El debate y la defensa de la Universidad Pública: su necesidad y urgencia en la Argentina de hoy. Artículo de Agustina Polanich Educación, Lenguaje y Sociedad EISSN 2545-7667 Vol. XXIV Nº 24 (Abril 2025) pp. 1-7.
DOI: http://dx.doi.org/10.19137/els-2025-242408
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DOSSIER
Defensa y debate sobre la Universidad Pública: necesidad y urgencia en la Argentina de hoy
Defense and debate on the Public University: necessity and urgency in Argentina today
Agustina Polanich
Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, Argentina
Fecha de recepción: 16/11/2024 / Fecha de aceptación: 13/12/2024
Resumen
Breve análisis sobre la situación actual de la educación y la universidad pública en la Argentina en un contexto de crisis. La autora caracteriza al presente a partir del desfinanciamiento y desacreditación a la cosa pública, por un gobierno nacional que viene por todo. Para ello toma como punto de partida la Reforma Universitaria de 1918 que permitió tener el actual sistema universitario.
Palabras clave: educación pública, educación superior, política, Estado, presupuesto.
Abstract
Brief analysis of the current situation of education and public universities in Argentina in a context of crisis. The author characterizes the present moment from the defunding and discrediting of public affairs by a national government that comes after everything. To do so, she takes as a starting point the University Reform of 1918 that allowed us to have the current university system.
Keywords: public education, higher education, policy, State, budget.
Introducción
Desde 1918 hasta la actualidad, la Argentina cuenta con un modelo universitario que es ejemplo en el mundo. Ese sistema universitario no surge de la nada, sino que es producto de la Reforma Universitaria que, allá por 1918, impulsaron un grupo de jóvenes decididas y decididos a ir contra las estructuras conservadoras y democratizar la Universidad.
La Reforma Universitaria trajo consigo la autonomía, el cogobierno, la libertad de cátedras, la docencia libre, la extensión y el compromiso con la sociedad, la investigación y la ciencia, la educación laica y para todos, la publicidad de los actos universitarios; entre otros principios que hasta el día de hoy rigen en nuestras Universidades.
(…) La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa (Barros et al., 2008).
Este Manifiesto nos ilumina y es nuestra bandera. Nosotras y nosotros -las universitarias y los universitarios de la República Argentina- somos hijas e hijos de la Reforma Universitaria. Gracias a ella, y a la gratuidad que se sancionó en el año 1949, que año tras año, miles de jóvenes logran ingresar, permanecer y egresar de nuestras Universidades, cumpliendo el sueño de muchas y muchos de convertirse en las primeras generaciones de profesionales de sus familias.
Es gracias a la Reforma Universitaria que todos los días, en algún lugar de nuestro país, la hija de un obrero se convierte en médica o el hijo de una ama de casa se recibe de arquitecto. Eso es movilidad social ascendente y es lo que permite nuestro sistema universitario, lo que lo hace único y nos llena de orgullo.
Pero, de 1918 a la actualidad, ¿qué cambió?
De una Reforma sin precedentes a una crisis que pone en jaque absolutamente todo
En la actualidad, la educación pública y nuestro sistema universitario tal y cual como los conocemos, están en emergencia. Cuando pensamos y/o nos preguntamos cuáles son los desafíos de la educación superior hoy, esa o esas respuestas se ven atravesadas por el contexto y la coyuntura política de nuestro país.
En los últimos años, y con los últimos gobiernos nacionales, hemos vivenciado cómo desde el Estado se han impulsado políticas de ajuste y se ha desfinanciado la educación pública. La llegada de Javier Milei a la Presidencia de la Nación no ha venido a cambiar esa lógica sino todo lo contrario, la ha profundizado y la profundiza día a día.
Vivimos en un país con más del 50 % de pobreza, donde 6 de cada 10 chicos y chicas no tienen para comer, donde sólo el 6 % de la población logra acceder a la educación superior y donde el 70 % de las y los docentes y no docentes cobran salarios que están por debajo de la línea de la pobreza.
