer, tiempos de comunidad.