DOI: https://dx.doi.org/10.19137/huellas-2025-2914


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ARTÍCULOS

La Alianza de Estados del Sahel (AES) frente al orden neocolonial y la crisis ambiental de la región

The Alliance of Sahel States against neocolonial order and the region environmental crisis

A Aliança dos Estados do Sahel (AES) frente à ordem neocolonial e à crise ambiental da região

Agustín Ezequiel Salvia[1] 

Universidad Nacional de La Plata

asalviae40@gmail.com

RECIBIDO 31-05-2025 / ACEPTADO 11-08-2025

Cita sugerida: Salvia, A. E. (2025). La Alianza de Estados del Sahel (AES) frente al orden neocolonial y la crisis ambiental de la región. Revista Huellas, Volumen 29, Nº 2, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado a partir de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas

Resumen

En el año 2023 se crea la Alianza de Estados del Sahel (AES), conformada por Burkina Faso, Níger y la República de Mali. Estos tres Estados poseen ciertas características en común, en torno a una gran vulnerabilidad política, ambiental y económica, pero con una alta riqueza en minerales que son extraídos por empresas transnacionales. Toda la región del Sahel sufre un proceso de desertificación por las altas temperaturas y falta de agua; a lo que se suma un amplio mosaico de diferentes grupos terroristas que ocupan el territorio y a líderes políticos que responden a los intereses de los ex centros coloniales. Desde el año 2022 esta lógica neocolonial comenzó a revertirse y derivó en la conformación de la AES, que busca romper con los lazos neocoloniales para impulsar las economías nacionales, contrarrestar los impactos del extractivismo transnacional, impulsar la lucha contra el terrorismo y mejorar la calidad de vida de su población. En el presente artículo se buscará analizar cómo impacta la conformación de la Alianza de Estados del Sahel (AES) como proceso de cooperación regional de Estados - Nación, en el orden neocolonial europeo en torno a la extracción de recursos naturales en estos territorios y su impacto ambiental.

Palabras clave: Extractivismo; Geopolítica; Sahel; Estado-nación; Neocolonialismo

Abstract

In 2023, the Alliance of Sahel States (AES) was established, with Burkina Faso, Niger, and the Republic of Mali as participants. These three states share certain common characteristics. They are countries with significant political, environmental, and economic vulnerabilities, yet they possess abundant mineral wealth, which is extracted by transnational corporations. The entire Sahel region is undergoing a desertification process due to high temperatures and water scarcity, further exacerbated by extractivism. Politically, all three countries face a complex mosaic of terrorist groups occupying their territories, alongside political leaders who have historically aligned with the interests of former colonial powers. Following the coups d'état in 2022, this neocolonial dynamic began to be reversed, leading to the formation of the AES, which is an alliance that aims to break neocolonial ties, boost national economies, mitigate the impacts of transnational extractivism, step up the fight against terrorism and improve the quality of life for their populations. This article aims at analyzing how the formation of the Alliance of Sahel States (AES) as a process of regional cooperation among nation-states affects the European neocolonial order regarding the extraction of natural resources in these territories and its environmental impact.

Key words: Extractivism; Geopolitic; Sahel; Nation-state; Neocolonialism

Resumo

Em 2023, é formada a Aliança dos Estados do Sahel (AES), composta por Burkina Faso, Níger e a República do Mali. Esses três Estados possuem certas características em comum. São três países com grande vulnerabilidade política, ambiental e econômica, mas com uma alta riqueza em minerais, que são extraídos por empresas transnacionais. Toda a região do Sahel sofre um processo de desertificação devido às altas temperaturas e à escassez de água, somado à lógica do extrativismo. No plano político, esses territórios apresentam um amplo mosaico de diferentes grupos terroristas que ocupam o território, além de líderes políticos que respondem aos interesses dos antigos centros coloniais. A partir dos golpes de Estado de 2022, essa lógica neocolonial começou a ser revertida, o que resultou na formação da AES — uma aliança que busca romper os laços neocoloniais para impulsionar as economias nacionais, combater os impactos ambientais do extrativismo, intensificar a luta contra o terrorismo e melhorar a qualidade de vida de sua população. Neste artigo, busca-se analisar como a formação da Aliança dos Estados do Sahel (AES), como um processo de cooperação regional entre Estados-nação, impacta a ordem neocolonial europeia em relação à extração de recursos naturais nesses territórios e seus impactos ambientais.

