DOI: https://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2020-240103


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ARTÍCULOS

 

Debemos superar la atomización para deshacernos del fascismo neoliberal de H. Giroux. Maria Elena Pérez Bustillo (Traductora)

We must overcome our atomization to beat back neoliberal fascism de H. Giroux. María Elena Pérez Bustillo (Traductora)

Devemos superar a atomização para desfazer-nos do fascismo neoliberal de H. Giroux. María Elena Pérez Bustillo (Traductora)

 

Henry Giroux
McMaster University Professor for Scholarship in the Public Interest
The Paulo Freire Distinguished Scholar in Critical Pedagogy
Dept. of English and Cultural Studies, McMaster University
Canada
http://henryagiroux.com/

María Elena Pérez Bustillo
Universidad Nacional de La Pampa, Argentina
mariaelenaperezbus@hotmail.com

 

Resumen: El trabajo se centra en la educación, la atomización social y el terror del autoritarismo político y el fascismo neoliberal. Se analizan dos temblores políticos distintos que sacuden al mundo por estos días: por un lado, la propagación de una resistencia al emergente neo-fascismo; y por el otro, un nuevo surgimiento en formas masivas de una resistencia colectiva contra el neoliberalismo. Yace el interrogante acerca de cómo la educación da lugar a modos de autoformación que puede permitirle a la gente resistirse a las mentalidades fascistas y neoliberales. La pedagogía, como herramienta de resistencia, abre un espacio de traducción, crítica y resistencia. Esto resulta particularmente crucial frente a la atomización que aísla a los individuos y fomenta una sensación de impotencia al afirmar que no se puede cambiar el orden existente. Para poder desmantelar estos regímenes debemos también encontrar un modo de romper con los patrones de atomización que los hacen posible. Sin esperanza no existe posibilidad de resistencia, disidencia y lucha. La organización es condición para la lucha, y la esperanza es condición para la organización. La esperanza expande el espacio de lo posible y se transforma en una manera de reconocer y nombrar la naturaleza incompleta del presente.

Palabras clave: Educación; Atomización social; Autoritarismo político; Fascismo neoliberal; Pedagogía; Esperanza.

Abstract: The work focuses on education, social atomization and the terror of political authoritarianism and neoliberal fascism. Two different political tremors that shake the world these days are analyzed: on the one hand, the spread of resistance to the emerging neo-fascism; and on the other, a new emergence in massive forms of collective resistance against neoliberalism. The question lies about how education gives rise to ways of selftraining that can allow people to resist fascist and neoliberal mentalities. Pedagogy, as a resistance tool, opens a space for translation, criticism and resistance. This is particularly crucial in the face of atomization that isolates individuals and fosters a sense of helplessness by stating that the existing order cannot be changed. In order to dismantle these regimes, we must also find a way to break the atomization patterns that make them possible. Without hope there is no possibility of resistance, dissent and struggle. Organization is a condition for struggle, and hope is s condition for organization. Hope expands the space of the possible and becomes a way to recognize and name the incomplete nature of the present.

Keyword: Education; Social atomization; Political authoritarianism; Neoliberal fascism; Pedagogy; Hope.

Resumo: Este trabalho centra-se na educação, a atomização social e o terror do autoritarismo político e o fascismo neoliberal. Analisam-se os diferentes tremores políticos que sacodem o mundo nestes dias: por um lado, a propagação de uma resistência ao emergente neofascismo, e pelo outro, um novo surgimento, de forma massiva, de uma resistência coletiva contra o neoliberalismo. Jaz o interrogante de como a educação dá lugar a modos de auto formaçãoque possam permitir-lhe às pessoas resistir-se às mentalidades fascistas e neoliberais. A pedagogia como ferramenta de resistência abre um espaço de tradução, crítica e resistência. Isto é particularmente crucial perante a atomização que isola os indivíduos e fomenta uma sensação de impotência ao afirmar que não se pode mudar a ordem existente. Para poder desarmar esses regímenes devemos encontrar um modo de quebrar com os padrões de atomização que o tornam possível. Sem esperança não existe possibilidade de resistência, dissidência e luta, a organização é condição para a luta, e a esperança é condição para a organização. A esperança expande o espaço do possível e transforma-se em uma maneira de reconhecer e nomear a natureza incompleta do presente.

