DOI: http://dx.doi.org/10.19137/praxiseducativa-2016-200206
ARTÍCULOS
“Old, bad practice” policies and University: Contributions to re-think relations, alliances and strategies about otherness nowadays
Resumen: Este año Argentina está conmemorando su cuarenta aniversario del golpe cívico-militar así como treinta y tres años de la recuperación de la institucionalidad. A partir de este complejo escenario, el presente trabajo intentará indagar en torno de ciertas dinámicas de resocialización política que aún pueden identificarse como matrices recurrentes para habitar la vida política institucional en la Universidad. Nos interesa fundamentalmente debatir, iluminar y descristalizar relaciones de poder, identificar modos de operar allí donde estén cautivas y fuertemente anudadas, o bien estén constreñidas a lógicas heredadas del pasado o de viejas malas prácticas políticas. Estamos convencidos de que repensar las mismas y sus correlatos lógicos de acción, omisión, presencia y ausencia, inherentes con la vida institucional, sigue constituyéndose, hoy en día, un tema de agenda impostergable, capaz de contribuir a saldar deudas y renovar nuestro doble compromiso, con las instituciones y con la democracia.
Palabras clave: Democracia; Otredad; Universidad; Prácticas
Abstract: This year, Argentina is commemorating both the 40th anniversary of the civic-military coup d’état, and the recuperation of institutionalism. From this complex setting, (focused on recuperation of democracy), this work aims atinquiring about certain continuities and ruptures which keep co-existing or “ruling” to the interior of the political re-socialization dynamics, in the institutional political life of many of our Universities. We are basically interested in debating, highlighting and decrystalizing power relations which may be captive, deeply rooted, or constrained to logics from the past or “old bad practices” policies. We are convinced that re-considering them -along with their logical correlates of action, omission, presence and absence in institutional life- keeps being a core issue that could lead to renew our commitment to institutions and democracy.
Keywords: Democracy; Otherness; University; Practice.
…la violencia, es un discurso sin voz (…) no se puede hablar: se vive, se expresa, trabaja al nivel de una marca sin mediaciones, sin lenguaje sobre el cuerpo y el espíritu. El discurso de la supresión es el del cuerpo a cuerpo, y su ser (el perseguidor) no tiene otra finalidad que la de transformar a un sujeto que podría ser deseante en un “cuerpo a abatir” (Enriquez). “Lo que es seguro, es que los que tienen conciencia de la gravedad de la situación deben hacer todo lo que esté al alcance de su mano, ya sea con la palabra, con lo escrito o simplemente con la actitud en el lugar que ocupan para que la gente despierte de su letargo contemporáneo y empiece a actuar en el sentido de la libertad. (Castoriadis).
Tal como habíamos señalado anteriormente, el objetivo del presente trabajo busca poner en visibilidad ciertos mecanismos fuertemente arraigados, por muchos de nosotros “padecidos” o conocidos, e institucionalmente practicados y naturalizados. Lo anterior, a la luz de las distintas circulaciones e intervenciones políticas que tienen lugar o que están situadas –“¿sitiadas?”– en el marco de la vida académica y universitaria en la actualidad. Sin embargo, no desconocemos la dificultad metodológica –ni tampoco los riesgos– existentes al intentar problematizar ciertos eventos que tienen lugar fundamentalmente en la coyuntura social y política de nuestro actual contexto. No obstante, decidimos asumir aquel riesgo en cuestión como parte de una posición ética-política y subjetiva constitutiva a un modo de (re) habitar orgánicamente la vida institucional sin por eso, perder de vista el horizonte o perspectiva necesaria de “alejamiento” capaz de favorecer y de objetivar ciertas prácticas desde un lugar de “extrañamiento”. En otras palabras, asumiendo la existencia de la propia implicación, nos interesa indagar en torno a las narrativas actuales que operan como redes simbólicas de interpretación e inclusión; pero, a su vez, como redes de disciplinamiento con efectos de exclusión en el reconocimiento del Otro en la vida política universitaria.
“Gestación”, acrílico.
Daniel Canitrot
De esta manera, coincidimos con Wacquant (2005), al reconocer que “la teoría puede ser alojada en las propias operaciones que produjeron el objeto empírico a mano”. (Wacquant, 2005, p.27). Entonces el presente trabajo intentará, por un lado, tratar de (re) definir el entramado constitutivo de esas operaciones y revisar las formas de alojamiento, de habitar la vida institucional y sus dinámicas políticas en las relaciones o vínculos académicos. Por otro lado, pretenderá revisar la composición de cuadros sonoros inherentes a esas voces narrativas, analíticas y experienciales que retraducen prácticas específicas concretas en el campo social y político de la vida universitaria.
