DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2023-2704
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Cita sugerida: Manzano, F. A. y Velázquez, G. Á. (2023). Necesidades básicas insatisfechas según tipos de hogares. Argentina (2001-2010). Análisis provincial y departamental. Revista Huellas, Volumen 27, Nº 1, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado a partir de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas
ARTÍCULOS
Necesidades básicas insatisfechas según tipos de hogares. Argentina (2001-2010). Análisis provincial y departamental
Unsatisfied basic needs according to household types. Argentina (2001-2010). Provincial and departmental analysis
Necessidades básicas insatisfeitas segundo os tipos de moradias. Argentina (2001-2010). Análise provincial e departamental
Fernando Ariel Manzano[1]
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
fernandoarielmanzano@fch.unicen.edu.ar
Guillermo Ángel Velázquez[2]
Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
Resumen : En Argentina, tras la crisis de 2001, se produjo un elevado crecimiento económico, que se tradujo entre otras mejoras, en una disminución significativa de la proporción de hogares pobres en el periodo intercensal 2001-2010 –relevado mediante el indicador de necesidades básicas insatisfechas (NBI)–. El objetivo del presente trabajo es analizar la incidencia de las NBI sobre diferentes tipos de hogares –se utiliza la variable “tipos de hogar”, compuesta por trece tipos de hogares–, así como también respecto a los cambios en la participación relativa de cada tipo de hogar durante el abrupto descenso del NBI producido entre los años censales 2001 y 2010. Para dar cuenta de la desigualdad espacial en la concentración de los hogares y la pobreza en el territorio, se desagrega las variables a escala provincial y según partidos/departamentos/comunas. Los resultados alcanzados dan cuenta de la relevancia de considerar los cambios en la conformación de los tipos de hogares en el análisis de la incidencia de la pobreza.
Palabras clave: Tipos de hogares ; Necesidades básicas insatisfechas : Argentina.
Abstract: In Argentina, after the 2001 crisis, there was high economic growth, which resulted, among other improvements, in a significant decrease in the proportion of poor households in the 2001-2010 intercensal period - measured by the indicator of unsatisfied basic needs (UBN). The aim of this paper is to analyze the incidence of UBN on different types of households - using the variable "household types", composed of thirteen household types - as well as the changes in the relative share of each household type during the sharp decline in UBN between the 2001 and 2010 census years. To account for spatial inequality in the concentration of households and poverty in the territory, the variables are disaggregated at the provincial level and by districts/departments/communes. The results obtained show the importance of considering changes in the composition of household types in the analysis of the incidence of poverty.
Key words: Household types ; Unsatisfied basic needs ; Argentina
Resumo: Na Argentina, após a crise de 2001, houve alto crescimento econômico, o que resultou, entre outras melhorias, em uma redução significativa na proporção de moradias pobres no período intercensitário 2001-2010 –revelado pelo indicador de necessidades básicas insatisfeitas (NBI) –. O objetivo deste artigo é analisar a incidência de NBI em diferentes tipos de moradias -utiliza-se a variável "tipos de moradias", composta por treze tipos-, bem como as mudanças na participação relativa de cada tipo do agregado familiar durante a queda abrupta das NBI produzida entre os anos censitários de 2001 e 2010. Para dar conta da desigualdade espacial na concentração dos agregados familiares e pobreza no território, as variáveis são desagregadas ao nível provincial e segundo partidos/departamentos / comunas. Os resultados alcançados mostram a relevância de considerar as mudanças na conformação dos tipos de moradias na análise da incidência da pobreza.
Palavras-chave: Tipos de moradias ; Necessidades básicas insatisfeitas ; Argentina
RECIBIDO 14-02-2023 / ACEPTADO 04-04-2023
Introducción
Luego del período de los modelos de estado de bienestar, basados en políticas sociales universales y en la responsabilidad de la sociedad sobre el proceso de reproducción social, siguió –a nivel internacional– una época de caída del trabajo asalariado y de sustitución del Estado Social por modelos sometidos a la lógica de mercado. Se generaron así nuevas formas de articulación entre familias y Estado, incrementándose la responsabilidad de las primeras en funciones que antes delegaban en este último. Asimismo, se fueron suscitando nuevos factores sociales y culturales, como la participación creciente de la mujer en el mercado laboral, la posibilidad de control de la fecundación por uso de anticonceptivos, la expansión de la idea de derechos, entre otros (Stolkiner, 2004). Este periodo se enmarca en la tercera fase de la teoría de población denominada Transición Demográfica (TD)[3], (Yépez-Martínez, 2013).
