https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2021-250208
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ARTÍCULOS
Prejuicios de género hacia estudiantado universitario homosexual de una universidad pública en Ciudad de México
Gender prejudice against homosexual university students at a public university in Mexico City
Prejuízos de gênero contra estudantes universitários gays em uma universidade pública na Cidade do México
Jorge García-Villanueva
Universidad Pedagógica Nacional, Ciudad de México, México
jvillanueva@upn.mx
ORCID 0000-0003-4994-6756
Claudia Ivonne Hernández Ramírez
Universidad Pedagógica Nacional, Ciudad de México, México
cihernandez@upn.mx
ORCID 0000-0002-9207-2460
Diocelina Ávila Rodríguez
Psicóloga Educativa en consulta privada, México
give_nsa@yahoo.com.mx
ORCID 0000-0002-0787-8460
Resumen: En México, la orientación sexual sigue siendo un factor de discriminación. La percepción que tienen las personas sobre la homosexualidad aún tiende a ser prejuiciosa. El objetivo del presente artículo es describir los prejuicios de género que tiene el estudiantado heterosexual hacia estudiantado homosexual de una institución pública de educación superior de la Ciudad de México. La metodología empleada es cuantitativa. El tipo de estudio es descriptivo-transversal con un muestreo no probabilístico; en total, participaron 100 universitarios heterosexuales; 24 de género masculino y 76 de género femenino, con edad promedio de 24 años. Los prejuicios se midieron a través de tres escalas tipo likert: cognitivo (escala de estereotipos), afectivo (escala de emociones) y conductual (escala de distancia social). Los hallazgos abren la posibilidad de modificar los prejuicios de género por orientación sexual para considerar actitudes positivas y de buen trato hacia las personas reconociendo que tienen los mismos derechos y obligaciones ante la ley del país.
Palabras clave: prejuicios; diversidad sexual; estereotipos de género; discriminación.
Abstract: In Mexico, sexual orientation continues to be a factor of discrimination. People's perception of homosexuality still tends to be prejudiced. The objective of this article is to describe the gender biases of heterosexual students towards homosexual students at a public institution of higher education in Mexico City. The methodology used is quantitative. The study was descriptive and cross-sectional, with a non-probability sample of 100 heterosexual university students; 24 were male and 76 female, with an average age of 24 years. Prejudices were measured through three likert scales: cognitive (stereotype scale), affective (emotion scale) and behavioral (social distance scale). The findings open up the possibility of modifying gender prejudices by sexual orientation to consider positive attitudes and good treatment of people, recognizing that they have the same rights and obligations before the law of the country.
Keywords: prejudices; sexual diversity; gender stereotypes; discrimination.
Resumo: No México, a orientação sexual continua a ser um fator de discriminação. A percepção que as pessoas têm da homossexualidade ainda tende a ser preconceituosa. O objetivo deste artigo é descrever os preconceitos de gênero dos estudantes heterossexuais em relação aos estudantes homossexuais em uma instituição pública de ensino superior na Cidade do México. A metodologia utilizada é quantitativa. O estudo foi descritivo e transversal, com uma amostra não probabilística de 100 estudantes universitários heterossexuais; 24 homens e 76 mulheres, com idade média de 24 anos. Os preconceitos foram medidos através de três escalas: cognitiva (escala de estereótipo), afetiva (escala de emoções) e comportamental (escala de distância social). Os resultados abrem a possibilidade de modificar os preconceitos de gênero por orientação sexual para considerar atitudes positivas e bom tratamento das pessoas, reconhecendo que elas têm os mesmos direitos e obrigações perante a lei do país.
Palavras-chave: preconceitos; diversidade sexual; estereótipos de gênero; discriminação.
Recibido: 2020-12-29 | Revisado: 2021-03-26 | Aceptado: 2021-04-07
En México, uno de los principales problemas para las personas de la comunidad LGBTTTIQA+ es la discriminación que reciben desde diferentes ámbitos: social, moral y religioso, por no encajar en el binarismo heteronormativo de la sexualidad, las manifestaciones se ven reflejadas en la intolerancia, la falta de aceptación, las críticas y las burlas en razón de su orientación sexo-genérica (Conapred, 2010, 2017). Según Cruz (1997), Álvarez Gayou (2000), Castañeda (2000), Uribe y Arce (2004) y Carrillo y Revilla (2011), hay pocos estudios dedicados a la construcción teórica y empírica acerca del tema de la homosexualidad, salvo las investigaciones realizadas por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred).
