DOI: http://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2017-210209
RESEÑAS
En el primer capítulo, “Mundos paralelos”,
la autora señala que en la actualidad
el desarrollo de la tecnología ha
permitido que los modos de comunicación entre
las personas cambien a pasos agigantados.
Todos aquellos que nacieron luego de 1995 son
llamados “nativos digitales”. Ellos/as crecieron
rodeados de pantallas, con padres y madres
comunicándose a través de celulares
y con cámaras de fotos
permanentemente al alcance
de la mano.
A partir del año 2000, con
la expansión masiva de Internet,
las personas comenzaron
a intercambiar chats en un
espacio virtual. Como consecuencia,
los usuarios tenían la
posibilidad de esconder fácilmente
su identidad e imagen,
simulando ser otra persona.
Con el correr de los años, los/as adolescentes fueron utilizando
Internet para diferentes
tareas. En un principio, los/as ayudaba a
realizar su tarea, buscar información, escuchar
música. En cambio, en la actualidad, se
reduce a “chatear”, “estar con los/as amigos/
as”, ya que, como lo afirma Zysman “Los adolescentes
buscan, con sus amigos, encontrarse
a sí mismos. Necesitan identificarse con sus
pares para poder encontrar su propia identidad,
y la tecnología los ayuda en este proceso”.
(2017, p. 34)
Estos nuevos espacios virtuales permiten
que los/as jóvenes puedan manejarse con total
libertad en un ambiente en el que, principalmente,
pueden sentirse acompañados/as y,
además, les resulta cómodo y conocido. No debemos
olvidar que también los juegos virtuales
captan toda la atención de los/as adolescentes.
A través de Internet, hoy los chicos/as se comunican,
miran videos y los generan, escuchan
música, la intercambian, juegan, buscan
información, la comparan y comparten. Pero,
en esa catarata rebosante de información, también
se apabullan. Es tanto lo que se puede saber
y conocer en la Web que más que nunca
los chicos necesitan adultos que los ayuden a
procesar, elegir, conceptualizar, integrar y “digerir” contenidos.
Facebook, Twitter, Whatsapp, Snapchat,
Youtube son algunas de las redes actuales
preferidas de todos/as, pero sabemos que en
cuanto las aprendamos a usar ya habrá otras
nuevas. En palabras de Zyrman: “Las redes sociales
mutan permanentemente
por razones de marketing e
incorporan elementos que son
exitosos en otras, con el propósito
de conservar sus usuarios y
seducir a nuevos”. (2017, p. 41)
En el segundo capítulo, “Nuevas formas de comunicación”,
se hace referencia al
concepto de “Tecnorecuerdo”.
En la actualidad, no hay tiempo
para esperar, las personas
tienen dificultad para profundizar,
concentrarse, tolerar. Según
Zysman, esto tiene que ver
con el uso de las redes sociales.
En este sentido, los/las adolescentes tienen dificultades
para profundizar, concentrarse por
más de cinco minutos y tolerar la frustración.
Les cuesta encontrar en sí mismos las ganas de
hacer algo, la motivación interna; esperan que
desde afuera les propongamos o los invitemos
a hacer algo más divertido que aquello que encuentran
en la Web.
La atención se pierde cuando estamos conectados
en las redes, tanto en los/as adultos/
as como en los/as adolescentes, esto trae problemas
a la hora de enseñar y aprender. Las redes
sociales resultan más atractivas porque allí podemos ser lo que deseamos. De este modo,
podemos recortar nuestra realidad y mostrar
solo lo que nos gusta y conviene. Cuando nos conectamos podemos manejar el tiempo, no
nos aburrimos.
El relato de algunos/as niños/as, en este capítulo,
constata el gran acceso que tienen, desde
muy pequeños/as, a sitios donde se muestra
pornografía, situaciones de violencia, muerte,
entre otras experiencias muy desagradables y
poco apropiadas para ellos/as. Como adultos/
as, debemos proporcionarle a los/as niños/as
un contacto más fuerte con la vida real, que se
embarren, que jueguen en los parques, que coman
solos y hagan lío con los fideos, etc. Esta
estimulación permite que los/as niños/as desarrollen
su inteligencia.