Además, se destaca un nuevo escenario donde las aspiraciones individuales comienzan a entrar en contradicción con los mandatos reguladores del orden familiar moderno –una revolución de las relaciones entre géneros y generaciones, y, por tanto, de las formas familiares–. Desde la década de 1960 la familia[4] ha sido una de las instituciones de la sociedad más cuestionadas y sometida un gran proceso de transformación (García y Gómez, 2009). Como consecuencia, se produjeron intensos cambios hacia distintas y nuevas formas de familias en occidente[5] –con rasgos más acentuados en los países europeos– (Alemán Bracho, 2009; Ariza y Oliveira, 2001).
En la Demografía, comenzaron a estudiarse las transformaciones que se estaban produciendo en los hogares y las familias, en el marco de un nuevo régimen demográfico denominado Segunda Transición Demográfica[6] (STD) (Cabella, 2006). Concebida como una teoría de cambios en la formación y disolución de los hogares. Así, el tamaño y la estructura de los hogares se encuentra afectado por todos los fenómenos demográficos –fecundidad, mortalidad, migración, nupcialidad, entre otros–, y por las coyunturas económicas (Yépez-Martínez, 2013).
En las últimas décadas el mercado de trabajo y las calificaciones laborales demandadas se modificaron debido a la globalización, el aumento de la competencia a través de la liberalización de los mercados y la caída de las barreras comerciales, las mejoras tecnológicas, entre otras (Formichella y London, 2013). Así, en la actualidad los métodos de producción son cambiantes y el mercado laboral se caracteriza por su heterogeneidad –según industrias, ocupaciones y países– (Salinas Ramos, 2001).
En el marco de este proceso de continua flexibilización de las relaciones laborales, se incrementaron el desempleo, subempleo y la informalización (Pulido-Martínez y Carvajal-Marín, 2013) –en mayor medida en América Latina en comparación con los países desarrollados– (Portes y Hoffman, 2003; Torrado, 2006). En los países de la región, además de la preocupación por mantener dentro de límites razonables los niveles de desempleo, se suma la necesidad de incorporar en forma eficiente el recurso mano de obra, dado que las problemáticas más importantes son el subempleo, la marginación y la pobreza (de Bialostozky, 1971; Merlo y Porras, 2019).
En Argentina, tras la crisis de 2001, el default y la posterior reestructuración de la deuda externa, se incrementó la capacidad de intervención del Estado en políticas fiscales y monetarias. Durante el período 2003-2010, se produjo un elevado crecimiento económico basado en el ahorro interno (Manzano y Velázquez, 2016). Una parte significativa del crecimiento del consumo privado estuvo vinculada con la mejora de los salarios reales y la reducción del desempleo –en particular a partir del año 2005, también se evidenció un incremento de la demanda de empleo en el sector público (Gherardi y Zibecchi, 2010) –. Como consecuencia, durante el periodo intercensal 2001-2010, la proporción de hogares pobres mostró un descenso significativo, utilizando el indicador de Necesidades Básicas Insatisfechas (en adelante, NBI), (Eguía, 2017). Este escenario resulta de interés para analizar la incidencia sobre los diferentes tipos de hogares, así como también respecto del cambio en la composición de los hogares, ante la reducción de las NBI en Argentina entre 2001 y 2010.
En América Latina el método “directo” más utilizado es el que se conoce como “Necesidades Básicas Insatisfechas” (Rubio y Mendoza, 2017, p. 2). Consiste en verificar hogares y personas que no están logrando satisfacer un conjunto de necesidades previamente establecidas y considera pobres a aquellos que no lo hayan logrado[7] (Feres y Mancero, 2001; Rubio y Mendoza, 2017). Esta medición se basa en información ex post, dado que no tiene en cuenta la capacidad del hogar para satisfacer las necesidades a futuro (Feres, Mancero, 2001; Eriz y Fernández, 2015).
Analizaremos la caracterización de los hogares mediante la variable “tipos de hogar”, correspondiente al nomenclador agregado de hogares utilizado por el INDEC en los censos de 1991, 2001 y 2010. Ésta define trece tipos de hogares en función de la convivencia y de los vínculos de parentesco o no con el jefe/a del hogar.