Palavras-chave: Educação; Atomização social; Autoritarismo político; Fascismo neoliberal; Pedagogía; Esperança.

 

Esta semana, en Estados Unidos, las audiencias por el juicio político dejaron en claro que el Presidente Trump hizo abuso de poder y cometió un delito anticonstitucional. No sólo intentó presionar al gobierno ucraniano para que investigue a su rival político Joe Biden y a su hijo Hunter Biden a cambio de ayuda militar, sino que Trump también hizo uso del poder de su gobierno para presionar a seguidores leales como Rudy Giuliani (su abogado personal) y asegurar que Ucrania, no Rusia, había intervenido en las elecciones de 2016 – una postura completamente desacreditada por cada secretaría de inteligencia del gobierno estadounidense.
Por otro lado, una vez más Trump demostró su rechazo por la ley y la división de poderes al rehusarse a cooperar con el pedido de juicio político por parte de la Cámara de Representantes, argumentando que la evidencia, que indica que abusó del poder para asegurarse favores políticos del gobierno ucraniano, eran noticias fabricadas y que esto no era más que una cacería de brujas. Es más, incrementó su menosprecio por los procedimientos llevando a cabo una campaña de desprestigio contra los investigadores que lideraban las audiencias, a quienes llamó “basura humana1”. También amenazó a Marie L. Yovanovitch2, la anterior embajadora en Ucrania, quien criticó las políticas de Trump con dicho país, y se burló de los medios que críticamente cubrían el evento.
Al mismo tiempo, Trump dejó bien en claro su desdén por cualquier idea de posible justicia al absolver a tres militares acusados de crímenes de guerra. Aquí hay mucho más en juego que el simple abuso de poder por parte de un presidente con réditos políticos y su apego autoritario a un poder inexplicable y un desprecio vergonzoso por la ley. Trump ha lanzado un ataque directo a las bases ideológicas, institucionales y éticas que son centrales para el funcionamiento de cualquier democracia.
Mientras tanto, en Brasil, el presidente Jair Bolsonaro en repetidas ocasiones ha atacado a las comunidades indígenas que trabajan para proteger el medio ambiente de desforestadores ilegales y de las redes delictivas que están llevando a cabo la destrucción del Amazonas. Al hacer esto, Bolsonaro está dando luz verde a los grupos que ilegalmente están saqueando la selva y amenazando con asesinar3 a los indígenas, pequeños agricultores, los cuerpos de seguridad y cualquier otra persona que intente detenerlos. Al demostrar un apego al solipsismo similar al de Trump, el espectáculo de la distracción y una inclinación hacia el absurdo político, Bolsonaro acusó falsamente al actor Leonardo Di Caprio 4 de “financiar la incineración deliberada de la selva amazónica” y elogió el golpe militar de Augusto Pinochet en Chile en 1973. Como era de esperarse, Bolsonaro también manifestó su apoyo en numerosas ocasiones a la dictadura militar brasileña que tuvo lugar entre los años 1964 y 1975. Y cuando se enfrentó a la oposición, recurrió al manual de estrategias de Trump generando chivos expiatorios5.
Sin embargo, la resistencia al autoritarismo envalentonado del gobierno de Bolsonaro en Brasil es creciente, en especial con la liberación de prisión del ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva6. Las protestas son cotidianas en las calles brasileras, aunque no en la escala de las que están sacudiendo a Colombia, Bolivia, Chile y Ecuador, y a pesar del aumento de represión. Las protestas masivas que han tenido lugar en Bolivia, Chile, Colombia y Ecuador fueron respondidas con abuso policial y represión por parte del estado.
Pareciera no haber relación entre estos sucesos, pero en realidad son parte de tendencias entrelazadas que están transformando el panorama político alrededor del mundo. Estos movimientos de resistencia representan la reacción a los múltiples abusos por parte de una mezcla de autoritarismo y neoliberalismo político marcados por crueles políticas depredadoras, desprecio a los derechos humanos y reclamos fascistas que piden una “limpieza” social y ultra nacionalista. En Chile, Bolivia, Colombia y otros países latinoamericanos, la gente se está organizando en contra de un sistema neoliberal que le niega a las clases marginales un sistema de salud significativo, jubilaciones dignas, educación de calidad, transporte público, inversión en bienes públicos, y movilidad social al considerarlas como “descartables”. En países como Hong Kong, Estados Unidos y Brasil existen cada vez más movimientos pro derechos democráticos, solidaridad e igualdad económica. En este caso, los movimientos de resistencia comparten la lucha por las protestas combinadas que reclaman igualdad económica, justicia social y derechos para las minorías.
En otras palabras, dos temblores políticos distintos sacuden al mundo por estos días: por un lado, la propagación de una resistencia al emergente neo-fascismo (evidente en países como Brasil y Estados Unidos), y por el otro, un nuevo surgimiento en formas masivas de una resistencia colectiva contra el neoliberalismo (evidente en lugares como Chile y Colombia).

