DOI http://dx.doi.org/10.19137/perspectivas-2019-v9n1a06
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INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA
Los sesgos en la toma de decisiones1
Biases in decision making
Silvia Marisa Rampello
Universidad Nacional de la Matanza, Departamento de Ciencias Económicas
srampello@unlam.edu.ar
Cómo citar este artículo: Rampello, S. (2019). “Los sesgos en la toma de decisiones”. Revista Perspectivas de las Ciencias Económicas y Jurídicas, Vol. 9, N° 1 (enero-junio). Santa Rosa: FCEyJ (UNLPam); EdUNLPam; ISSN 2250-4087, e-ISSN 2445-8566. DOI http://dx.doi.org/10.19137/perspectivas-2019-v9n1a06
Resumen: A diario tomamos decisiones, de todo tipo, con incertidumbre.
Decidir es un proceso que implica evaluar distintas variables. Existen herramientas
formales que nos ayudan a decidir, pero estas herramientas
se ven afectada por los “sesgos” de nuestra mente. La información previa
con la que contamos a la hora de decidir nos ayuda a resolver, pero el que
decide no puede tener la certeza absoluta, ya que nuestro cerebro puede
distorsionar la información.
Desde la óptica cognitiva, que entre los estímulos del medio y las decisiones
de las personas, encuentra un elemento que procesa la información,
que interpreta los estímulos y elige la respuesta, la psicología viene explorando
las modalidades y los efectos de ese procesamiento sobre la toma
de decisiones. Su principal aporte a este conocimiento es la detección de
sesgos cognitivos, de distorsiones inevitables en la manera de evaluar las
opciones y elegir (Laca Arocena, 2012).
De forma general, el tomar una decisión se trata del acto de elegir o seleccionar
algo. Se trata de un proceso mental en el que es posible identificar las acciones que se tomarán para conseguir solucionar un problema o una
disyuntiva para conseguir un objetivo. Implica, pues, el tener la libertad
de elegir dentro de una serie de posibilidades. Esta acción comporta una
intencionalidad, que comprende una serie de valores. En todo tipo de organizaciones
se toman decisiones, entre los miembros que la componen
y que se encuentran inmersos en ella. El proceso de toma de decisiones
significa un hábito, o en un sentido reduccionista económico, una economía
de esfuerzos. Las acciones en la medida en que se convierten en una
rutina, se repiten y con ello poseen un significado que paulatinamente se
ancla en el conocimiento (Vidal, 2012).
Palabras clave: Teoría de la decisión; Sesgos; Heurísticas.
Abstract: Every day we make decisions, of all kind, under uncertainty. Decision-
making a process that involves the evaluation of different variables.
There are formal tools that help us to decide, but these tools are affected
by the “biases” of our mind. The previous information that we have at the
time of deciding helps us to solve, but the one who decides cannot have the
absolute certainty, since our brain can distort the information.
From the cognitive perspective, between the environmental stimuli and the
decisions of the people, finds an element that processes the information,
that interprets the stimuli and chooses the answer, the psychology has been
exploring the modalities and the effects of that processing on the taking of
decisions. Its main contribution to this knowledge is the detection of cognitive
biases, of inevitable distortions in the way of evaluating options and
choosing (Laca Arocena, 2012).
In general, making a decision is the act of choosing or selecting. It is a mental
process in which it is possible to identify the actions that will be taken
to solve a problem or a disjunctive to achieve an objective. It implies, then,
having the freedom to choose within a series of possibilities. This action
involves an intentionality, which comprises a series of values. In all types
of organizations, decisions are made between the members that compose
it and that are immersed in it. The decision-making process means a habit,
or in an economic reductionist sense, an economy of efforts. The actions as
they become a routine, are repeated and thus have a meaning that is gradually
anchored in knowledge (Vidal, 2012).
Keywords: Decision theory; Bias; Heuristic
“Las decisiones importantes, a menudo
implican opciones inconmensurables”
J. Elster (2010)
Las teorías normativas estudian la naturaleza formal de las decisiones, buscando
la optimización de las mismas con el objetivo de obtener los mayores beneficios.
Todos los modelos normativos se rigen por el criterio de utilidad esperada.
Consideran al proceso de toma de decisión como algo estructurado que se
puede descomponer en posibles alternativas de solución. Para este modelo la
decisión a tomar siempre será la que tenga la utilidad más alta.
