DOI: http://dx.doi.org/10.19137/huellas-2023-2703


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Cita sugerida: Malizia, M. (2023). Movilidad residencial y condiciones de vida. Un estudio de caso de los sectores populares en el Gran San Miguel de Tucumán. Revista Huellas, Volumen 27, Nº 1, Instituto de Geografía, EdUNLPam: Santa Rosa. Recuperado a partir de: http://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/huellas

ARTÍCULOS


Movilidad residencial y condiciones de vida. Un estudio de caso de los sectores populares en el Gran San Miguel de Tucumán

Residential mobility and living conditions. A case study for popular

Mobilidade residencial e condições de vida. Estudo de caso dos setores populares em Gran San Martín de Tucumán

Matilde Malizia[1]

Universidad Nacional de Tucumán / Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

matumalizia@yahoo.com.ar

Resumen : Este artículo tiene por objetivo identificar y analizar los cambios de residencia de los sectores populares del Gran San Miguel de Tucumán a partir de tres dimensiones: la localización del barrio destino, las trayectorias y estrategias residenciales implementadas y las características de la vivienda. Se tomó como caso de estudio el barrio Los Vásquez ubicado hacia el sureste del aglomerado, en una de las zonas más degradadas y con malas condiciones ambientales de la ciudad, en un entorno que se caracteriza por la presencia de asentamientos populares con elevados índices de informalidad, vulnerabilidad y pobreza. El estudio de los cambios de residencia en relación con diferentes variables socio-espaciales permite conocer la dinámica de la división social del espacio. Mientras que los grupos con ingresos económicos suficientes pueden elegir la localización y el tipo de vivienda, los sectores vulnerables se enfrentan con múltiples limitaciones para dar respuesta a sus necesidades habitacionales impuestas, sobre todo por el mercado laboral, de suelo y vivienda. La reconstrucción de los cambios de residencia de los sectores populares permitió construir una línea de base y repensar las políticas urbanas con el objetivo de lograr una mayor igualdad entre las personas y un acceso equitativo a la ciudad.

Palabras clave: Movilidad residencial ; Condiciones de vida ; Sectores populares ; Condiciones ambientales

Abstract: The purpose of this article is to identify and analyze residence changes of popular sectors in Gran San Miguel de Tucumán, based on three different dimensions: the location of the target neighborhood, the implemented residential trajectories and strategies, and housing characteristics. The Los Vásquez neighborhood was taken as a case study, which is located towards the southeast of the conglomerate, in one of the most degraded areas with poor environmental conditions. This neighborhood is characterized by the presence of popular settlements with high levels of informality, vulnerability and poverty. The study of changes in residence in relation to different socio-spatial variables provides an insight into the dynamics of the social division of space. While groups with sufficient economic income can choose the location and type of housing, vulnerable sectors are faced with multiple constraints to meet their housing needs, which are mainly imposed by the labor, land and housing markets. The reconstruction of changes in the residence of the popular sectors made it possible to build a baseline and rethink urban policies with the aim of achieving greater equality among people and equitable access to the city.

Keywords: Residential mobility ; Living conditions ; Popular sectors ; Environmental conditions

Resumo: Este artigo tem como objetivo identificar e analisar as mudanças de residência dos setores populares da Gran San Miguel de Tucumán com base em três dimensões: a localização do bairro de destino, as trajetórias e estratégias residenciais implementadas e as características da moradia. Tomou-se como estudo de caso o bairro Los Vásquez, localizado a sudeste do aglomerado, em uma das áreas mais degradadas e com más condições ambientais da cidade, em um ambiente caracterizado pela presença de assentamentos populares com altos índices de informalidade. , vulnerabilidade e pobreza. O estudo das mudanças de residência em relação a diferentes variáveis ​​socioespaciais permite conhecer a dinâmica da divisão social do espaço. Enquanto os grupos com renda econômica suficiente podem escolher a localização e o tipo de moradia, os setores vulneráveis ​​enfrentam múltiplas limitações para responder às suas necessidades habitacionais impostas, especialmente pelo mercado de trabalho, terra e habitação. A reconstrução das mudanças de residência dos setores populares permitiu construir uma linha de base e repensar as políticas urbanas com o objetivo de alcançar maior igualdade entre as pessoas e acesso equitativo à cidade.

Palavras-chave: Mobilidade residencial ; Condições de vida ; Setores populares ; Condições ambientais

RECIBIDO 10-02-2023 / ACEPTADO 31-03-2023


Introducción

El análisis de las dinámicas inherentes a la movilidad residencial de la población resulta fundamental para entender no solo su impacto en el proceso de crecimiento y expansión de las ciudades, sino también para entender los mecanismos que los habitantes ponen en marcha para acceder al hábitat y a una vivienda. La movilidad residencial es entendida como aquellas prácticas socio-espaciales que involucran cambios en el lugar de residencia (Ramírez, 2018; Di Virgilio, 2011) y provocan a su vez modificaciones en las condiciones de vida de los hogares (Cosacov, Di Virgilio y Najman, 2018) teniendo en cuenta las diferentes capacidades, decisiones, objetivos y recursos que las familias y sus miembros ponen en juego y que dependen de la posición que ocupan en la estructura social (Bourdieu, 1996). Así, las familias y sus miembros construyen colectivamente la ciudad a partir de sus trayectorias y estrategias residenciales implementadas (Cosacov, 2014; Ábramo, 2008).

El estudio de los cambios de residencia en relación con diferentes variables socio-espaciales asociadas a las condiciones de vida, permite conocer la dinámica de la división social del espacio urbano (Duhau, 2003).[2] Mientras que los grupos con ingresos económicos suficientes pueden elegir la localización y el tipo de vivienda, los sectores vulnerables se enfrentan con múltiples limitaciones para dar respuesta a sus necesidades habitacionales impuestas, sobre todo por el mercado laboral, de suelo y vivienda. De este modo, las desiguales capacidades que tienen las personas para acceder y construir el territorio ponen de manifiesto diversos procesos de diferenciación socio-espacial.