Palavras-chave: Extrativismo; Geopolítica; Sahel; Estado-nação; Neocolonialismo

Introducción[2]

Las relaciones de dependencia dentro del sistema mundo son inherentes del sistema capitalista. Es por ello que encontramos una relación desigual en términos principalmente políticos y económicos entre países centrales, periféricos y semiperifericos. No obstante, en algunos casos alcanza una mayor profundidad, dada por antiguos lazos coloniales que hoy más allá de ser Estados soberanos, mantienen diferentes formas de subordinación de tipo neocolonial con los estados ex colonizadores. De esta forma, siguiendo a Álvarez Acosta:

el capitalismo en su cara colonial y neocolonial creaba una desestructuración de la realidad socioeconómica del dominado e imponía mecanismos e instituciones en función de sus objetivos; se trataba de modificar lo tradicional e imponer lo moderno, pero, aunque el modelo europeo se absolutizaba como universal, la práctica no podía ser “al calco”, pues el capitalismo periférico estaba subordinado a los intereses de los centros de poder (Álvarez Acosta, 2011, p. 27).

En el caso del continente africano lo expresado por Álvarez Acosta nos permite identificar estas transformaciones de forma más notable. En su espacio podemos reconocer a los Estados africanos, como Estados extrovertidos (Bayart, 2011). Esta definición hace referencias a una organización política-cultural y territorial importada del mundo occidental bajo la denominación del tradicional (pero aún vigente) Estado – nación.

Estos Estados están controlados (en algunos casos) por minorías integradas por elites, que utilizan dicho poder para desviar los recursos económicos y para la privatización de los recursos naturales, con el sustento del capital internacional como fuente de financiamiento. En este sentido, África es el continente con mayor endeudamiento frente a diferentes organismos internacionales, según el Informe Anual del Banco Mundial (2022) (Figura Nº 1).

Figura Nº 1. África recibe la mayor parte del financiamiento del Banco Mundial (2000-2022).

Fuente: World Bank Annual Reports (2022) “Africa Receives the largest share of World Bank IDA commitments, 2000-2022”.

Entendemos a los recursos naturales como estratégicos por ser aquellos recursos relacionados con la seguridad y soberanía nacional, considerando la impronta ecológica y ambiental de los mismos (Fornillo, 2014). El problema radica en que la extracción de recursos naturales estratégicos en la región es realizada por empresas transnacionales, las cuales venden los minerales en pos de sus propios beneficios e intereses. Estas lógicas extractivistas globales conllevan a procesos de periferización, reprimarizando las economías africanas, debilitando los Estados y favoreciendo la militarización indirecta en la región. Por otro lado, el costo ambiental del extractivismo es mayor en una región de tal vulnerabilidad como es el Sahel africano (Figura Nº 2), donde ni las empresas como tampoco los gobiernos previos optaron por políticas o programas para solventar posibles conflictos por degradación ambientales.

Figura Nº 2. La franja del Sahel y sus conflictos cercanos

Fuente: Rekacewicz, P. (2012) Sahara-Sahel: movements and routes. Le Monde Diplomatique.


De esta forma podemos plantearnos algunos interrogantes, ¿Qué objetivos puede tener un Estado en torno al impacto ambiental de la extracción de recursos naturales y de los conflictos ambientales resultantes? Con la importancia que estos tienen para las economías de la región. A su vez ¿Qué diferencias existen en la gestión de los recursos naturales, respecto a los gobiernos previos a los golpes de Estado, a los actuales que conforman la AES?

En el presente artículo se buscará analizar cómo impacta la conformación de la Alianza de Estados del Sahel (AES), integrada por Mali, Níger y Burkina Faso, en el orden neocolonial europeo en torno a la extracción de recursos naturales en estos territorios. Se busca interiorizar que rol asumen los Estados una vez conformada la Alianza y como cambian las lógicas extractivistas (en relación con los gobiernos neocoloniales previos), con la búsqueda de reducir el impacto ambiental de las mismas. Para ello se comenzará realizando un estado de la situación del continente africano para luego transferir el análisis a la escala Nacional de los países mencionados, y así establecer cómo influye la conformación de la AES en la crisis ambiental de la región, sobre el extractivismo multinacional y las economías sahelinas. En cuanto a la metodología han sido utilizadas fuentes secundarias de tipo cualitativas (por ejemplo, artículos periodísticos), sumado a bibliografía especializada en la temática.