Aquello que debe ser recordado es que las narrativas de emancipación e iluminismo en sus formas máximas de expresión, eran a su vez narrativas de integración y no de separación; historias de personas que habían sido excluidas de su grupo principal de origen pero que ahora luchaban por obtener un lugar de pertenencia. Y si las habituales viejas ideas de aquellos grupos dominantes no eran flexibles ni suficientemente generosas para admitir nuevos grupos, entonces esas ideas necesitan ser revisadas y cambiadas, hacer algo mucho más y mejor que rechazar los nuevos grupos emergentes. (E. Said).
Nos referimos a tácticas y radares en relación a los modos de ubicar y poner en miramiento las formas del concebir al otro en los contextos político-académicos actuales. Esto intenta privilegiar el registro de análisis y observación directa de los modos de relación existentes en el marco político e institucional. Precisamente el espacio universitario es comprendido como un campo de lucha, donde se juega y consolida el monopolio de ciertas significaciones en torno a lo académico pero, también donde adquieren implicancia variables y prácticas que involucran de lleno la búsqueda de construcciones y posiciones de fuerzas de naturaleza fundamentalmente políticas. Todo con el fin de conocer su propio funcionamiento como una maquinaria de poder que regula solidaridades, decreta inclusiones, lealtades, pero a su vez rechazos, desaires, indiferencia, exclusión y destierro como caras ocultas de una misma moneda.
El presente trabajo se convalida con las palabras de Bourdieu “hacer sin saber del todo lo que uno hace es darse una oportunidad para descubrir en aquello que se hace algo que uno no sabía” (Bourdieu, 2008:18). Sin embargo, nos interesa invertir la economía del concepto anterior. Esto es, interrogar qué sucede cuando la lógica de participación política universitaria no busca des-cubrir en el Otro una oportunidad de (re)conocer(se) sino la idea de un otro ante quien, a priori, decidimos cubrirnos las espaldas como táctica de solidaridad orgánica o de supervivencia institucional.
Es importante reiterar que el presente trabajo no parte de una detallada periodización que da cuenta de la historia política de la universidad. Nuestro interés es más modesto y busca interrogar, desde una aproximación genealógica, cuales son las lógicas actuales de participación y de resocialización política que, con frecuencia, pudieran conducir a que el “libre movimiento de las personas”, conformen parte de un dispositivo político-académico de “sospecha” y “vigilancia”, para inferir o sentenciar posiciones, asumir representaciones y dictar firmes condenas sobre el “otro”.
Esto es, en el ámbito de la política, la presunta “única” opción de jugar a “derribar en bloque”, cuan metáfora de bolos y de un solo golpe, a todo un conjunto de ideologías y representaciones políticas capaces de representar un peligro potencial ante la inferencia de un otro sospechoso. De alguna manera, pareciera que el espacio académico-político de la universidad transitara –y a su vez reeditara en sus propias lógicas– ciertos signos históricos propios del nacimiento de la urbanidad moderna ya descripta y analizada por Foucault (2009; 2010; 2012). Nos estamos refiriendo a la categoría de “población” (condición necesaria de la modernidad para este autor), la cual coincide y emerge, al mismo tiempo, con la necesidad de regulación de ciertas fantasmáticas ligadas a la peligrosidad potencial del sujeto. Para ello se configuran mecanismos necesarios de disciplinamiento y normalización inherentes a prácticas de gubernamentalidad modernas necesarias para ejercer control poblacional, político e institucional.
Si bien la distancia histórica propuesta podría significarse como una falta de rigurosidad ante los ojos de un historiador implacable –y de hecho así lo sería si el acento estuviera puesto en lo metodológico– permítannos aunque sea entonces aquí intentar acortar dicha brecha histórica, proponiendo un ejemplo de análisis teórico proveniente de nuestra propia historia reciente que quizás permita, con fuerzas equivalentes, retraducir o contribuir a leer en clave de “peligrosidad latente”, la configuración histórica de ciertas dinámicas y procesos institucionales actuales. Consideramos que esos resabios podrían reeditar en ciertas lógicas de intervención que marcaron la geografía política de nuestra historia reciente a través de enunciados como: “¿Sabe usted con quién están sus hijos?”. Ésta es una metáfora de adhesión colectiva a la sospecha con el fin de justificar la necesidad de un determinado accionar o una política de Estado.