De acuerdo con los hallazgos que se reportan en sus investigaciones, Davies (2004) y Bolaños Enríquez y Charry Morales (2018) mencionan que existe discriminación generada por prejuicios hacia las personas con orientación sexual no hegemónica además de la emisión de actitudes negativas por no cumplir con lo establecido en el modelo binario que es ejercido por la mayoría de la población mexicana.
En este sentido, los prejuicios hacia las personas homosexuales son cada vez más sutiles porque las actitudes (cognición, emoción y conducta) discriminatorias que se manifiestan abiertamente son consideradas como malas, inadecuadas e indebidas por la sociedad. Por tal razón, dicho comportamiento es sancionado y castigado (Lozano Verduzco y Rocha Sánchez, 2011); sin embargo, la indiferencia y el rechazo prevalece hacia la homosexualidad (Quiles del Castillo et al., 2003; Espelt et al., 2006; Lozano Verduzco, 2009; Lozano Verduzco y Díaz Loving, 2010a). Según Lozano Verduzco y Díaz Loving (2010b), la homofobia es un mecanismo social, ideológico y sexual que forma parte de una estructura cultural que crea significados y produce jerarquías que posibilitan el ejercicio de poder en un orden de subordinación de la homosexualidad similar a lo ejecutado desde la masculinidad hegemónica.
El objetivo general del presente artículo es describir los prejuicios de género hacia estudiantado universitario homosexual de una institución pública de educación superior efectuado por estudiantado heterosexual. Los objetivos específicos se sitúan en conocer la distancia social, las características del estereotipo y las emociones que manifiesta el estudiantado heterosexual hacia el estudiantado homosexual (Morales y Moya, 1996).
Los prejuicios se sitúan en el plano de lo individual y vienen definidos por las creencias, ideas, actitudes, juicios u opiniones acerca de una persona o situación y apelan al componente afectivo (Pla Julián et al., 2013). Del Olmo (2005) señala que los prejuicios son ideas que las personas adquieren sin experimentar y que las emplean para construir categorías que ayudan a predecir el comportamiento humano. Al respecto, Bolaños Enríquez y Charry Morales (2018) mencionan que los prejuicios son rasgos o elementos provenientes de la percepción social sobre los comportamientos de las personas, los cuales son agrupados de acuerdo con una categorización que les asigna una etiqueta, la cual suele afectar todo tipo de relaciones de quien ha sido ubicado bajo el rótulo de la etiquetación porque recibe un trato discriminatorio (Allport, 1954; Young, 1969; Feldman, 1998; Glick y Hill, 2000).
Allport (1954), Tajfel (1981) y Brown (1995) concuerdan con las definiciones y argumentan que los prejuicios se asocian a las actitudes y estas se relacionan con los aspectos cognitivos o creencias, afectivos o emocionales y condicionales (Morales y Moya, 1996). De acuerdo con Brown (1998), algunos de los factores causales del prejuicio son las tradiciones, la cultura y las normas con las que las personas construyen el mundo en términos de las diferentes categorías sociales precursoras de los prejuicios.
Según Castro (1988), se pueden distinguir al menos cinco grados de prejuicio dependiendo de su intensidad; el primero es la antilocución o rechazo verbal; el segundo es el esquivamiento o la tendencia a evitar a una persona; el tercero es la discriminación propiamente dicha, o la tendencia a excluir a ciertas personas del trabajo, de la escuela o de un lugar público; el cuarto grado tiene que ver con el ataque físico y el quinto con el exterminio de una persona o un grupo.
En el estudio del prejuicio, surge la idea de una nueva representación de este, autores como Pettigrew y Meerteens (citados en Espelt et al., 2006) y Moral de la Rubia et al. (2013) sitúan un cambio en la actitud prejuiciosa marcada por la sociedad, donde esta castiga a quien exprese abiertamente su prejuicio y lo clasifican en prejuicio sutil o implícito y consta de tres componentes:
En el caso de una actitud determinada, como lo es el prejuicio hacia las personas homosexuales, se concibe la relación cognitivo-afectivo-conductual sustituida por estereotipo-estigma-emociones y discriminación. Al respecto, Gómez (2007) señala que el nivel cognitivo estará representado por el estereotipo y los estigmas que giran en torno a las personas homosexuales, el nivel afectivo se representará a través de las emociones de afecto o rechazo hacia ellos y el nivel comportamental será interpretado por medio de la discriminación hacia este grupo minoritario.