Extractivismo multinacional en el Sahel

Con la colonización, mediante la Conferencia de Berlín de 1884-1885, las potencias europeas diagramaron en base a sus propios objetivos e intereses las fronteras (artificiales) de los diferentes estados de África, así como los conocemos actualmente. Esta estrategia generó que los límites establecidos ya mencionados sean jóvenes y que los Estados terminasen bajo una configuración territorial bajo lógicas multiétnicas no consensuadas entre el Estado y los sectores sociales. Además, la zonalidad sociocultural de diferentes comunidades se ve corrompida por la linealidad de las fronteras estatales, cuyos líderes políticos defienden intereses foráneos (Álvarez Acosta, 2011). Más adelante, en la década de los 90, se impuso la globalización neoliberal como proyecto estadounidense, sin contemplar las necesidades de las sociedades subsaharianas. Este hecho, como proceso de dominación en toda la periferia mundial, acentuó las desigualdades en África, y se impusieron Programas de Ajuste Estructural y el paso de fórmulas centralizadas a las de democracia multipartidistas, debilitando al rol del Estado (Álvarez Acosta, 2011).

Las características mencionadas de la mayoría de los países africanos, con la dificultad en el control del territorio por parte del Estado y los diferentes conflictos, se diseñan y conforman nuevas territorialidades. Aquí se destacan el carácter simbólico, pero también el material, predominantemente económico y político, poniéndose en juego las dinámicas de poder y estratégicas (Haesbaert, 2011). Estos enfrentamientos o conflictos territoriales irrumpen al generar una escena y una temporalidad donde se intercambian argumentos, se vuelven visibles formas de justificación, se modifican representaciones sociales y en definitiva, también los registros de legitimidad (Merlinsky, 2015). Así es como diferentes grupos terroristas han ocupado parte del territorio de diferentes estados africanos, como los que serán analizados en el presente artículo: Mali, Níger y Burkina Faso, por medio de grupos yihadistas nacionales e internacionales. Dentro de estos últimos, las gobernanzas previas a la AES, que respondían a los intereses neocoloniales, permitían la desestabilización nacional generada por estos grupos yihadistas, y facilitaban los procesos extractivistas realizados por empresas transnacionales.  Sin estabilidad no es posible mantener condiciones propicias en el ámbito socioeconómico.

Por otro lado, las elites que conforman los estados africanos están vinculados al proceso de privatización de recursos naturales y del impulso de la primarización de la economía africana, donde las manufacturas solo representan el 10,3 % del PBI (World Bank Open Data, 2018). En ese sentido, los recursos naturales son explotados por empresas multinacionales, teniendo principalmente como destino países europeos ex coloniales.

En los Estados del Sahel no es la excepción, sus ingresos se rigen por la exportación principalmente de oro y uranio extraído por multinacionales. En el caso de la Republica de Mali, la exportación de oro es, con diferencia, la exportación más importante del país y representó más del 80% de las exportaciones totales en 2023 (6.28 mil millones de dólares) (The Observatory of Economic Complexity, 2023). Malí produjo 72,2 toneladas de oro en 2022, de las que 66,2 procedían de minas industriales. Estos números se componen principalmente por la producción de tres grandes productores, los canadienses Barrick Gold y B2Gold en Loulo-Gounkoto y Fekola, y la australiana Resolute Mining en Syama, también la británica Hummingbird explota la mina de oro de Yanfolila en menor proporción.

En el caso de Burkina Faso, alberga varias minas de oro importantes. Entre las más destacadas están la mina Essakane, explotada por la empresa canadiense IAMGOLD (teniendo también otras concesiones mineras en América Latina) y la mina Houndé, gestionada por la empresa británica Endeavour Mining, también con otras concesiones en Costa de Marfil y Senegal. La producción burkinesa en 2021 equivale a 66,858 toneladas de oro (Dirección General de Economía y Planificación, 2022), siendo uno de los cinco principales productores de oro de África, acompañado de Mali.

Respecto a Níger, su principal actividad económica es dada por la extracción y exportación de uranio. Según datos de 2021 proporcionados por la Asociación Nuclear Mundial (WNA, por sus siglas en inglés), el país del litoral occidental de África aporta un 8,8% de la producción mundial del mineral, el cual va dirigido en su mayoría a la Unión Europea (UE), especialmente a Francia, cuyas necesidades eléctricas se cubren en un 75% por la energía generada en las centrales nucleares, siendo clave la posesión de uranio (AFP, 2014). Además, la extracción está a manos la empresa estatal francesa Orano (ex Areva), la cual se encarga desde 1971 de explotar los yacimientos de la región de Arlit. Entre 1978 y 2021, extrajo también en la mina de Cominak 75.000 toneladas del mineral, hasta que abandono la región por agotamiento del recurso. El grupo público francés continúa la explotación de Somaïr, una mina a cielo abierto y también del proyecto de Imouraren, una de las reservas de uranio más importantes del mundo, ubicada entre el Sahel africano y el desierto del Sahara. De los beneficios por la explotación del mineral, el estado Nigerino recibe únicamente el 1,2% (Canal 26, 2023).