El desarrollo de este artículo se enmarca en una línea de investigación más amplia centrada en el estudio de las manifestaciones de la desigualdad en el territorio y su relación con los procesos de conformación, producción y uso de las ciudades intermedias del noroeste argentino. En este caso, investigar las prácticas inherentes a la movilidad residencial aporta otra mirada al análisis de la dinámica residencial. El objetivo de este trabajo es identificar y analizar los cambios de residencia de los sectores populares del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán –localizado en el noroeste argentino[3]– a partir de tres dimensiones principales: la localización del barrio destino, las trayectorias y estrategias residenciales implementadas y las características de la vivienda. Para su desarrollo se tomó como caso de estudio el barrio Los Vásquez ubicado hacia el sureste del aglomerado, en una de las zonas más degradadas y con malas condiciones ambientales de la ciudad, en un entorno que se caracteriza por la presencia de asentamientos populares con elevados índices de informalidad, vulnerabilidad y pobreza (Boldrini, 2018). La reconstrucción de los cambios de residencia de las familias y sus miembros permitió construir una línea de base sobre el estudio de la movilidad residencial de los sectores populares en el aglomerado. Entender cómo las personas construyen la ciudad al elegir –cuando pueden– dónde vivir permitirá repensar las políticas urbanas con el objetivo de lograr una mayor igualdad entre las personas y un acceso equitativo a la ciudad. Además, esta perspectiva de análisis en los estudios inherentes a la desigualdad social contribuirá a la elaboración de formas alternativas de gestión urbana y ordenamiento territorial frente a los procesos de segregación y fragmentación en marcha.

La movilidad residencial como proceso constitutivo del territorio

Los procesos de configuración y/o reestructuración territorial en sus diferentes escalas propiciaron el desarrollo de un amplio abanico de movilidades territoriales que abarcan desde la movilidad permanente hasta la inmovilidad, condicionada, sobre todo, por los vaivenes del mercado y por los nuevos patrones de localización de las actividades (Bertoncello, 1994, 2001). Esto conduce a repensar la movilidad de la población entendiendo que tiene diferentes significados y sentidos según las condiciones de vida de las personas y sus posibilidades de relación e integración con el resto del territorio, de modo tal que su inserción social estará determinada, en buena medida, por la capacidad y las posibilidades que tengan para desplazarse (Le Breton, 2006). La movilidad debe comprenderse como un importante capital social en tanto permite el acceso de los individuos a una red de relaciones sociales, conocimientos y territorios distintos (Le Breton, 2004; Kaufmann, 2014) imprescindibles para el desarrollo de su vida cotidiana (Avellaneda y Lazo, 2011). Desde esta perspectiva Kaufmann (2020) propone entender a la movilidad territorial como un fenómeno que involucra tanto un cambio social como un cambio (o movimiento) espacial. Vargas utiliza el término movilidad significativa para referirse a toda “movilidad espacial realizada por el ser humano que produce un cambio en su posición social y, por ende, modifica la identidad del individuo. Aquí pueden considerarse los diferentes cambios de residencia que el ser humano atraviesa a lo largo de su ciclo de vida…” (2020: 3).

En este contexto, la movilidad residencial es entendida como aquellas prácticas socio-espaciales vinculados con el cambio del lugar de residencia. Estos cambios pueden provocar modificaciones tanto en la forma de tenencia, tipo y calidad de la vivienda y/o en la localización de la misma, como en las condiciones de vida de las familias.[4] Al hablar de condiciones de vida se alude a la combinación de ciertos niveles de carencia y de satisfacción de diferentes dimensiones económicas, sociales y ambientales asociadas con las nociones de pobreza (carencia) y calidad de vida (logro) (Llovet y Scarponetti, 2019; Celemín y Velázquez, 2011; Velázquez 2008).[5] Pone de manifiesto las diferencias socioeconómicas que existen en una sociedad y que repercuten en diversos ámbitos como vivienda, salud, educación y condiciones ambientales, entre otros (Paolasso, Longhi y Velazquez, 2019).

Elegir –cuando se puede– la localización de la vivienda es optar por una relación con la ciudad y su entorno inmediato tanto físico como social (Bonvalet y Dureau, 2002). El cambio de lugar de residencia de los hogares y sus miembros pone en evidencia la relación entre la posición que ocupan en la estructura social y la capacidad de apropiación diferencial de las distintas partes que componen la ciudad vinculada con la desigual provisión de infraestructura, accesibilidad, calidad y tipo de viviendas, espacios de esparcimiento colectivos y al status simbólico que otorgan los barrios, entre otros aspectos (Ramírez, 2018; Di Virgilio, 2014).

Las pautas de movilidad residencial se definen a partir de la relación entre oportunidades y limitaciones habitacionales y posibilidades y expectativas de los grupos familiares, que se configuran a partir de condicionantes individuales y contextuales. Los primeros se refieren principalmente a la etapa del ciclo de vida de los integrantes de la familia, composición familiar, capacidades económicas, autopercepción y percepción del entorno barrial y de la vivienda en la cual se habita. Mientras que los segundos hacen referencia a factores estructurales como la dinámica del mercado de suelo y/o vivienda nueva y/o vacante, la dinámica del mercado de trabajo, la localización y el entorno del barrio destino y la disposición y acceso a servicios de infraestructura y equipamiento social (Cruz y Xavier, 2011 y Knox, 1982, en Di Virgilio 2014:13; Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012; Jiménez Blasco, 1989). Las diferentes relaciones establecidas entre dichos condicionantes dan lugar al establecimiento de determinadas trayectorias (dirección de los cambios de residencia) y estrategias residenciales (motivos que guiaron la decisión acciones implementadas) (Di Virgilio, 2014; Duhau, 2003; Dureau, 2002).

De este modo, el contexto territorial adquiere un rol fundamental como dimensión constitutiva de la situación social en que se encuentran los grupos sociales (Molinatti, Rojas Cabrera y Peláez, 2014). Incorporar la dimensión territorial en el análisis de la movilidad residencial implica mirar los entornos barriales, en tanto es un factor crítico al momento de comprender los cambios de residencia. Su importancia radica en su capacidad para estimular o limitar el desarrollo de prácticas habitacionales (trayectorias y estrategias) que generan acceso o no al uso complejo de la ciudad (Di Virgilio, 2014; Bonvalet y Dureau, 2002)[6].

