https://doi.org/10.19137/anclajes-2024-28114


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RESEÑAS

Iluminado artificio: Ensayos sobre la obra de Mercedes Roffé


Stracalli, Eugenia (coord.)

Villa María, Eduvim, 2022, 385 páginas.

ISBN: 9789876997010 


Ariel Aguirre

Universidad Nacional de Rosario

Instituto de Estudios Críticos en Humanidades

Consejo Nacional De Investigaciones Científicas

(CONICET)

Argentina

ORCID: 0009-0007-4826-6827

Iluminado artificio: Ensayos sobre la obra de Mercedes Roffé, recientemente publicado por Eduvim, reúne treinta y dos miradas sobre la obra de Mercedes Roffé, sistematizadas en artículos académicos, ensayos críticos y periodísticos. Su título, a medida que se avanza en la lectura, no solo resulta indicado, sino insustituible. Como dice Eugenia Straccali en el prólogo, surge de un poema de Roffé y puede leerse como un arte poética de su estética. Esa iluminación particular se encuentra en cada uno de los textos que componen el volumen: una intensidad, un tono, un matiz que posee infinitas derivas, pero que conserva la sustancia lumínica propia del artificio.

Existe una metáfora común referida a la función de la crítica que es la de “echar luz” sobre el texto a comentar. Este libro recombina y enlaza, de distintas maneras, los valores primarios de la poesía de Roffé. Straccali propone que su poética se cifra en “ese enigma que abre la llama de una vela en la oscuridad: un misterio inacabado y lúcido, una mirada imaginaria infinita sobre el mundo, un lenguaje luminoso que no cesa de decir, que desprende chispas de sentidos” (12). Y sugiere que cada uno de los textos que integran el volumen podría pensarse, en este sentido, como una vela en la oscuridad.

En el “artificio”, término que mantiene en su significado su vínculo con el procedimiento formal, se condensa la poética de Roffé. Resulta cercana, por lo tanto, la idea del libro como artefacto, un objeto robusto que reúne voces de importante relevancia en la crítica de poesía latinoamericana y que da cuenta de Mercedes Roffé como una figura imprescindible de la poesía argentina contemporánea. Se trata de un artefacto cuya luminosidad invita a un movimiento del lector: vislumbrar el sendero por donde la crítica persigue la temperatura de la experiencia estética; arder quemar con la intensidad de la llama.

El enfoque de los textos apunta a la singularidad y la unicidad, en ocasiones explicitando la irreductibilidad de su poesía a un listado de movimientos literarios o filiaciones. Su poesía es leída como una voz cuya extrañeza radica en el interior mismo del trabajo lingüístico (Lucas Margarit), que repele la categorización unívoca, aunque permite su acercamiento a partir de oposiciones: una poética contra el minimalismo que “encandila” a la poesía argentina (Osvaldo Bossi), contra la poesía narrativa o referencial (Mario Nosotti) y con una permanente indagación metapoética frente a los “discursos narrativos, anecdóticos o de efusión sentimental” (María Ángeles Pérez López 228).

La literatura de Roffé carece de un fundamento o, como lo denomina Germán Prósperi, se sostiene en una “desfundamentación universal”: un abandono en “la proliferación laberíntica del lenguaje”. Su poesía permite el tránsito o bien permanecer en el límite, atisbar el pasaje (Adalber Salas Hernández); une “el río de la noche a la claridad de las palabras” (Rafael Courtoisie); imprime un “dispositivo liminal” cuya única certeza es que las palabras no cuajan en verdad o en materia (Lilliana Ramos Collado).

Se trata de una estética que precisa de las imágenes para su definición. Raúl Zurita emplea, a tal fin, una figuración: “El poema de Mercedes Roffé nos señala ese vislumbre; esa fiesta galante en lo alto de un carro de heno” (321). Manuel Rico propone un acercamiento por fuera de la razón: “Igual da: vislumbres o azogues de sombra, certezas o incertidumbres […] un artefacto no explicable racionalmente, pero sí cargado de sentido y de emoción estética” (341). Mirta Rosenberg, por su parte, apunta que la poesía de Roffé se basa en el saber al mismo tiempo que en su desconfianza, en su ramificación y sus posibilidades, por fuera de la rigurosidad de la lógica; un recorrido por fuera del campo de la racionalidad, que se sustenta, según la autora, con la intención de bordear los límites de la insinuación.