La democracia no puede existir sin las culturas e instituciones educativas, políticas y formativas que lo hacen posible

Estos movimientos, que son atractivos como formas masivas de resistencia colectiva, tienen como objetivo destruir las estructuras y la plaga ideológica del capitalismo neoliberal global, con ataques implacables a bienes públicos, sindicatos, políticas sociales y el ecosistema, como así también el deseo incansable de privatizarlo todo y transformar toda relación social en una transacción comercial.
En conjunto, estos dos movimientos se enfrentan a los demonios interrelacionados y mutuamente compatibles de las políticas neoliberales y fascistas. Es más, ambos movimientos se basan en la necesidad de enfrentarse al rol de lo simbólico como un lugar político donde las políticas puedan ser repensadas y puedan dar lugar a estrategias colectivas.

Hacia una política y una pedagogía de la vida cotidiana

La pedagogía como una política de persuasión, de formación de identidad y de resistencia ofrece a dichos movimientos la oportunidad de poner de manifiesto una postura que aborda los valores centrales de justicia, igualdad y solidaridad al mismo tiempo que opone resistencia a la desigualdad económica, el poder corporativo y la injusticia racial. En lugar de hablar en abstracto sobre la libertad, la igualdad y la justicia, resulta crucial para los movimientos políticos radicales enmarcar su lenguaje en relación con las experiencias y los problemas cotidianos que la gente enfrenta. Por ejemplo, es importante que los movimientos sociales radicales construyan un lenguaje que concuerde política y emocionalmente con las necesidades de la gente, los valores y las relaciones sociales cotidianas al mismo tiempo que se apeguen a los valores centrales de igualdad, libertad, solidaridad y justicia. Leah Hunt-Hendrix señala la importancia de abordar dichos valores centrales en Estados Unidos. Ella expresa7:

Millones de norteamericanos – ya sean gente de color, blancos, inmigrantes; ya sea que vivan en ciudades, suburbios, pequeños pueblos o en la zona rural; ya sean republicanos, demócratas, independientes, votantes o no votantes –viven en la pobreza o luchan para sobrevivir mes a mes. Millones están desempleados o subempleados, teniendo que elegir entre la obra social, la calefacción o la vivienda. Muchos más sienten que están quedando rezagados y que carecen de la seguridad económica que alguna vez tuvieron.

Al mismo tiempo, movimientos en Chile, Colombia y Ecuador8 se están manifestando en contra de los “malvados gemelos” del neoliberalismo y fascismo, y están demostrando la necesidad de redireccionar las fuerzas culturales que dan forma a la sociedad. Dichas fuerzas son consideradas como constitutivas de la naturaleza misma de la política y los modos de acción que reprimen las alternativas progresistas, pero son a su vez las que las hacen posibles. Dichos movimientos no sólo abordan la naturaleza educativa de las políticas neoliberales sino que también crean las bases teóricas y pedagógicas para brindarle a la gente las herramientas para comprender cómo los problemas cotidianos se relacionan con estructuras de dominio más amplias. Esta pedagogía de la resistencia es crítica del ataque a las nociones de la imaginación democrática, las nociones redentoras de lo social, y las instituciones y culturas formativas que hacen posibles dichas comunidades, bienes públicos y modos de solidaridad. En este caso, una pedagogía radical tiene como objetivo abrirse camino en la niebla de la ignorancia fabricada para poder revelar los mecanismos y consecuencias de las relaciones de poder desiguales y opresivas. La pedagogía, como herramienta de resistencia, abre un espacio de traducción, crítica y resistencia.