El objetivo de este trabajo, de carácter descriptivo, es analizar la incidencia de las NBI entre los trece tipos de hogares en los años censales 2001 y 2010, así como los cambios en la participación relativa de cada uno de estos tipos durante el contexto de altibajos mencionados en este ciclo económico de la Argentina. Considerando adicionalmente diferentes escalas de desagregación espacial –nacional, provincial, y partidos/departamentos/comunas–, que permitirán dar cuenta de la magnitud de la desigualdad en el territorio nacional en estos niveles.
Metodología
A los efectos del abordaje demográfico, se han establecido diferencias entre hogar, familia y la noción de núcleo familiar primario (Ponce y Di Brienza, 2012). Un hogar o unidad doméstica está conformado por personas o grupo de personas que conviven en una misma vivienda –no es necesario que existan relaciones de parentesco entre los miembros–, comparten los mismos servicios y los gastos particularmente referidos a la alimentación –pudiendo ser unipersonales o pluripersonales– (OCEI, 1997; Ruiz y Rodríguez, 2011). El hogar se define por la convivencia, mientras que la familia no necesariamente convive (Stolkiner, 2004). Por ejemplo, los censos de población tienen entre sus unidades de observación a los hogares. La jefatura del hogar es la persona de referencia de los miembros del hogar (Mejia-Reyes, 2003). A partir de ello es posible caracterizar las distintas formas de convivencia (Yépez-Martínez, 2013).
La familia es concebida como un subconjunto de los hogares, siendo imprescindible la existencia de vínculos de parentesco entre quienes la componen –siempre serán miembros del hogar multipersonal o pluripersonal emparentados entre sí– (Rodríguez Jaume y Moreno, 2008).
El núcleo familiar primario dentro del hogar, consiste en el grupo formado por el parentesco en los lazos de la conyugalidad, de la filiación o de ambos –debe incluir al jefe/a del hogar– (Gruson, 2005). Pudiendo presentar algunas de las siguientes formas: pareja sin hijos, pareja con uno o más hijos, padre o madre con uno o más hijos solteros que viven en el mismo hogar (Dumit Mejía, 2014).
Por otra parte, se especifican las relaciones de parentesco con el/la jefe/a del hogar, así los hogares pueden ser no familiares o familiares (Núñez Medina et al, 2016). En los primeros no existe un núcleo familiar primario –conformados por personas sin lazos consanguíneos–, y pueden ser unipersonales o múltiples. En los últimos existe un núcleo familiar primario, las personas están relacionadas entre sí en un primer o segundo grado de consanguinidad, adopción o matrimonio –incluyendo las uniones consensuales– (Dumit Mejía, 2014).
La caracterización de los tipos de hogar utilizada corresponde al Nomenclador Agregado de Hogares[8] empleado en Argentina en los censos 1991, 2001 y 2010 por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC, 2012). En el Cuadro N°1 se describen la categoría de hogares que integran esta clasificación.
Cuadro N°1. Tipología de hogares correspondiente al Nomenclador Agregado de Hogares del INDEC.
Fuente: Elaboración personal en base a INDEC (2012), y Ponce y Di Brienza (2012).
Los tipos de hogares d, g y k, son los denominados monoparentales o incompletos. En ellos conviven uno solo de los progenitores –se encuentra ausente el conyugue del jefe del hogar– con uno o varios hijos menores. A esta realidad familiar se le atribuyen diferentes vías de acceso, como ser: el madresolterismo, la viudez y la separación/divorcio (Ponce y Di Brienza, 2012). Tanto los hogares monoparentales y biparentales o completos, pueden diferenciarse en: nucleares, extendidos y compuestos. Los primeros (b, c y d) están conformados por el núcleo familiar primario exclusivamente. Asimismo, pueden subdividirse en biparentales sin hijos, biparentales con hijos, monoparentales con jefe hombre, monoparentales con jefe mujer. En los segundos (e, f y g) cohabita un núcleo conyugal completo o incompleto más otros parientes en la misma unidad residencial –padres, hijos y otros parientes consanguíneos o afines, no hay presencia de miembros no parientes del jefe de hogar –. El descenso de la mortalidad, permitió la presencia de tres o más generaciones posibilitando la existencia de un mayor número de familias extensas (Levy, 1965; Yépez-Martínez, 2013). Y los últimos (i, j y k), están conformados por un núcleo familiar primario o extenso más otros no parientes –pueden tener o no otros parientes del jefe de hogar– (Dumit Mejía, 2014).