Reconocemos la crudeza de este impacto al intentar asumir una discusión política sobre las formas de relacionamiento social actuales en el interior de la democracia Universitaria. Sin embargo, la creemos necesaria y, más aún, urgente. Estamos absolutamente convencidos de que este tipo de prácticas favorecen o terminan siendo funcionales a proyectos de la derecha política a quienes, siempre, les resultará grato festejar la cancelación de la palabra y el silenciamiento del otro.
En otras palabras, la ingenua creencia de que en el derribar en bloque al otro, sencillamente por ser otro, se estaría logrando una supuesta victoria dentro del propio espacio político, es bastante desalentador. Éstas son las que hemos denominado “viejas malas prácticas” de la política y de la vida universitaria como modo de habitar las relaciones con el Otro en los ámbitos académicos universitarios. Por todo lo dicho, consideramos necesaria y urgente una discusión política sobre las formas actuales de relación social en la democracia universitaria.
Si bien a continuación la enumeración de algunos ejemplos podrían ser tildados de ‘ingenuos’, para nosotros encierran, por el contrario, un profundo potencial de análisis social, ético y político para fundamentar parte del objeto de estudio del presente trabajo. Personas que se saludan más, a veces menos, o ni siquiera lo hacen, según la trayectoria que cruza a los sujetos en un determinado (contra) punto institucional; es decir, en qué coordenadas geográficas sucede dicha yuxtaposición (pues las cargas de economía de estas distribuciones de visibilidades panópticas no suelen ser las mismas si se dan al cruzar de un patio, al doblar un pasillo, o si tienen lugar en un centro de concentración de poder, como la dirección de una escuela, facultad, decanato o algún punto intersticial representado simbólicamente como un punto de contrapoder o santuario que no puede dejar ser profanado por la visibilidad de un encuentro cordial con ese otro.
Dicho de otro modo, dependiendo de la yuxtaposición de cronologías, situaciones, generaciones, divisiones geográficas y de poder, estas prácticas se insertan en una bio-micro geopolítica institucional y son capaces de silenciar encuentros y miradas a conveniencia, de retraducirlas a cálculos y ritos urbano-antropológicos acerca de qué beneficios o no se obtendrían de las mismas. Al igual que sucede con los ritos iniciales de diversos colectivos que invisten pertenencia, forjan subjetividades, identidades a través de pruebas de fuego, son capaces de decretar lealtades, victorias o derrotas en la arena política. Por otra parte, no deja de ser paradójico a su vez, que el significante universidad, metáfora de bastión de lucha fundacional histórica en nuestro país (que podría sintetizarse a dos preguntas quien enseña y quién aprende), se vacíe de significado y sentido cuando sus esfuerzos estén destinados casi exclusivamente a legitimar estas formas de accionar político. Por eso consideramos que dichas prácticas, lejos de honrar a aquella generación de la Reforma del 18, la denigra y deshonra.
Este continuum de lógicas existentes capaces de ejercer e invertir, lúcidamente, formas de economía conquistadas a lo largo del tiempo que operaban como políticas de amplificación de la Otredad y al mismo tiempo, su reconversión en prácticas mezquinas de negación del otro o de derribamiento en bloque, lejos de favorecer la democracia, la debilita. Más aún, estas prácticas terminan siendo funcionales a políticas no democráticas, pues se naturalizan a través de instrumentos informales que las legitiman y sostienen a lo largo del tiempo. Es así entonces como, paradójicamente, las formas con las cuales se legitiman este tipo de prácticas en el espacio universitario, tienen su correlato lógico, en instrumentos utilizados para forjar ideas de deslegitimación política: canales clandestinos de comunicación (redes sociales, grupos secretos; campañas de difamación, mal uso y tergiversación de la información, conversaciones sobre la cosa pública pero en ámbitos privados de la esfera pública, etc.). De este modo, los tiempos y espacios institucionales no son los formales, sino los intersticiales y funcionales, que aseguran la lógica de construcción de poder necesaria para que ese tipo de intervenciones se reproduzcan y materialicen en el marco del espacio simbólico de la Universidad.