La atomización nos hace vulnerables a los regímenes opresivos

Un motivo por el cual los movimientos en Chile, Colombia y Ecuador han cobrado fuerzas es su resistencia exitosa a la atomización, que aísla a los individuos y fomenta una sensación de impotencia al afirmar que no se puede cambiar el orden existente. Por momentos han tenido éxito al contrarrestar esta atomización mediante la negación de lo que Robert Jay Lifton, en un contexto diferente, denomina como “normalidad maligna”9. Es decir, la imposición de “versiones destructivas de la realidad” y la insistencia de que estas son “la rutina y la norma”.
Esto resulta particularmente crucial porque la atomización es una de las condiciones que permite la existencia de regímenes opresivos. Para poder desmantelar estos regímenes debemos también encontrar un modo de romper con los patrones de atomización que los hacen posible.
Leo Lowenthal, en la publicación de Commentary** del 1 de enero de 1946, escribe sobre la atomización de los seres humanos bajo un estado de temor que se parece a una especie de terror fascista actualizado, uno que resuena fuertemente con la era histórica presente. Hannah Arendt fue aún más lejos y argumentó que,

…lo que prepara a los hombres para un dominio totalitario en un mundo no totalitario es el hecho de que la soledad, que en una época era una experiencia límite que por lo general se sufría en ciertas condiciones sociales marginales como la vejez, se ha vuelto una experiencia cotidiana de las masas en constante aumento de nuestro siglo.

Elabora su teoría de la soledad como pre condición para el terror fascista cuando escribe10:

La soledad, el fundamento para el terror, la esencia del gobierno totalitario, y para la ideología o la racionalidad, la preparación de sus ejecutores y víctimas, está muy conectada con el desarraigo y lo superfluo, lo que ha sido la maldición de las masas modernas desde el comienzo de la revolución industrial y que se ha agudizado con el surgimiento del imperialismo a fines del siglo pasado y la fractura de las instituciones políticas y tradiciones sociales en nuestros tiempos. Estar desarraigado significa no tener un lugar en el mundo, que sea reconocido y esté garantizado por otros; ser superfluo significa no pertenecer al mundo de ninguna manera.

Lo que ambos entienden, al escribir luego del desastre de la destrucción devastadora producida por el fascismo y la Segunda Guerra Mundial, es que la democracia no puede existir sin las culturas e instituciones formativas, políticas y educativas que la hacen posible. Es más, los individuos atomizados, desarraigados y desinformados no sólo son propensos a las fuerzas de despolitización, sino también al falso engaño y espíritu de las demagogias populistas, y los discursos de odio y de demonización del otro.
Vivimos en una época de soledad mortífera, aislamiento y atomización militarizada. Si uno se fía de la prensa popular, la soledad está alcanzando proporciones epidémicas en las sociedades industriales avanzadas. La principal sospechosa es internet, que aísla a las personas detrás del cálido brillo de la pantalla de la computadora mientras que refuerza su propio aislamiento y sentido de soledad. La idea de amigos y de “me gusta” se vuelven categorías incorpóreas en las que los humanos desaparecen en el agujero negro de las abstracciones y los significantes vacíos.

Para autoritarios como Trump y Bolsonaro, la mala educación es la clave para mantener el poder

Muchos culpan a internet por este desarrollo, pero el desarraigo y la soledad que se observan en muchas interacciones mediadas por internet en realidad son anteriores a ésta. En las sociedades neoliberales, incluso antes del invento de internet, la dependencia, la compasión, la naturaleza recíproca, el cuidado por el otro y la sociabilidad ya estaban debilitadas por una ética movida por el mercado en la que el interés propio se convierte en el principio organizador de la vida de una persona, y un modo de competencia de supervivencia del más apto que genera una cultura que promueve indiferencia hacia la situación apremiante del otro, un menosprecio por el menos afortunado, y una cultura de la crueldad ampliamente difundida que apunta a aquellos considerados pobres, “descartables” y excedentes.
Los individuos aislados no conforman una sociedad democrática saludable. Un lenguaje más teórico como el producido por Marx hablaba acerca de la alienación como la separación de los frutos del trabajo propio, y mientras que esto es más cierto que nunca, la separación y el aislamiento ahora son más amplios y gobiernan la vida social por completo en el contexto de una sociedad basada en el consumo y regida por las demandas del comercio y la financiación de todo. El aislamiento, la privatización y la lógica fría de la racionalidad instrumental han creado una nueva clase de formación social y de orden social en donde se torna difícil entablar lazos comunitarios, conexiones profundas, un sentido de intimidad y compromisos a largo plazo.
El neoliberalismo ha creado una sociedad donde el dolor y el sufrimiento son considerados como un entretenimiento, el conflicto armado como un estado permanente de existencia y el militarismo como la fuerza más poderosa que da forma a la masculinidad. La política se ha distanciado de la ética, y por lo tanto, el problema de los costos sociales se ha divorciado de cualquier clase de intervención alrededor del mundo. Esta es la métrica ideológica de los zombies políticos y la moneda corriente del fascismo neoliberal11. La palabra clave aquí es atomización, y es una maldición impuesta tanto por las sociedades neoliberales como por las autoritarias al mismo tiempo que postulan una amenaza extrema para cualquier forma viable de democracia.