Las trayectorias residenciales reflejan la direccionalidad de los cambios de residencia. Como explica Di Virgilio (2011), estas trayectorias no son aleatorias, sino que responden a una serie de estrategias y decisiones tomadas por las familias y sus hogares para acceder al hábitat y la vivienda y llevadas a cabo teniendo en cuenta la posición que ocupan en la estructura social, sus formas de relacionarse, el uso que hacen del espacio y la manera en cómo interpretan la realidad a través de sus experiencias personales y de su sistema de valores, es decir bajo un determinado habitus.[7] 

De este modo, los cambios de residencia reflejan los diferentes modos de las familias para insertarse en el territorio. No obstante, estas familias y sus hogares tienen márgenes limitados de elección y sus estrategias para dar respuesta a sus necesidades de vivienda están sujetas a una estructura de opciones (Di Virgilio, 2014). En este contexto, los sectores populares se encuentran en peores condiciones al enfrentarse con múltiples limitaciones a la hora de elegir donde vivir impuestas, sobre todo, pero no exclusivamente, por los mercados de suelo y vivienda, de este modo sus posibilidades de elegir se tornan muy reducidas.

Aproximaciones metodológicas

El estudio de la movilidad residencial y su tratamiento dependen en gran medida de la información disponible sobre la problemática. Las principales fuentes de información socio-demográfica en el país –el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas y la Encuesta Permanente de Hogares– contemplan la movilidad de la población a escala departamental y a través de dos variables principales (lugar de residencia cinco años atrás de la fecha del censo y lugar de residencia actual), invisibilizando las múltiples situaciones existentes al interior de la ciudad y sus diferentes sectores y/o barrios. Es por ello que para comprender la dinámica y las particularidades de la movilidad residencial hacia el interior del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán es preciso recurrir a un estudio más profundo a través de otro tipo de variables y escalas de análisis. No obstante, los datos presentados no pueden considerarse como una muestra representativa de los cambios de residencia de los sectores populares de esta ciudad, se trata de un estudio de caso que permite poner de manifiesto las particularidades del fenómeno a estudiar (Marradi et al., 2012) y cuyos resultados son susceptibles de compararse con estudios desarrollados en condiciones similares.

El enfoque propuesto implicó un abordaje mixto para la recolección y el análisis de los datos en tanto implica la combinación de perspectivas teóricas, epistemológicas y metodológicas en un estudio (Mendizábal, 2019; Tashakkori y Teddlie, 1998; Baranger, 2009). Como señalan Creswell y Plano Clark (2007, en Mendizábal, 2019, p. 244) “la investigación con métodos mixtos implica (…) la aproximación cualitativa y cuantitativa en muchas fases del proceso de investigación (…). El uso de la aproximación cualitativa y cuantitativa, en combinación, provee una mejor comprensión de los problemas de investigación que una aproximación sola”.

En este marco, se elaboró una herramienta de investigación flexible, a través de un diseño secuencial exploratorio (Mendizábal, 2019; Guber, 2009), que incorporó interrogantes orientados a la recolección de datos cualitativos poco conocidos sobre el problema a abordar –al estilo de una entrevista semiestructurada con preguntas abiertas– junto con preguntas destinadas a la obtención de datos cuantitativos sobre aspectos que caracterizan el área de estudio en sus diferentes escalas –al estilo de una encuesta–. En esta investigación, se optó por denominar a dicho instrumento como ficha de relevamiento socio-habitacional.

Los datos que se presentan a continuación son el resultado de un relevamiento realizado en el año 2016 en el barrio Los Vásquez. Se relevó al 26,5% del total de las familias que residen en el barrio (ese año se identificaron 200 familias, no obstante se estima que en la actualidad esta cifra se incrementó), es decir que se completaron 53 fichas de relevamientos socio-habitacional[8]. La selección de las familias se hizo a través de la técnica bola de nieve, procedimiento que permite elegir a los encuestados en forma arbitraria teniendo en cuenta su disponibilidad para participar (Scribano, 2008; Marradi et al., 2012). Se entrevistaron jefes/as de hogar, sus cónyuges u otros miembros con diferentes parentescos con el/la jefe/a de hogar. Del total dieciocho personas tenían entre 18 y 30 años; diecinueve entre 31 y 40; siete entre 41 y 50 años; cinco entre 51 y 60; tres más de 61 años; y solo una persona no quiso revelar su edad. Se trata de grupos familiares extensos donde aproximadamente el 57% del total de sus integrantes –es decir unas 135 personas– son menores de 18 años. Las fichas de relevamiento incluyeron variables espaciales, demográficas, habitacionales y socio-económicas destinadas a comprender los cambios de residencia de la población (Cuadro Nº 1).

Para complementar la información obtenida en la ficha y ampliar el horizonte interpretativo de los procesos socio-espaciales que se suceden en el barrio, se llevaron a cabo otras actividades durante el periodo 2016-2022. Durante este lapso se realizaron 14 talleres en los que participaron en forma rotativa los habitantes del barrio destinados a identificar las problemáticas existentes, jerarquizarlas y proponer posibles soluciones –teniendo en cuenta la presencia de instituciones estatales y organizaciones sociales–. Entre los resultados obtenidos se destaca la elaboración del mapa cualitativo barrial en el que se expresa de manera gráfica la conformación del barrio y sus principales problemáticas, y el proyecto arquitectónico del Club Social, Cultural y Deportivo. Estas acciones están destinadas a promover la mejora de las condiciones de vida de sus habitantes y del barrio en el que viven. Asimismo, se participó de múltiples reuniones grupales, siete asambleas y dos mingas de trabajo; y de festividades como el día del niño, bingos y loterías solidarias, para fortalecer y consolidar los vínculos entre habitantes y técnicos y fortalecer el proceso de mejora participativa. En todo momento se realizó observación con participación para obtener notas de campo.