Se han desarrollado múltiples metodologías de medición de la pobreza[9] No obstante no existe consenso sobre cuál es la mejor estrategia que debe seguirse (Salvia, 2012). El uso del método de necesidades básicas insatisfechas (NBI) presenta una serie de ventajas respecto al método de la línea de pobreza, como permitir evaluar las condiciones de pobreza en todo el territorio nacional, brindar una caracterización amplia de las condiciones de la población. Adicionalmente, al basarse en indicadores de vivienda que suelen ser fácilmente identificables por los miembros del hogar, se minimiza el error en su relevamiento. (Rubio y Mendoza, 2017).
En el presente artículo se hace uso del método de NBI. Este combina un conjunto de privaciones de medios materiales mínimos necesarios para el desarrollo de una vida aceptable (Barahona, 2006). Por otra parte, el indicador de NBI[10] permite apreciar aspectos de la pobreza que no son captados adecuadamente por el método de la línea de la pobreza (LP)[11] (Fresneda, 2007).
Comportamiento de los hogares e incidencia de la pobreza
A pesar del gran aumento de la riqueza –entre veinte y cuarenta veces durante el siglo XX–, se mantuvieron o bien agravaron los fenómenos de pobreza y desigualdad –en mayor medida, en los países en desarrollo–. En América Latina las asimetrías económicas, sociales y territoriales, muestran niveles superiores en comparación con otros países y continentes de similares condiciones de desarrollo. Se destaca, además, por ser la región del mundo en la cual la economía se comporta de forma más cíclica (Mejía Reyes, 2003), generando un aumento del riesgo y la incertidumbre al que están expuestos los hogares que conviven con este proceso.
Ciertas teorías vinculan los altibajos del ciclo económico con el comportamiento familiar, principalmente por la medición del empleo y el nivel de ingresos[12] (Cabré, 2007). Los hogares con menor dotación de activos[13] y diversificación de estrategias domésticas de adaptación, poseen baja capacidad de respuesta ante los riesgos que originan las coyunturas económicas cíclicas, circunstancias cambiantes en la sociedad civil, o debilidades internas en los hogares. Estas situaciones de desventajas relativas contribuyen a reproducir comportamientos demográficos diferenciados que generan desventajas adicionales intra e inter generacionales[14] (Busso, 2005). Cabe destacar, que los roles que cumplen los activos y el capital social[15] operan con características diferentes según se trate de hogares asentados en áreas rurales y urbanas, y el tamaño de estas últimas, metrópolis, ciudades intermedias, pequeñas, etc., afectando la capacidad de respuesta para enfrentar riesgos[16].
Las diferencias en la composición y estructura de los hogares inciden en su situación económica (López López et al, 2019). De manera que la clasificación de los hogares se vincula con los niveles de gasto en bienes y servicios básicos en las diferentes etapas del ciclo de vida y en sus diferentes tipos (Sánchez et al, 2016). Así, un hogar de tamaño grande –que posee alto número de hijos dependientes–, con reducidas tasas globales de ocupación y bajos salarios se relaciona con mayor nivel de pobreza –definida como niveles bajos de consumo por persona–. En hogares cercanos al nivel de subsistencia, no es lo mismo tener tres hijos o seis hijos menores de edad[17], ser una familia con doble ingreso o una familia monoparental (Musgrove, 1977).
La incidencia de la pobreza se agrava cuando llegan los hijos, y se mantiene alta en todas las etapas, sobre todo en las de expansión y de consolidación, en donde las familias presentan mayores necesidades, particularmente de educación y salud (Barahona, 2006).
Durante las etapas tardías disminuye la dependencia de los miembros menores de 15 años, mientras que las presiones por servicios de salud y educación no disminuyen, sino que requieren de mayor diversificación (Barahona, 2006). En la etapa en que los hijos se retiran del hogar, el gasto se concentra en salud, mientras que la educación o la recreación pasan a segundo plano (Sánchez et al, 2016).