Hacia una política de inversión

Como vemos en Chile, Ecuador, Hong Kong y Brasil12, el corazón de cualquier clase de política que desee desafiar este vuelo hacia el autoritarismo no es un mero reconocimiento de las estructuras económicas de dominación, sino algo más profundo – que apunta a la construcción de identidades, valores, relaciones sociales particulares, o más ampliamente la voluntad misma. El hecho de que la política no pueda existir sin que las personas modifiquen algo de sí mismas en los discursos, imágenes y representaciones que se observan diariamente resulta clave para reconocer esto.
En lugar de sufrir en soledad, atraídos por un frenesí de emociones de odio, los individuos necesitan ser capaces de identificar – verse a sí mismos y a sus vidas cotidianas – dentro de críticas progresistas de las formas existentes de dominación y cómo deberían abordar dichas problemáticas no individualmente, sino más bien de manera colectiva. Esto representa un desafío particularmente difícil porque el flagelo de la atomización se refuerza cotidianamente, no sólo por medio de un ataque neoliberal coordinado contra cualquier idea viable de lo social, sino también por una cultura autoritaria y basada en lo financiero que se acopla con una idea rígida de privatización, que escapa a cualquier sentido de responsabilidad social y moral. Es más, bajo la dinámica de una máquina política fascista, el poder está concentrado en las manos de una pequeña elite financiera que promueve la división y el odio a través de los atractivos del nacionalismo blanco, un profundo menosprecio por el liberalismo, una propensión a la violencia y una supresión del disenso.
La atomización de los individuos en sociedades neoliberales y fascistas encuentra su contrapartida en la frecuente fragmentación política muchas veces letal que a menudo se ve en la izquierda con una proliferación de diferentes grupos que articulan y abordan formas de opresión muchas veces de temas individuales, ya sea que se originen en alguna versión de políticas de identidad o ejemplos específicos de dominación como los temas asociados con el cambio climático. Esto no intenta sugerir que dichas luchas no son políticamente importantes. Por el contrario, lo que es crucial y de igual modo importante es el imperativo estratégico de unirlas en torno a una política de solidaridad que pueda persuadirlas de trabajar conjuntamente mediante narrativas que, como explican Nancy Fraser y Houssam Hamade13, unan las luchas por la emancipación y la igualdad social. La académica feminista Zillah Eisenstein captura minuciosamente y con gran poder lírico la necesidad de construir una coalición como parte de una política de solidaridad. Escribe14:

Las coaliciones forman parte de la construcción de la solidaridad con y entre las diferencias. La complejidad de nuestras presencias lo exigen. Debemos avanzar con y más allá de las categorías que nos separan, como centro y margen; debemos avanzar más allá de los binarismos que separan y dividen, y en cambio encontrar un camino hacia la conectividad que niegue la homogeneidad, o unicidad, y en cambio represente la solidaridad y sus tensiones. Este es un momento adecuado para movimientos cruzados y acciones de interseccionalidad que crearán nuevas alianzas, que aún no podríamos conocer o imaginar. Esto significa apoyar acciones autónomas que se conviertan en movimiento transversal a través de las intersecciones que existen dentro de ellas.