Goffman (1963) menciona que el prejuicio y el estigma son atributos que están enraizados en temores asociados con la homosexualidad, razón por la cual probablemente las personas no homosexuales denoten incomodidad con los propios impulsos sexuales o su identidad de género. Otro motivo para prejuiciar pueden ser las normas internas que establece el grupo, es decir, un comportamiento hostil hacia la gente con una orientación homosexual o bisexual (Loria, 1997; Careaga, 2010).
Ante esta posición, se puede decir que el sistema de género delimita la orientación sexual y designa a la heterosexualidad como la única expresión erótico-afectiva válida y reconocida ante la sociedad, porque se piensa que existe complementariedad entre los géneros; su punto en común es la reproducción humana que deviene del ordenamiento supremo, divino y binario (Nicolas, 1995).
De acuerdo con Butler (2009), la heterosexualidad es la forma reconocida y “natural” de relacionarse erótica y afectivamente entre las personas porque cualquier otra manera de pensar a los géneros que infrinja este mandato es negado, denigrado, sancionado y estigmatizado, como lo es la diversidad sexual (Herek et al., 1998; Ortiz y Granados, 2003).
El estigma y prejuicio hacia las personas del mismo género permanece en la convivencia y socialización del estudiantado universitario al compartir mensajes mezclados con valores éticos y políticos que asumen como verdades incuestionables, conservadores y sexistas (Velázquez Rendón y Figueroa Campos, 2017).
Según Pla Julián et al. (2013), los prejuicios y los estereotipos sociales de género están interrelacionados porque aluden a un conjunto estructurado de creencias y expectativas compartidas, dentro de una sociedad, acerca de las características que poseen (componente descriptivo) y deben poseer (componente prescriptivo).
Bajo estas consideraciones, se planteó la siguiente pregunta de investigación: ¿cuáles son los prejuicios de género de un grupo de universitarios heterosexuales hacia sus pares con orientación homosexual?
La metodología empleada en esta investigación fue cuantitativa, porque refiere al levantamiento de datos sobre las variables (prejuicios, estereotipos, emociones y discriminación), así como su asociación o relación entre estas a través del análisis estadístico, implicando medición, clasificación, análisis e interpretación (Hernández et al., 2006). El tipo de estudio fue descriptivo-transversal, porque su objetivo es describir los sucesos o características de forma objetiva y comprobable en un momento determinado (Colás Bravo y Buendía Eisman,1998).
El prejuicio fue medido a través de tres escalas tipo likert adaptadas y validadas en población mexicana por Echeverría Echeverría y Flores Galaz (2011), las cuales responden a la construcción del prejuicio: cognitivo (escala de estereotipos), afectivo (escala de emociones) y conductual (escala de distancia social).
El tipo de muestreo fue no probabilístico (Hernández et al., 2006), las personas participantes fueron aquellas que, por voluntad propia, aceptaron ser parte del estudio, bajo consentimiento informado. En total, participaron 100 estudiantes; 24 pertenecían al género masculino y 76 al género femenino; la edad promedio fue de 24 años y las características de inclusión fueron las siguientes:
Los resultados fueron almacenados y analizados a través del paquete estadístico para las ciencias sociales (SPSS), versión 19 (Hernández et al., 2006). Se llevó a cabo el análisis factorial y descriptivo para la escala de creencias estereotípicas y la escala de emociones. Para la escala de distancia social, se utilizó únicamente el análisis descriptivo. Para todas las escalas, se realizó el análisis de confiabilidad interna y de comparación de medias para la escala de distancia social.
Se realizó el análisis de la muestra en la escala de creencias estereotípicas a nivel individual, es decir, las creencias mantenidas por cada individuo sobre las características de un grupo y a nivel social, refiriéndose a los patrones de creencias compartidas por un grupo “lo que piensan las personas en general”, lo cual permitió tener un panorama holístico de la conceptualización estereotípica que tiene el estudiantado acerca de las personas homosexuales (Ardila, 1998).