Sugerencia, chispa, vislumbre: estas palabras vertebran el recorrido por los textos y son la médula ósea de la poesía de Roffé. Asimismo, otro rasgo clave es la suspensión del sentido. María Ángeles Pérez López observa que la fusión de noche y día supone lo intraducible, lo ilegible, lo indecible y, en esta línea, Adalber Salas Hernández sostiene que cada poema pone en cuestión esa “impotencia”, pero la reformula dentro del reino de lo posible. Raquel Olea ubica esta problemática como la insistencia en la palabra en tanto signo tenaz de detenimiento y fuga, contra “ese hueco ausente de palabra”, confluyendo con Osvaldo Pardo, quien señala que las voces de los poemas intentan exorcizar una ausencia, hablan de una espera que deviene en, quizás, la única certeza.

Y aquí se encuentra otra de las zonas que el artefacto alumbra: las voces del poema. Marta López Luaces sugiere pensar en una voz poética polifónica, múltiple y fragmentaria; Arturo Borra, en una trama de voces que constituye una escritura poliédrica sin centro; Juan Pablo Bertazza sugiere la idea de una intertextualidad personal y trascendente, “exponencial y tendiente al infinito” (25); Geneviève Fabry propone una voz despojada de ripios subjetivos, vaciada de sus antiguas certidumbres y sentidos. Fabián O. Iriarte, por su parte, concibe la voz como una trama, un telar, una ópera que enlaza silencios y cantos; en este sentido, Sergio Chejfec plantea un universo simbólico asociado: canto, canción y también rezo, oraciones, misterio, dulzura y acritud, magia, ritos declamados; mientras que Francine Masiello apunta que se trata de una fricción de imágenes y sonidos que permite la conexión intersubjetiva, corpórea, a través de sensaciones. De este modo, Liliana Ramos Collado advierte que existe una voz múltiple y un canto que suscitan una subjetividad dislocada, la cual, según Adrián Cangi, despoja de poder al yo. Lola Nieto, extremando esta idea, afirma que en Roffé el yo y el otro son segregaciones conceptuales, la subjetividad es inexistente; yo y otro se configuran apenas como vislumbres.

Miguel Casado articula el carácter rítmico del canto con una continua movilidad y sugiere que la caracterización más cercana a la poesía de Roffé es la “errancia”, movimiento sin reglas previas. La reiteración en su obra busca la variante (Ramos Collado), la diferencia dentro de lo idéntico (Casado); una tensión que subraya el sonido sobre el concepto y opera como promesa de un sentido (Anna Deeny Morales). A través del trabajo rítmico, Rodolfo Häsler postula que Roffé crea una poesía que se puede escuchar, palpar y sentir a través del color; en consonancia con esta idea, Ethel Barja Cuyutupa encuentra que el poema se declara multisensorial: “se invoca imagen, sonido y sentido al mismo tiempo” (208), y Concepción Bertone subraya: “nombra las cosas del mundo, al ritmo de su respiración, de su pensamiento sensitivo, sensorial, sonoro, pictórico” (296).

La poesía de Roffé invoca los sentidos y transfiere a la crítica su código. Puede hablarse de senderos, velas en la oscuridad o, como Alfredo Fresia, pensar en una “navegación iluminada”, que muestra las apariencias como vistas desde la caverna platónica. Los ensayos de este libro juegan con las posiciones: noche/día, luz/sombra, decible/indecible, a fin de mostrar distintas aristas de la unidad de una obra, la cual Kelly Martínez-Grandal ubica en el encuadre, en el “que ningún elemento puede sustraerse sin que el edificio entero se venga abajo” (222).

Los prestigiosos nombres que colaboran en este volumen coinciden en afirmar la conciencia y la precisión en la poesía de Roffé. Cada palabra en cada verso resulta insustituible. Según Augusto Munaro, su escritura puede leerse “como una pertinaz y obsesiva voluntad de conocimiento que alcanza su admirable cuota de certezas” (357). La certidumbre resulta una intermitencia lumínica, a la que se accede por medio del movimiento intelectual. Leer su obra supone “dejarse arrastrar por ellas, por la corriente de palabras manchadas que la voz poética levanta en las profundidades de un corazón atento a su simbólico reclamo” (Ángeles Mora 348). Si tal como sugiere Jordi Doce, la poesía de Roffé se caracteriza por su interpelación al lector y su apuesta por el diálogo, podríamos pensar que este gesto se expande hacia la crítica. De la poesía al ensayo, Iluminado artificio ubica una conversación necesaria en torno a la relevante trayectoria de Roffé. Su luminosidad expande posibles lecturas nuevas en la poesía latinoamericana actual.