Algunas experiencias respecto a la falta
seguridad de ciertos sitios en Internet se ven
plasmadas en este capítulo. Citamos un breve
ejemplo: “Con un simple clik, Melu (14 años)
le dio amistad a Maxi, que le dijo tener 15 y,
derretida por sus encantos, fue cediendo a todos
sus pedidos. Cuando descubrió que tenía
45, él ya tenía en su poder fotos y videos de
contenido sexual para utilizarlo como más
quisiera; incluso para extorsionarla” (Zysman,
2017, p. 57). Para prevenir este tipo de
situaciones, los/as adultos/as debemos generar
espacios de diálogo, reflexión e intercambio
de información.
“Riesgos en el ciberespacio” da forma al tercer
capítulo. Allí se plantea que los/as adultos/
as nos encontramos desorientados/as frente al
uso, abuso, riesgos y excesos de la tecnología.
Por consiguiente, sentimos preocupación en
cuanto a cómo podemos controlar lo que los/as adolescentes hacen con la tecnología, cuando
utilizan una red social o entran a un juego
digital, qué videos miran por youtube, etc. Lo
que necesitamos saber es que no tenemos que
controlar, sino que debemos ponernos en el
lugar de interesados/as en las redes sociales,
juegos, y desde ese lugar llegar a los/as adolescentes.
La autora plantea que algunas de las características
principales del ciberbullying son:
el anonimato, la accesibilidad y la desinhibición.
Este tipo de acoso puede darse a través
de mensajes de texto crueles, la divulgación de
falsos rumores o mentiras por e-mails o, en las
redes sociales, la publicación de videos ofensivos,
la creación de perfiles falsos o de sitios
Web en los que se ataca a alguien. “La característica
principal del ciberbullying es que la
agresión hacia una persona se propaga por la
web a gran velocidad y, a su vez, es visualizada
de manera masiva. La reproducción rápida de
comentarios, mensajes e imágenes puede resultar
una pesadilla si se utiliza para agredir o
humillar a alguien” (2017, p. 68).
La autora cuenta una serie de experiencias
en las que las víctimas, en este caso adolescentes,
resultan aisladas por la complicidad que
generan los victimarios en los demás usuarios.
En la mayoría de los casos, los/as adolescentes
no piden ayuda porque a veces la situación
empeora, ya que los/as adultos/as no sabemos
cómo manejarnos correctamente.
Entre las problemáticas que rodean al ciberbullying se encuentran, por un lado, el sexting,
que consiste en el envío de imágenes de
contenido sexual por mensaje de texto, y, por
otro lado, el grooming. Este es definido por
Zysman de la siguiente manera: “es la acción
deliberada, consciente y premeditada de un
adulto de acosar sexualmente a un niño, niña
o adolescente mediante el uso de internet”.
(2017, p. 77).
En el capítulo siguiente, “Transgresiones
en la red”, Zysman denomina pantallas a todos
los dispositivos tecnológicos, y sostienen
que muchos/as adultos/as los utilizan con sus
hijos/as para atravesar diferentes situaciones.
Por mencionar algunos ejemplos: viajes, salas
de esperas, sobremesa, etc.
Durante la adolescencia se transita un camino
de búsqueda de identidad en el que se
puede probar y ensayar muchas formas de ser
y estar en el mundo. En la actualidad, uno de
los medios más utilizados para transitar esa
búsqueda son las selfies. Al respecto, la mayoría
de los adultos manifiesta cierta incomprensión
en cuanto a la importancia que tienen,
entre los/las adolescentes, estos nuevos modos
de relacionarse.
Además, los/as adolescentes se encuentran
en una etapa de pleno descubrimiento de
su sexualidad en la que, de manera inevitable,
están presentes las redes sociales. Zysman
asegura: “El cuerpo ahora puede ser también
conocido y explorado a través de fotos y miradas;
las sensaciones puedes despertarse más
allá de tener al otro adelante” (2017, p. 88).
En esta búsqueda, los/as adolescentes necesitan
espacios de intimidad que, en la actualidad,
encuentran en internet. Ante la falta de
comprensión, los adultos no respetamos esos
espacios.
En este contexto virtual, la cantidad de likes
y de amistades define la popularidad entre los/
as adolescentes. A ellos/as no les importa la calidad
de las “amistades”, sino la cantidad.