La escala estereotípica se analizó en tres etapas; la primera fue el análisis de consistencia interna, para determinar en qué grado todos los reactivos de la prueba miden las creencias estereotípicas. En un segundo momento, se realizó un análisis factorial a la escala de estereotipos y se obtuvieron diferentes factores. La tercera etapa consistió en un análisis descriptivo de cada factor para proseguir con la estandarización de variables (valor z).
El coeficiente α se utiliza para intervalos, los coeficientes oscilan entre 0 y 1, donde el coeficiente 0 significa nula confiabilidad y 1 representa un máximo de confiablidad. El Alfa de Cronbach para la escala de estereotipos a nivel individual fue de .941. Para la escala de estereotipos a nivel social, el Alfa de Cronbach fue de .89, como lo muestra la Tabla 1. Ambos coeficientes son altos, por lo que se puede confiar en las puntuaciones de la muestra.
Tabla 1
El análisis factorial consta de cuatro fases: el cálculo de una matriz capaz de expresar las variables, la extracción del número óptimo de factores, la rotación de la solución para facilitar su interpretación y la estimación de las puntuaciones de los sujetos en las nuevas dimensiones.
Después de la validación psicométrica realizada por medio del análisis factorial, la escala de creencias estereotípicas individuales quedó conformada por seis factores que explican el 60.08% de la varianza total acumulada después de la rotación. Los adjetivos que representan cada afirmación de esta escala se muestran en la Tabla 2 que, a continuación, se presenta:
Tabla 2
Las puntuaciones factoriales se encuentran en puntajes estandarizados, por lo que una puntuación de 0 corresponde con una puntuación factorial igual a la media, las puntuaciones positivas son puntuaciones mayores que la media y las puntuaciones negativas son puntuaciones menores que la media (Hernández et al., 2006).
A continuación, se describe cada factor bajo la conceptualización del mismo con un porcentaje total de varianza acumulada del 68.08%; así como el porcentaje de la varianza acumulada después de la rotación, que se refiere a cuánto porcentaje de varianza explica cada factor respecto al índice total del estereotipo.
Después de la validación psicométrica realizada por medio del análisis factorial, la escala de creencias estereotípicas a nivel social quedó constituida por seis factores que explican el 53.11% de la varianza total acumulada después de la rotación (ver Tabla 3).
Tabla 3
En el análisis factorial, los ítems 18, 2, 8, 25, 21, 10 y 5 obtuvieron valores negativos, ítems por debajo de una correlación de .10, por lo cual se descartaron para realizar el análisis factorial de los datos obtenidos.
Puntajes z en la escala individual
Los puntajes z son transformaciones que se pueden hacer a los valores o puntuaciones de una distribución normal, con el propósito de analizar su distancia respecto a la media, expresándolas en unidades de desviación estándar. Un puntaje z nos indica la dirección y grado en que un valor individual obtenido se aleja de la media, en una escala de unidades de desviación estándar.
La fórmula para transformar un valor de una distribución normal en una unidad de desviación estándar es:
Figura 1
Donde X es la puntuación o valor para transformar, m es la media de la distribución original, y s la desviación estándar de la misma distribución. El resultado z es la puntuación transformada a unidades de desviación estándar.
Al aplicar la fórmula, siempre se produce una nueva variable con una media de 0 y una desviación estándar de 1. Sin embargo, la forma de la distribución no se verá afectada por la transformación (ver Tabla 4).
Tabla 4
Tabla 5
El análisis de frecuencias tiene por objeto sintetizar la información mediante la elaboración de tablas de frecuencias, representaciones gráficas y el cálculo de medidas estadísticas. Estos procedimientos descriptivos dependen de la naturaleza de la variable o atributo que se analiza y, en este sentido, el programa SPSS los recoge en dos menús diferentes según se empleen, básicamente, para sintetizar datos cualitativos o datos cuantitativos (ver Tabla 6).
Tabla 6
Tabla 7
El análisis se llevó a cabo en tres procesos, el primero fue el análisis de fiabilidad, el segundo consistió en el desarrollo del análisis factorial al igual que en el de la escala estereotípica, el tercero derivó en el análisis descriptivo entre el componente individual y el componente social.