Si bien las estrategias familiares[18] no se desarrollan ajenas a redes de protección social (seguros sobre enfermedad, accidentes, vejez, desempleo, etc.), las posibilidades de acceso y permanencia en redes de protección y seguridad social que tienen los hogares presentan diferencias y asimetrías según grupo etario, jefatura de hogar, tipo de unión, lugar de residencia y estrato sociocupacional de pertenencia, entre otras variables (Busso, 2005). Así, las características sociodemográficas de los hogares interactúan transversalmente con las dimensiones anteriormente descriptas. Por ejemplo, conductas sociodemográficas que tienen como resultado fecundidad alta y temprana, elevados índices de dependencia demográfica en el hogar, jefatura de hogar muy joven o muy anciana, inadecuados cuidados de la salud y localización residencial en áreas riesgosas, entre otras variables, configuran, en ciertas condiciones sociales, una situación de desventaja adicional para los individuos, hogares y grupos de población (CEPAL 1995 y 2001; CELADE-BID, 1996; Rodríguez Vignoli, 2000 y 2001; BID, 2000).
Resultados
Durante la post-convertibilidad, entre los años 2001 y 2010, el PBI en dólares per cápita de Argentina creció 23,9% –la expansión económica se dio a una tasa anual acumulativa del 4,6%, considerando el PBI a millones de pesos de 1993–, también durante este periodo se produjo crecimiento record del empleo y brusca caída de la tasa de desocupación (Manzano y Velázquez, 2017). Como consecuencia, entre los censos de 2001 y 2010 se verificó un importante descenso del porcentaje de hogares con NBI, pasando de 14,3 a 9,2% entre los años mencionados –una disminución de 5,1 puntos porcentuales (en adelante p.p.)–.
Considerando los trece tipos de hogares, los principales cambios a nivel nacional entre las estructuras de hogares de los años 2001 y 2010, fueron el incremento de los hogares unipersonales y la disminución de los hogares nuclear completo de pareja e hijos.
En el año 2001, el nivel de incidencia del NBI más elevado se presentó en los hogares nucleares incompletos con otros familiares, y el mínimo en los hogares nucleares completos de pareja sola, arrojando una brecha de 11,4 p.p. Hacia el año 2010 el valor más elevado de NBI correspondió a los hogares nucleares completos de pareja e hijos con otros no familiares, y el menor a los hogares nucleares completo de pareja sola, presentado una brecha de 12,7 p.p. Los menores niveles de privación en los dos años censales se presentaron en los hogares nucleares completos de pareja sola. Esto puede asociarse con las mayores carencias que tienden a tener las parejas cuando nacen los hijos, y no poseen suficientes recursos ni experiencia laboral para costear las necesidades (Barahona, 2006).
Comparando las variaciones intercensales 2001-2010 el mayor descenso de NBI se presentó en los hogares unipersonales y la menor reducción correspondió a los hogares sin núcleo familiar con otros no familiares (Ver Cuadro N°2).
Cuadro N°2. Tipo de hogar con Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI). Argentina. Total país. Año 2001 y 2010
Nota: (1) Pueden estar integrados o no por otros familiares.
Fuente: Elaboración personal en base a datos de los censos de población 2001 y 2010 (INDEC).
Considerando como unidad de análisis a las provincias, se destaca la marcada desigualdad en la distribución de los hogares, concentrándose casi el 60% en sólo tres provincias –Buenos Aires, CABA y Córdoba –, y menos del 13% del total de los hogares aglutinados en la mitad de las provincias del país.
Las disminuciones máximas de NBI entre 2001 y 2010 se presentaron en Jujuy y Chaco, y las mínimas en CABA y Tierra del Fuego (ver Figura N°1).
Considerando los trece tipos de hogares, los principales cambios a nivel provincial entre las estructuras de los años 2001 y 2010, fueron el incremento de los hogares unipersonales en diecisiete provincias y la reducción de los hogares nucleares completos de pareja e hijos –exceptuando el caso de Santiago del Estero–.
Figura N° 1. Variación en la incidencia del NBI y cambio en la estructura de hogares entre 2001 y 2010 según provincias. Argentina
Fuente: Elaboración personal en base a datos de los censos de población 2001 y 2010 (INDEC).
En el año 2001, los mayores niveles de pobreza estructural se presentaron en los hogares unipersonales en la mitad de las provincias, en los hogares nucleares incompletos con otros familiares en siete provincias, y en otros tipos de hogares en las restantes cinco provincias (ver Cuadro N°3).