Es en este contexto desolador que las Universidades Públicas deben continuar siendo puentes, no solo para seguir siendo transformadoras sino también para contribuir a achicar los profundos niveles de desigualdad que atraviesa la Argentina. Niveles que sólo nos permiten cambiar la movilidad social ascendente.
Lo venimos planteando hace tiempo -docentes, no docentes, estudiantes y autoridades-, nuestras universidades públicas están funcionando con un presupuesto que fue fijado en septiembre del año 2022, en un país que ya lleva acumulado más del 300% de inflación interanual. De ese presupuesto en 2024 sólo fueron actualizados, después de grandes movilizaciones y luchas como las del 23 de abril y 2 de octubre, los gastos de funcionamiento. Sin embargo, dichos gastos abarcan sólo el 10% del presupuesto general y el 90% restante corresponde a lo que son salarios, que sigue congelado. De este modo, los salarios de las trabajadoras y trabajadores universitarios han perdido hasta un 40% su poder adquisitivo. Ese es el modelo de educación que plantea el gobierno nacional. El desfinanciamiento, el congelamiento de los recursos y los salarios que no cubren la canasta básica.
La situación de los y las estudiantes tampoco es positiva. Con un panorama inflacionario que empeora constantemente a partir de la desregulación de los precios y el aumento de las tarifas, la situación se vuelve cada vez más crítica. Subas de hasta un 300% en alquileres, aumentos de hasta 155% en servicios básicos y esenciales como luz y gas, subas en artículos de librería y fotocopias y facultades donde no se garantiza el efectivo acceso al material de estudio, becas que están totalmente congeladas y de las que se ha excluido a muchos estudiantes, entre otras cosas.
Muchas veces el camino para privatizar las Universidades es desfinanciarlas y vaciarlas hasta que no puedan funcionar. Me permito preguntar y preguntarnos: ¿es eso, acaso, lo que hay detrás de este brutal desfinanciamiento y menosprecio que estamos sufriendo?
Llegaron hablándonos de la casta y diciendo que iban a terminar con ella, pero resulta ser que, al final, la casta terminamos siendo las y los estudiantes, las y los docentes y todas y todos quienes día a día soñamos con un futuro mejor.
El resultado de las políticas de ajuste y desfinanciamiento de Javier Milei nos dejan a la vista mayor deserción estudiantil, menor ingreso en las Universidades, docentes y no docentes que no llegan a fin de mes y una notable disminución en la capacidad de la educación superior como herramienta emancipadora de los pueblos.
Entonces, frente a eso, ¿cuál es el aporte que nosotros y nosotras -integrantes del sistema universitario- estamos haciendo o debemos hacer? En un contexto que también pone en crisis a las instituciones de la sociedad civil y donde los discursos de odio calan con más profundidad en la sociedad, necesitamos estar poniendo en agenda las necesidades en materia de políticas públicas para achicar las brechas de desigualdad. Necesitamos fortalecer nuestras instituciones y generar más y mejores espacios democráticos que nos permitan acercarnos realmente a la Universidad que queremos. Necesitamos estar activos y movilizarnos. Necesitamos un movimiento estudiantil que esté a la altura de lo que nuestros pares necesitan, que esté del lado de las y los estudiantes y que también genere los consensos necesarios y acompañe los reclamos legítimos que vienen llevando adelante los gremios docente y no docente.
Necesitamos que, enarbolando los principios de la Reforma Universitaria de 1918, sigamos luchando juntos y juntas por una educación pública, laica, gratuita, de calidad, feminista, innovadora, inclusiva y transformadora. Estamos frente a tiempos muy duros y seguramente también lo sean los años venideros de este gobierno nacional. Un gobierno nacional que viene por todo y que viene por los que menos tienen. Viene por las mujeres, por las disidencias, por las juventudes, por las personas jubiladas. Viene por la cultura, por la ciencia, por la tecnología, por la salud, por la educación. Un gobierno nacional que viene a quitarnos derechos. Esos derechos que nosotras y nosotros no estamos dispuestos a resignar.