La escala de emociones individuales hacia las personas homosexuales obtuvo una consistencia interna de .79 para la escala individual y .80 para la escala social. Está conformada por 16 emociones, con las cuales se evaluó el aspecto emocional del prejuicio (ver Tabla 8).
Tabla 8
La escala de emociones, después de la validación psicométrica realizada por medio del análisis factorial, quedó conformada por tres factores que explican el 56.27% de la varianza acumulada tanto a nivel individual como a nivel social (ver Tabla 9):
Tabla 9
Una vez realizado el análisis factorial, se procedió a realizar el análisis descriptivo de tendencia central y variabilidad de cada factor, en el cual se muestran la media y desviación típica tanto de las emociones individuales como de las emociones sociales (ver Tabla 10).
Tabla 10
Valores z
Para poder comparar entre sí las medias de cada factor y determinar qué factor tiene más peso, hubo que estandarizar las medias, ya que cada factor tiene diferente número de emociones. La estandarización se presenta a continuación (ver Tabla 11).
Tabla 11
En la escala de distancia social, el análisis se llevó a cabo en tres fases; la primera, al igual que en las dos escalas anteriores, consistió en realizar la prueba de confiabilidad tanto para la escala social como la individual. La segunda fase refiere al análisis descriptivo de cada situación y la fase tres consistió en un ANOVA para comparar las variables sexo y religión con la distancia social que pudiera existir.
Tabla 12
Los resultados establecidos en la Tabla 12 indican el nivel de confiabilidad que tiene el instrumento, a nivel individual se obtuvo un Alfa de Cronbach de .667 y, en la escala social, se obtuvo una confiabilidad de .508. Mediciones que puntúan bajo, pero son aceptables.
Se llevó a cabo el análisis descriptivo en el caso individual y social respecto a la distancia social, los resultados obtenidos se pueden observar en las Tablas 13 y 14.
La distancia social se refiere al grado de contacto que se considera aceptable con los miembros de un determinado grupo. Para este estudio, se empleó un instrumento integrado por siete situaciones:
1. (ExP) Excluiría de mi país a,
2. (ExV) Excluiría de mi vecindario a,
3. (SPC) Saludaría como personas conocidas a,
4. (VMV) Viviría en el mismo vecindario con,
5. (TOJ) Trabajaría en una oficina junto a,
6. (TCA) Tendría como amigos y amigas a,
7. (CC) Cohabitaría con
Cada situación va seguida de una escala de cinco puntos, cuyos extremos indican el grado de acuerdo o desacuerdo.
Tabla 13
Tabla 14
Se llevó a cabo el análisis de varianza factorial, para establecer las relaciones existentes entre las variables sexo y religión con la distancia social. En la Tabla 15, se muestra el ANOVA de mujeres y hombres, tanto a nivel social como individual.
La tabla de ANOVA muestra las diferencias entre los grupos y los resultados indican que ninguna es estadísticamente significativa (ver Tabla 16).
Tabla 15
Tabla 16
En cuanto a la variable religión, se realizó un comparativo para saber si la variable dependiente influye en la distancia social que pudiera o no haber en la muestra (ver Tablas 17 y 18).
Tabla 17
Tabla 18
En México, aún persiste un sistema cultural que establece a la heterosexualidad como una norma adscrita a todos los cuerpos humanos, puesto que se presupone que las personas son heterosexuales y cualquier otra orientación o práctica sexual está fuera de lo convencional y se considera como una anormalidad, desviación, pecado, enfermedad o rareza (Ritch, 2009). En esta investigación, se trató de describir el prejuicio de un grupo de estudiantes universitarios heterosexuales hacia otros universitarios homosexuales. Sin duda, el prejuicio es característico de todo ser social y este se localiza en diferentes escenarios de convivencia e influye en el proseguir cotidiano de la gente y en la forma en cómo representan lo que su estructura cognitiva percibe sobre otros (Glick y Hilt, 2000), además de la manifestación de sus conductas y sentimientos porque determinan la manera en cómo miran y tratan a las personas. Suelen asignar la etiquetación como una forma de agrupar a la gente, en donde se justifican sus actitudes sesgadas, discriminatorias e incluso hostiles (Allport, 1954; Feldman, 1998).