A partir de los últimos años, hubo una suerte de intensa producción académica ligada fundamentalmente a repensar los lazos políticos y el conjunto de transformaciones que se daban al interior de las tramas semánticas, discursivas de las operaciones institucionales constitutivas de la gramática política. Es en ese contexto en donde los aportes de Chantal Mouffe (2009) resonaron fuertemente para contrastar el concepto de adversario político y lógicas anteriores centradas en el binomio amigos-enemigos, propias de los escenarios y vinculaciones políticas de la racionalidad clásica liberal. El término adversario político fue acuñado, entonces, para sustituir –supuestamente– aquellas viejas relaciones. De esta manera, a través de la propia exposición, mediación y puesta en visibilidad institucional que permita demarcar como objeto de cuestionamiento político las relaciones y vínculos existentes entre las partes en conflicto, para entonces poder migrar o reconvertir la categoría de enemigos irreductibles en la de oponentes legítimos. Pero esta última sigue siendo tributaria o un simple eufemismo para nombrar la adversidad política: el oponente legítimo, para esta lógica y corriente de pensamiento, sigue siendo –y de hecho es– un adversario.
Desde nuestro punto de vista, estamos interesados en plantear otras lógicas de posibilidades que permitan desplegar otras dinámicas de participación políticas en los contextos actuales de la universidad. Consideramos que en la categoría de adversario, subyace (operando en forma inmanente) la de enemigo; categoría que, tal como hemos estado tratando de sostener en el presente trabajo, nos interesa particularmente iluminar desde otros prismas de intelección.
A tal fin, quizás pueda sernos de alguna manera útil un hecho puntual proveniente de la esfera política de nuestro país, el clásico discurso efectuado por Ricardo Balbín (1974) ante la muerte del ex presidente Juan Domingo Perón. El dirigente radical, se refiere a este último diciendo aquellas palabras que habrían de formar parte del inconsciente colectivo político nacional: “Este viejo adversario, despide a un amigo”3. De este modo, sin saberlo, da paso a una nueva lógica de interpelación política contemporánea del siglo XX.
Quizás lo interesante del caso sea que en dicha construcción, la categoría amigo se reserva y recupera simbólicamente cuando la vida del Otro expira, muere. Es un extraño pasaje dentro de la política institucional que puede tener una lectura de valor pedagógico y moral. En otras palabras, este enunciado enseña que la coexistencia de ambas categorías, la de adversario y amigo, puede ser admitida, material del sujeto. En este caso, entendido como un cuerpo político ya sin vida pero con el valor de garante –vaya que paradoja si las hay, pues dónde quedó aquello de que “nadie puede cobrarle la deuda a un muerto”– para recuperar el cuerpo de una amistad (ya) inanimada.
De esta manera, adversario y amigo, con la muerte como pasaje transicional, brindan garantías plenas de (supuestas) no contradicciones y permiten pensar la trama relacional y las configuraciones del espacio de resocialización políticas un tanto fundacional en nuestra geopolítica interna. Retomemos entonces los planteos de Chantal Mouffe (2009). La autora propone afianzarse en el terreno de lo adversarial para pensar esas coordenadas de tramas y prácticas políticas vinculantes. A partir de lo dicho se desprende que el adversario ya no será más un enemigo, por delimitación política-epistemológica, como en las viejas formas de racionalidad liberal. Sin embargo, tampoco será un amigo con todas sus potencialidades y funcionalidades biológicas vigentes, plenas, es decir, un amigo vivo; al menos para la lógica institucional universitaria.
Ambas mixturas se fusionan y (des)pliegan junto a otras formas mestizas en el arco político vernáculo, en donde hemos sido capaces de visualizar estos modos de operar y estas lógicas de habitar la vida política-institucional. La categoría adversario-enemigo, la fórmula ideológica por excelencia: nosotros-ellos, el amigo extramuros pero enemigo intramuros son formas para no acarrear sospechas ni perder las solidaridades orgánicas de los movimientos militantes. La universidad pareciera a veces presentar un isomorfismo con los circuitos institucionales de otras lógicas de capturación y encierro de los sujetos en donde se necesitan arduas reglas y estrategias si uno quiere de veras, sobrevivir.