Estas teorías consideran la toma de decisiones como un proceso estructurado
de descomposición de las posibles alternativas de solución. Según este modelo,
las decisiones óptimas han de cumplir una serie de condiciones para poder extraer probabilidades subjetivas, aunque mensurables. Estos criterios permiten
que la decisión sea consistente y similar en todo tiempo, siempre y cuando no se
alteren las condiciones de la situación de toma de decisión (Páez Gallego, 2015).
Bajo este marco normativo se puede considerar a las teorías de la utilidad esperada
y la de utilidad esperada en atributos múltiples como ejemplos de modelos
normativos.
Las teorías prescriptivas buscan explicar cómo los individuos pueden tomar decisiones óptimas teniendo en cuenta las limitaciones impuestas por los procesos cognitivos y los sesgos empleados. Estas teorías explican cómo los individuos pueden tomar decisiones óptimas teniendo en cuenta las limitaciones impuestas por los procesos cognitivos y los sesgos empleados (Aguiar, 2004).
A diferencia de las teorías prescriptivas, las teorías descriptivas tienen por objetivo la descripción de los procesos que se llevan a cabo durante la toma de decisión real de las personas en contextos naturales. Estas teorías se basan en el uso frecuente de sesgos y heurísticos de decisión (Laca Arocena, 2012). Según los modelos descriptivos el proceso de toma de decisión es más simple y reducido que en los modelos normativos, y consta de dos etapas básicamente:
1) recolección de la información e incorporación de sesgos y heurísticos que
simplifican la situación para facilitar el procesamiento de la misma.
2) valoración, en donde se pondera la probabilidad de ocurrencia de cada alternativa
y la utilidad esperada de cada una de las opciones para llegar a
una decisión final.
Estos procesos tienen una profunda vinculación con el contexto en el que se toma la decisión, por lo que el desarrollo de estos modelos debe hacerse tomando en cuenta las variables contextuales de los decisores.
Daniel Kahneman y Amos Tversky (2014) concluyeron luego de una serie de
experimentos sistemáticos que las personas cometen una serie de sesgos clasificables,
de preferencias intuitivas que violan las reglas de elección racional,
oponiéndose a las teorías tradicionales.
Todas estas definiciones surgen de una especie de pruebas que realizaron Kahneman
y Tversky, que concluyeron que las personas cometen una serie de sesgos
clasificables, intuitivos y que se contraponen con la lección racional.
Kahneman y Tversky (1973) fueron los primeros en señalar que los procesos de
juicios intuitivos no solo eran más simples que los de los modelos racionales sino que eran de una clase diferente. Ellos describieron tres heurísticas2 que
son: la disponibilidad, la representatividad y el anclaje-ajuste, que subyacen a
muchos juicios bajo incertidumbre. Aunque la intuición heurística se distingue
de los procesos de razonamiento formativo por pautas de juicios sesgados, los
heurísticos en sí mismo son procedimientos de estimación que de ningún modo
son irracionales. Son respuestas intuitivas normales, no solo para los problemas
de alta complejidad, sino para las más simples cuestiones de verosimilitud, frecuencia
y predicción (Cortada de Kohan, 2008).
Estas tres heurísticas se utilizaron para explicar una docena de sesgos sistemáticos
en las valoraciones realizadas bajo incertidumbre, incluyendo predicciones
no regresivas, olvido de la información del nivel base, exceso de confianza
y sobrevaloración de la frecuencia de acontecimientos que se recuerdan con
facilidad. Algunos de los sesgos se identificaron mediante el error sistemático
cometido al calcular cantidades conocidas e información estadística. Otros se
definieron sobre la base de las discrepancias entre las regularidades de las valoraciones
intuitivas y los principios de la teoría de la probabilidad, la inferencia
bayesiana y el análisis de regresión (Kahneman, 2003).
Representatividad: suele responder a preguntas del tipo ¿cuál es la probabilidad
de que el objeto A pertenezca a la clase B? ¿Qué probabilidad hay de que
el proceso B genere el evento A? Se evalúa el grado en que A sea representativo
de B, o sea de que A se asemeje a B. Posibilita evaluar el grado de pertenencia
de un elemento a una clase por el grado de representatividad de ese elemento
respecto a la clase, no teniendo en cuenta los datos de base, sino el parecido entre
una situación y otra. La representatividad se refiere a la noción de que ciertas
características definen mejor a objetos, personas o hechos que otras, es decir son
más “representativas”. A modo de ejemplo, dos características representativas
de un jugador de básquetbol de la NBA podrían ser: alto de estatura y atlético.