Teniendo en cuenta los diferentes aspectos involucradas en los procesos de movilidad residencial, la mirada se centró en el análisis interrelacionado de tres dimensiones: la localización y el entorno del barrio destino en el contexto urbano; las trayectorias y estrategias residenciales, es decir la direccionalidad del cambio de residencia y los motivos que guiaron las decisiones implementadas; y la forma de tenencia de la vivienda, tipo y características. En este artículo se reconstruyó el último tramo de las trayectorias y estrategias residenciales de los grupos familiares encuestados teniendo en cuenta el lugar de residencia anterior y los motivos que condujeron a la mudanza. Se optó por referir a este abordaje, aunque sea en forma limitada, en tanto pone en evidencia las situaciones habitacionales en las que viven estos grupos.

Cuadro Nº 1. Dimensiones y variables relevadas en la ficha de relevamiento socio-habitacional

Entorno donde se localiza el barrio

Principales vías de circulación; puntos de referencia externos (instalaciones industriales o centros de provisión de infraestructura urbana); barrios cercanos; ríos y/o canales de desagüe.

Características del barrio

Límites; espacios públicos; puntos de referencia internos (merenderos y comedores sociales); organización espacial (manzanas, zonas, etc.); provisión de servicios públicos; zonas inundables por agua de lluvia y/o desborde de ríos y/o canales de desagüe.

Educación

Establecimientos educativos a los que asisten; asiste a la escuela (nivel que cursa); asistió a la escuela (máximo nivel alcanzado).

Salud

Acceso a la salud pública; cobertura social.

Economía

Integrantes del hogar que trabajan; tipos de trabajos que realizan; relación laboral; expectativas laborales.

Vivienda

Material del piso, paredes y techos; cantidad de ambientes del hogar; provisión de agua de la vivienda; mecanismo de eliminación de excretas; combustible utilizado para cocinar, calefaccionar y refrigerar; convivencia con otros usos de la vivienda; inundación de la vivienda por agua de lluvia y/o desborde de ríos y/o canales de desagüe.

Fuente: Base de datos del equipo de vinculación tecnológica MHaPa (2016).

El contexto urbano

El barrio Los Vásquez se localiza en el sureste del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán. Este aglomerado se caracteriza por una desigual distribución de la población y fuertes diferencias en el tejido social vinculado, sobre todo, con las condiciones socio-económicas de sus habitantes (Malizia et al., 2018). Estas diferencias responden a una localización de carácter histórico-identitario y ambiental, acompañado por niveles disímiles de infraestructura, accesibilidad, servicios y equipamiento comunitario, profundizando la brecha entre sectores de escaso y elevado poder adquisitivo. Su proceso de crecimiento y expansión se encuentra determinado, principalmente, por el accionar de distintos actores (sobre todo privados) que conducen la ocupación del territorio en función de sus características ambientales, dando como resultado una estructura espacial fragmentada caracterizada por la presencia de islas inconexas y por la progresiva profundización de la desigualdad social (Malizia et al., 2018)[9]. En presencia de un Estado que no regula las asimetrías de poder y que en muchos casos las favorece, en este aglomerado proliferaron las urbanizaciones cerradas (Malizia, 2011), aumentaron los asentamientos informales (Boldrini, 2018) y se multiplicaron las obras de vivienda pública (Gómez López, Cuozzo y Boldrini, 2015) (Figura Nº 1).[10]

Los Vásquez está ubicado en un área de la ciudad relativamente homogénea donde prevalecen los barrios populares con un elevado grado de informalidad urbana asociado tanto con la tenencia de la vivienda como con sus condiciones materiales y el acceso a bienes y servicios de infraestructura básicos. Se localiza sobre la ribera del río Salí. Este río, con orientación norte-sur, ubicado hacia el este del municipio capitalino, acarrea importantes problemas para los sectores allí asentados, dado su elevado nivel de contaminación y el tratamiento inadecuado de sus márgenes.[11] Representa, además, una barrera natural que actúa como un límite a partir del cual se incrementa la diferenciación social (Malizia et al., 2018).

Figura Nº 1. Localización de Los Vásquez en el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán

Fuente: Base de datos de Malizia y Boldrini; Instituto Provincial de Vivienda y Desarrollo Urbano de Tucumán; Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales sobre la base de Córdoba 2017.

Además, en sus alrededores también se ubica la Planta Depuradora de Líquidos Cloacales San Felipe destinada al tratamiento de las aguas residuales urbanas (en funcionamiento desde el año 2013); el ex vaciadero de residuos sólidos urbanos Los Vásquez (abierto a principios de la década del ’90 y cerrado a fines de 2004); la ex planta de disposición final Pacará Pintado destinada al tratamiento integral de residuos sólidos urbanos (abierta entre 2000-2012) y en donde actualmente funciona la planta de transferencia de residuos sólidos urbanos San Felipe; las instalaciones de la Empresa 9 de Julio donde funciona una planta de tratamiento de residuos patológicos; y el Mercado de Concentración Frutihortícola de Tucumán (Mercofrut, inaugurado en el año 1998) que concentra, principalmente, la venta mayorista y minorista de frutas y hortalizas. Además, en el área existen múltiples microbasurales a cielo abierto dispersos en las márgenes del río Salí y en la avenida de circunvalación, todos cercanos a la trama urbana (Observatorio de Fenómenos Urbanos y Territoriales, 2017) (Figura Nº 1).[12]

La presencia de instalaciones de este tipo y de microbasurales en los alrededores del barrio promueve la proliferación de vectores –potenciales transmisores de enfermedades–, el deterioro del paisaje, la contaminación ambiental y condiciones de vida no sostenibles para quienes habitan en sus inmediaciones (A. Malizia et al., 2020); y contribuye para que la zona sea considerada la más vulnerable, degrada y contaminada del aglomerado.