Crisis ambiental e impactos del extractivismo en el Sahel

Desde hace ya cincuenta años que el mundo se encuentra en alerta por la crisis ambiental global, siendo en la conferencia de Estocolmo 1972, donde se incluyó en la agenda de la ONU como un problema prioritario a combatir. Dicha crisis alude a fenómenos tales como el cambio climático, la pérdida de la biodiversidad, la destrucción de la capa de ozono, la escasez de recursos naturales, la contaminación de todo tipo y la llamada “explosión demográfica”, señalada por parte el Norte Global hacia la periferia o Sur Global.

Podemos mencionar la Revolución Industrial como un hito bisagra en torno a la crisis ambiental, con el volumen de gases de efecto invernadero emitidos por la utilización de carbón. Dichos gases, principalmente compuestos de CO2 y azufre, modifican la composición de elementos de la atmosfera, alterando su equilibrio y generando el aumento de la temperatura media del planeta. El establishment ha acusado al humano como causante del cambio climático, retomando el discurso de la explosión demográfica de la periferia. Los fenómenos mencionados respecto a la crisis aluden a un nivel de consumo establecido por el norte global, tanto por un alto nivel de vida como de alta producción industrial, bajo su lógica de acumulación sin fin de capital. Estenssoro y Vásquez Bustamante (2022) expresan que “las potencias del norte global, encabezadas por Estados Unidos, entendieron la crisis ambiental como un problema relativo a su seguridad nacional, lo que se traduce en la mantención de su estilo y estándar de vida, así como de su poder hegemónico global”. Bajo esta lógica, han desarrollado toda una geopolítica ambiental tendiente a aumentar su poder de decisión sobre la gestión global del planeta a fin de “superar” la amenaza “vital” y de “supervivencia” que ven en esta crisis.

Como venimos comentando en párrafos anteriores, el alto consumo y estándar de vida del norte global es generador del cambio climático de forma sistémica, ya que su emisión de gases de efecto invernadero altera la composición de la atmosfera y afecta de igual manera su espacio (como principal emisor de gases) como también al Sur global, la emisión de gases y sus impactos no distinguen fronteras. Sin embargo, desde la década de los noventa, dicha lógica se fue modificando parcialmente, por medio de empresas multinacionales que comenzaron a ingresar en los territorios del Sur Global con el objetivo de explotar los recursos naturales, dándose principalmente en Latinoamérica y en África. Para esta política es clave incidir en el control de los recursos y en la gestión de los territorios, buscando limitar la soberanía de los estados (Estenssoro y Vásquez Bustamante, 2022). De esta forma el impacto ambiental se reduce a una escala nacional o local, donde se contaminan ríos y mares, se deforestan bosques, se dan incendios forestales, se dinamitan montañas y cerros, etc. generando así desplazamientos y/o conflictos ambientales en la población que reside en zonas aledañas. Sin embargo, también existe la lógica económica de obtener los recursos a un valor sumamente inferior del mercado internacional, implicando un paso aún más grande hacia la primarización de las economías del Sur Global y aumentando la tasa de ganancia de las empresas.

A modo de caracterización, la región del Sahel se ubica al sur del desierto del Sahara y al norte de la sabana sudanesa, en una franja que va desde el Océano Atlántico en el oeste, hasta el Mar Rojo en el este. Además de los países de la AES, atraviesa diez países: Senegal, Mauritania, Nigeria, Chad, Camerún, República Centroafricana, Sudan, Sudan del Sur, Eritrea y Etiopia. Se trata de una región hibrida, transitoria entre el desierto y la sabana, que posee una gran vulnerabilidad climática, ya que transita desde la década de los 80 un proceso de desertificación. Esto es resultado de la falta de agua, las altas temperaturas, escazas precipitaciones y sobrepastoreo. A esto se le suma la minería a cielo abierto y subterránea de oro, por parte de Mali y Burkina Faso, y de uranio, por parte de Níger, como principal productor africano y cuarto productor mundial.