Disponibilidad: se corresponde con una respuesta intuitiva usada para resolver
tareas de estimación de frecuencia de un evento o la posibilidad de ocurrencia.
Generalmente los juicios están basados en la información que está más accesible
o disponible en el momento. Es el proceso de juzgar la frecuencia por la
facilidad con que los ejemplos vienen a la mente. El error es no tener en cuenta
hechos reales, sino aquellos que primero se nos ocurren.
Anclaje-ajuste: generalmente es usada por las personas al realizar una estimación,
un valor inicial que luego se ajusta con la información disponible. Lleva
más a valorar la información que confirma la decisión que aquella que la contradice.
Se produce cuando las personas consideran un valor particular para una
cantidad desconocida antes de estimar esa cantidad. Se utiliza en predicciones numéricas cuando tenemos valores disponibles. El error de nuestra mente es
darle peso superior a la primera información que recibe.
En concordancia con los estudios de Kahneman y Tversky, Stuart Sutherland
(1992) describe en su libro muchos sesgos causados por nuestra mente. En su
libro Irracionalidad, el enemigo interior comienza su prefacio diciendo: “Con
todos mis respetos a Aristóteles, cabe afirmar que la conducta irracional no es
la excepción sino la norma”. Reúne en su libro a los diferentes factores causantes
de la conducta irracional, entre ellos los sesgos sociales y emocionales, los
sesgos de pensamiento sistemáticos y los muchos caprichos del pensamiento
provocados por las fallas de percepción y del razonamiento.
Herbert Alexander Simon (1997) planteó alrededor de 1960 que si bien las personas
no son seres irracionales, presentan una racionalidad limitada debido a
que el mundo es demasiado complejo para ser comprendido en su totalidad,
por lo tanto las personas deben formar un modelo simplificado y actuar de
acuerdo a este, utilizando la heurística como una especie de “atajo mental”.
La teoría de Simon plantea que las decisiones deben estar fundamentadas en
funciones de utilidad claramente establecidas y en la optimización de los recursos
disponibles para alcanzar la mayor utilidad. Simon fue un precursor del
movimiento cognitivo en las organizaciones, la concibe en término de evolución
de las decisiones que son un resultado de un proceso de razonamiento de los
actores involucrados. Él sugiere que los decisores examinan alternativas hasta
que llegan a una que responda a sus patrones mínimos de aceptabilidad (concepto
desarrollado por Kahneman y Tversky). En otras palabras, las personas
rechazan soluciones que no las satisfacen hasta llegar a una que coincida con
sus creencias previas.
El aporte de Kahneman y Tversky vino a desafiar la teoría clásica, la del individuo
racional que toma decisiones analizando variables, metas, objetivos y que
dice que la persona siempre actúa de manera racional evaluando costos y beneficios.
Esta teoría clásica no tiene respuesta ante el mal funcionamiento de la
economía, que sí explican los autores Kahneman y Tversky desde la aplicación
de la psicología a la toma de decisiones.
Otro autor que desarrolló el tema de la irracionalidad en la toma de decisiones
fue Jon Elster. Para él, la racionalidad es entendida como un rasgo que distingue
a los seres humanos. Para Elster, muchas decisiones se toman por preferencias
irracionales en la vida cotidiana. La manera en que el hombre moldea sus preferencias
y creencias depende de las restricciones impuestas por su contexto y
su propia condición.
Autores como Glenn H. Snyder y Paul Diesing (1977) trabajaron con tres teorías
sobre la toma de decisiones en alrededor de 50 casos de crisis:
Como podemos observar, en las tres teorías planteadas por estos autores encontramos
sesgos mentales que afectan el resultado. Ante un mismo problema,
los decisores tomarían distintos caminos que llevarían a distintas soluciones.
Los individuos poseen una estructura cognitiva que le permiten procesar información
y crear conocimiento, así como también estrategias que le ayudan a
hacer frente a los problemas que constantemente enfrenta (Simon, 1997). Esta
estructura cognitiva posee algunos elementos que afectan directamente a la
toma de decisiones y que varían de un individuo a otro:
Para tomar decisiones es necesario contar con información y para ello se precisará
buscarla. La información debe ser relevante para resolver el problema.
Pero sucede que hay mucha más información de la que podemos procesar.