Tomar las palabras de Balbín como punto de partida válido, como una suerte de acto político fundacional, nos hizo recordar lo compartido por Levinas (2009), más allá de la distancia teórica existente, al ubicar en la narración del Antiguo Testamento, la génesis de demarcación, es decir, del inicio de desaparición política de la ética frente a la Otredad. Esto debe rastrearse en la pregunta de Dios a Caín sobre su hermano Abel. Éste se desentiende del mismo y contesta con otra pregunta: “¿Acaso debo ser yo guardián de mi hermano?”. De esta manera, representa no sólo una política relacional primera de silenciamiento, de negación del Otro, sino también la erradicación de la diferencia por medio de la desaparición física del Otro como metáfora fundacional recurrente entre los humanos.
“La espera”, acrílico. Daniel Canitrot
Aquello que queremos evidenciar o poner de manifiesto es que ambas narraciones, posibilitan pensarnos en relación a los Otros. El primero de estos relatos, parte constitutiva de nuestra propia historia política contemporánea, aparece frente a la muerte de un adversario como un acto de fundación instituyente. El segundo de los casos, desde la filosofía de la Alteridad, nos revela en el Antiguo Testamento la erradicación del Otro, desde el punto cero, no ya como metáfora de exclusión simbólica-discursiva, sino como registro necesario de eliminación del Otro.
El gran problema que planteamos aquí es que las comparaciones que estamos llevando a cabo con la institución universidad, órgano de la democracia por excelencia, con frecuencia incluyen itinerarios con regímenes de exclusión, privación de derechos de las personas y muerte. ¿Por qué permitir entonces tamaño despropósito relacional para mejor pensar los contextos actuales? Quizás, si una respuesta única fuera posible, tendría que ver con la capacidad de amplificación y resonancia institucional de ciertas temáticas puede contribuir para mejor pensar. Por otra parte, la propia historia de la universidad está ceñida de muertes, de interrupciones democráticas y de diversas formas de exclusión que forman parte de su ADN institucional. ¿Es posible, entonces, intentar llegar a otras formas de diálogo y de comprensión entre estos espacios político académicos en los escenarios contemporáneos, sin por eso despolitizar ni reconocer las variables de poder que conforman las relaciones en las lógicas organizacionales?
Una vez más recurrimos a ejemplos extremos pero con la capacidad de amplificar una problemática. Pensamos en Daniel Barenboim y Edward Said (2003), quienes fundaron el West-Eastern Divan, destinado a trabajar las diferencias entre palestinos e israelíes a través de la conformación de una orquesta integrada por personas provenientes de ambas nacionalidades, representaciones políticas, ideológicas y religiosas. Ese proyecto, sin embargo, no busca silenciar las diferencias, sino tramitarlas dentro del orden de lo simbólico. Y a pesar de las mismas, no hay impedimento en llevar adelante un proyecto en común y conformarse ésta en una de las mejores orquestas del mundo. La razón se debe a que optan por articularse en eso que los convoca, que es la revalorización de la condición humana. Toman ese núcleo fuerte como punto de partida, trabajan juntos, como plantea Sennett (2011), Juntos, y se reeditan, en forma constante, políticas de cooperación.
En un escrito que hicieron en conjunto Barenboim, Said (2003) sostiene
La historia es algo dinámico, y si esperamos que los judíos israelíes no utilicen el Holocausto para justificar las flagrantes violaciones de los derechos humanos del pueblo palestino, nosotros también hemos de superar estupideces tales como decir que el Holocausto nunca existió, y que todos los israelíes, hombres, mujeres y niños, están condenados a nuestra eterna enemistad y hostilidad. Los políticos pueden decir sus habituales tonterías y hacer lo que quieran, como los demagogos profesionales, pero los intelectuales, artistas y ciudadanos libres siempre han de reservar un espacio para el disenso, los puntos de vista alternativos, las formas y posibilidades de cambiar la tiranía de la mayoría, y lo más importante, fomentar la ilustración y la libertad de la humanidad. (Said, 2003:193)
Remarcamos en la cita la función política de la universidad: la tarea –o mejor dicho nuestra responsabilidad– por abogar para que el campo intelectual sea tributario de otras formas de lógicas capaces de articularse en función de la ilustración, los puntos de vistas alternativos, el rechazo a la tiranía de la mayoría, el espacio para el disenso, siempre en un sentido de la libertad y el reconocimiento del Otro.