Los Vásquez como destino

El proceso de poblamiento del barrio fue paulatino. Se inició mediante la ocupación informal durante las últimas décadas del siglo XX cuando se registró la presencia de familias dispersas –el 18,9% de los/as encuestados/as se mudó al barrio con anterioridad a la instalación del vaciadero Los Vásquez a principios de la década del ‘90–. No obstante, el auge de su conformación comenzó con la apertura del vaciadero de residuos sólidos urbanos en torno al cual se fueron desarrollando diversas actividades vinculadas con la recolección, separación, clasificación y venta de los materiales que se desechan.[13] El 35,8% se trasladó mientras el vaciadero se encontraba en funcionamiento en busca de una fuente de trabajo y alimento, pero también en busca de un lugar donde vivir, poniendo en marcha diversos mecanismos para acceder al hábitat y a una vivienda. El 45,3% restante llegó luego del cierre definitivo del vaciadero, en el marco de la continuidad de un proceso de informalidad, empobrecimiento y profundización de las condiciones de desigualdad (Boldrini, 2018).

En la actualidad abarca cinco manzanas irregulares en las que habitan unas 200 familias aproximadamente cuyas condiciones de vida se encuentran entre las más pobres y vulnerables del aglomerado, dado sus problemas laborales, educativos y habitacionales. Sus habitantes viven del trabajo precarizado e informal. Continúan desarrollando, aunque en menor medida, prácticas asociadas a la separación y venta de residuos combinado con la realización de changas, venta ambulante, y en tareas enmarcadas en las Cooperativas de Trabajo creadas por el Estado. Además, en unas pocas viviendas funcionan micro emprendimientos productivos –por ej. servicios de herrería– y/o comerciales –por ej. un kiosco– y merenderos y comederos sociales que atienden en forma prioritaria las demandas y necesidades de los niños/as y jóvenes del barrio[14].

En cuanto a las condiciones educativas, de las 103 personas mayores de 18 años relevadas, el 51,4% no finalizó los estudios primarios, el 3,9% los estudios secundarios y el 6,8% nunca asistió a la escuela; mientras que solo el 6,9% finalizó los estudios primarios, el 6,8% los secundarios y el 3,9% asiste en la actualidad a una escuela para adultos. El 20,3% restante no quiso responder esta pregunta mostrando cierta incomodidad ante la misma. En cambio, del total de los menores de edad en condiciones de asistir a un establecimiento educativo (es decir 118 personas que tienen entre 4 y 18 años), el 14,4% asiste a preescolar, el 51,7% se encuentra cursando el nivel primario y el 19,5% el nivel secundario; mientras que el 11,9% abandonó los estudios primarios y/o secundarios y los restantes no quisieron brindar esta información (2,5%).

En Los Vásquez las calles son de tierra y están en mal estado, tienen agua estancada proveniente de los precarios sistemas de desagüe de las viviendas y, en época de lluvias se inundan, dificultando la circulación de los vecinos en forma permanente. Los espacios públicos y el equipamiento comunitario son escasos y/o nulos y no están debidamente cualificados. Ante estas situaciones los/as vecinos/as llevan adelante desde hace 8 años aproximadamente un proceso participativo de mejora del hábitat, cuyo avance sostenido en el tiempo supera las demandas vinculadas exclusivamente con el espacio público (usualmente prioritarias en los procesos de participación barrial).

A partir de los resultados obtenidos en las encuestas se reconstruyó el último tramo de las trayectorias residenciales de las familias y se las clasificó en cuatro categorías en función de la escala espacial y de su procedencia de ámbitos urbanos y/o rurales tanto de la provincia como de otras provincias del país, y del extranjero: movilidad intraurbana; intraprovincial; interprovincial e internacional (Figura Nº 2).

Figura Nº 2. Tipos de movilidad residencial identificadas

Fuente: Base de datos del equipo de vinculación tecnológica MHaPa (2016).

La movilidad intraurbana aporta la mayor parte de los movimientos residenciales e incluye dos variantes. La primera, denominada movilidad interbarrial se refiere a un patrón de movilidad cateterizado por traslados de corta distancia cuyo punto de origen se localiza en distintas áreas del aglomerado Gran San Miguel de Tucumán –incluye a 33 familias–. La segunda, movilidad intrabarrial, se refiere a aquellos movimientos que tienen su punto de origen y destino en el interior del mismo barrio –abarca a 7 familias–. De este modo, del total de encuestados/as el 75,5% pusieron en marcha dinámicas inherentes a un proceso de movilidad intraurbana, y de éstos el 81,5% tuvo su punto de partida –es decir la localización anterior de sus hogares– en otro barrio popular de la ciudad poniendo de manifiesto la situación de vulnerabilidad socio-espacial en la que se encuentran pese a los cambios de residencia (Figura Nº 3).  

Figura Nº 3. Movilidad intraurbana y sus variantes interbarrial e intrabarrial

Fuente: Base de datos del equipo de vinculación tecnológica MHaPa (2016).

La movilidad intraprovincial –abarca al 15,1% de los encuestados/as– se refiere a aquellos movimientos que incluyen trayectos desde distintos municipios y comunas rurales del interior de la provincia de Tucumán hacia el barrio Los Vásquez. Se caracteriza por trayectos de mediana distancia y refleja la llegada de familias en busca de mejores condiciones de vida, en tanto consideran que vivir en la ciudad les brindará mejores posibilidades laborales[15]. Vivir en la ciudad confiere una mayor accesibilidad a la centralidad principal de la provincia y a ciertos bienes y servicios (Figura Nº 4).

La tercera categoría se refiere a la movilidad interprovincial y alude a aquellos movientes generados entre provincias de Argentina. Este tipo de movilidad es relativamente baja en comparación con las anteriores –abarca al 7,5% de los encuestados/as– y sus miembros provienen sobre todo de la provincia de Santiago del Estero, localizada hacia el este de Tucumán. Estos trasladados responden principalmente a situaciones familiares y/o económicas como la formación del propio núcleo familiar o la búsqueda de trabajo (Figura Nº 5).

Figura Nº4. Movilidad intraprovincial

Fuente: Base de datos del equipo de vinculación tecnológica MHaPa (2016).

Por último, la movilidad internacional, tal como su nombre lo indica se refiere a las dinámicas de movilidad desarrolladas por aquellas familias que tiene su lugar de origen en otro país. Este caso en particular tiene muy poca incidencia en el análisis propuesto en tanto solo una familia proviene de Bolivia, ubicado al norte de Argentina.