Precisamente aquí es donde comenzamos a utilizar criterios propios para fraccionar
esa información, donde distinguimos lo que consideramos relevante de
lo que no.
A continuación se detallan algunos “sesgos” que afectan la toma de decisiones:
El sesgo de la ley de los pequeños números: nos lleva a creer que la ley de los
grandes números también se aplica a los pequeños. Las investigaciones demostraron que el pensamiento intuitivo sobre el azar que tienen las personas es
erróneo. La creencia en la ley de los números pequeños describe la fuerte tendencia
de la gente a creer que la información obtenida en una pequeña muestra
será representativa de la población total. Las personas utilizan una pequeña
muestra de información para dar resultados concluyentes y definitivos. El sesgo
de los pequeños números no solo se lo ve en cuestiones de azar, sino en la vida
diaria, y en casos en que expertos mismos fallan en sus predicciones por usar
más su intuición que su capacidad de obtener datos más reales apegándose a
conocimientos y cálculos matemáticos más precisos; muchas investigaciones
de mercado, por ejemplo, han fallado por no tomar una muestra referencial más
representativa de su universo.
Efecto de comprobación: este sesgo nos empuja a buscar información que ratifique
la opinión que tenemos y al mismo tiempo evitar aquella información que
la contradiga. Nos lleva a atribuirle mucho peso a la información que confirma
nuestra creencia y muy poco a aquella que la contradice.
Los juicios de incertidumbre: en la mayoría de las decisiones existe incertidumbre;
todos los días tomamos decisiones, las cuales tienen mayor o menor grado
de incertidumbre. Una decisión sin incertidumbre es la compra de un determinado
artículo: recibo el artículo, entrego dinero.
La elección riesgosa: estas decisiones van a depender de la “aversión al riesgo”
o la “propensión al riesgo” del decisor. Aquel decisor que posee aversión al riesgo
siempre irá por la opción más segura. Por ejemplo, apostar con la posibilidad
de ganar 1000 pesos o que me den 500 pesos sin apostar. Quien tenga aversión
al riesgo querrá los 500 pesos seguros, y probablemente quien tenga más propensión
al riesgo apostará, ya que existe la posibilidad de ganar 1000 pesos.
La teoría de la expectativa: explica los procesos mentales que guían elecciones y
comportamientos. La teoría de la expectativa propone que los individuos deciden
actuar de determinada manera basados en su expectativa por el resultado final.
Sesgo de sobre confianza: puede ser definido como un error sistemático de
calibración subjetiva de éxito en la toma de decisiones. El error básicamente
está directamente relacionado con la sobreestimación del éxito de mis propias
decisiones. Como seres humanos tenemos una tendencia a sobreestimar nuestras
propias habilidades y predicciones para el éxito. Mahajan (1992) define el
exceso de confianza como “una sobreestimación de las probabilidades de un
conjunto de eventos”. La mayoría de las personas creen que conocen más de
lo que realmente saben (2003). Las investigaciones empíricas sugieren que la
sobreconfianza es un rasgo de tomadores de decisiones que se consideran a sí
mismos como expertos, y esto por supuesto entraña ciertos riesgos.
Efecto Marco: las personas se inclinan más a valorar la manera de presentación
del contenido que el contenido mismo. Con suma frecuencia, la manera de presentar
las alternativas influye más que su contenido, algo que los publicistas y
los políticos intuyeron. Si ante una supuesta epidemia se presentan dos respuestas
sanitarias que cuantitativamente tienen los mismos efectos, pero en una de
ellas se hace énfasis en la palabra “salvarán” y en la otra en la palabra “morirán”,
la mayoría de las personas elegirá la primera aunque tenga iguales resultados
que la segunda y solo difiera en su presentación (Kahneman & Tversky, 1979).
Efecto de la situación creada: las personas buscan en la mayoría de las situaciones
mantener el “statu quo”, la condición de seguridad. Buscan ser conformistas
para evitar daños a nuestro ego. Esta situación se da cuando buscamos evitar
críticas o arrepentimientos, lo que justifica el “no actuar”.
Efecto de costos hundidos: las personas tenemos la inclinación a adoptar decisiones
que justifiquen nuestras propias decisiones anteriores, aunque estas ya
no resulten válidas. Si nos detenemos a pensar un minuto, es fácil entender que
los costos irrecuperables son irrelevantes para las decisiones actuales; sin embargo,
nos afectan y nos llevan a tomar decisiones erróneas. Es natural comprometerse
con la decisión que uno toma y querer que resulte exitosa. Se trata de
la negativa a abandonar un proyecto que ya resulta inútil porque se ha invertido
mucho en él (dinero, vidas, etc.) (Bonatti, 2010).