Una política de la solidaridad podría incorporar convocatorias al sistema de salud, salarios más altos, jubilaciones dignas, acceso a educación de calidad, un medio ambiente limpio, y bienes sociales que mejoren la dignidad y calidad de vida de todos. En este caso se necesitan políticas que despierten nuevos modos de identificación, deseo y auto-reflexión. Stuart Hall estaba en lo cierto cuando sostuvo en la revista Cultural Studies que, “No existe política alguna sin identificación. La gente tiene que transformar algo de sí misma, algo que reconozca que les es propio o que habla de su condición, sin ese momento de reconocimiento.... La política también cambia, por lo que la política continuará, pero no existirá un movimiento político sin ese momento de identificación".
Los aparatos culturales controlados por el uno por ciento constituyen las fuerzas educativas más poderosas en muchas sociedades autoritarias, y se han transformado en máquinas de desimaginación - aparatos de reconocimiento erróneo, ignorancia y crueldad. La voluntad colectiva está ahora atomizada, desprovista de cualquier aceptación viable de lo social. Demasiada gente de izquierda y progresistas han incumplido esta enorme responsabilidad de reconocer la naturaleza educativa de la política y de desafiar esta forma de dominación, trabajar para cambiar la conciencia, y hacer que la educación sea prioritaria para la propia política. Las democracias son tan fuertes como las personas que habitan la sociedad. Dicho de otro modo, la relación entre cultura y política se hace evidente en el entendimiento de que la supervivencia de la democracia depende de un conjunto de hábitos, disposiciones y sensibilidades de una cultura formativa que las sostiene.

El autoritarismo usa la mala educación para mantener el poder

Trump juega con los medios de comunicación15 y los manipula porque entiende la forma en que la política y el teatro se fusionan en un entorno en el cual el espectáculo se convierte en la única política posible. No quiere cambiar la conciencia, sino congelarla dentro de un aluvión de impactos, sensaciones y simplismos que exigen no pensar al tiempo que se borra la memoria, la capacidad de reflexión y el diálogo crítico.
Para funcionarios autoritarios como Trump y Bolsonaro, la mala educación es la clave para mantener el poder. Además, usan los medios de comunicación, las escuelas y otras instituciones culturales para eliminar la imaginación de la sociedad, colapsar la distinción entre la verdad y las falsedades, y abolir la línea entre la alfabetización ciudadana y las mentiras. La educación en el sentido más amplio se ha convertido en un arma poderosa, no solo de propaganda política, sino en una herramienta de poder para la conformación de deseos, identidades y visión de futuro. Aquí la cuestión política central no es acerca del surgimiento de un reino existente de analfabetismo cívico, sino acerca de la crisis de la voluntad, las fuerzas que la producen, y el fracaso de los progresistas y de la izquierda para tomar en serio esta crisis haciendo un esfuerzo por abordar las dimensiones simbólicas y pedagógicas de lucha – todo lo cual es necesario para que la gente pueda convertir los problemas privados en cuestiones sociales más amplias. Esto último podría constituir el mayor desafío político y educativo que enfrentan quienes creen que el desafío político actual no es simplemente entre Trump y los progresistas que claman contra la elite financiera y las grandes corporaciones, sino entre los que creen en la democracia y los que no lo hacen.
La amenaza contra el planeta y la raza humana es algo tan apremiante que no queda espacio para rehusarse a desafiar estos movimientos políticos predatorios. La maquinaria de muerte social y política desatada por los avatares de la ambición, la cultura del usar y tirar y la explotación muestra sus horrores como un emblema de honor, todo el tiempo disipándose en las redes globales de las finanzas y de la irresponsabilidad social, mientras predica un nativismo salvaje y desarrolla políticas de muros y fronteras consolidadas. Contra estas nuevas formaciones políticas – como es evidente en los movimientos de resistencia en Puerto Rico16, Ecuador, Irak, Líbano17 y Hong Kong – se han desarrollado movimientos de resistencia que son globales, movilizados por millones, y que demandan lograr justicia no a través de elecciones a menudo manipuladas y corruptas, sino mediante el cierre de las instituciones militarizadas, las culturas y las ideologías del racismo, la explotación y la muerte por medio de acción directa. Cuando miles se lanzan a las calles, el estado que maltrata pierde hasta la única arma que le quedaba: la pura represión. Si estos estados autoritarios encarcelaran y asesinaran a millones, tales acciones atraerían aún más resistencia. Susan Buck-Morss, autora de Revolution Today, está en lo cierto cuando escribe:

Con el fin de desafiar la ilegalidad de la propia ley, la fuerza que se necesita no tiene nada que ver con las armas. Es la fuerza abrumadora y globalmente democrática de muchos sobre cualquier línea de diferencia. La forma de evitar un ‘fin a la democracia’ es hacer de la democracia el medio.