 Estas últimas producen grandes cantidades de roca de desecho que contienen productos radiactivos y tóxicos del uranio, emitiendo gas radón, relacionado con el cáncer de pulmón. Para mantener secas las minas debe bombearse el agua al exterior, con el riesgo añadido de contaminación. La lixiviación in situ (LIS) es el otro método más utilizado: el líquido de lixiviación se inyecta a través de pozos en el depósito de uranio y se vuelve a bombear para recuperarlo. No genera tanta roca de deshecho, apenas forma polvo, y supone una menor exposición radiactiva de los trabajadores que la minería subterránea y de superficie. En cambio, el fluido inyectado contiene contaminantes que amenazan los acuíferos y no es posible restablecer la condición natural en el área minera una vez terminada la explotación (Escribano, 2023).

Greenpeace denuncia la degradación del medio ambiente en torno a las minas uraníferas y las precarias condiciones de trabajo y de vida de sus trabajadores. Asimismo, la organización ecologista canadiense afirma que los niveles de radioactividad registrados alrededor de las minas superan en ocasiones hasta 100 veces los niveles considerados seguros por la Organización Mundial de la Salud. (Greenpeace, 2010).

Mencionamos que la principal actividad extractiva de la Republica de Mali y Burkina Faso estaba conformada por el oro. En estos enclaves de minería a gran escala, el proceso de extracción de oro es realizado con diferentes elementos químicos que contaminan el agua, suelo y aire, y por lo tanto teniendo efectos perjudiciales para la salud de las poblaciones más próximas a las mineras. Según un informe del Ministerio del Agua de Burkina Faso, el 5% de los pozos de bombas manuales observados tienen un contenido de nitrato que superan los estándares de la OMS (Madrid, 2021). Diferentes nitratos, sumado a cianuro, ácido sulfúrico, arsénico, plomo y mercurio, son químicos utilizados para la extracción de oro y que acaban como residuo en cuencas hídricas y suelos.

Si se tiene en cuenta que la contaminación principalmente de agua y aire no distingue fronteras y sus resultados se dan en gran parte de la región del Sahel, hay que destacar que otras actividades económicas de esos países sahelinos son la agricultura y el pastoralismo, cuya contribución relativa al PIB se sitúa –de media en 2018-2019– entre el 19,3% de Mauritania y el 43,8% de Chad (IDM, Banco Mundial), viéndose claramente afectadas. A eso se le suma la crisis alimentaria de la región, que obedecen a múltiples factores interrelacionados, tanto climáticos y productivos (las precipitaciones anuales son solamente de entre 250 y 600 mm) como sociales y económicos, contando con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) entre los más bajos del mundo, Burkina Faso (0,438), Mali (0,410) y Níger (0,394) (UNDP, 2024). El Grupo Banco Mundial clasifica las economías del mundo en cuatro grupos de ingresos: bajo (menos de 1145 dólares), mediano bajo (entre 1146 – 4515 dólares), mediano alto (4516 – 14005 dólares) y alto (más de 14005 dólares), situando a estos tres países y a toda la región del Sahel en el primer grupo (Banco Mundial, 2024).

Antecedentes a la conformación de la Alianza de Estados del Sahel

Las diferentes características en torno a la inestabilidad política, la pobreza, la desigualdad extrema y los desplazamientos migratorios, generaron un caldo de cultivo para el establecimiento en la región, y en especial de los tres países mencionados, de diferentes grupos yihadistas. Boko Haram, Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) y Jama’at Nusrat al-Islam wal-Muslimin (JNIM) son los principales grupos establecidos en el Sahel. Estos grupos se benefician de estas debilidades para reclutar jóvenes desempleados y marginados, ofreciéndoles una ideología y una causa a la que servir, así como medios de subsistencia. Para 2022 la región fue catalogada como epicentro del terrorismo, donde las muertes aumentaron un 2000%, con un total de 22.074 muertes registradas en 6.408 atentados, lo cual constituye el 43% del terrorismo mundial (Radolovich, 2024).