Sesgo de dominancia fáctica: se da cuando la persona se aferra a la primera acción
posible, en lugar de evaluar otras alternativas. Está directamente vinculada
con el decisor y su propia visión del mundo. Como expresa Bonatti (2007), “es
una de las fallas más peligrosas, ya que anula todo el proceso de decisión posterior.
No contemplar todas las posibilidades implica, en el peor de los casos quedarse
sin elección; y en el mejor, elegir la alternativa que nos llevará al fracaso”.
Sesgo de proyección: es la tendencia inconsciente a asumir que los demás comparten
el mismo pensamiento, creencias, valores o posturas parecidas las nuestras.
Efecto de pertenencia al grupo: si las actitudes de un grupo están sesgadas en
una dirección, se vuelven aún más sesgadas por el hecho de interactuar. Esto
explica por qué las actitudes grupales son más extremas que las individuales. En
este caso, existe una pérdida de la capacidad de autocrítica y una exacerbación
del poder.
Emociones: las emociones superan cualquier análisis objetivo. Las personas
bajo emociones intensas pueden pensar y actuar de forma errónea.
Hemos visto brevemente cómo un nuevo paradigma está desarrollándose en
materia de teoría de la decisión, con la incorporación del análisis de la psicología.
Tal como expresa Bonatti (2006) en su artículo “Propuesta de un enfoque
integrador en teoría de la decisión”, este nuevo paradigma se destaca por: la alta complejidad del campo en el cual se aplica, por la gran dosis de subjetividad
en la apreciación de las situaciones que debe enfrentar el decisor, los
prejuicios, los sesgos, los errores heurísticos, etc., y por la debilidad del modelo
normativo. Como decisores, el peor enemigo es nuestra mente. Las fallas suelen
residir en no definir claramente costos y beneficios no medidos correctamente;
otras veces son errores de percepción originados en las circunstancias particulares
de la situación.
Debe recordarse, como una regla, que toda decisión debe basarse en la situación
actual, mirando hacia el futuro y solo observar el pasado para aprender de
él. Lo que nos interesa son las ganancias o pérdidas futuras.
Se detallaron las heurísticas que afectan la toma de decisiones, varios de los
sesgos que están en nuestra mente y que sabemos que pueden afectar. Saber
que nos pueden afectar nos da una herramienta poderosa a la hora de decidir,
porque conocer estos sesgos nos permite compensarlos e intentar tomar la mejor
decisión. Tal como expresa Bonatti (2006), “la idea no es eliminar la intuición
humana, sino aumentar su poder, eliminando los sesgos perniciosos. Los instintos
deben ser incorporados en el proceso. Pero deben ser sujetos a un análisis
riguroso para poder eliminar de nuestra mente los prejuicios que nos impiden la
percepción de la realidad”.
Esto significa tener en cuenta los modelos normativos e integrarlos en un modelo
mayor que contemple los sesgos y busque la forma de minimizarlos a la
hora de tomar decisiones. La integración de los modelos debería darse vinculando
los modelos normativos, compuestos por aquellas disciplinas que participan
de la explicación teórica de la toma de decisiones (economía, matemáticas)
con los modelos psicológicos. Los modelos que contienen explicaciones probabilísticas
puras son modelos que buscan maximizar la utilidad; los modelos que
trabajan con explicaciones basadas en las limitaciones impuestas por los sesgos
son heurísticos y solo pretenden explicar cómo sucede la conducta decisoria. Es
por ello que un modelo integrador debe contener ambos. La integración debe
darse siempre teniendo en cuenta la idiosincrasia particular de cada sujeto y los
sesgos que lo definen.
Notas
1 El presente ensayo fue elaborado para la materia “Métodos cualitativos para la gestión de contextos inciertos”, correspondiente al Doctorado en Administración de la Universidad Nacional de Misiones, a cargo de la Dra. Patricia Bonatti.
2 Los procedimientos heurísticos son procedimientos que proveen a la ayuda de una solución de un problema pero no de manera justificada: son juicios intuitivos que se basan en el conocimiento parcial, en la experiencia o en suposiciones que a veces son correctas y a veces erradas.
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Fecha de recepción: 11/09/2018
Fecha de aceptación: 08/12/2018