Cuadro N°3. Mayor y menor nivel de incidencia de NBI según tipo de hogar. Escala provincial, 2001 y 2010
Nota: (1) Pueden estar integrados o no por otros familiares.
Fuente: Elaboración personal en base a datos de los censos de población 2001 y 2010 (INDEC).
Por otra parte, el mínimo NBI se presentó en los hogares nucleares completos de pareja sola en diecinueve provincias, y en otros tres tipos de hogares en las otras provincias. La brecha máxima se registró en Chaco con un valor de 18,5 p.p., y la mínima en San Juan (7,8 p.p.). Hacia el año 2010 el valor más elevado de NBI correspondió a los hogares nucleares completos de pareja e hijos con otros no familiares en diecinueve provincias, y en otros dos tipos de hogares en cinco provincias. Por otra parte, el menor nivel de privación se registró en los hogares nucleares completos de pareja sola en las veinticuatro provincias. La brecha máxima se presentó en Chaco con un valor de 18,1 p.p., y la mínima en La Pampa (8,4 p.p.).
Comparando según tipo de hogar entre los censos 2001 y 2010, la mayor disminución del NBI se produjo en los hogares unipersonales en veintidós provincias –se excluyen de esta regularidad CABA y Santiago del Estero–. Mientras que la mínima reducción correspondió a los hogares nucleares completos de pareja e hijos con otros no familiares en nueve provincias y en los hogares sin núcleo familiar con otros no familiares en siete provincias. En las restantes ocho provincias las menores disminuciones se dieron en otros cuatros tipos de hogares (ver Cuadro N°4). Cabe destacar los casos de CABA, Chubut, Formosa, Santa Cruz[19] y Tierra del Fuego[20] por presentar aumentos del NBI en los tipos de hogares señalados.
A nivel provincial sobresalen tres tipos de hogar:
-unipersonal: tuvo el mayor incremento de participación relativa entre 2001 y 2010 en diecisiete provincias, y la máxima reducción de NBI durante el periodo mencionado en veintidós provincias;
-nuclear completo de pareja e hijos: presentó la mayor reducción en su participación relativa en el total de hogares en veintitrés provincias; y -nuclear completo de pareja sola: exhibió los menores niveles de NBI en el censo de 2001 en diecinueve provincias y en el 2010 en todas las provincias.
Estas regularidades fueron mencionadas también en el análisis a escala nacional.
Cuadro N°4. Variaciones máximas y mínimas en las NBI 2001-2010 por tipo de hogar según provincias. Argentina
Nota: (1) Pueden estar integrados o no por otros familiares
Fuente: Elaboración personal en base a datos de los censos de población 2001 y 2010 (INDEC).
A continuación, se indaga el comportamiento de los tres tipos de hogares considerando un mayor nivel de desagregación espacial: los departamentos/partidos/comunas –531 y 527 unidades espaciales, en los censos 2010 y 2001, respectivamente–.
La desigualdad en la distribución de los hogares entre departamentos, resulta aún superior al del nivel provincial. 60% de los hogares se concentraban en 64 departamentos –sólo 12% del total de los departamentos–, y menos del 15% del total de los hogares se encontraban aglutinados en 351 departamentos –equivalentes al 67% del total–.
El tipo de hogar nuclear completo de pareja e hijos presentó la mayor reducción de participación relativa entre 2001-2010 en el 76% de los departamentos/partidos/comunas. Se destacan tres provincias –Mendoza, Misiones y Tierra del Fuego– en las que todos sus departamentos cumplen esta situación, por el contrario, en Santiago del Estero solo ocurrió en el 37% de sus departamentos (ver Cuadro N°5).
El hogar unipersonal dio cuenta del máximo incremento de participación relativa en el periodo intercensal 2001-2010 con el 57% del total de departamentos. Este hogar también presentó la mayor reducción de NBI entre 2001 y 2010, con el 31% del total de departamentos del país.
El tipo de hogar nuclear completo de pareja sola se destacó por presentar los menores niveles de NBI en el 24% de los departamentos en el año 2001 y 43% en el 2010. Estos resultados marcan gran diferencia respecto de los mencionados en el análisis provincial.