A todo esto se le suma, además, una fuerte campaña de desprestigio hacia lo público, donde se pone constantemente en tela de juicio el valor de nuestras Universidades y lo que desde allí producimos, quiénes accedemos y para qué accedemos. Y, sobre todo, se pone en duda el rol transformador y social que tiene cada una de nuestras unidades académicas, negando completamente que la universidad es la mayor herramienta de movilidad social ascendente de nuestro país.
Desmentir lo que ya es obvio
Me permito, frente a los públicos comentarios del presidente de la Nación, desmentir dos cuestiones.
1. Que a las universidades llegan sólo los ricos es mentira. Soy hija de trabajadores y primera generación de mi familia en acceder a estudiar una carrera universitaria. Como la mía, miles de historias de pibas y pibes que llegan a las diferentes universidades desde distintos puntos del país para cumplir el sueño de ser las primeras y primeros profesionales de sus familias. No somos ricos. Somos hijas e hijos de trabajadoras y trabajadores que hacen un esfuerzo enorme para poder llegar a fin de mes en un contexto que se cansa de ahogarnos económicamente.
2. Que las universidades no se auditan y que no queremos que sean auditadas es mentira. Las universidades sí se auditan y de hecho son de las áreas más controladas por el Estado. Tienen un control interno, en sus Consejos Directivos y Consejos Superiores, como también tienen auditorías internas. Tienen evaluaciones de gestión y académicas por parte de la CONEAU y tienen auditorías externas a través de la AGN -Auditoría General de la Nación. Nuestras universidades lideran el ranking de transparencia que elabora la Jefatura de Gabinete de la Nación.
Que las Universidades no se auditan, se atreve a decir el presidente, cuando es su gobierno el que no nombra a los funcionarios que faltan en la Auditoría General de la Nación y cuando es su gobierno el que vetó la Ley de Financiamiento Universitario que obligaba, entre otras cosas, a auditar las Universidades.
¿Y ahora qué? ¿Qué nos queda?
Entonces, vuelvo al principio, releo que nombré a la Reforma Universitaria, me replanteo lo que tenemos, sobre pienso lo que estamos viviendo y me pregunto una y otra vez: ¿hay, acaso, desafío más importante en la actualidad de nuestro país que defender la educación pública?
Guillermo Estevéz Boero[1] me enseñó que se marcha, no se llega. Me gusta pensar que ese marchar y no llegar, de vez en cuando, nos convoca una y otra vez a defender lo conseguido para que no olvidemos de dónde venimos y lo que nos costó llegar hasta acá.
Claro que hay muchas utopías por delante y claro que hay mucho camino por recorrer, pero creo que ninguna nueva lucha la podremos dar si no tenemos educación pública. Así que no, no creo que haya un desafío más importante que ese en la Argentina de hoy.
En tiempos de baja participación, de descreimiento de la política y de crecimiento de expresiones que la atacan como herramienta de transformación de la realidad y donde lo que se busca es retroceder en derechos adquiridos, es necesario fortalecer los espacios de debate y diálogo para defender, ni más ni menos, a la educación pública.
No le demos a unos pocos el privilegio de cortarnos el futuro. Para muchas y muchos lo público es lo único, nos decía siempre Hermes Binner[2].
Entonces, si para muchas y muchos lo público es lo único, ¿cómo no lo vamos a defender?
Por un país que progrese.
Por una Argentina que salga adelante.
¡Universidad pública, siempre!
Referencias bibliográficas
Barros, E.F., Valdés, H., Bordabehere, I.C., Sayago, G., Castellanos, A., Méndez, L. M., Bazante, J. L., Garzón Maceda, C., Molina, J., Saibene, N.J., Medina Allende, A., y Garzón, E. (2008). Manifiesto Liminar de Córdoba, 21 de junio, 1918. La juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América. Universidades, (36), 3-6.
Notas
[1] Guillermo Estévez Boero: abogado y político. Ex Presidente de la Federación Universitaria de Argentina. Fundador del Movimiento Nacional Reformista y del Partido Socialista Popular.
[2] Hermes Binner: médico y político argentino. Primer gobernador socialista del país.