En este contexto de creciente inestabilidad y de crisis institucional es que se dan golpes de estado en Burkina Faso (liderando el Índice Global de Terrorismo (GTI), República de Mali (ocupando el tercer lugar de dicho ranking) y Níger. En 2020 se da el motín de las Fuerzas Armadas de Mali, dado por el bloqueo impuesto por la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental) o ECOWAS por sus siglas en ingles. Cabe recalcar que la CEDEAO es el organismo que imponía las reglas de juego en términos principalmente económicos, implantando la moneda de circulación en toda su comunidad, que es el Franco CFA. Esta moneda no solo está atada al Euro, sino que claramente es un resabio colonialista impuesta en el continente y que marca la presencia aún de Francia como rectora de la vida de los espacios post coloniales (Viublioment, 2024).

Ante estas situaciones de crecientes tensiones políticas, sociales y militares, se dan una serie de golpes de Estado, donde asumen el poder líderes militares de carácter nacionalista, en una búsqueda de hacer frente los conflictos dentro de los territorios y combatir el terrorismo. La ocupación del territorio por los grupos terroristas genera una imposibilidad de gobernanza que destruye las lógicas del Estado, por eso es un punto clave la restauración del control sobre el propio territorio como punto de partida para los demás desafíos que atraviesa la región. El primer caso es el del presidente maliense Ibrahim Boubacar Keita, cuando anuncia la dimisión del gobierno. Días después los militares anuncian la creación del Comité Nacional para la Salvación del Pueblo, estableciendo a Assimi Goita como presidente del mismo.

En septiembre del 2022 una facción del ejército de Burkina Faso derroca al gobierno militar existente de Paul-Henri Sandaogo Damiba, estableciéndose el capitán del ejército Ibrahim Traoré en el poder. En julio de 2023, el coronel mayor de las Fuerzas Aéreas de Níger anuncia la destitución del presidente electo Mohamed Bazoum, creando el Consejo Nacional para Salvaguardia de la Patria y autoproclamándose presidente del consejo, Abdourahamane Tchiani.

Conformación de la Alianza de Estados del Sahel y objetivos en torno a procesos extractivos

Retomando los conceptos desarrollados por Methol Ferré (2013) de Estado Continental y de Umbral de Poder, se destaca la importancia de una integración regional/continental y creación de un estatalidad continental e industrialista como una condición excluyente para proyectar el desarrollo en la región. De esta forma construir un Umbral de Poder, de crecimiento económico y productivo, principalmente para romper con la competencia desigual del mercado internacional, gracias a lo que Gullo, M (2015) llama insubordinación fundante. Este último es un proceso de “desobediencia” ideológica y cultural a los países centrales.

 Aquí es de suma importancia el impulso estatal debido a que los Estados de mayor poderío tienden a inhibir la potencialidad de los Estados subordinados, para que no se altere la relación de fuerzas en su beneficio. Expresa también que los Estados que se encuentran en la periferia del sistema mundial “solo pueden revertir su condición de “objetos”, convirtiéndose en “sujetos” de la política internacional a partir de un proceso de insubordinación fundante” (Gullo, 2015, p. 22). Este proceso mencionado es el atravesado por los que hoy forman el centro de poder mundial, como también lo realizo previamente Gran Bretaña frente a España y Portugal en la transición de poder anterior. También hemos comentado que EEUU ha impulsado en África, y en todo el sur global, la globalización neoliberal como proyecto de desarrollo. Mientras tanto, su proceso de desarrollo económico y de poder tiene como origen la insubordinación a un centro en declive mediante subsidios estatales para las actividades científico-tecnológicas, las inversiones públicas y la protección del mercado interno. A su vez, durante ese periodo de transición se produjeron numerosas luchas de liberación nacional y social en las periferias y semiperiferias, como también diversos procesos de integración regional y confederaciones.

En respuesta a los procesos de inestabilidad mencionados a lo largo del artículo, es que en septiembre de 2023 Níger, Mali y Burkina Faso conforman la Alianza de Estados del Sahel, inicialmente como un pacto de defensa mutua dada por las amenazas ejercidas de la CEDEAO sobre intervenir Níger durante la crisis del mismo año, donde Burkina Faso y Mali intervendrían militarmente en caso de un avance del CEDEAO. Este proyecto de integración regional también es respuesta a los demás intentos realizados, los cuales no poseen una horizontalidad en la cooperación, estando impulsados y teniendo participación decisiva países europeos. En enero de 2024, los tres países anunciaron mediante una declaración conjunta que se retiraban de la CEDEAO, como también de la Unión Africana (UA).