En “Culto de la imagen”, Zysman analiza
los ideales de belleza que se han construido a
lo largo de la historia y están presentes en la
sociedad actual. Estos se imponen de manera
tal que exigen a los/las adolescentes cumplir
con una serie de condiciones físicas para poder
sentirse aceptados por su círculo social.“Ser rubia y flaca”, “ser joven”, “ser musculoso” son algunos de los estereotipos más comunes.
En las redes sociales, mientras los/las adolescentes
se acerquen más a determinado ideal de
belleza, más likes obtendrán y, por lo tanto, su
autoestima será mayor.
En muchas ocasiones, las personas buscan
exponer en las redes sociales todo lo que ocurre
en su vida diaria y la mayoría de las veces
involucran, indirectamente, a su entorno familiar
o más cercano. Al respecto, la autora plantea
la siguiente pregunta: ¿Cómo enseñarles
a los/as adolescentes y niños/as a cuidarse de
las redes sociales? Como adultos/as, tenemos
la responsabilidad de acompañar y aconsejar
a nuestros/as adolescentes y niños/as sobre
cómo debemos manejar las redes sociales, de
qué debemos cuidarnos, cuánto debemos exponernos,
entre otras situaciones. Esto solo
será posible si somos ejemplo de ello.
En “Padres enredados”, se hace referencia
a cómo los padres y las madres exponen
sus vidas y la de su familia todo el tiempo.
Por ejemplo, sacan fotos de sus boletines y
las publican en Facebook, filman videos que
suben a Twitter, etc. La presencia de las redes
sociales en la vida diaria no solo impide
preservar la intimidad, sino que también se
interponen en los momentos familiares. Hoy
en día se puede ver a una madre hamacando
a su hijo con el celular en mano, o a un padre
enloquecido con su tablet en la sala de espera
con su hija.
Sin embargo, se puede reconocer que las
redes sociales han agilizado y ampliado la comunicación
entre las familias y la escuela. Hasta
hace poco tiempo, usábamos nuestra libreta
de comunicación y ahora, en muchas escuelas,
fue reemplazada por WhatsApp como un medio
que permite resolver todo más rápido. Si
bien esto es positivo, por otro lado, puede que
la información que se quiera transmitir no se
interprete correctamente, debido a la informalidad
que admiten estos medios.
En el último capítulo, “Cómo controlar y
supervisar”, la autora ofrece argumentos para
pensar que los “migrantes digitales” deben
acompañar, cuidar, proteger y prevenir a los“nativos digitales”. En este sentido, deben ser
el ejemplo a seguir, sin invadir su espacio. Para
ello, podemos ofrecer los dispositivos tecnológicos
pero restringir sus alcances; instalar sistemas
de control parental para monitorear la
navegación, filtros y programas sofisticados.
Algunos de los indicadores de que nuestros/
as hijos/as sufren cyberbullying son: cambios
de conducta, cambios de humor, aislamiento,
tristeza, nerviosismo, falta de apetito, entre
otras. Ante esta situación, lo que debemos saber
es que se pueden bloquear los contactos y
realizar las denuncias correspondientes.
En la actualidad, es imposible no estar relacionados/
as con dispositivos tecnológicos que
permiten el acceso a la web como el teléfono,
la tablet, la netbook y que están presentes en
todos los ámbitos. Al respecto, Zysman argumenta,
en su libro, sobre los pro y los contra
del uso de las redes sociales.
Ciberbullying nos invita a reflexionar sobre
nuestros roles como adultos en las redes sociales,
las precauciones que debemos tomar, cómo
acompañar a nuestros/as hijos/as y enseñar la
importancia de la intimidad, la privacidad, y la
comunicación, entre otras cuestiones.
Para finalizar compartiré un fragmento que
representa en gran parte lo que, a mi entender,
Zysman quiso plasmar: “Los chicos necesitan
adultos confiables, disponibles y capaces de revisar
sus propias actitudes; padres conscientes
de los riesgos y al mismo tiempo seguros de su
rol, que valoran y reconocen a los docentes de
sus hijos. Que pueden acercarse a trabajar junto
con ellos y no contra ellos” (2017, p. 150).
Valeria Alfageme Balza
Profesora de Biología.
Investigadora, Extensionista
vale.alfageme@gmail.com
Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución - No Comercial - Sin Obra Derivada 4.0 Internacional.