Los principales hallazgos se ubican en la identificación de los aspectos cognitivos, afectivos y conductuales (Morales y Moya, 1996). El nivel cognitivo del prejuicio fue evaluado a través de la escala de creencias estereotípicas. A nivel individual, en el factor CIP, los participantes están de acuerdo en que las personas homosexuales son luchonas, perseverantes, limpias, atentas y éticas. En el factor CMP, en correspondencia al factor CIP, la muestra afirma que las personas homosexuales también pueden ser morales, decentes y respetuosas (ver Tabla 2).
En el factor CSP, el estudiantado manifiesta un grado de indiferencia para considerar que los adjetivos que pueden describir a las personas homosexuales son: ser amables, normales, honestas y trabajadoras. En cuanto a los factores negativos CMN, CIN y DH, la muestra indicó estar en desacuerdo al caracterizar a las personas homosexuales como un mal ejemplo, sucias, inmorales e irrespetuosas. En los factores CIN y DH, la muestra es indiferente (ver Tabla 2).
La interpretación de resultados se puede analizar desde dos vertientes; la primera es que la muestra indica actitudes positivas y es indiferente a las negativas, es decir, la convivencia con personas homosexuales se considera normal entre la población; y la segunda puede verse como un prejuicio sutil debido a que, cuando una persona es indiferente ante alguna circunstancia particular, tendría una conducta negativa, en este caso, hacia las personas homosexuales (Espelt et al., 2006).
En la revisión de la escala de estereotipos a nivel social, los hallazgos muestran una polarización de los factores, es decir, en los factores positivos el estudiantado señaló estar en desacuerdo, pues la sociedad no considera atributos positivos en las personas homosexuales, y en los factores negativos se indicó estar totalmente de acuerdo en que a las personas homosexuales se les adjudica adjetivos negativos.
En correspondencia con la investigación de Quiles del Castillo et al. (2003), la homosexualidad es considerada dañina y peligrosa para el mantenimiento de los valores y las normas sociales, en tanto perciben la conducta de los homosexuales, mujeres y hombres, como sucia, inmoral y anormal.
Herek (1984, 1986, 1994, 2000, 2004) afirma que una de las principales fuentes del prejuicio hacia las personas homosexuales es producto del sistema de género, donde la reglamentación del uso del cuerpo, en general, y de la orientación sexual, en particular, está prescrita, siendo las personas homosexuales trasgresoras de dicha reglamentación porque se consideran inmorales e indecentes.
Los resultados del prejuicio a nivel cognitivo muestran que hay una tendencia individual a considerar a las personas homosexuales con adjetivos positivos. A nivel social, se observa que hay una tendencia general en cuanto a que la sociedad no les atribuye adjetivos positivos a las personas homosexuales, al contrario, se les atribuyen adjetivos negativos (ver Tabla 3).
El prejuicio se basa en un conocimiento de las características del objeto de la actitud que, pese a carecer de un catálogo amplio de creencias que las acompañan y sustentan, tiene un fuerte componente afectivo. Los procesos afectivos señalan el condicionamiento clásico que viene dado por asociar a una persona o un grupo con una emoción o un conjunto de emociones determinadas (Zajonc, 1968; Toro y Varas, 1999, 2004). En los hallazgos, se observó que se continúa perpetrando en las sociedades una ideología que niega, denigra, sanciona y estigmatiza cualquier forma de conducta, identidad, relación o comunidad no heterosexual.
Otro elemento para denotar en los resultados fueron las distintas funciones sociales de las emociones, como las de facilitar la interacción social, controlar la conducta de los demás, permitir la comunicación de los estados afectivos o promover la conducta prosocial (Carrier, 1976). Emociones como la felicidad favorecen los vínculos sociales y relaciones interpersonales, mientras que la ira puede generar respuestas de evitación o de confrontación. De cualquier manera, la expresión de las emociones puede considerarse como una serie de estímulos discriminatorios que facilitan la realización de las conductas apropiadas por parte de los demás.
A nivel individual, se observó, en el análisis descriptivo, que el estudiantado señaló sentir emociones muy positivas, pero, a nivel social, solo son positivas. En el factor de las emociones negativas a nivel individual, la muestra indicó que no siente emociones negativas; sin embargo, en la escala social, afirman que hay muchas emociones negativas. En las emociones de preocupación, a nivel individual, se observa poca preocupación por la población homosexual y, a nivel social, se reportó no tener nada de sentimientos, ni de interés o preocupación (ver Tablas 10 y 11).