La Alianza además de la cooperación militar, amplio sus objetivos incluyendo temas políticos, económicos y de seguridad en torno a la lucha contra el terrorismo y recuperación del territorio ocupado por estos grupos yihadistas. En julio de 2024 se dio la primera cumbre de la Alianza, en Níger, acompañada de enormes movilizaciones populares en apoyo de los tres líderes. En esta cumbre se establece una política externa común entre los miembros en torno a los problemas del continente y en el dialogo frente otros bloques del mundo, además de una política militar interna común. Uno de los principales anuncios fue el de una nueva moneda que reemplace el Franco CFA y que tendría como respaldo los recursos naturales abundantes de cada uno de estos estados, principalmente el uranio en Níger, el oro en Burkina Faso y Mali, como también el petróleo en menor medida. Esto da pie a toda una serie de políticas de desplazamiento de las empresas transnacionales asentadas en el territorio, nacionalización de las minas, y de los recursos naturales estratégicos (Fornillo, 2014). Otros anuncios fueron, por ejemplo, un banco común de inversión en infraestructura y la eliminación de las fronteras dentro de los tres estados miembros, en términos de circulación de personas, bienes y servicios (similar al espacio Schengen europeo), con el objetivo de eliminar las fronteras artificiales impuestas por los europeos.

Resulta importante destacar que más allá de que el 46% de la producción mundial de uranio se concentre en Kazajistan (Nuclear Energy Agency, 2024), vemos que Níger posee una de las reservas más rentables para su extracción, junto con la mina de Imouraren, una de las diez minas más productivas del mundo (Figura Nº 3). Esto quiere decir que más allá de la extracción por parte de Francia, aún posee una gran potencialidad de extracción del recurso a futuro y a una mayor rentabilidad al ser realizadas a manos empresas nacionales estatales o privadas que respondan a los intereses de la nación.

Figura Nº 3. Reservas de uranio identificadas y minas de mayor productividad

Fuente: Merino, A. (2023) ¿Dónde hay uranio? Elordenmundial.

Reflexiones finales

Mientras el Norte Global impulsa su agenda verde, buscando la utilización de energías menos contaminantes, como es el caso de la energía nuclear en Francia y en la propia Unión Europea, vemos que son los mismos estados los que explotan recursos naturales necesarios en países del sur global, dejando un elevado costo ambiental y económico para los habitantes y estados, en este caso, en los que conforman el Sahel africano.

En este sentido, el presente artículo busco realizar un análisis que interrelacione la cuestión ambiental, la geopolítica de los recursos naturales estratégicos y la diferencia que produce el rol que opte el Estado Nacional. Esto permite comprender que los conflictos por los recursos básicos (agua, suelo, bosques, aire) y geoestratégicos (uranio, oro, hidrocarburos) desempeñan un papel significativo como potenciadores de la violencia, en especial en una región vulnerable y compleja como el Sahel. Los diferentes factores analizados (políticos, económicos, ambientales y los conflictos yihadistas) resultan un caldo de cultivo ideal para el asentamiento de multinacionales y privatización de los recursos, potenciando las mismas causas de origen, en un círculo de difícil salida para estados de tal vulnerabilidad.

La AES es una respuesta a esto, donde acompaña la geopolítica global y la transición hegemónica. El proceso de insubordinación ideológica (Gullo, 2015) es un elemento clave para la ruptura de los lazos neocoloniales, como un primer avance en la salida del subdesarrollo, proceso que se dio en la conformación de la AES y así es como únicamente a poco más de un año de su conformación, ya lograron considerables avances. Las distintas instancias de ruptura con los lazos coloniales en materia principalmente económica (corporativista y financiera) que se fueron dando desde la creación de la AES, son el inicio de un proceso de insubordinación más profundo, que se da en un contexto sumamente favorable. La disputa por el poder mundial, el declive relativo de occidente y el crecimiento de China y Rusia, da posibilidad de que otros estados logren revertir su condición de dependencia, como también lo hizo Estados Unidos posterior a su independencia de la colonialidad Británica.

Retomando los interrogantes que dispararon el presente artículo, resulta importante destacar que no podríamos afirmar que la conformación de la AES y la nacionalización, dado a su reciente creación, revirtió las lógicas extractivistas. A su vez, la explotación de los recursos naturales estratégicos para los intereses nacionales y de sus habitantes, realizado por el Estado nacional de los países de la AES, genera un circuito económico de creación de valor agregado que rompe con las condiciones primarias de estas economías. Mientras los anteriores gobiernos de los países mencionados exportaban materias primas sin valor agregado, los nuevos líderes políticos de la AES crean nuevos enclaves productivos, nuevos puestos de trabajo para su población y nuevos destinos comerciales que beneficien los intereses nacionales por sobre los del núcleo económico europeo.