Cualquier estrategia posible para lograr un cambio necesita políticas que informen a las masas e inmovilicen a la elite gobernante. También se necesitan políticas que cierren el flujo de capitales, la producción de la pobreza y las instituciones que lo hacen posible.
Esto sugiere políticas que deben unir a los trabajadores, educadores y otros agentes por sobre las barreras de la raza, clase y una variedad de otros movimientos de oposición. El mayor desafío para la creación de tal movimiento unificado pone de manifiesto no sólo una crisis de la política, sino de la propia voluntad. Este tipo de política solo es posible si está acompañada por modos rigurosos de autorreflexión y autodeterminación, así como también por un rechazo (como alguna vez dijo Theodor Adorno) del ideal educativo de dureza y masculinidad tóxica que conforma y moldea los actuales movimientos populistas de derecha. La afirmación de Paul Valery de que “la inhumanidad tiene un gran futuro” solo puede sobrevivir si la gente acepta el presunto supuesto universal de que el poder sólo tiene que ver con la dominación y que nada puede cambiar.
Como Byung-Chul Han sostiene en What is Power?, el poder excede el control de la voluntad, y su afirmación y uso nunca distan de una crítica de relaciones de poder opresivas y de una resistencia completa hacia ellas. En lugar de solo actuar como para reprimir la libertad, el poder también se constituye mediante la producción de la libertad. Si va a existir un desafío exitoso respecto del surgimiento del fascismo neoliberal a nivel global, las causas principales de las amenazas políticas y económicas actuales hacia los seres humanos deben ser reveladas a través del reconocimiento del “juego social de las fuerzas que operan bajo la superficie de las formas políticas”18. En parte, esto significa tener conciencia histórica acerca de cuáles son las fuerzas que operan en una cantidad de países que señalan el surgimiento de nuevas formas de autoritarismo y modos de la política fascista. Si bien no existe un modelo histórico que sirva de espejo perfecto para la crisis actual, nuestra situación actual ofrece advertencias acerca de cómo los horrores del pasado pueden materializarse en nuevas formas.

Sin esperanza, no existe posibilidad de resistencia

Para tal tarea es fundamental reconocer que a nivel global enfrentamos una crisis no sólo en el ámbito político, sino también de memoria, historia, voluntad y esperanza. Sin esperanza no existe posibilidad de resistencia, disidencia y lucha. la organización es condición para la lucha, y la esperanza es condición para la organización. La esperanza expande el espacio de lo posible y se transforma en una manera de reconocer y nombrar la naturaleza incompleta del presente. Vale la pena señalar que Estados Unidos sufre de una crisis de organización causada en parte por una crisis de alfabetización ciudadana, educación y la mano dura de relegar a millones a una ética de pura supervivencia. A medida que las instituciones cívicas colapsan bajo el peso ideológico y económico del neoliberalismo global, una mezcla única de política fascista – con su híper nacionalismo, exigencia de pureza racial, extremismo religioso y fundamentalismo de mercado – opera en lo que parece ser un ecosistema ideológico de ignorancia, poder y supuesto sentido común, sin mencionar el atractivo del odio, la intolerancia y el racismo. Una de sus consecuencias es que la incapacidad de relacionarse e identificarse con el sufrimiento de otros ha alcanzado proporciones críticas en el momento histórico actual. Estas políticas festejan la brutalidad, la agresión y el sadismo, y se pueden observar en el ejercicio del terrorismo de estado en Brasil contra los activistas ecológicos que intentan salvar la selva amazónica19, y en Estados Unidos en la separación y encarcelación de inmigrantes indocumentados y sus hijos. En esta plaga de crueldad humana y miseria, lo que se debe abordar es una comprensión de las fuerzas que actúan en la fusión actualizada del fascismo y neoliberalismo, que hoy domina una cantidad de países. Como mínimo, esta es una política en la que los zombies políticos se hacen pasar por patriotas, mientras que promueven formas de fundamentalismo racial y económico y limpieza social.
En el momento histórico actual, el fascismo en sus formas neoliberales se ha trasladado al centro del poder en una cantidad de países, tales como Brasil y Estados Unidos, y representa una formación política única que está atormentando al mundo. Si ha de ser desafiada, debemos repensar de qué modo la política dominante es entendida con los discursos simplificados del populismo y se adapta fácilmente al llamado para que los hombres fuertes tomen las riendas de la gobernabilidad. Para hacerlo debemos analizar en forma crítica las condiciones educativas que permiten a los individuos renunciar a su sentido de voluntad, formas de identificación y sueños ante las fuerzas ideológicas y políticas del fascismo neoliberal.