Cuadro N°5. Porcentaje de departamentos/partidos/comunas en el total provincial, que cumplen con las condiciones señalas en los tres tipos de hogares seleccionados. Argentina. Años 2001 y 2010.
Fuente: Elaboración personal en base a datos de los censos de población 2001 y 2010 (INDEC).
Por último, el cumplimiento de varias regularidades por parte de una misma provincia es mínima, exceptuando los casos de Mendoza y Santa Fe. Por el contrario, en cada provincia las distintas regularidades tienen incidencias muy disímiles.
Conclusiones
Desde la segunda mitad del siglo XX comienzan a generarse intensos cambios en la conformación de la estructura de los hogares. Esta última se encuentra afectada por muchos factores, entre ellos los impactos económicos y sus consecuencias en el nivel de pobreza.
Posterior a la crisis del año 2001, Argentina tuvo un periodo de elevado crecimiento económico, que generó además un descenso significativo de la proporción de hogares con NBI entre los años censales 2001 y 2010. El interés del presente estudio se centró en analizar las incidencias de las NBI en los diferentes tipos de hogares y los cambios en la participación relativa de cada tipo de hogar en el total de los hogares en los años mencionados.
Los hogares nucleares de pareja sola fueron los de menor incidencia de NBI en los años 2001 y 2010. Mientras que el tipo de hogar nuclear completo de pareja e hijos se destacó por presentar la máxima disminución en su participación relativa, y, por el contrario, el hogar unipersonal exhibió el mayor incremento. Siendo además este último el de mayor descenso de NBI en el periodo intercensal 2001-2010. Estos resultados dan cuenta de la importancia de considerar el tipo de hogar en el análisis de la incidencia de la pobreza.
Tomando en consideración, la escala provincial y departamental, estas regularidades se encuentran afectadas en distintas medidas, dando cuenta de las desigualdades existentes a lo largo del territorio nacional. Por ejemplo, entre las provincias los hogares unipersonales tuvieron el mayor incremento de participación relativa en diecisiete provincias, y la máxima reducción de NBI en veintidós provincias. Mientras que, a nivel departamental, esto se verifico en el 57% y 31% de los casos, respectivamente.
Así, en unidades territoriales con mayor vulnerabilidad relativa –ya sea por su estructura económica y social como por su inserción en la división del trabajo u otros factores– la mayor vulnerabilidad que presentan ciertos tipos de hogares trae consigo un incremento de las NBI. Se destaca que conforme se incrementa la desagregación espacial –iniciando desde el total país hasta llegar al nivel departamental, esta interacción entre estructura familiar y territorio se magnifica. Por ejemplo, el NBI de Formosa para el total de los hogares disminuyo 8,2 puntos porcentual en el intervalo intercensal 2001-2010. Mientras que en el departamento de Ramón Lista (Formosa), el tipo hogar nuclear completo de pareja e hijos con otros familiares presento niveles de incidencia de las NBI relativamente similares en los años censales 2001 y 2010.
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[1] Fernando Ariel Manzano. Doctor en Demografía (Universidad Nacional de Córdoba). Licenciado en Sociología (Universidad de Buenos Aires). Licenciado en Economía. (Universidad de Buenos Aires). Investigador Adjunto del CONICET. ORCID: https://orcid.org/0000-0002-1513-4891
[2] Guillermo Ángel Velázquez. Doctor en Geografía (Universidad de Buenos Aires). Investigador Superior del CONICET. Director del Instituto de Geografía, Historia y Ciencias Sociales (CONICET/UNCPBA) y Centro de Investigaciones Geográficas (FCH/UNCPBA). ORCID: https://orcid.org/0000-0003-0892-6572
[3]Esta teoría surge en 1945, con posterioridad se adicionaron tres fases para dar cuenta de su comportamiento: pretransicional –elevada fecundidad y alta mortalidad, que impedía la formación de hogares extensos (Levy, 1965)–, transicional –disminución de la mortalidad con una fecundidad aún elevada–, y postransicional –fuerte reducción de la fecundidad y de la mortalidad– (Yépez-Martínez, 2013).
[4] No obstante, la familia continúa siendo la célula básica de la vida social, el vector de difusión de la cultura y el primer núcleo integrador de las relaciones interpersonales y sociales (García y Gómez, 2009; Núñez Medina et al, 2016).