Burkina Faso logro recuperar el 80% de su territorio ocupado por los diferentes grupos yihadistas y la nacionalización de las dos principales minas de oro, Wahgnion y Boungou, en manos de empresas canadienses y estadounidenses. Gracias a esto logran acumular sus primeras reservas en oro (13 toneladas), la creación del primer Banco Nacional del Tesoro, reducción de la deuda externa en un 10% y fabricación de la empresa atómica ABEA (Agencia Burkinesa de Energía Atómica). Además toda una serie de políticas sociales en torno a la población más vulnerable: la construcción del hospital más grande del Sahel (Gaoua Regional University Hospital, en cooperación con la empresa europea Ellipse Projects), restauración del Fondo de Soberanía Alimentaria y la creación de una empresa alimenticia nacional (SOFATO).

 Por parte de Níger, nacionaliza el agua potable en todo el país, estando anteriormente a manos de la empresa francesa Veolia, la empresa pública Nigerien Watersla, se hará cargo ahora de la gestión del agua. Resulta importante destacar la nacionalización del agua potable debido a la contaminación que tiene la misma por la minería. Es una forma más apropiada de gestionar el bien y mejorar la calidad de vida de sus habitantes. Respecto a la minería de uranio, efectuaron una nueva ley de minería nacional, donde aumenta el porcentaje de recaudación del estado por las concesiones. En diciembre de 2024, la empresa francesa Orano reconoce que perdió el control de la última mina de uranio en Níger que tenía en su poder, quedando todo el control a manos del gobierno de Tchiani. Mali por su parte nacionalizo la mina de Yatela, siendo la principal mina de oro del país. También ejecuto una orden de arresto contra el CEO de Barrick Gold Mark Bristow, ya que este le debe 500 millones de dólares al estado maliense. De no realizarse el pago, el gobierno avanzaría con la expropiación de las minas en las cuales opera la empresa.

Los avances mencionados resultan una primera parte del proceso, donde gracias a los beneficios obtenidos de la nacionalización de los recursos y al rol del estado-nación, sumado a acuerdos internacionales de mutuo beneficio con otros estados (como es Níger con Turquía o Burkina Faso con Japón y China), es posible una ruptura de la vulnerabilidad y las desigualdades que atraviesan los estados de la AES. Además, es claro que los conflictos que genera la minería de oro y uranio persisten más allá de la empresa o estado que la realice, la importancia radica en de donde se destine la ganancia obtenida y su utilización. El rol que toma la AES, como bien vimos en su accionar, es solventar mediante estos beneficios obtenidos los conflictos ambientales que pueda generar la minería y una vez más, hacer frente a los resabios que quedan de un largo proceso colonial y neocolonial que, más allá de todo, persiste. Una posibilidad en torno a solventar el impacto ambiental de la actividad extractiva es la utilización de un porcentaje de la tasa de ganancia en la creación de un fondo común en la AES, para las regiones o comunidades donde el impacto ambiental y los conflictos sean más considerables, y así ser mitigados.

En términos del proceso de integración regional, hubo diferentes acercamientos diplomáticos con otros estados como Senegal, Ghana y Nigeria. Podría verse como un impulso paulatino a una integración de escala continental, que incluya un número mayor de estados de la región norte de África. Las diferentes propuestas de un espacio de libre circulación, como también bancos de inversión apuntan a eso. Además, tendrían mejores resultados, dado que la capacidad para crear de un umbral de poder por parte de la AES seria mayor, por lo tanto la insubordinación del orden neocolonial resultaría más fructífero y con un mayor hermetismo.

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Notas


[1] Estudiante avanzado de la Licenciatura en Geografía de la Universidad Nacional de La Plata. Formo parte en rol de colaborador del proyecto “Transición histórica-espacial del sistema mundial y América Latina. Crisis de hegemonía, dinámica multipolar y proyectos estratégicos en pugna desde una perspectiva multiescalar” (PI+D H1026) dirigido por Gabriel Merino.

[2] Este trabajo se enmarca en las lecturas, análisis y reflexiones llevadas adelante en el contexto del proyecto denominado “Transición histórica-espacial del sistema mundial y América Latina. Crisis de hegemonía, dinámica multipolar y proyectos estratégicos en pugna desde una perspectiva multiescalar” (PI+D H1026) del Centro de Investigaciones Socio-históricas (CISH).