Figura Nº 5. Movilidad interprovincial

Fuente: Base de datos del equipo de vinculación tecnológica MHaPa (2016).

Las trayectorias residenciales identificadas reflejan la direccionalidad de los cambios de residencia y responden a diferentes estrategias, es decir que los motivos que guiaron tales decisiones son variados. Como señala Delaunay y Dureau (2004), las decisiones de la nueva localización de la vivienda se producen en la intersección entre el significado que las personas le confieren a la ubicación de la vivienda en la ciudad y la consideración de los recursos disponibles familiares, extra familiares, del barrio y de la propia ciudad. Las decisiones de la nueva localización están condicionadas por las experiencias urbanas (Cosacov, 2017), es decir por las representaciones sociales que las personas construyen en torno a la ciudad y al barrio.

A partir de las respuestas obtenidas se elaboraron cuatro categorías de análisis (Figura Nº 6). Aproximadamente la mitad de los/as encuestados/as optaron por mudarse por motivos familiares entre las que cabría resaltar la emancipación del hogar materno/paterno, la formación del propio núcleo familiar, y la cercanía a redes de sociabilidad y ayuda mutua –principalmente familiar–. Autores como Bonvalet y Dureau (2002), Di Virgilio (2011) y Cosavoc (2014) resaltan la importancia de las redes sociales y/o de parentesco a la hora de decidir los cambios de residencia.

Figura Nº 6. Motivos que guiaron los cambios de residencia

Fuente: Base de datos del equipo de vinculación tecnológica MHaPa (2016).

El 28,3% hizo referencia a motivos económicos. Mencionaron tanto situaciones adversas por las que atravesaron como la pérdida y/o falta de trabajo como la posibilidad de acceder a un terreno y una vivienda y en las cuales, además, poder criar animales (chanchos, gallinas y caballos) para consumo del grupo familiar y/o para su comercialización. En este caso se trata de una tenencia insegura (Nuñez, 2016; Villatoro, 2017) que, pese a sus condiciones de informalidad, representa cierta estabilidad en la vida de los habitantes del barrio. En menor medida mencionaron aspectos vinculados con la disconformidad y el malestar percibido en el barrio de origen vinculado, sobre todo, con hechos de violencia e inseguridad experimentados por algún miembro del grupo familiar. La última categoría está integrada por aquellos encuestados/as que se negaron a responder a esta pregunta mostrando falta de interés ante la misma o bien desconocimiento de la respuesta. El análisis de estas decisiones pone de manifiesto las estrategias residenciales desplegadas por los actores sociales, se trata de un conjunto de prácticas y decisiones que los grupos familiares adoptan –en este caso en particular del/la jefe/a de hogar– con el objetivo de acceder tanto a una vivienda como a un hábitat que satisfaga sus necesidades no cubiertas en la vivienda y barrio de origen.

Las condiciones habitacionales de las viviendas

La posibilidad de acceder a un terreno y una vivienda aparece como el punto de llegada deseado. Constituye un factor de peso en la toma de decisiones al momento de cambiar el lugar de residencia y, en muchos casos, se privilegia por sobre las condiciones mínimas de habitabilidad (Di Virgilio y Gil y de Anso, 2012). No obstante, la tenencia de la vivienda es informal (Nuñez, 2017), en tanto no poseen documentación legal (escritura y/o boleto de compra-venta) que acredite su propiedad. En el 39,6% de los casos la instalación en el barrio se produjo a través de la compra informal del terreno a familiares y/o vecinos/as que vivían con anterioridad en ese lugar y cuyo trámite quedó asentado en un comprobante firmado en una dependencia policial. Esta situación podría definirse en términos de la Villatoro (2017: 29) como “ocupación irregular”. En cambio, el 32,1% mencionó que ocuparon directamente el terreno e instalaron sus viviendas. Al 24,5% restante o bien se los cedió (18,9%) o se los prestó (5,7%) algún familiar. Unos pocos encuestados/as optaron por no brindar esta información al sentirse interpelados por la pregunta. En todos los casos la imposibilidad de adquirir un terreno y/o vivienda en el mercado formal de tierras se vincula estrechamente con la dinámica laboral que acarrea dificultades para ahorrar y acceder al sistema financiero formal (Comas y Marques, 2017).  

Predominan las viviendas unifamiliares con escaso o nulo grado de consolidación que se pone de manifiesto en el tipo y características de materiales utilizados para construirlas y en la provisión de los servicios básicos. El 67,9% de las viviendas analizadas tiene 3 ambientes en los que se desenvuelve la vida cotidiana familiar: una habitación en la que duermen todos los miembros, un baño y un espacio genérico en el que cocinan, comen y realizan actividades de esparcimiento. Son escasas las casas que poseen dos habitaciones u otros espacios similares. Además, todas cuentan con espacio exterior (techado o no) en el que también realizan múltiples actividades.

Los materiales utilizados en el piso, paredes y techos de las viviendas y su calidad constructiva son bastante similares. El material predominante del piso es el contrapiso de cemento, seguido por la tierra apisonada o bien una combinación de ambos. En las paredes predomina el uso de bloques de cemento, seguido por una combinación de estos con ladrillo y madera. En los techos el material preponderante es la chapa.

La provisión de servicios básicos es insuficiente. El único servicio instalado en cada vivienda de manera formal es la red de luz eléctrica. Sin bien la mayoría de los/as vecinos/as tienen instalados medidores, las conexiones intradomiciliarias son deficitarias. No hay red de gas natural y los/as vecinos/as recurren al uso combinada de garrafas de gas y leña para cocinar y calefaccionar sus hogares en época invernal. La provisión de agua potable es clandestina, las viviendas poseen conexiones informales a través de mangueras instaladas en forma precaria por los/as vecinos/as. Solo el 22,6% de los/as encuestados/as dispone de agua en el interior de sus viviendas; mientras que el 71,7% tiene instalada la canilla afuera de la vivienda, pero adentro del terreno; y el 3,8% no posee agua, es decir que para acceder a la misma debe trasladarse hasta la casa de algún vecino/a.