El silencio de los justos, fotografía. Patricia Bonjour

 

En el centro de esta cuestión yace el interrogante acerca de cómo la educación da lugar a modos de autoformación que puede permitirle a la gente resistirse a las mentalidades fascistas y neoliberales, que inevitablemente se encuentran presentes dentro de los modos políticos democráticos cacofónicos de gobierno. Para resistir a estas mentalidades, debemos exponer el funcionamiento ideológico y económico del poder y abrazar colectivamente la necesidad de emprender una acción directa para terminar con las maquinarias de la muerte. La población en Chile, Puerto Rico, Hong Kong, Ecuador, e Irak20, entre otros países, se está levantando en contra de la corrupción y medidas brutales de austeridad producidas por el neoliberalismo y al hacerlo están produciendo una feroz crítica al capitalismo y construyendo una nueva visión de la política y la resistencia en masa. Estas manifestaciones ocurren en una época crucial cuando las fuerzas del militarismo, la violencia estatal y la cultura del usar y tirar están en marcha. En estas circunstancias, es crucial recordar – como Marx lo afirmó alguna vez – que la historia es abierta y la hacen los seres humanos. Es precisamente en esa advertencia y esperanza que la democracia va a perecer o bien va a prosperar.

Notas

* María Elena Pérez Bustillo del Servicio de Traducción de la Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de La Pampa (SERTRA)

** N. del T.: Revista de publicación mensual (fundada en 1945) sobre religión, judaísmo y política y sobre temas culturales y sociales.

1 https://whowhatwhy.org/2019/11/15/has-america-lost-its-grip-on-reality/.

2 https://www.nytimes.com/2019/11/15/us/politics/marie-yovanovitch-testimony.html.

3 https://www.hrw.org/news/2019/11/15/brazils-amazon-and-its-defenders-are-under-attack-illegalloggers.

4 https://www.theguardian.com/world/2019/nov/29/brazils-president-claims-dicaprio-paid-for-amazonfires.

5 https://www.opendemocracy.net/can-europe-make-it/laurence-davis/only-bold-and-popular-leftradicalism-can-stop-rise-of-fascism.

6 https://www.theguardian.com/commentisfree/2019/nov/21/bolsonaro-brazil-military-dictatorshipviolence.

7 https://www.politico.com/magazine/story/2017/02/democrats-progressives-new-leaders-david-brockthird-way-214811.

8 https://truthout.org/articles/petroleum-is-at-the-heart-of-ecuadors-anti-austerity-protests/.

9 https://whowhatwhy.org/2019/11/15/has-america-lost-its-grip-on-reality/.

10 http://virtuallaboratory.colorado.edu/Origins/class readings/Hannah Arendt - Ideology and Terror.pdf.

11 https://larbbooks.org/product/the-terror-of-the-unforeseen/.

12 https://truthout.org/articles/from-hong-kong-to-kashmir-to-the-us-authoritarianism-is-rising/.

13 https://www.opendemocracy.net/en/new-leftist-narrative-is-required/.

14 https://medium.com/@zillaheisenstein/on-resisting-while-knowing-it-is-not-enough-and-offering-tothink-beyond-where-we-are-together-27515efccf6c.

15 https://truthout.org/articles/as-2020-election-approaches-media-literacy-is-more-important-than-ever/.

16 https://truthout.org/articles/puerto-rican-resistance-began-long-before-rossello/.

17 https://truthout.org/video/the-us-has-tried-to-divide-iraqis-now-protests-are-uniting-them/.

18 https://cup.columbia.edu/book/critical-models/9780231510424.

19 https://foreignpolicy.com/2019/11/14/brazil-amazon-indigenous-defenders-deforestation-illegal-loggers/.

20 https://www.opendemocracy.net/en/oureconomy/iraqis-rise-against-16-years-made-usacorruption/?utm_source=Daily+Newsletter&utm_campaign=24051f1227-DAILY_.

Recibido: 2019-04-24 |
Revisado: 2019-06-30 |
Aceptado: 2019-24-08