En general, a nivel individual, la muestra manifestó tener sentimientos positivos y no tener sentimientos negativos hacia las personas homosexuales. A nivel social, las emociones hacia las personas homosexuales son más negativas y menos positivas, incluyendo las preocupantes. En conclusión, el componente emocional del prejuicio en la muestra a nivel individual es positivo, y a nivel social negativo. De acuerdo con Ritch (2009), la homosexualidad sigue considerándose como la expresión de una sexualidad secreta, privada, discreta, clandestina y prohibida porque, en la actualidad, constituye un objeto de ansiedades, el terreno en el que se localizan los fantasmas colectivos como las amenazas a los valores tradicionales dictados por las sociedades, a la descendencia legítima y a las normas sociosexuales de la época.
En la escala de distancia social, a nivel individual, en la situación cohabitar con, el estudiantado se mostró indiferente y, a nivel social, el resultado obtenido indica que la sociedad estaría en desacuerdo. Para trabajar, vivir en el mismo vecindario, saludar, el resultado fue de acuerdo en realizar estas acciones y totalmente en desacuerdo en cuanto a excluirlos del vecindario o del país. A nivel social, se observó que la sociedad muestra indiferencia en trabajar, vivir en el mismo vecindario, saludar; incluso reportaron indiferencia en excluirlos del vecindario o del país (ver Tablas 13 y 14). Las causas del distanciamiento social son varias y, muchas veces, se basan en prejuicios sociales, tradiciones y opiniones aceptadas socialmente. La discriminación hacia las personas homosexuales fue medida a través de dicha escala (Bogardus, 1947, 1965).
En síntesis, el componente actitudinal representado por la distancia social, a nivel individual, es bajo y, a nivel social, se sitúa en nivel intermedio. Únicamente se hace evidente la indiferencia al cohabitar con personas homosexuales, pues en lo individual se reporta un nivel medio y en lo social una negativa total.
Sin ser un objetivo de esta investigación, se analizó la variable religión, ya que diversos autores la enuncian como una parte fundamental para aceptar o rechazar la homosexualidad. De acuerdo con cifras del INEGI en el año 2000, se reportó que el 92% de la población en México es católica. Y, de acuerdo con ese tipo de ideología, la homosexualidad es considerada un tema tabú porque ese tipo de prácticas sexuales incitan al pecado y a la inmoralidad.
En los resultados de investigaciones como las de Herek y González (2006), Toro y Varas (1999), McKelvey et al. (1999), King y Black (1999) y Morrison y Morrison (2002), se identifica que existe un alto porcentaje de estudiantes creyentes (62%), al contrario de los no creyentes (38%). Sin embargo, en los análisis de varianzas, no se encontraron diferencias estadísticamente significativas.
Desde esta investigación, se observó que la variable sexo tampoco arroja diferencias estadísticamente significativas en hombres y mujeres, porque los hombres manifiestan un grado menor emocional en comparación con las mujeres. Esto es, a nivel individual y social, los varones manifiestan indiferencia emocional hacia las personas homosexuales (ver Tablas 15 y 16).
En la mayoría de las comunidades, persiste el supuesto de que los hombres deben comportarse bajo la identidad de género hegemónica (King y Black, 1999; Lozano y Díaz Loving, 2010; González y Ganem, 2010; Echeverría Echeverría y Flores Galaz, 2011) reproduciendo los juegos de poder y subordinación establecidos, generando que los integrantes de dichas sociedades agredan y hasta eliminen a aquellos que amenazan la continuidad de su sistema al no reproducir dichos patrones (Ritch, 2009).
Al realizar el ANOVA con la variable género, los resultados no mostraron diferencias estadísticamente significativas; cabe mencionar que la diferencia en la muestra de hombres y mujeres no es equivalente. Para la variable religión, tampoco se muestran diferencias estadísticamente significativas. Para Blackwood (1986), mientras algunos mexicanos tratan la homosexualidad como una irregularidad, también hay elementos culturales que contribuyen a diferenciar la interacción de la sociedad homosexual mexicana de otras en el mundo.