El sistema de desagote de desechos cloacales es uno de los servicios básicos menos extendido en el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán y esta situación repercute de manera negativa en los sectores de escaso poder adquisitivo, en tanto sus acciones para solucionar dicha ausencia no suelen resolverse de manera apropiada (Boldrini, del Castillo y Malizia, 2014). Como explica Clichevsky (2002) en las zonas sin ningún tipo de red de saneamiento, la proximidad entre pozos ciegos y perforaciones de agua constituye un factor que agrava la contaminación, ya de por sí existente en la zona, dada la mala calidad constructiva de dichas obras sanitarias. El 75,5% de las viviendas tiene pozo ciego sin tratamiento adecuado; el 5,7% tiene pozo ciego con cámara séptica; y el 18,8% restante no supo explicar el sistema de desagüe existente en su vivienda. Además, el 73,5% de las viviendas tiene letrina mientras que el 3,8% no posee baño en sus domicilios. Solo el 18,9% dispone de inodoro con descarga de agua. Los restantes (3,8%) optaron por no responder a la pregunta.

El análisis del tipo y características de las viviendas pone de manifiesto las exiguas condiciones de habitabilidad en la que se encuentran los/as encuestados/as y sus grupos familiares. Éstas impactan directamente en sus condiciones vida y se torna aún más crítica si se conjugan con las malas condiciones ambientales que prevalecen en el barrio y sus alrededores. No obstante, y pese a estas situaciones críticas, los/as encuestados/as optaron por mudarse a Los Vásquez en tanto esto representa, como factor preponderante, la posibilidad de tener una vivienda propia. La elección de este lugar como destino de sus trayectos residenciales permite vincular sus estrategias –es decir los motivos que guiaron las decisiones para el cambio de lugar residencia– con la estructura urbana del aglomerado poniendo en evidencia desiguales modos de habitar la ciudad.

Reflexiones finales  

Analizar los cambios de lugar de residencia de la población en general, y en este caso en particular de los sectores populares, permite incorporar otra mirada en el estudio de la dinámica residencial que configura paulatinamente a la ciudad. Al mismo tiempo contribuye para comprender su incidencia en la división social del espacio y en la profundización de las desigualdades socio-espaciales. Los procesos de movilidad residencial marcan también modos de apropiación y usos del territorio y acentúan esta diferenciación en tanto los grupos con mayor poder adquisitivo tienen a mudarse hacia zonas con mejores infraestructura y servicios, es decir que pueden elegir donde vivir; mientras que los sectores más empobrecidos tienden a instalarse en zonas degradas y con elevados índices de vulnerabilidad social y ambiental y en cuyo caso la decisión está supeditada a múltiples limitaciones impuestas, sobre todo, por el mercado laboral, de suelo y vivienda.

En la elección del lugar de residencia se conjugan factores individuales – composición familiar, capacidades económicas y percepción del entorno barrial, entre otros– y contextuales y/o estructurales –dinámica del mercado de suelo, vivienda y trabajo, disposición y acceso a servicios de infraestructura y equipamiento social, entre otros–. Como resultado, se generan diferentes trayectorias residenciales que responden a una serie de estrategias y decisiones implementadas por las familias y sus miembros para acceder al hábitat y la vivienda y que reflejan sus modos de insertarse en el territorio.

En el barrio destino se busca no solo la posibilidad de acceder a una vivienda, aunque la tenencia sea informal, sino también la cercanía a redes de sociabilidad y ayuda familiar; aun cuando esto implique, en ciertos casos, disminuir y/o sostener condiciones mínimas habitacionales que tenían en el lugar de origen. En efecto, un elevado porcentaje de los hogares estudiados tuvo su punto de partida en otro barrio popular de la ciudad. Esta dinámica pone de manifiesto una continuidad en las condiciones de vida vulnerables en las que se encuentran estos hogares y que se sostienen pese a los cambios en el lugar de residencia.

Esta situación pone al rol del Estado en el centro del debate en la medida en que es el responsable de garantizar y regular el acceso al hábitat a través de sus diferentes programas y/o proyectos vinculados con el mercado laboral, de suelo y vivienda. La falta de planificación territorial reproduce y retroalimenta las magras políticas territoriales y habitaciones implementadas. Estas políticas suelen ser sectoriales y están orientadas a los grupos con ingresos económicos medios y altos. Si bien en la actualidad se están desarrollando e implementando proyectos de mejora barrial en asentamientos informales en el marco del Registro Nacional de Barrios Populares, su impacto en las condiciones de vida de la población aún no es perceptible.[16] De este modo es necesario repensar las políticas urbanas con el objetivo de lograr una mayor igualdad entre las personas y un acceso equitativo al hábitat.

Por último, los resultados obtenidos constituyen una aproximación al estudio de la movilidad residencial de los sectores populares en el aglomerado Gran San Miguel de Tucumán y permiten construir una línea de base sobre la temática. Si bien en este estudio se reconstruyó el último tramo de las trayectorias y estrategias residenciales de los grupos familiares del barrio Los Vásquez, los hallazgos obtenidos podrían ser susceptibles de compararse con las trayectorias y estrategias residenciales implementadas por las familias de otros barrios populares en condiciones similares. Asimismo, es preciso profundizar la mirada y analizar los procesos de movilidad residencial llevados a cabo por otros grupos sociales con diferente poder adquisitivo con el objetivo de realizar estudios comparativos tendientes a la elaboración de propuestas de planificación urbanas que tengan en cuenta las múltiples y diversas condiciones de vida existentes en la ciudad.

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Notas

[1] Licenciada en Trabajo Social y Doctora en Ciencias Sociales con orientación en Geografía (FFyL-UNT). Investigadora adjunta del CONICET. Coordinadora del área urbana del Programa Mejora Participativa del Hábitat (STAN-CONICET).

[2] Según este autor la división social del espacio se refiere a las diferencias en la localización intraurbana o intrametropolitana de diferentes grupos sociales, relacionadas principalmente con el mercado inmobiliario, es decir con el costo de la vivienda y los costos derivados de habitar en determinadas áreas, pero que no debe considerarse como el producto de la exclusión forzada o buscada por ciertos grupos sociales (Duhau, 2003).  