Creemos que para intentar subsanar lo anterior, es necesario primero sincerar y admitir que la representación universitaria que domina la escena política de las relaciones vinculares entre los sujetos, generalmente, remitirían a las estructuras del discurso del Amo. Esto es una metáfora de regulación colectiva en la cual los mismos sujetos se articulan incorporando inconscientemente la ley orgánica de cada lógica partidaria. De esta manera, para que el mismo discurso sea efectivo, necesitará recaer en forma constante sobre el significante alumnos, como mano de obra ineludible, para eternizar estas prácticas y hacerlas, simbólicamente, eficaces, efectivas. En este sentido, haciendo una mínima aproximación –o lectura– psicoanalítica acerca de los cuatro discursos (1996), si la función asignada al discurso del amo es gobernar y la del discurso universitario es educar, la lógica de participación política dominante llevaría a una suerte de extraño enroque dentro del tablero y del juego de (dis)posiciones de poder, cuyos discursos se entrelazan y confunden sus identidades. Aquí es donde el discurso universitario, más que educar, se articula y empecina en subordinar, dominar, excluir y gobernar.
A esta altura del presente escrito, quizás no esté de más volver a subrayar que no desconocemos que la universidad forma parte de un campo de lucha, pero también es cierto que debería poder constituirse en un campo de filiación, inscripción y de (re)conocimiento. Para nosotros, según cómo sean las distribuciones de factores, lógicas y dinámicas institucionales intervinientes para favorecer, potenciar o contrarrestar aquel balance, la ecuación estará finalmente destinada a la búsqueda de una eficacia simbólica del orden de las prácticas y de lo discursivo para afirmar la vida o la negación y destrucción de los mecanismos del reconocimiento del Otro.
Es por eso que, desde nuestro punto de vista y ya para ir finalizando el recorrido del presente ensayo, proponemos en ese mismo marco regulatorio político e intelectual representado por la universidad, dejar de lado la noción y categoría de adversario. Dicho de otro modo, dejar la ya clásica lógica de la adversidad aplicada al mundo relacional de las prácticas políticas en el interior de la universidad y a las cuales hemos denominado como malas viejas prácticas, para dar paso al desafío de intentar migrar a una categoría diferente. La que mejor nos representa y que pone en juego todo el presupuesto de conceptos y categorías anheladas es la de ‘Alianzas Otras’. Las mismas abarcarían a sujetos, dinámicas, recorridos, trayectos, itinerarios, pliegues, contrapuntos, tramas, en donde las personas puedan constituirse y habitarse desde aquellas solidaridades colectivas e individuales que mejor las representen.
Alianzas Otras, con mayúscula, para diferenciarnos de las relaciones de silenciamiento del Otro. Una forma de subjetivación capaz de favorecer dinámicas de encuentros y desencuentros, pero articuladas, a su vez, por aquello que nos convoca: la condición humana, la búsqueda de un modo de habitar el mundo de forma diferente, la lucha por la dignidad humana y la identificación con el menos favorecido. Esto implicaría, necesariamente, repensar las lógicas relacionales vigentes a la luz del nuevo milenio y en el contexto de la defensa de los intereses de la universidad pública, amplificar la democracia en todos sus niveles, sin derribar posiciones en bloque por provenir de un determinado sujeto.
En este sentido, las Alianzas Otras no formarían parte de la dinámica de la adversidad, la cual es deudora del Otro como enemigo. Aquel otro, en contextos democráticos como la universidad, es alguien en quien perfectamente podríamos constituirnos o habernos constituido. Es la Otredad en Otra solidaridad en juego. Son pasajes dinámicos y no lineales entre Alianzas Otras, tomando como punto de partida y límite la condición humana y la dignidad de los sujetos enlazados, es decir, unidos en su doble sentido etimológico-simbólico, en contextos democráticos.
Buscamos así alejarnos de la idea hegemónica subyacente a ‘lealtades’ cuando éstas únicamente alientan la subalternización del sujeto y de sus prácticas. La idea de partidización, así entendida, conllevaría implícitamente la idea de una posible o futura traición de aquel que se aleja o se encuentra con un Otro diferente, constituido en insolidaridades no orgánicas o funcionales para los objetivos de turno de un determinado grupo o representación política. (Re)pensar, entonces, estas lógicas como parte de una dinámica inherente a Alianzas Otras es intentar pensarlas en función de una resocialización al modo de Said, como estructuras de actitud y referencias; o como Williams, con su latido colectivo que constituye prácticas y voluntades por medio de las de sentimiento; o desde el mismo Bourdieu, quien hace referencia a un ethos específico atravesado por diferentes prácticas y recorridos que conforman un determinado habitus, definido como espontaneidad sin conciencia ni voluntad.