En México, las personas con orientación sexual diferente a la hegemónica tienen que adaptarse a la diferencia cultural de valores y condiciones impuestas por la sociedad heterosexual, y, por ello, utilizan un “juego” en donde al estar dentro de su sociedad suponen estar dentro de un círculo en el que las reglas y costumbres de la vida ordinaria ya no cuentan; lo que los demás hagan afuera no es de su incumbencia, “son diferentes y hacen las cosas distintas”. En su juego, incluso, hay dos categorías: los que están inmersos en alguna actividad homosexual y los que no lo están. Posteriormente, clasifican a cada grupo de personas en ambas categorías y se comportan como ellos según el rol que cada quien juegue en la sociedad (Castro, 1998).
Las investigaciones sobre la homosexualidad y las actitudes hacia esta tienen una larga y conocida historia que no necesita presentación; la consideración de la homosexualidad como una forma más de vivir la sexualidad tiene poco más de treinta y ocho años, es decir, desde que dejó de ser considerada enfermedad mental y se reconoció la necesidad de un cambio de perspectiva en el estudio sobre la orientación sexual en general y sobre las personas homosexuales.
La presente investigación parte de la caracterización social de la sexualidad en el contexto mexicano, predominantemente católico y moralista, siendo ello uno de los factores que prevalecen en la conceptualización del prejuicio. La socialización juega un papel fundamental en la formación del prejuicio porque las personas integran e incorporan las consignas y determinaciones de la estructura social en la que interactúan (Bustos, 1998).
De acuerdo con Lozano Verduzco (2009), la población joven, urbana y educada percibe y entiende a la homosexualidad de manera dual y ambivalente; por un lado, habla de respeto, tolerancia y apertura hacia la minoría homosexual, pero, por otro, reconoce rezagos de los prejuicios tradicionales de la cultura heterosexista, que denota cierto distanciamiento y discriminación hacia la homosexualidad, aunque en menor grado que el respeto y la tolerancia antes mencionada.
En la actualidad, se reconoce que todas las personas tienen derecho a no ser discriminadas, por ninguna circunstancia, sino que se impulsa el trato igualitario (Zepeda, 2007); sin embargo, aún es un fenómeno latente que no puede negarse (Carbonell, 2005; Careaga, 2010). Cabe señalar que estas conductas de aparente respeto y tolerancia hacia orientaciones no heterosexuales han sido observadas y analizadas en algunos trabajos (García Villanueva, 2016, 2017; Barajas Valencia y Hernández Ramírez, 2016), en los que se señala como un punto constitutivo de las identidades masculinas por más que en el discurso las cosas parezcan diferentes. Cuestión limitante de la presente investigación porque no se analizaron los discursos que pudieron denotar el pensamiento predominante de la población para corroborar la coherencia discursiva con sus prácticas al relacionarse con personas homosexuales.
En México, el régimen de la sexualidad (Lamas, 2013) se desarrolla bajo la heterosexualidad y la normalidad que ella posee. Dicho régimen se logra a través de los dispositivos de sexualidad (Foucault, 2007) donde toda forma de dominación, sumisión y detención se sujeta a un efecto de obediencia, el poder es permisible solo con la condición de simular una parte importante de sí mismo.
La aparente aceptación que tienen las prácticas sexuales alternativas a la heterosexualidad en la sociedad mexicana está en función de no hacer evidente el rechazo y la discriminación, es decir, actuar bajo la ley del silencio (Bimbi, 2006) y negar incluso la existencia de una población minoritaria, o bien aislándola y determinando su posible inclusión solo en ciertos sectores sociales mostrándola a través del prejuicio sutil (Sakalli, 2002).
Sin embargo, los hallazgos obtenidos en esta investigación abren la posibilidad de transcender del prejuicio a considerar actitudes positivas, de buen trato y prácticas no discriminatorias hacia las personas con una orientación sexual diferente a la heteronormada y a los grupos que se consideran vulnerados o que están focalizados por presentar diferencias que no son aceptadas por la población mexicana (discapacidad, vejez, niñez, juventudes, mujeres, etcétera). La sociedad mexicana tendría que modificar sus esquemas de pensamiento, sus actitudes, sus prácticas y significados para comprender que todas las personas tienen los mismos derechos y obligaciones de acuerdo con lo establecido en la legislación vigente.
Otrx que quiso ser astronauta, acrílico. Matías Sapegno
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