[5] Estos cambios, afectaron la estructura de los hogares –reflejándose principalmente en el incremento de los hogares unipersonales, monoparentales y de parejas solas–, y disminuyeron su tamaño medio (Paredes, 2003; Aguirre, 2004; Pellegrino, 2008).
[6] Las transformaciones familiares enmarcados en la STD son: aumento de la escolaridad, autonomía femenina, retraso de la fecundidad y la nupcialidad, nuevos arreglos de convivencia, aumento de los divorcios y las separaciones, entre otros aspectos (Van der Kaa, 1987; Lesthaeghe,1998; Ariza y Oliveira, 1999; Quilodrán, 2000; Yépez-Martínez, 2013).
[7] Este indicador, a pesar de sus limitaciones, constituye un método directo para la medición de la pobreza, considerando que es suficiente la carencia en alguna de ellas para que el hogar sea considerado pobre (Rubio y Mendoza, 2017).
[8] Para la clasificación de los tipos de hogar, no se toma en consideración al servicio doméstico, aunque se lo incluye dentro de la cantidad de personas en el hogar (INDEC, 2012).
[9] Los de mayor uso son: la medición a partir del consumo de los hogares –denominada línea de pobreza–; el método de ingresos –línea de indigencia–; y el método de necesidades básicas insatisfechas (NBI) (CEPAL, 2003, Feres y Mancero, 2001)
[10] Usa al menos cinco indicadores: NBI 1 referido a la calidad de la vivienda; NBI 2 releva las condiciones sanitarias; NBI 3 el hacinamiento; NBI 4 la asistencia escolar; y NBI 5 la capacidad de subsistencia de los hogares (INDEC, 2012).
[11] Entre las limitaciones que presenta el NBI puede destacarse que los indicadores que lo componen presentan el mismo peso a pesar de ser diferentes cualitativamente; se considera de igual modo a un hogar con una, dos o más NBI. Esto dificulta establecer diferencias entre los individuos y hogares, en la medida en que es poco posible que todos sufran el mismo nivel de privaciones (Rubio y Mendoza, 2017).
[12] Los enfoques sobre desventajas sociales (pobreza, exclusión, vulnerabilidad, etc.), aportan importante capacidad explicativa a partir de su vinculación con las variables de la dinámica y estructura de la población (Busso, 2005).
[13] Dentro del ingreso necesario para satisfacer las necesidades básicas insatisfechas (NBI), el costo de la vivienda es el más elevado para los hogares (Montgomery et al, 2003). Las políticas habitacionales pueden no ser eficientes, si se producen incrementos en el costo de la amortización de la deuda (Sierra y Tarazona, 2011).
[14] En el plano del hogar, el ingreso per cápita de un individuo está relacionado con el tamaño y composición etaria de ese hogar, con la cantidad y diversidad de activos disponibles, con las estrategias que determinan su tasa de uso, con el valor de mercado de esos activos y con las transferencias netas que recibe el conjunto del hogar (Busso, 2005).
[15]Entendiendo al capital social como la capacidad de los individuos y hogares de construir y preservar redes y lazos de confianza, capaces de reforzar la acción colectiva y sentar bases de reciprocidad en el trato, que se extienden progresivamente al conjunto de la sociedad (Núñez Medina et al, 2016).
[16] Existen diversos factores de pauperización tales como. desequilibrios demográficos (entre miembros activos y pasivos de una familia); crisis de subsistencia y de subconsumo (aumento de precios básicos sumado al subempleo); y causas aleatorias (enfermedades, minusvalía, fallecimiento de miembros activos de la familia).
[17] No obstante, el nivel de consumo por persona, no toma en cuenta el placer que la gente obtiene de sus hijos, ni tampoco el valor de los niños como fuentes de sustento futuro para sus padres (Musgrove, 1977).
[18] Antes de cualquier generalización, es necesario reparar en la heterogeneidad existente en las estrategias y prácticas, aún dentro de los mismos grupos o estratos (Stolkiner, 2004).
[19] Santa Cruz exhibió incrementos del NBI también en los hogares: nuclear completo de pareja e hijos, nuclear completo de pareja e hijos con otros familiares y no familiar.
[20] Tierra del Fuego presento aumentos del NBI en otros tres tipos de hogares: nuclear completo de pareja e hijos, nuclear incompleto con otros familiares y nuclear incompleto con otros no familiares.