Sin embargo, esta suerte de latido colectivo como forma natural de incorporación y resocialización de prácticas políticas, a diferencia de la definición anterior de habitus, esta forma natural de incorporación y resocialización de prácticas políticas busca, explícitamente, hacer un esfuerzo consciente y voluntario, individual y colectivo, para que esas condiciones de construcción de Alianzas Otras por medio del reconocimiento del Otro puedan generarse y también ser garantizadas. Para llevar adelante esta nueva mirada, creemos necesario implementar otras formas de filosofía política al interior de la universidad. Pensamos en formas que contemplen la Otredad y la conciencia de nuestra inexorable finitud en el propio paso por este mundo, pues aquello que quedará de nuestra(s) historia(s) al final de nuestro camino, tendrá que ver exclusivamente con qué tipo de huellas pudimos dejar en los Otros y con las veces que pudimos (o no) sentirnos interpelados sinceramente por la mirada de aquellos que, lejos de ser adversarios, enemigos u oponentes legítimos, representan, para nosotros, Alianzas Otras en la constitución necesaria de la diversidad democrática de la universidad. Parafraseando a Gramsci (1918) si la indiferencia es el peso muerto de la historia, es necesario llevar adelante todos nuestros esfuerzos posibles para que la misma reviva en la diferencia y en la universidad.
Notas
* Dr. en Cs. de la Educación (UNR). Prof. Titular Regular Pedagogía. FHUMYAR-FDER-FCPOLIT; Universidad Nacional de Rosario. Docente de la cátedra “Universidad, Sociedad y Conocimiento”. Universidad Nacional de Rafaela (UNRA) Argentina. jtranier@gmail.com.
** Decano de la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR. Prof. en Ciencias de la Educación (UNR). Docente e investigador de la misma casa de estudios. Argentina. jgoity@yahoo.com.
1 Cita original; la traducción es nuestra: “What does need to be remembered is that narratives of emancipation and enlightenment in their strongest form were also narratives of integration not separation, the stories of people who had been excluded from the main group but who were now fighting for a place in it. And if the old and habitual ideas of the main group were not flexible or generous enough to admit new groups, then these ideas need changing, a far better thing to do than reject the emerging groups”. (E. Said, Culture and Imperialism, p.26).
2 Al hacer alusión al otro sin mayúscula se busca, conceptualmente en este apartado, distanciarse de las conceptualizaciones del Otro como registro amplificador de políticas de reconocimiento y de la Otredad en sus acepciones filosóficas. De esta manera, hasta tanto y en cuanto el otro sea meramente aquella persona de la cual solamente necesito extraer una suerte de conocimiento que me permita mejor situarlo, sitiarlo, conocer y entender su origen –en vez de reconocerlo y comprenderlo, será el otro, y no el Otro.
3 Consultar en Línea: http://ricardobalbin.tripod.com/peron.htm.
Bibliografía
1. Baremboin, D., Said, E. (2002). Paralelismos y paradojas. Reflexiones sobre música y sociedad. Buenos Aires: Debate.
2. Bourdieu, P. (2008). Homo Academicus. Buenos Aires: Siglo XXI.
3. Foucault, M. (2009). El Gobierno de sí mismo y de los otros. Buenos Aires: FCE.
4. Foucault, M. (2010). El coraje de la verdad. Buenos Aires: FCE.
5. Foucault, M. (2014). Obrar mal decir la verdad. La historia de la confesión en la justicia. Buenos Aires: Siglo XXI.
6. Gramsci, A. (2010). Antología. Buenos Aires: Siglo XXI.
7. Lacan, J. (1996). El Reverso del Psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
8. Levinas, E. (2009). Entre nosotros. Ensayos para pensar en Otro. Valencia: Pre-Textos.
9. Mouffe, C. (2009). Entorno a lo político, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
10. Said, E. (1993). Culture and Imperialism. New York: Vintage Books.
11. Sennett, R. (2012). Juntos. Barcelona: Anagrama.
Fecha de Recepción: 17 de marzo de 2016
Primera Evaluación: 11 de abril de 2016
Segunda Evaluación: 18 de abril de de 2016
Fecha de Aceptación: 18 de abril de 2016
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