[3] Esta región incluye las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y Santiago del Estero. Es históricamente la más pobre del país, presenta el menor desarrollo en el contexto nacional, concentra los niveles más elevados de analfabetismo, desempleo y pobreza, y registra las peores condiciones de vida de todo el país (Paolasso, Longhi y Velazquez, 2019). De acuerdo con el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas realizado en el año 2010, el 15,42% de los hogares presentaban Necesidades Básicas Insatisfechas; y el Índice de Bienestar era de 6,33 (Velázquez et al., 2014).

[4] Los primeros estudios sobre movilidad residencial intra-urbana en América Latina fueron desarrollados a fines de la década del ’70 y principios de los ’80 por Gilbert y War y se centraron en la movilidad de los sectores populares de Bogotá y México (Ramirez, 2018). Posteriormente en la década del ’90 surgieron los estudios de Delaunay y Duereau (2004) para Bogotá; de Olivera Lozano (1992) para México y Smolka (1992) para Brasil vinculados con el impacto de estos procesos en la configuración urbana y la estratificación y segregación residencial. Luego, a partir del 2000 los estudios se extendieron a las ciudades de Santiago de Chile y Sao Pablo en un estudio comparado para relevar el conjunto de las dinámicas de movilidad que afectan a esas ciudades (Dureau et al., 2011; citados por Cosacov, Di Virgilio y Najman, 2018, pp. 103-104). Y más recientemente se encuentran los estudios de Di Virgilio (2007), Cravino (2008) y Cosacov (2014), entre otros, sobre esta temática.

[5] Mientras que la pobreza “es una medida de carencia de quienes no llegan a alcanzar un umbral mínimo establecido; la calidad de vida “es una medida de logro respecto de un umbral establecido como óptimo teniendo en cuenta […] la escala de valores prevaleciente en la sociedad” (Velázquez, 2001: 14-15)

[6] Las dimensiones asociadas a las trayectorias y estrategias residenciales suelen adoptar una perspectiva temporal a largo plazo que excede una etapa específica del ciclo vital del hogar e implica balances, motivos y oportunidades que están presentes a lo largo de la historia familiar (Comas y Marquez, 2017).

[7] El habitus es un sistema de esquemas de producción de prácticas y un sistema de esquemas de percepción y apreciación de las prácticas. Ambos están disponibles para la clasificación de acuerdo con la propia condición social y, a su vez, objetivamente diferenciadas, teniendo en cuenta la influencia permanente de las condiciones externas (Bourdieu, 1996).

[8] Este relevamiento se llevó a cabo en el marco del proyecto Voluntariado Universitario Jóvenes y Hábitat (Resolución N° 83/2015, periodo 2016-2017) financiado por la Dirección Nacional de Desarrollo Universitario y Voluntariado, dependiente del Ministerio de Educación de la Nación. Durante el relevamiento participaron alumnos de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Tucumán. La información recaba forma parte de la base de datos del equipo de vinculación tecnológica MHaPa. Éste es un Servicio Técnico de Alto Nivel del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) que tiene por objetivo trabajar en la inclusión activa, fundamentalmente de la población en situación de vulnerabilidad, en diversos proyectos de mejora participativa del hábitat.

[9] Durante el periodo 1990-2015 la superficie del aglomerado aumentó un 215%, mientras que su población creció un 40% concentrando más del 60% del total de la población provincial (Malizia et al., 2018). Este crecimiento, sin embargo, no estuvo acompañado por un proceso de planificación y desarrollo acorde que tenga en cuenta las necesidades de los diferentes grupos poblaciones.

[10] En esta investigación se utilizan los términos asentamiento informales y barrios populares como sinónimos, en tanto allí se localizan los sectores populares urbanos con mayor vulnerabilidad socio-habitacional.

[11] En toda su ribera es notable la presencia de residuos. Esto se origina por dos motivos principales. Por un lado, esta zona no cuenta con un sistema de recolección de residuos sólidos urbanos periódico y eficaz, motivo por el cual muchos vecinos/as, luego de separar aquello que se puede usar, vender o intercambiar, quemen la basura en el fondo de sus terrenos y/o la desechen en las proximidades al río. Por el otro lado, en los últimos años aumentó de manera considerable el relleno sanitario de las márgenes del río a través de desechos arrojados por contenedores.

[12] Abarcan desde residuos dispersos en las puertas de los hogares –identificados con los colores más claros en la figura– hasta vertederos informales (de más de 100 mt. de diámetro) con mayor concentración de residuos –marcados con los colores más oscuros–.

[13] Si bien el vaciadero Los Vásquez comenzó a funcionar a principios de la década del ’90, los primeros registros de la zona como sitio para la disposición de residuos sólidos urbanos datan de las primeras décadas del siglo XX (La Gaceta, 16 de octubre de 2017, s/p).

[14] El merendero sostenido por el grupo de jóvenes “Con esperanza nos fortalecemos” forma parte de las actividades y estrategias de reinserción social implementadas por los equipos técnicos de los dispositivos de salud pertenecientes a la Secretaría de Estado de Prevención y Asistencia de las Adicciones del Ministerio de Desarrollo Social Provincial.

[15] En la provincia de Tucumán durante las décadas del ’60 y ’70 el desmantelamiento de la estructura productiva basada en el azúcar ocasionó el cierre de once ingenios azucareros y un proceso de descampesinización que motivó una migración masiva de trabajadores del campo a la ciudad (Osatinsky y Paolasso, 2012). Esto situación que provocó en un primer momento la propagación de las villas y asentamientos informales en la ciudad continúa sucediendo, aunque en menor medida, en la actualidad y su incidencia en el aumento poblacional de los barrios populares es escasa.

[16] En el año 2015 se sanciona la Ley 27.453 para el Registro Nacional de Barrios Populares (RENABAP) con el objetivo de elaborar un registro de los asentamientos informales del país con el fin de reconocerlos, promover la utilidad pública del suelo que ocupan y orientar hacia ellos fondos públicos para la mejora integral del hábitat. Sin embargo, recién a partir del año 2020 comenzaron a instrumentarse dichas políticas.